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ha dado el título de “Trabajadoras Vecinales por la Vida”. Ellas tienen a su cargo la
distribución de los bienes enviados desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires entre
los habitantes de sus manzanas que reúnen los requisitos necesarios para constituirse en
beneficiarios.
En un principio, este nuevo plan social no parecía diferir de otros tantos programas
implementados en el pasado. Establecía requisitos que definían una población de
beneficiarios entre los que se distribuían los bienes propios del plan. Sin embargo, la
novedosa forma de distribución del Plan Vida tuvo consecuencias inesperadas.
La Luna ha sufrido modificaciones sustanciales desde la aparición de estas
mujeres conocidas como manzaneras. Los cambios que se produjeron en la forma de dar se
han trasladado a otros ámbitos. Puesto que el sentido de las acciones se encuentra
amalgamado a la lógica de circulación de los bienes, las innovaciones -peculiares-
incorporadas en el Plan Vida han contribuido a la construcción de nuevos sentidos. Al
reconocerse como mediadoras entre los beneficiarios y los bienes las manzaneras
conformaron una red social dentro de La Luna que no existía antes. Esta les ha permitido
obtener beneficios materiales, resultantes del plan, así como beneficios simbólicos, en tanto
ha producido modificaciones en la historia individual de los mismas. El “ser manzanera” ha
tenido para estas mujeres consecuencias que superan ampliamente el mero intercambio
material. Por ejemplo, les ha permitido construir(se) autónomamente un nuevo rol.
Igualmente, ninguna manzanera jamás sería lo que hoy es -incluso se puede dudar de que lo
siga siendo-, de no existir bienes que les permitan constituirse como patrones de esta nueva
modalidad de clientelismo social.
Desde su creación, el “Vida” despertó críticas de los más diversos sectores de la
sociedad. La oposición, el periodismo, así como figuras del propio Partido Justicialista,
impulsor del programa, criticaron la implementación de estos planes por estar basados en
criterios propios del clientelismo político tradicional en oposición a políticas sociales
basadas en criterios universales. En las elecciones legislativas de octubre de 1997 el Plan
Vida obtuvo un impulso extra, aumentó su extensión y presencia debido a la necesidad de
obtener resultados electorales favorables. Sin embargo, la implementación de prácticas
clientelares no siempre asegura victorias políticas, como afirmó la candidata opositora
Graciela Fernandez Meijide quien llamó a recibir con una mano y votar con la otra. La
derrota sufrida por el Partido Justicialista en varios de los distritos del Conurbano
Bonaerense donde se implementaban estos planes permite pensar que en la actualidad el
lazo clientelar resulta ser mucho más complejo de lo suele suponerse 6 .
Hay una sola comadre, Carmen Romanielo, quien desempeña en forma simultanea esta tarea y el rol de
manzanera. Estos datos (no oficiales) me los brindo Carmen Romanielo (principal referente política -puntera-
del barrio). Los mismos son también utilizados por la municipalidad de San Miguel.
6 La victoria de la Alianza en la provincia de Buenos Aires fue el triunfo más difícil de pronosticar y el que
tuvo mayor resonancia política. Como se esperaba, la coalición se quedó con la mayoría de los votos de la
clase media, pero también logró atraer a los sectores más pobres, hiriendo el tradicional corazón electoral del
Peronismo. Eso se deduce, primero, de las ventajas holgadas que la Alianza sacó en el primer cordón del Gran
Buenos Aires, a lo que se sumó el papel decoroso que la coalición tuvo en lugares donde se hablaba de
triunfos peronistas arrolladores, como en San Martín -la derrota del Partido Justicialista más sorpresiva-,
Moreno, Merlo, Florencio Varela, Berzategui y La Matanza. Ver Clarín y La Nación del Lunes 27 de octubre
de 1997.
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