Tomo II.PDF - El Mundo Bíblico
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HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO, <strong>Tomo</strong> 11<br />
imperial sostuvo al patriarca de Constantinopla hasta que cayó en<br />
desgracia en la corte. Entonces se retiró y se dedicó a escribir. Sus<br />
relaciones con Roma, aunque poco cordiales, no fueron ya de franca<br />
hostilidad. Sin embargo, toda esta polémica contribuyó a subrayar las<br />
diferencias entre el oriente y el occidente, y los escritos que Fodo<br />
produjo contra los latinos y contra las pretensiones del Papa después<br />
fueron instrumento de quienes abogaban por un distanciamiento entre<br />
ambas ramas de la Iglesia.<br />
No podemos detenernos aquí a examinar en detalle el pensamiento<br />
de Focio.27 Baste decir que era un hombre de una erudición inmensa,<br />
como lo muestra su Biblioteca,28 que se interesó profundamente en<br />
cuestiones filosóficas, especialmente en la dialéctica,29 y que utilizó su<br />
enorme sabiduría para atacar las doctrinas occidentales del Filioque y<br />
de la primacía romana. En cuanto al Filioque, lo discutió detalladamente<br />
en su Mistagogía del Espíritu Santo, con abundantes referencias patrísticas<br />
y escriturarias, aunque -al igual que sus contrincantes-- sin<br />
mostrar mucha caridad y espíritu de comprensión hacia su opositores.30<br />
La cuestión de la primacía romana la discutió en varjos opúsculos<br />
y epístolas, a menudo envuelta con otros puntos de divergencia<br />
entre el oriente y el occidente, tales como el Filioque y el celibato<br />
eclesiástico. De estos opúsculos, el más tajante es Contra el primado,3I<br />
dirigido «a quienes dicen que Roma es la primera sede». En este<br />
tratado, Focio arguye que el primado romano es una pretensión sin<br />
fundamentos, p que, antes de ser obispo de Roma, Pedro lo fue de<br />
Antioquía y, en todo caso, según el argumento romano en pro de la<br />
primacía, ésta le correspondería a Jerusalén, donde estuvo, no sólo<br />
Pedro, sino también y sobre todo el Señor encarnado. Además, el<br />
argumento a favor de Roma también podría aplicarse en pro de Bizancio,<br />
que -según la leyenda- tuvo a Andrés por obispo mucho antes<br />
27 Terna agotado en la obra monumental de J. Herfenrother, Photius, PaJriarch von<br />
Konstantinopcl: Scin Leben, seine Schriften und das gricchisch Schisma, 3 Vols. (Darrnstadt,<br />
1966). Véase también: F. Dvornik, The Photian Schism: History and Legend (Cambridge,<br />
1948); F. Dvornik, "The Patriarch Photius and Iconoclasm», DOP, 7 (1953),<br />
67-97; R. Haugh, Photius and the Carolingians: the Trinitarian Controversy (Belmont,<br />
1975); Asterios Gerostergios, St. Photius the GrcaJ (Belmont, 1980); D.S. White, Patriarch<br />
Photius of Constantinople: His Lije, Scholarly Contributions, and Correspondence<br />
(Brookline, Mass., 1982).<br />
28 PG, On-CIV. Edición y traducción francesa de R. Henri, en 4 vols. (Paris, 1959-1965).<br />
29 Sobre la filosofía de Focio, véase: B. Tatakis, Filosojfa bizantina (Buenos Aires, 1952),<br />
pp. 129-133.<br />
30 PG, cn, 279-400.<br />
31 Tcxtus ct documenta, series thcologica, V<strong>II</strong>I (Romae, 1932), pp. 47-50.<br />
LA TEOLOGIA ORIENTAL DESDE EL AVANCE DEL ISLAM 211<br />
que Pedro fuera a Roma. Por otra parte, el argumento que se basa en<br />
las palabras del Señor «sobre esta piedra edificaré mi iglesia» no es<br />
válido, pues la piedra no es Pedro, sino su confesión de la divinidad<br />
del Señor. Pretender circunscribir la gracia divina a una región cualquiera,<br />
como lo hace Roma, es caer en el error de los judíos. En fin, que<br />
el Papa, cada vez que pretenda reclamar para sí el primado, recuerde<br />
las palabras de Jesús: «quien quiera ser el primero entre vosotros,<br />
hágase vuestro siervo».<br />
Aunque el cisma de Focio fue de breve duración, contribuyó a hacer<br />
resaltar las diferencias entre el oriente y el occidente, de modo que<br />
ambas ramas del cristianismo se fueron distanciando cada vez más.<br />
Focio vivió varios años después de su deposición, encerrado en un<br />
monasterio y olvidado por el mundo. Empero sus obras y su espíritu<br />
quedaron latentes, esperando una nueva oportunidad para salir a la<br />
superficie.<br />
Esa oportunidad se presentó durante el patriarcado de Miguel Cerulario,<br />
en ocasión de un conflicto entre el occidente y los búlgaros,32 que<br />
pronto se extendió a una confrontación entre Roma y Constantinopla.<br />
En este conflicto la costumbre occidental de celebrar la comunión con<br />
panes ázimos, y la del celibato eclesiástico, chocaron con las costumbres<br />
opuestas que se praCticaban en el oriente. Era la época en que comenzaba<br />
a abrirse paso la gran reforma eclesiástica de Hildebrando y<br />
Humberto, que tenían por puntos principales en su reforma la restauración<br />
del prestigio del Papa y la práctica universal del celibato eclesiástico.<br />
Desafortunadamente, el Papa León IX envió a Constantinopla,<br />
como uno de sus tres legados, al cardenal Humberto, cálido defensor<br />
de la primacía romana y del celibato eclesiástico. Por otra parte, los<br />
orientales tampoco estaban dispuestos a hablar con moderación. <strong>El</strong><br />
debate descendió al nivel de los insultos personales y, a pesar de los<br />
esfuerzos mediadores del emperador Constantino V, el resultado neto<br />
fue que el 16 de julio de 1054 el cardenal Humberto se presentó ante el<br />
altar mayor de Santa Sofía y depositó en él la sentencia de excomunión<br />
contra el patriarca Miguel Cerulario y todos sus seguidores.<br />
La sentencia del cardenal Humberto fue un instrumento útil en<br />
manos de Cerulario, pues en ella el legado romano le hacía objeto de<br />
acusaciones tan increíbles-arriano, pneumatómaco, maniqueo, donatista,<br />
simoníaco y nicolaíta, entre otras-que toda la iglesia oriental vio<br />
a Cerulario como víctima de un ataque desenfrenado por parte de<br />
Roma y sus legados. Esto le permitió reunir un sínodo en el que los<br />
32 Véase más adelante nuestra discusión de León de Acrida.