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Tomo II.PDF - El Mundo Bíblico

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82 HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO, <strong>Tomo</strong> 11<br />

la publicación de su Encyclion,10 declaró nulas las decisiones de Calcedonia<br />

y convocó a un nuevo concilio. Pero la restauración al trono de<br />

Zenón, a quien él había depuesto, frustró sus proyectos.<br />

Poco después el propio Zenón trató de sanar las divisiones teológicas<br />

que debilitaban su imperio. Para ello no siguió el camino de<br />

Basilisco, de rechazar sin ambages el concilio de Calcedonia, sino que<br />

promulgó un «edicto de unión», el Henotíc6n (año 482),11 con la colaboración<br />

e inspiración del patriarca Acacio de Constantinopla, quien<br />

había sido el gran opositor del Encyclion anticalcedonense de Basilisco,<br />

y además había dado pruebas de su ortodoxia cristológica al presidir<br />

un concilio en el que se depuso al «monofisita» Pedro Fullo.12<br />

Pero la solución de Zenón no resultó más feliz que la de Basilisco.<br />

Su Henoticón era en realidad un reflejo bastante fiel del monofisismo<br />

verbal, empero no trataba de salvar los obstáculos semánticos entre la<br />

definición de Calcedonia y sus opositores, sino que más bien intentaba<br />

regresar al periodo anterior a Calcedonia. Así, por ejemplo, el emperador<br />

afirmaba que no debía aceptarse otra fe que la que, por inspiración<br />

divina, fue expuesta en Nicea (325) y confirmada en Constantinopla<br />

(381). Además, se reiteraban los doce famosos anatemas de<br />

Cirilo contra los nestorianos. Por último, se anatematizaba a todo aquel<br />

que pensara de otro modo «ya haya sido en Calcedonia, ya en cualquiera<br />

otro sínodo».13<br />

Probablemente Zenón y Acacio no pretendían condenar las decisiones<br />

del concilio de Calcedonia, sino solo acercar a los cristianos de<br />

diversas persuasiones llevándoles más atrás del concilio cuyas decisiones<br />

se discutían, a un entendimiento semejante a la «fórmula de unión»<br />

del año 433.1 4<br />

10 PG, LXXXVI, 2600-2604.<br />

11 PG, LXXXVI, 2620-2625.<br />

12 Se acusaba a Pedro FuI/o de haber «eutiquianizado» el himno litúrgico llamado<br />

Trisagion al añadirle las palabras «que fuiste crucificado por nosotros». A esta<br />

posición se le l/amó «teopasquismo», pues sus opositores pensaron que la fórmula<br />

amba indicada quería decir que la divinidad como tal había sufrido. Tal interpretación<br />

era inexada, y por tal la tuvieron siempre las iglesias que utilizaron -y<br />

hasta el día de hoy utílizan- esa fórmula. La frase en cuestión es solo un modo de<br />

llevar a la liturgia la realidad de la encamación de Dios el Verbo, en virtud de la cual,<br />

y por razón de la communicatio idiomatum, es posíble afirmar que el Verbo fue<br />

crucificado. Luego, el teopasquismo de Pedro FuI/o, como su monofisismo, era sólo<br />

verbal.<br />

13 PG, LXXXVI, 2624.<br />

14 Supra, Vol. 1, p. 341.<br />

LA TEOLOGIA DE ORIENTE 83<br />

<strong>El</strong> resultado neto de la nueva «fónnula de unión» fue crear divisiones<br />

aun más profundas, no ya solo en tomo al concilio de Calcedonia,<br />

sinQ también en tomo al propio Henotic6n.<br />

En primer lugar, este edicto del emperador Zenón dio origen a una<br />

ruptura entre la sede romana y la iglesia oriental. Si bien el Henotic6n<br />

no condenaba abiertamente al concilio de Calcedonia, sí tendía a restarle<br />

autoridad, y, junto al concilio, también a la Epístola dogmática de<br />

León. La fórmula de las dos naturalezas ni siquiera era mencionada. <strong>El</strong><br />

camino quedaba abierto al monofisismo, como lo mostraba el hecho de<br />

que gran número de teólogos monofisitas se había apresurado a<br />

aprobar el edicto. 15 Además, el Papa afirmaba que el emperador carecía<br />

de autoridad para erigirse en árbitro de cuestiones dogmáticas. En<br />

consecuencia, el occidente, con el Papa a la cabeza, no podía sino<br />

rechazar el Henoticón. Puesto que Acacio persistía en sostener este<br />

edicto del emperador, y también por cuestiones relativas a la sucesión·<br />

a la sede alejandrina,16 Félix excomulgó a Acacio y le declaró depuesto.<br />

<strong>El</strong> Papa no tenía los medios necesarios para hacer valer la presunta<br />

deposición del patriarca de Constantinopla, y éste continuó en el<br />

ejercicio de su cargo, de modo que se produjo lo que los historiadores<br />

occidentales conocen como el «cisma de Acacio» (484-519).<br />

<strong>El</strong> cisma de Acacio se prolongó más allá de la muerte de todos sus<br />

principales protagonistas, y aun de sus sucesores directos, hasta que<br />

en el año 519, siendo emperador Justino, y mediante una serie de<br />

negociaciones con el Papa Hormisdas, se restableció la comunión entre<br />

ambas iglesias. La nueva fórmula de unión fue un verdadero triunfo<br />

para Roma, pues todas sus estipulaciones fueron aceptadas por Constantinopla:<br />

la confirmación del concilio de Calcedonia y de la Epístola<br />

dogmdtica de León, la condenación de Nestorio, Eutiques, Dióscoro,<br />

Acacio y sus seguidores, y el perdón para todos los prelados ortodoxos<br />

que habían sido depuestos por negarse a aceptar el Henotic6n.<br />

En' el intertanto, el Henoticón había ejercido su malhadada influencia<br />

divisiva entre los propios monofisitas.<br />

En Egipto, el fanatismo de las multitudes que insistían en la condenación<br />

expresa del concilio de Calcedonia les llevó a apartarse de los<br />

patriarcas, que se contentaron con el Henoticón, y a crear una secta a la<br />

que, por carecer de altos dirigentes, se le llamó «los acéfalos» y que<br />

15 Se trataba en realidad de «monofisitas verbales». Véase Jugie, op. cit., 2221. <strong>El</strong><br />

principal de éstos era Pedro Mongo, patriarca de Alejandría, a cuya elección se oponía<br />

el Papa Félix <strong>II</strong>I, mientras que Acacio le apoyaba.<br />

16 Véase la nota 15.

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