Tomo II.PDF - El Mundo Bíblico
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212 HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO, <strong>Tomo</strong> 11<br />
cristianos orientales acusaron a los occidentales de haber abandonado<br />
la verdadera fe en cuestiones tales como la del Filioque, la de los panes<br />
ázimos, las costumbres belicosas de los obispos, y hasta el afeitarse el<br />
rostro y comer carne los miércoles.<br />
Como consecuencia de este cisma, y de su preludio en época de<br />
Focio, el oriente griego y el occidente latino continuaron apartándose<br />
cada vez más. Si bien hubo períodos de reconciliación, ésta siempre<br />
quedó limitada a las altas esferas políticas y eclesiásticas, pues el pueblo<br />
y el bajo clero persistían en sus actitudes suspicaces e intransigentes.<br />
Un producto paralelo del cisma de Cerulario fue la teoría de la<br />
«Pentarquía», propuesta por el patriarca Pedro <strong>II</strong>I de Antioquía como<br />
un modo de reconciliar a las dos grandes sedes de Roma y Constantinopla.<br />
Según el patriarca antioqueño, la cabeza del cuerpo de Cristo<br />
es el Señor mismo, y los cinco patriarcas de Roma, Constantinopla,<br />
Alejandría, Antioquía y Jerusalén son como los cinco sentidos del<br />
cuerpo, de tal modo que la opinión de la mayoría de ellos debe<br />
prevalecer. 33 Esta teoría no era del todo nueva, y ya antes el emperador<br />
León VI la había aducido en un intento de vencer la oposición del<br />
patriarca de Constantinopla a su cuarto matrimonio,34 pero fue el<br />
cisma, y el hecho de que el oriente contaba con la mayoría de las sedes<br />
patriarcales, lo que le dio fuerza. <strong>El</strong> cardenal Humberto refutó a Pedro<br />
de Antioquía, aunque sin lograr que desapareciese la teoría pentárquica,<br />
que fue sostenida poco después por Miguel Psellos y desde el<br />
siglo X<strong>II</strong>I en adelante por varios teólogos bizantinos. Según otra versión<br />
de la teoría pentárquica, el primero de los patriarcas es el de Constantinopla.<br />
Esta variante de la pentarquía también fue propuesta en el siglo<br />
XI por Nicetas Seidas.35<br />
Todo lo que antecede no ha de hacemos pensar que la actividad<br />
intelectual bizantina durante el siglo X y XI se limitó a la polémica con<br />
el occidente latino. Tal impresión sería totalmente errónea, pues el<br />
período que estamos estudiando -es decir, el que va hasta mediados<br />
del siglo XI- fue testigo, por una parte, de un auge de la teología<br />
mística y, por otra, de gran actividad en el estudio de la filosofía y de<br />
los clásicos.<br />
33 Epistola sanctissimo archicpiscopo Gradcnsi, 21 (PG, CXX, 776).<br />
34 R. García Villoslada, Historia dc la Iglesia Cat6lica, Vol. 11: Edad Mcdia (BAe, CIV), p.<br />
256.<br />
35 N. Ladomerszky, Thcologia Oricntalis (Romae, 1953), pp. 102-110, bosqueja el curso<br />
ulterior de esta teoria. P. O'Connell, Thc Ecclcsio/ogy of Sto Niccphorus (758-858)<br />
Palriarch of Constantinoplc: Pcntarchy and Primacy (Roma, 1972).<br />
LA TEOLOGIA ORIENTAL DESDE EL AVANCE DEL ISLAM 213<br />
<strong>El</strong> príncipal exponente de la teología mística a fines del siglo X y<br />
comienzos del XI fue Simeón Neoteólogo -«el nuevo teólogo».36 Tras<br />
abandonar el mundo académico y retirarse a la vida monástica, Simeón<br />
se dedicó a escribir acerca de la experiencia mística. Su obra está escrita<br />
con un entusiasmo tal que la sinceridad parece desbordársele, al mismo<br />
tiempo que se hace difícil sistematizar su pensamiento. Sin intentar tal<br />
sistematización, podemos tomar como punto de partida de nuestra<br />
exposición 37 la convicción que tiene nuestro autor de que el ser humano<br />
caído es incapaz de actuar libremente. Sólo la aspiración a la libertad<br />
le queda humano como vestigio de su gloria perdida. Por tanto, las<br />
obras son incapaces de salvar al humano, que sólo puede ser salvo en<br />
virtud de una iluminación de lo alto. Esta iluminación, que equivale a<br />
un encuentro con la luz divina, transforma al creyente, de tal modo que<br />
a partir de ese encuentro, y aún después de pasado el momento de la<br />
visión misma, es un nuevo ser, y vive en un estado de comunión directa<br />
con Dios al que Simeón, siguiendo una antigua tradición oriental, llama<br />
«deificación». Esto no se logra mediante un proceso de ascensión, como<br />
lo pretendía generalmente la mística neoplatónica, ni consiste tampoco<br />
en un éxtasis en el sentido estricto, como si uno se perdiera dentro de<br />
Dios. Por el contrario, el creyente no pierde conciencia de sí mismo<br />
cuando se encuentra a solas y frente a frente con la luz eterna -y éste<br />
es el punto que fue más controvertido de la teología de Simeón. Quienes<br />
pretenden que es posible recibir esta luz sin estar conscientes de ello,<br />
sencillamente están equivocados y no la han recibido.38 Sólo quien<br />
tiene esta experiencia puede hacer teología, pues es imposible hablar<br />
de Dios sin conocerle, y es imposible conocerle sin haberle recibido en<br />
una experiencia mística consciente.<br />
Me maravillo de que la mayoría de los humanos, aun sin haber<br />
nacido de Dios y sin haber llegado a ser hijos suyos, se atrevan a<br />
meterse en teología y a hablar de Dios. Por esta razón mi espíritu<br />
se estremece y me salgo de mis cabales cuando oigo a algunos<br />
filosofar sobre temas divinos e inescrutables, hacer teología siendo<br />
impuros, y explicar las verdades divinas sin recibir in teligencia<br />
del Espíritu Santo ... 39<br />
36 Su biografía fue escrita por su discípulo Nicetas Stetathos (o «Pectoratus»). <strong>El</strong> texto<br />
griego ha sido editado junto a su traducción francesa por 1. Hausherr y G. Hom: Vic<br />
de Symoon lc NOUVCllU Thoologicn (Dr. Chr, X<strong>II</strong>; Roma, 1928).<br />
37 Tal es el punto de partida de la exposición de Tatakis, op. cit., pp. 144-151.<br />
38 A este tema dedica su quinto Tratado ético.<br />
.19 Tratado tcol6gico, 11 (Se, CXX<strong>II</strong>, 132).