Tomo II.PDF - El Mundo Bíblico
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172 HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO, <strong>Tomo</strong> 11<br />
sostuvo con él debates en los que resultó victorioso. 50 Con base en la<br />
fama de estos triunfos, Abelardo fundó una escuela en la que enseñaba<br />
filosofía y rivalizaba con Guillermo. Perseguido según él por los amigos<br />
de Guillermo, fue de ciudad en ciudad por algún tiempo hasta que<br />
llegó a Laón, donde residía un famoso maestro de teología llamado<br />
Anselmo- que no ha de confundirse con el de Bec y Canterbury.<br />
Abelardo le encontró elocuente, pero vacío de sabiduría, y en consecuencia<br />
fundó su propia escuela, en la que comenzó a dictar conferencias<br />
sobre Ezequiel. Anselmo, según Abelardo, no soportó tal impertinencia,<br />
y se dedicó a perseguirle, con lo cual aumentó su fama. 51<br />
De Laón, Abelardo se dirigió a París, donde ganó fama en su tiempo<br />
como maestro de filosofía y teología, y para la posteridad como amante<br />
de <strong>El</strong>oísa. Sus amores con <strong>El</strong>oísa, tras su matrimonio secreto y el<br />
nacimiento de un hijo al que llamaron Astrolabio, desembocaron en la<br />
tragedia cuando los parientes de la joven se introdujeron en la habitación<br />
de Abelardo y le privaron de sus órganos genitales. 52 <strong>El</strong>oísa<br />
entonces se hizo monja, y él tomó el hábito en el monasterio de San<br />
Dionisio. 53<br />
Allí, sin embargo, no terminaron las que Abelarlo llama sus calamidades.<br />
En el monasterio se creó la enemistad de sus superiores al<br />
decir que el fundador de la casa no pudo haber sido Dionisia el<br />
Areopagita- en 10 cual tenía razón. Sus doctrinas trinitarias, que había<br />
expuesto en oposición a Roscelino, no encontraron mejor acogida que<br />
las de su contrincante, y en 1121 un sínodo reunido en Soissons le obligó<br />
a quemar su propio tratado De la divina unidad y trinidad.54 Herido en<br />
cuerpo y alma, se retiró a un lugar desierto.<br />
A su retiro le siguieron su fama, sus discípulos y sus enemigos.<br />
Pronto se formó alrededor de él una comunidad, y así fundó una<br />
escuela a la que dio el nombre de <strong>El</strong> Paracleto.55 Allí le siguió también<br />
<strong>El</strong>oísa, quien can la ayuda de su antiguo amante fundó un convento.<br />
Pronto su fama llamó a sus enemigos a la acción. <strong>El</strong> monje Bernardo de<br />
Claraval, famoso místico y predicador, hombre de mucha influencia en<br />
toda Europa, se escandalizó al oír de las doctrinas de Abelardo y del<br />
modo en que aplicaba la dialéctica a las cuestiones de la fe. Convocado<br />
a un sínodo en el 1141, no se le permitió defenderse, sino que fueron<br />
50 Historia ca1amitatum, 2 (PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 116).<br />
51 Ibid., 3-4 (PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 123-12.;).<br />
52 Ibid., 6-7 (PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 126-135).<br />
53 Ibid., 8 (PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 13S-140).<br />
54 lbid., 9-10 (PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 14O-1S9).<br />
55 Ibid., 11 (PL, CLXXV<strong>II</strong>I, IS9-163).<br />
EL RENACIMIENTO DEL SIGLO X<strong>II</strong> 173<br />
condenadas varias proposiciones tomadas de sus obras. Abelardo<br />
apeló al Papa; pero cuando se aprestaba a presentar su caso ante<br />
Inocencia 11 recibió la noticia de que éste -quizás por intervención de<br />
Bernardo- había confirmado su condenación.<br />
En Cluny, adonde se retiró, fue bien recibido y tratado por Pedro el<br />
Venerable, quien le incitó a escribir una Profesión de fe, en la que se<br />
mostraba ortodoxo. A su muerte, <strong>El</strong>oísa solicitó y obtuvo que sus restos<br />
fueran colocados en el Paradeta, cerca del convento en el que ella pasó<br />
el resto de sus días.<br />
Las obras de Abelardo son muchas, y hay varias cuya paternidad se<br />
discute. En el campo de la filosofía, su obra más notable es la Dialéctica.<br />
56 Su Conócete a ti mismo o Etica 57 planteaba un modo de ver el<br />
pecado original radicalmente distinto del comúnmente aceptado. Su<br />
Diálogo entre un filósofo, un judío y un cristiano58 constituye una interesante<br />
apología. Su Exposición del Hexámeron59 y su Comentario a los<br />
Romanos(i) dan prueba de su habilidad exegética y de su erudición. Pero<br />
sus obras fundamentales son su Introducción a la teología,61 Teología<br />
cristiana 62 y Sic et non -Sí y no. 63 A esto han de añadirse sus epístolas,<br />
sermones e himnos,64 varias obras perdidas65 y su tratado De la divina<br />
unidad y trinidad, condenado y quemado en Soissons en 1121.66<br />
Dejando a un lado la lógica de Abelardo en sus líneas generales, el<br />
primer aspecto de su pensamiento que aquí nos interesa es aquel en<br />
que la lógica desemboca en la metafísica, y de allí pasa a la teología,67<br />
56 Editada por L. M. de Rijk (Assen, 1956). Otras obras filosóficas y lógicas de Abelardo<br />
pueden verse en: B. Geyer (ed.), Peter Abe/artls philosaphische Schriflen (M ünster, 1919);<br />
L. Minio-Paluello, Abe/ardiana in edita (Roma, 1958).<br />
57 PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 633-678. Hay una traducción inglesa de J. Ramsay McCaIlum (Oxford,<br />
1935).<br />
58 PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 1611-1682.<br />
59 Ibid., 731-784<br />
60 Ibid., 783-978<br />
61 Ibid., 9'79-1114. Al parecer, las dos terceras partes de esta obra se han perdido.<br />
62 Ibid., 1123-1330. <strong>El</strong> libro V, aunque probablemente de Abelardo, no pertenece en<br />
realidad a esta obra. Quizá sea parte de la Introducción.<br />
63 Ibid., 1339-1610.<br />
64 Publicados en PL, CLXXV<strong>II</strong>I, 113-610, 1759-1824.<br />
6S Acerca de las obras perdidas de Abelardo, véase: D. van den Eynde, "Les écrits<br />
perdus d' Abélard», Ant, XXXV<strong>II</strong> (1962), pp. 467-480.<br />
66 Publicado por R. Stolzle, Abdards 1121 zu Soissons verustheilter Tractatus de unitate et<br />
Trinitatedivina (Fnburg, 1891). Edición crítica: H Ostlender (Münster, 1939).<br />
67 Sobre las lineas generales de la teología de Abelardo, véase D. Hayden, «Notes on<br />
the Aristotelian Dialectic in Theological Method», Thomist, 20 (1975), 383-418; L.<br />
Grane, Pefer Abe/ard: Philosophie und Christentum im Mitte/aJfer (Gottingen, 1969); A.<br />
Crocco, Antítradizione e metodología filosofíca in Abe/ardo (Nápoles, 1971). Sobre su