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CONCURSO LITERARIO - Museo dell'Emigrante

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Capítulo III<br />

LOS BOULEVARES<br />

Aquí empieza otra etapa de la vida de la familia de Antonio y María.<br />

Nosotros teníamos un perro y un gato. El pero se llamaba Firpo y el gato era sin<br />

nombre, el pobre Firpo era casi ciego muchas veces salía corriendo y chocaba con el<br />

tronco de las plantas, como será que una noche andaba el patrón caminando y el perro<br />

salió coriendo, porque siempre lo acompañaba cuando lo escuchaba, pero esta vez lo<br />

chocó al pobre Don Vittorio quíen cayó. Al otro día estaba todo dolorito. Te cuento<br />

esto de Filippo porque no había lugar para llevarlo y lo dejamos con el patrón, al gato<br />

lo habíamos puesto in una bolsa y viene la mala suerte che cayó al suelo y la rueda<br />

del carro le pasó por encima, ¡pobre gato se murió!.<br />

A los cinque días de vivir en la nueva casa no pensábamos más en Firpo;<br />

imagíanate ciego, viejo y del otro lado de la ciudad.un buen día llegó a casa, podes<br />

imaginar la alegría que fue verlo de nuevo. Esta es la historia de Flippo y el gatto.<br />

La nueva casa tenía una galería, una cocina y dos piezas. El papá hizo el<br />

horno para el pan. Ya teníamos lo principal: teníamos unas verduras, gallinas y<br />

algunos pollos; las gallinas también ponían algunos huevos. Ya era otra cosa, todo<br />

pintaba de otro color.<br />

La quinta que trabajámos era de don Antonio Alcázar tío del padre de<br />

todos los que vos conoces. Un hombre muy bueno, excellente persona. El agua que<br />

utilizábamos para tomar la teníamos que ir a buscar a la casa de Alcázar. A metros de<br />

casa como ya te conté, vivían José y Rosa. Las cosas cambiaron, la mamma tenía con<br />

quien recordar cosas de nuestro añorado San Marino. Recuerdo que se pasaban ls<br />

horas conversando.<br />

En la quinta ya habíamos sembrado algunas verduras, también seguíamos<br />

yendo al mercado pero se ganaba poco lo justo para comer.<br />

Se fueron acabando las verduras que nos había dejado el otro quintero, y<br />

ya las que habíamos sembrado estaban a mitad de tamaño; era el mes de octubre se<br />

vino una tormenta de piedra que nos llevó toda la cosecha, que mala suerte. A los<br />

pocos días tuvimos que arar toda la tierra y sembrar de nuevo. El papá no tenía más<br />

plata para comprar las semillas. Estaba triste no sabía que hacer. Mingo, Mario y Yo<br />

teníamos una alcancía cada uno, las tres estaban llenitas, entonces le dijimos que las<br />

rompiera y eso hizo. No recuerdo cuanto dinero había en las alcancías pero alcanzaba<br />

para comprar las semillas. Al otro día fue a lo de Florenza, semillería que estaba<br />

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