19.06.2013 Views

Revista: Chispas No. 2 - Conafe

Revista: Chispas No. 2 - Conafe

Revista: Chispas No. 2 - Conafe

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Cuando nací en San Antonio Analco, todos hablábamos<br />

chinanteco. Es una comunidad muy pequeña<br />

donde la tierra se trabaja y se alimentan animales<br />

para después consumirlos. Desde temprano se hacen<br />

las tortillas y una olla grande de café para beber<br />

durante todo el día; primero bien calientito, y<br />

por la tarde, ya fresco, debajo del techo de adobe.<br />

En la primaria todos hablábamos chinanteco y<br />

también hablaban nuestra lengua los profesores,<br />

pero de que aprendiéramos español trataban, decían<br />

que en el futuro nos serviría mucho y si no<br />

querías, mandaban llamar a tus papás.<br />

Cuando tenía ocho años el español no me interesaba.<br />

Yo salía en las mañanas a barrer el solar y<br />

alimentar a los pollitos; los árboles estaban despiertos<br />

sobre mí, creando sombras; los días eran<br />

tan claros que yo corría sobre ellos, descalza, sin<br />

entender la palabra futuro.<br />

Cuando algún maestro me preguntaba algo, en<br />

chinanteco siempre le contestaba. Ellos me regañaban,<br />

pero yo les decía: Maestro, para qué quieres<br />

que español hable si aquí me voy a quedar, me voy<br />

a casar y voy a tener muchos hijos aquí, así que no<br />

se esfuerce por ponerles a mis papás más recados<br />

porque no lo voy a hacer, no lo necesito.<br />

Al terminar la primaria, ya sabía lo que podía<br />

esperar: quedarme en casa a ayudarle a mi madre<br />

a las labores del hogar y el campo, o irme a vivir a<br />

un pueblo llamado Usila, que quedaba a cinco horas<br />

de mi pueblo por desgajadas veredas, donde la<br />

gente hablaba otra variante del chinanteco y se rumoraba<br />

que buenos no eran los maestros.<br />

Tenía muchas ganas de seguir estudiando,<br />

pero no veía la manera. En esos días recibimos la<br />

visita de la hermana de mi mamá que en la ciudad<br />

de México residía. Yo quise irme para el<br />

Distrito Federal. Sabía que mi padre no estaría<br />

de acuerdo, pero la idea de salir y<br />

enfrentarme a algo que me haría mejor<br />

no me dejaba tranquila, así que decidí<br />

decírselo a papá. Él, como lo esperaba,<br />

se enfureció mucho. Recuerdo que<br />

estábamos cenando y el frijol estaba<br />

en la olla de barro junto a él. Cuando<br />

le dije mi propósito empujó la olla<br />

mientras me regañaba, se quemó el<br />

brazo pero ni cuenta se dio. Dijo que<br />

nunca me dejaría ir, que lo mejor era<br />

que me quedara en la casa porque<br />

él no me ayudaría en nada, que no<br />

vería yo ningún centavo.<br />

Mi madre reaccionó de diferente<br />

manera.<br />

Durante esas noches no podía<br />

dormir, pensaba que sería capaz de<br />

todo, hasta de escaparme, aunque<br />

me daba rabia no poder hablar claro,<br />

de frente y que me comprendieran.<br />

Una de esas noches mi mamá<br />

me llevó un oscuro saquito con<br />

dinero, me dijo que eran sus ahorros,<br />

que si quería estudiar y salir<br />

adelante que me fuera, que ella me<br />

daba su permiso.<br />

Mi tía no quería llevarme; sin<br />

embargo, cada palabra mía era una<br />

súplica, cada mirada, cada gesto,<br />

cada día. Finalmente terminó por<br />

aceptar. Le rogó a mi papá que le<br />

entregara mis papeles, pero me dejó<br />

A v a t a r d e una j oven ch i n a n t e c a<br />

Viaje hacia la identidad<br />

Alejandra Nin. Escritora<br />

31

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!