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Preguntas que siempre suelen hacerse

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de los filósofos. Los filósofos han leído la Biblia desde el punto<br />

de vista de sus categorías de pensamiento, pero no han encontrado<br />

al Dios <strong>que</strong> llega a ser nuestro Salvador sólo por medio de<br />

Jesucristo». El joven se <strong>que</strong>dó y aceptó mi consejo: «Esta misma<br />

tarde puede usted tener acceso a la Biblia y al Dios vivo, si<br />

comienza usted la vida verdadera. ¿Quiere hacerlo?»<br />

En lo <strong>que</strong> sigue voy a esbozar mi contribución a esta conversación,<br />

para mostrar al lector, a modo de ejemplo, por medio de<br />

este caso particular, cómo se llega a la fe.<br />

P100: Reconocerse a sí mismo. Leamos juntos Ro 3:22-23:<br />

«Por<strong>que</strong> no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están<br />

destituidos de la gloria de Dios.» Estas palabras nos muestran<br />

<strong>que</strong> estamos perdidos ante el Dios vivo. Por nuestro pecado<br />

<strong>que</strong> nos separa del Dios vivo no tenemos acceso a él y no tenemos<br />

nada <strong>que</strong> pudiera hacernos aceptables. En pocas palabras:<br />

No tenemos nada honroso ante los ojos de Dios. Desde la caída<br />

en el Edén hay un abismo entre el Dios santo y el hombre pecador.<br />

¿Aprueba usted este diagnóstico divino?<br />

P101: La única salida. Existe una sola salida a este dilema y<br />

Dios mismo la ha provisto. El Hijo de Dios fue juzgado en la<br />

cruz por nuestros pecados. Jesús vino a este mundo para salvar<br />

a los pecadores (Mt 18:11). Fuera de él no existe ningún otro<br />

camino de salvación (Hch 4:12). ¿Lo puede cree usted?<br />

P102: Confesar sus pecados. Leemos en 1 Jn 1:8-9: «Si decimos<br />

<strong>que</strong> no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la<br />

verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es<br />

fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda<br />

maldad.» Por su obra de salvación cumplida en el Gólgota, Jesús<br />

tiene todo poder para perdonar los pecados. Si nos apoyamos en<br />

su promesa, si le confesamos nuestra culpa y le pedimos perdón,<br />

él es fiel, es decir, podemos confiar en <strong>que</strong> él nos libera verdaderamente<br />

de la carga de nuestro pecado. Pero no basta con pensárnoslo<br />

¡es necesario hacerlo! ¿Quiere usted apropiarse la promesa<br />

del perdón? Entonces vamos a pedírselo al Señor Jesús en oración<br />

(posible contenido de esta oración libremente formulada):<br />

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