ALA BLANCA noviembre-diciembre del 2001

CONOZCAMOS DE RELIGIONES: MISIONES Sexta parte
Por: Martha Lucía Restrepo
El “Plan B”
de Dios
El plan de Dios para los latinoamericanos,
era que salieran
al campo misionero a alcanzar
los pueblos que no conocen a Cristo,
entre ellos los pueblos musulmanes, pero
ellos no salieron. Sabemos que hasta
ahora los latinoamericanos no han sido
pueblos misioneros. Debido a ello, carecen
de una infraestructura y recursos para
salir al campo misionero. Es por eso, que
a mi entender, Dios tuvo que poner en
marcha el “Plan B”: enviar a los musulmanes
a Latinoamérica. (Al presente,
existen comunidades musulmanas en
cada uno de los países latinoamericanos.)
De esa forma, los latinos en su propia
tierra, acompañados de sus familias, en
su propio idioma, sin dejar sus costumbres
y cultura, podrían compartirle a los
musulmanes el amor del Padre y el mensaje
de salvación a través de Su Hijo
Jesucristo. Esto les quita la carga que significaba
la transculturación y la transfiere
a los musulmanes que inmigraron a
Latinoamérica.
14–Mensajero Ala Blanca noviembre-diciembre del 2001
Fue así como Dios, quien tiene control de todas las cosas, permitió
con la llegada del descubrimiento de América, por parte de
los españoles, la llegada del islam a los países latinoamericanos
(siglo XVI), ya que muchos de los esclavos traídos por los conquistadores
desde África eran musulmanes. Ellos fueron quienes
introdujeron la doctrina islámica en países como Brasil,
Venezuela, Colombia y algunas islas del Caribe.
Estos esclavos eran personas desprovistas de cualquier clase
de bien; personas que tuvieron que enfrentarse a una cultura
diferente, separados de lo que representaba verdaderamente
valor para ellos. También carecían de la libertad y las posibilidades
de realizar o practicar sus cultos a Alá. Aun en las
Américas, fueron obligados a abandonar sus creencias, como le
ocurriera a los judíos, ya que de no hacerlo sus vidas corrían
peligro de muerte. Esta situación, en principio, limitó el desarrollo
del islam a círculos muy reducidos.
Estas inmigraciones originales, continuaron por espacio de largos
años, pero al igual que los primeros inmigrantes esclavos,
cada inmigración se caracterizó porque en ella había hombres
necesitados. A pesar de ello, el pueblo latino no fue sensible a la
voz de Dios en ese momento. Los musulmanes se encontraban
lejos de sus tierras, en un país que no era el suyo; estaban lejos de
sus familias y de las cosas que amaban, enfrentando una alimentación
y un idioma diferente. Aquel fue el mejor momento
para tender sobre ellos cuerdas de amor y atraerlos a Cristo, pero
los latinoamericanos no entendieron su necesidad y no lo
hicieron. Por el contrario, el terreno que Dios había preparado
para que los alcanzáramos fue tenido en poco; sin embargo, ellos
lo tomaron para expandir el islam en todo el continente, al punto
que según las estadísticas actuales, solamente en Argentina se
convierten a diario 153 personas de diferentes creencias.
Luego, hacia finales del siglo XIX y después de la liberación de
los esclavos, sumadas a las corrientes inmigratorias provenientes
del oriente, especialmente de India y Paquistán, se dio comienzo
a nuevas concentraciones masivas de árabes musulmanes entre
los años 1850 y 1860, la mayoría de origen sirio y libanés. En su
mayoría, éstos se asentaron en países como Argentina, Brasil,
Venezuela y Colombia. Algunos documentos señalan que la inmigración
se presentó con mayor intensidad desde Siria y el Líbano,
debido a problemas que atravesaban estos países, quienes se
encontraron primero bajo dominio otomano y posteriormente
bajo el dominio francés.
La mayor ola inmigratoria se produjo a principios del siglo
pasado a causa de la primera y Segunda Guerra Mundial, guerras
que dejaron en muchos países problemas de orden económico,
político, social y cultural. Éstos tuvieron como consecuencia una
mayor inmigración de los musulmanes a América Latina. Entre
tanto, en lugares como Paraguay, además de sirios y libaneses, llegaron
inmigrantes de Palestina, Bangladesh y Paquistán. Por otra