ALA BLANCA noviembre-diciembre del 2001

¿Habremos evadido alguna vez el camino hacia el
Gólgota? ¿Luchamos por no padecer lo que ya ha sido escrito
y deberá cumplirse en nosotros?
Su calma y serenidad ante Sus perseguidores, difícilmente
puedan ser aceptados por los expertos de hoy. Lógicamente,
el camino hacia el Gólgota significaba el fin, pero la lógica
estaba equivocada. El Gólgota significaba el triunfo sobre los
poderes del mal. Eso mismo ha de significar para nosotros,
quienes no llevamos la cruz como símbolo de fracaso. La
cruz es símbolo de victoria y el Gólgota sólo el lugar de nuestra
victoria.
La palabra Gólgota es aramea y hebrea. Los romanos le
llamaban calvarium, derivado de calvan que quiere decir cráneo.
El verdadero lugar del Gólgota es incierto, su identificación
es bastante precaria; no obstante, existe una formación
rocosa llamada “calvario de Gordon” muy parecida a
un cráneo, que a pesar de concordar con la descripción bíblica,
no cuenta con el respaldo de la tradición. No importa si
éste es el lugar físico o no, sí sabemos que en algún lugar de
Jerusalén, Jesús venció a Sus enemigos y proveyó salvación
para toda la humanidad.
Si llevamos la cruz hasta el fin, de seguro alcanzaremos la
victoria, porque Cristo venció.
Viene de la página 19
Cuando estudiamos la historia del pueblo de Israel, nos
damos cuenta de que sin duda este pueblo está bajo la protección
divina. Esta nación ha peleado en diferentes ocasiones,
sólo para lograr ser reconocida como nación (1948,
1956, 1967, 1973) y para conservar dicho “estatus”. Sin
embargo, por fin en 1947, las Naciones Unidas concedieron
devolverle a Israel su territorio para que este país
volviera a ser una nación libre y soberana. Ya para el 14 de
mayo de 1948, Israel fue declarada oficialmente una
nación libre e independiente. Podríamos decir que la
“higuera comenzó a enternecer sus ramas”.
Es interesante estudiar la forma en que Dios cumple Su
promesa. Primero, Él hace un pacto con Abraham. Luego
se lo reafirma a Isaac, hijo de Abraham. Después de Isaac,
Dios establece el pacto con Jacob, hijo menor de Isaac.
Jacob tiene doce hijos que son las doce tribus de Israel que
van a formar el fundamento de la nación. De estas doce
tribus, Dios escoge la tribu de Judá. De esa tribu, Él levanta
a David que va a ser el rey a través del cual vendría el
Mesías.
Así que, a través de toda la Biblia, Dios ha manifestado
Su plan para la raza humana, por medio de situaciones
que presentan ese plan para el futuro. La nación de Israel
nació como resultado de un milagro. Muchos aspectos del
desarrollo de ésta como nación revelan la culminación del
plan de Dios para Su pueblo. Debemos estar alerta a la palabra
profética que hallamos en la Biblia, pues ésta nos
señala hacia el tiempo de Dios.
Según Dios le hizo promesa al pueblo de Israel, también
se la hace a cada persona que Lo acepta como
Salvador. El creyente, al igual que la nación de Israel, es
producto de la promesa de redención que Dios le hizo a la
raza humana. Parte de la promesa al pueblo de Israel se ha
cumplido, o está por cumplirse. Por ello es que debemos
estar alertas, pues este pueblo es el reloj profético de Dios.
Sin duda, la hora para la terminación de la dispensación
de la gracia se acerca rápidamente. El pueblo de Dios, que
está atento a la Palabra profética, reconocerá en los acontecimientos
que le ocurren a la nación de Israel, la tierra de
la promesa, una advertencia acerca de que la promesa de
Dios a la iglesia, con relación a que su plena redención está
muy cerca. ¡Debemos prepararnos!
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