La Saga de Egil Skallagrimsson
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STURLUSON, SNORRI SAGA DE EGIL SKALLA-GRIMSON<br />
Llegaron entonces los zagales, y <strong>Egil</strong> les dijo: «Cuidad <strong>de</strong> vuestro señor Onund y<br />
<strong>de</strong> sus compañeros, para que los animales salvajes o los pájaros no <strong>de</strong>sgarren sus<br />
cadáveres» 170 .<br />
<strong>Egil</strong> se marchó, y no pasó mucho tiempo antes <strong>de</strong> que llegaran hacia él once <strong>de</strong> sus<br />
compañeros, mientras seis vigilaban el barco; preguntaron qué era lo que había<br />
hecho. Dijo entonces:<br />
Mucho tiempo he sufrido<br />
<strong>de</strong> ese hombre el agravio,<br />
mis bienes mejor cuidé antes,<br />
herí <strong>de</strong> muerte a Berg-Onund,<br />
la vida le hice per<strong>de</strong>r,<br />
Hadd murió, y también Fródi,<br />
manché <strong>de</strong> sangre, <strong>de</strong> Odín<br />
<strong>de</strong>l lecho a la amiga 171 .<br />
Entonces dijo <strong>Egil</strong>: «Iremos ahora a la granja valientemente y mataremos a todos<br />
los hombres que podamos, y cogeremos todas las riquezas que podamos<br />
encontrar.» Van a la granja y entran corriendo en las casas y matan allí unos quince<br />
o dieciséis hombres; algunos se escaparon corriendo; registraron para hallar las<br />
riquezas, y <strong>de</strong>struyeron las que no se podían llevar. Llevaron el ganado a la playa y<br />
lo mataron; cargaron todo el que podían; se fueron entonces a remo por los canales<br />
<strong>de</strong> las islas. <strong>Egil</strong> estaba muy excitado y no se le podía hablar 172 ; iba al timón <strong>de</strong>l<br />
bote; cuando salieron por el fiordo hacia Herdla se encontraron con Rógnvald, el<br />
hijo <strong>de</strong>l rey, que iba con doce hombres en su barco pintado. Se habían enterado <strong>de</strong><br />
que el barco <strong>de</strong> <strong>Egil</strong> estaba en Herdluvers; iban a informar a Onund <strong>de</strong>l viaje <strong>de</strong><br />
<strong>Egil</strong>. Y cuando <strong>Egil</strong> vio el barco lo reconoció. Guió directamente hacia ellos, y<br />
cuando los barcos chocaron, la borda <strong>de</strong> la lancha entró por la proa <strong>de</strong>l bote, que se<br />
escoró tanto que entró agua por la otra borda y llenó el barco. <strong>Egil</strong> se puso en pie y<br />
cogió la alabarda, or<strong>de</strong>nó a sus hombres que no <strong>de</strong>jaran a nadie escapar vivo <strong>de</strong>l<br />
bote. Fue fácil, porque no hubo resistencia; todos murieron en el agua y ninguno<br />
escapó; murieron allí los trece, Rógnvald y sus compañeros. <strong>Egil</strong> y los suyos<br />
siguieron remando hasta la isla <strong>de</strong> Herdla. Entonces dijo <strong>Egil</strong> un poema:<br />
Peleamos, no me alarma<br />
la cólera, la espada<br />
tiño en sangre <strong>de</strong>l hijo<br />
<strong>de</strong> Blódóx audaz, <strong>de</strong> Gunnhild,<br />
en un barco sólo, trece<br />
guerreros ya han muerto,<br />
son <strong>de</strong> un brazo luchador<br />
bien dignas mis empresas.<br />
170 Como ya se señaló (nota 69), era <strong>de</strong>lito no comunicar una muerte; también lo era<br />
no cubrir el cadáver<br />
171 <strong>La</strong> amiga <strong>de</strong>l lecho <strong>de</strong> Odín: «la tierra».<br />
172 <strong>Egil</strong> está en trance nocturno, igual que lo estuvieron en otras ocasiones su padre<br />
y su abuelo<br />
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