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18. Bozal, Valeriano: “El final de la postguerra”, en Pintura y<br />
escultura españolas del siglo XX (1939-1990). Madrid, Espasa<br />
Calpe, 1992, p. 33 y ss.<br />
19. Gullón, Ricardo: De Goya al arte abstracto. Madrid,<br />
Seminarios y Ediciones, 1972.<br />
20. Calvo Serraller, Francisco: España. Medio siglo de arte de<br />
vanguardia, op. cit., vol. I, p. 61-63.; Nieto Alcaide, Víctor:<br />
“Sobre el arte que se hizo en los cincuenta...”, op. cit., p. 67.<br />
21. Aguilera Cerni, Vicente: Panorama del nuevo arte español.<br />
Madrid, Guadarrama, 1966, p. 209.<br />
Tanto la proyección social como la fortuna crítica de los miembros de El Paso son desiguales,<br />
pero todos ellos se benefician de esta agrupación, que se convierte posteriormente en modelo y<br />
punto de referencia para generaciones posteriores de artistas españoles. En la actualidad tiende a discutirse<br />
el papel de El Paso como punto de inflexión en la historia artística española contemporánea 18 ,<br />
pero lo cierto es que este grupo sigue ocupando un lugar muy destacado en el relato de la época.<br />
Mucho se ha escrito sobre la presencia dominante del grupo El Paso, sobre el informalismo madrileño<br />
o sobre la contradicción que supone su utilización de las plataformas políticas franquistas al tiempo<br />
que muchos de sus miembros mantienen una supuesta oposición al régimen. En todo caso, aunque<br />
no es este el lugar para seguir esa discusión, sí merece la pena mencionar la lectura que, tanto la crítica<br />
de la época 19 como la historiografía posterior 20 ha hecho sobre la obra de El Paso como un producto<br />
genuinamente español, al tiempo que moderno y cosmopolita. Así, se quiere ver en la obra de<br />
artistas como Saura, Canogar, Millares o Rivera, por su dramatismo y expresividad, una renovación de<br />
la tradición de la “veta brava” española que, al msmo tiempo, es capaz de alinearse con las tendencias<br />
internacionales de moda. Lo cierto es que dramatismo, tremendismo, desgarro, negrura son palabras<br />
clave para definir la poética de este grupo que ocupa el centro de la vanguardia madrileña y que triunfa<br />
internacionalmente. Ese es el contexto en que <strong>César</strong> <strong>Manrique</strong> abandona el fuerte colorismo de su<br />
obra anterior para, en consonancia con lo que estaban haciendo los artistas mencionados, adentrarse<br />
en una austeridad cromática inédita en su obra hasta el momento. Desaparece de ella también<br />
cuanto pudiese quedar de composición lineal para, a partir de 1959, centrarse en la investigación de<br />
la materia. Muy pronto, el crítico Aguilera Cerni certifica su presencia en el informalismo español<br />
incluyéndolo en un capítulo titulado “Entre el grito y el silencio”, junto con Millares, Rivera, Soria y<br />
Vilacasas en su libro Panorama del nuevo arte español. Aguilera destaca la aportación personal de<br />
<strong>Manrique</strong> a la vertiente matérica del informalismo:<br />
“La materia puede ser suelo, piedra, arena, consistencia, proyecto indeciso... Puede tener<br />
incontables apariencias, encerrar innumerables sugestiones, expresar múltiples enigmas. En<br />
este inmenso repertorio, <strong>César</strong> <strong>Manrique</strong> ha elegido las rocas volcánicas (...). Se había iniciado<br />
un acercamiento hacia el suelo, las lavas granulosas y ariscas de la más amenazadora geología<br />
canaria” 21 .<br />
<strong>Manrique</strong>, pues, se reconoce a finales de los cincuenta, con un acento propio, en las coordenadas<br />
de la modernidad española e internacional, que no son otras que las del informalismo. En ellas<br />
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