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Así, Carlos Areán, en una curiosa publicación destinada a difundir en el extranjero La pintura informalista<br />
[española] a través de los críticos, publicada en tres idiomas por la Dirección General de<br />
Relaciones Culturales dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, explica cómo «Las dos<br />
escuelas no objetivas que posee actualmente España, la de Madrid, encabezada por Saura, Canogar,<br />
Suárez y Vela, y la de Barcelona, en la que refulge Tapies (sic, en adelante, como corresponde Tàpies),<br />
actualizan esta tradición cromática hispana (que Areán centra en la limitación de la gama y la interpenetración<br />
de los colores), aunque aportando a ella ligeras modificaciones y matizados enriquecimientos.<br />
En Madrid, algún áureo sepia en Saura, algún rojo resaltando entre un encadenamiento de<br />
grises calizos en Canogar, algún blanco sanguinoliento y moduladamente empastado en Suárez y algún<br />
ocre, verde, azul o siena, arenosos y traspasados de luz en Vela, continúan la vieja tradición, aunque<br />
restringiendo más la gama y multiplicando en contrapartida las tonalidades de cada uno de los escasos<br />
colores empleados. En Barcelona, la más innovadora aportación la constituye el hallazgo del color<br />
luminiscente, el cual puede ser de oro o de fuego en Cuixart, múltiple en Puig o Vallés, argentado o<br />
dorado en Mier y fríamente azul en Tharrats o Planell. [...] Fuera de esa emotiva luminiscencia cromática<br />
barcelonesa y fuera, asimismo, de la voluntaria limitación castellana, quedan las innumerables<br />
gamas de Tàpies, en las que caben todas las matizaciones y sobre las que extiende luego el pintor delicados<br />
velos que parecen proyectarlas hacia una patinada lejanía ideal» 14 .<br />
La promesa de la pintura mural<br />
Por último, y sin embargo crucial en el entendimiento inmediato que <strong>Manrique</strong> hizo de su trabajo,<br />
está el convencimiento generalizado de que el campo de acción más abierto a la abstracción y más<br />
fructífero para ella era el de la pintura mural. «La arquitectura será el fundamento del movimiento que<br />
espera lo mural como la mejor explicación y redención» 15 , vaticina, con su rebuscado estilo, Manuel<br />
Sánchez Camargo. Por las mismas fechas, Sebastián Gasch, subdivide los distintos intentos en el seno<br />
de la abstracción y declara sus preferencias intelectuales: «Otros aun, y en ellos fijamos especialmente<br />
la atención, asocian la expresión poética con un intento de animación a escala mural. Tienen éstos<br />
la virtud de humanizar la forma abstracta y de enriquecer la metamorfosis pictórica de las superficies<br />
hasta llegar a las más amplias dimensiones murales» 16 . Se apoya, inmediatamente, en la autoridad de<br />
Léger, quien, a su vez, se apoya en las «altas cualidades decorativas del arte abstracto» como sostén<br />
14. Carlos Antonio Areán, “El color en la pintura española”,<br />
en La pintura informalista en España a través de los críticos,<br />
Dirección General de Relaciones Culturales, Madrid, 1961.<br />
15. Manuel Sánchez Camargo, cita en Vicente Aguilera<br />
Cerni, La postguerra. Documentos y Testimonios, Servicio de<br />
Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, Bilbao,<br />
1975.<br />
16. Sebastián Gasch, “Evolución del arte abstracto”, en El<br />
arte abstracto y sus problemas, Ediciones de Cultura<br />
Hispánica, Madrid, 1956.