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TRIBUNA
El compromiso
de construir sociedad
Por Silvia Arjona Martín
“El periodismo ha de ser siempre comprometido”. Esta obviedad,
que se repite una y otra vez en los círculos de profesionales de la
comunicación y los medios, dejó de estar tan clara hace mucho
tiempo, cuando la información comenzó a ser una mercancía más
dentro del sistema de capitales. Aunque siempre haya habido
excepciones de contadores/as de historias vinculadas con causas
razonablemente explicadas que servían para la concienciación de
los demás, han sido un número muy escaso en el mundo de los
medios de comunicación, dominados siempre por la inmediatez,
el discurso oficial, el dato de última hora y la competencia. Incluso
esto ya se mama desde el primer año de carrera universitaria, ya
que el objetivo es plantarse frente al mercado laboral con las funciones
aprendidas cual robot mecanizado.
Y es que, las universidades de comunicación social no han
ayudado mucho a la formación de personas críticas, reflexivas y
conscientes de la necesidad de un periodismo socialmente comprometido.
Aquel que investiga los resquicios de un hecho, el que
se mueve para escuchar a todas las fuentes, el que dedica tiempo
y esfuerzo en unir las piezas de un puzle y explicar las razones del
mismo con el fin de dar a entender tanto lo que se ve como lo
que se deja oculto, el que trabaja para difundir valores, esos de los
que hace tiempo han quedado olvidados como la solidaridad, el
coraje, la rebeldía, la lucha, el compromiso, la curiosidad…
La necesidad de esta forma de contar al mundo lo que
pasa es importante para seguir construyendo alternativas a
las que hoy nos son dadas, pero es cierto que
esta construcción no depende ni de una ni de
dos periodistas, a título individual, sino de colectividades
organizadas que persigan eso de lo que
ya no se habla, así como de estructuras mediáticas
que lo permitan difundir.
Descolonizar de una vez el pensamiento logrará
también cambios en esto de lo que aquí
tratamos. Dejar a un lado las teorías unidireccionales
emitidas desde hace décadas para controlar
“Hemos de
cumplir con
nuestra
responsabilidad
de promover
un pensamiento
crítico ”
la opinión pública y buscar todas las arterias de un mismo cuerpo
para conseguir ese compromiso social en nuestro trabajo diario.
Y con esto hago referencia a que las y los periodistas debemos ser
conscientes de cómo estamos emitiendo lo que pasa en aquellos
lugares del mundo donde no existe –según nuestros criterios– el
llamado desarrollo. El Informe MacBride de 1980, Un solo mundo,
voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo, ya lo
dejaba claro por entonces afirmando que las corrientes de información
entre los países del Norte y del Sur viajaban en desigualdad
de condiciones y de calidad en su contenido. Este texto, que
debería ser lectura obligatoria en las facultades de comunicación,
explicaba claramente cómo los países más ricos se basaban en los
estereotipos creados durante siglos para informar de la vida, la
cultura, la creencia y todas sus causas de los países empobrecidos.
Lo curioso es que la cosa no ha variado mucho desde entonces y
si de esto no somos conscientes y seguimos contribuyendo a ello
en nuestras redacciones, continuaremos apostando por un periodismo
pobre y miserable, que atenta contra su razón de ser.
Nos debemos a la ciudadanía por su derecho a recibir información
y por ello hemos de cumplir con nuestra responsabilidad
de contar, explicar e incluso también de educar, promoviendo un
pensamiento crítico. Es por eso que nuestro trabajo, sea en la oficina
o estudio que sea, ha de ser un periodismo comprometido en
construir sociedad y, en definitiva, un buen periodismo; ese que,
como relataba el gran referente polaco Ryszard Kapuscinski, “es
intencional: se fija un objetivo e intenta provocar
algún tipo de cambio” porque, al fin y al cabo, “no
hay otro periodismo posible”.
SILVIA ARJONA MARTÍN
periodista freelance y socia
fundadora de la Asociación Extremeña
de Comunicación Social (AECOS)
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