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Periodistas

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en portada<br />

simplemente, periodismo<br />

reportaje<br />

El periodismo<br />

como compromiso<br />

Todo periodismo es en esencia comprometido. Y solidario,<br />

humano, independiente, cívico… Adjetivos aparte, la primera<br />

etiqueta de este oficio, la que mejor resiste su ‘core capital’, no<br />

lleva otro nombre que su razón de ser: servicio público.<br />

Marta Molina<br />

Los cínicos no sirven para este oficio, título.<br />

Sobre el buen periodismo, subtítulo.<br />

Tres conferencias conversadas de Ryszard<br />

Kapuscinski bastaron para dictar un manual<br />

de deontología periodística, oral y<br />

conciso, un texto breve de 128 páginas<br />

editado por Anagrama en 2005 y blandido<br />

por todo periodista allende las redacciones<br />

cuando toca reivindicar la función<br />

social de esta profesión.<br />

“Informar de manera que ayude a la<br />

humanidad”. Emblema del reporterismo<br />

de perfil humano, el maestro defendía un<br />

ejercicio intencional. Trabajar con aquella<br />

conciencia que se autoexigía el polaco en<br />

sus historias –para muchos, la única posible–<br />

recibe hoy distintas etiquetas: social,<br />

comprometido, independiente, solidario,<br />

oenegero e incluso activista. Pero esta<br />

manera de entender la profesión –para<br />

muchos, la única posible– trae recorrido.<br />

Antes como ahora, muchos de quienes<br />

sintieron el periodismo como misión más<br />

que como vocación –este fue el credo de<br />

Kapuscinski– pagaron el precio de iluminar<br />

las miserias de los otros con amenazas,<br />

ostracismo e, incluso, la muerte.<br />

“Las guerras siempre empiezan mucho<br />

antes de que se oiga el primer disparo,<br />

comienzan con un cambio del vocabulario<br />

en los medios y en los Balcanes<br />

se pudo ver claramente cómo se estaba<br />

cocinando el conflicto”. “Encuentro<br />

muy bonita la idea de hacer de abogado<br />

porque, en esencia, se trata de ganarse la<br />

vida protegiendo a los débiles”. Colgó el<br />

bufete pero, coherente con sus aspiraciones,<br />

Miguel Gil se dedicó a informar,<br />

un oficio que Christiane Amanpour, jefa<br />

de corresponsales de CNN y enviada especial<br />

a decenas de conflictos, considera<br />

precioso para “marcar una diferencia,<br />

para ayudar a hacer del mundo un lugar<br />

mejor”. “Escribo esto como advertencia<br />

al mundo”, redactó Wilfred Burchett, el<br />

primer periodista occidental que entró en<br />

Hiroshima, como titular de aquella crónica,<br />

extraordinaria y a menudo hostigada,<br />

que pasó a galeradas de Daily Express<br />

como la primicia del siglo.<br />

“Quien decide hacer este trabajo y está<br />

dispuesto a dejarse la piel en ello, con<br />

riesgo y sufrimiento, no puede ser un<br />

cínico”. La máxima de Kapuscinski, propuesta<br />

a modo de filtro, saca pecho entre<br />

los profesionales de la información. John<br />

Tyas publicó en The Times las atrocidades<br />

cometidas por las autoridades británicas<br />

contra los huelguistas de Manchester en<br />

1819; William Howard Russell, los desmanes<br />

británicos en Crimea en 1854 en<br />

el mismo periódico; Emily Crawford puso<br />

“El deber de un<br />

periodista es<br />

informar de<br />

manera que ayude<br />

a la humanidad”,<br />

Ryszard Kapuscinski<br />

su vida en peligro continuo para informar<br />

en Daily News sobre la Comuna de París<br />

en 1851; Nellie Bly fingió una enfermedad<br />

mental para que la encerraran en un<br />

manicomio y sus artículos en New York<br />

World sobre la crueldad que presenció<br />

motivaron una mejora de las condiciones<br />

de estos centros; Roland Thomas desenmascaró<br />

la violencia racista del Ku Klux<br />

Klan en el mismo diario; la afroamericana<br />

Alice Dunnigan luchó para informar sobre<br />

los prejuicios raciales en la década de<br />

los cincuenta; el freelance Seymour Hersh<br />

contó el horror de la masacre de May<br />

Ley para una pequeña editorial llamada<br />

Dispatch News Service; la campaña de<br />

Sunday Times a favor de las víctimas de<br />

la talidomina; la negativa de Robert Fisk<br />

a tragarse la versión de la OTAN sobre<br />

Kosovo y publicarla en The Independent.<br />

“El deber de un periodista es informar,<br />

informar de manera que ayude a la humanidad<br />

y no fomentando el odio o la<br />

arrogancia”. La cabeza dura de Miguel<br />

Gil al quedarse en Pristina aquel 25 de<br />

marzo de 1999 para grabar a miles de<br />

albanokosobares empujados a trenes para<br />

ser deportados, un déjà vu del exterminio<br />

nazi, aceleró las decisiones políticas en los<br />

Balcanes, a decir de muchos de sus colegas,<br />

lo que se conoce por “efecto CNN” o<br />

la fuerza de lo audiovisual para hacer que<br />

los gobiernos reaccionen. David Guttenfelder,<br />

jefe de Fotografía de Associated<br />

Press (AP) en Asia, lo resumió con la<br />

intensidad de un epitafio: “Tenía las mis-<br />

ILUSTRACIÓN: DIEGO BLANCO<br />

8 <strong>Periodistas</strong>

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