Periodistas
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en portada<br />
simplemente, periodismo<br />
GRANDES HISTORIAS<br />
Acción directa<br />
Siete profesionales recuperan momentos de su carrera en los que su trabajo<br />
excedió la función informativa y contribuyó a la defensa de causas que consideraron<br />
justas. Por omisión, como en las situaciones que relata Vicente<br />
Romero; por difusión, a través de la voz de Mayendit en Radio Wa y la de<br />
las víctimas de violencia de género del reportaje de Reyes Ramos y Fátima<br />
Hernández en TVE, y de las fotografías sobre desahucios de Olmo Calvo y<br />
de incendios de Pedro Armestre, y por el efecto amplificador de las ondas<br />
que recuerda Alberto Granados.<br />
Callar por compromiso<br />
Vicente Romero, Periodista<br />
Desde siempre y ahora más que nunca,<br />
los periodistas sabemos que nuestro<br />
principal desafío profesional se<br />
encuentra en otro terreno: en el de una<br />
deontología que no pasa por la manida<br />
falsedad de la objetividad, sino por la<br />
irrenunciable defensa de la verdad y<br />
por una ética personal radicalmente<br />
identificada con los valores y los derechos<br />
elementales del ser humano. Este<br />
doble compromiso está en la esencia<br />
más pura del oficio.<br />
A veces se impone la urgencia de<br />
actuar, hasta el punto de impedir que<br />
se produzca un hecho puntual, una noticia.<br />
En otras, la ética impone silencio<br />
y obliga a renunciar a una crónica que<br />
podría ser brillante pero supondría contrapartidas<br />
gravemente inconvenientes.<br />
Algunos ejemplos pueden ayudar a<br />
comprender estas aparentes paradojas:<br />
Guerra en Liberia, 1996.<br />
Un comandante de las fuerzas de<br />
Taylor nos guía entre tiroteos por<br />
las calles de Monrovia, cubiertas de<br />
cadáveres. Es evidente que actúa para<br />
la cámara. De pronto abronca a un<br />
combatiente a sus órdenes, le obliga a<br />
ponerse de rodillas, apoya la pistola en<br />
su cabeza y quita el seguro. Entonces,<br />
José Luís Márquez da un fuerte silbido<br />
para llamar su atención y mostrarle que<br />
acaba de dejar la cámara en el suelo.<br />
“Para mí no lo mata”, me dice. Viendo<br />
que el rodaje se ha cortado, el comandante<br />
enfunda su arma. Márquez ha<br />
renunciado a un scoop mundial. Todos<br />
sabemos de algunos reporteros que no<br />
tuvieron los mismos reflejos morales y<br />
acabaron abandonando la profesión.<br />
Guerra y hambruna en el sur de Sudán,<br />
1998. Miles de personas marchan<br />
penosamente hacia tierras de Kenia.<br />
ACNUR no puede ir en su ayuda. Una<br />
noche, en la base de operaciones humanitarias<br />
de Lokichogio se organiza<br />
una “operación negra” para sortear las<br />
limitaciones oficiales. Una decena de<br />
funcionarios internacionales entra en<br />
Sudán, de paisano y a bordo de vehículos<br />
de Naciones Unidas pintados para<br />
ocultar emblemas y matrículas. Se salva<br />
a más de un centenar de desdichados,<br />
que parecían destinados a morir en el<br />
desierto, llevándolos hasta la frontera<br />
donde ACNUR los acoge oficialmente.<br />
No puedo dar la noticia.<br />
Hambruna y éxodo de Somalia, 2011.<br />
Visitamos los campos de refugiados en<br />
Dadaab (sureste de Kenia) y denunciamos<br />
que ACNUR se mantenga “por<br />
razones de seguridad” a un centenar de<br />
kilómetros de la frontera somalí, lo que<br />
impone un esfuerzo inhumano a miles<br />
de fugitivos del hambre que buscan<br />
ayuda desesperadamente. Comparamos<br />
a los funcionarios de Naciones<br />
Unidas con bomberos que rehusaran<br />
aproximarse a un incendio arguyendo<br />
la existencia de riesgos personales. Sin<br />
embargo, tuvimos que ocultar un hecho:<br />
llamamos a Jean Ziegler (vicepre-<br />
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