Periodistas
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Mujeres<br />
supervivientes<br />
Reyes Ramos y Fátima Hernández,<br />
del equipo de Crónicas de TVE<br />
Puede haber muchas razones para cubrir<br />
un tema, pero ninguna sirve con tanta<br />
fuerza al sentido de una televisión pública<br />
como ayudar a combatir la injusticia.<br />
Elegimos hacerlo a través de un reportaje<br />
sobre violencia de género. El maltratador,<br />
como el tirano, se apropia de la vida de<br />
los demás mediante el terror. Es una<br />
violencia intramuros, terrible. En otros<br />
reportajes sobre maltrato ya nos habían<br />
dicho: “Si mi marido me ve en la tele, me<br />
mata”. Por eso ofrecemos a las mujeres la<br />
posibilidad de ocultar el rostro, modificar<br />
la voz, contar su historia sin descubrir<br />
quién está detrás.<br />
Y de repente llegaron ellas, las mujeres<br />
supervivientes, y nos cambiaron la<br />
mirada. Nada que esconder, nada de qué<br />
avergonzarse. Hablaron a cara descubierta<br />
para enseñarnos el camino que las<br />
transforma de víctimas en supervivientes.<br />
En sus relatos, el verbo “empoderar”<br />
adquiere pleno sentido. Reconstruyen sus<br />
vidas, rescatan la autoestima y vuelven<br />
a sentirse personas. No es fácil, pero lo<br />
consiguen de la mano de otras mujeres<br />
que han pasado por lo mismo. El secreto<br />
está ahí, en una cadena de ayuda desde<br />
el sufrimiento común del que salen<br />
fortalecidas.<br />
El primer eslabón lo puso Ana Bella.<br />
Una noche salió de casa con sus cuatro<br />
hijos y dejó atrás al verdugo para siempre.<br />
Su experiencia le sirve para ayudar a<br />
otras mujeres desde un enfoque en el que<br />
no hay compasión mal entendida. Una<br />
mujer que ha superado el maltrato es una<br />
persona valiosa para la sociedad.<br />
Carmen se casó joven. Ni una caricia,<br />
ni un te quiero, desprecios constantes,<br />
insultos… El maltrato psicológico no deja<br />
señales en la piel, pero destruye. Descubrió<br />
que aquello no era normal cuando<br />
vio el cariño con el que sus hijos trataban<br />
a sus parejas. Entonces, pidió el divorcio.<br />
Ella, que tantas veces había oído que no<br />
servía para nada, se sacó un título, dio<br />
clases y ahora trabaja para ayudar a sus<br />
hijos, a una hermana con discapacidad, a<br />
su madre y a otras mujeres que pasan por<br />
lo mismo que ella.<br />
Son valientes. A cualquier hora están<br />
ahí para acompañar a una mujer que<br />
haya decidido alejarse del maltratador.<br />
Saben que no debe estar sola, que necesita<br />
compañía hasta que pueda volar. Ellas<br />
han creado la Asociación Mujeres Supervivientes<br />
de Violencia de Género: desde el<br />
Sur construyendo la Igualdad.<br />
A todas estas mujeres, gracias.<br />
Nunca sabes hasta<br />
dónde llegan las ondas<br />
Alberto Granados, Periodista<br />
Al igual que muchos de mis compañeros,<br />
soy de los que opinan que sentarse frente<br />
a una luz roja de un estudio, un ordenador<br />
de una redacción o una cámara en<br />
un plató de televisión implica una gran<br />
responsabilidad. La historia que yo he<br />
tenido la suerte de protagonizar sucedió<br />
cuando dirigía en la Cadena SER un<br />
programa que se llamaba Ser Curiosos.<br />
Entre los contenidos siempre incluíamos<br />
una sección dedicada a la solidaridad que<br />
coordinaba Pedro Fusté.<br />
Una tarde, Pedro se acercó con una<br />
propuesta. Acababa de regresar de la isla<br />
de Gorée, en Senegal, y estaba impactado.<br />
Se le había acercado un senegalés que, al<br />
ver que le faltaba un brazo, le sonrió como<br />
se hace con un colega y le pidió que le<br />
ayudara con unas monedas. “Alberto”, me<br />
explicaba, “cuando le miré me encontré<br />
a un joven apoyado en el suelo sobre sus<br />
brazos, no tenía movilidad de cintura para<br />
abajo, debido a que había sufrido la polio.<br />
Me contó que tenía 24 años, que estaba<br />
casado y tenía dos hijos. Vivía en uno de<br />
los barrios más alejados y todos los días,<br />
menos los lunes, se desplazaba arrastrándose<br />
hasta el centro de la isla para ocupar<br />
su puesto de trabajo. Le he preguntado en<br />
qué le podía ayudar, aparte de con dinero,<br />
y me ha dicho que su sueño sería tener<br />
una silla de ruedas”. Los ojos de Pedro se<br />
iluminaron y yo sabía que teníamos que<br />
ser capaces de hacer algo. “Me ha dicho<br />
que son seis los discapacitados en la isla y<br />
que tendríamos que ayudar a todos”.<br />
No necesité conocer nada más,<br />
enseguida nos movilizamos a través del<br />
programa. Como más tarde escribiría<br />
el propio Fusté: “Las ondas nunca sabes<br />
hasta dónde llegan”.<br />
Otro compañero radiofónico, Curro<br />
Castillo, llamó a Pedro para organizarle<br />
una entrevista con Javier Font, el presidente<br />
de la Federación de Asociaciones<br />
de Personas con Discapacidad Física y<br />
Orgánica de la Comunidad de Madrid,<br />
mientras yo me ponía en contacto con<br />
Mariví Llorente de Air Europa, compañía<br />
que hace la ruta Madrid-Dakar dos<br />
veces por semana. La magia y el enorme<br />
corazón de muchos hizo posible que las<br />
seis sillas de ruedas se consiguieran y que<br />
Pedro Fusté pudiera viajar hasta Dakar<br />
para entregarlas personalmente.<br />
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