31.03.2014 Views

Stephen King - La torre oscura I

Stephen King - La torre oscura I

Stephen King - La torre oscura I

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

El hombre de negro saltó una vez más, y otra, y una tercera. Ahora, todo el cuerpo<br />

de Nort vibraba, temblaba, se agitaba y se contorsionaba. El fétido olor a<br />

podredumbre, a excrementos y a moho se alzó en sofocantes oleadas. Abrió los ojos.<br />

Alice sintió que los pies la llevaban hacia atrás. Chocó contra el espejo, haciéndolo<br />

temblar, y un pánico ciego se apoderó de ella. Salió disparada como un novillo.<br />

- Le he hecho un regalo - gritó el hombre de negro a sus espaldas, todavía jadeando.<br />

Ahora podrá dormir tranquila. Ni siquiera esto es irreversible. Pero, ¡maldita sea!, es...<br />

tan... ¡divertido! - Y se echó a reír de nuevo.<br />

Ella corrió escaleras arriba seguida de la carcajada y no se detuvo hasta haber<br />

cerrado con llave la puerta que comunicaba con las tres habitaciones de encima del<br />

bar.<br />

Entonces, detrás de la puerta, empezó a reír nerviosamente y a sacudir las caderas<br />

de un lado a otro. El sonido se convirtió en un fúnebre plañido que se confundía con el<br />

viento.<br />

Abajo, Nort salió con aire ausente a la tormenta, para arrancar un poco de hierba.<br />

El hombre de negro, único cliente del bar, lo vio salir sin perder la sonrisa.<br />

Cuando, ya anochecido, la mujer se obligó a sí misma a bajar de nuevo, con un<br />

quinqué en una mano y un pesado bastón para desfondar barriles en la otra, el hombre<br />

de negro ya se había ido, llevándose su carromato. Pero Nort estaba allí, sentado a la<br />

mesa más cercana a la puerta como si nunca la hubiera dejado. Seguía oliendo a<br />

hierba, pero no tan intensamente como ella hubiera podido suponer.<br />

Al oírla bajar levantó la vista y le sonrió dubitativamente.<br />

- Hola, Allie.<br />

- Hola, Nort. Dejó el bastón y empezó a encender las lámparas, sin volverle la<br />

espalda.<br />

- He sido tocado por Dios - explicó él. Ya no volveré a morir. Me lo ha dicho él. Me lo<br />

ha prometido.<br />

- Qué suerte, Nort. <strong>La</strong> astilla que utilizaba para encender los quinqués resbaló de<br />

entre sus dedos temblorosos y se agachó a recogerla.<br />

- Me gustaría dejar de mascar hierba - comentó Nort. Ya no lo disfruto como antes.<br />

No me parece bien que un hombre tocado por Dios siga mascando hierba.<br />

- Entonces, ¿por qué no lo dejas?<br />

En medio de su exasperación, se sorprendió a sí misma mirando a Nort de nuevo<br />

como un hombre, más que como un milagro infernal. Lo que vio fue un individuo

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!