Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
- El precio es tu vida, pistolero. Me dejó un hijo... el hijo de un ángel. Si me<br />
invades... Dejó que una sonrisa perezosa concluyera la frase. Al mismo tiempo, movió<br />
los enormes y montañosos muslos, que se extendieron bajo su vestidura como<br />
columnas de puro mármol.<br />
El pistolero se quedó aturdido.<br />
Llevó las manos a las culatas de los revólveres.<br />
- Llevas un demonio dentro, mujer. Yo puedo expulsarlo.<br />
El efecto fue instantáneo. <strong>La</strong> mujer se aplastó contra el respaldo y por su rostro<br />
cruzó una expresión de comadreja.<br />
- ¡No me toques! ¡No te me acerques! ¡No tocarás a la Desposada del Señor!<br />
- ¿Qué te apuestas? - replicó el pistolero, sonriente. Avanzó hacia ella.<br />
<strong>La</strong> carne que recubría el inmenso armazón empezó a temblar. Su rostro se había<br />
convertido en una caricatura de loco terror y su mano se alzó hacia él con los dedos<br />
extendidos en el signo del Ojo.<br />
- El desierto - dijo el pistolero. ¿Qué hay más allá del desierto?<br />
- ¡Nunca lo atraparás! ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Arderás! ¡Él me lo dijo!<br />
- Lo atraparé - le aseguró el pistolero. Ambos lo sabemos. ¿Qué hay más allá del<br />
desierto?<br />
- ¡No!<br />
- ¡Contéstame!<br />
- ¡No!<br />
Avanzó un paso más, se arrodilló y aferró sus muslos. <strong>La</strong>s piernas de la mujer se<br />
apretaron como una prensa de tornillo. Comenzó a plañir de forma extraña y lasciva.<br />
- El demonio, entonces - dijo él.<br />
- No...<br />
<strong>La</strong> forzó a separar las piernas y sacó un revólver de su pistolera.<br />
- ¡No! ¡No! ¡No! - Expulsaba el aliento en estallidos breves y feroces.<br />
- Contéstame.