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Cese el fuego

de Jacobo Arenas, fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejercito del Pueblo. Una visión no oficial dela historia moderna de Colombia y de las FARC

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Una visión no oficial dela historia moderna de Colombia y de las FARC

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le encantaba la lucha agraria. Fue <strong>el</strong>la quien con otros colonos d<strong>el</strong> Guayabero, cuando comenzó a<br />

cernirse sobre la región <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de la operación militar, viajó a Bogotá y Villavicencio, a<br />

desenmascarar los preparativos de la operación que se veía venir. Fue por eso que <strong>el</strong> capitán<br />

Alfonso Galindo Rojas, comandante de la base militar de La Uribe "me cogió odio". Fueron sus<br />

palabras ocho días antes d<strong>el</strong> comienzo d<strong>el</strong> operativo.<br />

Aqu<strong>el</strong>la mujer de ojos azules y nombre bíblico quedó anotada en la lista negra d<strong>el</strong> capitán, y<br />

marcado su nombre con un asterisco, de la misma manera que <strong>el</strong> mando señala con un "chulo" los<br />

nombres de sus informadores infiltrados en la masa.<br />

Un día nos vimos en <strong>el</strong> río. Me traía un informe de suma importancia. Vi que llevaba sus zapatos<br />

rotos y le regalé un par de botas de su número exacto que no sé por qué razón cargaba a cuestas en<br />

mi ¡equipo. Se las puso inmediatamente con destreza. Para hacerle agradable su visita, al verla<br />

calzada con botas altas y lustrosas, le di voces de mando* como ¡atención... Fir! que <strong>el</strong>la cumplió<br />

con mucha energía, viveza y gracia femeninas, haciendo sonar con un golpe fuerte y seco los<br />

tacones de sus botas nuevas y diciendo al mismo tiempo: "Todavía puedo, ¿me recibe en sus filas,<br />

mi comandante?". Tenía 24 años y yo todavía no me explico de dónde sacó, a su edad, nueve hijos.<br />

Seguramente casó siendo todavía una niña como su<strong>el</strong>e acontecer en muchos casos en <strong>el</strong> campo.<br />

Aqu<strong>el</strong> día que la vi en <strong>el</strong> río me pareció una mujer poco común y le dije que me contara su vida. Me<br />

respondió: "¿Qué interés puede tener para un jefe revolucionario como usted, la vida simple de una<br />

mujer humilde?". Por eso, y precisamente por eso, le respondí, tiene para mí un interés<br />

extraordinario y agregué: seguramente usted, Magdalena, ignora <strong>el</strong> origen humilde de todos los<br />

jefes de las FARC. Unos somos de origen obrero, y otros de origen campesino, estudiantes,<br />

profesionales, en una palabra, jefes y guerrilleros somos gentes d<strong>el</strong> pueblo, igual que usted, igual<br />

que los padres de usted, igual que su esposo y sus hijos. "¡Ah...! dijo Magdalena, entonces, de<br />

pronto, la historia de mi vida puede tener algún interés.<br />

Entonces nos sentamos en las raíces salientes de un árbol junto al río y <strong>el</strong>la comenzó: "Papá tenía<br />

una finquita junto al gran latifundio de don Epifanio Sandoval en Rovira Mi papá trabajaba en<br />

agricultura, tres días semanales en la finquita y tres en la hacienda de don Epifanio quien no le<br />

pagaba su jornal en plata sino en sal Por eso mi papá decía que al menos asegurábamos la sal de las<br />

comidas. Allí nací yo. Y también nacieron y crecieron doce hermanos más, es decir, somos trece<br />

hermanos cuatro hembras y nueve varones. Cuando crecieron, los varones también trabajaban en la<br />

hacienda y por cada tres la hacienda les pagaba un jornal que en esa época valía 45 centavos. Como<br />

quien dice, cada muchacho salía ganando 15 centavos al día. Pero a <strong>el</strong>los les pagaban en plata; Mis<br />

hermanas eran las mayores de la carnada. Y don Epifanio tenía a dos de <strong>el</strong>las trabajando en la<br />

hacienda como muchachas de adentro. Ellas eran muy lindas, todavía lo son. Pronto cada una tuvo<br />

un hijo y nadie supo en la región quién era <strong>el</strong> papá. Pero en la casa si sabíamos quién era, porque<br />

Rebeca y Alicia, que así se llamaban las muchachas nos lo contaron; Pues, <strong>el</strong> papá de los hijos de<br />

<strong>el</strong>las era nadie menos que <strong>el</strong> viejo sin vergüenza de don Epifanio quien además, según decir de la<br />

gente tenia 30 mozas que vivían con sus padres en <strong>el</strong> latifundio de él, o en las finquitas, que como la<br />

nuestra, quedaban cerca a la hacienda. —Y, ¿don Epifanio era soltero? No, no... era casado... tenía<br />

ahí mismo en la hacienda a la esposa propia que era una mujer muy linda y se llamaba Gloría<br />

Beatriz y tenía tres señoritas hijas y cuatro varones. Dos de las señoritas estudiaban en <strong>el</strong> colegio de<br />

La Presentación en Bogotá y dos de los varones en un colegio llamado <strong>el</strong> Gimnasio Moderno. Los<br />

otros dos eran los contabilistas y pagadores de la hacienda, eran solteros, pero la gente decía que<br />

tenían, como <strong>el</strong> papá, cada uno un montón de mozas, con hijitos que no reconocían. —Y ¿a usted no<br />

le propusieron amores don Epifanio, o sus hijos? Pues propiamente no porque estaba muy chiquita,<br />

pero don Gabri<strong>el</strong>ito, uno de los contabilistas, cuando iba de visita a casa no me quitaba los ojos de<br />

encima y un día me dijo que si nos íbamos a bañar los dos solitos y yo le dije que no porque me<br />

había bañado en la mañana. Yo le tenía miedo a don Gabri<strong>el</strong>ito porque la gente decía que don Epi

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