Revista Cuba Internacional - Prensa Latina

Madera
Del silencio a
Por Jesús A. Martínez/Fotos:PL
El Grupo Madera surgió del silencio,
un silencio hondo y fecundo
como el océano. Pero ahora
escuchábamos las voces, los metales
y sobre todo los tambores de esa
orquesta caraqueña fundada a fines
de los años 70 del pasado siglo. Sin
quitar la vista al tráfico, Noel Márquez
cambia de pista en el reproductor de
su jeep y dice que escuche.
Suena un guaguancó. Miro por la
ventanilla para cerciorarme de que
aún estoy en Caracas y no en La
Habana y le digo: “Suena a cubano”.
El presidente de la Fundación
Grupo Madera sonríe: “Pero somos
nosotros, compadre”, asegura.
Durante el corto viaje entre
el Parque Central y la sede de la
Fundación, Noel Márquez ha hablado
de su compromiso con Venezuela y
con la memoria de Hugo Chávez, y de
su amor por la música y por Cuba, que
parece ser una misma cosa.
Explica que a San Agustín vino
mucha gente de Barlovento, de los
Valles del Tuy —zonas de arraigo afroamericano—,
quienes trajeron sus
tradiciones culturales y que luego, en
los años 50 del siglo XX, caminaron
por estas calles y cantaron en el teatro
Alameda figuras como el mexicano
Jorge Negrete y los cubanos Celia Cruz
y Beny Moré.
“Con el sabor que tenía el barrio…,
los artistas acababan la función y se
quedaban dando vueltas”, dice.
La influencia de los cubanos fue
mucha, según Noel Márquez. Saluda a
una mujer que camina por la calle, la
llama, le pregunta quién era su papá.
Ella contesta. ¿Y de dónde era? De
Cuba, responde.
El Grupo Folclórico y Experimental
Madera —nacido en el barrio Marín—
heredó esa riqueza cultural, ese patrimonio
rítmico; y, a la vez, toda la
rebeldía política y social de la parroquia,
sostiene Márquez.
La sede de la Fundación se encuentra
en una de las costas de la avenida
Leonardo Ruiz Pineda, en plena zona
barrial, en la estribación de un cerro
lleno de casas y gentes, más allá del
Complejo Parque Central y mucho
más lejos del augusto Teatro Teresa
Carreño o el Museo Contemporáneo
de Caracas.
En una de las secciones del inmueble
están las estrechas oficinas de
la Fundación. A lo largo del pasillo:
un aula con pupitres, un modesto
cubículo para grabaciones musicales
y audiovisuales y, al final, un amplio
tabloncillo para los ensayos y las clases
de danza y tambor.
Las fotos que tapizan las paredes
confirman sus palabras. Aunque ahora
estén vacíos, el aula y el tabloncillo se
llenan en las tardes de niños que vienen
de las escuelas de la comunidad a
bailar, a golpear con sus dos manos el
A la derecha
Noel
Márquez,
durante
una visita a
Brasil.
cuero y a internarse en el conocimiento
de la teoría y la tradición. Conocer
los fundamentos es esencial, insiste.
En las imágenes aparecen los
muchachos en predios de la Fundación,
pero también en los barrios, adonde
también llegan los músicos-instructores
de Madera.
Más tarde, Noel Márquez expone
que la Fundación Grupo Madera
—creada en 1980— es una organización
no lucrativa que tiene como
objetivo desarrollar programas socioculturales
y que se manifiesta desde
los espacios del poder popular.
Precisamente, su autonomía conceptual,
organizacional y operativa le
permite a la Fundación delinear los
proyectos de acuerdo con su propia
visión, apunta.
El anfitrión continúa mostrando
fotografías del grupo, amarillas o a todo
color, en Venezuela o en el extranjero.
Enseña instantáneas con rostros conocidos:
ahí está el salsero Oscar D`León.
Pero, sobre todo, ahí está Chávez.
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