Revista Cuba Internacional - Prensa Latina

Cuenta Márquez que ese día murieron
en las vivas aguas del Orinoco 11
de los 13 miembros fundadores: Jesús
(Chú) Quintero, Ricardo Quintero, Luis
Orta, Ricardo Orta, Lesvy Hernández,
Alfredo Sanoja, Juan Ramón Castro,
Héctor Romero y las hermanas
Alejandrina, Nilda y Tibisay Ramos.
Viajaban para cumplir un compromiso
artístico en una comunidad
de Amazonas. Pero aquellos muchachos
no solo pretendían hacer sonar
sus tambores. También iban para
denunciar la labor en la zona de las
misiones evangélicas norteamericanas
conocidas como Nuevas Tribus,
sobre las cuales ya había alertado al
país el Movimiento Pro Defensa de la
Identidad Nacional.
Señala Márquez que aún están por
aclarar los culpables del siniestro y las
circunstancias que llevaron al hundimiento
de la embarcación, a pesar de
la causa interpuesta hace años ante
los tribunales.
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“No hablamos ya de tragedia,
hablamos de masacre”, sostiene.
Vendrían años de reorganización
y relanzamiento del proyecto, al cual
Márquez se incorporaría oficialmente
con el nacimiento —el 29 de noviembre
de 1980— de la Fundación Grupo
Madera.
Luego, décadas de trabajo a lo largo
de las cuales la agrupación continuó
haciendo música, grabó varios discos
y realizó algunas giras internacionales;
entre ellas, Noel Márquez recuerda
especialmente sus presentaciones
en Santiago de Cuba durante la Fiesta
del Fuego 1992.
Hoy, la Fundación se encuentra en
plena batalla por la paz, la seguridad
ciudadana y la “revolución cultural”,
algo que el músico define como un
“proceso de revalorización y resignificación
de contenidos”.
Animado de estas ideas, Madera
—indica Márquez— suscribió un
convenio con la Fundación Musical
Simón Bolívar (ente rector del Sistema
Nacional de Orquestas y Coros
Juveniles e Infantiles de Venezuela)
para formar ensambles de nuevo tipo,
que cuenten con violines y pailas,
cellos y cumacos.
La idea se llevará a cabo en 45
núcleos —de los 480 que posee
actualmente el Sistema— localizados
en Estados portadores de la tradición
afrodescendiente: Vargas, Miranda,
Carabobo, Aragua, Yaracuy, Zulia,
Anzoátegui y, por excepción, el territorio
llanero de Barinas.
“Ya está creado el diseño curricular
de la cátedra de instrumentos afrovenezolanos;
el personal docente estará
conformado por los propios cofrades
de San Juan Bautista y San Benito o
Ajé para garantizar la fidelidad a los
fundamentos: cómo se toca, cómo
se canta, cómo se baila…”, detalla
Márquez.
El músico hace hincapié en que
Venezuela es una nación multicultural
y pluriétnica, donde no deben
existir guetos culturales. Y agrega:
“Este proyecto habla muy bien de la
Revolución”.
Uno de los sueños, ahora, es crear
una obra sinfónica para orquesta y
coros, que cuente la historia de aquellos
hombres primeros que hace siglos
trajeron consigo a estas tierras el tambor,
oculto en su silencio, más profundo
que el océano.