Nº 15 de la revista AVANCE Sindical - SOMA FITAG-UGT

ENTREVISTAS
AVANCE sindical
P. El convenio colectivo contempla
la conversión de contratos
temporales en indefinidos, una
medida nada desdeñable cuando la
crisis está destruyendo tanto
empleo.
R. Desde luego. El empleo
estable y de calidad siempre ha
sido una apuesta firme del SOMA-
FIA-UGT. En Aguas de Langreo
hemos conseguido que la empresa
se comprometa a transformar los
contratos por obra en indefinidos
durante el periodo de vigencia del
convenio y eso nos da cierta tranquilidad
a los trabajadores porque,
aunque el nivel de plantilla se mantiene
estable desde la creación de
la empresa, los que tienen contratos
temporales verán mejoradas
sus condiciones. En el convenio
también hay pactados cuatros
ascensos y la comisión paritaria ha
dejado abierta la posibilidad de
hacer más si fuese necesario para
estructurar mejor la plantilla y organizar
los equipos de trabajo en cada
turno.
P. ¿Confía en que la minería tenga
continuidad más allá de 2018?
R. Sí, aunque desde Bruselas han
puesto fecha de caducidad al sector, la
esperanza es lo último que se pierde.
Hay preocupación porque tal y como
está planteada la reducción de ayudas,
las empresas podrían ir al cierre antes
de 2018. Lo que está claro es que
vamos seguir defendiendo la continuidad
de la actividad. Mantener una reserva
estratégica de carbón será clave
para asegurar el abastecimiento energético
y además la minería da empleo a
miles de trabajadores en unos territorios
donde esta actividad continúa siendo la
principal fuente de ingresos. Si las
explotaciones cierran, ¿qué va a pasar
con las comarcas y la gente que vivimos
en ellas? Que nadie se equivoque, el
futuro del sector no solo es un problema
de los mineros, nos afecta a todos, aunque
parece que hay quien no lo ve así,
porque los programas electorales de los
principales partidos políticos no se
acuerdan de la minería, ni de crear
alternativas para el cambio estructural
de las comarcas mineras.
José Manuel Vallina López, trabajador de Iberdrola
«Ligar la actualización
salarial a resultados
empresariales es
demasiado opaco»
José Manuel Vallina López lleva treinta años
trabajando en la central térmica de Lada. Buen
conocedor de la realidad energética, ha sido
testigo de los «vertiginosos» cambios que el
sistema eléctrico español ha experimentado en
los últimos tiempos y conoce de primera mano
su evolución. Natural de Salinas, este analista
químico desgrana en esta entrevista la situación
de Iberdrola y los principales asuntos que
están afectando a sus trabajadores.
P. La crisis económica ha provocado un descenso de la demanda de energía, ¿en qué
medida se ha visto afectada la central térmica de Lada y sus trabajadores?
R. Efectivamente la caída del consumo energético ha tenido repercusiones para el conjunto
del sistema eléctrico nacional. Iberdrola, como el resto de compañías, no se ha librado
de los efectos de esa caída de la demanda. En los últimos años, se ha incrementado la potencial
instalada en el sistema eléctrico español con ciclos combinados y energía eólica, que reducen
el hueco térmico. De hecho, la térmica de Lada paró su actividad entre marzo y agosto y
la recuperó, entre otras razones, por el incremento del precio del gas. La empresa ha aprovechado
esta circunstancia para presentarnos un plan de reorganización de generación. Por otra
parte, Iberdrola ha abandonado el proyecto para construir en la región dos centrales de gas y
es seguro que el grupo III de Lada termine su actividad al final de 2015.
P. ¿Qué repercusiones tendrá para los trabajadores de la térmica de Lada ese plan de
reorganización?
R. Con el descenso de actividad en la instalación, la primera repercusión es la reducción
de empleo en las contratas. La reorganización tiene como objetivo pasar de los actuales 141
trabajadores a 122 en el periodo 2011 y 2013. Para ello, plantea un plan de bajas incentivadas
voluntarias, que ha tenido mala acogida por su insuficiencia económica, y traslados de personal
a otros centros de Iberdrola fuera de Asturias; en concreto, cinco compañeros ya han sido
trasladados. Aunque la movilidad geográfica viene contemplada en el convenio, la rechazamos,
ya que los compañeros podrían tener ocupación en la instalación mientras Lada III siga
operativa; si bien, no se descarta la posibilidad de retorno cuando se vayan produciendo
vacantes. Tenemos preocupación, pero también confianza porque la experiencia y profesionalidad
de los trabajadores hacen de esta central una de las más eficientes del país.
P. Iberdrola ha sido la primera compañía en España en la que se firma un convenio que
vincula el incremento salarial a los resultados empresariales, ¿cómo ha sentado esa medida
en la plantilla?
R. Cinco sindicatos, encabezados por CCOO, han firmado el nuevo convenio colectivo de
Iberdrola, que la práctica totalidad de los trabajadores de la térmica de Lada hemos rechazado
de manera explícita en asamblea. En el resto de centros de trabajo del grupo, la situación
es similar, la mayoría de la plantilla no comparte el contenido. Para hacernos una idea de la
contestación que ha tenido el nuevo convenio, que UGT no ha suscrito, la campaña de recogida
de firmas que se organizó para mostrar el desacuerdo de los trabajadores obtuvo el apoyo
de cerca de 4.000 compañeros, muchos de ellos afiliados a los sindicatos que dieron su beneplácito
al convenio, lo que demuestra que ni siquiera tuvieron en cuenta su opinión a la hora
de tomar una decisión que afecta a un tema tan sensible. Esta fórmula de ligar el incremento
salarial a la cuenta de resultados no garantiza el mantenimiento del poder adquisitivo de los
trabajadores porque deja la actualización salarial al arbitrio de lo que quiera la empresa; es un
criterio demasiado opaco que rompe con la referencia del IPC y abre un peligroso precedente.
23 diciembre 2011