FIRÃ: LA LLAMARADA VERTICAL - Senderoxtrem
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REPORTAJE<br />
3 semanas y 4 paredes en Yosemite<br />
La llegada<br />
La LeAning Tower<br />
El reino del desplome: una pared de unos 400 metros que según<br />
dicen es el mayor desplome de Norte América. La ruta elegida: la “West<br />
Face” 5.7 C2F (abierta en 1961 por ). Las ansias por empezar a escalar<br />
nos provocan un curioso sentido para ver senderos por donde sólo<br />
había rastros del correr del agua o de huellas de animales. En poco más<br />
de una hora estábamos a pie de vía pero la sudada era más propia de<br />
haber estado corriendo bajo el sol que la de una aproximación de una<br />
hora. Pero eso daba igual, por fin empezábamos a escalar. Desde el<br />
primer metro la pared obliga a apretar los abdominales; el desplome<br />
es continuo y cada vez que se sube el petate sale despedido varios<br />
metros al vacío. A pesar de ello los dos primeros largos son sencillos al<br />
estar equipados con numerosos espits y parabols con algunos pasos<br />
sencillos de A1. Los dos siguientes, algo menos desplomados pero más<br />
laboriosos, nos situaban a media tarde en la repisa awhanee donde<br />
pasaríamos nuestra primera noche en pared. Sólo habían sido cuatro<br />
largos de escalada pero el calor había sido sofocante, más de 30º, y<br />
Con más de veinte horas de viaje de avión y autobús en la espalda,<br />
el día 19 de Septiembre entrábamos en el Parque Nacional de<br />
Yosemite. Tras unas primeras paredes y subiendo el cauce del río<br />
Merced llegábamos a una extensa pradera propia de un asentamiento<br />
indio, las cabezas se echaban hacia atrás y las miradas se perdían recorriendo<br />
1000 metros de pared vertical, el titánico “Capitán” nos daba<br />
la bienvenida. La siguiente parada era el Camp 4 (llamado así por<br />
una repisa que sirve de vivac en la The Nose de El Capitán), mítica<br />
zona de acampada por la que han ido pasando varias generaciones<br />
de escaladores de todo el mundo desde que se iniciara la escalada<br />
en el valle a principios del siglo XX. Después de dos horas en la fila<br />
para coger plaza y acampar, colocaban el cartel “CAMP FULL”. Septiembre<br />
y octubre son temporada alta, hay que madrugar para poder<br />
registrarse. En busca de una cara amiga que nos permitiera dejar en<br />
su parcela los cuatro petates y dos mochilas de mano, dábamos una<br />
vuelta por el Camp 4, no tardamos mucho en entablar conversación<br />
con un grupo de catalanes y un asturiano, y luego con unos riojanos.<br />
En poco tiempo teníamos repartido entre unos y otros los 4 petates.<br />
Un poco de escalada en las paredes cercanas al Camp 4 servía para<br />
desentumecer un poco los músculos. Esa noche vivaqueamos en la<br />
espalada del bloque más famoso del mundo, el “Midnight” situado en<br />
el medio del Camp 4. Al día siguiente a las 6 de la mañana ya estábamos<br />
en la fila para registrarnos, ya había unas 20 personas esperando<br />
y tras dos horas y media de espera de nuevo colocaban el dichoso<br />
cartelito “CAMP FULL”. Como no había sitio para acampar la solución<br />
fue fácil: dormir en la pared. Esa misma mañana preparábamos los<br />
petates y haciendo dedo partíamos hacia la Lening Tower.<br />
apenas habíamos bebido un litro de agua entre los dos en todo el día.<br />
Así que, tras tomarnos la correspondiente lata de Cobra (la cerveza<br />
más barata del lugar) y cenar algo, dormíamos plácidamente en esta<br />
repisa-hotel para 6-8 personas. Al amanecer, después de un desayuno<br />
a base de zumo y barrita energética, nos poníamos en marcha de nuevo<br />
para completar los siete siguientes largos en los que en ningún momento<br />
se deja de tener la sensación de verticalidad total. La prueba empírica<br />
es sencilla: se echa un escupitajo y cae sobre la copa de los árboles.<br />
Al mediodía llegamos a la cima, satisfechos, y con los deberes hechos:<br />
primer objetivo cumplido. La bajada de siete rápeles por una canal descompuesta<br />
nos situaba de nuevo en la base de la pared y bajar, ahora<br />
sí, por el sendero correcto hasta el fondo del valle.<br />
Ya de regreso al Camp 4 nos juntamos para cenar con el grupo de<br />
riojanos y una valenciana. Guardábamos la comida en sus celdas ya<br />
que en todo el parque la comida, bebidas, cremas, pasta de dientes…<br />
han de guardarse en arcones de chapa para evitar que los numerosos<br />
osos que pueblan el valle desgarren la tienda, la mochila o rompan la<br />
luna del coche para coger su recompensa. La cena alrededor de la hoguera,<br />
charla que te charla, fue de lo más reponedora.<br />
12<br />
C U A D E R N O S T É C N I C O S