FIRÃ: LA LLAMARADA VERTICAL - Senderoxtrem
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Historia de la escalada del Firé<br />
al principio de este artículo. Hoy en día, del nombre de aquella vía sólo<br />
nos ha quedado el alias del homenajeado, de manera que pasó de ser la<br />
vía Francisco Ramón a ser conocida por todos como la Galletas.<br />
Y llega el momento clave del Firé: la apertura de su espolón sur, ese<br />
vistoso pilar sobre el que se sostiene la punta No Importa y que desafía<br />
todavía hoy a todos los escaladores que quieran enfrentarse a su sinuoso<br />
itinerario. Esta vieja aspiración de los habituales de Riglos fue vencida<br />
finalmente por la cordada formada por Alberto Rabadá y Ernesto Navarro<br />
entre los días 12 y 16 de octubre de 1961, realizándose esta hazaña<br />
sin utilizar el buril ni una sola vez. Durante la ascensión, Miguel Vidal<br />
filmó los progresos de Rabadá y Navarro, que a su vez escalaban con<br />
otra cámara de foco fijo que “chafaron en la escalada”, según palabras<br />
del propio Vidal, editando y proyectando más adelante la película Escalada,<br />
que fue premiada con varios galardones cinematográficos. En<br />
lo que estrictamente se refiere a la escalada, la emblemática cordada<br />
utilizó los primeros largos de la Luis Villar para ir recorriendo desde ahí<br />
de manera muy inteligente las debilidades que ofrece la roca en las inmediaciones<br />
del espolón. La vía fue llamada Félix Méndez, presidente<br />
de la Federación Española de Montaña en aquel entonces, aunque hoy<br />
en día es más conocida como la Rabadá-Navarro o, simplemente, el espolón<br />
del Firé. Lla vía no pasa de moda; con el transcurrir de los años<br />
y, cada vez más, este precioso itinerario sigue atrayendo a multitud de<br />
escaladores. Ejemplo de la dificultad que esta vía representó en su día<br />
es lo espaciado en el tiempo hasta la tercera ascensión: en 1965, la valiente<br />
cordada formada por Ursi Abajo y Jesús Ibarzo logran la primera<br />
repetición. Trece años después de la apertura y gracias al testimonio de<br />
García Picazo conocemos que en 1974, la cordada catalana formada<br />
por “els manyos de Terrassa”, el Maño y el Troya, repiten el itinerario.<br />
A partir de aquí la vía se comienza a repetir con más frecuencia; en<br />
mayo de 1975, lo hacen Raymond Despiau y Gérard Battaia y un mes<br />
después Santiago Hernández y Rodolfo Assas, todos ellos con al menos<br />
un vivac.<br />
También es una muestra clara de lo complejo de su recorrido que<br />
ninguna de estas primeras repeticiones siguió el itinerario original. Los<br />
accidentes, los terroríficos embarques y los rescates desde arriba en<br />
los años siguientes, continuaron contribuyendo a acrecentar el halo de<br />
compromiso y peligrosidad que cubría este recorrido desde su apertura.<br />
Sobre esta vía, en la que han medido sus capacidades -no sólo sus fuerzas-<br />
los mejores escaladores mundiales, se ha escrito una ingente cantidad<br />
de textos en los que es imposible filtrar la subjetividad que empapa<br />
la admiración hacia lo que consiguieron Rabadá y Navarro; quizás la<br />
mejor manera de sentir el espíritu de los aperturistas sea escalar la que<br />
es considerada la vía con más compromiso de sus obras maestras.<br />
Pasan los años y, tras la muerte de Rabadá y Navarro, nadie parece<br />
recoger el testigo de las grandes aperturas en el Firé. A finales de los 60,<br />
el interés aperturista se centra en la parte más suave de la cara sur, con<br />
vías que terminan en las modestas puntas secundarias del Firé, como la<br />
Fuertes y la Sur al Dedo o la Sally a la Punta Este a las que hay que<br />
añadir una variante directa a la Galletas, utilizando en parte el recorrido<br />
de la intentona de 1958. La vía de los Jardines a la Mallafré –larga,<br />
pero con tramos muy comidos por la vegetación, como su nombre bien<br />
indica- o el Espolón Ratín a la Montolar vienen a sumarse a principios<br />
de los 70 a la lista de vías existentes, observándose que desde que empezó<br />
a escalarse en el Firé sólo tres vías (una Navarro, una Rabadá y una<br />
Rabadá-Navarro) adquieren los típicos componentes rigleros de patio,<br />
longitud y compromiso: la Luis Villar, la Galletas y el espolón del Firé.<br />
Sin embargo, en 1976 algo cambia en las aperturas de este mallo.<br />
Tras la apertura de la vía Alberto Rabadá o “Murciana” al Pisón, el<br />
característico estilo de los escaladores murcianos viene a representarse<br />
sólo unos meses después en los Mallos de Riglos de nuevo, por parte del<br />
mismo autor: Miguel Ángel García Gallego. Este estilo al que hacemos<br />
referencia, con largas permanencias en pared y del que ya hablamos