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FIRÉ: LA LLAMARADA VERTICAL - Senderoxtrem

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REPORTAJE<br />

3 semanas y 4 paredes en Yosemite<br />

The Shield<br />

16<br />

Madrugamos como todos los días con las primeras luces. Hoy nos<br />

espera el día más intenso: si todo va bien cruzaremos el Headwall, una<br />

placa inmensa desplomada con un sistema de fisura del tamaño del<br />

cordón de un zapato que recorre de abajo hasta arriba unos 150 metros.<br />

Comenzamos con un largo de más de 50 metros que nos deja en el<br />

comienzo de la gran placa. El ambiente aquí es insuperable, ya vemos<br />

la fisura por la que discurre la vía y por un momento nos quedamos sin<br />

aire: casi parece desaparecer arriba. Estamos aun en el largo obligado<br />

de C3 ó A3 con varios coperheads y rurp fijos. Esta tirada, a pesar de<br />

su dificultad, se completa un poco más rápido por el material fijo. Hasta<br />

aquí no hemos sacado la maza pero nos vemos obligados a hacerlo<br />

para meter un beaks que es casi lo único que entra. Reunión 20: por<br />

encima de nosotros tenemos la triple fisura y, sin pensarlo mucho y cogiendo<br />

un par de mosquetones con pitones, nos ponemos a escalarla. A<br />

los pocos metros una pieza salta y nos coloca en nuestro sitio – “habrá<br />

que ir con más cuidado”, este es uno de los largos más laboriosos de<br />

la vía - y nos vemos obligados a bajar varias veces para recuperar material,<br />

sobre todo los aliens híbridos, que es lo que mejor entra en los<br />

clavaderos de todos los tamaños que nos vamos encontrando por la<br />

fisura. Con este largo completado, nos damos un pequeño respiro: nos<br />

encontramos en medio del Headwall. Miramos el reloj, son las cinco,<br />

estamos cansados pero habrá que tirar un largo más para completar<br />

nuestro objetivo de número de largos por día. Es otro largo imponente<br />

con la continuación de la fisurita que vamos recorriendo y con una longitud<br />

de unos 45 metros, así que dejamos los frontales a mano aunque<br />

finalmente no son necesarios pues despacio y con buena letra llegamos<br />

a la reunión con las últimas luces del día. Ahora sí que hay que hacer<br />

uso del frontal para montar la hamaca y cenar. Nos sentamos cinco minutos<br />

con los pies colgando hacia el vacío de la noche, observando las<br />

lucecitas de otra hamaca que se encuentra varios largos bajo nosotros.<br />

Respiramos profundamente y enseguida estamos los dos en los sacos<br />

de dormir descansando.<br />

Según amanece ya estamos despiertos, con un poco de impaciencia<br />

nos ponemos a escalar el ultimo tramo de fisura que nos saca del<br />

Headwall. Sabemos que escalando este y el próximo largo ya más fácil<br />

llegaremos a una repisa; y, de aquí al final, quedan seis largos más. Una<br />

C U A D E R N O S T É C N I C O S<br />

The Shield en el Capitán<br />

vez llegados a la repisa nos sentimos con un pie en la cima, aunque<br />

todavía queda trabajo. Aprovechamos para ordenar un poco el petate y<br />

estirar las piernas en la repisa no muy plana pero amplia, pues después<br />

de los últimos dos días sin apoyar los pies en una superficie rígida y<br />

plana estamos encantados. En lo que queda de día todavía escalamos<br />

tres largos, ya más relajados pues éstos ya no desploman como los seis<br />

o siete anteriores, y son más fáciles. A las seis de la tarde nos encontramos<br />

a falta de tres largos para el final: uno de artificial y otros dos de<br />

libre fácil. Por un momento nos planteamos tirar para salir en ese día,<br />

pero finalmente optamos por montar la hamaca y disfrutar de la hora y<br />

media que queda de sol con los pies colgando en un patio infinito de<br />

casi 900 metros hasta el suelo.<br />

Antes del amanecer ya estamos despiertos. Todavía en el saco y<br />

charlando mientras desayunamos, vemos una ardilla en una placa a no<br />

muchos metros de nosotros, un signo inequívoco de que el final esta<br />

más cerca de lo que aparenta. En pocas horas hemos escalado los<br />

largos que nos separan del final y a las once de la mañana nos encontramos<br />

con los pies bien apoyados en plano. Por fin podemos aflojarnos<br />

el arnés de nuestras caderas y dejarlo caer al suelo todavía con el material<br />

colgando. Una celebración rápida y unas fotos, estamos satisfechos.<br />

Enseguida repartimos el material entre los dos petates y tiramos<br />

los diez litros de agua que nos han sobrado, pues todavía nos quedan<br />

unas horitas de descenso y los petates van a nuestras espaldas con<br />

algo más de 15 kilos. El descenso ya conocido no se hace tan pesado<br />

como recordábamos, y a las tres del mediodía entrábamos en el Camp<br />

4 con la cabeza bien alta y la espalda torcida. Una buena ducha y una<br />

cena en el bufet libre nos esperan en las próximas horas. Todavía nos<br />

quedan dos días para descansar y disfrutar, con una sonrisa tonta en la<br />

boca, de la satisfacción de las escaladas realizadas durante estos días.<br />

<br />

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