EL EVANGELIO PAULINO DE JUSTIFICACIÓN ... - Revista Biblica

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Aun si Miranda tiene razón que Rom 7 trata de la sociedad regida por la fe y no por la ley,
Pablo no concibe esa condición como un logro estable, como una utopía sin injusticia. El
capítulo comienza con la afirmación de que hemos muerto al dominio del pecado y que la ley
ya no tiene dominio sobre nosotros. Pero, cuando el apóstol sigue para explicar las
implicaciones de su afirmación, resulta que la vida de fe es una vida de lucha constante contra
la tentación. De ahí que Pablo tenga que instar con tanta frecuencia a quienes han muerto al
pecado que vivan en justicia. Difícil en extremo resulta compaginar esta visión de la vida de fe
con la visión que Miranda supone de una sociedad en que la injusticia queda definitivamente
superada. Ni es tampoco que el problema de los hombres de fe deriva de la infidelidad de sus
conciudadanos que viven aún sin el evangelio. Pues Pablo entiende que la lucha es una lucha
que surge desde la misma persona (o comunidad) de los fieles en forma de tentación. Pablo no
parece ver en la fe el vehículo para la utopía. Sobre este punto también Miranda ha traído a la
superficie aspectos poco atendidos del mensaje paulino, en particular el énfasis sobre la fe
como un proceso inmanente dentro de la sociedad, pero otra vez el pensamiento de Pablo es
menos claro e incisivo que el de Miranda. O quizás la verdad es que Pablo ve algunos aspectos
de la problemática humana que Miranda deja de lado, y que por ello no puede limitar el
evangelio a solamente la esfera que Miranda ve, correctamente, como esfera indispensable
para que el evangelio realmente lo sea para una humanidad que es víctima de la opresión.
El evangelio de la justificación: algunas consideraciones
Hemos visto que Miranda retoma un tema auténticamente paulino, que si el pecado se
manifiesta en la injusticia de la sociedad la justificación solamente puede resolver este
problema en la medida en que sea también un proceso social. La confianza de Pablo en la
justificación de los judíos como pueblo evidencia su comprensión de este asunto. Este
descubrimiento exegético es de gran importancia para nuestro mundo latinoamericano hoy. No
creo necesario explicitar sus implicaciones.
También de gran importancia es la aclaración que Miranda ha hecho de la equivalencia de
ley con civilización, en el pensamiento paulino. La ley es la quintaesencia de la aspiración
social humana por la justicia. Y con todo y eso, nos dice Pablo, no es capaz de impedir la
injusticia. Pablo tiene muchísima razón, aunque desde el advenimiento de las ciencias sociales
en los últimos siglos tenemos que suplementar este tema paulino con un análisis de las
estructuras materiales de la sociedad que, pretendiendo dar libertad y abundancia, también se
han tornado en instrumentos del pecado. Pero este pensamiento, que en América Latina
incluiría un estudio de las estruc-