EL EVANGELIO PAULINO DE JUSTIFICACIÃN ... - Revista Biblica
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[58] Miranda. El texto principal será la sección de su libro intitulado “La civilización”, con el<br />
subtítulo pretencioso de “El verdadero mensaje de la Carta a los Romanos”. 2 La razón del<br />
subtítulo es la convicción del autor de que la exégesis no ha sabido o no ha querido entender el<br />
evangelio de Pablo:<br />
El evangelio de Pablo no tiene nada que ver con la interpretación que por siglos se le ha<br />
dado en términos de salvación individual; trata de la justicia que el mundo y los pueblos<br />
y la sociedad, implícita pero ansiosamente, han estado esperando. 3<br />
Por supuesto, la exégesis siempre ha reconocido que el tema central de la Epístola a los<br />
Romanos se enuncia, en Rom 1,16-17, como la justicia de Dios que tiene poder para salvar<br />
mediante la fe. El problema que ha desviado la exégesis ha sido el de no querer reconocer que<br />
en la Biblia, y desde el Antiguo Testamento, la justicia se refiere a las relaciones sociales de<br />
los hombres. La justicia de Dios no es otra cosa, nos dice Miranda, que esta misma justicia<br />
interhumana. Efectivamente, una lectura atenta de Rom 6, especialmente a la luz de Rom<br />
1,18-32, confirma este aserto de Miranda. En Rom 6 el apóstol pone en contraposición la<br />
esclavitud al pecado y la esclavitud a la justicia: “Siendo librados del pecado, servid a la<br />
justicia” (6,18; cf. 6,16-20). Lo que significa aquí pecado para Pablo se puede comprobar por<br />
el catálogo de males de Rom 1,29-31, que comienza con injusticia y termina con<br />
inmisericordia. Volviendo al capítulo 6, llama la atención que el contraste entre pecado y<br />
justicia, que se menciona en los vss. 16.18.19.20, es exactamente equivalente al contraste<br />
entre pecado y Dios en los vss. 13.22 y 23, o el contraste entre pecado y Cristo Jesús en el v.<br />
11. Es lo mismo para Pablo decir, “Siendo librados del pecado servid a la justicia» (6,18), que<br />
decir, «siendo pues librados del pecado y sometidos en servicio a Dios” (6,22). Es decir, servir<br />
al pecado es vivir en la injusticia, y servir a Dios es vivir en la justicia.<br />
Si la injusticia son las relaciones interhumanas caracterizadas por la maldad, la envidia, el<br />
homicidio, el engaño, la arrogancia, la inmisericordia y otros tantos males (1,29-31), y el<br />
evangelio es el poder de Dios para romper el servicio al pecado y para servir a Dios, entonces<br />
es tergiversar el evangelio de Pablo pretender hacer de la justicia de Dios una transacción en<br />
que, en la interioridad del alma, se descarga la culpa del pecador. Para Pablo la manifestación<br />
de la justicia de Dios (1,17) no puede ser meramente un asunto entre el pecador y su Dios,<br />
pues la injusticia que le envuelve y le ata también le une en estrecha trama con las otras<br />
personas.<br />
La importancia de este planteamiento de Miranda, que nos parece justificado en<br />
Romanos, con la salvedad que adelante introduciremos, consiste en poner la pregunta sobre el<br />
evangelio donde debe estar. En<br />
2 Ibíd., págs. 147-72 (191-226).<br />
3 Ibíd., pág. 162 (212).