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Scherzo 241 Mayo 2009

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ACTUALIDAD<br />

MADRID<br />

Ciclo de la ORTVE<br />

RAUTAVAARA Y<br />

POULENC, MÍSTICOS<br />

Madrid. Teatro Monumental. 13-III-<strong>2009</strong>. John Lill, piano;<br />

María Espada, soprano. Coro y Sinfónica de RTVE. Director:<br />

Adrian Leaper. Obras de Satué, Prokofiev y Poulenc. 27-III-<br />

<strong>2009</strong>. ORTVE. Director: Leif Segerstam. Obras de Sibelius,<br />

Segerstam, Rautavaara y Klami.<br />

Juan Ortiz<br />

http://ocne.mcu.es<br />

LEIF SEGERSTAM<br />

No aumentó el aprecio<br />

que sentía por el veterano<br />

pianista inglés<br />

John Lill, quien en algo<br />

domesticó el Tercer Concierto<br />

de Prokofiev para su instrumento,<br />

dejándose por el<br />

camino algo de su escozor y<br />

calculadas estridencias. El<br />

entendimiento con Adrian<br />

Leaper fue bueno, aunque tal<br />

vez éste —que le ablandó la<br />

obra, aplanando un tanto sus<br />

aristas— en ocasiones fuera<br />

un poco rehén del solista, y<br />

hubiera podido obtener<br />

acentos más personales. Algo<br />

que en cierto modo se logró<br />

durante el tiempo lento, que<br />

fue donde Lill se encontraba<br />

menos exigido y obtuvo del<br />

público un silencio casi<br />

sepulcral, que demuestra<br />

que aún posee autoridad.<br />

Poulenc, por su parte, ha<br />

pintado el más allá con no<br />

poco e ingenuo fervor, en lo<br />

que, melindres al margen, es<br />

un precioso Gloria. Tal cualidad<br />

fue corroborada en su<br />

ejecución del Monumental<br />

por un Leaper sólido y entero,<br />

con un coro de RTVE que<br />

fraseó sin rigidez, haciendo<br />

gala de un bello legato, y<br />

una María Espada que acopló<br />

en todo momento a la<br />

obra su voz fina, exprimida<br />

con notable musicalidad.<br />

Si juzgamos sus obras a<br />

partir de las sugerentes des-<br />

cripciones que de ellas hace<br />

el autor, o bien atendiendo al<br />

interés previo del público,<br />

Einojuhani Rautavaara es uno<br />

de los grandes; una vez<br />

oídas, sin embargo, el juicio<br />

ha de variar. Amiga de vuelos<br />

místicos, la práctica rautavaariana<br />

se traduce en unas<br />

melodías simples, condimentadas<br />

con un caldo armónico<br />

que se ha apropiado de<br />

armonías parsifalianas e<br />

impresionistas. Durante el<br />

trazado del Cantus arcticus<br />

el oyente topa de vez en<br />

cuando con bellas líneas<br />

melódicas, en los arcos o en<br />

las flautas. Pero todo el canto<br />

de las aves que el músico<br />

grabó en cinta magnetofónica,<br />

a lo sumo da lugar a algunos<br />

momentos pintorescos,<br />

no siendo ni siquiera muy<br />

novedoso el procedimiento<br />

que, con algunas variantes,<br />

ya empleara Respighi. Leif<br />

Segerstam, que dirigió también<br />

una de sus inefables sinfonías,<br />

programó más tarde<br />

la Suite del Kalevala, de<br />

Uuno Klami, obra anacrónica<br />

y banal. Tanta exaltación del<br />

terruño, para quienes vivimos<br />

muy lejos de Finlandia,<br />

hace difícil juzgar con imparcialidad<br />

a Segerstam, quien<br />

en todo caso es un director<br />

entusiasta y competente.<br />

J. Martín de Sagarmínaga<br />

Dulces sueños, de Javier Campos.<br />

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