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Panace@ 26. Diciembre del 2007 - Tremédica

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Tribuna<br />

caracterizarse, como todo lenguaje científico, por su carácter<br />

universal y la concisión, objetividad, exactitud, monosemia<br />

<strong>del</strong> léxico, propiedad y corrección, claridad y precisión, ausencia<br />

de expresividad y emoción y por que su significado<br />

y connotación estén claramente definidos, con el objetivo de<br />

evitar cualquier tipo de confusión y permitir la comunicación<br />

universal. Por otra parte, debería utilizar frases sencillas y<br />

cortas, evitando expresar excesivas ideas en una misma frase,<br />

utilizando términos corrientes y conocidos y tendiendo a huir<br />

de los recursos lingüísticos y figuras literarias.<br />

No obstante, el lenguaje médico está lejos, en ocasiones,<br />

de caracterizarse por su precisión y rigor, ya que es víctima,<br />

en ciertos casos, de diversos fenómenos lingüísticos que lo<br />

contaminan y provocan una pérdida de precisión y claridad en<br />

el mensaje, lo que constituye uno de los obstáculos más serios<br />

con los que se encuentra el intérprete.<br />

Se suele decir que los médicos son muy irrespetuosos<br />

con la gramática; eso es bien cierto, como también<br />

lo es que la mayoría aceptan de buen grado tal escolio<br />

que parece exculparles de cuantos atentados a la lengua<br />

puedan consumar. [...] La situación se va agravando de<br />

manera ostensible en los últimos tiempos, debido sobre<br />

todo a la imparable influencia de las publicaciones en<br />

lengua inglesa, que contaminan nuestro lenguaje y lo<br />

llenan de palabras espurias [...]. La tradicional desidia<br />

estilística de los médicos, cohonestada con un mal<br />

entendido pragmatismo, malogra toda admonición [Llorens<br />

Terol, 1985].<br />

El alejamiento <strong>del</strong> lenguaje médico <strong>del</strong> rigor lingüístico ha<br />

sido estudiado por diversos autores (Congost Maestre, 1994;<br />

Aleixandre et al., 1995a, 1995b; van Hoof, 1986; 1989; Navarro,<br />

1992, 1994, 1995; Gutiérrez Rodilla, 1997, 1998, 2005).<br />

Este alejamiento se produce, fundamental pero no exclusivamente,<br />

en el nivel léxico-semántico. Así, nos encontramos<br />

con casos de polisemia (síndrome de Cushing y signo de<br />

Babinski), sinonimia (nefropatía y renopatía) y homonimia<br />

(metrología, que significa ‘ciencia de la medida’ y ‘saberes<br />

acerca <strong>del</strong> útero’); extranjerismos (screening), préstamos y<br />

calcos (serum globulin < seroglobulina); neologismos (estadiaje);<br />

acrónimos (ACD, absolute cardiac dullness = zona de<br />

matidez cardíaca); epónimos (cirrosis de Laennec); metáforas<br />

(piel de naranja, bóveda craneal), onomatopeyas (borborigmo,<br />

que se refiere al ruido intestinal producido por la mezcla<br />

de gases y líquidos); elipsis (no antecedentes) y falsos amigos<br />

(carbuncle = ántrax, y no carbunco).<br />

No debemos olvidar el nivel morfosintáctico, en el que encontramos<br />

igualmente características como el abuso de la voz<br />

pasiva y <strong>del</strong> gerundio, la confusión en el género gramatical,<br />

los errores de puntuación, la abundancia de construcciones<br />

negativas, la conversión de verbos intransitivos en transitivos,<br />

etc. Por último, los errores de acentuación son los que más<br />

destacan en el nivel fonético-fonológico (torax).<br />

Por otra parte, cabe destacar que el lenguaje médico no<br />

permanece ajeno a los procedimientos de creación y formación<br />

de términos médicos como la derivación (adip < adiposo),<br />

la composición (hemo-globina), los compuestos sintagmáticos<br />

y estructuras sintagmáticas (membrana timpánica),<br />

la combinación (encefal-o-mielitis) o el préstamo y el calco<br />

(randomización).<br />

No pretendemos elaborar un ensayo con todas las características<br />

de este lenguaje como bien han hecho otros autores<br />

(Gutiérrez Rodilla, 1997; Navarro, 2005, entre otros), sino,<br />

simplemente, poner de manifiesto que, para el intérprete en<br />

formación que quiera especializarse en el campo de la medicina,<br />

es fundamental conocer las características <strong>del</strong> lenguaje<br />

médico y los procedimientos de creación de términos, así<br />

como las diferencias fundamentales entre el español y el<br />

inglés médico, ya que este conocimiento puede ayudarlo a<br />

elegir más rápida y eficazmente estrategias y tácticas de interpretación<br />

en cabina en los momentos más cruciales.<br />

2.2. Segundo bloque. Aspectos contextuales<br />

En este bloque, partimos de la consideración de la reunión<br />

como un hipertexto (Pöchhacker, 1994), es decir, como un<br />

conjunto de factores que influyen y condicionan el trabajo<br />

<strong>del</strong> intérprete, aparte de los elementos puramente verbales.<br />

En primer lugar, consideramos que sería conveniente que<br />

el intérprete en formación se familiarizara con los distintos<br />

actos que más se suelen organizar en el ámbito médico y sus<br />

características y problemas. En este sentido, nos basamos<br />

en unas de las pocas clasificaciones existentes, la de Martin<br />

y Jiménez (1998) y Martin (2002). Estos autores establecen<br />

una categorización de los tipos de reuniones médicas que se<br />

celebran más frecuentemente: macrocongresos, seminarios<br />

o cursos, presentaciones de productos, conferencias especiales<br />

y conferencias de prensa. Cada uno de estos prototipos<br />

presenta al intérprete una serie de ventajas y de problemas,<br />

como la tecnicidad de la información, la disponibilidad de la<br />

documentación, la duración y la estructura. El conocimiento<br />

previo de las características inherentes a cada uno de ellos<br />

resulta útil para el futuro intérprete a la hora de establecer los<br />

criterios fundamentales de cara a la preparación y la documentación,<br />

así como la selección de las tácticas y estrategias<br />

en la sala.<br />

El futuro intérprete debería ser consciente de que, una<br />

vez dentro de la reunión, si bien los factores verbales poseen<br />

una evidente relevancia, también son cruciales los elementos<br />

no verbales: características de los participantes (médicos<br />

<strong>del</strong> sector público o <strong>del</strong> privado, investigadores, docentes,<br />

estudiantes, solapamiento en las profesiones...), temática,<br />

formato más frecuente de exposición de la información (presentación<br />

en Power Point, vídeo, discurso escrito para ser<br />

leído, discurso espontáneo) u objetivos que persigue el acto<br />

(llegar a un acuerdo, presentar un producto o resultado científico),<br />

entre otros (Alexieva 1994, 1997). A ello habría que<br />

añadir la información transmitida a través de los elementos<br />

no verbales (la quinésica <strong>del</strong> orador y de los participantes)<br />

(Poyatos 1997), especialmente de los apoyos visuales (Villazón<br />

1997), ya que consideramos que el intérprete en formación<br />

debería aprender a utilizar y controlar los elementos no<br />

verbales de la manera más eficaz posible, a fin de optimizar<br />

su actuación.<br />

<strong>Panace@</strong>. Vol. IX, nº <strong>26.</strong> Segundo semestre, <strong>2007</strong> 175

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