Crespí, Las mil y una especias Por TDV Una sinfonía <strong>de</strong> aromas, colores y sabores nos <strong>de</strong>scubren las especias que protagonizan los gran<strong>de</strong>s platos <strong>de</strong> las cocinas <strong>de</strong>l mundo. 44 T e r r a d e V i n s
Juan Velasco y Coloma Crespí. La familia Crespí se encuentra ligada al mundo <strong>de</strong> las especias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace cuatro generaciones. Primero fue Doña Josefa, quien en Sa Botiga <strong>de</strong> Ca Na Pepa, en el pueblecito <strong>de</strong> Santa María <strong>de</strong>l Camí vendía chocolate, turrón, y las especias que ella misma molía. Hasta allí se acercaban los vecinos para comprar el pimentón con el que elaborar la sabrosa sobrasada. Su hija seguiría sus pasos, siendo su marido el encargado <strong>de</strong> repartir las especias, que molían en el mortero <strong>de</strong> casa, subido a una simple bicicleta por toda la isla. Después serían sus hijos, Jorge y Juan, los que se <strong>de</strong>dicarían al comercio <strong>de</strong> las especias en la tienda <strong>de</strong> la calle Vallori. Y a<strong>de</strong>más, recogían los pimientos que se sembraban por muchos pueblos <strong>de</strong> Mallorca para elaborar el pimentón. Eran otros tiempos en los que la venta se realizaba a granel y muchas eran las personas <strong>de</strong> los pueblos que bajaban a Palma para proveerse <strong>de</strong> las especias con las que elaborar los embutidos <strong>de</strong> las matanzas. Con el <strong>de</strong>venir <strong>de</strong>l tiempo, trasladaron la tienda a la céntrica calle Sindicato, en el año 1948. En 1986 entra en escena Coloma Crespí, hija <strong>de</strong> Juan, a quien <strong>de</strong> pequeña veía moler el pimentón, ese polvo entre rojo y naranja que le fascinaba aunque dada su edad no llegaba todavía a compren<strong>de</strong>r su utilidad. Enseguida se sumerge en todo el proceso <strong>de</strong> producción. Des<strong>de</strong> hace unos años, su marido, Juan Velasco, regenta con ella el negocio familiar. A las especias y sus condimentos se ha unido un buen número <strong>de</strong> hierbas aromáticas y medicinales, semillas, frutos secos, té e infusiones, etc. Hoy Coloma Crespí conserva esa mirada inquieta y vivaracha que da la emoción que se siente cuando uno <strong>de</strong>dica muchas horas al día a aquello que quiere y que como si se tratara <strong>de</strong> un hijo, lo ha visto crecer. El interés, la inquietud y el anhelo por el conocimiento, unido a la curiosidad que no ha perdido <strong>de</strong> la niñez, le siguen llevando a inventar, a escrutar y probar nuevas mezclas con las especias. Así Coloma indica: “Nuestros productos dan mucho juego, infinidad <strong>de</strong> combinaciones. Nos gusta escuchar al cliente porque es la mejor manera <strong>de</strong> saber lo que quiere y cuáles son sus preferencias para adaptar nuestros productos”. “Hay que buscar la diferenciación, que viene <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> la calidad. El cliente no encuentra en nuestros establecimientos lo mismo que en un gran supermercado, nuestra pimienta molida es la mezcla <strong>de</strong> cuatro pimientas, una clase da el aroma, otro la textura, etc. Con la canela nos pasa lo mismo, la canela <strong>de</strong> Crespí tiene el aroma y finura <strong>de</strong> las distintas clases <strong>de</strong> canelas” señala Juan. T e r r a d e V i n s 45