10 - Terra de Vins

Técnica
innovadora
El tapón magistral
El aceite y el vino comparten muchas cosas, como la devoción de los
gourmets por los mejores líquidos, las técnicas de cata o el hecho de
ser productos vivos, pero si en algo se diferencian, es que el aceite
no gana con el tiempo. El aceite a partir de un año empieza a perder
propiedades y para minimizar este inevitable proceso, el aceite
Treurer se almacena en depósitos de acero inoxidable, un material
que permanece inalterable, no absorbe los olores y no deja pasar la
luz. También disponen de una base cónica para facilitar la decantación
de los sedimentos. El espacio del depósito que no está ocupado
por aceite lo rellenan con nitrógeno, impidiendo así la oxidación.
Otro detalle importante: la cámara donde se encuentran los depósitos
los mantiene a temperatura constante y humedad controlada, y allí
almacenan también las cajas pendientes de distribución.
Siguiendo en su línea innovadora, Joan están trabajando de cara al
próximo año en un programa gourmet, para el que contará con instalaciones
en la finca donde se podrá catar y degustar el aceite Treurer.
El tesoro
Curioso es el nombre del aceite, heredado de la finca que le da
el ser. Y es que el nombre de la posesión deriva de Tresorer,
su primitivo nombre que fue evolucionando hasta convertirse
en Treurer. Parece que el destino sabía que ésta era tierra
de tesoros, un tesoro de oro líquido, capaz de enriquecer los
paladares más exigentes y que tal y como han plasmado en
su slogan El secreto está dentro es necesario probarlo para
disfrutar plenamente.
¿Ha encontrado la aceitera perfecta? Por mucho
cuidado que se tenga, siempre está la gotita
molesta que se desliza sigilosa hasta llegar a la
base: ensucia la aceitera y mancha el mantel.
Eso por no hablar de lo farragoso que puede
llegar a ser rellenar el susodicho recipiente, lo
complicado de su limpieza, o la rabia que puede
generar la rotura del asa al mínimo golpe. Pero
detrás de estos inconvenientes estéticos, se encuentran
otros mucho más importantes.
Cuando rellenamos una aceitera, el aceite se expone
al oxígeno del ambiente y entra en contacto
con elementos que contienen impurezas
(la misma aceitera, el embudo, etc.), para finalmente
depositarse en el interior, donde se mezclará
con restos de un aceite anterior o de una
limpieza poco eficaz. Una vez almacenado en
el vidrio transparente, la luz solar se encargará
de volatilizar los sus componentes aromáticos
hasta dejar un aceite rancio, o apagado en el
mejor de los casos.
Con el fin de buscar una solución a todos estos
problemas, el inquieto Joan Miralles empezó a
investigar: encontró desde las más sencillas (un
vidrio con un índice de filtración UV prácticamente
total y una botella con un diseño funcional)
hasta las más complejas, como es la cápsula
o tapón. Hasta que dio con la solución: un tapón
que sella totalmente la botella, identifica el producto,
evita el rellenado de la botella y regula
el flujo de aceite. ¿Se puede pedir más? El flujo
de aceite se controla perfectamente y no gotea,
convirtiendo la aceitera en un objeto prescindible.
Esta característica es especialmente ventajosa
en barcos, excursiones, restaurantes, y
cómo no, en casa.
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T e r r a d e V i n s