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REVISTA ALCER 151 24/12/09 10:45 Página 29<br />
REPORTAJE 29<br />
impulsivamente sin saber por qué.<br />
¿Para que lo hacemos entonces?<br />
¿Puede el roce vencer al dolor?<br />
¿Puede el dolor no ser desagradable?<br />
¿Qué pasa en el cerebro cuando sentimos<br />
dolor? El Dr Manuel Rodríguez-<br />
Puyol, Catedrático de Fisiología de la<br />
Facultad de Medicina de la<br />
Universidad de Alcalá de Henares,<br />
explica que el impulso nervioso llega<br />
a dos zonas del cerebro, la corteza<br />
somatosensorial y la corteza cingular.<br />
La primera hace que percibamos el<br />
dolor y la segunda que esa percepción<br />
resulte desagradable.<br />
El dolor provoca mucho más que dolor<br />
Hay personas que tienen una lesión<br />
en la corteza cingular, perciben el<br />
dolor pero no componente emocional<br />
de sufrimiento. Notan el dolor, pero no<br />
sufren con el mismo. Para ellos el<br />
dolor no es una sensación desagradable.<br />
¿Por qué nos frotamos cuando sentimos<br />
dolor?<br />
Cuando sentimos dolor tenemos la<br />
tendencia a frotarnos. Y lo hacemos<br />
No sólo la sensación desagradable que llamamos dolor. El dolor es<br />
mucho más que eso. Se manifiesta por todo el cuerpo para prepararlo<br />
ante el peligro ¿De qué manera?<br />
• Contrae las arterias.<br />
• Dilata las pupilas.<br />
• Aumenta de la frecuencia cardíaca y la presión arterial.<br />
• Aumenta la sudoración.<br />
• Aumenta la cantidad de sangre que impulsa el corazón por minuto.<br />
• Disminuye la actividad del sistema digestivo y el vaciamiento del<br />
estómago.<br />
• Disminuye la contracción de la vejiga de la orina y facilita la retención.<br />
El Dr Ángel Luis García Villalón,<br />
Profesor de Fisiología de la Facultad<br />
de Medicina de la Universidad<br />
Autónoma de Madrid, explica que lo<br />
hacemos para activar el llamado<br />
mecanismo de compuerta, gracias al<br />
cual la sensación de frotar o rozarnos<br />
sustituye a la sensación de dolor. Esto<br />
es posible porque cuando llegan a la<br />
médula ósea al mismo tiempo las sensaciones<br />
del tacto y las dolorosas, las<br />
del tacto interrumpen el paso a las<br />
dolorosas, impidiendo que avancen<br />
camino del cerebro. El roce parece<br />
vencer al dolor.<br />
Pero a pesar del roce el dolor no termina<br />
por desaparecer. ¿Por qué no se elimina<br />
del todo? Porque la sensación de<br />
frotar sólo interrumpe una cierta cantidad<br />
de impulsos nerviosos, pero no<br />
todos, haciendo que si el dolor es poco<br />
intenso desaparezca totalmente, pero<br />
si es muy intenso sólo disminuya en<br />
parte.<br />
El cuerpo segrega calmantes<br />
Segregamos nuestros propios calmantes,<br />
como si lleváramos la farmacia<br />
incluida en nuestro cuerpo. Una<br />
investigación publicada en la revista<br />
científica Proceedings of the National<br />
Academy of Sciencies ha demostrado<br />
que los queratinocitos, unas células<br />
que todos tenemos en la piel, al ser<br />
estimulados por elementos químicos<br />
liberan beta-endorfinas, una sustancia<br />
natural del cuerpo que alivia el<br />
dolor.<br />
El Dr Rodríguez-Puyol explica que las<br />
beta-endorfinas son compuestos<br />
naturales similares a los opioides. Se<br />
sintetizan en nuestro cerebro y actúan<br />
proporcionándonos una sensación<br />
placentera. Son las responsables por<br />
ejemplo de que ver un plato de comida<br />
nos resulte atractivo. En el caso del<br />
dolor elevan su umbral, es decir, hacen<br />
que el estímulo tenga que ser mucho<br />
más intenso para que el dolor sea percibido.<br />
Nº 151 - 2009