PORTADA ENERO 2010 - Passio Christi

EL MUNDO, LA VIDA, LA IGLESIA
CUBA: EL SISTEMA EDUCATIVO
Y LA FAMILIA (II)
LA IMPOSIBLE EDUCACIÓN
CRISTIANA
En Cuba miles de familias querrían
que sus hijos se educaran bajo estilos pedagógicos
de inspiración cristiana. La familia
tiene que batallar para poder ejercer
su derecho a ser agente primario de
la educación en el hogar, pues se encuentra
bombardeada constantemente por los
medios de comunicación con mensajes
cargados de contenidos ideológicos y criterios
de valoración que privilegian este
aspecto por encima de cualquier otro. La
posibilidad de elegir qué educación quiere
para sus hijos es totalmente inexistente,
pues es un precepto constitucional
el de ejercer el monopolio sobre la educación
no permitiendo otros. El derecho a
ejercer cierto control de las prácticas educativas
es muy escaso, a lo sumo se informa
a la familia sobre los contenidos
educativos que reciben sus hijos. Existen
los llamados Consejos de Padres pero
se limitan a ser una repetición de las
orientaciones de la dirección escolar, no
son voceros de la voluntad familiar.
Pretender que las familias sean consultadas
sobre asuntos escolares es una
aspiración hoy inalcanzable. Un botón de
muestra lo tenemos en la educación sexual
que se ofrece en las aulas, sin preguntar
a los padres si están de acuerdo y
sin tener en cuenta los criterios con que
desean explicar estas cuestiones. Esto se
hace más crítico en los niveles secundarios
y preuniversitarios, donde la participación
de la familia es minimizada a
cuenta de la “consulta” con los propios
alumnos a los que se les hace creer que
son los protagonistas del proceso de adoctrinamiento
ideológico a que son sometidos.
Como se puede comprender la participación
de la familia es nula.
UNA CONTRADICCIÓN EVIDENTE
Sin embargo, en la Constitución, el capítulo
referido a la familia afirma: “El Estado
reconoce en la familia la célula
Mamá y niño,
el futuro de Cuba.
fundamental de la sociedad y le atribuye
responsabilidades esenciales
de la educación y formación de las
nuevas generaciones”. Más adelante,
al referirse a los deberes de los padres,
dice que “deben contribuir activamente
a su educación y formación
integral como ciudadanos útiles y
preparados para la vida en la sociedad
socialista”. Resulta evidente la contradicción
existente entre las responsabilidades
esenciales reconocidas a la familia
y plasmadas en la Carta Magna y su
concreción práctica, donde queda como
mero controlador y cooperador a los dictados
y principios ideológicos del estado.
Por ahora no podemos imaginar que el
Estado escuche a la Iglesia, que tiene por
principio irrenunciable la libertad de enseñanza
y la responsabilidad que asume
la familia en la educación de sus hijos por
derecho propio, derecho que ningún Estado
puede arrebatarle. La sociedad y el gobierno
deben reconocer a los padres como
los primeros y principales educadores, ya
Revista Pasionario/24