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Carlos Aldana Mendoza<br />
los falsos sabios de <strong>la</strong> educación moderna. Constituye<br />
una manera de comprometerse con los valores de <strong>la</strong><br />
justicia, <strong>la</strong> dignidad, <strong>la</strong> vida y el desarrollo.<br />
Cuando se asume <strong>la</strong> educación para <strong>la</strong> paz, se asume<br />
también una manera de protagonizar esfuerzos y<br />
procesos educativos en los que de <strong>la</strong> indignación, de <strong>la</strong><br />
denuncia, de <strong>la</strong> oposición a lo estructural, histórico y<br />
culturalmente injusto, se pasa a lo necesario, urgente e<br />
innegociable de una lucha ética y emocionada a favor de<br />
realidades concretas sin exclusiones, sin falsificaciones<br />
de los derechos humanos, sin categorizaciones humanas.<br />
Quien educa para <strong>la</strong> paz, quien educa desde <strong>la</strong> paz,<br />
es alguien que, con su más profunda intimidad, ama <strong>la</strong><br />
vida, ama lo humano. Por eso rechaza <strong>la</strong> muerte injusta,<br />
rechaza a <strong>la</strong>s y los violentos, rechaza toda negación de<br />
<strong>la</strong> dignidad. Se ve, entonces, compelido a vivir su tarea<br />
educativa desde una doble perspectiva: con <strong>ternura</strong>,<br />
porque ama con pasión todo lo humano y todo lo vivo,<br />
y en conflictividad, porque se enfrenta a lo que niega y<br />
destruye eso que ama. Conflictividad que surge de <strong>la</strong><br />
<strong>postura</strong>.<br />
Esta propuesta educativa es absolutamente tierna,<br />
porque es opción amorosa, ética y política por <strong>la</strong> vida y<br />
lo humano, y es gesto cariñoso, afectivo, corporal, día a<br />
día. En <strong>la</strong> <strong>ternura</strong> no vale el discurso académico y frío.<br />
<strong>La</strong> <strong>ternura</strong> es abrazo, beso, mirada, gesto solidario,<br />
compromiso político y ciudadano, preocupación por el<br />
dolor ajeno y lejano, sensación de compañero o<br />
compañera con el que sufre, con el que vive en carne<br />
propia los embates violentos y sanguinarios de los<br />
distintos poderes. Es derecho al p<strong>la</strong>cer, al gozo de lo<br />
que no es útil o productivo.