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44 Susana Pastor Cesteros<br />
junto con su dimensión comunicativa (en la medida que permite la comunicación<br />
entre profesionales). Si se analizan precisamente los rasgos propios<br />
de la comunicación especializada observaremos que se caracterizan por<br />
el tipo de textos que generan, tanto orales como escritos, así como por el<br />
uso de una terminología específica, que es justamente la que facilita e<br />
incluso rentabiliza dicha comunicación, por cuanto proporciona precisión,<br />
concisión y adecuación. Al estudio de la misma se dedica este ámbito de<br />
la lingüística aplicada, que he intentado brevemente presentar.<br />
1.2.5. La política y la planificación lingüísticas<br />
Frente a opiniones estancadas en el pasado y de un rancio conservadurismo,<br />
incluso entre eminentes filólogos 9 , que tildan de inaceptable la<br />
idea de intervención, porque consideran que toda lengua es un sistema<br />
natural que debiera desarrollarse sin «interferencias» de ningún tipo, resulta<br />
evidente la función o «utilidad» de la lingüística aplicada de cara al<br />
mantenimiento de las lenguas y a evitar su desaparición. Si echamos la<br />
vista atrás, sería casi imposible encontrar una etapa histórica en la que el<br />
poder político no haya actuado de un modo u otro sobre las lenguas:<br />
desde la creación de la primera gramática castellana (con la intención,<br />
entre otras, de servir como «compañera del imperio»), pasando por la<br />
uniformización de la escolarización en francés en el s. XIX, hasta la<br />
organización de la oficialidad y el uso de las lenguas en jóvenes naciones<br />
africanas de gran diversificación lingüística interna en la segunda mitad<br />
del s. XX, por citar sólo algunos ejemplos.<br />
La justificación de la perspectiva aplicada también en estas cuestiones<br />
estriba en la voluntad de resolver problemas comunicativos de las<br />
lenguas, en la medida en que éstos afectan tanto al sistema lingüístico,<br />
como a su uso, código o estatus. Dicho de otro modo, como el uso y la<br />
vida o muerte de las lenguas dependen en gran medida de factores<br />
externos al propio sistema y están relacionados con las condiciones<br />
políticas o económicas de las sociedades que las hablan, el propósito de<br />
la intervención lingüística no es otro que intentar ajustar tales situaciones<br />
de desequilibrio.<br />
9. Basten las siguientes palabras de Alarcos Llorach (1996: 14) como ejemplo: «Si la política<br />
sirve para organizar, administrar (y a veces, desgraciadamente, para destrozar) la<br />
cosa pública y la sociedad, no han tardado nada sus derechohabientes en inventarse eso<br />
de la política lingüística, actividad pseudocientífica que, en pocas palabras, consiste en<br />
arramblar bonitamente con la lengua y manipularla sin más como herramienta eficaz del<br />
poder».