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Introducción
XXXV
Se observará que en esta parte de la obra no se ha pretendido
tanto una exposición sistemática de la relación entre carisma
y ministerio cuanto explicitar que la relación entre ambos está
supuesta en la tensión que se da entre la función sacerdotal y la
razón antropológica en la que se sustenta la cuestión de la relación
entre el «carisma de la mujer» y el modo específico de su
participación en la vida de la Iglesia; y, por eso mismo, la cuestión
de la relación entre aquello que varón y mujer tienen en común,
como personas bautizadas, dentro del cuerpo de Cristo, y
aquello que el designio de la gracia ha dispuesto y que guarda
relación con el modo de ser persona de varón y mujer, es decir,
con su identidad creatural. Un tema que se puede considerar
susceptible de matizaciones y reservas, pero que tal y como se
expone encaja de lleno en las enseñanzas de la Iglesia y en el desarrollo
autoritativo del magisterio eclesiástico.
La tercera parte tiene por contenido lo ya mencionado más
arriba sobre la norma eclesial. Como queda dicho, aunque se trata
de una parte extensa en siete capítulos sobre cuestiones susceptibles
de un doble tratamiento, el propio de la teología fundamental
y el dogmático. Se trata de objetivar las implicaciones mutuas
de los conceptos de apostolicidad de la Iglesia por referencia a la
normatividad apostólica de la doctrina y de su desarrollo bajo la
guía del ministerio apostólico mediante el magisterio (cap. XVI).
La normatividad apostólica que viene objetivada en la fe de la
Iglesia se concreta en la Tradición y en la Escritura, que requieren,
como ya quedó más arriba observado, el Magisterio como
elemento interno al mismo sensus [fidei] fidelium al contenido de
la fe que en ellas se expresa. En este sentido, no se puede excluir
la función directiva del magisterio eclesiástico en la maduración
del llamado consensus fidelium como conspiratio pastorum et fidelium,
que nunca puede volverse, como magisterio de la comunidad,
contra el magisterio de los pastores (cap. XVII). Téngase asimismo
en cuenta cuanto se ha dicho ya más arriba sobre las relaciones
entre magisterio eclesiástico y magisterio de los teólogos (cap. XVIII),
la norma eclesial como garantía de la apostolicidad de la fe, a
propósito de la declaración Dominus Iesus (cap. XIX).
Termina esta parte con una referencia histórica a la que se
califica de «búsqueda de la norma eclesial» como garantía del