Información - Biblioteca de Autores Cristianos
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Introducción<br />
XXXVII<br />
regenerado por el acontecimiento re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong> Cristo. Adheridos<br />
a él y configurados con su divina persona, los bautizados<br />
forman parte <strong>de</strong> la comunidad <strong>de</strong> salvación que espera recibirla<br />
<strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> Nazaret, Cristo <strong>de</strong> Dios. Es así como la Iglesia es<br />
congregación <strong>de</strong> redimidos, <strong>de</strong> «salvados en esperanza» (Rom<br />
8,24) por la acción re<strong>de</strong>ntora <strong>de</strong> Jesús crucificado y resucitado.<br />
Para cada uno <strong>de</strong> los bautizados esta acción <strong>de</strong> salvación ha<br />
comenzado a ser realidad sacramentalmente vivida, místicamente<br />
experimentada en la Iglesia. Viendo en él al re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong> la humanidad<br />
y al salvador <strong>de</strong>l mundo, la Iglesia contempla en Jesús, Verbo<br />
encarnado, Hijo <strong>de</strong> Dios e hijo <strong>de</strong> María, a aquel a quien le ha<br />
sido dado «todo po<strong>de</strong>r en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). En<br />
este sentido, se ha hablado <strong>de</strong> la Iglesia con toda justicia como<br />
<strong>de</strong>l lugar humano don<strong>de</strong> Cristo ejerce su señorío explícito al ser<br />
confesado como aquel a quien Dios ha entregado el po<strong>de</strong>r y el<br />
reino. Que este señorío <strong>de</strong>l Señor haya sido expresado en conceptos<br />
que han dado en el pasado configuración histórica y política<br />
a la sociedad <strong>de</strong> cristiandad, hoy evolucionada hacia formas<br />
<strong>de</strong> composición religiosa y social plural, nada quita a la i<strong>de</strong>ntidad<br />
humana <strong>de</strong> la Iglesia en sus dos dimensiones: como realidad ella<br />
misma social, que permitió <strong>de</strong>finirla en el pasado en términos sociojurídicos<br />
como societas perfecta, y como realidad visible diferenciada<br />
<strong>de</strong> la secularidad y al mismo tiempo inserta en ella.<br />
La realidad visible <strong>de</strong> la Iglesia está entretejida <strong>de</strong> componentes<br />
históricos e invisibles, al hallarse formada por seres humanos<br />
cuya vida preten<strong>de</strong> diferenciarse <strong>de</strong>l cuerpo social precisamente<br />
por la confesión <strong>de</strong> fe y la moral que imprime a la<br />
existencia cristiana su propio modo <strong>de</strong> ser frente a la existencia<br />
mundana. Esto provoca las tensiones inevitables entre Iglesia y<br />
sociedad e Iglesia y mundo, que encuentran su concreción en<br />
las pretensiones legítimas <strong>de</strong> los cristianos <strong>de</strong> configurar las realida<strong>de</strong>s<br />
temporales lo más aproximadas que les es posible a la<br />
predicación <strong>de</strong>l Evangelio, y en la resistencia <strong>de</strong> la sociedad a<br />
hacer propia la forma Evangelii. Es la consecuencia inevitable <strong>de</strong><br />
la misión <strong>de</strong> la Iglesia y <strong>de</strong> su presencia pública en la sociedad,<br />
en cuanto Iglesia para el mundo llamado a entrar en la Iglesia. La<br />
tensión entre la vocación divina <strong>de</strong>l mundo y su condición <strong>de</strong><br />
mundo alejado <strong>de</strong> Dios da origen a la diástasis entre la aspiración