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EL PODER DE LA ESPOSA QUE ORA

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CAPÍTULO VEINTICINCO<br />

SU ARREPENTIMIENTO<br />

Durante años Susana oró todos los días para que su esposo Juan dejara de consumir drogas.<br />

Una y otra vez lo sorprendía haciendo la misma cosa. Cada ocasión, él lo confesaba, decía<br />

que lo sentía y juraba que no lo volvería hacer. Pero una y otra vez caía en lo mismo. Ella<br />

jamás cesó de orar para que el verdadero arrepentimiento tomara lugar en su corazón; la clase<br />

de arrepentimiento que hace que un hombre se dé y vuelva y camine en dirección opuesta.<br />

Por desgracia, Juan tuvo que aprender algunas lecciones duras y dolorosas antes que él<br />

dirigiera su atención a Dios, pero con el tiempo hubo una transformación que cambió su vida.<br />

Hoy día es un hombre nuevo, y junto a Susana tienen un ministerio público ayudando a<br />

personas con problemas similares. Susana era una esposa de oración que jamás cesó de<br />

creer que Dios traería a su esposo al arrepentimiento.<br />

Todos cometemos errores, ese no es el asunto. Pero en el mundo hay como una epidemia de<br />

personas que no pueden admitir que han hecho algo mal. Dios dice “Si confesamos nuestros<br />

pecados, Dios, que es fiel y justo, nos lo perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan<br />

1:9). Sin embargo, primero tenemos que arrepentirnos de lo que hayamos hecho.<br />

De acuerdo con la manera de Dios hacer las cosas, existen tres pasos para cambiar nuestro<br />

comportamiento. 1. Confesión: admitir lo que hemos hecho. 2. Arrepentimiento: sentirnos<br />

apenados por lo que hemos hecho. 3. Pedir perdón: lo cual es para ser lavados y libres de lo<br />

que hemos hecho. La incapacidad o resistencia de realizar cualquiera de estos tres pasos está<br />

arraigado en el orgullo. Un hombre que no se puede humillar delante de Dios ni de los<br />

hombres para admitir que está equivocado, tendrá problemas en su vida que jamás superará.<br />

“¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente<br />

así” (Proverbios 26:12).<br />

¿Tiene tu esposo dificultad para confesar sus faltas? ¿O es de la clase de persona que puede<br />

decir “lo siento veinte veces al día, sin embargo, el comportamiento por el cual pide disculpas<br />

no cambia? De todas maneras, él necesita un corazón arrepentido. El arrepentimiento real<br />

significa sentir tanto remordimiento por lo que has hecho, que no vuelves a hacerlo. Solo Dios<br />

puede hacer que nosotros veamos nuestros pecados tal cual es, y sentir de la misma manera<br />

que Él siente acerca de eso. “La bondad de Dios quiere llevarte al arrepentimiento” (Romanos<br />

2:4) Arrepentimiento en un obrar de la gracia de Dios y nosotros podemos orar para que<br />

suceda en nuestros esposos.<br />

Demasiados hombres han caído por causa del orgullo y la incapacidad de confesar y<br />

arrepentirse. Lo vemos muy a menudo. Leemos acerca de esto en los periódicos. El pecador<br />

sin confesar no se va; se convierte en un cáncer que crece y ahoga la vida. Ora para que tu<br />

esposo tenga convicción de su pecado, que lo confiese a Dios de forma humilde y después que<br />

le dé la espalda a su error y cese de hacerlo. Dios “no quiere que nadie perezca sino que<br />

todos se arrepientan” (2 Pdero 3: 9). Esta clase de oración puede ser muy molesta para la<br />

persona por la cual se está orando, pero es mucho más fácil que resplandezca la luz de Dios<br />

sobre nuestro pecado, que experimentar las consecuencias del mismo. Al final tu esposo<br />

estará agradecido, aunque no lo admita.

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