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EL PODER DE LA ESPOSA QUE ORA

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CAPÍTULO VENTISÉIS<br />

SU LIBERACIÓN<br />

Melissa estaba preocupada por la atracción que su esposo sentía por el alcohol. Marcos no<br />

era realmente un alcohólico, pero estaba demostrando síntomas similares a los que su padre<br />

quien sí era alcohólico. Ella oró para romper cualquier tendencia similar que pudiera haber<br />

sido heredada por su esposo y también para que sus hijos no heredaran esa debilidad. Le<br />

pidió a Dios que los protegiera a todos ellos de todo síntoma de alcoholismo. Hasta hoy día su<br />

esposo no se ha convertido en alcohólico y sus hijos adolescentes no muestran ningún indicio.<br />

Ella siente que el poder de Dios, en respuesta a sus oraciones, ha representado un papel<br />

importante en guardarlos de heredar esta condición.<br />

Sara llevaba poco tiempo casada con Jorge cuando se dio cuenta que él luchaba contra un<br />

espíritu de lujuria. No era que él no la amara, sino que él estaba lidiando con los pecados de<br />

su pasado; un estilo de vida promiscuo del cual en realidad nunca se había distanciado por<br />

completo ni al que había renunciado. Una vez que ella se dio cuenta que esto era algo que lo<br />

tenía cautivo, oró por su liberación. Puesto que él también quería liberarse, no pasó mucho<br />

tiempo para que fuera libre.<br />

Todos necesitamos liberación en ciertos momentos, porque hay todo tipo de cosas que nos<br />

pueden meter en ataduras. Dios lo sabe. ¿Por qué hubiera venido Jesús como el Liberador si<br />

nosotros no tuviéramos necesidad de uno? ¿Por qué nos instruyó a orar, “líbranos del<br />

malvado” (Mateo 6:13) si no era necesario para nosotros? ¿Por qué promete librarnos de la<br />

tentación (2 Pedro 2:9) de las garras de personas peligrosas (Salmo 140: 1), de nuestras<br />

propia tendencias destructivas (Proverbios 24:11), de todas nuestras angustias (Salmo 34:17) y<br />

de la muerte (2 Corintios 1:10), si no tiene la intención de hacerlo? Él está listo y dispuesto.<br />

Solo tenemos que pedir. “Invócame en el día de la angustia, yo te libraré y tu me honrarás”<br />

(Salmo 50: 1-5).<br />

¿No es consolador el saber que cuando nos sentimos aprisionados por las garrar mortales de<br />

nuestras circunstancias, Dios oye nuestras súplicas por la libertad? Él ve nuestra necesidad.<br />

“Miró el Señor desde su altísimo santuario; contempló la tierra desde el cielo, para oír los<br />

lamentos de los cautivos y librar a los condenados a muerte” (Salmo 102: 19-20) Cuán glorioso<br />

es poder abrazar la certeza de que cuando parece no haber salida, Dios nos puede levantar y<br />

librar de manera milagrosa de lo que trata de devorarnos (Salmo 25:15) ¿A quién no le hace<br />

falta eso?.<br />

Aunque tu esposo encuentre difícil admitir que necesita ayuda (algunos hombres se sienten<br />

fracasados si no pueden hacer todo ellos solos) tus oraciones aún pueden representar un papel<br />

decisivo en su liberación. Puedes orar al libertador para que lo libere de cualquier cosa que lo<br />

ata. A través de tus oraciones puedes pararte firme contra el enemigo que busca ponerte<br />

ataduras. “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y<br />

no se sometan nuevamente al yugo de la esclavitud” (Gálatas 5:1) La mejor forma que<br />

conozco de mantenerse fuerte es poniéndose toda la armadura de Dios. Así es como oro por<br />

mi esposo y por mi y creo que es lo más efectivo. En lugar de explicarlo, permíteme enseñarte<br />

cómo orar por eso.

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