Bajar el libro en pdf - Historia y Religión

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar
DE COLONIAL A NACIONAL:
LA CARRERA ECLESIÁSTICA
DEL CLERO SECULAR
CHILENO
ENTRE 1650 Y 1810
Pub. No. 534
INSTITUTO PANAMERICANO DE GEOGRAFÍA E
HISTORIA
Premio “Ricardo Caillet Bois” 2005
I

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
INSTITUTO PANAMERICANO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
COMISIÓN DE HISTORIA
Presidenta: Dra. Maria Cristina Mineiro Scatamacchia
Vicepresidente: Dr. Fernando da Silva Camargo
(Brasil)
Para ventas y distribución de publicaciones, dirigirse a:
Instituto Panamericano de Geografía e Historia
Secretaría General
Apartado Postal 18879
11870 México, D.F.
Teléfonos: (5255) 5277-5791 y 5277-5888 Fax: (5255) 5271-6172
Correo electrónico: info@ipgh.org Página web: www.ipgh.org
Las opiniones expresadas en la presente publicación son de exclusiva responsabilidad de
su autor. Esta obra obtuvo el primer lugar del premio “Ricardo Cailllet-Bois” versión
2001-2005, según consta en la Resolución No. 7 de la XVI Reunión de Consulta de
Historia, Caracas, Venezuela, 16-18 de noviembre de 2005.
Diseño de portada: Ángel de la Cruz Jiménez
© 2006 Instituto Panamericano de Geografía e Historia
Ex-Arzobispado No. 29, Col. Observatorio, 11860 México, D.F.
ISBN:
Impreso en México
Printed in Mexico
II

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
A mis padres
III

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
IV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Agradecimientos
La magnitud del trabajo de investigar y escribir una tesis doctoral
requiere, a lo largo de todas sus etapas, de la ayuda de muchas
personas que asisten de diferentes formas en este proceso. En
primer lugar quisiera agradecer al Instituto de Historia de la
Pontificia Universidad Católica que me recibió como alumna y al
programa de doctorado del Institute d’Histoire de la Université
Michel de Montaigne, Bordeaux 3, que me recibió como alumna
en cotutela.
Tres maestros aportaron sus conocimientos para el desarrollo
de esta tesis. Los lineamientos fundamentales se los debo a mi
cotutor, el Dr. Jean Pierre Dedieu, quien me brindó una ayuda
generosa y me introdujo en el conocimiento de la administración
imperial española de los siglos XVI a XIX. Una segunda etapa de
este estudio estuvo marcada por el nombramiento de Don Javier
González Echenique como tutor de la tesis, a quien debo la
recomendación de una segunda estadía en el Archivo de Indias y la
primera etapa de la redacción. Su gestión ante la Escuela de
Estudios Hispanoamericanos en Sevilla me posibilitó acceder a la
beca de alojamiento de esa institución. No fue posible a Don Javier
concluir la dirección de esta tesis reemplazándolo el Dr. René
Millar, quien asumió esta tarea hacia el final de la redacción
poniendo a mi disposición toda su ayuda, conocimientos y material
bibliográfico.
Pero, sin duda, nada de esto hubiera ocurrido sin el sostén y
apoyo constante de mi familia y amigos más cercanos,
especialmente mi padre que me alentó en tantos momentos
difíciles por los que se pasa en este largo estudio. Los viajes a
Sevilla hubieran sido imposibles sin el apoyo económico y moral
de mi familia, especialmente de mis tíos Cesar Crispiani y Amalia
Enríquez, Alfredo Carrere y Raquel Enríquez. Mi agradecimiento
también a mis amigos incondicionales María Eugenia Cruset, Ana
María Orrego, y Mauricio Duque, infaltables.
Esta tesis fue posible de realizar gracias a las becas de matrícula,
sostén económico y estadía en el exterior para doctorandos que me
fueron otorgadas entre los años 1998 y 2001, y la beca de residencia
V

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
en el primer semestre 2004 de la Dirección de Postgrado de la
Pontificia Universidad Católica de Chile. El Consejo Nacional de
Investigación Científica y Técnica (CONICYT) me favoreció con
las becas “Realización del proyecto de Tesis” en los años 2002 y
2003, y “Término de Tesis” en el primer semestre del 2004, que
permitieron mi mantenimiento y conclusión del doctorado.
VI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Prefacio
Me gustan los prefacios factuales, que huyen de calificaciones y se
atienen a los hechos. Ponen a prueba el libro. Resaltan su calidad
mejor que largas retahílas de adjetivos.
Tiene entre manos el lector mucho más que un estudio sobre el
clero chileno. “De colonial a nacional” analiza, de hecho, unos
mecanismos fundamentales que sustentaron la Monarquía española
y, por el hecho mismo, crearon dentro de ella los territorios sobre
los cuales se asentaron los Estados sucesores, tanto los de América
como la España europea.
La autora muestra la importancia de la relación con la
monarquía como elemento clave en la definición de la élite social:
el rey, por su favor, por los honores que entrega, por las plazas que
concede, por los privilegios que otorga, es quien, en última
instancia escoge a los ganadores entre las muchas familias que
compiten para alcanzar la estrecha cumbre de la sociedad chilena.
Se describen a continuación los mecanismos puestos en obra los
competidores para establecer con su lejano soberano un enlace
eficaz, condición necesaria para que fluya hacia ellos, y no hacia
sus rivales, el caudal necesariamente limitado de las mercedes
reales. Se observa que estos mecanismos se centraban en la capital,
donde residían la Audiencia, el capitán general y el obispo, tres
organismos que hacían institucionalmente de puente entre los
organismos que administraban la distribución de las gracias y
mercedes reales y Chile. Concluye la autora, con argumentos
fuertes, que por esta vía se fue aglutinando un territorio en el
que todo lo que sobresalía socialmente se acostumbró a mirar
hacia Santiago, desvinculándose progresivamente de Lima,
creando además todos los instrumentos necesarios para
adquirir in situ, sin necesidad de costosos viajes y de no menos
costosas estancias en el Perú, los requisitos imprescindibles
para ser objeto de los reales favores, tales una universidad,
unos cabildos eclesiásticos estructurados y jerarquizados, y
organismos de administración territorial en donde acumular
méritos... Cuando se rompió el nexo con la monarquía, no sin traumas,
VII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Chile empezó una singladura autocentrada. Bien lo podía, ya tenía
centro.
El modelo que propone la autora descansa sobre hechos
conocidos de antes. Hace tiempo que la historiografía sospecha,
cuanto menos, el papel de la monarquía en la selección de las
élites. Tampoco es nueva la idea de que fue la acción de la
monarquía la que definió los espacios americanos: a la
historiografía anterior no se le había escapado el que la mayoría de
las independencias se centraran en una real audiencia, y
conclusiones había sacado del hecho. Sin embargo la tesis de
Lucrecia Enríquez suena como algo a la vez profundamente
novedoso y no menos obvio: dio en el blanco. Como todos los
descubrimientos mayores, hace las cosas mucho más sencillas y
describe mecanismos de aplicación general, mucho más allá del
punto de observación de partida. La influencia de sus ideas,
conocidas de los que tuvimos la suerte de trabajar o de discutirlas
con ella durante la elaboración de su trabajo, ya se hace sentir en
varios trabajos en curso de publicación y en programas de
investigación que se están poniendo en marcha sobre América y
sobre España, y aún sobre Francia o Túnez.
El mérito hay que atribuirlo al trabajo que realizó, por partes
iguales, en los archivos chilenos y en los archivos españoles, lo
que le permitió abarcar ambos extremos de la cadena relacional
que estudia. Hay que atribuirlo también a la forma en que supo
asimilar los últimos avances de la historiografía española,
concretamente las aportaciones de Dominique Goncalves y de
Francisco Andújar, que resaltan la fuerza de la demanda de
reconocimiento social que los grupos sociales de todo tipo dirigen
hacia la monarquía y la habilidad con la que ésta supo trasmutarla
en recursos de gobierno. Hay que atribuirlo por fin a las calidades
personales de la investigadora.
Escribí al empezar que me iba a atener a hechos materialmente
constatables. No ponderaré pues en Doña Lucrecia Enríquez su inteligencia,
su entrega, ni su laboriosidad. Eso sí la forma en que supo aunar en su
quehacer de historiadora aportaciones formativas tan diversas como
complementarias. Adquirió las bases de su ciencia en la Universidad de La
Plata (Argentina), de mano de profesores que le enseñaron a percibir el
pasado como un todo organizado, en el que cada elemento no toma sentido
sino en relación con los demás. Pasó luego a la Católica de Santiago de
Chile, donde otros maestros le recalcaron la necesidad del rigor, de la
precisión, de la exactitud. Durante la preparación de su tesis, por fin, supo
relacionarse, en Francia, en España, en América, a la vez con jóvenes in-
VIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
vestigadores que desbrozaban un terreno nuevo, entre los cuales
pronto adquirió cierto liderazgo, y con investigadores ya hechos
cuyas técnicas y visión de conjunto hizo suyas con discernimiento
y suma eficacia. El hecho de que este libro sea el producto de una
cotutela entre el investigador del CNRS quien firma estas líneas y
el lamentado presidente de la Academia Chilena de la Historia, don
Javier González Echenique, representativos los dos de dos formas
de hacer historia que mentes superficiales suelen oponer la una a la
otra, muestra su capacidad de sacar lo mejor de donde lo encuentra
y de refundirlo en una síntesis profundamente suya.
Las autoridades académicas y científicas lo percibieron así. El
premio “Miguel Cruchaga Tocornal”, otorgado por la Academia
Chilena de la Historia y el premio “Ricardo Caillet Bois”,
concedido por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia
(IPGH), recompensaron este trabajo y el Consejo Nacional de
Investigación Científica y Técnica (CONICYT) concedió a la
autora un proyecto Fondecyt para ampliar la línea de investigación
que acababa de abrir. Tal cúmulo de recompensas testimonia, por
sí solo, la importancia de este libro.
Jean Pierre Dedieu
Centre National de Recherche Scientifique (CNRS)
LARHRA - Lyon (Francia)
IX

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
X

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Abreviaturas
De archivos
ACS: Archivo de la catedral de Santiago de Chile
AGI: Archivo General de Indias, Sevilla
AHN: Archivo Histórico Nacional, Madrid
ANH: Archivo Nacional Histórico, Santiago de Chile
AASCH: Archivo Arzobispado Santiago de Chile
De citas
BAC: Biblioteca de Autores Cristianos
cap.: capítulo
Dr.: Doctor
exp.: expediente
f: foja
ff.: fojas
Illmo: Ilustrísimo/a
leg.: legajo
N.: número
p.: página
pp.: páginas
R.: renglón
Rv.: reverendísima/o
Sr.: Señor
t: tomo
V: Usted
vol.: volumen
vta.: vuelta
[s.n.]: sine nomine
[s.l.]: sine loco
UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México
XI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Criterios de transcripción de documentos
Procuramos combinar la reproducción exacta y fiel de los
documentos que citamos con adaptaciones que facilitaran la
lectura. Con este fin actualizamos la ortografía, los acentos y
completamos las abreviaturas del original, con excepción de las de
uso más común y general. Con respecto a los topónimos, optamos
por usar el nombre más usual en los siglos XVII y XVIII
adaptando su ortografía a las normas actuales.
XII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Introducción
Planteamiento y contexto historiográfico
Un imperio que abarcaba territorios en tres continentes, como fue
el español entre los siglos XVI y principios del XIX, sólo fue
posible de gobernar y controlar por medio de un eficaz aparato
administrativo que permitiera la integración institucional de las
elites locales al gobierno. La historiografía española de la última
década precisamente insiste en que el sistema de gobierno de la
Monarquía española del Antiguo Régimen se basaba en esa
integración. Según esta perspectiva, una nueva corriente
historiográfica comienza a renovar el estudio de las instituciones
de gobierno centrándose en la relación entre la Monarquía y las
elites locales. 1 En este contexto, paulatinamente van dejándose de
lado los estudios de las instituciones basados exclusivamente en la
reglamentación interna y en las reales cédulas que las modificaron
y se abre paso una nueva tendencia que, sin olvidar los aspectos
normativos, enfoca el estudio de las instituciones desde los
vínculos personales de amistad, patronazgo-clientela y parentesco
entablados entre el personal administrativo y la sociedad.
1 Cfr. Castellano, Juan L., Dedieu, Jean P., y López Cordón, María V., (eds.), La
pluma, la mitra y la espada, Estudios de Historia Institucional en la Edad
Moderna, Maison des Pays Ibériques, Marcial Pons, Madrid, 365 pp., 2000.
El planteo general de esta corriente que describimos figura en la
introducción. También ver Dedieu, Jean P., “La ville et l’Etat en Espagne à
l’époque moderne. Tentative de sunthèse des apports de l’historiographie
récente”, en: Pouvoirs publics (État, Administration) et ville en France, Italie
et Espagne de la fin du XVIIe siècle à la fin du XVIIIe siècle, LIAME, N° 5,
Bulletin du Centre D’Histoire Moderne et Contemporaine de l’Europe
Méditerranéenne et de ses Périphéries, pp. 25-42, 2000. Esta temática en la
historiografía española se ha visto impulsada por la afirmación de las
autonomías españolas en el seno del Estado, de ahí que las relaciones entre
éste y las instancias locales de gobierno sean un elemento de análisis
privilegiado.
XIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
A partir de los estudios pioneros de Sharon Kettering 2 se
reconsideró la supuesta oposición de intereses entre la Monarquía
y las elites locales al comprobarse que estaban integradas al
gobierno a través de una relación de patronazgo-clientela con el
Rey, constituyendo esta relación uno de los elementos que
fundamentaba el poder político en el Antiguo Régimen. El
patronazgo fue una vía de integración de personas que se
encontraban en una situación económica, política y social desigual
que reguló la relación entre las elites y la Monarquía. La
historiografía española también ha hecho hincapié en la relación
clientelar entablada entre las ciudades y la Monarquía,
relacionadas por un flujo de intercambios. 3 El Rey distribuía
favores políticos, judiciales, económicos, plazas administrativas,
eclesiásticas y honores a cambio de garantizar la colaboración
necesaria para gobernar constituyendo estos intercambios la clave
del sistema político. 4 Estos flujos de relaciones los administraba el
Rey a través de la Cámara de Castilla, abarcando lo público la
esfera de lo privado, lo que:
Hace imprescindible tomar en cuenta, en el estudio de los sistemas
políticos, el conjunto de las relaciones de todo tipo que relacionan al
conjunto de los actores y de incluir en el campo de la historia político
administrativa el campo entero de lo social, ya que el nexo entre lo
político y lo administrativo reside en un juego generalizado de
relaciones interpersonales. 5
Para Bartolomé Clavero 6 incluso el concepto de la “caritas”
católica, inherente a la sociedad sacralizada del Antiguo Régimen,
penetró las relaciones sociales. Éstas se basaban en un juego de don y
2 Kettering, Sharon, Patrons, Brokers, and Clients in seventeenth century
France, New York/Oxford, capítulo 2, 1986.
3 Sobre los orígenes de esta alianza entre los núcleos urbanos y la Corona
durante el reinado de los Reyes católicos, ver especialmente el capítulo 2
del magnífico libro de Yun, Bartolomé, Marte contra Minerva. El precio del
Imperio español 1450-1600, Crítica, Barcelona, 623 pp., 2004.
4 Hespanha, Antonio M., “Les autres raisons de la politique. L’économie de la
grace”, en: Schaub, Fréderic, (ed.), Recherches sur l’histoire de l’Etat dans le
monde ibérique (XV-Xxé siécles), Publications del ENS, París, pp. 67-86,
1993; La gracia del derecho. Economía de la cultura en la Edad Moderna,
Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.
5 Cfr., la introducción del libro de Castellano, Juan L., Dedieu, Jean P., y López
Cordón, María V., (eds.), Ibidem.
6 Clavero, Bartolomé, La grace du don. Anthropologie catholique de
l’économie moderne, Albin Michel, Paris, 1996.
XIV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
contradón por encima del derecho positivo, constituyendo éste uno
de los elementos que explican las relaciones humanas, a diferencia
del papel asignado al derecho a partir del siglo XIX. El individuo
existe para el derecho en el Antiguo Régimen en cuanto forma
parte de un grupo o una familia.
Nuestro estudio sobre el clero secular chileno se inserta en esta
corriente en una óptica muy específica: la relación del Rey,
patrono de la Iglesia, con el clero secular. En las Indias esta
relación era fruto de una concesión papal que estableció una
vinculación entre el clero y el Rey por medio del sistema de
presentaciones a las prebendas de los cabildos eclesiásticos,
obispados y arzobispados. El tema ha sido abundantemente
estudiado desde la perspectiva del derecho. 7 Por nuestra parte, nos
detendremos a estudiar las diferentes forma de relacionarse con la
Monarquía que posibilitaban el acceso a estas instituciones
controladas por el Rey patrón. La llegada de los Borbones al trono
de España implicó para el episcopado americano un “cambio de
hábito”, el del regular por el secular, y un cambio de “cuna”,
españoles por criollos. Si aislamos este proceso del estudio del
origen geográfico y social de los obispos y prebendados
americanos, el tema se plantea sólo desde una óptica
desregularizadora en plena coincidencia con el descrédito del clero
regular. Si reconstruimos las carreras de los miembros del
clero secular del siglo XVIII, en particular de obispos y
prebendados, nos situamos en otro plano de análisis que
consideramos más cercano a la realidad histórica. Resulta
evidente que a partir de 1700 el Rey de España incorporó a
miembros de las elites territoriales americanas en la jerarquía
de la Iglesia en Indias presentando a sus miembros en las
7 Gutiérrez Arce, Manuel, “Regio patronato indiano (Ensayo de valoración
histórico-canónica)”, en: Anuario de Estudios Americanos, vol. 11, Escuela de
Estudios Hispanoamericanos, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, Sevilla, pp. 108-168, 1954; Egaña, Antonio, “El Regio Patronato
Hispano-Indiano. Su funcionamiento en el siglo XVI”, en: Estudios del Deusto,
N° 11, Bilbao, pp. 147-204, 1958; De la Hera, Alberto, “La legislación del
siglo XVIII sobre el Patronato Indiano”, en: Revista Chilena
de Historia del Derecho, vol. 6, Santiago de Chile, pp. 98-119, 1970; De la
Hera, Alberto, “Notas para el estudio del regalismo español en el siglo
XVIII”, en: Anuario de Estudios Americanos, vol. 31, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Sevilla, pp. 409-444, 1974; Salas Almela, Luis, “Patronato regio y rentas: la
negociación de la gracia”, en: Hispania Sacra, vol. 52, Instituto de Historia
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, pp. 423-455,
2000.
XV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
instituciones de la jurisdicción eclesiástica a las que el mismo
controlaba en su acceso en virtud del real patronato: cabildos
eclesiásticos y obispados. ¿En qué medida entonces el control del
clero por parte del Rey contribuyó al gobierno del imperio?
Por lo tanto, el determinar quiénes y por qué fueron
seleccionados para un cargo administrativo o eclesiástico en el
imperio español nos sitúa directamente dentro del proceso de
formación de una elite territorial y de su alianza con el Rey, es
decir, entramos en el campo de la decisión de con quién y cómo
gobernaba la Monarquía y en los medios a través de los cuales las
elites se impusieron al Rey en el gobierno. Nos situamos entonces
en el corazón de los mecanismos de control del imperio puestos en
marcha desde España y hacia América y de la integración
específica de los reinos 8 en el sistema de gobierno de la
Monarquía.
Concretamente, intentaremos responder a la pregunta
siguiente: ¿Cómo seleccionó el Rey a los miembros de la jerarquía
de la Iglesia en Indias? La selección de prebendados y obispos
movilizaba un complejo sistema administrativo basado en una
interrelación entre el Consejo de Indias e informantes locales. Una
de las funciones primordiales de los presidentes de las audiencias,
fueran estos gobernadores o virreyes, y de los obispos era informar
sobre los beneméritos, dignos y merecedores de la gracia real. El
informe incluía la confirmación de los datos biográficos aportados
por los candidatos y de los méritos personales y heredados
familiarmente que se aducían. Se trataba obviamente de evaluar
ante cada designación la fidelidad al Rey manifestada tanto por la
persona como la familia a la que pertenecía. Pero no sólo esto: el
virrey, gobernador o audiencia, debían situar este informe de
méritos en la configuración de las relaciones de poder de los reinos
de ultramar para guiar la acción de los servicios de “gracia y
justicia” en España. Era un sistema complejo en el que el Rey,
quien siempre tenía la última palabra, dependía de hecho de la
información que le proporcionaban otros. ¿Dónde se tomaban
entonces las decisiones: en España o en los reinos? ¿De qué
manera se influía localmente en la decisión regia? ¿Qué papel
jugaban los ministros del Rey y la Cámara de Indias?
Se advertirá que en virtud del patronato real el clero secular en
las Indias bajo el dominio español quedó sujeto a mecanismos de
8 Sobre la fundamentación de la consideración de las Indias como reinos y
no como colonias remitimos a Bravo Lira, Bernardino, “Monarquía y Estado
en Chile”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 96, Editorial
Universitaria, Santiago, p. 20, 1985.
XVI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
selección y presentación vigentes para cualquier agente de la
Monarquía. Se advertirá también que delimitamos el objeto de
análisis a aquellos clérigos que entablaron una relación con el
sistema administrativo y obtuvieron o no una plaza eclesiástica de
presentación real. Para obtenerla había que ser graduado en una
universidad, contar con la posesión efectiva de ingresos al
momento de la ordenación, afrontar los gastos necesarios para
gestionar en la corte personalmente o por medio de agentes los
puestos en los obispados y cabildos eclesiásticos, demostrar ser
benemérito lo que implicaba pertenecer a una familia que había
servido al Rey en la conquista de los reinos de Indias o que hubiera
hecho otros servicios señalados a la Monarquía. Esto sólo estaba al
alcance de un grupo elitario.
Pero el estudio de la carrera eclesiástica en el marco de un
reino de la Monarquía plantea el problema de la relación existente
entre ésta y aquel. Se puede enfocar el tema desde varios puntos de
vista. Por una parte, la Monarquía reglamentó a lo largo de los
siglos las posibilidades comerciales de cada zona del imperio,
instituyó la organización política del territorio y vinculó
administrativamente los territorios entre sí: las gobernaciones
dependían de los virreinatos, las iglesias sufragáneas de las
metropolitanas, en las capitales de los virreinatos se encontraban
las sedes de las instituciones políticas y eclesiásticas que resolvían
la administración de los territorios dependientes. En el siglo XVIII
los cambios de las circunscripciones de gobierno, los nuevos
virreinatos, las intendencias y corregimientos alteraron las
relaciones políticas y económicas entre los territorios, la jerarquía
de ascensos de las carreras eclesiásticas y administrativas y por lo
tanto la vinculación de cada reino con España. Teniendo en cuenta
la importancia ya señalada de los centros de la administración
como fuente de información sobre los candidatos, tales cambios
tuvieron necesariamente repercusiones sobre los procesos de
reclutamiento del clero. Por otra parte, en el vasto imperio se
fueron estructurando espacios político-administrativos de los que
se puede suponer que contribuyeron a conformar sociedades
locales autónomas con sus propios límites geográficos. ¿De qué
manera la estructura de la carrera eclesiástica en el reino de Chile
contribuyó en la configuración de una sociedad que se manifestó
como autónoma ante los acontecimientos de 1810?
Estudiar una elite conlleva la dificultad de definir quienes la
componían. Para resolverla hay que considerar un conjunto de va-
XVII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
riables correlacionadas. Coincidimos con Paul Ganster 9 en que la
riqueza y las propiedades no son indicadores por sí solos de
posición social, ya que incluyen a los nuevos ricos no aceptados
socialmente y excluye a miembros empobrecidos de las elites. Lo
mismo ocurre con los títulos de nobleza tomados como signo
distintivo de las elites, ya que no todos los que la componían los
poseían. Consideramos que estudiar una elite en la época colonial
equivale a estudiar familias interrelacionadas entre sí y con la
Monarquía. Un elemento central que define a una elite colonial es
el control que ejerce sobre los canales de comunicación del reino
hacia la metrópoli, estrechamente unidos al comercio y a sus redes
por las que circularon información y favores, difusión de ideas,
articulación de facciones y todo tipo de mediación política. 10 La
capacidad de una familia de entablar este tipo de contacto con el
sistema central de gobierno fue el vehículo por el cual se
conectaron con los principales mediadores hacia el Rey. De ahí
que un signo fundamental de pertenencia a las elites sea la
presencia de una familia en las instituciones eclesiásticas y de
gobierno cuyo acceso la Monarquía controlaba. La persona allí
colocada expresaba el alto status de su familia que se reflejaba a su
vez en las relaciones que ésta entablaba con las demás de las elites.
Las familias, en efecto, percibían a cada uno de los actores
individuales no como un elemento aislado sino como componente
y producto de un grupo familiar, necesariamente amigo o enemigo,
de aquel al que pertenecía el observador. Por esto el análisis de los
conflictos institucionales o de los conflictos entre miembros de las
elites por el control de las instituciones, constituye uno de los
medios fundamentales que hemos utilizado para adentrarnos en las
elites locales.
En Chile, como en otros países que formaron parte del otrora
imperio español, los estudios del período colonial se han centrado
sobre todo en las instituciones civiles del gobierno. Existen algunos
trabajos sobre la iglesia secular, pero muchos más sobre las órdenes
religiosas fundamentalmente porque ella mismas se encargaron
9 Ganster, Paul, “Miembros de los cabildos eclesiásticos y sus familias en
Lima y la ciudad de México en el siglo XVIII”, en: Gonzalvo, Pilar, Familias
novohispanas, siglo XVI al XIX, El Colegio de México, México, pp.149-162,
1991.
10 Cfr. Moutoukias, Zacarías, Les économies d’Ancien Régime en Amérique
espagnole: comerse, réseaux sociaux et dynamiques politiques, Mémoire de
synthèse en vue de l’obtention d’une Habilitation à Diriger des Recherches,
inédito, París, capítulo 4, 2003. Agradezco al autor el haberme facilitado el
texto.
XVIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de la tarea al destinar a algunos de sus miembros para escribir la
historia de la Orden y la biografía de sus figuras destacadas, o para
ensalzar sus contribuciones en el área de la educación o la cultura.
Los estudios sobre la Iglesia secular, por su parte, tienden a
diluirse en otros temas como la evangelización de los indios o
conflictos puntuales de la relación iglesia-autoridades civiles. En
síntesis, la historiografía sobre el papel de la iglesia en el proceso
evangelizador se refiere fundamentalmente a las órdenes religiosas.
Poco sabemos aún, por ejemplo, sobre la administración
eclesiástica y su relación con la vida cotidiana de la sociedad. Más
bien tendemos a ver la Iglesia como una institución alejada de la
vida concreta de las personas.
Agravó el problema la perspectiva reduccionista vigente en los
años ’70 que limitaba la pugna por el control de las instituciones
coloniales a un enfrentamiento entre criollos y peninsulares, lo que
llevaba a ocultar la riqueza de la vida interna de las sociedades
locales. No menos peligrosa es la tendencia a proyectar sin
comprobación previa a la totalidad del imperio conclusiones
extraídas en una de sus partes. No hay duda que muchos
investigadores miran el conjunto de América española con el
trasfondo de la historia mexicana y dan por sentado que todos los
cabildos eclesiásticos estaban compuestos por peninsulares y
criollos, y que la clave de su historia reside, como en México, en
las variaciones del porcentaje de la presencia de unos y otros. Para
sostener esta conclusión generalizada sólo Oscar Mazín 11 ofrece
cifras que le permiten sostener que si bien el cabildo eclesiástico
de Valladolid de Michoacán siempre tuvo a peninsulares en su
composición la relación entre criollos y peninsulares fue variando
a lo largo del período colonial. Entre 1730 y 1760 eran
peninsulares el 24.4% de los prebendados, el porcentaje aumentó
al 47.2% en 1786 y a fines del siglo XVIII eran mayoría,
probablemente un 70%. Unido a este proceso, en el último tercio
del siglo XVIII aumentaron las promociones de prebendados de
otras catedrales a la de Valladolid de Michoacán. Mazín vincula
este cambio con la visita a Nueva España que efectuara el ministro
José de Gálvez y la política implementada desde entonces de
reducir el arraigo local de las instituciones políticas y eclesiásticas.
Esta no fue en absoluto la realidad chilena. Los cabildos
eclesiásticos de Santiago y Concepción siempre fueron
mayoritariamente criollos y compuestos por nativos de los
respectivos obispados.
11 Mazín Gómez, Oscar, El Cabildo Catedral de Valladolid de Michoacán, El
Colegio de Michoacán, Michoacán, pp. 369-377, 1996.
XIX

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Nos proponemos pues estudiar el clero secular chileno y su
relación con la Monarquía reconstruyendo la carrera eclesiástica.
Esto requiere una metodología que posibilite recopilar los datos y a
la vez reconstruir el sistema de gobierno. Elegimos para poder
llevarlo a cabo la base de datos Fichoz y las posibilidades de
análisis que ésta ofrece. Es por tanto necesario al inicio de esta
exposición explicar la metodología que la sustenta.
Metodología de análisis: la base de datos Fichoz
El núcleo de las nuevas tendencias en ciencias sociales que viene
desarrollándose desde hace alrededor de quince años, se define
como una vuelta al sujeto de la historia. 12 Nos encontramos frente
a un redescubrimiento del hombre como actor en la sociedad. La
historiografía actual del Antiguo Régimen lo inserta en redes de
vínculos personales perfectamente definidos dentro de la sociedad
estamental. Propone un modo de análisis que aborde la sociedad en
términos de relaciones sociales, de familia, de parentesco, de
amistad, de paisanaje y de patronazgo y clientela. Esta nueva
tendencia adquiere su verdadera dimensión al confrontarse a la
metodología tradicional que ve en el “grupo social”, no en el
individuo relacionado con los demás, el elemento central para el
estudio de la sociedad. El problema reside en el hecho de que el
grupo social como categoría tiene un valor relativo al referente
empleado para establecerlo, ya sea éste el aparato de producción,
un sistema de valores o un ordenamiento jurídico. La corriente
marxista consideró al grupo social como el verdadero actor de la
vida social y por lo tanto como una categoría de explicación de la
acción, como si los grupos sociales definidos por la mirada del
historiador fueran grupos reales de funcionamiento y de acción
colectiva. La Escuela de los Anales francesa aunque no era
marxista compartía con el marxismo muchos puntos de vista sobre
este aspecto. Enriqueció ese paradigma con criterios de
entendimiento y de análisis basados en la larga duración y la
preeminencia de lo económico por sobre lo político o cultural.
Apoyada en estos elementos la historia de las mentalidades estudió los
12 Para ver el estado de la cuestión sobre este tema recomendamos el libro
de Imízcoz Beunza, José M., “Comunidad, red social y elites. Un análisis de la
vertebración social en el Antiguo Régimen”, en: Imízcoz Beunza, José M.,
(dir.), Elites, poder y red social. Las elites del País Vasco y Navarra en la Edad
Moderna (estado de la cuestión y perspectivas), Servicio Editorial
Universidad del País Vasco, Bilbao, pp.13-50,1996.
XX

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
comportamientos individuales a través de las mentalidades
colectivas.
Se ha tendido a definir los “grupos sociales” sobre la base de
las diferencias entre los mismos, y no sobre la vinculación entre
sus miembros. 13
Esto lleva a una historia social entendida como historia de las
tensiones y los conflictos. A partir de los años ochenta y noventa,
se produjo una apertura historiográfica en la que convergieron
líneas históricas diversas. Los historiadores marxistas británicos,
Erick Hobsbawm y E. Thompson se liberaron del marxismo
estructuralista y del determinismo unicausal, integrando en sus
explicaciones modelos pluralistas y poniendo al hombre como
agente del proceso de cambio. También convergió hacia la
situación actual la línea de investigación abierta por Maurice
Agulhon, y sus estudios sobre las sociabilidades, quien introdujo
en la reflexión histórica sobre los grupos sociales elementos como
las vivencias, los actores sociales y sus redes de relaciones,
provocando un profundo cuestionamiento sobre el valor de las
categorías con las que se trabajaba de una manera tan absoluta. La
microhistoria, en particular los aportes de Giovanni Levi, 14
permitieron mostrar que el papel protagónico concedido a los
grupos sociales no resistía el análisis de casos específicos, ya que
excluía a los actores efectivos de la historia, es decir, los
individuos y sus motivaciones en un ambiente y lugar determinado.
Por el contrario, un análisis desde las redes relacionales se
detiene en los individuos, con sus actos y destinos particulares, y
en el conjunto formado por el grupo de acción al que pertenecen en
cada momento, con sus interacciones y funcionamientos
específicos. El estudio de los lazos que relacionan a las personas entre
sí en lo económico, social y político, ha conducido a análisis que se
centran en el estudio de las relaciones de familia, parentesco, amistad o
clientelismo y las definen como articulaciones fundamentales de las
configuraciones formadas por los actores sociales y políticos del
Antiguo Régimen. 15 En este contexto tiene lugar y sentido un estu-
13 Ibidem, p. 14.
14 Levi, Giovanni, La herencia inmaterial. La historia de un exorcista
piamontés del siglo XVII, Nerea, Madrid, 214 pp., 1990.
15 Cfr. Imízcoz, José M., (dir.), Redes familiares y patronazgo. Aproximación al
entramado social del País Vasco y Navarra en el Antiguo Régimen (siglos XV-
XIX), Servicio Editorial Universidad del País Vasco, Bilbao, p. 20, 2002.
XXI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
dio prosopográfico 16 que conjugue al individuo con el grupo,
aunque sin delimitar de antemano el grupo a la población
estudiada, como lo hacía la prosopografía tradicional, lo que
equivalía a cerrarlo sobre sí mismo, ocultando por falta de
referente exterior la frontera misma que lo definía como grupo.
Se puede definir una red como una estructura construida por la
existencia de lazos o relaciones entre individuos, aunque esta
definición no incluye los intercambios, calificados como vínculos,
que circulan en su interior. 17 Si los consideramos, una red sería
también un sistema de intercambios por el que circulan bienes o
servicios.
El desafío técnico con el que se encuentra el historiador es
enorme, ya que esta forma de enfocar el estudio histórico requiere
investigar e interrelacionar la mayor cantidad de datos posible de la
vida de los actores para reconstruir la trayectoria personal y grupal
del sujeto. El estudio se torna todavía más complejo cuando los
actores han interactuado en diferentes espacios geográficos, por lo
que las huellas dejadas de sus carreras vitales se encuentran
dispersas por diferentes archivos. Es precisamente el caso del
personal administrativo y eclesiástico de la Monarquía española
entre los siglos XVI a XIX. El imperio español de otrora abarcaba
lo que son hoy muchos países. Su sistema administrativo se
caracterizaba por el ascenso en una carrera que combinaba cargos
administrativos en diferentes lugares del imperio. Para el
historiador la reconstrucción del sistema de gobierno de la
Monarquía española ha topado siempre con el problema de no
poder acceder a toda la información, optándose por los datos
obtenibles localmente y perdiendo la visión del conjunto.
Es un defecto del que procuramos huir, pero esta voluntad volvía
16 Para una comparación entre la prosopografía clásica y la moderna
recomendamos la lectura de Dedieu, Jean P., “Une approche “fine” de la
prosopographie”, en: Descimon, Robert, Schaub, Jean-Frédéric, y Vincent,
Bernard, (dir.), Les figures de l’administrateur. Institutions, réseaux, pouvoirs
en Espagne, en France et au Portugal, 16e-19e siècle, Éditions de l’École des
Hautes Études en Sciences Sociales, París, pp. 236-242, 1997; Dedieu, Jean
P., y Bertrand, Michel, "¿Vino joven en odres viejas? Prosopografía y
relaciones sociales en la Monarquía hispánica", en: Rodríguez Cancho,
Miguel, (coord)., Historia y perspectivas de investigación. Estudios en
memoria del Profesor Ángel Rodríguez Cancho, Editora Regional de
Extremadura, Cáceres, p. 31-38, 2002. También para una análisis actual de
la cuestión de las redes sociales ver Bertrand, Michel, “De la
familia a la sociabilidad”, en: Revista Mexicana de Sociología, N° 2, vol. 61,
abril-junio, México, pp. 107-135, 1999.
17 Nadel, Siegfried F., Teoría de la estructura social, Editorial Guaderrama,
Madrid, 239 pp., 1966.
XXII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
más apremiante el problema planteado por la masa documental.
Para resolverlo recurrimos a la base de datos Fichoz. 18
Esta ha sido concebida para el manejo de una cantidad
ilimitada de información interrelacionada, para lo cual se recurre a
la informática. Fichoz tiene la ambición de registrar las carreras
vitales de todas las personas que estuvieron en contacto con la
Monarquía española en el siglo XVIII, incorporando el conjunto de
relaciones conocidas de estos actores, tanto en España como en
América. Es en realidad el corazón de un conjunto de archivos
interrelacionados que convergen en él. El primero de ellos es el
archivo de relaciones de parentesco, dado que los vínculos de
familia y parentesco regían la vida colectiva y la acción social de
los individuos, influyendo determinantemente en la elección de las
carreras. En segundo lugar el fichero de carreras vitales y de
relaciones interpersonales no familiares, en el que se recogen las
interacciones de todo tipo entre los individuos como la amistad, las
relaciones de discípulo-maestro, colaboración, enfrentamiento, etc.
Por último, el fichero de las instituciones.
Estos tres archivos relacionados en un solo sistema de manejo
de información, permiten realizar un estudio social que abarca
todas las dimensiones de la vida de un individuo, y a su vez, dar
cuenta de un sistema global, que es el que interesa describir. 19 Al
trazar las carreras de los individuos, del análisis simultáneo de
cómo se gestaron y desarrollaron, se pueden inferir cadenas de
relaciones que unen los acontecimientos. Se trata de descubrir la
lógica de esas cadenas, para explicar dichos acontecimientos.
Para poder captar una red, por lo tanto, hay que abarcar no
sólo amplios conjuntos de las relaciones binomiales centradas
sobre el sujeto estudiado, sino también las de los individuos
relacionados con él. El límite lo pone el mismo investigador al
observar que no hay efectos apreciables de relación con respecto al
individuo. Las redes parciales que se deducen de estas interrelaciones
obedecen a normas, variables en cada época, en cada sociedad y en cada
grupo social. Las redes globales y también las parciales que las componen,
18 Ver Dedieu, Jean P., “Un instrumento para la historia social: la base de
datos Ozanam”, en: Cuadernos de Historia Moderna, N° 24, Madrid, pp. 185-
205, 2000; “Les grandes bases de dones: une nouvelle approche de
l’histoire sociale. Le système Fichoz”, en: Revista de Facultade de Letras de
Porto, História, pp. 99-114, 2005; Dedieu, Jean P., y Bertrand, Michel, "¿Vino
joven en odres viejas?...”, Ibidem.
19 Dedieu, Jean P., “Un instrumento para la historia social...”, op. cit., p. 187.
XXIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
evolucionan y cambian de forma permanentemente. Aparecen o
desaparecen binomios, o una relación positiva se vuelve negativa.
Es tarea esencial para entender la red, tener en cuenta esta fluidez.
El sistema Fichoz, en concordancia con la nueva tendencia
historiográfica de revalorizar el sujeto y sus redes de relaciones,
tiene como eje organizador el actor:
No se trata de un individuo abstracto, cúmulo de pertenencias a clases
estadísticas, sino de un ente construido por la acumulación de
“acontecimientos” diversos, obras suyas, y de redes de relaciones
interpersonales, que él mismo ha edificado, individualizado y dotado de
una capacidad de acción y de autoconstrucción. 20
El planteo teórico del que hemos dado cuenta y la posibilidad
de contar con la base de datos Fichoz, nos permitieron plantearnos
el estudio de la carrera eclesiástica de los estratos superiores del
clero secular chileno en su relación con la Monarquía española, es
decir con un sistema de gobierno en el que el Rey ocupaba un
papel central aconsejado por un aparato administrativo montado
para controlar uno de los imperios más vastos de la historia. Para
ello hemos reconstruido la carrera eclesiástica y las relaciones
personales de alrededor de trescientos individuos de todo el
imperio considerados por la Cámara de Indias en las vacancias de
obispados y cabildos eclesiásticos chilenos. Hemos situado por lo
tanto las carreras de los prebendados y obispos chilenos en su
relación imperial, pero también local, lo que nos llevó a estudiar
los párrocos y capellanes que fueron consultados por la Cámara de
Indias, para lo cual reconstruimos la etapa parroquial de las
carreras de otros aproximadamente mil trescientos curas
pertenecientes a los dos obispados chilenos, Santiago y
Concepción. Nuestro estudio por lo tanto no se centra en los curas
párrocos chilenos en el período considerado, sino en los
prebendados y en los obispos chilenos, considerando las carreras
parroquiales en la relación de ascenso a los cabildos eclesiásticos.
No hemos considerado tampoco a aquellos que fueron obispos de
las diócesis chilenas pero no eran nativos del reino, porque la
relación con la Monarquía que trazó sus carreras eclesiásticas se
inscribió en el marco de sus familias y lugares de origen, que
difícilmente hubiéramos podido estudiar con la profundidad
suficiente.
20 Ibidem, p. 201.
XXIV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El período temporal que abarcamos en este estudio (1650-
1810) apunta por su misma amplitud a dar cuenta del sistema
global de la relación del clero nativo chileno y foráneo, pero
domiciliario de los obispados chilenos, con la Monarquía
analizándolo a través de las carreras particulares. No necesita
mucha demostración afirmar que el clero secular chileno durante el
dominio español era numéricamente escaso en relación al
mexicano, por ejemplo, lo que permite considerarlo en su conjunto.
El inicio de este estudio en 1650 se debió a dos consideraciones, la
primera fundada en la constatación de que hacia 1630 la
Monarquía acababa de determinar en Madrid los criterios de
ascensos de las prebendas en las Indias. 21 La segunda, que a partir
de 1650 la Cámara de Indias relacionó la carrera de los
prebendados de los cabildos eclesiásticos de Santiago y
Concepción en una relación de ascenso mutuo, lo que significó el
inicio de un sistema eclesiástico chileno. La finalización del
estudio en 1810 estuvo determinada por el colapso del sistema que
describimos a partir de la ruptura de la relación con la Monarquía.
Por lo tanto, nuestro estudio sobre la carrera eclesiástica del clero
secular utiliza la prosopografía moderna inserta en la perspectiva
historiográfica actual de las redes sociales, que incluye el análisis
de las cadenas de vínculos movilizadas por un individuo o su
grupo parental en el desarrollo y prosecución de su carrera. Dos
obras de historiadores chilenos se nos adelantaron en este camino,
en el sentido que describen la sociedad chilena del siglo XVIII
desde el punto de vista relacional. Nos referimos al estudio de Jaime
Eyzaguirre 22 sobre Mateo Toro y Zambrano y al libro sobre Fray José
Javier de Guzmán y Lecaros del historiador Hugo Ramírez Rivera, 23 en el
que se describen las redes de este clan familiar en lo político, económico,
religioso y cultural. En la misma perspectiva destaca el libro del
21 A la misma conclusión arriba Oscar Mazín en relación a las provisiones de
las vacancias del cabildo eclesiástico de Valladolid de Michoacán, también
en base al análisis de las carreras de los prebendados, cfr. Mazín, Oscar,
Ibidem, p. 160.
22 Eyzaguirre, Jaime, El conde de la Conquista, Editorial Andrés Bello,
Editorial Andrés Bello, Santiago, 276 pp., 1966.
23 Ramírez Rivera, Hugo R., Un ilustrado chileno: el Doctor Fray Joseph Xavier
de Guzmán y Lecaros (1759-1840). La Provincia Franciscana de Chile entre el
ocaso del Antiguo Régimen y los inicios de la República, Talleres de J.M.
Impresores, Santiago, 436 pp., 1995.
XXV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
canadiense Jacques Barbier 24 sobre el trasfondo político y social de
la aplicación de las reformas borbónicas en Chile.
Estado de la cuestión: la historiografía sobre el clero secular
Son pocos los estudios específicos sobre el clero secular en sí
mismo, refiriéndose a su composición, sus miembros y la carrera
eclesiástica. La escasez se acentúa con respecto al estudio del clero
en el Antiguo Régimen, muchas veces diluido dentro de estudios
descriptivos de la Iglesia en general o de los dos cleros, regular y
secular. Una de las características que comparte la bibliografía
sobre el clero secular es la proyección de la realidad actual al
análisis del clero en el Antiguo Régimen. Esta proyección ha
impedido muchas veces ver sus características propias y su
específica composición.
En España, y como fruto de esta proyección, nació una
corriente de estudio del clero secular sumamente esquemática y
simplificadora de su realidad propia 25 que desconoció los vínculos
entre los diferentes núcleos del clero al aislarlos unos de otros.
Contamos así con estudios de los párrocos, de los cabildos eclesiásticos y de
los obispos en largos períodos temporales, descontextualizándolos del pro-
24 Barbier, Jacques, Reform and politics in Bourbon Chile, 1755-1796,
University of Ottawa Press, Ottawa, 238 pp., 1980.
25 En esta línea situamos los trabajos de Cobos Ruíz de Arana, José, El clero
en el siglo XVII. Estudio de una visita secreta a la ciudad de Córdoba, Córdoba,
1976; Franco Rubio, Gloria, La Iglesia secular de Madrid en el siglo XVIII. Un
estudio socioeconómico, Universidad Complutense, Madrid, 1986; López,
Roberto, “Aproximación al clero urbano ovetense (1751-1790)”, en:
Cuadernos de Investigación Histórica, vol. 11, España, pp. 111-129,
Fundación Universitara Española, 1987; Antón Solé, Pablo, La Iglesia
gaditana en el siglo XVIII, Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Cádiz, Cádiz, 614 pp., 1994; Mestre Sanchis, Antonio, “La Iglesia en la
España de los siglos XVII y XVIII”, en: Mestre Sanchis, Antonio, (dir.),
Historia de la Iglesia en España, tomo IV, Madrid, 1979; Morgado García,
Arturo, Iglesia y sociedad en el Cádiz del siglo XVIII, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 288 pp., 1989; Morgado García, Arturo,
“El alto clero gaditano durante el Antiguo Régimen (1600-1833)”, en:
Revista Studia Historica, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca,
pp. 223-255, 1997; Morgado García, Arturo, El estamento eclesiástico y la
vida espiritual en la diócesis de Cádiz en el siglo XVII, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 287 pp., 1996.
XXVI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ceso de cambio de la Iglesia y la sociedad. 26 Cada colectivo se
estudia en un capítulo aparte conformando el conjunto una
imagen global de la Iglesia como institución. Un esquema de
estudio representativo de esta corriente contiene los siguientes
aspectos: en primer lugar un estudio físico del territorio que
abarca el medio geográfico y la organización territorial, la
demografía, sociedad y economía. Dentro de ese medio
geográfico se inserta a la circunscripción eclesiástica sea ésta
parroquia y sus capillas, vicaría foránea u obispado. Se
considera a la Iglesia compuesta de “efectivos” que se agrupan
en clero regular y clero secular, dándose cuenta de su número y
sociología, origen geográfico y nivel de estudios. Sobre el clero
regular se incluye una historia de los conventos, fundaciones y
número de miembros. El clero secular se trata en capítulos
separados ya que se considera que cada núcleo es un grupo social
26 Villacorta Rodríguez, Tomás, El Cabildo Catedral de León. Estudio
histórico-jurídico: siglos XII-XIX, Centro de Estudios e investigación "San
Isidoro", Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, Archivo Histórico
Diocesano, León, 687 pp., 1974; Barrio Gozalo, Maximiliano, “Perfil socioeconómico
de una elite de poder: los obispos de Castilla la Vieja, 1600-
1840”, en: Anthologica Annua, N° 28 y 29, Instituto Español de Historia
Eclesiástica, Roma, pp. 71-138, 1981-1982; “Perfil socio-económico de una
elite de poder (II): Los obispos del Reino de León (1600-1840)”, en:
Anthologica Annua, N° 30 y 31, Instituto Español de Historia Eclesiástica,
Roma, pp. 209-291, 1983-1984; “Perfil socio-económico de una elite de
poder (III): Los obispos del Reino de Galicia (1600-1840)”, en: Anthologica
Annua, N° 32, Instituto Español de Historia Eclesiástica, Roma, pp. 11-107,
1985; “Perfil socio-económico de una elite de poder (IV). “Los obispos de
Castilla la Nueva y Extremadura, 1600-1840”, en: Anthologica Annua, N° 33,
Instituto Español de Historia Eclesiástica, Roma, pp. 159-302, 1986; “Perfil
socio-económico de una elite de poder (V). Los obispos de Andalucía (1600-
1840)”, en: Anthologica Annua, N° 34, Instituto Español de Historia
Eclesiástica, Roma, pp. 11-188, 1987; “Perfil socioeconómico de una elite de
poder (VI). Los obispos de Pamplona (1556-1834)”, en: Anthologica Annua,
N° 38, Instituto Español de Historia Eclesiástica,
Roma, pp. 43-106, 1991; Coronas Vida, Luis J., “Los miembros del Cabildo de
la catedral de Jaén (1700-1737)”, en: Chronica Nova, N° 15, Universidad de
Granada, Departamento de Historia Moderna y de América, Granada, 1986-
87; García Cuevas, José V., El cabildo catedralicio cordobés desde la
Revolución a la restauración (1788-1882), Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Córdoba, Córdoba, 272 pp., 1996;
Morgado García, Arturo, “Vida de canónigo. Percepción, origen y status de
vida”, en: Aranda Pérez, Francisco J., Sociedad, elites eclesiásticas en la
España moderna, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha,
Cuenca, pp. 77-100, 2000.
XXVII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
en sí mismo y diferente del otro: curas y beneficiados, con
alusiones a los clérigos particulares; cabildo eclesiástico, con su
historia, oposiciones, composición, sociología de los capitulares,
ingresos, vida cotidiana, origen geográfico; obispos y arzobispos.
Pero la mayor parte del estudio la llevan el obispado y sus obispos:
origen, historia, ingresos, biografías de los miembros, relación con
el papado y con los otros obispos nacionales, relación con el Rey,
sistema de nombramientos, relaciones con el cabildo eclesiástico,
el obispo como padre y pastor, visitas, cartas pastorales, defensa de
la ortodoxia. Toda esta descripción termina con un análisis de la
inserción de la Iglesia en la sociedad que abarca la enseñanza y
educación, la asistencia benéfica y la cultura: biblioteca, arte,
pinacoteca y música.
Con respecto al estudio de la Iglesia en la América española, tanto la
historiografía española como la americana se han centrado más en temas
como el patronato, el regalismo, la evangelización de América, la Inquisición,
los títulos justificativos de la conquista. 27 Después de la tesis de Paul Ganster
sobre el cabildo eclesiástico de Lima en la segunda mitad del siglo XVIII,
lentamente comienza a escribirse la historia de los cabildos eclesiásticos 28 o
del clero parroquial, 29 abarcando un territorio nacional o un entorno geográfico
27 Borges, Pedro, (dir.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas,
BAC, Madrid, 2 vols., 1992; De la Hera, Alberto, El regalismo borbónico: en su
proyección indiana, Rialp, Madrid, 314 pp., 1963; Iglesia y Corona en la
América española, Mapfre, Madrid, 512 pp., 1992; Sánchez Bella, Ismael,
Iglesia y Estado en la América española, Eunsa, Pamplona, 332 pp., 1991;
Luque Alcaide, Elisa, y Saranyana, Joseph-Ignasi, La Iglesia católica y
América, Mapfre, Madrid, 371 pp., 1992.
28 Ganster, Paul, A social history of the secular clergy of Lima during the
middle decades of the eighteenth century, University of California, Los
Ángeles, 244 pp., 1974; Velázquez, Rafael E., Libro de acuerdos del cabildo de
la catedral de Asunción (1744-1764) y correspondencia del mismo (1610-
1784), Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción", Asunción, 200
pp., 1985; Brading, David, Una Iglesia asediada: el obispado de Michoacán,
1749–1810, Fondo de Cultura Económica, México, 302 pp.,1994; Mazín,
Oscar,Ibidem; Escamilla González, Francisco I., José Patricio Fernández de
Uribe (1742-1796). El Cabildo Eclesiástico de México ante el Estado
Borbónico, Conaculta, México, 113 pp., 1999; Ibarra, Ana C., El Cabildo
Catedral de Antequera, Oaxaca y el movimiento insurgente, El Colegio de
Michoacán, México, 378 pp., 2000.
29 Harington, Raymond, The secular clergy in the diocese of Mérida de
Yuctán,1780–1850: their origins, careers, wealth and activities, Dissertatiom
submites to the Faculty of the School of Arts and Sciences of the Catholic
Universityof América, Washington, 360 pp., 1982; Di Stéfano, Roberto,
XXVIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
determinado. Los obispos americanos han sido escasamente
estudiados como grupo, 30 poco sabemos de sus carreras
preepiscopales, aunque han despertado cierto interés en relación a
la postura adoptada frente a la independencia 31 y en algunos países
se han escrito episcopologios de carácter biográfico. Carecemos
sin embargo de estudios que se detengan en la composición del
clero y su comportamiento propio, en una visión de conjunto que
abarque las interrelaciones con la sociedad, la Monarquía y las
elites gobernantes en la conformación de los escalones de la
carrera eclesiástica.
Además ha habido una transposición de la categoría francesa de división
del clero secular, alto y bajo clero, enfrentados entre sí. El bajo clero estaría
formado por una especie de proletariado eclesiástico que incluiría a la masa de
curas párrocos, vicarios, encargados de beneficios simples, clérigos minoristas,
capellanes. Mientras que el alto clero estaría compuesto por los miembros del
cabildo eclesiástico, obispos y arzobispos. La diferencia entre alto y bajo
clero estaría determinada por su función, ascenso, formación intelectual
Clero sculare e società coloniale. La diocesi di Buenos Aires nel tramonto del
mondo coloniale, 1780-1810, tesis inédita, Universidad de Bolonia, Bolonia,
314 pp., 1997; Di Stéfano, Roberto “Abundancia de clérigos, escasez de
párrocos: las contradicciones del reclutamiento del clero secular en el Río
de la Plata (1770-1840)”, en: Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana “Dr. Emilio Ravignani”, tercera serie, números 16 y 17, Buenos
Aires, 2° semestre de 1997 y 1er semestre de 1998; Taylor, William,
Ministros de lo sagrado. Sacerdotes y feligreses en el México del siglo XVIII,
Colegio de Michoacán, Secretaría de Gobernación, El Colegio de México,
Zamora, 2 vols.,1999.
30 Cuenca Toribio, José M., Sociología del episcopado español e
hispanoamericano (1789-1985), Ediciones Pegaso, Madrid, 616 pp., 1986;
Cuenca Toribio, José M., "Iglesia y estado a fines del Antiguo Régimen: la
elección del episcopado hispano-americano (1789-1824)", en: Anuario de
Estudios Americanos, vol. 38, Escuela de Estudios Hispanoamericanos,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, pp. 106-143, 1976;
Comadrán Ruíz, Jorge, “Los sacerdotes y las prelaturas indianas durante el
período hispano”, en: Hispania Sacra, vol. 42, Instituto de Historia del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, pp. 215-249, 1990;
Castañeda, Paulino, y Marchena, Juan, La jerarquía de la Iglesia en Indias: el
episcopado americano 1500–1850, Mapfre, Madrid, 286 pp., 1992.
31 Vargas Ugarte, Rubén, El episcopado en los tiempos de la emancipación
Sudamericana, Librería e Imprenta Gil, Lima, 462 pp., 1962; Vargas Ugarte,
Rubén, Tres figuras señeras del episcopado americano, Carlos Milla Batres,
Lima, 229 pp., 1966.
XXIX

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
y recursos económicos. 32 Se da por sentado que las rentas de los
prebendados, por ejemplo, eran más altas que las de un párroco. Se
traslada de esta forma un concepto clasista de la sociedad al clero,
en el que se supone que a más jerarquía más ingresos. Esta visión,
sin embargo, tergiversa y simplifica la realidad en varios sentidos.
Un párroco de una parroquia con mucha feligresía percibía más
ingresos que un racionero. Una buena capellanía podía rentar más
que un obispado pobre. Tampoco refleja la diferencia entre las
diócesis, ya en el siglo XVII Fray Gaspar Villarroel, obispo de
Santiago de Chile, escribía al Rey 33 en 1653 solicitando que
presentase para los cabildos locales a nativos chilenos o a
españoles, porque éstos últimos ignoraban la pobreza del lugar al
que llegaban, mientras los clérigos del Perú valoraban más una
doctrina en su tierra que una prebenda en las iglesias de Chile. Es
decir, un canónigo chileno ganaba menos que un cura doctrinero
en Perú. Un capellán podía pertenecer a las elites y nunca ser
consultado por la Cámara de Indias para un obispado ni presentarse
a oposiciones parroquiales o del cabildo eclesiástico. En realidad,
la división entre alto y bajo clero lo que realmente ignora es la
verdadera composición del clero secular en el Antiguo Régimen
impidiendo ver la heterogeneidad social que lo caracterizó. Esta
visión desconoce además las diferentes modalidades de ser un
clérigo presbítero secular, las posibilidades de acceso a cada una y
la elección de ellas en función de una carrera eclesiástica. Pero
además al centrarse en criterios económicos desvincula al clero
secular, y en especial a los prebendados y obispos, de la
Monarquía y del resto de la sociedad y de sus redes de relaciones
que la conformaban, elementos fundamentales en una promoción
eclesiástica y en el desarrollo de una carrera.
Por su parte la historiografía chilena de mediados del siglo XIX y
principios del siglo XX ha mostrado mucho interés por el estudio de
la Iglesia. En el ámbito eclesiástico a partir de 1843 el arzobispado de
Santiago comenzó a publicar La Revista Católica 34 dedicada
especialmente a la historia de la Iglesia chilena y del clero. Su primera
etapa culminó en 1874 cuando fue reemplazada por la revista El
Estandarte católico. En 1892 volvió a publicarse hasta 1895, año en
que desapareció, reapareciendo definitivamente en 1901. Su reper-
32 Antón Solé, Pablo, Ibidem, p. 95.
33 Archivo del Arzobispado de Santiago de Chile, (en adelante AASCH),
Secretaría del Obispado, leg. 22, ff. 325-326.
34 Sobre la historia de La Revista Católica ver el número conmemorativo de
sus 150 años de 1993.
XXX

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
torio incluye temas históricos, teológicos y relativos a la
evangelización. Se considera al arzobispo de Santiago Valentín
Valdivieso (1847-1878) como el gran impulsor de la historiografía
eclesiástica en Chile. Fue durante su gobierno que el arzobispado
de Santiago comenzó con la publicación del Catálogo de
eclesiásticos de ambos cleros, a partir de 1850, y desde 1861 con
El Boletín eclesiástico, ambas publicaciones continúan hasta la
actualidad, aunque no con la periodicidad inicial. El primero
recogía el estado del clero regular y secular en cuanto a número de
conventos, miembros, fundaciones, número de parroquias y curas a
cargo. En el segundo se publicaban todos los decretos arzobispales
relativos al clero y gobierno de la Iglesia. Se le debe al arzobispo
Valdivieso la preocupación inicial por recuperar las huellas del
pasado que se instaló en Chile en el siglo XIX. En un viaje a
España recopiló e hizo copiar documentación eclesiástica chilena
de los archivos de Indias y Simancas con el fin de que su sobrino
Crescente Errázuriz escribiera una historia de la Iglesia chilena.
Esta preocupación tuvo un carácter combativo ante la instalación
de corrientes laicas y anticlericales en la política local.
En efecto, el tema de la historia de la Iglesia en Chile a fines
del siglo XIX y principios del XX se enfocó desde dos grupos
historiográficos 35 . El primero formado por historiadores
profesionales 36 nucleados en torno a Diego Barros Arana y Miguel
Luis Amunátegui, sostenía el postulado del conservadurismo
eclesiástico frente al estado progresista del siglo XIX. El segundo
grupo formado por historiadores católicos con menos profesionalismo,
sacerdotes o laicos, entre ellos Crescente Errázuriz, 37 Carlos Sil-
35 Cfr. Vergara Quiroz, Sergio, “Iglesia y Estado en Chile, 1750-1850”, en:
Historia, N° 20, Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago, pp. 322-323, 1985.
36 El tema ha dado mucho que hablar en la historiografía chilena, un estudio
exhaustivo en Walter Hanisch, SJ, “Aspectos religiosos de la historiografía
chilena”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 104, Impresos
Universitaria, Santiago, pp. 107-165, 1994.
37 Errázuriz Valdivieso, Crescente, Los orígenes de la Iglesia chilena 1540-
1603, Imprenta del Correo, Santiago, 562 pp., 1873. En la misma línea
historiográfica ver Eyzaguirre, José Ignacio, El catolicismo en presencia de
sus disidentes, Garnier Hnos., París, 2 vols., 1873, también del mismo autor
Historia eclesiástica, política y literaria de Chile, Imprenta El Correo de
Valparaíso, Valparaíso, 3 vols.,1850; Gandarillas, Francisco B., La provincia
eclesiástica chilena: erección de sus obispados y división en parroquias,
Publicación de la sociedad Bibliográfica de Santiago, Friburgo de Brisgovia,
684 pp., 1895.
XXXI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
va Cotapos, 38 José Hipólito Salas, para quienes el Estado, como
institución anticatólica y atea, se oponía a la Iglesia restringiéndola
en sus derechos e interviniendo en ella. 39 Por tanto al acercarse a la
historiografía chilena de esta época hay que tomar muy en cuenta
la postura política del autor.
Más científico es sin duda el legado historiográfico total de
José Toribio Medina 40 y las abundantes fuentes de primera mano
que allí encontramos. Constituye un aporte fundamental a nuestra
temática, pero además expresan una época de recuperación del
pasado del país y de las fuentes para el conocimiento de su
historia. 41 Al encargo del gobierno chileno hecho a Medina de
copiar documentación del Archivo de Indias en Sevilla, se sumó el
del vicario capitular del arzobispado Joaquín Larraín Gandarillas,
por decreto de 1885, 42 de copiar la documentación eclesiástica
chilena de ese repositorio, copia hoy conservada en el archivo del
arzobispado.
El camino de nuestro estudio fue preparado asimismo por el
Diccionario del clero chileno, escrito por Luis Prieto del Río, 43 y
por los Rasgos biográficos de eclesiásticos de Concepción, de
Reinaldo Muñoz Olave, 44 ambas obras formadas por una serie de
biografías.
38 Silva Cotapos, Carlos, Historia eclesiástica de Chile, Imprenta San José,
Santiago, 387 pp., 1925; Don José Santiago Rodríguez Zorrilla, Obispo de
Santiago de Chile (1752-1832), Imprenta San José, Santiago, 431 pp., 1915.
39 Ver Barrios Valdés, Marciano, “La historiografía eclesiástica chilena como
instrumento político, 1848-1918”, en: Anuario de Historia de la Iglesia, N° 1,
Alfabeta Impresores, Santiago, pp. 11-26, 1983.
40 Medina, José T., Biblioteca Hispano-Chilena (1523-1817), Imprenta
Elzeviriana, Santiago, 4 tomos, 1899; Cosas de la colonia. Apuntes para la
crónica del siglo XVIII, Imprenta Ercilla, Santiago, 500 pp., 1889; Diccionario
biográfico colonial de Chile, Imprenta Elzeviriana, Santiago, 1004 pp., 1906;
Historia del tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile, Imprenta
Ercilla, Santiago, 2 vols., 1890; Historia de la Instrucción Pública en Chile
desde sus orígenes hasta la fundación de la Universidad de
San Felipe, Imprenta Elzeviriana, Santiago, 2 vols., 1905; Historia de la Real
Universidad de San Felipe, Imprenta y Litografía Universo, Santiago, 2 vols.,
1928.
41 Feliú Cruz, Guillermo, Historiografía colonial de Chile, 1796-1886, tomo 1,
Fondo Histórico y bibliográfico José Toribio Medina, Santiago, 519 pp.,
1957.
42 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 43.
43 Prieto del Río, Luis F., Diccionario biográfico del clero secular de Chile.
1535-1918, Imprenta Chile, Santiago, 736 pp., 1922.
44 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos de eclesiásticos de Concepción.
1552-1818, Imprenta San José, Santiago, 548 pp., 1916.
XXXII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Raimundo Arancibia 45 completó el estudio de Prieto del Río a
partir del período en que éste terminaba, es decir entre 1918 y
1968. Comenzó sin embargo aproximadamente en la década de
1930 un desinterés por los temas eclesiásticos y clericales.
Posiblemente influyó en esto la separación de la Iglesia y el Estado
en Chile de 1925, después de la cual simplemente la historiografía
privilegió otra temática, aunque siguió investigándose sobre temas
eclesiásticos, en forma aislada y esporádica en comparación con el
estudio sistemático de las décadas anteriores. El Boletín de la
Academia Chilena de la Historia y la Revista Chilena de Historia
y Geografía, muestran este proceso. Renació la historia de la
Iglesia durante la década de 1960 en torno a un grupo de
historiadores que paulatinamente fueron colocándola nuevamente
en la palestra, entre ellos Fidel Araneda, Javier González
Echenique, P. Walter Hanisch, P. Gabriel Guarda y Monseñor
Carlos Oviedo Cavada. 46 Particularmente éste último realizó un
trabajo de investigación sobre los obispos chilenos con fuentes
vaticanas e impulsó un trabajo de investigación conjunta con otros
historiadores que dio como fruto el Episcopologio chileno, 47 que
ha nutrido en parte el trazado de las carreras de los obispos
chilenos en nuestro propio estudio. Las revistas Teología y vida e
Historia, de las facultades de Teología e Historia de la Pontificia
Universidad Católica, fundadas en 1960 y 1961 respectivamente,
participaron de este proceso ya que en ellas publicaban los autores
citados. Hacia 1980 un grupo de historiadores laicos y de las
órdenes religiosas fundaron la Sociedad de Historia de la Iglesia,
que a partir de 1983 empezó a publicar el Anuario de Historia de la
Iglesia, privilegiando en el mismo la publicación de fuentes
además de los estudios sobre temas eclesiásticos.
Hemos consultado mucha bibliografía francesa con la que, en
realidad, nos introdujimos en el tema de los cabildos eclesiásticos, a
45 Arancibia Salcedo, Raimundo, Diccionario biográfico del clero secular
chileno, 1918-1968, Editorial Neupert, Santiago, 262 pp., 1969.
46 Cfr. Barrios Valdés, Marciano, Pensamiento teológico en Chile, contribución
a su estudio. Historiografía eclesiástica chilena, 1918-1988, vol. XL (1989)
cuaderno 2, Anales de la Facultad de Teología, Pontificia Universidad
Católica de Chile, Santiago, 110 pp., 1990, donde están recopiladas las
publicaciones de estos autores.
47 Oviedo Cavada, Carlos, (dir.), Episcopologio chileno 1561-1815, Ediciones
de la Universidad Católica de Chile, Alfabeta Impresores, Santiago, 4 tomos,
1992. Con anterioridad había publicado sobre el tema la obra Carlos Oviedo
Cavada, Los obispos de Chile 1561–1978, Santiago, Editorial Salesiana, 271
pp., 1979.
XXXIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
la que consideramos en su conjunto como puntera en el estudio de
la Iglesia en la sociedad y del clero, y a la que adherimos en sus
principales enfoques. Y no es raro que lo sea ya que Philippe
Loupès estima que la Francia del Antiguo Régimen contaba con
alrededor de setecientos cabildos y entre quince y dieciocho mil
canónigos. Desde mediados del siglo XIX los historiadores
franceses se han interesado en los cabildos catedrales, sobre todo a
nivel regional. En los últimos años se ha renovado este interés
fundamentalmente a partir de la tesis doctoral del mismo Philippe
Loupès 48 sobre los cabildos de Guyena desde fines del siglo XVI a
fines del XVIII. Recientes estudios muestran que este interés no ha
decaído, sobre todo en la perspectiva del origen social de los
prebendados y de la causa de la elección de ese tipo de vida. 49 El
aporte fundamental de la historiografía francesa al estudio de los
cabildos eclesiásticos ha sido remarcar su dualidad religiosa y
administrativa ya que siendo su origen religioso, la alabanza a Dios
por medio del rezo del oficio en las sedes episcopales, los cabildos
llegaron a cumplir funciones de gobierno a nivel diocesano. En
esta última perspectiva cobran importancia las historias de vida de
los prebendados, sus orígenes urbanos o rurales, sus estudios
universitarios, sus linajes y dinastías dentro de la corporación, sus
formas de ingreso en la vida religiosa, su permanencia dentro del
cabildo y sus ascensos en la administración diocesana. Un punto de
análisis en el que los historiadores se han detenido particularmente
es la permanencia de las prebendas entre los miembros de una
misma familia por varias generaciones, a través de las renuncias in
favorem. Esta constatación abrió paso al estudio de las redes de
familia a nivel local y a la inserción de las elites en la Iglesia
diocesana. El enfoque del tema no se sitúa por lo tanto en un
ámbito historiográfico que podría denominarse “historia de la
Iglesia” como si fuera una historia aparte del resto de la
historiografía francesa. En esta perspectiva situamos nuestro
propio estudio sobre el clero secular chileno, anclado en la realidad
bi-jurisdiccional de la Monarquía española durante el Antiguo
Régimen.
48 Loupès, Philippe, Chapitres & chanoines de Guyenne aux XVIIe et XVIIIe
siècles, Èditions de l'Ècole des Hautes Ètudes et Sciences Sociales, París, 590
pp., 1985.
49 Dompnier, Bernard (ed.), Vocations d'Ancien Régime. Les gens d'Eglise en
Auvergne aux XVIIe et XVIIIe siècles, Revue d'Auvergne, Clermont Ferrand,
257 pp., 1997.
XXXIV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Fuentes necesarias y fuentes disponibles
Al definir nuestro tema como la relación del clero secular chileno
con la Monarquía, queda claro que el Archivo de Indias ha sido el
que nos ha aportado las principales fuentes de nuestra
investigación. Particularmente la documentación específica de la
Cámara de Indias ha sido clave para establecer y describir esa
relación. Hacia la Cámara convergían las relaciones de méritos de
los candidatos a vacancias, las cartas de recomendación enviadas
desde el reino por los gobernadores, virreyes, obispos y arzobispos,
las pretensiones personales o a través de agentes de negocios o
familiares y amigos, con el fin de conseguir una prebenda,
obispado u arzobispado. Con esta documentación se elaboraban las
consultas de la Cámara de Indias al Rey, documento éste clave en
la selección del personal administrativo y eclesiástico, y por lo
tanto también clave en esta tesis, pero profundamente complejo de
considerar. Cada instancia relacionada con la selección del
personal eclesiástico dejaba en él su veredicto, no siempre tan
evidente de interpretar a primera vista. Llama poderosamente la
atención que haya sido tan poco usado en los estudios sobre el
clero secular. Nuestro análisis se basa en la consideración de ciento
sesenta y cinco consultas de vacancias de las prebendas del cabildo
eclesiástico de Santiago, cincuenta y ocho consultas de las
prebendas del cabildo eclesiástico de Concepción y quince
consultas del obispado de Santiago y otras diecisiete del obispado
de Concepción. Asimismo hemos considerado las provisiones de
las vacancias sin consultas a la Cámara de Indias, datos que se
encuentran dispersos en consultas de obispados y vacancias de
prebendas de otros reinos de la Monarquía.
En efecto, nuestra investigación en Sevilla no se limitó a las
series que hacían explícita referencia a Chile, sino que revisamos
la documentación de otras audiencias de la América del sur.
Decíamos más arriba que nos interesa en esta tesis describir el
sistema, en función de esto realizamos la investigación buscando
de qué manera el clero secular chileno estaba insertado en el
sistema de ascensos y consultas y cómo lograron insertarse. En
esta perspectiva encontramos datos fundamentales sobre todo en
los legajos de la Audiencia de Lima (Arequipa, Trujillo), pero
también en los de Santa Fe, Charcas, Quito, Cuzco y Panamá. La
magnitud y riqueza de esta información nos llevó además a
decidirnos por estudiar la relación eclesiástica entre Chile y Perú
desde el archivo de Indias sin consultar los archivos peruanos.
También revisamos sistemáticamente las cartas de los
gobernadores de Chile y virreyes de Lima buscando las
recomendaciones de los clérigos del reino de Chile. Estas se encuen-
XXXV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tran en los legajos relativos a la correspondencia entablada con el
Consejo de Indias o en la correspondencia con la secretaría de
gracia y justicia. Esta cartas nos permitieron establecer el origen y
el final de la conexión limeña en la estructuración de una carrera
eclesiástica a través del rol de la recomendación del virrey o del
gobernador, y el momento a partir del cual es posible vislumbrar
que las elites chilenas se conectaron directamente con la
Monarquía autónomamente del contacto vía Lima.
En Madrid también buscamos en los archivos de la Inquisición
la relación del clero secular chileno con este tribunal. Ésta se limitó
a solicitudes para ser comisarios o calificadores del Santo Oficio
en los respectivos obispados. Aprovechamos especialmente las
genealogías de los clérigos mencionados en los expedientes de
limpieza de sangre.
Con respecto a las fuentes chilenas consultadas, el viaje de
investigación que realizamos al archivo eclesiástico del
arzobispado de Concepción resultó infructuoso en la búsqueda de
fuentes para el período de nuestro estudio. En la actualidad el
archivo se encuentra en una etapa (comenzada en marzo de 2003)
de recuperación de los documentos e inicios de clasificación. El
trabajo de búsqueda de fuentes que nos fue permitido realizar nos
permitió llegar a la siguiente conclusión: probablemente no existe
documentación original emanada de la administración diocesana
de los siglos XVII y XVIII, por dos razones. La primera porque se
perdió con el terremoto y maremoto de 1751, que arrasó con la
ciudad de Penco, sede del obispado. La segunda, porque un
incendio acaecido en 1949 destruyó gran parte del archivo,
ignorándose las pérdidas exactas por la falta de catalogación de la
documentación al momento de registrarse el siniestro. Más aún,
nunca se catalogó la documentación. Este archivo en la práctica
sólo guarda documentos a partir de la erección del arzobispado en
1840. Las informaciones confusas que hay al respecto permiten
creer, sin embargo, que en caso de existir documentación del
período anterior podría estar dispersa entre el Seminario de la
diócesis y algunas oficinas del obispado. Una situación semejante
detectamos en relación al archivo de la catedral de Concepción.
Aparentemente en algún momento de la historia se unificaron el
archivo de la catedral y el del obispado, corriendo así el primero el
destino del segundo.
El estudio del clero secular de Concepción con fuentes originales,
por tanto, debe hacerse desde los archivos de la Capitanía General de
Chile y Real Audiencia de Chile, y desde el Archivo General de Indias.
Esta realidad limita, sin embargo, el estudio del clero por la
desaparición de información irremplazable, propia y específica,
XXXVI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
emanada de la administración diocesana: expedientes de órdenes,
de congruas, patrimonios, Libro de órdenes, oposiciones
parroquiales, etc. Contamos sin embargo con los rigurosos estudios
de Reinaldo Muñoz Olave, 50 que consultó documentación original
conservada en el archivo del arzobispado anterior al incendio de
1949, y que hoy día, por la situación relatada, se ha transformado
en fuente para el estudio de la iglesia de Concepción.
El estado de la documentación referente al clero secular del
obispado de Santiago de Chile es muy diferente. El archivo del
obispado, reorganizado también a partir de la erección de la
diócesis como arzobispado, cuenta con documentación original
bien conservada, catalogada y posible de consultar. Para el período
que abarca nuestro estudio se encuentran a la vez documentación
original y copias del Archivo General de Indias, sobre todo cartas
de los obispos al Rey donde figuran las recomendaciones del clero
y copias de relaciones de méritos. También se conserva la
documentación entregada por los opositores para concursos a los
curatos del reino, con valiosos datos biográficos de los
concursantes. El libro de órdenes nos aportó los datos exactos
sobre la fecha de ordenación y título, importantes al considerar en
relación al desarrollo de una carrera. El fondo de capellanías es
uno de los más completos y mejor conservado del archivo.
Interesan al tema del desarrollo del clero secular las capellanías
eclesiásticas fundadas con el fin de otorgar una congrua de
sustentación a miembros de las propias familias. Para un camino
de ascensos eclesiásticos la capellanía no actúa como motor. Por
eso no realizamos ningún estudio exhaustivo de las capellanías que
poseían los canónigos porque no agregaba un elemento decisivo a
la explicación de una carrera, pero si alargaba considerablemente
la investigación. Los legajos de reales cédulas aportaron elementos
para evaluar las relaciones del clero con la Monarquía, ya que éstas
manifiestan la autoridad real en su relación con el obispo, los
cabildos eclesiásticos y sus miembros. Las cartas entre el cabildo
eclesiástico y el obispo también han aportado elementos para entender
50 Muñoz Olave, Reinaldo, Historia de la diócesis de Concepción, Fundación
Alemana para el Desarrollo, Instituto de Historia Pontificia Universidad
Católica de Chile, Santiago, 342 pp., 1973; El Seminario de Concepción
durante la colonia y la revolución de la independencia, Imprenta San José,
Santiago, 422 pp.,1915; La Iglesia catedral de Concepción de Chile. Datos
para su historia, Imprenta J. V. Soulodre & Cía, Concepción, 186pp., 1910;
Rasgos biográficos..., op. cit.; Yerbas Buenas, Linares i San Javier, pájinas de su
historia, Encuadernación O’Higgins, Concepción, 220 pp., 1911.
XXXVII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
la relación entre estas dos instituciones eclesiásticas. Lo mismo
ocurre con la correspondencia entre el gobernador y el obispo.
Las actas del cabildo eclesiástico guardadas en el Archivo de
la Catedral de Santiago, han aportado los datos relativos a la toma
de posesión, ascensos y muerte de los prebendados. Las reuniones
y la correspondencia capitulares han sido útiles al tema en la
medida en que incluían elementos relativos a las relaciones con
otras instituciones de la Iglesia, el gobierno o educativas. Sin
embargo la investigación en este archivo fue limitada por la
imposibilidad de investigar propiamente, dado el sistema de
atención instaurado sin índices ni catálogos, según el cual el
investigador pide lo que sabe que necesita y se le entrega pero sin
tener la visión de conjunto de lo que efectivamente hay en el
archivo.
En el Archivo Nacional Histórico hemos consultado en el
fondo de los escribanos de Santiago los testamentos de los
canónigos, extrayendo de éstos datos familiares y relativos a la
muerte. Hemos consultado asimismo relaciones de méritos y
algunos pleitos en los legajos de la Audiencia sobre los que
hacemos referencia en nuestro análisis. En los fondos de la
capitanía general nos detuvimos en las cartas entre los obispos y
los gobernadores en que los primeros informaban a los segundos
sobre los opositores y las ternas de los concursos parroquiales.
También la Sala Medina de la Biblioteca Nacional nos aportó
sobre todo relaciones de méritos que complementaron las
publicadas en la Biblioteca Hispano-Chilena. 51
No toda la documentación consultada está citada en la tesis,
pero si ha sido utilizada para reconstruir las carreras del clero
secular chileno y de todos los consultados por la Cámara de Indias
y pretendientes a vacancias eclesiásticas chilenas, almacenada en
la base de datos Fichoz, que nos ha permitido determinar carreras
tipos que son las que analizamos en este estudio.
Las elites chilenas y la Monarquía española
Si en el siglo XVI en Chile pertenecer a las elites y poseer
encomiendas eran sinónimos, en el siglo XVIII la encomienda y el
status social se desligaron. 52 Para ser rico había que tener tierra,
mano de obra, caminos propios de comercializar los contactos políti-
51 Medina, José T., Biblioteca Hispano-Chilena..., op. cit.
52 Cfr. Amunátegui Solar, Domingo, Las encomiendas de indígenas en Chile,
Ed. Cervantes, Santiago, 2 vols., 1908.
XXXVIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cos. 53 La tierra se concentró en pocas manos, formándose
latifundios que conformaban unidades económicas estables, más
centradas en la ganadería de exportación a Potosí y Perú que en la
agricultura. Según Mario Góngora 54 el sentido mercantil de la
aristocracia chilena, como él la denomina, se tradujo en la
participación de los estancieros en las exportaciones al Perú de
ganado o negocios de importaciones de mercancías. No estaba
ausente tampoco un aspecto financiero, no tan ligado a la
producción sino a los préstamos y censos que gravaban las
propiedades raíces. Esta aristocracia terrateniente era a la vez un
patriciado urbano desde que la conquista se consolidó y pacificó.
Vivían en casas principales en las ciudades en las que vendían los
productos de sus chacras. Participaban en el cabildo secular por
elección o por compra de oficios, mandaban las milicias urbanas y
rurales, sus hijos eran los canónigos del cabildo eclesiástico y los
prelados de las religiones femeninas y masculinas. La relación con
el clero se estrechaba por los préstamos a censo. El monopolio de
la tierra por parte de la elite (tierras rurales, urbanas y suburbanas)
impulsó el monopolio de la mano de obra. En ese escenario el
indio se convirtió en un campesino mestizo. A fines del siglo XVII
este proceso estaba casi acabado. En suma, concluye Góngora, la
aristocracia chilena era a la vez terrateniente y ciudadana,
medianamente abierta, con un ascendiente que provenía de la
concurrencia de los múltiples factores que hemos descrito.
Pero Chile no era autónomo económicamente, dependía para su
sostén del real situado enviado desde la administración limeña en el
siglo XVII, 55 es decir de fondos remitidos a las reales cajas chilenas
para pagar el ejército permanente que la Monarquía sostenía en la
frontera indígena de Concepción, del cual también se pagaban además
los sínodos de los curas de ese obispado. En efecto Concepción
53 Cfr. Góngora, Mario, Estratificación social urbana en Chile (siglos XVI, XVII
y primera mitad del XVIII, University of Wisconsin, Center for Latin
American Studies, Milwaukee, 31 hojas, 1971.
54 Góngora, Mario, Encomenderos y estancieros: estudios acerca de la
constitución social aristocrática de Chile después de la conquista, 1580-1660,
Universidad de Chile sede Valparaíso, Valparaíso, pp. 124-129, 1970.
55 Silva Vargas, Fernando, “Perú y Chile. Notas sobre sus vinculaciones
administrativas y fiscales (1785-1800)”, en: Historia, N° 7, Instituto de
Historia Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, pp. 158 y sig.,
1968. Desde 1687 el situado para Concepción se remitía a Chile desde las
cajas de Potosí. Los situados para Valdivia y Chiloé se siguieron pagando de
las cajas reales de Lima durante el siglo XVIII.
XXXIX

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
era uno de los obispados “de caja”, 56 es decir que dependían de las
cajas reales para su sostén por los exiguos que eran los diezmos.
El panorama general que acabamos de resumir cambió
radicalmente en el siglo XVIII. La población aumentó, se
desarrollaron las exportaciones de trigo, la minería resurgió y se
abrieron nuevas rutas de comercio a través del Río de la Plata y el
Cabo de Hornos. El terremoto que asoló el Perú en 1687 y la
destrucción de las cosechas de trigo que le siguieron abrieron la
posibilidad de colocar en ese mercado trigo proveniente del norte
chico y del valle central chileno. Aunque en términos generales
Chile dependía del comercio del ganado y la agricultura de
subsistencia, para algunos latifundistas el nuevo mercado peruano
abrió nuevas posibilidades. 57 En el mismo escenario geográfico
que la producción agrícola, creció la explotación de oro. Esta
última de ser casi inexistente pasó a rendir 350,000 pesos anuales
hacia 1750. Los comerciantes pronto fueron los intermediarios de
la venta de oro entre Chile y Perú, comprando el oro sin amonedar
a bajo precio. La prosperidad aumentó el consumo. Por las nuevas
rutas comerciales del Cabo de Hornos y del Río de la Plata,
abiertas por la suspensión del sistema de Flotas y Galeones,
ingresaron artículos de lujo, esclavos y otros productos tales como
la yerba mate o azúcar. 58 Junto al comercio legal, y en una escala
desconocida, aumentó el contrabando de cuyos artículos se nutrían
los comerciantes chilenos. La prosperidad trajo también un
aumento de la población, por crecimiento vegetativo y por
inmigración. La ciudad de Santiago en 1764 tenía 20,000
residentes. Cabe destacar que la provincia de Concepción quedó al
margen de este proceso por la lejanía de los centros de desarrollo.
Entre las elites chilenas, la santiaguina en el siglo XVIII fue la
mayor beneficiaria de los cambios del reino.
La expansión económica tuvo también considerables consecuencias
en lo religioso. Aumentaron las instituciones de capellanías y se
engrosaron sus principales, crecieron los préstamos a censo. Hubo
56 En el siglo XVIII eran de caja aún los obispados de Cartagena de Indias,
Paraguay, Córdoba del Tucumán, Popayán, Nicaragua, Comayagua, Buenos
Aires, Concepción de Chile, Santa Marta y Santa Cruz de la Sierra.
57 Cfr. Ramos, Demetrio, Trigo chileno, navieros del Callao y hacendados
limeños entre la crisis agrícola del siglo XVII y la comercial de la primera
mitad del siglo XVIII, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Instituto Fernández Oviedo, Madrid, pp. 26-31, 1967.
58 Villalobos, Sergio, Historia de Chile, Ed. Universitaria, Santiago, pp. 143 y
ss., 1974.
XL

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
nuevas parroquias y se multiplicaron en el campo los oratorios
particulares. El desarrollo económico y el crecimiento demográfico
consolidaron también a la Iglesia. Pero esta expansión tuvo para el
Estado y la Iglesia la misma frontera indígena, que constituía el
límite de la cristiandad colonial no sólo del reino de Chile sino
también del imperio español en América. Las nuevas
oportunidades económicas implicaron el ascenso social de la
mayoría de las familias de las elites chilenas. Igualmente creció la
capacidad de tener influencia en la corte y de reducir la
dependencia cultural y económica de Lima. En 1736 se había
creado ya una Diputación de Comercio, conservando el Consulado
de Lima sólo el derecho de apelación. En 1749 se inauguró una
Casa de Moneda y en 1747 abrió formalmente la Universidad de
San Felipe, subsidiada por el cabildo secular.
Las reformas borbónicas de fines del siglo XVIII acentuaron
la autonomía de las elites chilenas. Las reformas apuntaban a un
aumento de ingresos para la Corona con el fin de poder afrontar los
gastos militares de seguridad de las fronteras del imperio y las
guerras entabladas con sus enemigos. Si bien los motivos fueron
imperiales, no locales, requirieron de la cooperación de las elites
locales. En Chile en el plano militar se acentuó este mutua
necesidad: el reclutamiento de las tropas necesarias para
contrarrestar tanto a los enemigos externos como a los indígenas
no podía efectuarse sin un respaldo de los líderes locales.
Simultáneamente, el auge económico aumentó los ingresos
chilenos, lo que favoreció la separación administrativa del Perú. En
el reino de Chile las reformas se tradujeron en un reforzamiento de
las instituciones locales, se erigieron cabildos en varias ciudades
(rápidamente dominados por los hacendados locales) 59 y se dotó de
nuevo vigor al de Santiago. La creación del Tribunal de Minería y
del Consulado complementaron este proceso que permitió a las
elites desarrollar políticas y propuestas que favorecieran sus
intereses. Los municipios no eran solamente unidades
administrativas sino también un espacio autónomo de acción
política.
En definitiva las reformas borbónicas acrecentaron los contactos
directos entre las elites chilenas y la Monarquía por medio de
canales de comunicación que las elites sociales locales entablaron y
controlaron. La acción política de las elites y el control efectivo del reino
59 Lorenzo Schiafino, Santiago, “Los hacendados chilenos y las fundaciones
del siglo XVIII”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 104,
Editorial Universitaria, Santiago, pp. 100 y ss., 1994.
XLI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
descansó precisamente en la explotación para su propio beneficio
de las relaciones con los agentes de poder exteriores al reino.
Como señala Christian Windler 60 el ejercicio del poder político
desde los municipios presuponía la capacidad de establecer
contactos escritos, emprender procedimientos administrativos e
intervenir en los mismos. Se incrementó por eso en los municipios
el poder de quienes podían efectivamente establecer contactos con
agentes de poderes externos e influir, a la vez, sobre la toma de
decisiones ya que estos grupos elitarios instrumentalizaban la
actividad política según sus propios intereses. De parte de las elites
uno de los objetivos primordiales fue el conquistar una situación
que le permitiera entablar un contacto directo con la burocracia
real. Por eso buscaron afanosamente colocar a miembros en el
ejército, la Iglesia, los tribunales y la administración real.
Una nueva elite chilena
Cuatro son las características que le atribuye Jacques Barbier 61 a
las nuevas elites promotoras y beneficiarias de los cambios del
reino a mediados del siglo XVIII. 1) Autonomía como fruto de la
apertura de las rutas del Cabo de Hornos y del Río de la Plata, por
un lado, y de la política borbónica de venta de cargos
administrativos durante la guerra de sucesión, por otro. 2)
Diversificación de sus intereses económicos en varias ramas de la
economía. En el caso de los comerciantes, éstos operaban como
mayoristas o minoristas y vendían un amplio espectro de productos
chilenos, peruanos, rioplatenses, españoles o extranjeros. Este
último aspecto representa el alcance geográfico de la elite que
hacia mediados del siglo XVIII tenía agentes y socios en
Valparaíso, Mendoza, Lima y Buenos Aires. 3) Marcadamente
mercantil en su composición. 4) Aristocrática en sus inversiones
tanto en cargos administrativos, como en tierras y títulos
nobiliarios. No había en Chile cargos administrativos apetecibles,
por lo cual quien quisiera hacer carrera tenía que pensar en irse,
Perú fue uno de los lugares más elegidos. La elite invirtió también
fuertemente en tierras y en títulos de Castilla. Fundaron además
mayorazgos.
60 Windler, Christian, Elites locales, señores, reformistas. Redes clientelares y
Monarquía hacia finales del Antiguo Régimen, Secretariado de Publicaciones
de la Universidad de Sevilla, Universidad de Córdoba, Sevilla, pp. 59-170,
1997.
61 Barbier, Jacques, Ibidem, capítulo 2.
XLII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Los cambios económicos del siglo XVIII permitieron que
nuevas familias de extracción mercantil ingresaran a las elites
tradicionales por medio de alianzas matrimoniales. Una vez
consolidadas tendían también a aliarse por medio de matrimonios
con los cuadros administrativos. Una expresión de este proceso fue
el ritmo de adquisición de títulos de Castilla 62 y la fundación de
mayorazgos. A los dos títulos de Castilla del siglo XVII se
sumaron otros cuatro en el XVIII. 63 Si en el siglo XVII se fundaron
cuatro mayorazgos en Chile, en el XVIII se fundaron otros diez y
siete, acentuándose el ritmo de las mismas a partir de 1755. Esta
última fecha es la que considera Jacques Barbier como divisoria
entre la vieja y las nuevas elites chilena. En particular llama la
atención que de las fundaciones y creaciones anteriores a 1755,
tres fueron hechas por presidentes de audiencias y cuatro por altos
funcionarios, es decir por individuos conectados con círculos
administrativos imperiales. En cuanto a las fundaciones posteriores
a 1755, siete de los once mayorazgos fueron fundados por
mercaderes. Este segundo núcleo careció del alto nivel de conexión
política del primero, sólo Francisco García Huidobro ocupaba un
cargo administrativo. Coincidimos con Barbier en llamar nueva a
la elite social renovada que se asienta en la primera mitad del siglo
XVIII más que considerarla en términos de “vasco castellana” 64
por el origen regional español de los recién llegados e
incorporados. Las nuevas elites eran chilenas en cuanto al lugar de
la fusión de los vascos con las elites tradicionales del reino y las
redes de contacto con la Monarquía se tendieron desde Chile y se
incluyeron, sin duda, en las redes comerciales vascas existentes,
conectando por medio de ellas al reino de Chile con la Monarquía.
Como hemos dicho, por estas redes circulaban contactos, favores,
ideas y mediación política, lo que permitió a esta nueva elite participar
de los más altos cargos administrativos y eclesiásticos del impe-
62 Cfr. Amunátegui Solar, Domingo, La sociedad chilena del siglo XVIII.
Mayorazgos y títulos de Castilla, Editorial Zamorano y Caperán, Santiago, 3
vols., 1901.
63 Cfr. Lira Montt, Luis, “La concesión de títulos de Castilla a los habitantes
de Indias. Estudio histórico-jurídico”, en: Boletín de la Academia Chilena de
la Historia, N° 21, Editorial Universitaria, Santiago, sobre todo pp. 192-197,
1987.
64 Stabili, María Rosaria, “Hidalgos americanos. La formación de la elite
vasco-castellana de Santiago de Chile en el siglo XVIII”, en: Schröter,
Bernard, y Büschges, Christian (eds.), Beneméritos, aristócratas y
empresarios. Identidades y estructuras sociales de las capas altas urbanas en
América Latina, Vervuert, Madrid, pp. 133-155, 1999.
XLIII

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
rio y del reino. No es casual sin duda que fueran hijos de vascos
avecindados en Chile los que encontremos en los cabildos
eclesiásticos y obispados: Larraín, Martínez Aldunate, Azúa e
Iturgoyen, Alday, etc., quienes forjaron sus carreras por medio de
un juego de vínculos de parentesco, amistad y paisanaje. Un
ejemplo extraordinario de este tipo de red en la conformación de
un nuevo liderazgo lo encontramos en los vínculos comerciales
entre Francisco García Huidobro y la casa de Ustariz, familia
originaria del valle del Baztán. 65 En torno a esta familia se
conformó una red comercial desde Cádiz que incluía a
comerciantes de México, Lima, Buenos Aires, Pamplona, Chile,
Guatemala, etc., por medio de las cuales actores locales podían
vincularse con la Monarquía.
Los estudios sobre las elites gobernantes, normalmente
recogen el hecho de que miembros de las familias que la
componen llegaron a ocupar altos cargos de la jerarquía tanto civil
como eclesiástica, a veces mantenidos por varias generaciones. A
los cargos eclesiásticos los consideran sólo como un signo más de
prestigio y honores. Pensamos por nuestra parte que constituyen
uno de los criterios que define la pertenencia o no de una persona o
familia a la elite. En la Monarquía española, el control por parte
del Rey de la jurisdicción eclesiástica, la más poderosa después de
la propia real, 66 tuvo un papel esencial en el sistema de gobierno
como instrumento que le permitió al monarca intervenir en la
conformación del liderazgo local. La coincidencia de ambas
jurisdicciones en sus manos reforzaba notablemente su capacidad
negociadora, al darle un monopolio casi completo de la
distribución de los honores. No es casual que el mismo órgano de
gobierno, la Cámara de Indias, administrara la gracia real de las
concesiones de vacancias administrativas y eclesiásticas del
imperio español. Entre estas últimas, era la encargada de proveer
los beneficios eclesiásticos mayores, canonjías, dignidades y
obispados, mientras que los menores se definían localmente. Esto
significa que el Rey, a través de la Cámara de Indias, se reservaba
el control del gobierno de la Iglesia por medio de la selección de
65 Imízcoz, José M., “De la comunidad a la nación: elites locales, carreras y
redes sociales en la España moderna (siglos XVII-XIX)”, en: Imizcoz, José M.,
(dir), Elites, poder y red social.... op. cit., p. 201. En el capítulo 6 citamos el
texto completo de una carta entre Francisco García Huidobro y el
comerciante vasco Juan Agustín Ustariz que muestran los vínculos
comerciales existentes entre ambos.
66 K. De Dios, Salustiano, Gracia, merced y patronazgo real. La Cámara de
Castilla entre 1474-1530, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 430
pp., 1993.
XLIV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
todos los miembros del clero que ejercía funciones de gobierno.
Por eso las carreras dentro de los cabildos eclesiásticos, que según
la tradición hispánica conservaron un papel administrativo dentro
de las diócesis, 67 eran la antesala de las mitras. En este contexto
evaluaremos en esta tesis el rol del Rey en la conformación de la
elite chilena a través del patronato real y el papel integrador de las
elites chilenas a la Monarquía que jugaron las instituciones
eclesiásticas.
En este sentido el estudio de la conformación de la jerarquía
del clero secular chileno ofrece un interés especial. Tardíamente
con respecto al clero de otros lugares de América, recién en el
siglo XVIII nos encontramos con un clero numeroso, de origen
local, que hizo su carrera en los dos cabildos eclesiásticos
existentes, Santiago de Chile y Concepción, desde los cuales
algunos fueron promovidos a obispados y arzobispados
americanos. El clero secular chileno en el siglo XVII compartió el
destino del país. Las potentes rebeliones indígenas, desastres
climáticos, terremotos sumieron a Chile en esta centuria en una
pobreza extrema. El gran problema de la Iglesia fue la escasez de
clérigos, o su mala formación cuando los había. El panorama de la
Iglesia cambió radicalmente en el siglo XVIII, cuando se conformó
una nueva elite, entre cuyas familias la Cámara de Indias
seleccionó a los miembros de los cabildos eclesiásticos abriéndose
así el camino hacia los obispados. Miembros de las elites chilenas,
nativos chilenos, conquistaron rápidamente algunos de los puestos
más altos de la jerarquía eclesiástica del imperio español en
América. Entre ellos dos hicieron su carrera precapitular en Lima.
El primero fue Manuel Antonio Gómez de Silva, quien fuera
primero canónigo de la catedral de Santiago de Chile, y desde el
deanato del cabildo eclesiástico de Lima y ascendió al obispado de
Cartagena de Indias en 1726. En 1728 fue presentado por el Rey
para el obispado de Popayán, pero no tomó posesión por morir en
el camino a su sede en 1732. El segundo, Diego Montero del
Aguila, catedrático en la Universidad de San Marcos, obispo de
Concepción entre 1708 y 1715 y obispo de Trujillo (Perú) entre
1716 y 1717.
A partir de la designación de Alonso del Pozo y Silva, como
obispo de Tucumán entre 1713 y 1723; obispo de Santiago de Chile
entre 1723 y 1730 y arzobispo de Charcas en 1730, comenzó un
nuevo proceso en el que nativos chilenos con carrera preepiscopal en
el reino fueron seleccionados por el Rey para los obispados chilenos.
Estos fueron: Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen, obispo de Concep-
67 Hermann, Christian, L'Eglise d'Espagne sous le Patronage Royal (1476-
1834), Casa de Velásquez, Madrid, 342 pp.,1988.
XLV

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ción, primero auxiliar para Chiloé y después residencial, entre
1735-1744, y arzobispo de Santa Fe de Bogotá en 1744; Manuel de
Alday, obispo de Santiago de Chile entre 1753 y 1788; José Toro y
Zambrano, obispo de Concepción entre 1744 y 1760; Tomás de
Roa y Alarcón, obispo de Concepción en 1784 hasta se muerte en
1805; José Antonio Martínez de Martínez Aldunate, obispo de
Huamanga entre 1804 y 1811, murió en 1811 siendo obispo electo
de Santiago de Chile; José Santiago Rodríguez Zorrilla, obispo de
Santiago de Chile entre 1815 y 1832.
Nos hemos limitado, ya lo habrá entendido el lector, al análisis
del sistema de nombramientos y presentaciones hecho por el Rey
de España como patrono, dejando de lado el proceso romano de
designaciones, pues nuestro tema se centró en la relación del clero
con la Monarquía.
XLVI

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
I PARTE
El real patronato:
Elites y Monarquía
- 1 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 2 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 1
El sistema del real patronato
El Rey de España poseyó ya desde el reinado de los Reyes
Católicos una prerrogativa única entre todas las monarquías de
Europa contemporáneas: el patronato universal de la Iglesia en los
nuevos territorios de las Indias, privilegio entregado por el Papa.
Esta concesión tenía su antecedente en España donde el patronato
real se reivindicó como un derecho fundamentado con título de
cruzada y de restauración de la Iglesia en tierras de infieles. 1 Los
legisladores castellanos elaboraron en la segunda mitad del siglo
XIII la primera formulación nacional del patronato de la Corona
sobre las iglesias dentro del código de las Siete Partidas. En él se
sostiene que el Rey de España era el patrón de la Iglesia por tres
razones: haber conquistado la tierra a los moros, por haber fundado
allí iglesias y porque las dotaron. 2
El patronato universal entre la Corona española y la Iglesia en
Indias tuvo como antecedente inmediato al descubrimiento y
conquista de América el patronato ejercido en el recientemente
conquistado reino de Granada. Una bula del Papa Inocencio VIII
de 1486 concedió a los reyes de Castilla y sus sucesores el
patronato sobre las iglesias conquistadas o fundadas por ellos de su
propio peculio. Se los autorizaba asimismo a erigir monasterios en
las localidades conquistadas o a conquistar. Los intereses de la
Iglesia habían concordado con los de la nueva potencia ibérica
surgida de la unión de las Coronas de Castilla y Aragón a través
del matrimonio de Fernando e Isabel.
¿Qué significaba ser el patrón de una iglesia? Con la bula “Inter
Caetera” de 1493 el Papa Alejandro VI donó al Rey de Castilla las
1 Para una profundización de los antecedentes medievales, sobre todo
desde el punto de vista del derecho, recomendamos la lectura de García
García, Antonio, “La donación pontificia de las Indias”, en: Borges, Pedro,
(dir.), Ibidem, tomo 1, pp. 35 y ss.
2 Código de las Siete Partidas, 1, 18; tomo 5, Libro 1.
- 3 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tierras descubiertas concediéndole la exclusividad de la tarea de
evangelización y ordenándole a la vez la selección y envío de
personas adecuadas para llevarla a cabo. 3 Un elemento
fundamental que consolidó esta donación fue la asignación en
1501, también por el Papa Alejandro VI, de los diezmos de las
zonas descubiertas, con la condición de que la Corona se
comprometiese a la dotación de todo lo necesario en las iglesias.
En 1504 otra bula autorizó a los reyes a erigir obispados, aunque
aparentemente fue una concesión específica para las Antillas.
Así llegamos a la concesión papal que ligó tan estrechamente
al Rey con la jerarquía eclesiástica a través de la fundación de los
beneficios en Indias. Por medio de la bula “Universalis Excclesia”
del 28 de julio de 1508, el Papa Julio II concedió al Rey Fernando
el derecho de erección de las iglesias magnas es decir los
obispados y parroquias y con ello el patronato o derecho de
presentación a todos los beneficios eclesiásticos que no fueran
capellanías estrictamente privadas. La presentación era la
proposición a la autoridad eclesiástica habilitada de sujetos aptos
para cubrir las vacancias de dignidades o beneficios eclesiásticos,
que tal autoridad entonces “investía” con los mismos. En Indias el
fundamento de este privilegio era el derecho de erección de las
iglesias. La bibliografía muchas veces desvincula estos dos
elementos, reduciendo el patronato al derecho de presentación. Sin
embargo, toda la relación del clero con la Monarquía tiene este
trasfondo, como veremos a lo largo de estas páginas.
Christian Hermann 4 recuerda que el patronato sobre una
iglesia era un derecho honorífico, oneroso y útil. El honor principal
del patrón era el derecho de presentación de los servidores de la
Iglesia. Otros honores a los que tenía derecho el patrón variaban
según la costumbre, como el derecho de sepultura, banco, escudo
de armas. Los derechos onerosos eran los de defensa de la iglesia,
obligación de asegurar su mantenimiento y el de sus servidores.
Esto significaba que el patrón en justicia asumía la defensa de los
intereses materiales y morales de su iglesia, interponiendo su
jurisdicción (en caso de tenerla), y empeñando sus bienes. Los
derechos útiles eran las rentas que la iglesia procuraba al patrón, los de la
fundación misma, los excedentes del mantenimiento de la iglesia y de los clé-
3 De la Hera, Alberto, El regalismo borbónico en su proyección indiana...,
Ibidem; Iglesia y Corona en la América española..., Ibidem; Sánchez Bella,
Ismael, Ibidem, p. 19.
4 Hermann, Christian, Ibidem, p. 41-43.
- 4 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
rigos. En contrapartida, si el patrón sufría reveses de fortuna,
recurría a la caridad de su iglesia. Era recíproco el deber
alimentario entre el patrón y su iglesia. Estos tres elementos
configuraron la relación entre el clero secular y el Rey, de quien
los curas o prebendados se consideraban sus capellanes. En
tiempos de guerra el Rey pedía ayuda pecuniaria a la iglesia, y los
párrocos o los obispos pedían también al Rey los fondos necesarios
para la construcción de sus parroquias o de una catedral.
Con las cuatro concesiones papales, es decir, la donación de
tierras, los diezmos, la erección de Iglesias magnas y el derecho de
presentación, se abrió para la Corona española la posibilidad de
intervenir en la composición y desarrollo de la Iglesia secular de
las Indias. Completarán este dominio el control de los regulares y
nuevos privilegios económicos. Entre estos últimos se sitúan las
contribuciones de la iglesia a los gastos de la Corona española o
impuestos que percibía el Rey por concesión papal. Estos fueron la
cruzada o predicación de bulas de indulgencias a los fieles quienes
por medio de su compra recibían gracias, indultos y privilegios
espirituales; y el excusado que consistía en el pago a la Corona del
diezmo de la casa mayor diezmera de cada parroquia. 5 La
recaudación y distribución de la cruzada estaba a cargo del
Consejo de Cruzada presidido por un comisario general elegido
por el Rey y confirmado por el Papa, quien nombraba jueces
subdelegados en cada ciudad y comisarios generales en los reinos
de Nueva España y Perú. El comisario general y los subdelegados
nombraban predicadores para la publicación de la bula, notarios,
tesoreros y alguaciles en cada ciudad del territorio de los reinos de
la Monarquía española. El consejo fue suprimido en 1750 en el
contexto de una mayor toma de control de la estructura
administrativa de la Iglesia por parte del Estado.
Con respecto a la distribución de los diezmos, la legislación
establecía que la masa decimal debía dividirse en cuatro partes, la
primera de las cuales se asignaba al obispo y la segunda al cabildo
eclesiástico de la diócesis. El 50% restante se dividía en nueve
fracciones, que se distribuían entre la Real Hacienda (dos novenos
llamados reales o de “Su Majestad”), los párrocos y otros ministros
del culto (los cuatro novenos beneficiales), mientras que los hospital-
5 En España, no en Indias, se pagaba además el subsidio o contribución
directa que hacía la Iglesia española a las finanzas de la Monarquía.
- 5 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
les y la fábrica de las iglesias recibían un noveno y medio
respectivamente. 6
Las relaciones entre la Monarquía y el Papado construidas a
través del patronato indiano
Más allá de las concesiones papales, el patronato regio condicionó
las relaciones con Roma de la Corona española en diferentes
aspectos de los que daremos cuenta a continuación, considerados
por la bibliografía como característicos del regalismo imperante en
España o manifestación de la teoría del “regio vicariato indiano” 7 .
Felipe II continuó con la política de la Corona de concentrar en sus
manos más poder en lo eclesiástico. Los tratadistas de la Corona de
Castilla sostuvieron que el Papa gobernaba la Iglesia en Indias por
mediación del Rey, instituido en vicario y legado apostólico, por lo
que era innecesario un nuncio en las Indias. Amparada en la
doctrina del real patronato, la Corona fue dificultando las
relaciones del clero americano con Roma, impidiendo una
comunicación directa. Una de las manifestaciones más
significativas de esta política fue la exclusión del nuncio apostólico
en Madrid de los asuntos eclesiásticos de las Indias. El nexo de
comunicación entre España y el papado fue el embajador de
España en Roma.
También la institución del regium exequatur o “pase regio”
ilustra como nada la política regalista de la Corona, ya que se
prohibió la publicación de las bulas, cartas o letras apostólicas sin
la autorización real. Si el Papa quería comunicarse con la Iglesia
americana debía hacerlo a través del Consejo de Indias, allí debía
enviar las bulas y decretos del gobierno de la Iglesia y el Consejo
decidía si se comunicaban a América, y además cuándo y cómo.
Los motivos para la retención de las bulas eran diversos. Muchas veces
se trataba de frenar breves gestionados por las órdenes relativos a la
evangelización de los indios o a motivos particulares. En este contexto,
se interpretó la bula de 1493 en el sentido de que sin licencia del
6 Cfr. Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias, Mandadas imprimir
por la Majestad Católica del Rey Carlos II, Madrid, 1841, [en adelante Leyes
de Indias], Libro 1, ley 16, título 23.
7 Cfr. Egaña, Antonio, “La teoría del Regio Vicariato Español en las Indias”,
en: Analecta Gregoriana, N° 95, Roma, pp. 153-164, 1958. Egaña es uno de
los mayores exponentes de esta teoría. El tema está ampliamente expuesto
con la bibliografía actualizada en las obras de Alberto de la Hera sobre el
regalismo que hemos citado.
- 6 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Rey ninguna Orden podía implantarse en las Indias, y ningún
clérigo secular o regular podía pasar a Indias y establecerse allí o
volver a Europa. Bastaba la licencia real para fundar conventos y
monasterios de Indias, sin ser necesaria la autorización del obispo
ni de Roma. Los comisarios o vicarios generales enviados desde
Roma por los superiores generales de las órdenes para visitar los
monasterios, los nombraría el Rey. A partir de 1573, el tribunal
romano de la Rota, dejó de tener jurisdicción de apelación sobre
las causas eclesiásticas de las Indias. El Papa Gregorio XIII fijó la
primera instancia en el ordinario diocesano o metropolitano
(cuando actuaba como ordinario de su diócesis); la primera
apelación con el metropolitano o el obispo sufragante más próximo
y la segunda apelación con el metropolitano más próximo o el
obispo sufragante vecino. El Papa admitía así que las causas
eclesiásticas de las Indias se juzgaban en las Indias, sin recurso ni
apelación a los tribunales romanos.
El Rey se convirtió en una especie de vicario del Papa 8 al
incomunicar a la Iglesia en América con la Iglesia universal, ya
que todo intercambio entre ambas debía hacerse a través del
Consejo de Indias, limitándose las relaciones mutuas. La política
eclesiástica de Felipe II perseguía dos objetivos: consolidar el
poder real en América por medio del clero, y controlar la Iglesia
americana, razón por la cual se limitaba el contacto con Roma
evitando todo tipo de influencia que pudiera convertirla en un
poder independiente.
En 1562 el Papa autorizó al Consejo de Indias a innovar en los
límites de las diócesis y enmendar algunas erecciones. Fue por
tanto la Corona la que decidió la estructura territorial de la Iglesia
americana, al erigir las diócesis y arquidiócesis. De esta manera la
Monarquía continuaba valiéndose de la Iglesia en su política de
conquista: una fundación acelerada de ciudades, diócesis y
parroquias asentaban a la población en el territorio conquistado.
No prosperó tampoco la creación de un Patriarca de Indias con
jurisdicción para las Indias y residente en ellas, asunto que se trató
con Roma durante todo el siglo XVI, debido a que los papas querían
evitar el peligro de un cisma. En 1524 se creó el patriarcado pero
con carácter honorífico, 9 el patriarca tenía la calidad de un arzobispo
y cumplía un papel de intermediario entre el papado y la iglesia
8 Vargas Ugarte, Raúl, Historia General del Perú, tomo I, Imprenta Gil, Lima,
p. 362, 1966.
9 El tema no ha sido muy estudiado, nos guiamos para exponerlo por
Borges, Pedro, “La Santa Sede y la Iglesia americana”, en: Borges, Pedro,
(dir.), Ibidem, tomo 1, p. 59.
- 7 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de las Indias. Pero aunque hubo dos designaciones, no llegaron a
ejercer en concreto. En 1591 el cargo se convirtió en una dignidad
exclusivamente honorífica y recibió la designación de Patriarcado
de las Indias Occidentales, con residencia en España. También el
Papado trató de intervenir en forma directa en América a través de
la Congregación de Propaganda Fide, creada en 1622. Se estudió el
establecimiento de una nunciatura indiana y el envío de visitadores
y vicarios apostólicos. Aunque todas estas posibilidades se
frustraron, la Congregación logró intervenir en el establecimiento
de algunas misiones en América y sobre todo en la fundación de
colegios de Propaganda Fidea través de la Orden franciscana.
Toda la comunicación de los obispos con el Papa también
debía hacerse a través del Consejo de Indias. Se prohibía pasar a
Roma información sobre las sedes vacantes para evitar el cobro por
la cámara apostólica de los expolios y sedes vacantes. Las
renuncias de obispados y canonjías se hacían al Rey y éste se las
comunicaba al Papa a través del Consejo de Indias. Se requería la
aceptación del Consejo para que el renunciante pudiera
efectivamente abandonar su cargo. Si los obispos americanos
necesitaban comunicarse con el Papa para consultarlo, también
debían hacerlo a través del Consejo de Indias.
El Papa tuvo que dispensar a los obispos de las Indias de las
visitas ad limina hechas personalmente en Roma. Los obispos
americanos podían hacerla por medio de apoderados aceptados
previamente por el Consejo de Indias, el cual también debía
aprobar el documento de la visita. Los obispos tenían además la
obligación de enviar a Roma periódicamente un informe de la
diócesis, según lo establecía el derecho canónico, para mantener
informado al Papa sobre el estado de la Iglesia en el mundo. La
Corona impidió también este contacto al retener el informe y
enviarlo cuando lo estimara conveniente. En esta línea también hay
que entender que no se comunicaran a la Iglesia americana las
decisiones papales que se consideraron que atentaban contra el
patronato y la prohibición de asistencia al concilio de Trento de los
obispos de las Indias. Las bulas papales llegaban a manos de los
obispos insertas en reales cédulas. Sin embargo, la comunicación
con Roma no se cortó nunca y los obispos americanos recurrieron
directamente al Papa muchas veces.
Un campo de especial enfrentamiento entre la Monarquía y el
Papado se dio en torno a los concilios provinciales que se celebraron
- 8 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
en las iglesias metropolitanas de América. 10 Para su vigencia se
requería la aprobación papal y el pase regio del Consejo de Indias.
Esta medida establecida por las Leyes de Indias, 11 tenía por
objetivo establecer una censura de los textos aprobados, para que
en nada se lesionara el real patronato. El concilio de Trento preveía
la celebración de estos concilios cada tres años. 12 Por la distancia
en las Indias entre las diócesis sufragáneas y las metropolitanas,
los papas permitieron que ese plazo se ampliara a doce años como
máximo. El estudio de Manuel Gutiérrez Arce sobre la totalidad de
los concilios provinciales celebrados en América, demuestra que
éstos fueron fundamentales para legislar sobre la evangelización de
los indios. Si bien se celebraron con frecuencia, en el siglo XVIII
no fueron aprobados por Roma debido a su excesivo regalismo.
Los sínodos diocesanos también debían ser aprobados por el
Consejo de Indias para ponerlos en ejecución en las diócesis.
Fue fundamental en América del Sur el tercer concilio de Lima de
1583. 13 La bibliografía se muestra unánime en destacar la
importancia de este concilio que se concentró en la aplicación del
tridentino a la realidad americana. Lo principal de su labor se
centró en la integración definitiva de los indios al mundo español
por medio de la Iglesia. Siguiendo el lineamiento político de la
Corona, el concilio se apoyó para lograr este objetivo en la
doctrina del real patronato. Lo mismo se definió en el tercer
concilio mexicano de 1586, ambos fueron aprobados por el Papa.
Los dos concilios cerraron una primera etapa de la conquista
espiritual de las Indias y sentaron las bases de la Iglesia americana
para los próximos dos siglos.
10 Sobre un análisis de conjunto de los sínodos y concilios americanos
recomendamos la lectura de Gutiérrez Arce, Manuel, “Instituciones de
Naturales en el Derecho Conciliar Indiano”, en: Anuario de Estudios
Americanos, vol. 6, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, 1949.
11 Leyes de Indias, Libro I, Ley 6, título 8.
12 Concilio de Trento, capítulo 2 sobre la reforma, sesión XXIV.
13 Lisi, Francesco L., El tercer Concilio Limense y la aculturación de los
indígenas sudamericanos. Estudio crítico con edición, traducción y
comentario de las actas del Concilio provincial celebrado en Lima entre 1582
y 1583, [en adelante Tercer Concilio de Lima], Ediciones Universidad de
Salamanca, Salamanca, capítulo 2,1990.
- 9 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Por lo tanto el Rey de España intervenía en América y ponía a
su servicio la jurisdicción más poderosa después de la propia, 14
llegando a ser su intervención muy directa. En el ámbito de la
justicia eclesiástica los recursos de fuerza eran un procedimiento
que suspendía las decisiones de los tribunales eclesiásticos y
permitían apelar a las audiencias y chancillerías reales a quienes se
consideraran víctimas del exceso de poder eclesiástico. A partir del
reinado de Carlos III (entre 1759 y 1788) se reglamentó la vida
religiosa y se acentuó aún más la política regalista de la Corona
lográndose lo que algunos historiadores califican como una
verdadera subordinación de la Iglesia al Estado en asuntos
temporales 15 . En 1773, el Consejo de Indias se convirtió en
tribunal de término de las causas eclesiásticas de las Indias,
equiparable al Consejo de Castilla que examinaba en apelación los
recursos de fuerza, conocía privativamente en las causas relativas a
la visita o corrección de regulares por sus superiores, aplicación
del concilio de Trento y juzgaba las causas relativas al real
patronato. En cuanto al clero regular se ordenó en 1769 la
realización de una visita-reforma en todas las Indias. A partir de
1778 los pedidos de dispensas o indultos de los regulares a Roma
también debieron hacerse a través del Consejo de Indias. El clero
secular fue más controlado también a partir de la orden a los
virreyes de elaborar un informe sobre los curatos en 1772. El
derecho de asilo eclesiástico fue limitado en España e Indias en
1773, pretendiéndose disminuir el número de lugares sagrados.
Las reformas borbónicas afectaron también la Iglesia desde un
punto de vista administrativo. La Corona impulsó a los obispos a
erigir nuevas parroquias, a poner un clérigo residente por lo menos
cada cuatro leguas (16 kilómetros aproximadamente), a cuidar que
los sacerdotes no abandonaran las parroquias sin licencia oficial.
Entre 1760 y 1780 las autoridades reales requirieron información
más detallada sobre las actividades de los curas y las finanzas de
las parroquias, se instó a la residencia y a impartir rápidamente los
sacramentos. Desde el punto de vista judicial, se limitó la
jurisdicción de los párrocos en los casos de embriaguez, adulterio,
idolatría y disputas sobre propiedad.
14 Cfr. De Dios, Salustiano, Ibidem.
15 Sánchez Agesta, Luis, El pensamiento político del despotismo ilustrado,
Instituto de Estudios Públicos, Madrid, 317 pp., 1953; Herr, Richard, España
y la revolución del siglo XVIII, Aguilar, Madrid, pp. 18 y ss., 1979.
- 10 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Pero fundamentalmente continuó limitándose la jurisdicción
eclesiástica en América en dos aspectos: la restricción en materias
de testamentos y en las causas matrimoniales. El primero se
planteó en relación a si debía ser un juez civil o eclesiástico el que
atendiera en los inventarios de los que murieran dejando por
heredero a un clérigo o a su alma. El Consejo, después de algunas
contradicciones, optó por no permitir más a los tribunales
eclesiásticos intervenir en la validación o nulidad de testamentos,
inventarios de bienes, secuestro, depósitos de bienes de los
testadores, aunque fueran clérigos y dejaran a su alma por
heredera. En materia matrimonial, una real cédula de 1787
prohibió a los jueces eclesiásticos de las Indias entender en causas
matrimoniales de divorcios, dotes, alimentos, por ser temas
considerados temporales.
La relación del Papa con el clero secular americano
A esta altura de la exposición cabe la pregunta ¿cuál era el rol
reservado al Papa por el real patronato en el gobierno de la Iglesia
americana? Nunca fue discutida su autoridad en lo dogmático, lo
espiritual y el culto. Se permitía la transmisión a las Indias de lo
que competiera al Papa en este sentido aplicándose el pase regio
por el Consejo de Indias. Pero su única relación directa con el clero
secular americano se producía durante el proceso de selección de
los arzobispos, obispos y miembros de cabildos eclesiásticos.
Estaba reservada al Papa la investidura de los candidatos que le
presentaba el Rey de España para la provisión de obispados,
arzobispados y prebendas de los cabildos y colegiatas. Toda la
bibliografía es categórica en afirmar que el Papa siempre confirmó
la presentación regia a través del nombramiento de los candidatos
seleccionados por la Monarquía.
El proceso tanto en Indias como en España se desarrollaba de
la siguiente manera: una vez que el Rey decidía quien sería
presentado al Papa, el nuncio apostólico en Madrid confeccionaba
el proceso consistorial. Allí se sometía al análisis de testigos para
certificar las condiciones personales, la vida y costumbres de los
candidatos y el estado de la diócesis a donde iría el futuro obispo.
Para esto existía un formulario que se proponía a los testigos, que
debían responder bajo solemne juramento. El proceso consistorial era
enviado al Papa junto con la proposición de sujetos hecha por el Rey para
cubrir una vacancia. Los legajos chilenos del Archivo de Indias guardan
un proceso consistorial que nos permite adentrarnos en este sistema.
Se trata del proceso consistorial realizado en Cádiz el 3 de diciembre
- 11 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de 1714 que acompañaba la presentación de Juan de Necolalde,
canónigo chantre de la catedral de La Paz, como obispo de
Concepción. 16
Señala que está vacante el obispado de Concepción, y que el
Rey ha presentado a Juan de Necolalde a Su Santidad, pero según
el Concilio de Trento, la presentación debe acompañarse de “una
información acerca de las partes, calidad, méritos, vida y
costumbres del dicho Juan de Necolalde”, se dispone que faltando
legado o nuncio apostólico, sea el ordinario del lugar el que haga la
información, y si este faltare, la haga el ordinario más cercano, que
en este caso sería Charcas (por venir Necolalde de la chantría de
La Paz). Por no haber en ese momento ni legado ni nuncio en
España, y el acceso al obispo de Charcas de Necolalde “es
impracticable”, por ser el obispado de Cádiz el más cercano a La
Paz, recaía en su ordinario la tarea de ejecutar el proceso
consistorial. Sin duda la rapidez de la celebración del proceso
consistorial se garantizaba en la península.
El proceso consistorial se dividía en dos partes, la primera
comprendía preguntas relativas al candidato presentado, para la
que se presentaban testigos, la segunda parte se refería al
obispado para el cual éste había sido elegido. Las preguntas
relativas al candidato eran: si conocen al dicho..., de cuanto
tiempo a esta parte, si el testigo es su pariente, amigo o
enemigo, criado o familiar; si saben en que ciudad, villa o lugar
nació y cómo lo saben; si saben si ha nacido de legítimo
matrimonio y honestos y católicos padres, como se llaman o
llamaron y de donde fueron naturales; si saben que edad tiene el
dicho... y particularmente se ha cumplido treinta años; si saben
que tiene las órdenes sacras, cuales y de cuanto tiempo a esta
parte, particularmente si ha sido de seis meses a esta parte; si
saben si se ha ejercitado en las funciones eclesiásticas o en el
ejercicio de las órdenes que ha tomado y si ha sido y es
frecuente en la recepción de los santos sacramentos; si saben si
ha vivido siempre católicamente y permaneciendo en la puridad
de la fe; si saben que es hombre de buena vida, buenas
costumbres, buena comunicación y fama; si saben que es
hombre docto, prudente y experimentado en muchas cosas de
importancia y como lo saben; si saben que es graduado de algún
grado como es en sagrada teología y si ha ejercitado los Cánones
y si verdaderamente tiene la doctrina que se requiere en un
obispo para poder enseñar a los demás; si saben que haya
tenido algún cargo acerca de la cura de almas y gobierno de otra
Iglesia, y cómo en ellos se ha portado así en la doctrina, como en
16 Archivo General de Indias, [en adelante AGI], Gobierno, Chile, 151.
- 12 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
costumbres y prudencia; si saben si ha sido público o secreto
escandaloso de la fe, costumbres y doctrinas, y si tiene otros vicios
de cuerpo y alma u otro legítimo impedimento por el cual no deba
ser presentado a iglesias catedrales; si le estiman idóneo, hábil y
merecedor para bien regir y gobernar iglesia catedral y
particularmente la de... a que ha sido presentado, y si juzgan que su
presentación será de mucho útil y progreso a la dicha santa Iglesia.
Para responder las preguntas de la primera parte del proceso
consistorial, los testigos fueron Pablo Bustillo Cevallos, de 45 años
de edad, capitán de infantería española del presidio de Buenos
Aires, natural de Lima, residente en Cádiz. Había conocido a Juan
de Necolalde más de veinticinco años atrás porque residió en La
Plata y en La Paz, pudiendo entonces atestiguar que era
Hijo de legítimo matrimonio, de familia noble y de noble ascendencia,
todos cristianos viejos, católicos limpios de toda mala raza de moros,
judíos, negros, mulatos, sarracenos, herejes, luteros, gitanos y sectarios. 17
Los otros dos testigos fueron Diego Fernández Pillado y
Francisco de Lara Salgueiro. El primero de 56 años, natural de la
villa de Ateyra, del obispado de Lugo. Era navegante de los reinos
de Indias, residente en Cádiz al momento del consistorio y había
vivido en La Plata. El segundo de 24 años, natural de la ciudad de
Huanuco en Perú, residente en Cádiz, también había vivido en La
Plata. Ninguno de los dos últimos demuestra un conocimiento
directo de Juan de Necolalde como el primer testigo.
La fragilidad y superficialidad de la información salta a la
vista. En primer lugar por la dificultad de conseguir en la península
testigos adecuados a las preguntas. Juan de Necolalde había nacido
en 1664 en La Plata, 18 viviendo allí hasta 1698, año en que fue
nombrado canónigo magistral de la catedral de La Paz. 19 Para
poder llevar a cabo el proceso consistorial, debían encontrar en la
ciudad de Cádiz testigos que conocieran a la familia Necolalde como
para poder atestiguar su limpieza de sangre y la legitimidad del
matrimonio y del nacimiento de su hijo Juan. Los testigos en realidad
dan testimonio de lo que se conocía sobre la familia en la ciudad, ya
que sólo uno afirma haber tenido un contacto personal con Juan de
17 Ibidem.
18 Salinas Araneda, Carlos, “Juan de Necolalde”, en: Oviedo Cavada, Carlos,
(dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 142.
19 AGI, Gobierno, Lima, 564.
- 13 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Necolalde y manifiesta su buena conducta. Los otros dos sostienen
simplemente no tener elementos para afirmar lo contrario a las
preguntas, por lo que se presumía la limpieza, legitimidad y
calidad personal del candidato. Llama la atención en este caso la
vaguedad e inconsistencia de la información entregada a Roma.
Las preguntas de la segunda parte del proceso consistorial a
los testigos relativas al obispado de Concepción eran las
siguientes: si saben en que provincia está situada la ciudad de ...,
que sitio, calidad y grandeza es, cuantas casas y vecinos tiene y
quien es señor de ella en lo temporal; si saben si en dicha ciudad
hay iglesia catedral, que advocación, fábrica, edificio y calidad y si
ha menester algún reparo; si saben que el dicho obispado... tenga
algún otro que le sea sufragáneo; si saben cuantas y cuales son en
dicha iglesia las dignidades, canonjías y otros beneficios
eclesiásticos, cuál el número de los sacerdotes que hay en dicha
santa Iglesia, cual es la mayor dignidad después de la pontifical, y
que rentas tienen las dichas dignidades, canonicatos y demás
beneficios, si hay prebenda teologal y penitenciaria; si saben si en
dicha iglesia hay cura de almas y quien tiene el ejercicio y también
si hay pila bautismal; si saben si en dicha iglesia hay sacristía
suficientemente adornada de lo que es menester para el culto
divino y para celebrar pontificalmente, con órgano, campanario,
campana, campanillas y cementerio; si saben si en dicha iglesia
hay cuerpos de alguna insigne reliquia de santos, cómo se
conservan; si saben si en la dicha ciudad... hay casas para la
habitación del obispo, cuanto distan de la dicha santa iglesia y si ha
menester algún reparo; si saben verdadero valor de la renta de
dicho obispado, cuanto importa cada año, en que consiste y si tiene
reservada pensión alguna; si saben cuantas iglesias parroquiales
hay en dicha ciudad, y si cada una tiene su cura de almas y pila
bautismal, cuantas iglesias colegiales, cuantos conventos de frailes
y monjas, cofradías, hospitales y si hay monte de piedad; si saben
que distrito y cuantas leguas tiene su diócesis; si saben si en la
ciudad... hay seminario de niños y cuantos estudiantes sustenta; si
saben si está vaco el obispado de..., por que, cómo y de cuanto
tiempo a esta parte.
Los testigos de esta segunda parte del proceso consistorial fueron
el capitán Don Francisco de Isasi, de 42 años, natural de la ciudad de
Vitoria, cabeza de la provincia de Alava, navegante a los reinos de
Indias y residente en Cádiz. Bernardo Antonio de Elizarri, de más de
cincuenta años, natural de la ciudad de Tudela, reino de Navarra,
navegante de los reinos de Indias y residente en la ciudad de Cádiz.
Finalmente, Pedro Paz de Zumaeta, de 42 años, natural de la ciudad
de San Sebastián en la provincia de Guipúzcoa, navegante de los
- 14 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
reinos de Indias y residente en la ciudad de Cádiz. Los tres dijeron
conocer la ciudad de Concepción por sus viajes, uno solo afirmó
haber vivido en ella. Se presentaron como navegantes, es decir que
habían estado en Indias alguna vez. Las preguntas específicas
sobre la situación del obispado no las pudieron contestar, los datos
que aportaron eran imposibles de desconocerse, tal como la
existencia de la catedral. El conjunto del documento da una imagen
de fragilidad de información y de cumplimiento de una pura
formalidad requerida por Roma. 20
Una vez que el Rey presentaba a un candidato al Papa, antes
de la confirmación pontificia, enviaba al presentado la carta de
“ruego y encargo”, por la que le solicitaba que asumiera el
gobierno de la diócesis, rogándole al cabildo eclesiástico que le
entregara la jurisdicción para gobernar la Iglesia, el obispo
presentado firmaba desde entonces como obispo electo. Lo que hay
que recalcar en el contexto de nuestra exposición es que el obispo
presentado empezaba a gobernar sin la designación papal. También
en el caso de los nombramientos episcopales se aplicaba el pase
regio, las bulas papales eran remitidas al Consejo de Indias.
Después de la recepción de las bulas por el Consejo de Indias, el
Rey firmaba las letras ejecutoriales, que las hacían ejecutivas en el
reino. A partir de ese momento, contando con las ejecutoriales y
las bulas, un nuevo obispo podía consagrarse en caso de no estar
ya consagrado, y en caso de traslado de sede podía tomar posesión
personalmente del cargo. La bibliografía eclesiástica chilena más
tradicional 21 consideró como un abuso el gobierno de “los electos”,
que se prolongó durante todo el dominio español y recién concluyó
en 1873, cuando el Papa Pío IX promulgó la constitución
“Romanus Pontifex”, dentro del paulatino proceso de
centralización en Roma de la administración eclesiástica universal
y de la separación entre la Iglesia y el Estado.
El procedimiento descrito disminuía también el período de
gobierno del cabildo en sede vacante. El obispo presentado luego de
la recepción de la carta de “ruego y encargo” podía comenzar a cobrar
las rentas del obispado. Estas medidas tendían a disminuir el poder
20 Hemos encontrado ratificada nuestra opinión sobre este proceso
consistorial en la introducción escrita por Oviedo Cavada, Carlos (dir.),
Episcopologio chileno..., op. cit., a la que remitimos. Recordemos en este
contexto que Oviedo Cavada investigó en los archivos vaticanos y revisó allí
los consistorios de los obispos chilenos que le merecieron la misma opinión
de superficialidad.
21 Silva Cotapos, Carlos, Historia eclesiástica..., op. cit., p. 4.
- 15 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
del cabildo eclesiástico local, ya que era este organismo el que
asumía el gobierno de la Iglesia durante la sede vacante a través de
un vicario capitular nombrado por el mismo cabildo eclesiástico.
De ahí la desconfianza del monarca, ya que las autoridades
políticas del reino no tenían ninguna intervención en la
designación de esta autoridad. Finalmente, para ser investidos de
sus sedes, los obispos debían jurar respeto al real patronato. 22
El concilio de Trento establecía que los obispos debían
consagrarse dentro de los tres meses siguientes de su nominación,
pudiendo hacerse en las iglesias a las que habían sido promovidos
o en la de su provincia de origen, según la factibilidad. 23 Además
se preveía que fueran tres obispos los que estuvieran presentes en
la consagración. Estas dos medidas eran imposibles de cumplirse
en Indias, ambas por la distancia. Por lo cual las bulas con el
nombramiento del nuevo obispo contenían también la dispensa
para ambas situaciones. La consagración podía llevarse a cabo en
los tres meses siguientes a la recepción de las bulas por el
beneficiado, y podía efectuarse con un solo obispo y dos
sacerdotes erigidos en dignidades para el caso, siendo
normalmente algunas de las dignidades del cabildo eclesiástico.
Ha sido recurrente en nuestra explicación sobre el patronato en
Indias, la mención del concilio de Trento, elemento principal del
contexto eclesiástico en el que se enmarca nuestro estudio, 24 con el
que, según los historiadores de derecho eclesiástico, se inicia la
edad moderna. A este concilio hay que recurrir cuando se quiere
estudiar no sólo los siglos posteriores a él de la historia de la
Iglesia, sino también de los estados y naciones que se
autodenominaban cristianas. El concilio de Trento, que renovó la
legislación general de la Iglesia, influyó en la organización de la
Iglesia en América. Una real pragmática del Rey Felipe II del 12
de julio de 1564, decretó la obligatoriedad de la aplicación del
concilio de Trento en todos sus dominios.
Trento fue un concilio doctrinal que fijó el dogma católico, pero
también tuvo un carácter disciplinario. Entre las cuestiones más
importantes que trató figuran el restablecimiento de la autoridad a
22 Leyes de Indias, Ley I, Título 3, Libro I.
23 Concilio de Trento, capítulo II sobre la reforma.
24 Cfr. Benlloch Poveda, Antonio, “Jurisdicción eclesiástica en la Edad
Moderna: el proceso”, en: Martínez Ruiz, Enrique, y Pazzis Pi, Magdalena,
Instituciones de la España Moderna. Las jurisdicciones, Actas, Madrid, pp.
112-141, 1996.
- 16 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
los obispos en las diócesis; la residencia de los pastores de almas
en los beneficios; la regulación de la predicación y la confesión; la
gratuidad de las ordenaciones; las condiciones para obtener
beneficios; la limitación del poder de los cabildos eclesiásticos; el
restablecimiento de la frecuencia de los concilios provinciales y de
los sínodos diocesanos.
No forma parte de nuestro tema detenernos en cada uno de
estos puntos, que sin embargo quedarán explicados a lo largo de
nuestra exposición. Pero es importante puntualizar desde ya que la
Corona española se consideró a sí misma como defensora de la
aplicación del concilio de Trento, marcando así su relación con
Roma. La Iglesia americana que nacerá de la alianza Corona–
Papado será nueva por su reciente fundación, pero tendrá la
característica de convertir a los indios aplicando la reforma
impulsada por el concilio de Trento a un nuevo territorio poblado
por naturales que nada sabían ni de la fe ni de los abusos que el
concilio enfrentaba. En América no habrá que reformar una iglesia
más que milenaria, pero la iglesia que se transplantó (en palabras
de Bernal Díaz del Castillo) no fue una mera copia de la iglesia
castellana del siglo XVI: se trataron de evitar la repetición de
abusos en su estructura y de adaptarla a la nueva realidad. Con
respecto a la iglesia española, la diferencia más notable es
justamente el tema que nos ocupa, el patronato universal de la
Iglesia americana desde su instalación en las nuevas tierras, que
será extendido a la Iglesia española a partir del concordato de
1753.
Patronato español-patronato indiano
No pretendemos aquí realizar una comparación exhaustiva entre
ambos patronatos, pero haremos referencia a algunos aspectos
relevantes para la mejor comprensión del patronato indiano. En el
Antiguo Régimen, si los beneficios estaban fundados y dotados
por la autoridad eclesiástica ordinaria y sobre el patrimonio de
la iglesia, eran de derecho común y de libre presentación por el
fundador eclesiástico. Si estaban fundados y dotados por un
particular o una corporación, laica o eclesiástica, eran de
patronato, con la presentación de un patrón laico o eclesiástico.
La Iglesia española, y europea en general, estuvo fuertemente
controlada por patronatos privados, conoció la falta de
residencia de los beneficiados, la acumulación de beneficios
por una persona, el nombramiento de coadjutores en las
- 17 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
prebendas y las renuncias in favorem, 25 muchas veces a favor de
los coadjutores. Como los beneficios estaban ligados a vastos
territorios, los Reyes intentaron por todas las vías controlarlos a
través del patronato, para lo cual necesitaban la concesión romana.
En la Iglesia española coexistieron enfrentados el patronato
real, los patronatos privados (laicos o eclesiásticos) y las llamadas
reservas pontificias o el derecho que tenía la Santa Sede de
conferir beneficios en España. La tensión entre los diferentes
patronatos consistía en ampliar el propio a costa de los otros dos.
Un reciente estudio 26 sobre la forma en que la Monarquía buscaba
acceder a las prebendas eclesiásticas catalanas ajenas al real
patronato, destaca el ejercicio del real derecho de resulta como un
instrumento regalista en manos de la Corona. La nominación de un
individuo para una prebenda eclesiástica del real patronato dejaba
una vacancia, cuya provisión pasaba a tocar al monarca por
derecho de resulta, aún cuando no perteneciere al regio patronato.
La estrategia real consistía entonces en promover reiterados
ascensos de un individuo que le permitían entonces proveer los
beneficios que éstos dejaban vacantes, beneficios que de otra
manera no caían dentro del real patronato. Así, la provisión de una
plaza generaba una cadena de nombramientos de individuos que de
otra manera quedaban al margen de las prerrogativas regias.
A partir del concordato de 1753 entre España y Roma, las
reservas pontificias fueron subrogadas en el Rey. El concordato,
que dejó al margen el patronato de particulares, fue un instrumento
de reforma de la Iglesia hispana por medio de la centralización de
la administración de la Iglesia en la Cámara de Castilla. Se buscaba
acabar con las presentaciones que escapaban al control de la
Corona. El objetivo era extender la autoridad real a costa de limitar
en lo que se pudiera este patronato particular. Para ver la
dimensión de este proceso, baste recordar que después de la
institución del patronato universal en España a partir del
concordato de 1753, pasaron a ser de presentación real cincuenta
mil beneficios, con la supresión total de las reservas pontificias.
El real patronato indiano incluyó desde un principio un control
del sistema beneficial en todos los aspectos relativos a la presentación,
posesión y residencia al considerarse estos aspectos compe-
25 Cfr. Loupès, Philippe, Chapitres & chanoines..., op. cit.
26 Carrasco Rodríguez, Antonio, El real patronato en la Corona de Aragón, el
caso catalán 1715-1788, Publicaciones de la Universidad de Alicante,
Alicante, p. 228,1997.
- 18 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tencia del Consejo de Indias. A nivel diocesano, el obispo
aprobaba las permutas de parroquias, otorgaba licencias y aceptaba
las renuncias. Aplicando lo dispuesto por el concilio de Trento, las
parroquias se proveían por oposición. Se separaba además la
presentación de la colación, el obispo daba la colación canónica a
quien hubiera sido presentado por el vicepatrón. Lo mismo ocurría
con los cabildos eclesiásticos. Las renuncias de prebendas y
obispados, se debían efectuar ante al Consejo y éste las aceptaba o
no. Los traslados episcopales o de capitulares también caían dentro
de la jurisdicción del Consejo, eran cuidadosamente considerados,
y las peticiones de los mismos debían estar justificadas, pidiéndose
opiniones a los vicepatronos en el caso de obispos y arzobispos.
Las coadjutorías en los cabildos eclesiásticos no existían. La
organización de Iglesia americana, en suma, es la misma que en
España, variando su administración en función del real patronato.
En las Indias no existieron patronatos particulares, la única forma
de patronato privado que existió fue el patronato capellánico,
ejercido por el fundador de una capellanía o quien él designara.
El ingreso al estado eclesiástico
El concilio de Trento había determinado que no podían ser
promovidos a las órdenes mayores quienes no tuvieran un
beneficio eclesiástico o patrimonio con la correspondiente congrua
de sustentación, a fin de no verse precisados a mendigar. 27 Se
quería evitar que el clérigo, para sobrevivir, tuviera que dedicarse a
actividades indignas o a trabajos serviles. La posesión de una
congrua sustentación al momento de la ordenación de mayores
debía atestiguarse y garantizarse el origen eclesiástico de los
ingresos, la calidad de los bienes que los respaldaban, y que no
hubiera perjudicados en los casos en que se realizaban
amortizaciones eclesiásticas. En América esta disposición había
sido sancionada por las Leyes de Indias. 28
Para la incorporación al estado eclesiástico los aspirantes debían
estar en posesión de un título canónico que le asegurara lo necesario
para el sustento. Para los clérigos seculares el título canónico
era el de beneficio y, en su defecto, el de patrimonio o pensión. Se
27 Concilio de Trento, Sesión XXI, capítulo 2, “Arcentur a sacris ordinibus qui
non habentunde vivere possint”.
28 Leyes de Indias, tomo I, título 12 “De los clérigos”, leyes J a V, referidas a
las actividades económicas prohibidas a los clérigos del clero secular.
- 19 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
entendía por el primero las rentas eclesiásticas fijas procedentes de
un beneficio, ministerio o fundación, que sustentaban las
ordenaciones eclesiásticas y por tanto la incorporación al estado.
Un beneficio era el derecho perpetuo, instituido por autoridad de la
Iglesia, que le competía al clérigo por razón de un oficio espiritual,
para percibir, en nombre propio, cierta parte de los frutos de los
bienes eclesiásticos. 29 Justamente por ser los beneficios instituidos
por la autoridad eclesiástica, el que se ordenara a su título quedaba
bajo la directa autoridad del obispo. Algunos cargos eclesiásticos
implicaban beneficios eclesiásticos, pero no todos los cargos
eclesiásticos estaban vinculados a beneficios, ni todos los
beneficios tenían cura de almas (cuidado espiritual de un grupo de
fieles). La ordenación a título de beneficio eclesiástico llevaba
aneja la responsabilidad de ejercer un determinado oficio en la
Iglesia. El título de patrimonio constituía al ordenando con bienes
propios que le aseguraban su congrua de sustentación; incluía
también el llamado título de pensión, asignada perpetuamente y de
manera segura por liberalidad de otros al ordenando que carecía de
bienes propios.
Existía también el título paupertatis o profesión religiosa
solemne, 30 bajo el cual los religiosos se ordenaban sacerdotes. El
tercer concilio de Lima de 1583 en lo relativo a los títulos de
ordenación optó por observar lo dispuesto por Trento, pero se
contempló la posibilidad de aceptar un cuarto título denominado
“doctrina indorum”, aplicable a quienes, teniendo la idoneidad
necesaria, querían dedicarse a la evangelización de los naturales.
También existía en Indias la posibilidad de ordenarse a “título
de lengua” para quien supiera hablar los idiomas indígenas y
contara con la posibilidad próxima de obtener un beneficio curado
para el que fuera absolutamente necesario dominar la lengua
indígena. 31
29 Donoso, Justo, Instituciones de Derecho Canónico americano, tomo III,
Librería de Rosa y Bouret, París, p. 160, 1876. El Código de Derecho
Canónico de 1917 lo definió de la siguiente manera: “El beneficio
eclesiástico es una entidad jurídica constituida o erigida a perpetuidad por
la competente autoridad eclesiástica, que consta de un oficio sagrado y del
derecho a percibir las rentas anejas por la dote al oficio”. Sobre lo mismo
también Gómez Salazar, Francisco, y De la Fuente, Vicente, Tratado teóricopráctico
de procedimientos eclesiásticos, Imprenta de la viuda de Aguado e
hijo, Madrid, tomo 4, 1868.
30 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 68. Este legajo contiene el libro de
órdenes del obispado de Santiago de Chile entre 1756 y 1788, en él ver
todas las ordenaciones sacerdotales de religiosos.
31 AGI, Gobierno, Chile, 199.
- 20 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Otro título de ordenación de mayores era el de “suficiencia”
aplicable a quienes no tuvieran patrimonio familiar ni rentas
eclesiásticas que les sirvieran como congrua, pero poseían de
forma notoria el conocimiento y la aptitud para ordenarse in sacris.
El título de ordenación por el cual un candidato accedía a las
órdenes mayores condicionaba las posibilidades de su carrera
futura. El clero patrimonial se compuso de sacerdotes ordenados a
título de capellanía, de patrimonio, o de una combinación de
ambos, que los liberaba de la obligación de servir en los beneficios
de la diócesis. Como las capellanías no eran instituidas por la
autoridad eclesiástica, sino sólo meramente aprobadas por el
ordinario, los sacerdotes ordenados con este título quedaban fuera
de la autoridad del obispo en cuanto al servicio en beneficios,
aunque se los consideraba domiciliarios del obispado. 32 Un
capellán sólo tenía la obligación de cumplir con la carga específica
que le imponía la capellanía que servía. La misma independencia
de los obispos la tenían los ordenados a título de patrimonio, ya
que su subsistencia estaba asegurada sin la necesidad de servir
beneficios. A estos clérigos ordenados de mayores a título de
capellanía o patrimonio se los conoce también como clérigos
particulares o de ejercicio libre del ministerio sacerdotal. Se
caracterizaron por ser un clero extraparroquial. La historiografía
les ha prestado poco caso, tal vez por las escasas huellas que la
mayoría de ellos dejaron y por la dificultad consecuente de
identificarlos. Este grupo del clero secular, fuertemente autónomo
de los obispos, estaba por lo general estrechamente relacionado
con la elite social local, fundadora de mayorazgos y capellanías.
Estas últimas eran fundaciones perpetuas que afectaban bienes con
cuyas rentas se mantenía a un clérigo, generalmente elegido por ser
descendiente del fundador y él mismo miembro de la familia, sin
otra obligación que cumplir las cargas impuestas por el fundador,
entre las cuales figuraba, casi siempre, un cierto número de misas
para su alma.
Una parte de este clero extraparroquial se dedicaba a negocios
familiares. La tendencia puesta en marcha a partir del concilio de
Trento de revalorizar el poder episcopal y de extender su jurisdicción
chocaba con la existencia de este clero sin obligaciones pastorales
claras y del clero regular, ambos autónomos con respecto de los
obispos y en última instancia de Roma. Para la Monarquía este
32 Robles, Lorenzo, Nociones teológicas y jurídicas sobre beneficios
eclesiásticos, capellanías y patronatos, Imprenta San Diego, Santiago,197 pp.,
1893.
- 21 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
clero patrimonial también era molesto porque no podía controlarlo
al no depender de los beneficios de patronato real. La paulatina
desintegración del Antiguo Régimen que comenzó con la
revolución francesa acabó a la larga con el clero patrimonial, por la
amortización de los bienes eclesiásticos y la incautación de los
réditos de las capellanías.
La bibliografía sobre el clero secular en la América española
da cuenta de la existencia de este grupo. Apenas vislumbrado y
conocido, constituyen más bien un campo de investigación abierto.
Roberto Di Stéfano 33 señala que en Buenos Aires en 1778 los
clérigos particulares representaban el 66% del clero secular: de los
setenta clérigos que había, cuarenta y seis no tenían oficio
determinado. La proporción seguía siendo la misma en 1810.
William Taylor 34 al estudiarlos en México en el siglo XVIII, se
refiere a ellos como sacerdotes “sin destino”, que celebraban misa
pero la gran mayoría de ellos no impartían otros sacramentos.
Algunos vivían entre la elite cultivada y no aspiraron nunca a ser
párrocos. Tenían fortuna propia u ocupaban cargos directivos en la
diócesis, como rectores del seminario o asesores de la audiencia
episcopal. En un informe del obispo de ciudad de México en 1758
se señala que había mil sacerdotes en la ciudad y otros mil en la
arquidiócesis ordenados a título de capellanía, muchos de ellos
sirviendo como capellanes de haciendas.
También aumentó el clero secular patrimonial del obispado de
Santiago de Chile en la segunda mitad del siglo XVIII. A partir de
1753 podemos conocer con exactitud el número de ordenaciones
sacerdotales y los títulos de ordenación. De las trescientas veinte
ordenaciones sacerdotales de clérigos domiciliarios del obispado
que se celebraron entre 1753 y 1810, ciento dieciocho fueron a
título de capellanía y treinta y dos a título de patrimonio.
Pero como los reyes de España ejercían el patronato universal
en Indias sobre los cabildos eclesiásticos y obispados, quienes
quisieran hacer carrera en estos beneficios tenían que vincularse
con el Rey. Los súbditos experimentaban la gracia real como fruto
de la prestación de servicios, de la fidelidad demostrada en el
servicio al monarca, de los méritos personales y familiares. De ahí
el enorme prestigio social que la distinción de una presentación
eclesiástica implicaba para el favorecido. La concesión papal
posibilitó entonces la creación de un vínculo muy estrecho entre el
Rey y el clero secular en las Indias, mucho más que en España.
33 Di Stéfano, Roberto, “Abundancia de clérigos...”, op. cit., pp. 33-59.
34 William Taylor, Ibidem, p. 114.
- 22 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
En este contexto es importante recordar que en el Antiguo
Régimen la familia decidía el destino de sus miembros en función
de su extensión, acrecentamiento y honor. El margen de libertad
individual quedaba reducido ante la familia, a la que todos se
subordinaban. Quien actuara como cabeza tomaba las decisiones,
avaladas por cierto por el contexto familiar, sobre quien se casaba
o se quedaba soltero, quien emprendía una carrera eclesiástica,
militar o civil. En este contexto el sacerdocio aparecía como una
profesión impuesta familiarmente. La historiografía española 35
recalca además el origen social de muchas vocaciones
eclesiásticas, ya que muchos capellanes de sangre o de oposición,
habían ascendido al estado eclesiástico casi niños, sin conciencia
plena de sus obligaciones con el propósito de que bienes
patrimoniales familiares quedaran fuera del fisco.
El clero secular chileno y la Monarquía
En Chile, durante la segunda mitad del siglo XVII, en las cartas de
los obispos al Rey encontramos permanentemente relacionados el
crecimiento o decrecimiento del clero secular con la obtención de
beneficios:
Y en este reino fuera de mucho provecho si en él hubiera clérigos
que quisieran ajustarse a ser doctrineros como los puede haber si
Vuesa Majestad fuese servido de mandar crecer el sínodo o
estipendio de las doctrinas. No hay clérigos que quieran ordenarse
a título de lengua si no es alguno tan pobre que no tenga otro
modo de poderse sustentar. 36
Los beneficios curados rurales, los de las frontera indígena y
los de las ciudades más alejadas a las sedes episcopales,
padecieron de escasez crónica en su dotación y falta de curas para
atenderlos. Tal situación no había desaparecido en el siglo XVIII.
En 1779 se celebraron oposiciones al curato de San Felipe. 37
Resultó ganador de la oposición José Antonio Moreno Merino, cura
de Combarbalá. Como ninguno de los otros presbíteros que se
habían opuesto al de San Felipe aceptó ese curato, tuvieron que cele-
35 Domínguez Ortiz, Antonio, La sociedad española en el siglo XVII. El
estamento eclesiástico, tomo II, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, Madrid, p. 66, 1970; Antón Solé, Pablo, Ibidem, p. 98.
36 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, f. 419.
37 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 72, f. 158.
- 23 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
brarse las oposiciones para llenarlo. El obispo Manuel de Alday no
pudo presentar ni siquiera una terna al gobernador, porque sólo dos
clérigos minoristas se habían opuesto porque “ninguno quiere
admitir este curato por corto, y sólo por tener título para órdenes lo
admitieron los propuestos”. 38 Esta situación acentuó en Chile la
competencia, casi se podría decir la lucha, por obtener los
beneficios curados más rentables, las parroquias urbanas, y
probablemente la desviación de las vocaciones al clero regular. La
elite local se concentró en la obtención de los beneficios más
rentables y prestigiosos: curatos urbanos, prebendas de los cabildos
eclesiásticos y obispados.
Daremos cuenta a continuación de la red beneficial chilena en
los tres siglos de dominación española. A fines del siglo XVI en el
obispado de Santiago había ocho parroquias y cincuenta y siete
doctrinas, en su mayoría en manos de los regulares. Volvemos a
encontrar datos sobre el número de las parroquias recién en la
década de 1660, cuando la diócesis contaba con dieciocho curatos
y once doctrinas. 39 En la primera mitad del siglo XVIII se erigieron
ocho parroquias, y en la segunda mitad dieciocho más. En la
primera década del siglo XIX el obispado de Santiago contaba con
cincuenta y un parroquias y doce tenientazgos pagados de las cajas
reales. En el obispado de Santiago, entre 1650 y 1700,
contabilizamos ciento treinta y cinco curas, de los ciento ochenta y
nueve presbíteros registrados. Durante todo el siglo XVIII y hasta
1810, encontramos quinientos setenta y dos clérigos presbíteros.
De éstos, trescientos veintinueve fueron curas párrocos; cuarenta y
nueve tenientes de curas; y ciento treinta fueron clérigos
particulares, ochenta y siete de ellos lo fueron después de 1764. 40
38 Ibidem.
39 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, ff. 120-124. Carta de Fray Diego
de Humanzoro, obispo de Santiago de Chile, al Rey del 25 de julio de 1662.
40 La cifra de presbíteros con la que trabajamos no está extraída de
documentación oficial ya que ni en el Archivo del Arzobispado de Santiago
ni en el de Concepción no se conservan los expedientes de órdenes o el
Libro de Ordenaciones en forma continua, sino que es fruto de nuestra
propia investigación hasta la actualidad y por eso modificable por futuras
investigaciones.
- 24 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
A fines del siglo XVI, en el obispado de Concepción, 41 había
diez parroquias y nueve doctrinas. En la década de 1660 sólo cinco
parroquias y una misión, y las capellanías militares de los tercios
de Arauco y Yumbel, y los fuertes de Chillán, Buena Esperanza,
San Cristóbal, Mandituco y San Pedro de Bío-Bío. En la diócesis
había cuarenta y ocho beneficios curados, y a partir de 1760 se
sumaron un número indeterminado de tenientazgos. En el obispado
de Concepción el siglo XVIII hemos registrado a ciento ochenta y
seis curas y treinta y cinco clérigos particulares. En Concepción a
lo largo de todo el siglo XVIII se erigieron dieciséis parroquias.
El cabildo eclesiástico de Santiago en el siglo XVII contó con
dos canonjías de merced, y a partir de 1677 otras dos de oposición,
una magistral y una doctoral, y cinco dignidades. Entre 1650 y
1700 fueron presentados treinta y dos canónigos, cuatro foráneos al
reino, dos de los cuales (peruanos) tomaron posesión de su
prebenda, y ocho habían nacido en el obispado de Concepción. En
el siglo XVIII, en 1774 se erigieron tres raciones y dos canonjías
más de merced, en todo el siglo hubo cincuenta canónigos, doce de
ellos foráneos al reino.
El cabildo eclesiástico de Concepción estuvo compuesto en los
siglos XVI y XVII por dos canonjías de merced y dos dignidades.
Entre 1650 y 1700 hubo veintitrés canónigos presentados por el
Rey, once de los cuales eran naturales del obispado. De seis
sabemos que eran chilenos pero desconocemos su ciudad de
origen, aunque lo más probable es que cuatro de ellos fueran
nativos del obispado de Concepción. Otros seis prebendados eran
nativos del obispado de Santiago, ningún prebendado era foráneo
al reino. A fines del siglo XVII se erigió una canonjía magistral y
en 1778 se erigió una canonjía penitenciaria. Durante el siglo
XVIII hubo veinticinco canónigos, cuatro de ellos foráneos al reino
de Chile.
Para entender la relación de los cabildos eclesiásticos chilenos
con el Rey, hay que detenerse a analizar la composición del grupo
de canónigos. Al correlacionar los listados de presentados a los ca-
41 Nos hemos guiado para determinar el número de parroquias del
obispado de Concepción por las referencias a las mismas del libro de Muñoz
Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit.; y para las parroquias de
Santiago por el libro de Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias de la
Arquidiócesis de Santiago, 1840-1925, Imprenta San José, Santiago, 260 pp.,
1980. Valga la salvedad de que en el libro de Larraín Eyzaguirre, Iván, La
parroquia ante el Derecho civil chileno o Estatuto jurídico de la parroquia,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 428 pp., 1955, se da otro número de
parroquias para el obispado de Santiago.
- 25 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
bildos eclesiásticos chilenos por el Rey del Archivo de Indias 42 y
los que efectivamente tomaron posesión de sus prebendas, surge de
inmediato la evidencia de que la Cámara de Indias proponía
individuos que nunca pisaron los cabildos eclesiásticos chilenos,
cuyas prebendas sin embargo no estaban vacías, sino ocupadas por
naturales del país, designados por los obispos o gobernadores, los
llamados canónigos rezantes.
Correspondió a la Monarquía la estructuración de una carrera
y el establecimiento de los criterios que causaran los ascensos en la
misma. En la práctica, el sistema de ascensos también fue un
elemento básico del funcionamiento del gobierno de la Monarquía
española al utilizarse para contrarrestar la influencia local de las
instituciones de gobierno incorporando a las mismas a foráneos a
los reinos. Antes de 1650 la Cámara de Indias atribuyó el carácter
de inicial de una carrera al cabildo eclesiástico de Concepción, y
de ascenso al cabildo eclesiástico de Santiago. Componían el
primero presbíteros nativos de los dos obispados y antes de 1650
sólo cinco españoles habían ocupado alguna plaza en el mismo.
Entre 1660 y 1700 al coro de Concepción fueron presentados a
canonjías siete presbíteros domiciliarios del obispado de Santiago
y nativos de él, y otros trece nativos del obispado de Concepción.
Entre los santiaguinos, sólo uno acudió a tomar posesión de su
prebenda, los otros seis tomaron posesión por poderes.
En el cabildo eclesiástico de Santiago, la Cámara de Indias
presentó a siete foráneos al reino como canónigos a partir de 1650,
sólo dos (peruanos ambos) tomaron posesión personalmente de su
prebenda, uno de ellos había llegado a Santiago como familiar de
un obispo, el otro probablemente migró con su familia en su
infancia. Además doce canónigos de Concepción ascendieron al
cabildo eclesiástico de Santiago y concluyeron allí su carrera. Por
tanto, los cabildos eclesiásticos chilenos estuvieron compuestos
mayoritariamente por naturales del país, más aún, por clérigos
presbíteros domiciliarios de los mismos obispados, no por decisión
del Rey, sino por imposición de la situación.
En el siglo XVIII el panorama no cambió mucho en cuanto al
lugar de nacimiento de los prebendados, seguían predominando los
nativos de cada obispado. En el coro de Santiago de los cincuenta
prebendados, sólo hubo seis foráneos al reino a lo largo del siglo, uno
era español, los otros eran sudamericanos, todos tomaron posesión de
sus prebendas. El resto de los prebendados habían nacido dos de
42 AGI, Gobierno, Chile, 63 y 455.
- 26 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ellos en La Serena, uno en Concepción, todos los otros eran
nativos de la ciudad de Santiago.
En Concepción, de los veinticinco prebendados que hubo, sólo
cuatro fueron foráneos al reino, tres españoles y un peruano. Hubo
un solo canónigo natural de la ciudad de Santiago y otro de La
Serena. En los dos cabildos los foráneos al reino que hubo habían
llegado como familiares o secretarios de obispos, lo que les valió
las recomendaciones necesarias para ser consultados por la Cámara
de Indias y presentados. En el siglo XVIII el cabildo eclesiástico
de Santiago dejó de ser considerado por la Monarquía como de
ascenso para los prebendados de Concepción y éste último de
inicio para los prebendados de Santiago.
La ubicación periférica del reino, entonces, jugó a favor de los
chilenos, aunque el Rey controlara el acceso e intentara frenar los
intereses locales presentando a foráneos al reino. Los testimonios
son múltiples, sobre todo en el siglo XVII. Una carta de Gaspar
Villarroel, obispo de Santiago de Chile, al Rey, del 2 de mayo de
1653, es muy elocuente en este sentido:
Su Majestad sirva proveer la tres canonjías que faltan. Yo he
suplicado otra vez a Vuesa Majestad se sirva de dar estas
prebendas a clérigos de España o a criollos de esta tierra aquellos
vendrán porque no saben a la pobreza que vienen y estos otros
admitirán las canonjías porque a fin los cogen en sus casas y
siempre serán alojo para los que tienen poco y los clérigos del
Perú estiman mas una doctrina que todas estas prebendas. 43
La puerta de las instituciones eclesiásticas se abrieron
entonces para que las familias locales, descendientes de los
conquistadores y pobladores del reino, se disputarán entre ellas el
acceso y el control de las mismas. Aquí entonces, las relaciones
con la Monarquía adquieren toda su dimensión. En este proceso el
servicio al Rey, el árbitro 44 entre las componendas locales, fue
fundamental. De esta manera el ejercicio del patronato, la gracia real
vinculada a la presentación de un beneficio, se transformó en uno de los
elementos vinculantes entre la elite local y la Monarquía. En los
cabildos eclesiásticos de los dos obispados, los prebendados no nativos
del reino fueron familiares de los obispos incardinados en Santiago y
Concepción rápidamente integrados a las familias de la elite local por
43 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, ff. 325-326.
44 Cfr. Dedieu, Jean P., y Moutoukias, Zacarías, Réseaux, familles et pouvoirs
dans le monde ibérique à la fin de l’Ancien Régime, Bordeaux, CNRS Èditions,
París, pp. 6 y 26 de la introducción, 1998.
- 27 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
vínculos personales. La toma de control por parte de la elite urbana
chilena de los cabildos eclesiásticos comenzó ya a fines del siglo
XVII, y en la primera mitad del siglo XVIII se lanzan a la cumbre,
la conquista de los obispados. En la jurisdicción política
controlaban directamente el cabildo secular y habían penetrado las
audiencias. 45
En nuestro ámbito geográfico de estudio entonces, la
integración de foráneos al reino, particularmente españoles, a las
instituciones eclesiásticas no constituyó de hecho un elemento de
contrapeso de la elite chilena utilizado por la Monarquía. La
afirmación vale también para las órdenes religiosas en Chile. Si
bien en el Perú éstas tuvieron una política oscilante entre la
incorporación y el rechazo de criollos y mestizos, se inclinaron
más bien a no reclutarlos. La decisión se fundamentaba en la
constatación de la falta de las cualidades requeridas en la vida
religiosa. La verdad de la discriminación era la formación al
interior de las órdenes de parcialidades enfrentadas de criollos y
peninsulares. Los jesuitas del Perú por ejemplo durante el siglo
XVI optaron por no incorporar criollos a la Compañía. 46 Como el
resto de las órdenes en el siglo XVII finalmente tuvieron que
permitir la incorporación de criollos. Comenzó a aplicarse
entonces el sistema de alternativa de gobierno entre criollos y
peninsulares. En el reino de Chile, sin embargo, el sistema de
alternativa sólo se planteó en una orden, 47 la franciscana, de las
seis establecidas. La causa fue que en todas las órdenes la mayoría
de los religiosos eran naturales del reino. Incluso, entre los
dominicos, una real cédula de 1790 dirigida a la Audiencia,
barajaba la posibilidad de promover la migración de religiosos
peninsulares para poder instalar la alternativa. Entre los
franciscanos entonces, la alternativa se comenzó a aplicar a partir
de 1660, y ya había caído en desuso a mediados del siglo XVIII.
Sin embargo, una división interna profunda de la provincia la
reimplantó a partir de 1767, pero no entre españoles y criollos, sino
entre las facciones compuesta mayoritariamente por criollos, en las
45 Cfr. Barbier, Jacques, Ibidem.
46 Lavallé, Bernard, “La admisión de los americanos en la Compañía de
Jesús: el caso de la Provincia peruana en el siglo XVI”, en: Las promesas
ambiguas, criollismo colonial en los Andes, Pontificia Universidad Católica
del Perú, Instituto Riva-Agüero, Lima, pp. 197-209, 1993.
47 El tema fue estudiado por González Echenique, Javier, “Notas sobre la
“Alternativa” en las provincias religiosas de Chile indiano”, en: Historia, N°
2, Instituto de Historia Pontifica Universidad Católica, Santiago, pp. 178-
196, 1965.
- 28 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
que los peninsulares eran una minoría y estaban repartidos dentro
de ellas.
En el ámbito político Michel Bertrand, 48 en un estudio reciente
sobre los oficiales de finanzas de Nueva España, analiza los
mecanismos de integración de los oficiales españoles nombrados
por la Corona con la elite novohispana. Después del abandono de
la venta de cargos, a partir de 1720, se volvió a la aplicación del
reclutamiento en base a la competencia para el ejercicio del cargo.
Los elegidos en sus tres cuartas partes provinieron de un medio de
familias profesionales, descendientes de agentes marginales de la
Monarquía. Sin embargo, a su llegada a Nueva España, fueron
captados e incorporados a la elite por medio de alianzas
matrimoniales y económicas, y vínculos de amistad, que
transformaron a los inmigrantes en criollos por interés y por
vínculos. Los mismos mecanismos y los mismos efectos fueron
analizados por Jacques Barbier en relación a las alianzas
matrimoniales con los oidores españoles que llegaron a Chile, 49
que la elite utilizó como modo de integración de éstos al medio
local.
Está claro que el desafío de la Monarquía durante los siglos
XVI a XIX fue el control político del imperio más grande de la
tierra. En este período fue cambiando la relación entablada con las
elites locales, dentro de un marco de negociación y de un flujo
constante de intercambios. 50 La apertura de las instituciones
eclesiásticas a la elite chilena, fundamentalmente los obispados,
fue uno de los medios por el cual la Monarquía la relacionó
consigo. Las siguientes páginas están dedicadas a mostrar cómo las
elites chilenas fueron imponiendo sus miembros en los cabildos
eclesiásticos y obispados, ante el fracaso de la política de
integración de foráneos en estas instituciones en las que el Rey
controlaba el acceso.
La bula que permitió a la Corona española la presentación de
personas para las vacancias, nada decía sobre cómo debía hacerse la
selección o si se debían exigir requisitos. No existían reglas sobre las
cualidades que debían poseer las personas señaladas por el monarca
para que se les diera la colación canónica, aparte de generalidades
sobre la idoneidad 51 de los presentados. Para llevar a cabo la
48 Bertrand, Michel, Grandeur et Misère de l’office. Les officiers de finances de
Nouvell-Espagne XVIIe-XVIIIe siècles, Publications de la Sorbonne, Paris, pp.
139 y ss., 1999.
49 Al respecto véase el libro de Barbier, Jacques, Ibidem..
50 Cfr. Castellano, Juan L., Dedieu, Jean P., y López Cordón, María V., (eds),
Ibidem. En la introducción del libro Jean Pierre Dedieu resume el proceso
historiográfico al que estamos haciendo mención.
51 Concilio de Trento, capítulo 13, sesión VII sobre la reforma, y sesión XXV
sobre la reforma.
- 29 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
selección del clero secular para las vacancias mayores y menores
de Indias, la Monarquía estableció un sistema de nombramientos y
presentaciones que integró la administración y gobierno de la
Iglesia y de la Monarquía en una doble dimensión local y
supralocal. A través del sistema de presentaciones vamos a mostrar
esta articulación en esas dos dimensiones. La primera comprendía
a los cabildos eclesiásticos —el obispo— el vicepatrón. La
segunda a la Cámara de Indias —el Rey— el Papa. Ambas
dimensiones se relacionaban a través de un sistema de intercambio
de información que circulaba entre España y América.
- 30 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 2
El vicepatronato en Indias
Nos detendremos en este capítulo en la instancia local del sistema
de presentaciones que comprendía a los cabildos eclesiásticos, el
obispo, el vicepatrón. Estos actores se conjugaban en las
oposiciones a curatos, a las canonjías de oficio y en las
recomendaciones de los clérigos beneméritos. Por un lado
mostraremos cómo se articuló la relación local y supralocal, por
otro, los conflictos que esa articulación implicó ya que la carrera
eclesiástica del clero secular estuvo marcada por estos dos aspectos
que lo vincularon a la vez con la Monarquía.
El Rey no podía ejercer de manera efectiva las funciones de
patrono, por eso las delegaba en España en el Consejo de Indias y
en América en los funcionarios civiles, el virrey o gobernador y la
Real Audiencia, que actuaban como vicepatronos. Había un virrey
en cada uno de los reinos hispánicos, europeos y ultramarinos, que
personalmente representaban al Rey español ausente de quien
había recibido el encargo del buen gobierno del país. En Indias, a
diferencia de otros reinos de la Monarquía, había una separación
entre la función judicial atribuida a la Real Audiencia y la de
gobierno propia del virrey. 1 Un virrey era un gobernador que al ser
investido recibía aquel título junto con el de capitán general y
presidente de la Audiencia. En materia de justicia un virrey
firmaba las sentencias junto con los oidores pero no tenía voto en
ellas.
Como el Rey, los virreyes que lo representaban de un modo
personal, tenían casi todas las atribuciones que correspondían al
soberano: el gobierno, el supremo mando del ejército de sus respectivos
virreinatos (eran capitanes generales), la ordenación general de la
1 Cfr. Góngora, Mario, El Estado en el Derecho Indiano. Época de fundación
1492-1570, Santiago de Chile, 326 pp., 1951. En esta obra Góngora analiza
los problemas prácticos que se presentaban durante el primer siglo de
dominación española en el Perú por la separación de las funciones de
gobierno y justicia.
- 31 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Real Hacienda (se les titulaba superintendentes) y eran
vicepatronos. En todas las funciones era asesorado por la
Audiencia. Los virreyes y gobernadores eran agentes de gobierno
de la Monarquía fundamentales en la administración, el gobierno y
control del imperio. Como vicepatronos, los virreyes se encargaban
de la fundación de iglesias, hospitales y conventos; enviaban
religiosos a los distritos de su jurisdicción y vigilaban su gestión.
Recaudaban las tercias reales. Comunicaban a los obispos y
arzobispos de su virreinato los documentos pontificios que habían
superado el pase regio, frenaban asimismo aquellos que no lo
tuvieran. Colaboraban con la Inquisición de su territorio. Los
virreyes también recomendaban a clérigos para los arzobispados y
para las diócesis sufragáneas contenidos dentro de su jurisdicción
política.
En cuanto a las provincias menores o gobernaciones, regidas
por un gobernador, se caracterizaban por no tener Audiencia. El
gobernador tenía las mismas atribuciones que el virrey que hemos
expuesto, salvo la de representar al soberano. Los gobernadores
dependían de los virreyes y presidentes de la provincia a la que
pertenecía su territorio, quienes vigilaban su gobierno y revisaban
su desempeño, para lo que nombraban jueces pesquisidores
encargados de realizar las averiguaciones pertinentes. En el ámbito
temporal los gobernadores supervisaban el comercio, las obras
públicas y la fundación, traslado y organización administrativa de
las ciudades de su jurisdicción. La Audiencia de Chile era
“pretorial” es decir presidida por un presidente que era a la vez
gobernador y capitán general, 2 y por eso, independiente del virrey
y vinculado a través del Consejo de Indias con el Rey. El
vicepatronato lo ejercía el gobernador, por lo tanto tenía a su cargo
todo lo relacionado con el estado eclesiástico, la propagación de la
fe, la promoción de las misiones entre los indios y la fundación de
iglesias, conventos y hospitales. Comunicaban a la Cámara de
Indias las vacancias eclesiásticas que se producían en su territorio.
También el vicepatrón debía informar sobre las tomas de posesión
de los obispos, las renuncias de obispados y canonjías, las
erecciones de nuevos obispados y prebendas. El Consejo de Indias
actuaba luego de sopesar las opiniones provenientes desde el
ámbito eclesiástico y el civil. Felipe III, por medio de una real
cédula del 4 de abril de 1609, delegó en los virreyes, presidentes y
gobernadores de las Indias el derecho de presentación a los
beneficios parroquiales y otros inferiores.
2 Leyes de Indias, libro 2, título 15.
- 32 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Las Leyes de Indias 3 establecían la obligación del vicepatrón o
de su delegado al que se llamaba “asistente real”, de asistir a las
oposiciones de las canonjías de oficio. Este asistente informaba a
la Cámara de Indias en forma separada al informe del obispo y del
cabildo eclesiástico sobre cómo se había desarrollado la oposición,
informe que, por cierto, era muy considerado por la Cámara. Debía
incluir un comentario relativo a las habilidades de los candidatos
en la exposición de la disciplina particular, pero también de su
hidalguía, virtud y otras cualidades personales y familiares que
considerara relevantes. Participaba más bien en calidad de
observador del desarrollo de la oposición. Informaba además al
vicepatrón sobre los opositores y su desempeño, formulando
también su opinión sobre la conformación de la terna por el obispo
y el cabildo eclesiástico.
Las oposiciones parroquiales también se celebraban con la
presencia de un asistente del gobernador que informaba a éste
sobre el desarrollo de la oposición. El concilio de Trento prohibía
expresamente la asistencia de un examinador que no fuera sinodal
al que se le adjudicara voto. También en la celebración de las
oposiciones de curatos en sede vacante el vicepatrón nombraba un
asistente para que las presenciara y le asesorase sobre la persona
más idónea para la presentación. Se trataba en realidad de controlar
al cabildo eclesiástico en sede vacante durante los períodos en que
gobernaba. Estos asistentes eran generalmente religiosos, de
diferentes órdenes, comisionados por el gobernador para una
oposición específica. También algunos oidores de la real
Audiencia podían ser seleccionados para cumplir esta tarea. Otros
beneficios eclesiásticos menores, como los de teniente cura, eran
proveídos por nombramiento del obispo, siempre de acuerdo con el
vicepatrón. También la Corona quiso controlar los nombramientos
de visitadores eclesiásticos del obispado que se hacían durante las
sedes vacantes, debiendo ser aprobados por los vicepatronos. Se
justificaba esta determinación en la obligación de que en las
personas nombradas fueran idóneas y cumplieran con los requisitos
requeridos por el concilio de Trento. 4
Como no fueron establecidos los límites de actuación entre la
Monarquía y el Papado en torno al gobierno de la Iglesia americana,
los conflictos jurisdiccionales estallaron también a nivel local entre la
Iglesia diocesana y los vicepatronos. El sistema siempre dio origen a
disputas entre los vicepatrones, los obispos y cabildos eclesiásti-
3 Leyes de Indias, ley 7, título VI.
4 De la Hera, Alberto, El regalismo borbónico..., op. cit., p. 196.
- 33 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cos. 5 Los regulares estaban también sujetos al vicepatrón en todos
los aspectos fundamentales de la vida religiosa. Conocemos el
ejercicio del vicepatronato por algunos escasos estudios sobre
intromisiones y preferencias especialmente en la vida religiosa,
ejerciendo presiones y haciendo valer la preeminencia del poder
laico. 6 Muchas veces la intervención del vicepatrón era requerida
para que su vigilancia garantizara la limpieza de la observancia
religiosa. Particularmente en la vida conventual el vicepatrón o sus
representantes actuaban como verdaderos árbitros entre tendencias,
tomaban partido apoyando a unos y oponiéndose a otros. 7
Los vicepatronos debían por tanto encargarse de vigilar el
cumplimiento del concilio de Trento y de las leyes reales en
materias eclesiásticas. Debían informar al Consejo de Indias sobre
los beneméritos del reino dignos de vacancias en los cabildos
eclesiásticos y prelacías y además elevar informes anuales sobre
los curatos y el clero que los servía. Exactamente de lo mismo se
informaba el Consejo de Indias a través de los obispos. Algunas
decisiones de la Cámara de Indias en materia eclesiástica chilena
estuvieron directamente decididas por los informes de los
gobernadores. Tal fue el caso de la recomendación en 1761 de Fray
Pedro Ángel de Espiñeira, franciscano, para el obispado vacante de
Concepción de quien la Cámara de Indias aseguraba que no tenía
relación de méritos ni apoderado en Madrid. 8 A juicio de Manuel
de Amat y Junyent, para este obispado debía optarse por un
regular, y propuso a Fray Pedro Ángel de Espiñeira y a Fray
Manuel de Acuña fundador de la recoleta dominica de Chile. 9
Siguiendo recomendación, los dos propuestos entraron así a la consulta
de la Cámara de Indias, resultando Espiñeira señalado. En la vida ecle-
5 Cfr. Urquiza, Fernando, “Etiquetas y conflictos: el obispo, el virRey y el
cabildo en el Río de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII”, en: Anuario
de Estudios Americanos, N° 50, Escuela de Estudios Hispanoamericanos,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, pp. 55-100, 1993.
6 Cfr. Peire, Jaime, “La manipulación de los capítulos provinciales, las élites y
el imaginario socio-político colonial tardío”, en: Anuario de Estudios
Americanos, N° 50, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, pp. 13-53, 1993.
7 Cfr. AGI, Gobierno, Chile, 103, donde se encuentra una de estos casos
informado por Francisco Ibáñez de Peralta, gobernador de Chile, al Rey el
16 de mayo de 1702.
8 AGI, Gobierno, Chile, 452.
9 Ibidem.
- 34 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
siástica en las oposiciones parroquiales y en las oposiciones a las
canonjías de oficio interactuaban el obispo, el cabildo eclesiástico,
el clero en general y el vicepatrón. Describiremos el sistema para
mostrar de qué forma se articulaba en la selección del clero la
relación entre la Iglesia local y los agentes políticos de la
Monarquía.
Las oposiciones parroquiales
A diferencia de otros territorios sujetos al patronato real, como
Granada, donde la cura de almas no se proveía por concurso y los
obispos elegían a los párrocos, en Indias, en cambio, se llenaban
los beneficios parroquiales a través de oposiciones convocadas por
el obispo. Se llamaba a éstas últimas al producirse una vacante, por
muerte o jubilación del poseedor o por traslado. La convocación se
comunicaba fijando edictos en las principales ciudades del
obispado. Los candidatos debían demostrar su idoneidad en el
conocimiento de la teología y acreditar sus méritos para ocupar el
beneficio al que aspiraban en un examen público ante el cabildo
eclesiástico y el obispo en el que participaba un asistente del real
que representaba al vicepatrono. Cada miembro de este jurado
votaba secretamente en primero, segundo o tercer lugar por los
opositores. Con los resultados se formaba una terna que el obispo
comunicaba al vicepatrón. Este elegía a uno de los votados y lo
presentaba al curato. A continuación el obispo procedía a darle la
colación canónica, 10 luego de lo cual el favorecido tomaba
posesión de su beneficio si lo aceptaba.
La forma en que se celebraban las oposiciones variaba según
los obispados. En Santiago y Concepción se seguía el modelo de
Lima. 11 Los opositores se presentaban en el palacio episcopal
donde se los citaba para “tomar puntos”, es decir, definir los temas
sobre los que cada uno debía exponer en el examen público. En
base a un texto estipulado en cada obispado, uno sobre el catecismo
romano y otro teológico, generalmente un niño abría el libro en tres partes,
cada una tratante de una materia. De las tres el opositor escogía una. El
10 “Título y mandato de posesión que se da al provisto en algún beneficio
con la solemnidad de imposición del bonete: lo que también se ejecuta con
los proveídos en las cátedras y grados de las universidades”, definición
tomada de Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Madrid,
Gredos, 1979, tomo 2, p. 405.
11 Cfr. Paul Ganster, A social history of the secular clergy of Lima..., op. cit., pp.
49-54.
- 35 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
notario lo asentaba y publicaba los puntos teológicos y canónicos
sobre los que expondría cada opositor. El día fijado, cada opositor
contaba con media hora para exponer sobre el catecismo y otra
media hora para proponer la lección teológica y resolverla. Se lo
examinaba aparte sobre teología moral. Los únicos excluidos de las
oposiciones a curatos y prebendas eran los expulsos de las
religiones y los miembros de la Compañía de Jesús que la hubiesen
abandonado después del primer voto, según las reales cedulas de
26 de marzo de 1696 y 24 de septiembre de 170. 12
En los archivos eclesiásticos chilenos no se han conservado
los autos de las oposiciones a curatos. Conocemos los resultados
de algunas oposiciones por las cartas del obispo al gobernador
remitiéndole las ternas para que procediera a la presentación. 13 En
general el gobernador optaba por el que ocupaba el primer lugar de
la terna, de la misma forma como lo hacía el Rey con las ternas de
la Cámara de Indias.
En realidad en el reino de Chile la posibilidad de aplicar el
sistema de oposiciones a la provisión parroquial no fue constante
hasta aproximadamente la década de 1720. El proceso estaba unido
a la escasez del clero secular, a su deficiente formación intelectual
y a la mala dotación de las parroquias y doctrinas. Después de la
gran rebelión indígena de principios del siglo XVII el problema
llegó a ser dramático, las parroquias rurales estaban simplemente
vacías. Esta situación se prolongó durante el resto del siglo. Los
obispos paliaron la escasez de titulares nombrando curas
interinos (regulares o seculares) o directamente entregando la
cura de almas a regulares, 14 aunque por cortos períodos se
lograron llenar los beneficios curados con curas seculares. Los
libros parroquiales reflejan esta situación, más dramática aún en
el obispado de Concepción que en el de Santiago, porque los
sínodos de los curas se pagaban con el situado que se recibió
muy irregularmente a partir de 1680. Aparentemente las
12 AGI, Gobierno, Chile, 91.
13 AASCH, Secretaría del obispado, legs. 72 y 73, contienen copias del
Archivo Nacional Histórico de Chile de las cartas de los obispos de Santiago
y Concepción a los gobernadores del reino remitiéndoles las ternas de las
oposiciones de los curatos para que éstos seleccionaran a un candidato para
ser presentado.
14 Sobre este tema ver Enríquez Agrazar, Lucrecia R., “Regulares en la
Iglesia secular: presencia franciscana en curatos y doctrinas del obispado de
Santiago de Chile, 1760-1810”, en: Millar Carvacho, René y Aranguiz,
Horacio (eds.), Los franciscanos en Chile: una historia de 450 años, Academia
Chilena de la Historia, Santiago, pp. 197-215, 2005.
- 36 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
parroquias urbanas no sufrieron tanto este proceso, eran más
apetecidas por lo que pudieron proveerse siempre por oposición.
Pero nunca fue posible durante el período que abarca nuestro
estudio, que la totalidad de las parroquias se proveyera por
oposición, ya que siempre existieron curatos a los que nadie quería
oponerse. Los obispos los llenaban con clérigos necesitados de
obtener congrua de sustentación para incorporarse al estado
eclesiástico o con curas interinos. De ahí que uno de los títulos de
ordenación más frecuente fuera “a título de cura” o de servicio en
la iglesia, ya que el obispo podía disponer del destino de los que
así se incorporaban al clero secular. Como el concilio de Trento
establecía que no podían abandonar ese beneficio que les daba
congrua hasta no obtener otro, en el reino de Chile se utilizó
mucho este recurso para garantizar que cada parroquia tuviera su
cura. Por lo tanto, nunca se aplicó plenamente el sistema de
oposiciones, y muchos párrocos fueron designados por los obispos
en las parroquias con el acuerdo del vicepatrón.
En el siglo XVII en el obispado de Concepción, las
prolongadas sedes vacantes acentuaron las intromisiones del
vicepatrón en el gobierno de la iglesia local, prometiendo
nombramientos como el de provisor, que correspondía designarlo a
la sede vacante. Así describía al Rey la situación el obispo Diego
Zambrana Villalobos en 1646, refiriéndose al clérigo Francisco
Espinosa:
Ha mas de siete años que se fue a vivir a la ciudad de Santiago y
no le pasa por el pensamiento volver a esta iglesia aunque se lo he
escrito muchas veces porque tiene allí su casa y hacienda, y en otra
ocasión antes que yo llegase a esta ciudad, se estuvo otro tanto
tiempo y no viniera si no fuera por la ambición de ser provisor por
prometérselo el gobernador Don Francisco Laso Vega que todo
esto y mas pueden los gobernadores. 15
Los obispos de Concepción y los vicepatronos también se
enfrentaron en torno a las provisiones de curas para los fuertes militares
de la frontera indígena. Francisco de Loyola y Vergara, obispo de
Concepción, en una carta a la reina gobernadora de 1673 reivindicaba
la aplicación del sistema de oposiciones para la presentación de los
capellanes militares de los fuertes. Los gobernadores consideraban
que como estos capellanes se pagaban del real situado, el
nombramiento era una atribución exclusiva del gobernador sin in-
15 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 292 vta.
- 37 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tervención del obispo y sin mediar la celebración de oposiciones.
El obispo Loyola y Vergara pedía a la reina que se respetara la
jurisdicción episcopal atropellada por el nombramiento de los
capellanes sólo por el gobernador, justificándolo además con el
argumento de que la exigencia de las oposiciones alentaría a los
clérigos a estudiar:
Con la conveniencia de que se empeñen en el estudio los clérigos
viendo que en estos curatos que son los mas que hay en este
obispado se entra por exámenes y concurso que los alienten al
estudio. 16
En Santiago el obispo Luis Francisco Romero y el gobernador
Ustariz se enfrentaron en 1710 en torno a las oposiciones
parroquiales. El obispo no las convocaba y designaba
unilateralmente a curas interinos, lesionando el patronato, según el
gobernador. La acusación, por cierto muy grave, llegó hasta el
Consejo de Indias. El obispo se defendió diciendo que los curatos
del obispado estaban vacíos por la escasez de clero y de medios
para pagar los sínodos, por lo cual nombraba curas interinos para
que por lo menos los hubiera. El asunto se resolvió entre el obispo
y el Consejo encarando la problemática de fondo que era la
pobreza de los curatos, que no alentaban las inclinaciones al estado
eclesiástico.
Las canonjías de oficio
Las canonjías de oficio eran aquellas para las que se
necesitaba poseer un título universitario para ejercerlas. Dentro de
la jerarquía del cabildo eclesiástico, los canónigos de oficio,
doctoral, magistral, penitenciario y teologal, se situaban sobre los
canónigos de merced pero por debajo de las dignidades. Las
canonjías magistral y doctoral fueron fundadas por el Papa Sixto
IV en 1473, a petición de las iglesias de España, por la ignorancia
del clero. 17 El nombre de doctoral provenía de la necesidad de ser
graduado en cánones por una universidad. Este canónigo era el
encargado de la defensa de los derechos de la iglesia y tenía a su
cargo toda la actividad jurídica del cabildo. En tanto que para la
canonjía magistral era necesario estar graduado por lo menos de
maestro en teología por una universidad, este canónigo se
encargaba de los sermones “de tabla” en la catedral.
16 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, ff.196-197.
17 Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo 3, p. 326.
- 38 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
De estas canonjías las más importantes para una carrera
eclesiástica fueron la magistral y la doctoral, como ha sido
abundantemente destacado por la bibliografía y muy especialmente
por Juan Marchena y Paulino Castañeda 18 en su estudio global
sobre el episcopado americano en la época colonial. Muchos de los
que llegaron a ser obispos fueron canónigos de oficio. Quienes la
obtenían eran generalmente nombrados también en un cargo
administrativo diocesano, sobre todo provisor y vicario general.
Estos cargos permitían comprobar las cualidades de la persona
para el gobierno de la diócesis, por lo que la experiencia
administrativa previa parece ser determinante para la obtención de
un obispado.
Los opositores a estas prebendas eran los canónigos o
racioneros del mismo cabildo eclesiástico o de otro, presbíteros en
busca de ascenso o por lo menos clérigos de menores que buscaban
en la prebenda un título de ordenación. Manuel de Alday, quien
fuera obispo de Santiago de Chile, se ordenó sacerdote después de
ganar las oposiciones a la canonjía doctoral de la catedral de
Santiago en 1736. 19 Para otros, al no ganar el concurso, la carrera
eclesiástica dejaba de ser apetecible, como pareciera que fue lo que
ocurrió con José de Ureta e Irarrázaval, opositor en 1756 a la canonjía
doctoral 20 , quien después hizo una carrera en el cabildo secular,
llegando a ser regidor. 21 Se presentaban también a la oposición
aspirantes que no tenía posibilidades de ganar, pero para quienes
concursar significaba empezar a adquirir méritos y recomendaciones.
Siempre ocupaba un lugar destacado tanto en las relaciones de méritos
como en las cartas de recomendación la mención de las oposiciones a
curatos, prebendas o cátedras, y la forma en que se desempeñó. No
olvidemos además que a través del informe del asistente real y la carta
del obispo, los nombres y méritos de todos los opositores llegaban a la
Cámara de Indias. Fue el caso de tres jóvenes egresados del
colegio de la Compañía de Jesús de Santiago que en 1726 se
presentaron a las oposiciones de la canonjía magistral, quienes fue-
18 Castañeda Delgado, Paulino y Marchena Fernández, Juan, La jerarquía...,
op. cit., p. 140.
19 Cfr19 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, f. 227.
20 AGI, Gobierno, Chile, 452.
21 Ver la relación de méritos de José de Ureta e Irarrázaval en Espejo Tapia,
Juan L., “Relaciones de méritos y servicios presentadas al Consejo de Indias
en los siglos XVIII y XIX por funcionarios de la Capitanía General de Chile”,
en: Revista Chilena de Historia y Geografía, vol. 53, Sociedad Chilena de
Historia y Geografía, Santiago, p. 122, 1923.
- 39 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ron recomendados de la siguiente manera por Alonso del Pozo y
Silva, obispo de Santiago de Chile en carta al Rey:
Y aunque no obtuvieron grado en la oposición los doctores Pedro
Zumaeta, Manuel Diez y José López, se espera de ellos que con el
tiempo se harán sujetos muy llenos por sus buenas capacidades y
letras. No tienen órdenes sacras y acaban de salir del colegio de
San Francisco Javier, llenaron muy bien el tiempo del punto con la
exposición del Maestro y explanación del Santo Evangelio. 22
En la provisión de estas canonjías se articulaban todas las
instituciones locales y supralocalocales a través de la oposición
local y la consulta de la Cámara de Indias que concluía en la
presentación regia. El procedimiento era semejante al de las
oposiciones parroquiales. El obispo convocaba la oposición, 23
fijándose los edictos en las puertas de las principales ciudades del
reino y en Lima. Durante ocho meses estaba abierta la recepción de
memoriales de los inscriptos. Los aspirantes debían presentarse en
la secretaría del obispado, allí entregaban una carta dirigida al
obispo en la que pedían ser admitidos en el concurso y presentaban
una copia de la partida de bautismo, en la que debía constar la
legitimidad del nacimiento y del matrimonio de sus padres y que
eran cristianos viejos. En caso necesario, se podía prorrogar el
término de recepción de memoriales. Una vez que se cerraba la
inscripción a la oposición, se fijaba un día (generalmente cinco
días después del término de la inscripción) para que los opositores
presentaran los títulos de órdenes, grados y méritos. Se procedía
entonces a la calificación de los opositores, es decir se
determinaban las antigüedades que debían guardarse en el
concurso según los opositores que se presentaban. En primer
término, los sacerdotes graduados de doctores, prefiriéndose al más
antiguo en el grado. Después los licenciados sacerdotes,
prefiriéndose asimismo los más antiguos en el grado. Luego los
minoristas, también prefiriéndose el más antiguo en el grado.
A continuación, se hacía un auto para determinar el día de los
actos y lecciones. Se avisaba entonces al gobernador para que
nombrara a su asistente. Se fijaba un día y hora para la asignación de
los temas a exponer en la oposición o toma de puntos. El día deter-
22 AGI, Gobierno, Chile, 68.
23 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 63, formulario de oposición a
canonjías de oficio.
- 40 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
minado se procedía a la misma, comenzando primero el más
moderno y así sucesivamente. En el caso de la canonjía magistral
los opositores debían exponer sobre el maestro de las Sentencias y
predicar sobre un evangelio. En las oposiciones de la canonjía
doctoral exponían sobre las Decretales. Los puntos se tomaban de
la siguiente manera. Se celebraba una reunión entre el obispo, el
cabildo eclesiástico y los opositores. Se tomaba el libro del
Maestro de las Sentencias, por ejemplo, y un niño abría el libro en
tres partes. Se apuntaban los tres temas salidos al azar y el opositor
escogía uno. Veinticuatro horas después se realizaba el acto
público en el que el candidato exponía sobre el punto que había
escogido.
La oposición se celebraba ante el obispo, el cabildo
eclesiástico, el asistente real y el público que quisiera asistir, en
sesiones diferentes por cada opositor y durante varios días. Se
escuchaban a tres opositores por semana si eran muchos o si había
prisa para enviar los autos al Consejo de Indias según el despacho
de la armada. Si eran pocos, uno a la semana. El opositor exponía
durante una hora, pasándose luego a las réplicas e intercambio de
argumentos por parte de los otros concursantes durante otra media
hora. En el caso de la canonjía magistral, en un acto separado se
predicaba el sermón del evangelio. Concluidas las exposiciones de
todos los opositores, se procedía a las nominaciones y elección de
los tres sujetos que se proponían al Rey. Esta propuesta se
realizaba teniendo en cuenta además de los resultados de la
oposición los méritos y servicios del opositor. Si alguno de los
prebendados no podía asistir a la votación debía entregar su poder
a otro prebendado o al obispo. Antes de proceder a la votación
juraban con la mano sobre los evangelios votar por los más
idóneos para el servicio de la iglesia y guardar secreto del voto. El
secretario del cabildo eclesiástico entregaba a cada uno de los
electores papeles con los nombres de los opositores. Se procedía a
la votación para el primer, segundo y tercer lugar. Si en un lugar
había votos iguales, se le adjudicaba a los dos sujetos. Finalmente,
el obispo informaba al Rey de los méritos y servicios de los tres
miembros de la terna, y de los demás opositores para que el Rey
los tuviera en cuenta para las prebendas de merced. Además se
tazaban los autos y derechos de la oposición. Por la asistencia a los
puntos y las lecciones se cobraban cuatro pesos y seis más por los
derechos ordinarios de los autos.
Los autos de la oposición, con la terna y el informe del asistente se
enviaban a la Cámara de Indias para proceder a consultar la vacancia. Así
los opositores de la iglesia local entraban en el sistema de consultas de
la Cámara de Indias. Realizada en ésta la consulta de la
prebenda llegaba al reino la real cédula de presentación del
- 41 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
favorecido por el Rey y la bula papal con el nombramiento. Por
tratarse las prebendas del cabildo de beneficios, el obispo debía dar
la colación y canónica institución para que el presentado tomara la
posesión efectiva. Los obispos siempre procedían a efectuar la
colación salvo en casos justificados, confirmados también por el
vicepatrón. Ambas autoridades debían informar a la Cámara de
Indias los casos en los que no se hubiera procedido a la colación
canónica. Así ocurrió con la presentación en 1711 del doctor
Nicolás Iparraguirre para la canonjía magistral de la catedral de
Santiago de Chile. 24 Iparraguirre no podía ejercer los deberes en el
coro por estar prácticamente incapacitado para caminar. Pero dar la
colación o no darla era la única posibilidad que tenía un obispo
ante los hechos consumados de la presentación, de imposibilitar a
un individuo tomar posesión de su prebenda.
Las oposiciones a las canonjías de oficio en el reino de Chile
A fines del siglo XVII el Rey modificó la composición de los
cabildos eclesiásticos de Santiago y Concepción al erigir en 1677
en el primero las canonjías de oficio doctoral y magistral y en el
segundo solamente la magistral. Una real cédula de 1697 recordaba
a los obispos de las diócesis sufragáneas de Lima que no debían
admitirse en las oposiciones a quienes no tuvieran el grado de
doctor en las disciplinas exigidas para cada canonjía. La creación
por parte del Rey de estas dos canonjías respondía a las
necesidades del clero local, ya que la tarea principal del canónigo
magistral era estar al servicio de la educación y formación del
clero, la del canónigo doctoral, su defensa. Ya en 1685, Manuel
Antonio Gómez de Silva, canónigo magistral, 25 sin estipendio
alguno, comenzó a dictar en la catedral de Santiago una cátedra de
moral para el clero. 26 Pero también creemos que expresan una
política regia de posibilitar que individuos de los cabildos
eclesiásticos de las diócesis sufragáneas, y con conocimiento
directo de la realidad local, entraran a la carrera episcopal. Estas
nuevas canonjías introducían una jerarquía entre los canónigos
mismos, canónigos de gracia y de oficio, y a futuro entre las
dignidades del coro. Una vez que el canónigo doctoral ascendiera a
una dignidad, tendría más posibilidades por su graduación en am-
24 AGI, Gobierno, Chile, 164.
25 AGI, Gobierno, Chile, 455.
26 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 42 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
bos derechos de llegar a una prelacía, con respecto al resto de las
dignidades existentes. De hecho, esto fue lo que ocurrió en el
cabildo eclesiástico de Santiago de Chile. No es casualidad que
entre los primeros canónigos doctorales y el primer magistral
salieran también los primeros obispos nativos chilenos durante
todo el siglo XVIII. 27 Además en la coyuntura concreta de los
cabildos eclesiásticos de Santiago y Concepción a fines del siglo
XVII, por los pocos individuos capacitados para las oposiciones,
las canonjías de oficio introducían una cuña en el compacto control
local de los cabildos que incentivaba a que los foráneos al reino
consideraran la posibilidad de concursar.
Por otro lado, las canonjías de oposición, justamente por serlo,
no dejaban resulta, es decir no podían ser provistas por el monarca
sin consulta de la Cámara de Indias. Por lo tanto eran la posibilidad
para las elites locales de entrar directamente al sistema de
selección. En las consultas de la Cámara de Indias de estas
canonjías que hemos revisado relativas a las oposiciones de los
coros chilenos, ésta se limitó a reproducir las ternas locales sin
formar una nueva terna, por lo que también podemos considerar
que representaron la opinión local ante la Monarquía, escuchada y
considerada. Las oposiciones a las canonjías de oficio, muy
frecuentes en la vida eclesiástica, también pueden ser consideradas
como un elemento más de la integración local en el gobierno total
de la Monarquía.
En el reino de Chile hasta la fundación de la Universidad de
San Felipe, 28 sólo los hijos de las elites podían estudiar en las
universidades cercanas de Lima, Córdoba o Charcas. Como
veremos fueron los favorecidos con estas canonjías e iniciaron una
carrera que concluyó en el episcopado. En el reino de Chile la única
facultad en la que se podía obtener el grado de doctor era la de teología,
ya que las concesiones reales y papales a las órdenes religiosas para
reconocer como grado universitario los estudios realizados en ellas no
incluía ningún grado en cánones y leyes. La creación de la Universidad
de San Felipe, que permitió los estudios de leyes en el reino, amplió
más aún las posibilidades de que nativos chilenos emprendieran la
carrera eclesiástica o la de catedrático. Esta situación académica
implicó que las oposiciones a la canonjía doctoral durante casi cin-
27 Cfr. Enríquez Agrazar, Lucrecia R., “El Cabildo Eclesiástico de Santiago de
Chile en el siglo XVIII: carreras, ascensos y estrategias en el camino hacia el
obispado”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 111,
Editorial Universitaria, Santiago, pp. 237-265, 2002.
28 Fue erigida por real cédula en 1738, pero empezó a funcionar en 1756.
- 43 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cuenta años tuvieran la dificultad de la falta de opositores,
obteniéndola el único opositor que se presentaba. Recién en las
oposiciones de 1736, obtenidas por Manuel de Alday, se
presentaron tres candidatos. Esta situación cambió definitivamente
a principios del siglo XIX. En 1806 en la consulta de la canonjía
magistral de Santiago se cita el informe enviado desde Chile por el
que conocemos un cambio de situación y la importancia del
vicepatrón en lo eclesiástico:
Sin otra novedad que el haber convenido el presidente vicepatrono
real en que los edictos se pusiesen sólo en el reino de Chile,
respecto de que abunda de eclesiásticos calificados y de no haber
ejemplar de que hubiesen concurrido opositores de diócesis
remotas, aunque se hubiesen extendido a ellas las convocatorias. 29
En el cabildo eclesiástico de Concepción la canonjía magistral
se proveyó por primera vez en 1700 (ver capítulo). En Santiago,
las oposiciones a las canonjías de oficio se llevaron a cabo por
primera vez en 1681. 30 El único opositor canonista a la canonjía
doctoral, Francisco de Quevedo y Zaldívar, la obtuvo. Era natural
de Lima y licenciado en derecho civil y canónico por la
Universidad de San Marcos. En el obispado de Santiago, Quevedo
y Zaldívar era cura de la parroquia de Ñuñoa al momento de las
oposiciones. El problema de la falta de doctores en ambos
derechos se presentó en 1688, cuando Quevedo y Zaldívar fue
ascendido por el Rey a la tesorería de la catedral de Santiago,
vacando entonces la canonjía doctoral. En 1690 y ante la falta de
opositores el cabildo eclesiástico de Santiago le escribió al Rey
pidiéndole que se admitieran teólogos en la oposición. 31 El Rey no
accedió a la petición del cabildo ni a la formulada en el mismo
sentido por Fray Bernardo Carrasco, obispo de Santiago, en su
carta del 1° de julio de 1690. 32 Carrasco fundamentaba su
requerimiento en el hecho de que aunque se habían fijado los
edictos de oposición en Santiago de Chile, Concepción y Lima,
nadie se había inscrito porque en el reino no había canonistas. Por
otro lado, la renta de la canonjía no superaba los 600 pesos, por lo
que nadie foráneo al obispado aspiraba a esta prebenda. Ante esta
29 AGI, Gobierno, Chile, 453.
30 Cfr. Medina, José T., Historia de la Instrucción Pública en Chile..., op. cit.,
tomo 1, cap. 5, sobre el mismo tema aunque enfocado desde la perspectiva
de un concurso literario.
31 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 24, f. 101.
32 Ibidem, ff. 100 y 100 vta.
- 44 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
situación el obispo Carrasco sugería al Rey que convierta la
canonjía doctoral en penitenciaria, para la que bastaba con ser
teólogo, título éste que era el más abundante en el obispado.
El Rey no dio curso a estas peticiones, pero tampoco se
pudieron realizar las oposiciones. En realidad estaban vacas en
Santiago la canonjía magistral, por demencia del beneficiario, y la
doctoral por falta de doctores en derecho. La estrategia del cabildo
eclesiástico sede vacante consistió en no convocar a una nueva
oposición de la magistral, sino pedir al Rey que presentara al del
segundo lugar en la terna de la oposición que se había celebrado y
no convocar la oposición de la doctoral hasta que algún nativo del
obispado estuviera en condiciones de obtenerla. Esto último
ocurrió recién en 1705, 33 cuando regresó de Lima el licenciado
José Toro y Zambrano, para quien se convocó la oposición y
resultó ganador. Tanto la postergación de esta oposición como la
no convocación de nuevas oposiciones a la canonjía magistral se
llevaron a cabo con la aprobación del vicepatrón. En 1716 Toro y
Zambrano fue ascendido a la mastrescolía del coro de Santiago. 34
La canonjía doctoral quedó vacante hasta 1722, cuando se
celebraron las oposiciones que nuevamente ganó el único opositor,
el licenciado Pedro Felipe de Azúa, quien había vuelto de Lima
probablemente en 1714, año en que se convirtió en abogado por la
Audiencia de Santiago. Como en 1705, pareciera que las
oposiciones a la doctoral en 1722 se convocaron para el único
opositor. La ordenación sacerdotal posterior a la presentación regia
a esa canonjía, sugiere que Pedro de Azúa decidió entonces su
carrera eclesiástica.
Finalmente en 1778 35 el Rey mandó erigir la canonjía penitenciaria
en el cabildo eclesiástico de Concepción, para la que se requería ser
doctor en teología o en derecho canónico. El penitenciario se
encargaba del asesoramiento espiritual del cabildo y escuchaba las
confesiones en la catedral. En el cabildo eclesiástico de Santiago esta
canonjía se erigió después de 1820. 36 La canonjía teologal nunca fue
erigida en ninguno de los dos cabildos eclesiásticos chilenos. Las
oposiciones a las canonjías de oficio eran cruciales en la carrera
33 AGI, Gobierno, Chile, 164
34 AGI, Gobierno, Chile, 455.
35 AGI, Gobierno, Chile, 452.
36 Cfr. Carlos Silva Cotapos, “Lista de canónigos de la Catedral de Santiago”,
en: Revista Chilena de Historia y Geografía, vols. 19 y 20, Sociedad Chilena de
Historia y Geografía, Santiago, 1916.
- 45 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de un clérigo porque era el momento en el que entraba en contacto
con el Rey a través del sistema de selección. Sólo los clérigos
particulares, los que no eran curas ni tenían beneficios de patronato
real, permanecían en el estado eclesiástico haciendo una carrera sin
este vínculo.
- 46 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 3
Instituciones españolas del gobierno de las Indias
Dos instituciones nos interesan, el Consejo de Indias con su anejo
la Cámara de Indias, y las secretarías del despacho, ambas en su
relación con el Rey. Nos detendremos en las relaciones entabladas
entre estos organismos que constituyeron el complejo entramado
del sistema administrativo que proveyó las vacancias eclesiásticas.
Las Secretarías de Estado y del Despacho
Con la llegada de los Borbones apareció ya en 1702 el consejo de
gabinete 1 o de despacho, formado por un grupo de personas
escogidas por el mismo Felipe V para asesorarle en el despacho de
los asuntos de Estado. La magnitud de la información que
manejaban, provocó la división de este organismo colegiado en
cuatro departamentos diferentes encargados de los asuntos
relativos a la iglesia, justicia, guerra y estado. Detrás de esta nueva
administración no había otra intención que la de ayudar al Rey,
quien todo lo decidía.
El Consejo de gabinete monopolizaba el “despacho a boca” en
el que se tomaban las decisiones de Estado, ya que la palabra del
Rey tenía fuerza decisoria. 2 Se dotó a este Consejo de una secretaría,
cuyo secretario se transformó en una pieza clave del funcionamiento
de la institución. 3 Además a partir de 1703 se instituyó la “vía re-
1 Dedieu, Jean P., “La Nueva Planta en su contexto. Las reformas del aparato
del Estado en el reinado de Felipe V”, en: Manuscrits, vol. XVIII, p. 113-119,
2000.
2 Ibidem.
3 López Cordón, María V., “Secretarios y secretarías en la Edad Moderna: de
las manos del Príncipe a relojeros de la Monarquía”, en: Revista Studia
Histórica Historia Moderna, N° 15, Ediciones Universidad de Salamanca,
Salamanca, pp. 107-131,1996. También para una descripción institucional
desde la historia del derecho ver el libro de Escudero, José A., Los
Secretarios de Estado y del Despacho, Instituto de Estudios Ad ministrativos,
Madrid, 4 vols., 1976. El estudio más actual corresponde a De Castro,
Concepción, A la sombra de Felipe V. José Grimaldo, ministro responsable
(1703-1726), Marcial Pons, Madrid, 394 pp., 2004.
- 47 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
servada”, que excluía algunos asuntos del cauce ordinario de los
consejeros pasando a la competencia directa de los secretarios del
despacho. A través de la vía reservada la información circulaba
entre el Rey y el aparato gubernativo local independientemente de
los Consejos. El objetivo de estas modificaciones administrativas
era acelerar el despacho de los negocios. De esta manera se
producía una yuxtaposición de funciones y relaciones entre el
Consejo y las secretarías.
El monarca se asesoró sobre los asuntos de Indias a partir de
1714 con el Secretario de Estado y del despacho de Indias, quien
en realidad era la cabeza de dos secretarías diferentes, Marina e
Indias, pero atendidas por un mismo secretario. Hasta 1754 lo
eclesiástico de Indias, sin embargo, corría aparte de los demás
negocios de Indias y dependía de la Secretaría del despacho de
justicia y gobierno político. En 1754 la Secretaría de Estado y del
despacho de Marina e Indias se dividió en Secretaría de Marina y
Secretaría del despacho de Indias. Su jurisdicción abarcaba todas
las materias de guerra, hacienda, navegación y comercio de Indias.
Pasaron a la vía reservada, es decir a la Secretaría del despacho de
Indias, en detrimento de la Cámara de Indias, las propuestas al Rey
sujetos para los cargos del Consejo de Indias, virrey, presidentes de
audiencias y gobernadores, altos puestos militares y eclesiásticos,
todos los puestos de hacienda. En la primera mitad del siglo XVIII
había sido una prerrogativa de la Cámara la proposición de
candidatos en las consultas. De esta manera la Cámara de Indias
perdió la exclusividad de la proposición de todo el personal
político administrativo. En 1773 se devolvió a la Cámara de Indias
la prerrogativa sacada. En 1782 el Consejo de Indias acordó que
las consultas se enviaran al Secretario de Estado y del Despacho de
Indias. Ocupaba este puesto José de Gálvez y era a la vez
gobernador del Consejo de Indias, centralizándose en una mano los
asuntos de ultramar. Este sistema duró hasta la muerte de Gálvez
en 1787.
En 1790 se suprimieron las dos secretarías especiales para las
Indias y se estableció un gobierno común para toda la monarquía
con cinco secretarías: Estado, Guerra, Marina, Gracia y Justicia, y
Hacienda. En las dos últimas había oficinas separadas para los
asuntos de España y de Indias para los negocios mixtos de guerra y
justicia, rompiéndose la unidad de las oficinas de Indias. Se consti-
- 48 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tuyó asimismo el Consejo de Gabinete formado por los titulares de
las cinco secretarías y presidido por el Rey. En 1790 un real
decreto dispuso que cada Secretaría de Estado y del Despacho
elevara al Rey las consultas específicas a su cargo. Además cada
Secretaría debía realizar un extracto de la consulta que llegaba
concretamente al Rey, con el fin de facilitar el despacho. A partir
del extracto se elaboraba también una esquela que resumía aún más
el asunto a tratar, facilitando lo máximo posible la decisión real.
De esta forma se abría la posibilidad de que el Secretario del
Despacho influyera a través del extracto y la esquela en la decisión
regia.
Margarita Gómez Gómez 4 nos permite adentrarnos en el
trabajo de la Secretaría al describir detalladamente el rol del
Secretario en la administración. El despacho en sí mismo
implicaba un trabajo previo y otro posterior de preparación de la
documentación de la Secretaría en directa relación con la toma de
decisión por parte del monarca y la ejecución de lo resuelto. Para
esto el Secretario debía oír a todos e informarse de todo.
Seleccionaba los temas a tratar en el despacho con el Rey y
preparaba la documentación relativa a los mismos al reducir los
contenidos a sus puntos esenciales, los que presentaba al Rey
haciendo presente los antecedentes y las circunstancias del
momento en vistas de llevarlo a una resolución lo más acertada
posible de las cuestiones consideradas en el despacho. Finalmente
el Secretario tomaba las provisiones necesarias para la ejecución
de lo decidido. Contaba con una oficina que lo ayudaba y que él
mismo organizaba. Seleccionaba también a sus colaboradores entre
quienes distribuía el trabajo asignándolo a “mesas” que atendían
asuntos específicos. Cada virreinato, por ejemplo, era tratado por
una mesa especializada en su territorio y había una mesa llamada
“Indiferente General” que abarcaba los temas relativos a todos los
territorios de ultramar y los de tipo general. Las mesas a su vez se
dividían en mesas de despacho, dirección, control y gestión de la
documentación. La Secretaría distinguía dos tipos de
documentación, la de oficio y la de partes, especializando en cada
una de ellas a los oficiales. La primera incluía todos los
documentos emanados del acto de administrar recibidos o
producidos a favor del Estado, la segunda aquella documentación
que era fruto de una petición o a favor de un particular.
4 Gómez Gómez, Margarita, Forma y expedición del documento en la
Secretaría de Estado y del Despacho de Indias, Secretariado de Publicaciones
de la Universidad de Sevilla, Sevilla, cap. 3, 1993.
- 49 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El Rey gobernaba las Indias con el Consejo de Indias, siendo
el Secretario del despacho el nexo entre ambos. Las consultas de la
Cámara de Indias llegaban al Rey a través del Secretario del
despacho y también a través suyo volvían a la Cámara con la
decisión real.
El Consejo de Indias
El Consejo de Indias se encargaba de todos los aspectos temporales
(guerra, hacienda, gobierno y justicia) y espirituales relativos a las
Indias. En relación a la justicia realizaba las propuestas de las
personas que debían instruir las residencias de virreyes,
gobernadores y presidentes de Indias; los pleitos de segunda
suplicación, algunos pleitos relativos a los repartimientos de indios
y juzgaba causas criminales que llegaban en apelación al Consejo.
En materia de gobierno, preparaba y proponía al Rey las leyes,
ordenanzas, pragmáticas y provisiones. Proponía al Rey sujetos
para que ocuparan los cargos de gobierno y administración de las
Indias. La Casa de Contratación, ubicada en Sevilla, fundada en
1503, ayudaba a desempeñar las funciones económicas del
Consejo, bajo cuya autoridad vigilaba el comercio con las Indias y
organizaba el despacho de las expediciones. Desde 1579 un
consejero de Indias era el presidente de la Casa de Contratación.
Las Leyes de Indias atribuían al Consejo como tarea principal
cuidar lo relativo a la conversión y doctrina de los indios. Era la
suprema autoridad en el gobierno eclesiástico de las Indias, se
ocupaba de la defensa del real patronato, concedía el pase regio
hacia América a las bulas papales. También coordinaba la
implantación, mantenimiento y desarrollo de la fe católica en los
territorios conquistados. Era el órgano asesor del monarca en la
selección de los miembros de los cabildos eclesiásticos, obispos y
arzobispos americanos y en la administración y gobierno de la
Iglesia. Caían dentro de sus funciones la modificación y erección
de nuevas diócesis, el aumento o la reducción de las canonjías y
raciones en los cabildos eclesiásticos, la erección de una canonjía
de presentación en una de oficio, delimitaba las diócesis y
promovía el establecimiento de parroquias, vigilaba el
funcionamiento de la Iglesia. Ejercía también funciones de
coordinación, planificación y control de la labor misional a través
de la determinación del número de religiosos que podían pasar a
América.
El Consejo de Indias solicitaba informes a las autoridades
eclesiásticas o políticas americanas relativos a cualquier tema
que tuvieran que resolver sobre el que quisiera disponer de amplia
- 50 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
información para dar un dictamen. Respondía asimismo preguntas
llegadas desde América. Según el tema considerado, proponía al
monarca la expedición de reales cédulas generales a toda América,
a algún reino o dirigidas personalmente a un obispo específico,
virrey o gobernador. No eran de su competencia los asuntos de la
Inquisición y de la Santa Cruzada, que contaban con consejos
propios. El gobierno local de la Iglesia se dejaba en manos del
obispo y el vicepatrón, ya fuera éste el virrey o el gobernador,
según el territorio en cuestión fuera un virreinato o una capitanía
general o gobernación. Pero el Consejo de Indias intervenía a nivel
local cuando la importancia del asunto así lo ameritaba, como
cuando recomendó al monarca que dictase las reales cédulas de
1765 5 relativas al establecimiento de las tenencias de curas en los
pueblos de indios sin asistencia espiritual, previendo además los
medios de su dotación.
El número de miembros y las funciones del Consejo de Indias
variaron a lo largo de los tres siglos que duró. 6 El Consejo estaba
presidido por un presidente nombrado directamente por el monarca
y formado por tres o cuatro consejeros en un principio,
aumentando su número posteriormente. Funcionaban asimismo dos
secretarías, una que atendía los asuntos del Perú y Tierra Firme y
otra los de Nueva España y las islas de Barlovento. Eran dos
ámbitos o negociaciones, como se las llamaba en la época, que no
se entrecruzaban administrativamente, correspondían también a
dos centros del gobierno español en América en torno a los cuales
giraban otros “satélites administrativos”. La Secretaría del Perú
atendía los asuntos de las tres metropolitanas de América del sur,
con sus respectivas diócesis sufragáneas: Lima, Santa Fe de
Bogotá y Charcas. Encabezada por un Secretario a cuyas
órdenes se subordinaban oficiales que trabajaban por mesas,
llevaban el peso burocrático preparando los documentos y
expedientes con los que trabajaban en el Consejo y la Cámara.
Desde 1715 había también dos fiscales que atendían los asuntos
que le competían de cada Secretaría. Estos eran “la defensa y
jurisdicción, patrimonio y hacienda real y saber cómo se cumple lo
5 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 4, pieza 36.
6 Sobre esta temática remitimos a la obra más reciente que toca estos
aspectos, la de García Pérez, Rafael, El Consejo de Indias durante los reinados
de Carlos III y Carlos IV, Eunsa, Pamplona, 530 pp., 1998. Trae abundante
bibliografía sobre el Consejo de Indias y reabre la discusión sobre la
pérdida de influencia del Consejo en detrimento de las Secretarías del
Despacho bajo el gobierno de los Borbones.
- 51 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
proveído; y la protección de los indios”. 7 A partir de 1786 los
fiscales del Consejo lo eran a la vez de la Cámara de Indias.
Funcionaba dentro del Consejo la Escribanía de Cámara,
compuesta por un escribano, relatores y oficiales. Su campo
específico era el trabajo burocrático judicial del Consejo, recibían
los pleitos, los derivaban al fiscal o al relator y enlazaban al
Consejo con los destinatarios. Los relatores se encargaban de
resumir y extractar los expedientes que correspondían a cada sala
del Consejo.
La Cámara de Indias, las Secretarías del Despacho y el
Confesor Real
La Cámara de Indias fue creada en 1600 por el Rey Felipe III para
ocuparse de las consultas de las provisiones eclesiásticas y
políticas que efectuaba el Rey según el modelo de la Cámara de
Castilla. La componían el presidente, tres consejeros y un
secretario. El mismo Felipe III la suprimió en 1609. Felipe IV la
restableció en 1644 con las mismas competencias de su fundación.
Sesionó así hasta 1701, cuando Felipe V la suprimió nuevamente y
devolvió al Consejo de Indias las funciones que le competían
creando tan sólo un año después la Secretaría del Despacho. En
1721 Felipe V la restableció compuesta por el presidente del
Consejo de Indias y cuatro camaristas, ministros también del
Consejo. Tenía divididos los días de la semana en los que trataba
los asuntos referidos a la negociación del Perú y de Nueva España.
Su principal tarea era la de consultar al Rey los empleos
civiles y eclesiásticos, y la concesión de gracias y mercedes. Se
consultaba desde el otorgamiento de un título de Castilla a
residentes en Indias hasta la licencia para abrir una botica. La
Cámara entregaba las licencias para pasar a Indias y para
comerciar. En materia específicamente eclesiástica consultaba las
solicitudes de jubilación de los prelados, peticiones de renuncias a
mitras y prebendas, las permutas y las licencias para viajar a
España o salir de las diócesis. Examinaba los autos de oposición de
las canonjías de oficio y las ternas votadas por los cabildos
eclesiásticos y el obispo, las que elevaba al Rey a modo de
consulta. El término “consulta” se aplicaba tanto al documento
emitido por un organismo corporativo con un informe que
era elevado al Rey para que sobre el asunto que trataba decidiera
lo que consideraba pertinente, como al acto mismo por el cual el
7 Leyes de Indias, Ley 1, Tít. V, Libro II.
- 52 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Consejo asesoraba al soberano. 8 ¿Cómo llegaba un individuo a ser
consultado? Contamos con una fuente inestimable para
comprender el funcionamiento del sistema. Se trata de un libro
contemporáneo escrito por Pedro Bonet, 9 un agente de negocios.
En realidad describe el real patronato en los reinos de España y el
funcionamiento de la Cámara de Castilla, pero la similitud de la
organización administrativa facilita también entender la Cámara de
Indias y la documentación emanada de ella.
Las vacancias menores y mayores de Indias se producían por
muerte, jubilación y por promoción de un prebendado u obispo. En
el caso de muerte, ésta se conocía en España por el aviso dado por
el virrey o el gobernador y por el obispo al Rey. Muchas veces la
carta incluía una nómina de los que consideraban beneméritos para
cubrir la vacancia anunciada. Así José Manso, gobernador de
Chile, comunicaba al Rey la muerte de Don Antonio Astorga,
arcediano de la catedral de Santiago y
que los dos curas de ella el doctor Don José Sebastián Clavijo y
Don Francisco Vilches, son sujetos de virtud y letras dignos de
que Vuesa Majestad los tenga presentes para cualquier resulta. 10
Otras veces los aspirantes a la vacancia pedían al gobernador o
al obispo la recomendación, llegando a España también en este
caso la noticia de la muerte y los recomendados al mismo tiempo.
En 1789, el gobernador Ambrosio Higgins lo reconocía ante
Antonio Porlier, Secretario del Despacho de Gracia y Justicia de
Indias, a quien le escribía:
Con motivo de haber fallecido el doctor Don Juan de Guzmán
deán de la santa Iglesia catedral de la ciudad de la Concepción,
conceptuando varios eclesiásticos de la misma diócesis que
de la promoción que se hiciere para proveer esta dignidad
resultará la vacante de alguna prebenda del mismo coro, han
ocurrido a mi pretendiendo que informe a Su Majestad de
sus méritos para que se los confiera; y escogiendo el que
me parece más digno, y proporcionado, por el conocimiento que
8 García Pérez, Rafael, El Consejo de Indias..., op.cit., pp. 470-473.
9 Bonet, Pedro, Práctica é Instrucción de Agentes y Pretendientes. Ilustrada y
aportada con leyes, decretos y reales resoluciones publicadas hasta ahora,
para la expedición de toda especie de pretensiones y negocios eclesiásticos y
seculares: con el método de entablarlos y seguirlos, tomo segundo, Madrid,
1787. Agradezco especialmente al Dr. Dedieu haberme dado a conocer este
texto.
10 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 53 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tengo de todos. He considerado deber en justicia recomendar a
Vuesa Excelencia al doctor Pedro del Campo. 11
Un certificado de muerte acompañaba la comunicación de las
autoridades locales al Consejo de la vacancia producida. 12 El
certificado podía ser del momento de la muerte o del entierro,
extendido por un notario o por el cura de la iglesia donde se llevase
a cabo la sepultura.
Según el derecho canónico, la autoridad que había decidido un
ascenso o traslado de un eclesiástico tenía el derecho de la
provisión de la resulta o plaza hecha vacante, por lo tanto el Rey
podía proveer las resultas sin consultar a la Cámara de Indias. Si
decidía no proveerlas lo comunicaba a la Cámara por medio de una
real orden que determinaba la consulta. 13 Si el Rey no proveía una
resulta o la vacancia se producía por muerte o jubilación, se abría
la posibilidad para los pretendientes de presentar memoriales o
peticiones de candidatura a la vacancia.
En la Secretaría del Perú se daban a conocer públicamente las
vacancias eclesiásticas, anunciándolas y declarando un plazo de
veinte días para la admisión de memoriales. Los beneficios sujetos
al patronato exigían residencia y servicio personal. Se descartaban,
muy teóricamente como veremos, candidaturas a prebendas de
clérigos ausentes o residentes en la corte y no en el lugar del
beneficio. El sistema de selección contemplaba la posibilidad de
que clérigos de otros lugares del imperio también fueran
considerados como candidatos para las vacancias eclesiásticas de
diferentes catedrales. Para ello debían efectuar una pretensión o
conjunto de trámites para solicitar ser considerado en la consulta.
En el lapso de tiempo estipulado, por medio de los agentes de
negocios (excepcionalmente por sí mismos), los pretendientes
solicitaban la vacancia o ser considerados en las resultas,
adjuntando a la petición su relación de méritos heredados,
personales y profesionales. A través de estas peticiones entraban en
los listados de candidatos que manejaban los camaristas a la hora
de votar.
Se ponía en marcha entonces el engranaje administrativo que
culminaría en la presentación por el Rey de un sujeto para cubrir la
vacancia. La Cámara de Indias efectuaba las averiguaciones
pertinentes sobre los candidatos y seleccionaba una terna que era eleva-
11 AGI, Gobierno, Chile, 452.
12 AGI, Gobierno, Chile, 164.
13 Bonet, Pedro, Ibidem, p. 31.
- 54 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
da al monarca, a quien siempre se dirigían las consulta, para que
tomara una decisión. La selección se hacía en base a la
documentación proveniente de la secretaría del Perú en la que se
elaboraban los documentos más importantes para estos efectos: las
listados de candidatos y las relaciones de méritos. Allí se llevaba
un verdadero legajo de cada individuo debidamente numerado, en
el que se registraban las veces que había sido considerado por la
Cámara en una consulta anotándolas en los márgenes de las
relaciones de méritos y el lugar obtenido en las ternas. En ese
legajo se guardaban también las recomendaciones de las
autoridades civiles y eclesiásticas, las que por lo tanto eran una de
las vías de acceso de un individuo a los listados de candidatos de la
Cámara y por ellos a las consultas.
En al caso de una terna para provisión de vacancias
eclesiásticas, una vez llevadas a cabo las votaciones en la Cámara,
en la secretaría del Perú se elaboraba la consulta al monarca y se la
remitían a través de la vía reservada por la Cámara de Indias o la
Secretaría del Despacho según la época, al Padre Confesor del
Rey, y por él al Rey mismo. Veamos la formalidad del
procedimiento a través del siguiente ejemplo. Julián de Arriaga,
Secretario del Despacho de Marina e Indias, le enviaba al
franciscano Joaquín de Eleta, confesor del Rey Carlos III, el 4 de
julio de 1771 una consulta:
Paso a Vuestra Ilustrísima de orden del Rey la adjunta consulta
que ha hecho a Su Majestad la Cámara de Indias con fecha de 28
de junio último proponiendo sujetos para la dignidad de chantría
de la Iglesia catedral de Santiago de Chile, vacante por
fallecimiento del doctor Don Valentín de Albornoz Ladrón de
Guevara para que en su vista informe a VI lo que se le ofreciere y
pareciere. 14
El confesor tenía en sus manos todas las competencias relativas
al patronato indiano y español, su ámbito de influencia era, por tanto,
enorme. Actuaba como un asesor no oficial del Rey en estas materias.
La bibliografía sostiene que ya bajo la Casa de Austria el confesor
real intervenía en decisiones eclesiásticas, en particular proponiendo
al Rey quienes podían llenar las vacancias, aunque, por nuestra parte,
en la documentación eclesiástica del siglo XVII que hemos
consultado en el archivo de Indias, no hemos encontrado ninguna
huella de intervención directa del confesor del Rey en la selección del
clero. Recién a partir de 1705 en las consultas de
vacancias eclesiásticas chilenas, aparece por primera vez la resolución
14 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 55 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
del confesor 15 jesuita, Padre Guillermo Daubenton. Nuestra
constatación coincide con la afirmación de José Alcaraz Gómez en
su libro sobre el Padre Rávago, 16 quien sostiene que el Confesor
adquirió un rol fundamental en materias eclesiásticas después de la
llegada de los Borbones al trono de España. Con ellos, llegó la
Compañía de Jesús a este importante cargo, reemplazando a los
dominicos que habían sido los confesores de la Casa de Austria.
Según Alcaraz Gómez, el Confesor nunca anuló las competencias
de la Cámara y de las Secretarías del Despacho, aunque actuaba de
una manera sobrepuesta a los ámbitos de acción de estos
organismos oficiales del gobierno, pero dejándose aconsejar por la
Cámara en todos los negocios sobre los que se le requería un
dictamen. El Confesor asesoraba al Rey ante cualquier consulta
elevada también por la Cámara de Castilla, el Consejo pleno de
Castilla, el Consejo pleno de Indias, el Consejo de la Inquisición, y
en menor orden, por el Consejo de Ordenes, el de Cruzada o el
Patriarca de las Indias en materia eclesiástica.
Los confesores contaron también con informes oficiosos que
les proporcionaban los miembros de la Compañía, y recibían
recomendaciones y presiones al margen de los camaristas, para que
colocasen sujetos en piezas del patronato real. Aprovechando las
felicitaciones que la Compañía de Jesús desde Chile enviaba al
nuevo confesor, P. Francisco de Rávago, el provincial jesuita Padre
Juan Sorozabal, manifiesta el apoyo de la Compañía en Chile al
doctor José Pozo y Silva, solicitándole que favoreciera
pretensiones de éste en la corte con la siguiente recomendación que
precede la enumeración de los méritos de José Pozo y Silva:
Luego que en esta provincia se supo la acertada elección del
confesor de nuestro católico monarca hacha en la persona de VR
siendo común en todos los nuestros la celebración, en mi fue muy
singular: así por el afecto, que en elegir a VR para tal empleo
muestra nuestro Rey a nuestra Compañía, como por lo que
le puede a esta valer el favor de VR en especial en las provincias
de Indias a quienes por distancia de su soberano, la envidia,
emulación, o desafecto puede damnificar con mayor libertad;
de lo cual me dan esperanzas muy seguras las relevantes
prendas de VR; de las que estoy tan prendado que quisiera tener
ocasiones, en que manifestarle la voluntad, con que vivo deseoso
15 Ibidem.
16 Alcaraz Gómez, José, Jesuitas y Reformismo. El Padre Francisco de Rávago
(1747-1755), Facultad de Teología San Vicente Ferrer, Series Valentina
XXXV, Valencia, p. 49, 1995.
- 56 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de servirle. Por lo cual hallándome con el cargo de provincial de
esta provincia de Chile ofrezco a VR así mi persona, como toda
esta provincia para cuanto fuera de su agrado; y paso por esta
confiado en su caridad, y celo a suplicarle se sirva desempeñar a
toda esta provincia de la mayor obligación, que como agradecida
reconoce a la persona del doctor José Pozo y Silva favoreciendo la
pretensión que en esta corte tuviere. 17
No hay un estudio exhaustivo sobre el papel del confesor real
en materia eclesiástica en el siglo XVIII, sin embargo parecería
que su rol en las decisiones fue más relevante durante los
gobiernos de Felipe V y Fernando VI. No estamos en condiciones
de hacer afirmaciones categóricas sobre las relaciones entre el
Confesor y la Cámara de Indias, o entre éste y los secretarios del
Despacho. Menos aún cómo se conjugaron (limitándose o
complementándose) las cuatro instancias: Cámara–Confesor–
secretarios-Rey. En base a las consultas chilenas y a las cartas que
han llegado hasta nosotros del Confesor comunicando sus
determinaciones al Rey, observamos que la Cámara siempre fue
tenida en cuenta en sus decisiones y que existía una comunicación
directa con el Confesor por parte de los obispos y algunas familias
de las elites chilenas, también a través de la Compañía de Jesús.
Sólo un estudio global de las consultas de la Cámara y las
decisiones del Confesor podrían aclarar estos aspectos. Sin
embargo, es importante remarcar que era el Rey quien decidía en
última instancia aunque lo hiciera conformándose a ciegas con la
Cámara de Indias o con el Confesor.
El P. Rávago fue el último Confesor jesuita (1747-1755),
miembro del partido de la reina Bárbara de Braganza, cayó en
desgracia en 1755 junto con el marqués de La Ensenada. Su caída
implicó el fin de los jesuitas como confesores del Rey. Le
sucedieron sacerdotes del clero secular. ¿Produjo este cambio
alguna variación en el rol del Confesor en materia eclesiástica? Es
difícil evaluarlo. Aparentemente el sistema siguió igual y continuó
el proceso de selección de la misma manera: cámara–secretarioconfesor–Rey.
Un ejemplo de lo dicho lo muestra el siguiente
intercambio de cartas entre el Confesor y el Secretario del
Despacho de Marina e Indias. En este contexto es importante
recordar que los secretarios del Despacho recibían también,
en forma directa o a través de la vía reservada, peticiones de
gracias y mercedes, la mención de una de ellas ha llegado hasta
17 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
- 57 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
nosotros inserta en una carta de Julián de Arriaga al confesor del
Rey del 7 de agosto de 1774:
Habiendo expuesto el oidor decano de la Audiencia de Chile Don
Martín de Recabarren sus servicios de 53 años en ella y la de
Panamá, su avanzada edad de ochenta y dos y la dilatada familia
con que se hallaba, pidió que por premio de ellos, y para su
consuelo, y amparo se le colocase en aquella Iglesia a su hijo
presbítero Don Estanislao... y habiéndose opuesto en el de 65 a la
magistral de aquella catedral trajo segundo lugar en la consulta
que se hizo de ella, exponiendo en la ocasión el presidente de la
Audiencia la buena conducta y literatura de este interesado a quien
el obispo de aquella ciudad abona en su informe reservado de 17
de octubre de 1767 manifestando los méritos del padre, junto con
el destino de cura rectoral de la catedral, y antes el de colector del
obispado en que ha mostrado su suave índole y arreglada
conducta... y habiendo muerto el chantre Don Valentín de
Albornoz... podrá resultar vacante alguna canonjía de ella, en que
colocarle. 18
Al margen, en la misma carta, se encuentra la respuesta del
confesor:
Este papel lo recibo después de hallarse en manos de Vuesa
Excelencia la chantría de Chile con mi dictamen. Si pareciese a
Vuesa Excelencia que se innove, me la puede devolver. Mande
Vuesa Excelencia a su más apasionado, Fray Joaquín, arzobispo de
Thebas. 19
Los tiempos en que el confesor tenía la última palabra en
la consulta antes de que ésta llegara al Rey, indudablemente,
habían pasado. Recién en 1782 volvemos a encontrar cartas
dirigidas al confesor por agentes de negocios de clérigos chilenos,
exponiendo los méritos de sus representados y pidiendo ser tenidos
en cuenta en vacancias del coro de Santiago 20 , pero ninguna de
estas peticiones fue resuelta exitosamente. A partir de esa fecha
no encontramos rastros del Confesor en la circulación
de la información entre la Cámara de Indias, el Rey
y los secretarios en las consultas de las vacancias de los cabildos
eclesiásticos chilenos. Por último, durante la primera
década del siglo XIX no encontramos rastros del paso de
18 AGI, Gobierno, Chile, 452.
19 Ibidem.
20 Ibidem. Carta del 30 de agosto de 1787 de Domingo Sánchez Barrero,
agente de negocios de José Joaquín Gaete, dirigida al confesor del Rey,
solicitando para su representado la chantría vacante del coro de Santiago.
- 58 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
la consulta al Rey a través del confesor. El Secretario del Despacho
aparece como el único nexo entre la Cámara y el Rey. Así ocurre
en la consulta de la canonjía magistral de la catedral de Santiago de
Chile de abril de 1806:
La Cámara de Indias es de parecer que Vuesa Majestad se sirva
nombrar al doctor Don Miguel Rafael Palacios... A 12 de abril de
1806. Como parece. 21
A continuación nos detendremos en un análisis formal de la
documentación emanada de la secretaría de la negociación del
Perú, listados de candidatos y consultas, relativos a Chile para
penetrar también en el funcionamiento del sistema administrativo
desde esta óptica.
Listados de candidatos
Los listados de candidatos eran la documentación de enlace entre
las relaciones de méritos, las peticiones de vacancias por los
aspirantes, las cartas de recomendación y las consultas de la
Cámara. Eran listados de personas numeradas en los que constaban
el nombre, cargo y en algunos casos una recomendación de peso,
en base a los que trabajaban los camaristas para seleccionar los
candidatos y confeccionar las ternas. Probablemente fue en esta
etapa de la elaboración de los documentos para la selección del
clero en la que era más posible manipular la inclusión-exclusión de
los candidatos que entrarían en las consultas. Algunos candidatos
era más favorecidos que otros al incluirse más datos vitales y más
méritos.
El documento de la consulta
Una vez que sesionaba la Cámara, en la Secretaría se elaboraba
el documento de la consulta como tal que se remitiría al Rey.
Según una disposición real de 1726, las consultas la Cámara
de Indias debían incluir un breve resumen de los méritos
y circunstancias de los candidatos. La consulta se enviaba
al Rey a través del Secretario del Despacho o del Confesor,
remitiendo asimismo toda la documentación de los
candidatos considerada en ella: las relaciones de méritos,
las pretensiones y las cartas de recomendación enviadas desde
21 AGI, Gobierno, Chile, 453.
- 59 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
los reinos que habían sido tenidas en cuenta. Analizaremos a
continuación cada uno de las partes del documento de la consulta,
para explicar en base a ellas como trabajaba la Cámara de Indias.
El encabezamiento de la consulta
La consulta se dirigía al Rey con la palabra “Señor”. El Secretario
de la Secretaría del Perú formaba la minuta de la consulta, donde
constaba la fecha, el beneficio vacante, la renta del mismo, la causa
de la vacancia:
A 17 de marzo de 1784. La Cámara de Indias propone para el deanato de
la catedral de Santiago de Chile cuya renta se regula en 2200 pesos al
año poco más o menos, vacante por muerte de Gregorio de Tapia y
Cegarra... 22
La terna
Empezaba entonces la propuesta de la Cámara de candidatos. Esta
última tenía la estructura de una terna: la Cámara votaba un sujeto
en primer, segundo y tercer lugar, por mayoría absoluta o por
mayoría simple. La plena conformidad de la Cámara se
manifestaba en el nombramiento del propuesto por mayoría en el
primer lugar de la terna. Después de 1751 se modificó el sistema
de votación, la consulta no sólo proponía una terna elegida
unánimemente por la Cámara, sino que se permitía a los camaristas
votar particularmente en cada lugar por un candidato. Como
explica Pedro Bonet “De manera que cada uno puede proponer a
su Majestad tres sujetos para una misma prebenda”. 23 A
continuación del voto común, aparecen consignados los votos
particulares de los camaristas. La modificación apuntaba a que se
diera cuenta al Rey no sólo de los votos de la Cámara en pleno sino
también de los votos particulares de cada camarista por los
candidatos en cada lugar de la terna. Además se decidió que la
Cámara incluyera en la consulta un extracto de los méritos de los
propuestos y diera cuenta en las notas de los sujetos no votados
pero que habían presentado sus memoriales.
¿Cómo trataba la Cámara las ternas llegadas desde los reinos
de las oposiciones a las canonjías de oficio? Justamente por ser de
22 AGI, Gobierno, Chile, 452.
23 Bonet, Pedro, Ibidem, p. 28.
- 60 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
oposición no dejaban resulta, por lo tanto, una vez recibidos los
autos de la oposición, examinaban la terna y se procedía a la
consulta. En este caso la Cámara tenía dos posibilidades: innovaba
o se conformaba exactamente con el resultado de la oposición
local, como ocurrió en el siguiente caso:
Cámara de Indias a 31 de julio de 1776, en vistas de los autos de la
oposición hecha a la canonjía magistral de la iglesia catedral de
Concepción de Chile y de lo que acerca de ella informa el presidente de
aquella Audiencia que puede Vuesa Majestad nombrar a Don José de la
Sala, primer propuesto en la nómina por el obispo y cabildo. Respuesta
en 15 de agosto de 1776. Nombro a Don José de la Sala. 24
En las consultas chilenas de estas canonjías siempre el
Confesor y el Rey eligieron a quien figuraba en el primer lugar en
la terna local, es decir al más votado por el cabildo eclesiástico y el
obispo, aunque existía la posibilidad de que votaran a otros
opositores situados en los otros lugares de la terna.
Las notas de las consultas
Puede haber una o varias notas, siempre numeradas. Cada nota
corresponde a un tema, por ejemplo tener en cuenta una real orden
de considerar a un candidato en una vacancia, o a un pretendiente
al cargo, resumiéndose en este caso los méritos del mismo y su
pretensión. Se adjuntaba asimismo la documentación relativa a la
notas, como la carta del agente de negocios solicitando la vacancia
para el pretendiente, la relación de méritos del solicitante y cartas
de recomendación relevantes, como las de un gobernador, virrey,
obispo o arzobispo. En las “notas” se recogían las resoluciones ya
tomadas por la Cámara con respecto a los individuos a considerar
en las vacancias o las reales órdenes que obligaban a incluir
candidatos. En ellas se incluyen las recomendaciones llegadas a la
Cámara de Indias “desde arriba”, es decir reales resoluciones
de tener en cuenta en las consultas a personas o familias. Así Julián
de Arriaga, Secretario del Despacho de Marina e Indias, por
orden de la Reina Madre, envió a la Cámara una carta
de recomendación de Domingo Sánchez de la Barrera
escrita por Manuel de Amat, gobernador de Chile, el
20 de agosto de 1759, para que fuera incluido en las con-
24 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 61 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
sultas. Entre las familias chilenas, la del duque de San Carlos
gozaba de la real protección y se la tuvo presente en las notas de la
consulta de la chantría de la catedral de Santiago a la que pretendía
Mariano Roa, de la siguiente manera:
Madrid 12 de noviembre de 1791. El duque de San Carlos. Dice
que Don Mariano de Roa Alarcón y Cortes su sobrino carnal ha
seguido la carrera literaria de filosofía y teología con particular
aprovechamiento y ha manifestado siempre la más arreglada
conducta sin haber dado motivo en ningún tiempo a la más leve
advertencia de su prelado... Que además de estas circunstancias
concurren en su persona la de hallarse recomendado por Vuesa
Majestad a la Cámara de Indias, para sus debidos ascensos, a
consecuencia de haber renunciado a la Corona el Correazgo Mayor
de las Indias, que poseyó su casa por espacio de doscientos
cincuenta y cinco años como fruto de grandes y señalados
servicios con cuyo motivo se dignó Vuesa Majestad tomar a su
familia bajo su real protección. Que en virtud de estos
antecedentes la Cámara consultó al expresado Don Mariano de
Roa para una canonjía de la Concepción de Chile, que Vuesa
Majestad tuvo a bien conferir a otro eclesiástico habiendo quedado
el sobrino del exponente sin destino en la carrera eclesiástica que
ha abrazado; en cuya atención, y de hallarse vacante la dignidad de
tesorero de la catedral de Santiago de Chile en el propio reino de
Chile. Suplica a Vuesa Majestad se digne proveerla en el
expresado sobrino del duque exponente, o bien la canonjía que
pueda resultar vacante. 25
También merecía una nota la existencia de informes
reservados sobre los consultados tanto del obispo como del
gobernador, en los que se comunicaban noticias relevantes a
considerar en la hora de las decisiones. Una nota de la consulta del
deanato de la catedral de Concepción recogía aspectos que la
Cámara creía que debían ser considerados en la consulta:
En el informe reservado de 23 de marzo de ‘88 dirigió el obispo
de la Concepción en el que expresó que Tomás de Roa era
de ilustre familia e iletrado, de regular conducta y piadoso, pero se
había señalado con la poca asistencia al coro. Otro informe
del mismo prelado de 7 de diciembre de 92 dice que Roa no tiene
otra cosa que ser un hombre de bien y caballero, porque
es hermano del duque de San Carlos, pero sumamente escaso
de letras y tanto que no puede leer el latín sin que se le noten
defectos que en las publicidades causan rubor. El presidente
Higgins en carta de 20 de junio de 89 recomendó el mérito,
25 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 62 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
buenas costumbres, genio afable y moderado, y demás apreciables
cualidades del mismo Tomás de Roa a quien dijo contemplaba
digno del premio que fuera del soberano real agrado.... Finalmente
el mismo presidente en carta del 6 de abril último, reproduciendo
la anterior dice que Roa ha contraído el nuevo mérito de haber
asistido en su compañía, y en lugar del obispo al parlamento que
acaba de celebrar dicho jefe en el campo de Negrete ... en cuyo
escrupuloso asunto ha desempeñado el referido arcediano
cumplidamente las funciones correspondientes al estado
eclesiástico. 26
Siguiendo con la familia del duque de San Carlos, veamos un
caso en el que Antonio Porlier, siendo presidente del Consejo de
Indias, se opuso a los ascensos y honores que pretendía
insistentemente el duque para su hermano José Joaquín de Carvajal
Vargas, deán de la catedral de Lima, que le eran negados. En 1795
solicitó para él el obispado de Huamanga. 27 En 1796 28 y 1797
pidió la preeminencia en el coro de la catedral de Lima y la
concesión de los honores del Consejo y la Cámara de Indias. No le
fueron concedidos. Tenía el Rey a su favor, pero al marqués de
Bajamar, presidente del Consejo de Indias, en contra. La negativa
de la concesión del ascenso también figuró en una nota de la
consulta. No olvidemos que el marqués de Bajamar, cuando tan
sólo era Antonio Porlier, fue fiscal de la Audiencia de Lima entre
1766 y 1775, y allí conoció a José Joaquín Carvajal Vargas, quien
ya era el deán. Porlier argumentó su negativa a la concesión de
honores en su recuerdo de que cuando él mismo residía en Lima,
Carvajal asistía poco al coro por residir a cinco leguas de la ciudad,
por lo que no podía justificar la continua residencia en su iglesia
que pedían los cánones. Carvajal no recibió los honores y murió
como deán de la catedral de Lima en 1801.
El nombramiento: ¿Rey o confesor?
Nos detendremos en este momento del proceso de selección a
analizar especialmente el papel del Confesor real. Si bien la
bibliografía destaca su desempeño, hasta ahora no se lo ha
evaluado “en acción”, es decir asesorando al Rey en el despacho de
las materias eclesiásticas. El Confesor analizaba la consulta de una
vacancia eclesiástica y seleccionaba algún sujeto y se lo proponía
al Rey, quien señalaba o nombraba un sujeto para la vacancia
consultada.
26 AGI, Gobierno, Chile, 452.
27 AGI, Gobierno, Lima, 1574.
28 AGI, Gobierno, Lima, 1562
- 63 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El Rey podía dejarse aconsejar en su resolución por la Cámara
según los votos en general o por los votos particulares; podía optar
por alguien no consultado o conformarse con la opinión del
Confesor o del Secretario del Despacho según la época. El
Confesor, además, no se limitaba a dar un veredicto a secas,
muchas veces explicaba las razones de sus decisiones, haciendo
alusión a las buenas prendas de los elegidos, es decir su literatura,
costumbres, recomendaciones y qué lugar le había asignado la
Cámara de Indias en la consulta. Veamos algunos ejemplos. En el
mismo documento de la consulta, al final o al principio, el
Confesor escribía su resolución: “En 2 de marzo de 1778. Nombro
a Don Tomas de Roa y Alarcón. Arzobispo de Tebas”, para una
canonjía de la catedral de Concepción. Muy cerca, arriba o al
costado, aparecía la resolución regia con diferentes modalidades:
“Con este dictamen”, “Como parece”, “Se ha nombrado” y la fecha
en la que había sido tomada. Otras veces la resolución aparece en
la terna misma, junto al nombre del elegido: “A este”. El Rey
nombraba al propuesto por el Confesor.
Como vemos, en realidad era el Confesor el que aceptaba o no
la consulta de la Cámara de Indias, y a veces iba más allá de lo
consultado. Al proponer un sujeto, proponía a otros para la
provisión de las resultas del ascenso, estuvieran o no incluidos en
la consulta elevada por la Cámara. El confesor solicitaba además a
los obispos que le enviaran personalmente informes de los
beneméritos para cubrir las vacancias de prebendas y obispados.
Así respondía al P. Francisco de Rávago en 1748 Juan González de
Melgarejo, obispo de Santiago de Chile:
Reverendo Padre Confesor. Con el Reverendo Padre José de
Alzugaray escribí a VS Ilustrísima significándole mi innata
inclinación a la Sagrada Compañía de Jesús, mi venerada madre, y
que vivía ansioso de manifestar a VSI mi verdadera voluntad; y
hoy con la ocasión de haber recibido la muy apreciable de VSI
repito estar ejecutando lo que me ordena, sobre el informe para las
prelacías y prebendas, teniendo presente a Dios Nuestro Señor, su
santo servicio, y bien de las almas, asegurando a VSI que después
de muchos días de haberlo encomendado a Nuestro Señor me
determine a la insinuación siguiente. 29
Veamos un caso de provisión de las resultas de un ascenso
propuesto por el Confesor en base a sus propios informes. En 1731
la Cámara de Indias consultó el deanato de la catedral de
Concepción de la siguiente manera:
29 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
- 64 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
La Cámara de Indias propone sujetos a Vuesa Majestad para el
deanato de la Concepción de Chile vacante por muerte de Don
José de Flores. En primer lugar a Don Juan Ángel de Echeandía,
arcediano. En segundo lugar a Don José Sobarzo, canónigo. En
tercer lugar a Don Felipe de Olavarria. Resuelta en 10 de
septiembre a favor del primero, su arcedianato en el segundo, y la
canonjía de este en el tercero. 30
El jesuita Guillermo Clarke, Confesor del Rey, remitía a éste
su propuesta de resolución de la escueta consulta de la Cámara de
Indias sobre el deanato de la catedral de Concepción de la
siguiente manera:
Para el deanato de la Iglesia catedral de la Concepción de Chile,
que valdrá en frutos cada año 400 pesos y está vacante, por muerte
de Don José de Flores. Soy del parecer que recaiga el
nombramiento en Juan Ángel de Echandia, arcediano de la misma
Iglesia, porque además de tocarle por inmediación, se sabe es
sujeto de prendas y merecedor de esta gracia. Si Su Majestad fuere
servido de concederle este su regular ascenso, vacaría el
arcedianato, y no componiéndose esta Iglesia sino solo de las dos
referidas dignidades, y de una canonjía, propongo a Vuesa
Majestad para el expresado arcedianato a Don José de Sobarzo,
canónigo de la misma Iglesia, y propuesto por la Cámara en
segundo lugar para el dicho deanato, sujeto también de méritos, y
requisitos que le hacen digno de este ascenso. Por el quedaría
vacante su canonjía, y no habiendo por la razón dicha sujeto de
aquella Iglesia que proponer para ella a Vuesa Majestad me
parece, que siendo del agrado de Vuesa Majestad podría conferir
esta canonjía a Don Felipe de Olavarria..., a quien la Cámara
propone en tercer lugar para el mencionado deanato, pues me
consta ser eclesiástico benemérito, de buen porte y que cumple con
las obligaciones de su ministerio. 31
Al final de esta propuesta aparece escrita la “decisión” del Rey
con un escueto: “Los he nombrado”.
La distancia del reino de Chile y las dificultades que esto
había generado en el sistema de provisiones, llevó a la Cámara de
Indias a nombrar para las vacancias del obispado de Concepción a
un titular y a dos suplentes para que, en caso de que si el nombrado
en primer lugar no pudiera tomar posesión, hubiera quien lo
sustituyera. También era el Confesor quien proponía a los
suplentes. En 1705 vacó el arcedianato de Concepción, así escribía
el Confesor jesuita Guillermo Daubenton al Rey:
30 AGI, Gobierno, Chile, 452.
31 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 65 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Soy de parecer que Vuesa Majestad se puede servir de nombrar en
el primer lugar al doctor Don Alonso del Pozo, canónigo magistral
de la misma Iglesia, el más digno entre los propuestos por sus
relevados estudios, prendas de púlpito, ejemplar vida y calidad, y
con muchos méritos aprobados por el obispo, cabildo eclesiástico
y secular y prelados de las religiones... y atendiendo a la gran
distancia que hay de estos reinos a los de Chile por la cual Vuesa
Majestad estila nombrar a tres personas en semejantes provisiones.
Soy también de sentir que Vuesa Majestad se puede dignar de
nombrar para la misma prebenda al doctor Don Domingo
Sarmiento, canónigo de la misma Iglesia, y en tercero al Maestro
Don Andrés de Riberos y Figueroa, cura, porque en ellos a más de
venir propuestos por el Consejo, concurren todas aquellas
calidades y buenas prendas que pide esta dignidad.. para que en el
caso de haber fallecido o de no aceptar el primer nombrado, entren
en esta prebenda los otros dos por su grado y orden. 32
Nombramientos eclesiásticos – Circuitos de información
32 Ibidem.
- 66 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Después del nombramiento real: los trámites
El nombramiento real se extendía en la Secretaría de Gracia y
Justicia. Generalmente una semana después lo rubricaba el
monarca. Desde la Secretaría se remitía el nombramiento a la
Cámara para la publicación, devolviéndose simultáneamente toda
la documentación original que había subido al monarca con la
consulta. El sujeto agraciado con el nombramiento, debía acudir a
la Secretaría del Perú, en nuestro caso, a pedir por sí o por su
agente el título o cédula de presentación, llevando una certificación
con la declaración de la renta que gozaba. Había seis meses de
plazo para sacar el título de la prebenda, para lo que era necesario
que se supiera si el nombrado aceptaba o renunciaba el
nombramiento. Podía comunicarse él mismo con la Cámara, o
presentar su aceptación o rechazo por medio del agente de
negocios. En el segundo caso, debía justificarse con justas causas
el rechazo. Enfermedades, clima adverso a la salud o edad
avanzada como para enfrentar un traslado eran las causas de
rechazo aceptadas en la Secretaría. Pero la renuncia también podía
efectuarse por no considerarse apto para el ascenso propuesto. Así,
Antonio Rodríguez Venegas renunció tres veces a la chantría de la
catedral de Santiago de Chile, en 1784, 1787 y 1791 “por no
hallarse en edad de aprender la música según se requiere para el
desempeño de las obligaciones de la dignidad de chantre”. 33 La
renuncia había sido admitida ya en 1787, decisión que fue
confirmada otra vez en 1791. Si la prebenda era aceptada, el
beneficiado debía dirigirse a la Contaduría de medias annatas
donde se le comunicaba según el valor de la prebenda lo que debía
pagar de media annata y de derechos de expedición. Una vez
pagados, con el recibo el pretendiente volvía a la Contaduría donde
el contador expedía otro recibo con el que podía retirar su título y
tres copias del mismo en la secretaría de Cámara. Después de estos
trámites, la presentación estaba concluida.
Ternas y resultas
Nos detendremos a analizar un aspecto hasta ahora no considerado
por la bibliografía sobre carreras eclesiásticas o administrativas,
explicaremos cómo el Rey aplicó el derecho de resulta en los
nombramientos a través de las vacancias chilenas descifrando el
proceso. La Cámara de Indias consultaba al Rey una vacancia de
deanato, por ejemplo. Si se ascendía, como era normal, a un miem-
33 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 67 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
bro del cabildo, dejaba una vacante dentro del mismo que se podía
cubrir ascendiendo a otro canónigo, repitiéndose lo mismo hasta el
nivel más bajo o introducirse un candidato de afuera que rompiera
la cadena de ascensos. Cuando el Rey aplicaba el derecho de
resulta proveía las vacantes unas tras otra, a medida que sus
propios nombramientos las iba creando, sin consultar a la Cámara
de Indias. Tener presente este aspecto es clave para entender el
funcionamiento del sistema y, dicho sea de paso, encontrar la
información eclesiástica en el archivo de Indias. La designación de
Manuel de Alday como obispo de Santiago de Chile fue una
provisión de la resulta del ascenso de Juan González de Melgarejo
al obispado de Arequipa 34 y figura por lo tanto en la consulta de
ese obispado.
Consideramos por esto fundamental la observación de la
aplicación de la resulta por parte del Rey para evaluar hasta que
punto tenía en cuenta a la Cámara de Indias en las designaciones y
a su propio Confesor. El tema planteado por la bibliografía de la
libertad de la Cámara frente al Rey 35 encuentra aquí también un
lugar ya que la mayor limitación de la actuación de la Cámara fue
precisamente la provisión de vacancias sin consulta. Este elemento
junto con las reales órdenes de consultar a algunos sujetos para
vacancias específicas, nos pueden dar nuevas claves para entender
la relación de la Monarquía con el clero secular, relación
estructurada en base a la petición de mercedes y la concesión de las
mismas. Para decirlo sencillamente, había dos vías para llegar a
puestos de patronato real: la vía de la terna por la Cámara y la vía
directa de la elección por el Rey sin el filtro previo impuesto por la
Cámara. El Duque de San Carlos había pedido para Mariano Roa
una resulta, que fue evaluada por la Cámara de Indias de la
siguiente manera:
A 17 de noviembre de 1791. De resultas de la provisión del
deanato de Santiago de Chile, debía ascender a la mastrescolía el
tesorero Don José Joaquín Gaete y dejar vacante esta dignidad que
es la que pretende el duque de San Carlos para su sobrino. Pero
como la renuncia que acaba de hacer el maestrescuela Don
Antonio Venegas de la chantría a la que fue promovido impide el
ascenso de tesorero por ahora, no hay tampoco vacante hasta que
la Cámara consulte la chantría. 36
34 AGI, Gobierno, Lima, 1570.
35 Cfr. Loupès, Philippe, “Los mecanismos de la Cámara de Castilla en el siglo
XVIII. La selección del alto personal judicial”, en: Dedieu, Jean P., Castellano,
Juan L., y López Cordón, María V.,(eds.), La pluma, la mitra y la espada..., op.
cit., p. 61.
36 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 68 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
En el archivo de Indias se conservan casi en su totalidad las
consultas de vacancias de las prebendas chilenas del período de
nuestro estudio. Esto nos permitió determinar para cada una de
ellas si fueron consultadas o si el Rey aplicó la resulta para
proveerlas. En primer lugar nos detendremos en el coro de
Santiago de Chile, (ver en el Anexo 1 los cuadros de provisiones
de cada prebenda). Entre 1774 y 1819 las tres raciones fueron
provistas diecisiete veces, tres sin consulta. Las canonjías fueron
provistas entre 1657 y 1816 treintidós veces, trece de ellas sin
consulta durante el período 1713-1799, el resto fueron consultadas.
La tesorería entre 1650 y 1816 se proveyó veinticuatro veces, once
de ellas sin consulta a partir de 1717 y hasta 1804. La mastrescolía
entre 1653 y 1804 se proveyó veintiséis veces, diecisiete de ellas
siempre sin consulta a partir de 1713 y con la sola excepción de
1804. Contrasta notablemente con las ocho veces que vacó entre
1650 y 1686 en las que siempre fue consultada. La chantría entre
1650 y 1804 fue provista veinticinco veces, doce de ellas sin
consulta a partir de 1713. Cabe notar que entre 1713 y 1773 (con
las excepciones de 1717, 1724 y 1771) siempre se proveyó sin
consulta. Con respecto al arcedianato entre 1662 y 1816 hubo
veintidós provisiones, diez de ellas sin consulta, comenzando la
aplicación de la resulta con cierta regularidad a partir de 1713. Por
último el deanato entre 1664 y 1816 fue provisto sin consulta una
sola vez en 1744, de las diecinueve provisiones que hubo.
Estos datos nos muestran claramente tres momentos definidos
dentro del período de nuestro análisis. Entre 1650 y 1710 la
mayoría de las vacancias se proveyeron por consulta. Durante el
período de 1713 y 1773 fue cuando más vacaron por resulta y se
las proveyó sin consulta, siendo la provisión del deanato en 1744 la
única (y lógica) excepción a la regla. Desde 1773 en adelante
volvieron a consultarse más las vacancias, en coincidencia no
casual con el momento en que se devolvió a la Cámara de Indias la
prerrogativa sacada a favor de las secretarías de Estado y del
Despacho, de la exclusividad de presentar sujetos para las
provisiones del personal administrativo eclesiástico y secular de
las Indias. Las raciones y canonjías eran la puerta de entrada
al cabildo eclesiástico. La erección de las raciones se sitúa
en el tercer período señalado, sólo en tres oportunidades se
aplicó la resulta. Pero las canonjías se proveyeron por
esta vía durante sesenta años seguidos, entre 1713 y 1773, y
cuatro veces más aún hasta 1799. Las fechas revelan también
una acentuación de provisiones sin consulta mientras los
jesuitas fueron los confesores de los Borbones y mientras
las secretarías proponían candidatos en detrimento de las atribu-
- 69 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ciones de la Cámara de Indias. Esto nos permite concluir que la vía
fuera de la consulta fue la más frecuente entrada al cabildo
eclesiástico de Santiago durante todo el siglo XVIII, mientras que
la de la consulta lo fue durante la segunda mitad del siglo XVII. En
el ascenso entre las dignidades también primó la vía fuera de la
consulta. Por lo tanto, podemos vincular las reformas de la Cámara
de Indias y de las secretarías directamente con el proceso de
conformación de las elites americanas, allanando el camino del
Rey para la utilización de la vía fuera de la consulta en las
provisiones.
El deanato, en contraste con las otras dignidades, se consultó
el 95% de las veces. En un solo caso se proveyó sin consulta,
cuando en 1744 fue nombrado Pedro de Azúa como arzobispo de
Santa Fe, vacando el obispado de Concepción en el que fue
nombrado también sin consulta José Toro y Zambrano, vacando
entonces el deanato de Santiago para el que fue nombrado en la
misma resulta Francisco Martínez de Aldunate 37 que era el
canónigo magistral de Santiago, este último ascenso fue
vertiginoso. El deanato en Santiago siempre vacó por muerte del
poseedor, por lo que se convirtió en el punto final de la carrera
para la mayoría de los prebendados. La salida del cabildo
eclesiástico hacia una prelacía se produjo, en todos los casos
menos en el de Toro y Zambrano, antes de la llegada del interesado
al deanato.
Veamos ahora cómo se proveyeron las vacancias en el cabildo
eclesiástico de Concepción de cada prebenda (ver Anexo 2). Las
canonjías entre 1657 y 1805 se proveyeron veintidós veces, siete
de ellas sin consulta. Los períodos de aplicación de la resulta son
más definidos que en el coro de Santiago: 1709-1736 y 1791-1805.
El arcedianato entre 1651 y 1805 se proveyó veintiocho veces, seis
de las cuales no se consultó, en los mismos dos períodos de
aplicación de la resulta en las provisiones de canonjías, 1709-1736
y 1791-1805. El deanato entre 1651 y 1805 se proveyó dieciocho
veces siempre por consulta a la Cámara de Indias. En general, y en
comparación con Santiago, la mayor parte de las vacancias de cada
prebenda fueron consultadas. Entre 1709-1736, durante veintisiete
años, la entrada al cabildo eclesiástico y el ascenso a las dignidades
estuvo ligado a la vía fuera de la consulta. Pero durante cincuenta y
cinco años, entre 1736 y 1791, la entrada al cabildo eclesiástico y
los ascensos se consultaron.
37 AGI, Gobierno, Santa Fe, 967.
- 70 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Las provisiones de los obispados chilenos
Los obispados se consultaban en la Cámara de Indias. El Rey
los podía proveer sin consulta de la Cámara de Indias, aplicando la
resulta, pero no se recibían candidaturas para ellos porque los
obispos, como los papas, eran elegidos. Como lo hicimos para las
vacancias de los cabildos eclesiásticos de Chile, estudiaremos
ahora las provisiones de los obispados según fueran provistos con
o sin consulta (ver Anexo 3). El de Santiago entre 1653 y 1812 fue
provisto quince veces, seis de ellas sin consulta entre 1723 y 1753.
El de Concepción entre 1664 y 1806 fue provisto diecisiete veces,
siete de ellas sin consulta entre 1714 y 1744. Nos encontramos con
el mismo esquema que hemos visto en los cabildos eclesiásticos.
En el período de cincuenta años entre 1653 y 1704, el obispado de
Santiago vacó cinco veces (en nuestro cuadro figuran las cuatro
resoluciones que encontramos), consultándose siempre a la Cámara
para su provisión. A partir de 1714 y hasta 1753, los obispados
fueron provistos por el Rey por resulta, sin consulta de la Cámara
de Indias, lo que trajo una gran movilidad al episcopado
sudamericano en esos años, en los que además fueron designados
más americanos como obispos, entre ellos cuatro chilenos con una
carrera preepiscopal desarrollada en Chile. En esos treinta y nueve
años, el obispado de Santiago vacó ocho veces, siete de ellas
fueron proveídas por resulta. Finalmente, en los veintidós años del
período de 1788 a 1810 se resolvieron siempre las vacancias por
consulta.
En Concepción el proceso fue semejante. En los cincuenta y
tres años del período que corre entre 1664 a 1707, el obispado vacó
cinco veces, proveyéndose siempre por consulta. Téngase en
cuenta la frecuencia y longitud de las sedes vacantes, lo que
explica que en un período tan largo haya habido tan pocos obispos,
más aún por la longevidad con que llegaban al cargo. En los treinta
y siete años del período de 1707 a 1744, vacó nueve veces, siete de
ellas fueron proveídas por resulta. Valga aquí la salvedad de que la
vacancia de 1729 se resolvió recién en 1731, después de dos
renuncias de los obispos presentados, de ahí el contraste con
el período anterior en la relación entre la cantidad y años y
los obispos presentados. Por último, en los cincuenta años
que corrieron entre 1761 y 1806, siempre se proveyó
consultándose a la Cámara de Indias. Aunque aquí hay que
considerar que en la consulta del obispado en 1806, no figuraba
en ella quien resultó finalmente presentado, Diego Antonio
Navarro Martín de Villodres. Su elección habría sido favorecida
- 71 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
directamente por Manuel Godoy. 38 En todo el período de nuestro
estudio, este es el único caso de una elección totalmente al margen
de la Cámara de Indias.
En la primera mitad del siglo XVIII, la provisión sin consulta
favoreció a cuatro chilenos, Alonso del Pozo y Silva, Pedro Felipe
de Azúa, José Toro y Zambrano y Manuel de Alday, quienes
fueron presentados en las diócesis chilenas, dos santiaguinos y dos
penquistas, pero ninguno de los cuatro gobernó la diócesis de su
ciudad natal. La carrera preepiscopal de los cuatro se desarrolló en
Chile. Constituyen a la vez una afirmación, pero también una
expresión de la autonomía de las elites frente a Lima.
Nos hemos concentrado en este capítulo en la descripción del
sistema administrativo que seleccionaba al clero para los cabildos
eclesiásticos de Indias. Lo hemos hecho mostrando, a través del
análisis de la documentación propia de estos organismos, la
relación entre las secretarías, la Cámara de Indias y la dupla
Confesor-Rey. En el proceso de selección hemos destacado el
papel fundamental del Confesor, en quien convergía una verdadera
red jesuita de contactos desde los reinos de la Monarquía. Es una
buena ilustración de que no basta abordar el estudio de una
institución en base a la legislación que la origina y modifica.
Ninguna real cédula instituyó al Confesor como ministro y
determinó su papel en la selección del clero. Sólo un análisis del
funcionamiento de la institución nos permitió determinar la
centralidad de su tarea en las provisiones eclesiásticas. De la
misma manera, la correlación entre las atribuciones de las
secretarías y de la Cámara de Indias en relación a la proposición de
sujetos para las vacancias, y un análisis detenido del sistema de
presentación considerando si fue efectuada con o sin consulta
previa, nos permitió determinar que no todas las vacancias fueron
proveídas por el Rey por medio de la consulta de la Cámara.
38 El dato lo aporta Campos Harriet, Fernando, “Diego Antonio Navarro
Martín de Villodres”, en: Oviedo Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio
chileno..., op. cit., tomo IV, p. 494.
- 72 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 4
Relacionarse con la Monarquía
Para obtener una plaza eclesiástica la relación con la Monarquía
era obligatoria, aunque fuera de forma mediatizada, ya que estaba
establecida por la ley que determinaba la obligatoriedad que tenían
las autoridades civiles y eclesiásticas de enviar cartas
periódicamente informando sobre los beneméritos. Pero además
había que contactarse con Madrid personalmente, para lo cual era
necesario levantar una relación de méritos y pretender a una plaza
por medio de un agente de negocios, viajando personalmente o por
medio de un amigo o familiar en la corte. Los informes desde el
reino, las relaciones de méritos, las pretensiones eran obligaciones
legales, pero funcionaban por una vía no regulada por textos
reglamentarios, la del contacto personal, la estrategia, la red
familiar o de amistad, la de la intermediación personal que en
definitiva abría un camino para acceder al Rey.
Las cartas de oficio
Como dijimos, una parte de la tarea de gobernar para un virrey,
gobernador u obispo, incluía colaborar en la selección del personal
administrativo por medio de las cartas de recomendación de oficio
producidas en el acto de administrar a favor del Estado.
Evaluaremos ahora la importancia de estas cartas en la inclusión
de un candidato en las consultas. ¿Cómo procesaba la Cámara esta
información que llegaba desde las Indias? ¿Era suficiente para
conocer y seleccionar adecuadamente al clero?
Han llegado hasta nosotros algunos listados de candidatos de la
Cámara de vacancias chilenas del siglo XVII 1 y sus correspondientes
consultas. La impresión general es que la Cámara de Indias trabaja
con desconocidos y en base a una situación incierta. En primer lu-
1 Todas ellas en AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 73 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
gar, los presbíteros considerados eran aquellos conocidos en la
Cámara por las cartas de oficio del obispo y del gobernador
informando sobre el clero y sobre los beneméritos. Un recurso muy
usado en el siglo XVIII no era frecuente para el clero secular
chileno del siglo XVII, nos referimos a los viajes personales a la
corte para pretender. Una mirada de conjunto de esos listados
revela que la Secretaría no tenía con quien conformarlos ya que
incluían a todos los que recomendaban los obispos o gobernadores
chilenos. Así, en los listados de candidatos para una canonjía de la
catedral de Concepción en 1657, los clérigos de Santiago
considerados eran los recomendados cinco años antes por el obispo
Gaspar Villarroel, reproduciéndose exactamente la recomendación
del obispo junto al nombre de cada candidato. Un presbítero como
Juan Navarro de quien el obispo decía en su carta: “clérigo
modestísimo es Maestro en Artes predica a satisfacción es muy
amado por ser muy humilde y muy virtuoso y muy bien nacido”. 2
Figuraba en octavo lugar en el listado de la Cámara de Indias para
una canonjía de Concepción en 1657, exactamente con esa
recomendación al lado de su nombre. Es más, se dice al final del
listado de curas propuestos: “Hasta aquí los curas por quienes
informa el obispo”, como en la consulta de una canonjía de
Concepción en 1677. 3
En los listados de candidatos para la mastrescolía de Santiago
de Chile de 1686 los primeros candidatos eran los prebendados de
la propia Iglesia de Santiago y los de Concepción, en total seis
individuos. Seguían los curas y clérigos de los obispados de
Santiago y Concepción, veintiún individuos. Estos listados nos
muestran también que los pretendientes a vacancias chilenas
foráneos del reino eran muy pocos, ya que eran chilenos nativos
los que llenaban los listados de candidatos de la Cámara. A partir
de 1650 y hasta 1730 ningún foráneo al reino tomó efectivamente
posesión de una prebenda para la que hubiera sido presentado por
el Rey debido a lo poco atractivas que resultaban las plazas
eclesiásticas chilenas para los foráneos. 4
Sin duda la distancia y la lentitud de las comunicaciones complicó
a los obispos y gobernadores el cumplimiento de su obligación
de informar. Por eso, este momento de la documentación revela tam-
2 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 318.
3 AGI, Gobierno, Chile, 164.
4 En base a la documentación que manejamos, consideramos a un foráneo
como una persona nacida en un reino diferente al que pertenecía la
vacancia para la que era consultado.
- 74 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
bién que la Cámara trabajó muchas a veces a ciegas. Citamos en
este sentido el ejemplo más extremo que tenemos. Se trata de la
candidatura de Juan Luis Rodríguez Brito, clérigo de menores
órdenes, a vacancias chilenas, veremos los lugares en que figuró en
los listados de candidatos. Aparece considerado por primera vez en
vigésimo noveno lugar para la maestrescolía de la catedral de
Santiago de Chile en 1686. En 1698 figura en trigésimo cuarto
lugar para una canonjía de la catedral de Santiago. En 1707 figura
en vigésimo lugar para el deanato de la catedral de Concepción. En
1709 figura en vigésimo lugar para una canonjía de la catedral de
Santiago. En 1712, siempre como clérigo minorista residente en
Lima, figura finalmente en decimoctavo lugar para el deanato de la
catedral de Concepción. Durante veintiséis años se lo consideró
para vacancias chilenas, incluso los deanatos, “rellenando”
generalmente el final del listado de candidatos, que por más de
veinte años no fueron actualizados.
Los candidatos, además, no siempre resultaban adecuados a la
vacancia. En 1671 se consultó la tesorería de Santiago, 5 los
propuestos fueron los canónigos de Santiago y Concepción, siete
curas del obispado de Santiago y otros sujetos como capellanes del
obispado de Santiago y algunos presbíteros foráneos que a partir de
1660 y hasta 1674 cerraron la lista de candidatos por la Cámara de
Indias. Dos de ellos eran presbíteros del obispado de Córdoba del
Tucumán, Juan Laso Puelles y Jacinto Suarez. El otro era Juan
Gutiérrez Estrada, maestro de ceremonias de la catedral de La
Plata, Antonio Ruiz Garfias, del obispado de La Paz, Francisco
Alarcón de Paraguay y Francisco Luján Rojas, del obispado de
Buenos Aires.
Por último, baste con decir que en 1660 los listados de
candidatos de la Cámara para una canonjía y para la tesorería de
Santiago fueron los mismos, un total de tan sólo veintiún
individuos, y se propusieron a la vez. Incluso, aún en 1704 los
obispados de Santiago de Chile y de Buenos Aires tuvieron los
mismos listados de candidatos 6 . Nos encontramos frente a un
engranaje administrativo que trabajaba con lo que tenía y lo que
sabía. Estas técnicas de selección, eficaces en España, aparecen en
Indias condicionadas en su efectividad por la distancia y los
problemas de circulación de la información, nunca actualizada.
En el siglo XVIII, nos encontramos con el sistema en la plenitud
de su funcionamiento. En los listados de candidatos se distinguía
5 AGI, Gobierno, Chile, 164.
6 Ibidem.
- 75 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
entre los que nosotros llamamos natos, es decir aquellos para los
cuales el ascenso propuesto correspondía al siguiente según la
escala de ascensos vigentes, y los pretendientes al cargo. Los
listados para la vacancia del deanato de Concepción en 1707 7 traen
un breve resumen de los méritos de los propuestos en los que se
hace constar la edad, las veces que el individuo fue consultado y la
prebenda que ocupaba al tiempo de la vacancia. El listado lo
encabezan tres prebendados de Concepción: arcediano, canónigo,
canónigo magistral. Siguen los curas y clérigos de los obispados de
Santiago y Concepción, veintitrés sujetos. Con respecto a la
centuria anterior el número de candidatos es semejante, pero son
exclusivamente locales. La técnica de la administración había
mejorado indudablemente, pero ¿también había mejorado la
efectividad de la selección del personal administrativo?
Con respecto al siglo XVII, la información se multiplica y
yuxtapone. No sólo la Cámara de Indias pedía informes a obispos,
virreyes y gobernadores, como hemos visto también el Confesor y
los Secretarios del Despacho recibían las cartas de oficio por la vía
reservada, y cartas de particulares. Como la Monarquía se
sustentaba en la fidelidad del personal administrativo y de
gobierno, cuanto más se los conociera mejor sería la selección.
Incluso se prefirió a agentes de la Monarquía con experiencia en el
gobierno en América para la Secretaria de Estado y del Despacho
de Indias. Sin duda conocían no sólo la realidad americana, sino
también a las personas. Junto a las cartas de oficio, las cartas de
recomendación personal de un oidor, del gobernador o de un
obispo u arzobispo se multiplicaron. Aumentaron las pretensiones
y envío de relaciones de méritos. La magnitud de la información
apuntaba sin duda a conocer mejor a los candidatos, pero
dificultaba la selección. También aumentó el contacto personal. Se
trataba de estar presente, de ser un nombre conocido entre los
secretarios del gobierno de Indias por todos los medios posibles. El
obispo de Santiago Blas Sobrino y Minayo, por ejemplo, escribió a
Antonio Porlier en 1791 felicitándolo por la merced recibida en su
título de marqués de Bajamar. 8
Pero no sólo la información era mucha, al provenir de distintas
fuentes era también contradictoria. Los conflictos locales entre los
eclesiásticos se ventilaban en la Cámara de Indias para influir allí
en las decisiones, denunciando favoritismos de obispos o agentes
monárquicos. ¿A quién creer? ¿Con qué criterio decidir? El obispo
de Concepción, Francisco Marán, había favorecido en su carrera a
7 Ibidem.
8 AGI, Gobierno, Chile, 460.
- 76 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Jacinto Morillo Guisaburuaga, a quien había llevado consigo desde
Cuzco a Concepción. Al llegar lo había nombrado cura interino de
la parroquia del Sagrario de la catedral, y lo había apoyado en sus
pretensiones en la Cámara de Indias con recomendaciones. Pero
pasaban los años y Morillo no entraba al cabildo eclesiástico. La
vacante más inmediata en 1790 era una canonjía de Concepción.
Morillo la pretendió. En la consulta de la Cámara de Indias del
deanato de Concepción aparece la siguiente nota:
Nota: hace presente la mesa que el presidente de Chile actual con
fecha 9 de diciembre último recomienda y ensalza muy
particularmente los méritos del referido Don Pedro del Campo y
después de este los del referido Don Jacinto Morillo. Asimismo
que el obispo de Concepción con fecha de 27 de octubre de 1789
hace expresión particular de Don Jacinto Morillo considerándole
el más acreedor de todos. Pero el canónigo y visitador general de
la Concepción Don Juan Manuel Mardones dice que en el año
1781 y 1782 se empeñó aquel obispo y cabildo en que pusiese su
firma en el informe que se dio a favor del referido eclesiástico lo
que resistió por no ser verdad y que lo firmó por librarse de las
vejaciones de dicho prelado, lo que declara en descargo de su
conciencia, expresando que no cumple con su oficio de párroco el
dicho Morillo, y que sólo predica los domingos, que sale del
colegio por las noches por una puerta excusada y que duerme en
casa de una mujer con que ha dado mucho que decir y que dicho
colegio lo tiene abandonado y perdido, y que aunque lo ha
reprendido el obispo no ha tenido enmienda por tanto que no le
juzga acreedor en este dictamen. 9
El Rey presentó a Morillo para la canonjía. En este ejemplo
vemos la necesidad de la Cámara de Indias de contar con una
opinión neutra, la del gobernador en este caso, para decidir y poder
arbitrar entre las partes en base a ella. Aquí se ve también el
sentido de la yuxtaposición de informaciones: saber qué pasa, estar
informados de cada persona y de su comportamiento y del
desempeño de sus funciones a lo largo de la carrera emprendida.
Los informes del vicepatrón adquieren así su dimensión
fundamental, aportaban el criterio en las decisiones de la Cámara
de Indias, atenuando las dificultades de la distancia y
proporcionando un elemento de objetividad frente a las
manipulaciones de información provenientes del ámbito
eclesiástico. Definitivamente, contar con el apoyo de los agentes
externos de la Monarquía eran un elemento fundamental en una
carrera eclesiástica.
9 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 77 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Las relaciones de mérito
Eran el documento indispensable para pretender a una plaza civil o
eclesiástica. Si bien la información que contenía la entregaba el
interesado, la relación de méritos era un documento oficial que se
elaboraba en España, en la Secretaría del Consejo de Indias de la
que se dependiera administrativamente, en base a la información
remitida desde las Indias. El interesado pedía que se levantara la
información de méritos ante la Audiencia o ante la máxima
autoridad civil local, el alcalde ordinario. Presentaba un escrito en
el que expresaba los méritos familiares y propios que quería hacer
valer. Finalizaba con el motivo por el cual solicitaba que se
levantara la información, en general que se le honrara con una
prebenda. Debía llevar el certificado de bautismo, donde constaba
la legitimidad, fecha y lugar de su nacimiento; los certificados de
grados de estudio obtenidos emitidos por la institución donde había
estudiado, incluyendo las funciones literarias; su empleo y todos
los méritos acumulados, familiares y propios.
Un elemento infaltable en una relación de méritos era, en caso
de que existiera, el vínculo con la Monarquía de la familia del
pretendiente, debidamente explicado. Se dejaba constancia de los
servicios a la Monarquía de los abuelos y bisabuelos, sus cargos
administrativos, participación en la conquista, hazañas en luchas
con los indios u otros enemigos, descendiendo en la genealogía
hasta quien tuviera el mayor mérito. También figuraban los cargos
de los hermanos u otros parientes en la administración real, la
Iglesia o en el ejército al momento de levantar la relación. Si esos
méritos no habían sido retribuidos por la Monarquía, el interesado
pedía que recayeran en él. También proveía el interesado
certificados de haber desempeñado actividades en la
administración civil, eclesiástica o militar, acompañados de cartas
de las autoridades respectivas en las que constara la manera en que
se había desempeñado. Se trataba de demostrar por todos los
medios la fidelidad de la familia al Rey, renovada en cada
generación por nuevos cargos confiados en los que se había
servido también fielmente. El premio al mérito de la fidelidad
estaba establecido por las leyes de Indias:
Mandamos a los virreyes, presidentes y gobernadores,
que con especial cuidado traten y favorezcan a los primeros
descubridores, pacificadores y pobladores de las Indias,
y a las demás personas que nos hubieren servido y
trabajado en el descubrimiento, pacificación y población,
empleándolos y prefiriéndolos en las materias de nuestro real
- 78 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
servicio, para que nos puedan servir y ser aprovechados, según la
calidad de sus personas, y en lo que hubiere lugar. 10
En España bastaba con la certificación notarial de autenticidad
de los documentos presentados por el interesado para que la
información contenida fuera considerada verídica e incluida en la
relación. En las relaciones americanas, además de las debidas
certificaciones, se llamaba a testigos propuestos por el interesado
que debían ser aprobados por la Audiencia, para que dieran
testimonio de la verdad de los datos aportados. Este elemento
constituye la principal diferencia en la estructura de las relaciones
de méritos americanas y españolas. Las preguntas que se les
formulaban a los testigos estaban en directa relación con la
información aportada: si conocía a sus padres, si sabía que había
estudiado en un determinado colegio o universidad, si testificaban
que los méritos familiares estaban sin remuneración y que recaían
en el interesado, etc., concluyendo en la afirmación de si lo
consideraban digno de la merced que solicitaba. Esta prueba extra
de veracidad exigida en las relaciones de méritos americanas con
respecto a las españolas, muestra la falta de confianza que se tenía
en Madrid de la información que llegaba de América y la falta de
canales alternativos de información para demostrarla.
Los testigos debían acudir a la Audiencia un día fijado,
generalmente todos el mismo día, para atestiguar en base a
preguntas elaboradas en ese tribunal según los méritos aducidos
por el interesado. Por ejemplo, las preguntas que respondieron los
testigos presentados por Pedro Cobaleda Moreno fueron las
siguientes:
Si saben que es hijo del capitán Pedro de Cobaleda, natural de
Antequera en los reinos de España y de Doña Jerónima Galiano y
Escobar natural de esta ciudad, hija legítima del capitán Antolín
Saenz Galiano, natural de Medina del Campo y de Doña María de
Escobar hija legítima del capitán Jerónimo de Arco. Que el dicho
Don Pedro de Cobaleda fue nombrado dos veces por los señores
gobernadores de este reino juez agrimensor general. Que Don Pedro
de Cobaleda Moreno, abuelo de Don Pedro de Cobaleda Galiano,
fue familiar de la Inquisición. Si saben que Antolín Saenz Galiano y
el capitán Jerónimo de Arco fueron de los primeros conquistadores
de este reino y ocuparon los puestos de capitán de infantería y de
caballos en el real ejército y en particular el capitán Jerónimo de
Arco estuvo siempre en el ejército ocupando dicho puesto de
capitán decano habiendo venido decano de escuadra de los reinos de
España. Que Antolín Saenz Galiano hizo particulares servicios a Su
Majestad con su bajel propio nombrado Santiago al llevar batime-
10 Leyes de Indias, tomo II, Título VI, Ley IV.
- 79 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ntos para el real ejército durante un levantamiento general de los
indios, hallándose en el puerto de la Concepción bajó con su bajel
al presidio de Valdivia y sacó la gente que pudo librarse,
religiosos, religiosas, indios amigos, de cuyos servicios le dio
certificación Alonso García Ramón, gobernador de este reino. Si
saben que el bajel fue quemado por el enemigo en Valparaíso por
el año de 1600. Si testifican que dichos méritos están sin
remuneración y que recaen en el dicho licenciado Don Pedro de
Cobaleda... Que Don Pedro de Cobaleda oyó artes y teología en la
Casa Grande del Convento de San Francisco. Que pasó al Perú
hará más de dieciocho años con licencia del Sr. Obispo Don Diego
de Humanzoro habiendo conseguido dimisorias de dicho señor
obispo... se ordenó... que por ausencia del maestro Joan de Ocerín
sirvió el curato de Guacho el espacio de diez años. 11
Pedro Cobaleda residía en Lima al momento de levantarse la
relación de méritos, para lo cual dio un poder general a un vecino
de la ciudad de Santiago que fue quien llevó adelante el trámite.
Por pertenecer la familia Cobaleda al reino de Chile, sólo en él
podían encontrase los testigos sobre los datos familiares y los
méritos no remunerados, lo que obligaba a que se buscara en el
lugar de origen del interesado la prueba de veracidad de los datos
aportados. Se llamaba entonces a los testigos a la Audiencia a
presentar su testimonio y se levantaba un acta notarial con el
testimonio de cada uno, constando el nombre de la persona, el
cargo que ocupaba en el momento del testimonio o que había
ocupado en el pasado que mostraba el sentido de haber sido
convocado, su edad, se concluía el acta dejando constancia de la
fecha y la ciudad donde se había tomado el testimonio, todo
firmado por el testigo. El acta se levantaba en presencia del alcalde
de corte de la Audiencia de turno según la semana. 12 No se
aceptaban como testigos a los parientes hasta tercer grado del
interesado, dejándose constancia de los parentescos de mayor
grado. 13 Si un mérito era del ámbito militar, por ejemplo, allí se
buscaban los testigos para confirmarlos.
En base a los testimonios de la relación de méritos del presbítero
Pedro Cobaleda, evaluaremos la calidad de los mismos y la
información que entregaban. Lo primero que hay que puntualizar es
que las respuestas eran exactamente las mismas en cada caso. Ningún
testigo de todas las relaciones de méritos que hemos consultado negó
alguna vez lo que se le preguntaba, tanto en lo referido a los datos
biográficos como a la consideración de las buenas prendas del suje-
11 AGI, Gobierno, Chile, 164.
12 Ibidem.
13 Ibidem.
- 80 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
to en cuestión. Se convocaba como testigos a persona reconocidas
del reino, hombres adultos, eclesiásticos o seglares, generalmente
personas de edad, requiriéndose a seis testigos. Atestiguaban según
la fórmula de “si sabían”, ya que los datos biográficos de los
antepasados del interesado y los méritos de éstos atribuidos
durante la conquista y colonización se confirmaban por esta vía, es
decir según el saber general del reino, confirmado por vecinos
ancianos intachables. Uno de ellos, Juan Rodolfo Lisperguer,
maestre de campo general del reino de Chile, fue convocado una y
otra vez como testigo de los méritos de varios eclesiásticos
chilenos 14 entre 1663 y 1681. Sólo hemos encontrado que se
aportaban certificaciones de bautismo o matrimonios realizados en
España relativos a los padres de los interesados recientemente
avecindados en el reino. La confirmación en España de los
“servicios” de los antepasados conocidos y confirmados por esta
vía eran, sin duda, una fuente de dudas para la Cámara de Indias a
la vez que una posibilidad extraordinaria para los testigos de
colaborar en la carrera de quienes los convocaban.
La Audiencia procedía una vez recogida y confirmada toda la
información aportada por el interesado a elaborar un documento
donde se contenían todos los datos:
Por los instrumentos que presentó en esta real Audiencia el
Maestro Don Alonso de Herrera y Guzmán presbítero y por la
información que dio en ella parece que el susodicho es natural de
la ciudad de la nueva Rioja, provincia del Tucumán, hijo legítimo
del sargento mayor Diego Herrer y Guzmán y que su padre fue
hijo legítimo del general Don Alonso de Herrera y Guzmán y de
Doña Ana Ramírez de Velasco, vecinos de la ciudad de Santiago
del Estero y que la dicha Doña Ana Ramírez de Velasco su abuela
paterna fue hija legítima de Julián Ramírez de Velasco, vuestro
gobernador y capitán general que fue de la provincia del Tucumán
Río de la Plata y Paraguay, fundador de la dicha ciudad de La
Rioja y de San Salvador de Jujuy de la villa que se dice de Madrid
de las Jantas. Y que la dicha Doña Francisca Bazán su madre fue
hija legítima de ... nieta por línea paterna de ... y por la materna de
... los vuestros conquistadores y todos los más de ellos pobladores
de dichas provincias. Y que los dichos ascendientes por parte de
padre ... obtuvieron los premios y principales puestos en esta
ciudad de ellas en lo militar y político. Y asimismo es hermano
de padre y madre del alférez Don Francisco de Herrera
y Guzmán que al presente se halla de maestre de campo
del batallón de la dicha ciudad de La Rioja ... Y por lo personal
del dicho Maestro Don Alonso de Herrera consta que el susodicho
estudió.... ejerció el cargo de teniente de cura de la
doctrina de Ñuñoa por impedimento del propietario y después
14 AGI, Gobierno, Chile, 48 y 49.
- 81 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
por nombramiento del obispo Don Fray Bernardo Carrasco de
Saavedra sirvió algún tiempo en inter el dicho curato y que
habiendo hecho diferentes oposiciones a algunos curatos que
estaban vacantes fue aprobado en ellos y que por su suficiencia se
le despachó el título de confesor en este obispado para todo género
de personas de ambos sexos. Y que por el año pasado de 1689 se
le despachó el título de visitador general por el dicho obispo Don
Fray Bernardo Carrasco de Saavedra quien le encomendó algunos
negocios graves que se ofrecían contra algunas personas
eclesiásticas. Y que ha ejercido el cargo de síndico mayordomo del
monasterio de monjas de la Virgen Santa Clara. Teniéndole por las
razones referidas los testigos examinados en la dicha información
por digno de cualquier prebenda. Nos parece que el dicho Maestro
Don Alonso de Herrera es digno de que Su Majestad le honre con
alguna de las prebendas de esta santa Iglesia u otra semejante de
estas provincias. 15
Una relación de méritos se levantaba varias veces en la vida de
una persona, actualizándola según el cargo administrativo o
eclesiástico que poseyera. Siguiendo con el mismo ejemplo:
Y porque el dicho Maestro Don Alonso de Herrera nos tiene
representados se nos ofrece decir a Vuesa Majestad que este sujeto
continuó el sindicato del dicho monasterio de la Virgen Santa
Clara hasta el año 1710. Y desde dicho tiempo hasta el presente ha
tenido la continua asistencia en las funciones de la santa Iglesia
catedral y vuestro obispo confiando de su celo y su persona le
remitió a la doctrina de Ñuñoa a servir aquel curato por ausencia
del propietario donde se ocupó en la administración de todos los
santos sacramentos sin que le sirvieren de impedimento los ardores
del verano ni los del invierno con gran consuelo y edificación de
sus feligreses. En Santiago de Chile, 25 de enero de 1719. 16
En el siglo XVIII desaparecieron del texto de las relaciones de
méritos finalmente elaboradas de las Secretarías de la Cámara de
Indias, la referencia final a que los testigos habían dado testimonio
de la veracidad de todo lo aducido por el interesado, pero nunca
desaparecieron de la etapa local del levantamiento de la relación.
Una carta de Francisco García Huidobro a su hermano Rafael,
enviada desde Madrid en 1798 contiene el siguiente mensaje para
Francisco Javier Palomera:
Sobre Palomera dile que mande sus poderes a Don Manuel Antonio
Echeverría agente de negocios, y un informe con autos de la Audiencia,
15 AGI, Gobierno, Chile, 164.
16 Ibidem.
- 82 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
o a lo menos todos sus títulos, y papeles para formarle relación de
méritos, pues no basta para ello la información de obispo y
presidente. 17
Con esto queda claro que la documentación requerida para
formar una relación de méritos no se obtenía dentro del ámbito
eclesiástico, ni podía ser tampoco certificada por una persona a
través de una carta personal, sino que era una información
absolutamente oficial emanada de un órgano del gobierno civil.
La Audiencia remitía las informaciones a España, a la
Secretaría del Perú en nuestro caso, con toda la documentación
original entregada por el interesado y las cartas de recomendación
de las autoridades civiles y eclesiásticas conseguidas por éste. Allí
se procedía a examinar la documentación y a formar la relación,
que se imprimía. Se incorporaban los extractos más importantes de
las recomendaciones, dejándose constancia además de las
instituciones civiles y eclesiásticas que los recomendaban.
Terminaba la relación con la enumeración de las veces que la
persona había sido consultada, para que tipo de vacancia, y la
petición que había motivado el levantamiento de la información, ya
fuera la pretensión a una prebenda o una mitra. Como la relación
de méritos circulaba entre la Secretaría del Perú, la Cámara de
Indias, los secretarios del despacho y la dupla Confesor-Rey, cada
vez que la persona pretendía o era considerada en una consulta, se
acostumbraba anotar a mano en el dorso de la hoja inicial las
consultas en que la persona había sido considerada. En el caso que
desde la Cámara se propusiera a un candidato considerado en
varias consultas en un mismo día, se avisaba al Rey cual era la
consulta portadora de la relación de méritos. En las consultas se
hacía referencia explícita a si el candidato había levantado o no
una relación de méritos.
Las relaciones de méritos tenían diferentes encabezamientos,
según precisamente los méritos a los que se aludían. Lo más
común era levantar una “Relación de los méritos y servicios
del Doctor José Antonio Errázuriz”. 18 Si el pretendiente había
desarrollado una carrera de letrado levantaba una “Relación
de los méritos, grados y ejercicios literarios del Doctor Diego
Antonio Navarro Martín de Villodres”, 19 de 1796, o
una “Relación de la literatura y méritos, del Licenciado Don
Salvador Andrade y Bohórquez”, 20 de 1793. A partir de la
segunda mitad del siglo XVIII se acentúa en la relación la carre-
17 AASCH, legajo familia García Huidobro, N° 19.
18 Ibidem.
19 AGI, Gobierno, Chile, 454.
20 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 83 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ra universitaria y los actos literarios del pretendiente,
concentrándose en estos la información más que en los méritos
familiares, se tiende a destacar por lo tanto la carrera del individuo.
El sentido fundamental de las relaciones de méritos eran las
pretensiones, complementaban además las recomendaciones de
oficio. La veracidad de los méritos de los pretendientes se
evaluaban por medio de testigos en la Audiencia a la que éste
pertenecía, máximo organismo de gobierno en América, y se
remitían por la misma a España. Esta primera evaluación de
méritos adquiere así las características de una acción de gobierno. 21
Quien aspirara a ascensos debía mandarlas a levantar, para ello
necesitaba contratar un agente de negocios en Madrid.
Agentes de negocios
Las pretensiones a las vacancias eran otra de las vías de acceso a
una consulta de la Cámara de Indias. La centralización
administrativa en Madrid implicaba que para hacer carrera había
que preocuparse del curso de los expedientes. Surgieron para esto
los agentes de negocios, afincados en la Corte, que se encargaban
de pretender por sus representados. Por un lado evitaban la
presencia de pretendientes en la corte, por otro eran indispensables
por su experiencia en la gestión administrativa: sabían mover los
papeles en los lugares adecuados. Los agentes evitaban la invasión
de pretendientes en la corte y el acoso permanente a los camaristas
y consejeros solicitándoles favores. Para los residentes en Indias
eran obviamente indispensables. Sin embargo, los pretendientes
llegaban una y otra vez a Madrid. Pedro Bonet, 22 un agente de
negocios en el reinado de Carlos III, señala que en tiempos de
Felipe IV se les permitía la presencia por un tiempo
predeterminado en la corte, registrándose el día de llegada
y de partida ante el Secretario del Consejo donde pretendían, sin
lo cual no recibían audiencias del Rey o sus ministros. Desde 1607
los agentes debían registrarse en la Escribanía de Cámara. A
partir de 1707 los agentes recibían un título acreditado por
21 También lo era la “declaración de benemérito” por la Audiencia, el tema
en sus trámites administrativos ha sido estudiado por Lira Montt, Luis,
“Beneméritos del reino de Chile. Repertorio del siglo XVII”, en: Boletín de la
Academia Chilena de la Historia, N°105, Impresos Universitaria, Santiago,
pp. 51-51, 1995, al cual remitimos. Incluye un listado de los declarados
beneméritos por la Audiencia de Chile en el siglo XVII y las mercedes
recibidas.
22 Bonet, Pedro, Ibidem, p. 3.
- 84 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
el Rey. El pretendiente entregaba un poder al agente en el que se
estipulaban los alcances de la representación exactamente como se
entregaba un poder a un abogado para ser representado en un
pleito. Los agentes se encargaban de gestionar la formación de las
relaciones de méritos de los pretendientes y de hacerlas imprimir.
Estaban en constante comunicación con éstos, presentaban
memoriales para las vacancias que les habían solicitado, aceptaban
o no las presentaciones y gestionaban la expedición de títulos de
presentación en la Contaduría.
No podían ser agentes los ministros ni empleados del Consejo
y oficinas, para evitar que abusaran del conocimiento del sistema
administrativo y de sus contactos a favor de los clientes. Sin
embargo, era inevitable que esto ocurriera. Conocemos a muchos
agentes de negocios de los clérigos aquí considerados, y en
algunos casos hemos podido determinar que eran oficiales de las
secretarías de gobierno quienes se desempeñaban como tales. En
estos casos los agentes no sólo conocían el curso de los trámites,
sino que disponían de contactos personales dentro del aparato
administrativo que ayudaban a la circulación de los expedientes.
Por ejemplo, en 1803 Miguel Núñez Duarez contrató como su
agente a Antonio Carro, quien efectúa para Núñez el trámite de la
pretensión de una canonjía de la catedral de Lima, 23 y en 1805 se
desempeñaba como oficial tercero de la Secretaría del Perú del
Consejo de Indias. 24 Domingo Marcoleta, agente de negocios de
Gregorio de Tapia y Cegarra 25 en 1773, había sido a partir de 1760
oficial mayor de la Contaduría General de Indias, y desde 1780 fue
Alguacil mayor del Consejo de órdenes militares. 26 Antonio María
Bueno, a quien conocemos como agente de negocios de Domingo
Larrión 27 a partir de 1795 y hasta 1803, lo encontramos
desempeñándose como oficial séptimo de la contaduría del
Consejo de Órdenes Militares desde antes de 1811. 28 El trabajo
como agente de negocios permitió a algunos encontrar además una
plaza administrativa para sí mismos.
Algunos agentes aparentemente eran especializados en temas
y se desempeñaron en esta tarea durante mucho tiempo. Felix Til,
quien según los datos que poseemos fue agente de negocios desde
1784, por lo menos, y hasta 1797, representó en Madrid a eclesiás-
23 AGI, Gobierno, Chile, 462.
24 Dato obtenido de la base de datos Fichoz
25 AASCH, Secretaría del Obispado, leg. 113, pieza 29.
26 Dato obtenido de la base de datos Fichoz.
27 AGI, Gobierno, Lima 1562.
28 Dato obtenido de la base de datos Fichoz.
- 85 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ticos de diferentes lugares de América, como a José Toribio
Bernuy Eslaba entre 1784 y 1787 cuando que era canónigo de La
Paz; a Andrés Quintián Ponte, que era el canónigo magistral de
Concepción en Chile. En el caso de Bernuy Eslava, su agente Til
no se limitó a presentar la pretensión en 1787 de la chantría vaca
de la catedral de Santiago de Chile por la Secretaría del Perú, sino
que escribió una carta solicitándola al Confesor del Rey, Joaquín
Eleta Osma, 29 esperando tal vez que su representado fuera
favorecido con una resulta. Un buen agente, bien conectado y de
confianza probada era clave también para las pretensiones,
recomendaciones y negocios.
A partir de 1720 y hasta 1734 Lorenzo Mar Liberona fue el
podatario general de la ciudad de Santiago de Chile en Madrid, 30
entre varias tareas que se le encomendaron desde el ayuntamiento,
una fue conseguir el permiso para la fundación de una universidad
en el reino. 31 Sabemos además que se desempeñó como agente de
negocios de clérigos chilenos, como Francisco Arancibia, 32 cura de
Aculeo, y de José Toro y Zambrano, 33 para quien solicitó el
deanato de Santiago, ascenso en el que había sido postergado por
la Cámara de Indias debido a acusaciones falsas de contrabando.
En 1745 era el agente también del cabildo eclesiástico de
Santiago 34 y lo fue hasta su muerte en 1747. 35 Mar Liberona fue un
hombre de confianza y un agente eficaz de las instituciones del
reino de Chile, como lo muestra la importancia de las tareas que
se le encomendaron. Sin embargo, hay un hecho que revela
un dato fundamental a la hora de tener en cuenta la evaluación
del funcionamiento del sistema administrativo montado
por la Monarquía. En 1734 cesó Mar Liberona en el cargo
de podatario general de la ciudad de Santiago, pero no fue
reemplazado por otro agente sino que el ayuntamiento decidió
enviar a un representante desde el reino, Tomás de Azúa e Itur-
29 AGI, Gobierno, Chile, 452.
30 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, Prólogo de Rafael Reyes Reyes, Colección de
historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia nacional,
tomo XXVII, Alfabeta Impresores, Santiago, p. 299, 1983.
31 Sociedad Chilena de Historia y Geografía, Actas del Cabildo de Santiago,
prólogo de Aniceto Almeida, Colección de historiadores de Chile y de
documentos relativos a la historia nacional, tomo XXVIII, Santiago, p. 82,
1953.
32 AGI, Gobierno, Chile, 164.
33 AGI, Gobierno, Chile, 152.
34 AGI, Gobierno, Chile, 150.
35 AGI, Gobierno, Chile, 152.
- 86 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
goyen, para que se ocupara, de la gestión de la universidad para
Chile. Azúa entonces viajó a Madrid como podatario general de la
ciudad de Santiago, 36 y fue quien finalmente gestionó la
universidad. Nada reemplazaba la presencia en la corte de un
representante de los intereses locales.
La utilización generalizada de agentes de negocios por el clero
secular chileno fue un fenómeno del siglo XVIII, que le abrió la
posibilidad de las pretensiones tardíamente con respecto al clero de
otros reinos. Esto explica también que haya sido tan desconocido
para la Cámara de Indias, y que las cartas de oficio y las
recomendaciones particulares fueran una vía de acceso a las
consultas tan importantes.
Pero nada reemplazaba un contacto directo en Madrid, aunque
se tuviera un agente de negocios. Contamos con una información
extraordinaria para conocer el funcionamiento del sistema de las
pretensiones, los agentes de negocios y la presencia de familiares o
amigos de los pretendientes en la corte. Se trata de una serie de
treinta cartas entre Francisco y Rafael García Huidobro que
intercambiaron entre 1777 y 1806. Francisco se había trasladado a
Cádiz en 1777 y desde 1780 residía en Madrid. Las cartas
contienen información directa sobre las pretensiones y ascensos de
varios eclesiásticos chilenos. Francisco actuaba además como un
agente de negocios de su hermano y amigos. En 1778 Francisco
García Huidobro presentó la pretensión de Juan Manuel Mardones
una canonjía del coro de Concepción, que le fue concedida. 37
Asesoraba a otros miembros del cabildo eclesiástico sobre cómo
desenvolverse en las pretensiones y con los agentes de negocios,
como en el caso de Palomera, al que le elige un agente de
negocios. 38 Pero Francisco García Huidobro mantenía también
informado a su hermano de cómo funcionaba el sistema y de los
contactos que otros miembros del clero chileno movilizaban
cuando se producían vacancias. En febrero de 1795, con motivo de
la vacancia del obispado de Concepción, Francisco escribía a
Rafael:
Yo me río de todas esas cosas que escriben allá del Padre Fray
José Godoy. Sin duda que este Padre quiso congratularse con
Cabrera 39
36 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, Colección de historiadores de Chile y de
documentos relativos a la historia nacional, tomo XXIX, Alfabeta
Impresores, Santiago, p. 207, 1982.
37 Ibidem, N° 8.
38 AASCH, legajo familia García Huidobro, N° 20.
39 Se trata de José Gregorio Cabrera, canónigo de la catedral de Santiago de
Chile desde 1782.
- 87 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
prometiéndole voto para el obispado de la Concepción. Este
obispado no se consultó, y sin consulta lo dio el Rey al hermano
de San Carlos. Si se hubiera consultado, ni éste, ni el Padre
Godoy, ni Cabrera ni Aldunate hubieran sacado nada. La Cámara
en sus consultas obra con mucho peso. El Padre Godoy aparenta
bastante con el duque de Alcudia (Manuel Godoy), pero me parece
que no hay más que apariencias. 40
Lo que queda claro es que en esta época una buena parte de la
estrategia personal para alcanzar ascensos consistía en conocer las
estrategias y contactos de los rivales. Todo revela que los
pretendientes apostaban más a las mediaciones hacia el poder que a
la vía administrativa para ascender. La cita corrobora además
nuestra apreciación sobre la recuperación de la Cámara de Indias
de su capacidad de proponer sujetos y cuestionar y oponerse
incluso a las órdenes bajadas desde arriba. En 1803, Francisco
escribió a Rafael: “Y debo advertirte que aquí anda la simonía muy
en su punto, cosa que me aflige hasta lo sumo”. 41
Contactos personales en la corte: viajes a Madrid
Como hemos visto, el contacto personal con las personas claves en
los centros de decisión era también fundamental para la
comunicación de la situación americana y para gestionar ascensos.
Para un particular o una institución valía la pena costearse un viaje
a Madrid. La Monarquía aparece como muy receptora de las
peticiones elevadas por personas presentes en la corte, aquí la
capacidad de persuasión era fundamental. La historia del obispado
en Paposo ilustra como nada este aspecto. En 1804 llegó a
Santiago Rafael Andreu Guerrero con la presentación como obispo
de Epifanía in partibus, auxiliar de Santiago de Chile, Charcas,
Arequipa, Córdoba, con sede en Paposo (Atacama). Una minúscula
villa del norte de Chile se convertía en la sede de un obispo
auxiliar que abarcaba un territorio equivalente casi a un cuarto del
total del imperio español en Sudamérica.
Andreu había sido ordenado sacerdote en 1795 en Santiago de
Chile por el obispo Marán, 42 a título de teniente cura de la parroquia
40 AASCH, legajo familia García Huidobro, N° 14.
41 Ibidem, N° 26.
42 AASCH, Secretaría del Obispado, leg. 379, s/f. A modo de aclaración sobre
esta cita es preciso señalar que probablemente el documento original
estuvo fojado, de lo que sólo quedan algunos vestigios de números, pero
- 88 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Copiapó, para desarrollar su ministerio en Paposo.
Inmediatamente después de la ordenación viajó a Lima 43 a pedir al
virrey marqués de Avilés fondos para la construcción de un
oratorio en su viceparroquia, y probablemente allí planteó la
posibilidad de solicitar en el Consejo de Indias la erección de la
región de Paposo en obispado. Con una recomendación en este
sentido del virrey 44 viajó a España con la excusa de estar enferma
de muerte su madre. 45 Allí planteó al Consejo de Indias 46 la
importancia estratégica de la construcción de un fuerte en Paposo y
la explotación de la pesca en la zona. El Consejo, preocupado por
la defensa de los territorios trató el tema entre marzo y abril de
1803, y aceptó la propuesta de Andreu, nombrándolo obispo
auxiliar para residir en Paposo. La propuesta de Andreu fue bien
recibida porque significaba un asentamiento español en una zona
desprotegida de la frontera sur del imperio. Andreu embarcó
nuevamente hacia América con su presentación de obispo auxiliar.
Llegado a Chile, el obispo de Santiago no lo quiso consagrar
amparado en que las bulas no incluían la licencia de que hubiera
tres obispos en su consagración. Podemos comprender la recepción
local de la noticia de que un teniente cura, que nunca había estado
en su viceparroquia, volviera de España como obispo. ¿En qué
quedaban el premio al mérito y el esfuerzopor ascender?
La presencia en Madrid permitía un contacto directo, una
comunicación imposible de lograr epistolarmente. Una carta de
José Cortés y Madariaga 47 a Melchor Gaspar de Jovellanos, del 31
de diciembre de 1798 en Madrid, describe las posibilidades que se
abrían de contacto por medio de la presencia en la corte:
una reciente encuadernación del archivo en la que se guillotinaron las
páginas eliminó la numeración original, por lo que no nos es posible
completar la cita que posiblemente aparezca completa en obras de
historiadores anteriores a nosotros.
43 AGI, Gobierno, Chile, 460.
44 González Pizarro, José A., “Rafael Andreu Guerrero”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo III, p. 322.
45 AGI, Gobierno, Chile, 460.
46 AGI, Gobierno, Chile, 467.
47 Se trata de José Cortés y Madariaga, conocido prócer de la revolución
independentista de 1810 en los territorios que hoy pertenecen a Venezuela,
sobre quien escribiera su biografía Vicuña Mackenna, Benjamín, El tribuno
de Caracas, Obras completas, vol. 7, Universidad de Chile, Santiago, pp. 281-
436, 1937.
- 89 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Señor, el 14 del inmediato diciembre tuve el honor de saludar a
VE en su Secretaría y consagrarme a su obediencia indicándole
ligeramente los objetivos de mi residencia en esta corte. VE con su
natural dulzura y benignidad se dignó aplazarme para otro día. He
juzgado que debo abstenerme de incomodarle presentándome de
nuevo en su audiencia, me tomé la licencia de recordarle a VE que
soy oriundo de Santiago de Chile, me dirigí a esta corte en donde
llevo cuatro años. Suplico me haga lugar en su compasión no
olvidándome al tiempo de proveer vacantes. 48
La actitud de Jovellanos muestra también que gran parte de la
tarea de gobierno era justamente entablar el contacto directo y
conocer personas, signo inequívoco del conocimiento de la
situación americana. El viaje a Madrid facilitaba además negociar
las prebendas deseadas. Hacia fines del siglo XVIII, algunos
pretendientes desarrollaban un “juego de méritos” ante la Cámara
de Indias consistente en ser consultados para diferentes prebendas
en también diferentes cabildos eclesiásticos, acelerando así el
acopio de méritos en vistas de la consulta de la prebenda que en
verdad les interesaba. Claro que era un juego riesgoso porque
podía ser favorecido con una ración o canonjía en un lugar no
deseado. Pero parece que no era complicado deshacerse de un
nombramiento real y hasta de una presentación y seguir intentando
obtener la prebenda buscada.
Para quienes no tuvieran un contacto personal en Madrid de la
cercanía y calidad de Francisco García Huidobro, no quedaba otro
camino que viajar personalmente a la corte. Juan Pablo Fretes, 49
emprendió el largo viaje a Madrid para “pretender”, y asegurarse
personalmente allí una silla en algún cabildo eclesiástico del Perú.
Reconstruiremos su carrera porque es la que mejor ilustra por la
astucia del pretendiente las estrategias que se usaban para ascender
en la carrera eclesiástica. Fretes nació en Buenos Aires en 1760, su
padre era natural de Paraguay y capitán de milicias. Estudió en el
colegio de San Carlos de Buenos Aires y se ordenó de presbítero en
1783, probablemente a título de beneficio, porque sirvió el curato de
San Antonio de Areco inmediatamente después y hasta 1785. En
1786 estuvo en Santiago de Chile, probablemente visitando a un
48 AGI, Gobierno, Chile, 453.
49 Algunos datos biográficos de Fretes pueden encontrase en Nogués,
Alberto, “El canónigo Juan Pablo Fretes”, en: Boletín de la Academia Chilena
de la Historia, N° 98, Editorial Universitaria, Santiago, pp. 271-282, 1987.
Nogués sostiene que Fretes nació en Paraguay, por nuestra parte nos
guiamos por sus múltiples relaciones de méritos donde se establece su
nacimiento en la ciudad de Buenos Aires.
- 90 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
hermano. 50 En 1787 se trasladó a Charcas. En 1790 se doctoró en
ambos derechos por el Seminario de Charcas, obtuvo la capellanía
de la Audiencia y se incorporó a la Academia de derecho civil. 51
En 1792 residía en La Paz, desde donde emprendió el viaje a
Madrid a pretender en 1793. Viajó a España acompañando el
regreso de Juan Manuel Alvarez, gobernador de La Paz, al
terminar éste su período de gobierno, quien lo contactó con el
entorno de Manuel Godoy o directamente con éste. 52
En 1794 levantó relación de méritos y empezó a pretender
logrando ser consultado múltiples veces en dignidades. Logró
cuatro votos en tercer lugar para la chantría de Charcas en mayo
de1794; 53 el tercer lugar para el arcedianato de Buenos Aires en
octubre de 1794. 54 En enero de 1795 escribió una carta a Manuel
Godoy pidiéndole una canonjía vacante de Lima y en abril del
mismo año pidió al Rey los arcedianatos vacantes de Lima o de La
Habana; 55 siguió siendo consultado durante el año 1795, por cuatro
votos particulares en el segundo y tercer lugar para la chantría de
Charcas, un voto en segundo y tercer lugar para el arcedianato de
Lima, cuatro votos particulares en segundo y tercer lugar para el
arcedianato de Buenos Aires. 56
Al final, el 19 de enero de 1796 el Rey lo presentó como
medio racionero de la catedral de Santa Fe de Bogotá. 57 El 30 de
enero pidió a Eugenio Llaguno Amírola, Secretario del Despacho
de Gracia y Justicia de España e Indias una ración vacante en
Santiago de Chile. Pidió además al Rey una prórroga para la toma
de posesión de su media ración porque no había barco disponible
para zarpar. 58 La prórroga le fue concedida, pero ya en abril pidió al
Rey una ración vacante del coro de Santiago de Chile, pese a
haber aceptado la media ración de Santa Fe, por la gran distancia con
respecto a Buenos Aires donde vivían su anciana madre y hermanas. 59
Insistió en noviembre con la petición de una canonjía de Santiago de
Chile. Mientras tanto Fretes continuó con sus pretensiones. En octubre
50 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 7, pieza 74.
51 Todos los datos biográficos de Juan Pablo Fretes que hemos expuesto
hasta 1790 los obtuvimos de AGI, Gobierno, Chile, 461.
52 AGI, Gobierno, Lima, 1562.
53 AGI, Gobierno, Chile, 454.
54 Ibidem.
55 AGI, Gobierno, Lima, 1562.
56 AGI, Gobierno, Chile, 461.
57 AGI, Gobierno, Chile, 453.
58 Ibidem.
59 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 91 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
pretendió a dos raciones vacantes de Lima y en noviembre a una
canonjía de Santiago. En enero de 1797 nuevamente pretendió las
raciones limeñas y realizó una segunda petición de prórroga
mientras llegaba a España un barco procedente de Buenos Aires
con dinero de la venta de una propiedad. 60 En marzo insistió con la
petición de las raciones limeñas a Eugenio Llaguno Amírola. 61 En
mayo nuevamente vencía la prórroga, por lo que pidió al Rey la
expedición de una real orden en la que se determinase que no había
tomado posesión por no haber barco disponible debido a la guerra
con Inglaterra, de manera que no se lo perjudicara al momento de
la toma de posesión, 62 lo que le fue concedido.
Mientras tanto había vacado una ración en Santiago de Chile,
para la cual también presentó memoriales y fue presentado en
agosto de 1797. 63 Consiguió además que el Rey lo nombrara
diputado del cabildo eclesiástico de Santiago de Chile. 64 También
en agosto de 1797 efectuó la pretensión de una media ración de
Lima a nombre de su hermano Lorenzo Fretes. 65 Sin embargo, en
febrero de 1798 aún se encontraba en Madrid, y pidió al Rey que lo
presentara a la tesorería de la catedral de Santiago de Chile debido
a que no había recibido el dinero que le enviaba su padre porque el
barco había sido tomado por los ingleses. 66 En abril insistía en la
petición de una canonjía de Santiago de Chile para sí mismo y
nuevamente tramitó la pretensión de una ración de Santiago para
su hermano Lorenzo. 67 En mayo escribió a Gaspar de Jovellanos,
el nuevo Secretario del Despacho de Gracia y Justicia de
España e Indias, solicitándole ser tenido en cuenta
en la provisión de una canonjía de Santiago de Chile. En agosto
todavía realizó una pretensión para su hermano Lorenzo de una
canonjía de Santiago de Chile. Siguió en la corte aún algunos años
más. En 1799 reaparece pretendiendo para su hermano
Lorenzo una ración de Santa Cruz de la Sierra. 68 En 1801 la
Cámara de Indias lo consultó por dos votos particulares en
60 Ibidem.
61 Ibidem.
62 AGI, Gobierno, Chile, 453.
63 AGI, Gobierno, Chile, 455.
64 AGI, Gobierno, Chile, 461.
65 AGI, Gobierno, Lima, 1562.
66 AGI, Gobierno, Chile, 453.
67 Ibidem.
68 Ibidem.
- 92 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tercer lugar para el deanato de Santiago de Chile. 69 Finalmente
tomó posesión de su ración en Santiago en 1803. 70
Nótese la combinación de pretensiones y peticiones
directamente al Rey o a sus ministros en pos de alcanzar una
prebenda en el coro de Santiago, finalmente escogido. Los dos
elementos aparecen como necesarios, estar dentro de la circulación
oficial de las pretensiones, y pedir el favor de la mediación al Rey.
No era fácil pasar del curato rural de San Antonio de Areco en el
Río de la Plata a una canonjía en un cabildo eclesiástico para quien
no contara con contactos directos en la corte. En 1807 vacó el
obispado de Santiago de Chile por muerte de Francisco José
Marán. Se puso en marcha entonces el engranaje de contactos
desde el reino de quienes aspiraban a esta mitra. Uno de ellos era
Juan Pablo Fretes, quien pidió al Príncipe de la Paz (Manuel
Godoy) que le extendiera “su alta protección para esta mitra
vacante”, 71 en carta del 28 de febrero de 1807; y a Pedro Cevallos
y Guerra le comunicó en la misma fecha que aspiraba a esa mitra
por la “dilatadora y penosa carrera” 72 de canónigo que había
llevado.
En realidad no fueron muchos los clérigos chilenos que
viajaron personalmente a Madrid a pretender, pero ninguno volvió
con las manos vacías. Estos viajes se iniciaron a partir de 1740. El
viaje era caro, más aún la estadía, y había que financiarlos. Una
forma utilizada para financiar por lo menos el viaje, fue la de
embarcarse como capellán de un navío de la armada real, así lo
hizo Gregorio de Tapia Cegarra en 1742. Los trámites en Madrid
comenzaban por levantar la relación de méritos y entablar los
contactos necesarios. Esto último se ve como evidente porque al
poco tiempo de estar en Madrid comenzaban a figurar en ternas de
sus pretensiones a los coros solicitados y de otros. Los clérigos
chilenos que viajaron no pertenecían a las familias de la élite, eran
casos como el de Fretes, personas con un cierto capital como para
afrontar los gastos pero que no tendrían acceso a un cabildo
eclesiástico si no invertían tiempo y dinero. No estaban dentro de
los canales de comunicación y circulación de favores que se
entablaban desde el reino hacia el centro de decisiones
administrativas en Madrid.
69 AGI, Gobierno, Chile, 461.
70 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 19, p. 475.
71 AGI, Gobierno, Chile, 461.
72 Ibidem.
- 93 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Para el Rey patrón de la Iglesia seleccionar el personal idóneo
para gobernarla no fue una tarea fácil. La Monarquía montó un
sistema de selección basado en criterios profesionales tratando de
garantizar la veracidad de la información que los pretendientes
presentaban para demostrar su idoneidad a los cargos. La
demostración de estos dos aspectos, verdad e idoneidad, fueron
encargados a los agentes civiles de Monarquía, las Audiencias,
máximo órgano de gobierno en ultramar. Toda la documentación
con la que se armaba la relación de méritos se enviaba desde las
audiencias, incluidas las certificaciones eclesiásticas.
La obligada relación que el pretendiente debía entablar con el
Rey para orientar la gracia real a favor propio se intentaba por
todos los medios. Estos incluían la obtención de cartas e informes
favorables de los agentes locales de la Monarquía; el
emprendimiento de un viaje personal a la Corte, garantía de la
concesión de una plaza; la presencia en Madrid de un amigo o
familiar que gestionara las pretensiones; la contratación de un
agente de negocios eficaz y personalmente vinculado con el
personal administrativo. Los cuatro aspectos tendían a establecer
contactos con los mediadores más eficaces al Rey: camaristas,
Confesor, Secretarios del Despacho. El sistema de selección del
personal administrativo estuvo por tanto penetrado por redes de
vínculos personales que tendían a la cúspide del sistema, hacia el
Rey.
En el siglo XVIII la Monarquía promovió una multiplicación y
yuxtaposición de la información sobre los candidatos a seleccionar
para las plazas eclesiásticas, con el objetivo de mejorar el sistema
de selección a través de un mejor conocimiento de las personas.
Los obispos, virreyes y gobernadores debían informar sobre los
beneméritos a la Cámara de Indias, Confesor y Secretarios.
¿Influyó positivamente esta medida en el sistema de selección del
clero? Más que para mejorar el sistema de selección pareciera que
apuntara al control de la información emanada del reino sobre los
candidatos. Todo indica que el sistema administrativo se basaba
más en la relación entablada con los mediadores hacia el Rey
patrón que en el premio al mérito. Este afán de verificar la verdad
del mérito atribuido muestra la desconfianza de la Monarquía ante
la vulnerabilidad de los canales de transmisión de la información
por ella misma establecidos pero controlados por las élites.
- 94 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 5
La dependencia peruana del episcopado chileno
En el siglo XVI la mayoría de los obispos fueron españoles y
miembros de las órdenes religiosas. El siglo XVII fue el inicio del
despunte del clero criollo en el episcopado, proceso favorecido por
la implantación del sistema de alternativa en las órdenes y por la
equiparación de los títulos y grados universitarios españoles y
americanos, que abrieron la posibilidad de que el clero criollo
accediera a los cabildos eclesiásticos. Paulino Castañeda y Juan
Marchena 1 caracterizaron al episcopado del siglo XVII como de
transición, por la mayor presencia del clero criollo y por la
paulatina sustitución del clero regular por el secular. Estos dos
elementos se afianzaron aún más en el siglo XVIII unidos a la
estructuración de una integración geográfica del territorio. En este
sentido Mark Burkholder y D. Chandler, 2 sacaron como
conclusión del análisis del sistema de ascensos en las audiencias
americanas que si bien en ninguna parte es posible establecer una
tipología rígida los miembros de tribunales dependientes de la
Secretaría del Perú (sudamérica y Panamá), tenían como meta final
de sus ascensos las audiencias de Lima, Charcas y Santa Fe. Por
nuestra parte constatamos que la misma geografía de ascensos se
aplicó a los miembros de los cabildos eclesiásticos y obispos de las
diócesis sufragáneas de las tres metropolitanas: Lima, Charcas y
Santa Fe, para quienes el punto culminante de sus carreras era el
ascenso a uno de esos tres arzobispados.
Las metropolitanas eran las diócesis cabeza de provincia
eclesiástica, regidas por un arzobispo o metropolita. Los obispos
pertenecientes a una provincia eclesiástica se denominaban sufragáneos
por el voto o sufragio que emitían en el sínodo o concilio provincial,
1 Cfr. Castañeda, Paulino y Marchena, Juan, La jerarquía de la Iglesia en
Indias...., op. cit., p. 20
2 Burkholder, Mark y Chandler, D., De la impotencia a la autoridad. La
Corona española y las Audiencias en América 1687-1808, Fondo de Cultura
Económica, México, p. 16, 1984.
- 95 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
donde se analizaban y tomaban decisiones relativas al gobierno de
la Iglesia en esa provincia. El metropolitano era el superior en la
jerarquía de derecho eclesiástico con respecto a las diócesis
sufragáneas. Sus atribuciones eran suplir al obispo titular en
aquellos casos en que este último debía obrar y no lo hacía por
omisión, dentro del lapso temporal asignado por las leyes, como
por ejemplo en todo lo relativo a conferir beneficios en los seis
meses siguientes a la vacancia, nombramiento del vicario capitular
en los ocho días siguientes a que se produjera la vacancia del
obispado si el cabildo eclesiástico no lo hubiera hecho por
omisión, etc. Le competía asimismo la corrección de los excesos
en los negocios contenciosos y en los negocios gubernativos, en el
primer caso por apelación y en el segundo por recurso de queja
elevado por el agraviado. En este último caso el metropolitano
exhortaba y mandaba al sufragáneo, en caso de necesidad, para que
obrara de acuerdo a las leyes. En los de apelación, confirmaba,
enmendaba o revocaba sentencias. Concedía licencia a los
sufragáneos para ausentarse de la diócesis por justas causas,
aprobadas éstas por escrito, dando cuenta en los concilios
provinciales de las licencias otorgadas. También el metropolitano
visitaba las iglesias sufragáneas con autorización del concilio. 3
Además de estas relaciones establecidas por el derecho canónico
los metropolitanos eran consultores del Consejo de Indias en todas
las medidas del gobierno de las iglesias sufragáneas.
Los ascensos episcopales
El 13 de marzo de 1541 el Papa Paulo III erigió la diócesis de
Lima, y al poco tiempo la elevó a arquidiócesis, dejando de
ser sufragánea del arzobispado de Sevilla. A principios del siglo
XVI eran sufragáneas de Lima las diócesis de Panamá, Nicaragua,
Quito, Popayán y Cuzco. A fines del siglo XVI eran
nueve las sufragáneas de Lima, incluyendo Santiago de
Chile (1561), Concepción (1564), Paraguay y Tucumán. 4
Sin embargo, la amplitud de los territorios ocupados por
3 Antón Solé, Pablo, Ibidem, p. 220 y ss.
4 García Recio, José M., La creación del obispado de Santa Cruz de la Sierra,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, Sevilla, 3 p., 984; también en Armas Medina, Fernando,
“La jerarquía eclesiástica peruana en la primera mitad del siglo XVII”, en:
Anuario de Estudios Americanos, N° 22, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Sevilla,
- 96 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
estas diócesis, que formaban un triángulo cuyos vértices eran
Nicaragua, Chile y Paraguay, impedía a los obispos atenderlas
adecuadamente a causa de la dispersión de los núcleos de
población, el alejamiento de muchos de ellos de las zonas centrales
de sus diócesis y las enormes dificultades de las comunicaciones.
Todo ello motivó la erección de nuevos obispados dentro del
ámbito de la provincia eclesiástica de Los Reyes a comienzos del
siglo XVII, el de La Paz y Santa Cruz en 1605, los de Arequipa y
Huamanga en 1609 y el de Trujillo en 1616. Finalmente en 1786 se
sumó la diócesis de Cuenca desmembrada del obispado de Quito.
Se produjo también el desgajamiento de una nueva provincia
eclesiástica, la de La Plata en 1609 que incluía las diócesis de La
Paz, Santa Cruz, Paraguay y Tucumán. Además, en 1620, se creó
un nuevo obispado dentro de la provincia de La Plata al dividirse
en dos el de Paraguay, erigiéndose entonces el de la Santísima
Trinidad de Buenos Aires. El arzobispado de Santa Fe de Bogotá
se erigió en 1630, siendo sus sufragáneas las diócesis de Popayán,
Panamá, Santa Marta, Nicaragua y Cartagena de Indias. La
Secretaría del Perú del Consejo de Indias atendía los asuntos de las
tres metropolitanas de América del sur, con sus respectivas
diócesis sufragáneas.
En teoría, los ascensos se producían según una jerarquía
interna entre las sufragáneas de una misma metropolitana, siendo
el máximo ascenso la metropolitana respectiva. Las diócesis se
dividían en diócesis de inicio, ascenso o término, según el valor de
cada obispado. En general, la calidad de cada diócesis fue variando
a lo largo del tiempo, salvo Concepción que se consideró siempre
como diócesis de inicio de una carrera episcopal. Santiago fue ya
desde principios del siglo XVIII una diócesis de ascenso. Veremos
a continuación si el proceso se corresponde con la estructura de los
listados de candidatos de la Cámara de Indias y si en ellos
encontramos plasmada la apertura del episcopado al clero secular
americano.
Listados de candidatos de la Cámara de Indias para los
obispados de Santiago y Concepción en los siglos XVII y XVIII
Si para la conformación de los listados de candidatos de los cabildos
eclesiásticos era fundamental la recomendación del gobernador y del
obispo, para los de los obispados lo eran las de los virreyes y los
arzobispos de las metropolitanas respectivas. Tenemos una carta
del arzobispo de Lima recomendando sujetos beneméritos para
el obispado de Santiago de Chile, arzobispado de La Plata y obis-
pp. 673-703, 1965.
- 97 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
pado de Cartagena de Indias, 5 del 15 de julio de 1658. La carta
tiene la estructura tipo de estos casos: beneméritos del clero, de la
Orden de Santo Domingo, de San Francisco, de San Agustín, de la
Merced. Siguen los prebendados del cabildo eclesiástico de Lima
que, como vemos, prácticamente todos eran candidatos a obispos.
Estos candidatos, regulares sobre todo, peruanos o españoles,
fueron de hecho quienes ocuparon las mitras de las sufragáneas de
Lima en el siglo XVII. Los obispos de Concepción y Santiago
expresan claramente esta tendencia.
Listados de candidatos del siglo XVII
En el caso de las diócesis chilenas, en los listados del siglo XVII
los pretendientes al cargo incluyen sólo los candidatos natos, es
decir los prebendados, inquisidores y clérigos de todo el imperio.
Si tomamos el listado de la consulta del obispado de Santiago de
Chile por muerte del obispo electo Diego Zambrana Villalobos 6
(fechada aproximadamente hacia 1655), aparecen en primer
término los obispos de otras iglesias que tendrían a Santiago de
Chile como ascenso, éstos son los de Concepción de Chile, Santa
Cruz de la Sierra, el obispo sufragáneo del arzobispado de Toledo
y los obispos de Tenmia y Ceuta. Ninguno de estos sujetos
considerados era chileno. Continúan los propuestos por los
prelados de las iglesias de la Corona de Castilla, todos del clero
secular: siete por el obispo de Toledo, dos por el de Santiago, uno
por el de Cuenca, uno por el de Córdoba, uno por el de Plasencia,
dos por el de Sigüenza, uno por el de Jaén, uno por el de
Calahorra, dos por el de Osma, uno por el de Cádiz, uno por el de
Valladolid y uno por el de León. En total, dieciocho. Siguen los
inquisidores de Murcia, uno; Granada, dos; Logroño, tres; Sevilla,
tres; Córdoba, tres; Cuenca, tres; México, tres. Luego, bajo el título
‘Más sujetos’, ocho dignidades y canónigos de España y catorce
dignidades y canónigos de las iglesias catedrales del Perú. Un total
de sesenta y siete individuos. En la misma proposición se señala
que aparte están las relaciones de los religiosos que se proponen
para el obispado, listado que no hemos encontrado. Finalmente el
elegido fue Fray Dionisio Cimbrón, un español de la Orden del
Cister.
5 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, ff. 15 vta a 19.
6 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 98 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Veinte años después, en los listados de candidatos del
obispado de Concepción de 1676 7 ya no figuran los propuestos por
los obispos de España ni inquisidores peninsulares, la realidad
americana comenzaba a imponerse o a ser tenida en cuenta. Se
trata de un listado de treinta y siete individuos, frente a los sesenta
y siete de 1655. Por tratarse de una diócesis de inicio no había
obispos que ascendieran a ella. Encabezaban el listado entonces el
deán de Huamanga, siguen las cuatro dignidades del cabildo
eclesiástico de Santiago de Chile, tres dignidades de Tucumán y
Huamanga, las dos dignidades de Concepción y continúan los
religiosos “que están en las Indias”. Estos últimos son los más
numerosos, desde el número 11 al 21: un dominico, cuatro
agustinos, tres mercedarios y tres franciscanos. Del 22 al 37 se
enumera a religiosos de los reinos de España: tres benedictinos, un
dominico, tres mercedarios, tres franciscanos, uno de los Mínimos
de San Francisco de Paula y tres de la Orden de la Santísima
Trinidad. Resultó electo Fray Francisco de Loyola y Vergara un
religioso estante en las Indias, provincial de los agustinos en Perú.
Esta elección muestra la aparición de nuevos criterios en el sistema
de selección que se inclina por clérigos residentes en América, lo
que facilitaba la toma de posesión y la consecuente reducción del
tiempo que gobernaba la sede vacante.
Listados de candidatos del siglo XVIII
Veamos el listado de candidatos 8 para el obispado de Santiago que
se usó con motivo de la promoción del obispo Francisco de la
Puebla González al obispado de Huamanga. Describiremos el
listado según el orden que lo rige, sólo pondremos los nombres de
los que fueron votados para ocupar lugares en la terna con el fin de
que se pueda visualizar cómo se conformaba la terna en esta época.
Los primeros en la lista son los obispos del Perú, en el siguiente
orden: Fray Martín de Hijar y Mendoza, obispo de Concepción;
Juan de Argüelles, obispo de Panamá; Fray Matías Panduro
y Villafaña, obispo de Popayán; Fray Manuel Mercadillo obispo
de Tucumán; continúan los obispos de Paraguay, Santa Marta,
Santa Cruz de la Sierra y el auxiliar de Lima. Un total
de ocho individuos. Siguen las dignidades de las iglesias
del Perú que se habían tenido presentes también en la provisión
del obispado de Buenos Aires: deanes de Charcas, Cuz-
7 AGI, Gobierno, Chile, 164.
8 Ibidem.
- 99 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
co, Quito, La Paz, Panamá, Tucumán, un total de seis individuos.
Luego el arcediano de Tucumán; Diego de Salazar, deán de Lima;
el maestrescuela de Quito y tres individuos más. Continúan un
canónigo de la iglesia de San Justo y Pastor de Alcalá, el cura de la
parroquia de Santa María de Madrid, el canónigo doctoral de
Sevilla y el canónigo magistral de Huamanga. Estos últimos cuatro
probablemente eran pretendientes. A continuación los religiosos,
también los tenidos en cuenta en la nominación del obispo de
Buenos Aires. De estos propuestos consta la Orden a la que
pertenecían y el año en que fueron consultados. De la Orden de
San Francisco, cuatro; agustino, uno; Orden de San Basilio, uno;
suman un total de seis individuos. Completan el listado
(continuando en el número veintiocho) más “sujetos para
obispados que fueron en la proposición del de Huamanga”, aquí
está en primer término el canónigo de la catedral de Lima, siguen
los catedráticos de Decreto y el de Prima de Leyes de la
Universidad de Lima. Luego los deanes de Santa Fe, Arequipa,
Huamanga, el provisor y vicario general del obispado de Santa Fe,
un renunciante al obispado de Santa Cruz, el deán de Santiago de
Chile. Cierran el listado tres religiosos, un mercedario, un
benedictino y un agustino, este último con el número treint y ocho
de la lista.
La terna 9 que se propuso al Rey tuvo en el primer lugar a
Manuel Mercadillo, obispo de Tucumán, votado en general por la
Cámara. Los camaristas Alonso Carnero, Pedro Gamarra y Juan
Larrea, votaron por Fray Martín de Hijar y Mendoza. El voto
general del segundo lugar de la terna fue para Diego Salazar, deán
de Lima. Los camaristas Mateo Ibañez y Pedro Gamarro votaron
por Juan de Argüelles. Ramón Portocarrero votó particularmente
en este lugar por Fray Matías Panduro. El Marqués de Carpio, José
Bolero y Juan de Aguilera votaron por Fray Martín de Hijar y
Mendoza. Mientras que Juan Larrea y Alonso Carnero votaron por
Manuel Mercadillo. Juan de Castro, por su parte, lo hizo por Diego
de Salazar. El voto general de la Cámara para el tercer lugar de la
terna fue para Matías Panduro, obispo de Popayán. Ramón
Portocarrero, Pedro Gamarro, Juan de Castro y Alonso Carnero
votaron particularmente por Luis Francisco Romero, deán de
Cuzco, quien fue presentado con la siguiente recomendación del
Confesor:
Moraleja, 4 de abril de 1704. El Confesor del Rey. Siendo el obispado de
Santiago de Chile uno de los menores de Indias, no juzgo conveniente el
9 AGI, Gobierno, Chile, 67.
- 100 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
que se promuevan a él sujetos ya obispos, así porque cesa el fin
principal a que se atiende en las translaciones a Indias que es
alentar a los prelados de las iglesias menores con la esperanza de
ser promovidos a las mayores, como también por evitar los gastos
crecidos de las bulas a que se debe atender mucho. Nombrar para
el obispado de Santiago de Chile a Luis Francisco Romero. Lo he
nombrado. 10
El criterio de decisión del Confesor en este caso, es decir la
relación entre iglesias menores y mayores, expresa más bien una
jerarquía de hecho que de derecho.
Daremos ahora un salto cronológico importante que nos
permitirá visualizar el cambio en los listados de candidatos de la
Cámara de Indias y en la relación entre las diócesis sufragáneas.
En 1788 vacó el obispado de Santiago de Chile. Los listados de
candidatos que se utilizaron para esa consulta, comienzan
considerando a los deanes de las catedrales del Perú y Nueva
Granada. Al encabezamiento seguían tres notas, la primera
recogiendo dos reales órdenes del 15 de septiembre de 1786 y 22
de abril de 1787 para consultar al obispo de Quito (Blas Sobrino y
Minayo); la segunda y la tercera incluyen las resoluciones de la
Cámara de tener presente en cercanos ascensos a los obispos de
Paraguay, quien había pedido traslado por lo mal que le sentaba el
clima, y de Concepción, por petición de traslado.
Continúan dos listados. El primero compuesto por cuarenta y
tres candidatos en total, los diez primeros eran los “Individuos de
la Iglesia”, en el que cabe destacar que encabezan la lista los que al
momento de la consulta era canónigos doctorales y magistrales y
los ascendidos a dignidades desde esas canonjías. Continúan, a
partir del número once y hasta el cuarenta y tres, los pretendientes
al cargo, primero los naturales del reino de Chile y luego
canónigos y curas de los otros obispados sufragáneos de Lima.
El segundo listado está formado por los candidatos natos
a un obispado, los deanes de todas las catedrales de América
del sur, veinte individuos numerados jerárquicamente según
una estricta determinación de ascensos correspondientes a
las diócesis. Continúan los “Sujetos que han sido consultados
para mitras de Indias de cinco años a esta parte”, desde el número
21 al 80, incluyéndose religiosos, curas de obispados de América
y España, capellanes de conventos, hospitales, inquisidores,
canónigos doctorales de obispados de América. Los datos
vitales que recoge son el lugar de origen, americano
o europeo; si es cura o presbítero, si el individuo se en-
10 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 101 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
contraba en posesión de un beneficio eclesiástico o si era clérigo
particular; por último, la tarea que desempeñaba al momento de la
consulta. Con respecto a los miembros de las religiones llama la
atención la diversidad de órdenes consideradas, nueve en total, que
aportaron veintisiete sujetos a considerar en vacancias, el 45% de
los individuos que conformaron el listado. A diferencia de los
listados de religiosos del siglo XVII, todos de los que se dice el
lugar de origen son españoles. Los treinta y dos sujetos restantes
pertenecen a la metropolitana de México o diócesis sufragáneas de
todo el imperio, como Manila, constituyendo este último punto una
gran diferencia con respecto a los listados del siglo XVII,
exclusivamente sudamericanos. La gran novedad de estos listados
de candidatos la constituyen los pretendientes al cargo y la
confección de los mismos según un sistema de ascensos adecuado
a la vacancia. Aparentemente seguía vigente el criterio del
Confesor jesuita de 1704, no presentar a un obispo, sino que
alentar con el ascenso a algún individuo de una iglesia menor, por
eso a las tres notas siguen los candidatos locales y los
pretendientes, aquellos que por la pretensión se supone que estaban
dispuestos a tomar posesión en caso de ser seleccionados. Luego,
los deanes de todas las catedrales de América del sur. Finalmente,
individuos varios, con escasas posibilidades de ascender desde un
curato a un obispado, pero sí de ser votados en la consulta y de
juntar méritos.
La conformación de los listados de candidatos a obispados
chilenos del siglo XVII, muestra la tendencia de los clérigos
peninsulares a considerar las Indias como destino de una carrera
eclesiástica iniciada en España. Este telón de fondo destaca sobre
todo en la ausencia de chilenos en los listados de mediados del
siglo XVII. Veinte años después los listados reflejan el comienzo
de la imposición de la realidad americana. El clero secular chileno
comienza a ser considerado, pero en desventaja con el predominio
del clero regular de las diócesis del Perú. A principios del siglo
XVIII ya se encuentra instalado un nuevo criterio de selección: los
ascensos desde los cabildos eclesiásticos americanos a las diócesis
jerarquizadas como de inicio, ascenso y término. Predominan por
lo tanto los candidatos del clero secular. A fines del siglo XVIII se
ha roto el esquema más rígido de los listados del siglo XVII de
ascensos entre las sufragáneas de una sola metropolitana, para dar
lugar a un ascenso entre diócesis de diferentes metropolitanas,
respetando los ascensos establecido dentro de los cabildos
eclesiásticos y entre los obispados, pero ampliándolo
geográficamente. La presencia de pretendientes nos muestra
que Santiago comenzaba a ser considerada como una posibilidad
ventajosa para desarrollar una carrera. Los religiosos no han
- 102 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
desaparecido de los listados pero son una minoría con respecto al
clero secular aunque se han ampliado las religiones consideradas
incluyendo diferentes ramas de las órdenes tradicionales.
Los obispos chilenos del siglo XVII
El siglo XVII comenzó con un fraile como obispo de Santiago, el
franciscano Fray Juan Pérez de Espinosa, español, pero
proveniente de Perú. Le sucedieron cuatro clérigos seculares, de
ellos sólo uno, Francisco González Salcedo, tomó posesión del
obispado y lo gobernó entre 1624 y 1634. Había ascendido desde
el deanato de La Plata. El siguiente obispo no tomó posesión por
muerte. Se trataba de Diego Zambrana Villalobos, ascendido desde
el obispado de Concepción. Los otros dos obispos presentados eran
dignidades de Lima, Diego Encinas, tesorero, que no tomó
posesión por razones de salud, y Fernando de Avendaño,
arcediano, que murió siendo obispo electo. Los tres siguientes
obispos fueron frailes. El agustino Gaspar Villarroel, natural de
Quito, prior del convento de Cuzco, quien después de un viaje a
España regresó como obispo de Santiago. El franciscano Fray
Diego de Humanzoro, provincial en Charcas, también fue
presentado como obispo de Santiago después de un viaje a España.
Finalmente, Fray Bernardo Carrasco, dominico, último fraile
obispo de Santiago, había sido provincial de la provincia del Perú.
Cerró el siglo en el obispado el español Francisco de la Puebla
González, maestro de pajes del Rey y su consultor en asuntos de
conciencia, presentado en 1694. Por lo tanto, de los nueve obispos
presentados por el Rey, cinco fueron seculares y cuatro regulares.
Pero fueron estos últimos los que en verdad gobernaron el
obispado durante el siglo XVII, porque todos tomaron posesión de
la diócesis.
En cuanto a los obispos de Concepción del siglo XVII, de los
ocho que hubo, siete fueron frailes, cuatro de ellos españoles, los
otros peruanos. Diego Zambrana Villalobos, el único secular,
también llegó a Concepción desde La Paz, donde era provisor y
vicario general del obispado. Como en Santiago, la estabilidad en
el gobierno de la diócesis la marcaron los obispos regulares,
favorecidos en la presentación por el Rey muy probablemente por
la frontera indígena.
En síntesis, las diócesis chilenas en el siglo XVII fueron
gobernadas predominantemente por el clero regular proveniente de los
conventos del Perú. Con este telón de fondo, se destaca más el proceso
posterior del siglo XVIII. Todos los obispos de Santiago fueron
seculares. Aumentó la movilidad en el episcopado, hubo once obispos
en Santiago, cuatro de ellos chilenos, sólo tres españoles, uno de los
- 103 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cuales no tomó posesión. En Concepción, un solo obispo fue
regular de los trece presentados, cuatro obispos fueron chilenos,
cinco españoles (uno no tomó posesión) y cuatro peruanos. En este
contexto quisiéramos destacar que al correlacionar en el análisis
las variables de lugar de nacimiento con pertenencia al clero
secular o regular, se visualiza más el cambio en el episcopado entre
las dos centurias, con respecto a la sola consideración de la
relación entre criollos y peninsulares. Castañeda y Marchena
concluyen en base a esta última correlación que en las diócesis
chilenas desde la fundación de su primer obispado en 1561 hasta
1850, el número de criollos fue muy superior al de peninsulares:
61/39% en Santiago, y 60/40% en Concepción. 11 Creemos, sin
embargo, que este análisis no permite visualizar el cambio más
profundo que se dio en la inversión de la tendencia del predominio
regular por el secular, y en que se seleccionó a chilenos para las
diócesis del reino en una proporción semejante a peruanos y
españoles. Nos detendremos entonces a estudiar cómo se produjo
este proceso a través del análisis de las carreras de los chilenos que
alcanzaron el episcopado.
La dependencia limeña de Chile
Es sabido que Chile dependió política y económicamente del
virreinato del Perú. En este contexto sólo haremos mención a los
dos primeros obispos nativos chilenos cuyas carreras se
corresponden exactamente con las características del episcopado
que hemos descrito en los siglos XVI y XVII. Se trata de un
regular y de un prebendado del cabildo eclesiástico de Lima. Los
dos hicieron la totalidad de su carrera fuera de Chile, en el Perú
concretamente. Se trata del franciscano Fray Alonso Briceño 12 y de
Fray Francisco Godoy. 13
Pero el siglo XVII terminó con signos de cambio en
la relación de dependencia chilena del Perú. Nos centraremos
ahora en la carrera hacia el episcopado realizada en Lima por
dos nativos chilenos, Manuel Antonio Gómez de Silva y
Diego Montero del Águila, entre fines del siglo XVII
y principios del siglo XVIII. En la carrera de ambos encontramos
elementos de una progresiva desvinculación chilena de
11 Castañeda, Paulino, y Marchena, Juan, Ibidem, pp. 42-43.
12 Cfr. Hanisch Espíndola, Walter, “Alonso Briceño”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, pp. 561-570.
13 Guarda Geywitz, Gabriel, “Francisco Godoy”, en: Oviedo Cavada, Carlos,
(dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, pp. 571-587.
- 104 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Lima, fundamentalmente a través de las rutas de las redes de
relaciones movilizadas por ambos en su carrera eclesiástica.
Manuel Antonio Gómez de Silva
En primer lugar Manuel Antonio Gómez de Silva, 14 quien resultara
ganador de las oposiciones de 1681 a la canonjía magistral de
Santiago. Hasta ese momento había sido cura de Lampa y Colina.
Era doctor en teología por la universidad de la Compañía de Jesús
en Santiago de Chile. En el momento clave de su carrera, las
oposiciones a la canonjía magistral, reaparecen a su favor los
contactos con los jesuitas. Los autos de la oposición llegaron a la
Cámara de Indias con informes contradictorios sobre Manuel
Gómez de Silva. El cabildo eclesiástico escribió el 9 de julio de
1681 al Rey:
Aunque va en primer lugar el Doctor Don Manuel Silva por hacer
sabidos a Vuesa Majestad de la verdad, y lo que in domino
sentimos; por no haberlo podido hacer en la votación, por empeños
superiores; reservamos a estas letras el desempeño de la
obligación, y desembarazo de los inconvenientes que pudieran
resultar, de hacerlo en otra ocasión, el Doctor Don Manuel de
Silva no leyó del punto que eligió gastando media hora en párrafos
estudiados de mucho tiempo. 15
El cabildo también acusaba al gobernador, Juan Enríquez, de
proponer en primer lugar a Gómez de Silva presionado por los
jesuitas, porque quería asegurarse un informe favorable de la
Compañía en su próxima residencia. Acompañaban los autos de la
oposición una carta escrita por el provincial de la Compañía de
Jesús en Santiago de Chile, el 13 de agosto de 1681:
Hacemos informe a Vuesa Majestad en nombre y por toda esta
provincia de la Compañía de Jesús, atento al conocimiento que
tenemos de la virtud, y letras del Doctor Manuel Antonio Gómez
de Silva, a quien desde sus tiernos años tenemos experimentado
habiendo cursado en este colegio desde la gramática hasta las
facultades de artes y teología, siendo en ellas consumado con
ventaja a los demás sujetos que se han criado en estas nuestras
escuelas. Hoy sirve un curato de indios de este obispado siendo
notorio el desvelo con que acude al beneficio de sus feligreses de
que es visto ser digno de que Vuesa Majestad lo premie con dicha
canonjía. 16
14 Algunos datos los obtuvimos de León León, Marco A., “Manuel Antonio
Gómez de Silva”, en: Oviedo Cavada, Carlos, (dir.), Episcopologio chileno...,
op. cit., tomo IV, pp. 589-592.
15 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 29, f. 19.
16 AGI , Gobierno, Lima, 303.
- 105 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
La Cámara de Indias, al analizar los autos de la oposición
desestimó la carta del cabildo eclesiástico. Siguiendo los resultados
de la oposición local consideró a Manuel Antonio Gómez de Silva
en 1682 en primer lugar en la terna para la canonjía magistral,17 a
la que fue presentado. En 1686 ya era maestrescuela del coro de
Santiago. Pero el salto importante en su carrera se produjo en 1691
cuando el Rey lo presentó a una ración de la catedral de Lima, a la
que probablemente ascendió al pretender una canonjía, merced
obtenida a través de los contactos en la corte de su hermano
Antonio Gómez de Silva, residente en Madrid, gentilhombre de
boca del Rey: 18
Don Antonio Gómez Silva suplica a Vuesa Excelencia se sirva
favorecer a su hermano el Doctor Manuel Antonio Gómez Silva,
dignidad de maestrescuela de la Santa Iglesia de Santiago de
Chile, hablando al Señor Don Francisco Amolaz con el empeño
que lo sabe hacer Vuesa Excelencia por sus criados, a fin de que
mande juntar la relación de servicios de dicho su hermano con las
demás que se llevaron al tiempo de que se vean todas para
consultar la provisión de las dos canonjías de la iglesia de Lima
que están vacas a que es pretendiente su hermano, que en ello
recibirá Don Antonio muy particular merced de la benignidad de
Vuesa Excelencia. 19
Don Francisco Amolaz era desde 1684 Secretario de la
Secretaría del Perú del Consejo de Indias, entre Amolaz y Gómez
de Silva había un intermediario del que desconocemos el nombre
que solicitó para Manuel Antonio la merced deseada. La red
funcionó y por primera y única vez un chileno ascendió desde el
coro de Santiago al de Lima. La carta confirma lo que sostuvimos
en el capítulo 3 sobre la posibilidad de que al momento de elaborar
los listados de candidatos en la Cámara se favoreciera a
determinados individuos incorporando u omitiendo información
por contactos con alguno de los camaristas. Por primera vez en el
estudio del clero, nos encontramos con un miembro de una familia
de las elites chilenas, Antonio Gómez de Silva que sirve junto
al Rey, actuando como agente de su propio hermano y de
otros miembros del clero en la corte, haciendo contactos
y preocupándose de sus promociones. Fue el apoderado en Madrid
a partir de 1697 20 de Lorenzo Cortés Monroy, canónigo ma-
17 AGI, Gobierno, Chile, 2.
18 “Oficio en la casa del Rey en clase de caballeros, el mayor en el grado
después del Mayordomo de Semana. Su legítimo empleo es servir la mesa
del Rey”, en: Diccionario de Autoridades, op. cit.., tomo 4, p. 45.
19 AGI, Gobierno, Chile, 16.
20 AGI, Gobierno, Chile, 66.
- 106 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
gistral de Santiago en 1698. 21 En 1708 encontramos otra vez a
Gómez de Silva actuando en Madrid como testigo del proceso
consistorial de Diego Montero del Águila. 22 Este es el primer
indicio de que la elite chilena comenzó a adquirir una autonomía
de representación propia en Madrid con respecto a Lima ya desde
fines del siglo XVII, pero para hacer carrera aún había que salir de
Chile. 23 El caso de Gómez de Silva nos muestra que si bien era
chileno el contacto en la corte establecido en el servicio directo
con el soberano, 24 la carrera al obispado se desarrolló dentro del
cabildo eclesiástico de Lima.
Manuel Antonio Gómez de Silva en 1699 ascendió a una
canonjía. Alcanzó la tesorería en 1708, contando con una
recomendación expresa de Pedro Robinet, Confesor del Rey:
Para la tesorería a Manuel Gómez de Silva, canónigo muy antiguo,
de tanto mérito, y prendas de literatura, calidad y virtud, que el
Consejo lo ha consultado a Vuesa Majestad en los dos últimos
obispados de Chile y La Paz para que sea provisto en aquel
reino. 25
Para los siguientes ascensos contó con los apoyos de la red
limeña de acceso al monarca, el virrey y el arzobispo. Ocupando
esta prebenda, el marqués de Castelldosrius virrey del Perú, lo
recomendaba en carta al Rey del 13 de diciembre de 1709
destacando los estudios de Gómez de Silva en el colegio de los
jesuitas y sus vínculos limeños, particularmente con la Inquisición:
Puedo decir a Vuesa Majestad que además de los heredados méritos
de sus ascendientes, que por ambas líneas fueron de los primeros
conquistadores y pobladores de este reino, de Chile, y provincia del
Tucumán, tiene los adquiridos desde su primera edad igualmente en
la honestidad de sus costumbres, y en la aplicación al estudio de las
letras, ejercitadas en el colegio San Francisco Javier de Santiago de
21 AGI, Gobierno, Chile, 455.
22 Geywitz, Gabriel, “Diego Montero del Águila”, en: Oviedo Cavada, Carlos,
(dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 108.
23 Sobre el indispensable servicio directo al Rey para contar con la
protección personal y familiar del soberano, remitimos al texto de Dedieu,
Jean P., “Familles, majorats, réseaux de pouvoir. Estrémadure, XVe-XVIIIe
siècle”, en: Dedieu, Jean P., y Castellanos, Juan L., (dir.), Réseaux, familles et
pouvoirs..., op. cit., pp.134 y ss.
24 Guarda 23 Véase para la elección de Perú como lugar de destino de las
carreras de la élite chilena tradicional a Jacques Barbier, Ibidem., sobre todo
la introducción y la conclusión.
25 AGI, Gobierno, Lima, 1561.
- 107 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Chile, mereciendo que el tribunal de la Inquisición le despachase
título de Calificador de él. Desde que pasó a esta ciudad se ha
ocupado en el ejercicio de juez ordinario de dicho tribunal, por lo
tocante al obispado de la ciudad de Santiago de aquel reino, sin
que el estar continuamente dedicado a esta ocupación le haya
embarazado la puntual y precisa asistencia a todas las horas del
coro, con grande ejemplo de los que le componen. Todo lo cual
acompañado de un genio dócil y de suma inclinación al bien y
socorro de los pobres, como asimismo de un particularísimo celo y
puntualidad a cuanto es del servicio de Vuesa Majestad, constituye
a este eclesiástico por muy digno de la real atención y benignidad
de Vuesa Majestad para experimentarla en sus adelantamientos a
mayores ascensos. 26
La recomendación acentúa los vínculos establecidos ya desde
Chile por Gómez de Silva con una institución de carácter
supralocal, la Inquisición, única institución de la capital virreinal
con la que las elites de una gobernación dependiente políticamente
podía entablar una relación de vínculos. Desde 1687 era calificador
del Santo Oficio de Lima en Chile, 27 y al llegar a Lima como
racionero ocupó el cargo de juez en el tribunal para las causas
chilenas. 28 Más lejos fue el obispo virrey Diego Ladrón de
Guevara en 1711, 29 quien lo recomendó también para una prelacía,
destacando que residían en Lima muchos miembros de su familia.
Gómez de Silva fue chantre en 1712 y en 1714 deán. Como
miembro del cabildo eclesiástico de Lima, corrió el destino de
todos sus prebendados, que eran candidatos naturales a obispados,
principalmente de Sudamérica. Desde el deanato de Lima, Gómez
de Silva pasó al obispado de Cartagena de Indias en 1726, y murió
en 1732 siendo obispo electo de Popayán, camino a su diócesis.
Manuel Antonio Gómez de Silva perteneció entonces a una
familia ilustre, de conquistadores del reino de Chile y de Tucumán,
fundada en Chile con la llegada hacia 1610 de Miguel Gómez de Silva
quien sentó plaza de soldado en Arauco. 30 Veinte años después era
alcalde ordinario de Santiago y en 1647 alguacil mayor de la
Audiencia. 31 Parte de la familia estaba establecida en Lima hacia 1700
o antes, y por lo menos sabemos de un miembro, también llamado
Antonio, que servía junto al Rey en Madrid. Los Gómez de Silva es-
26 AGI, Gobierno, Lima, 409.
27 AGI, Gobierno, Chile, 16.
28 AGI, Gobierno, Lima, 409.
29 Ibidem.
30 AGI, Gobierno, Chile, 44.
31 AGI, Gobierno, Chile, 37.
- 108 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
taban en los lugares precisos. Las recomendaciones limeñas, la
carrera en el cabildo eclesiástico de Lima y los contactos del
hermano en la corte lograron que un buen eclesiástico alcanzara
una mitra.
Diego Montero del Águila
Nació en Santiago de Chile 32 y estudió en el colegio San Francisco
Javier. Desde que se trasladó a Lima a estudiar, su vida transcurrió
en esa capital. Allí se doctoró en ambos derechos en la Universidad
de San Marcos y se recibió de abogado ente la Audiencia. Contrajo
matrimonio y emprendió la carrera de catedrático. En 1687 ganó
por oposición la cátedra de Prima de Leyes de la Universidad de
San Marcos. Pronto se hizo famoso debido a una comisión de
Melchor Liñán Cisneros, arzobispo de Lima, quien le encargó la
redacción de una obra de defensa de la jurisdicción eclesiástica, en
una disputa con el virrey duque de la Palata por la intromisión de
éste en la reglamentación de las Misas a rezarse en el caso de la
muerte a de los indios intestatos. En 1697, después de enviudar, se
ordenó de sacerdote. Había emprendido pretensiones en la Cámara
de Indias para obtener una plaza de oidor, apoyado desde Lima por
Melchor Liñán Cisneros. A partir de 1703 se lo considera para una
vacancia de oidor de la Audiencia de Quito y para el obispado de
Santa Marta y de Huamanga. 33 En 1701 ganó por oposición el
curato rectoral de la catedral de Lima. Fue nombrado por Melchor
Liñán Cisneros como provisor y vicario general del arzobispado.
En 1704 se encontraban vacos tres obispados sufragáneos de Lima,
para los que Montero del Águila fue recomendado por el
arzobispo:
He dado cuenta de los grados y prendas del Doctor Montero del
Águila en 21 de noviembre de 1690 y 6 de agosto de 1696. Y
volviendo a ponerlos en la consideración de Vuesa Majestad por
hallar a este sujeto muy digno y aun abstraído. La calificación de
su legitimidad, nobleza, y méritos heredados de su padre, abuelo y
hermanos empleados en el real servicio y en los primeros puestos
militares de los ejércitos del reino de Chile. En su juventud
se dedicó a los empleos literarios persuadiéndome eficazmente que
la línea de su relevante suficiencia virtuosos procedimientos,
y ánimo caritativo, le constituye en la de los prelados
que Vuesa Majestad puede elegir para las catedrales de estos
32 Más datos en la excelente biografía escrita por Guarda Geywitz, Gabriel,
“Diego Montero del Águila”, en: Oviedo Cavada, Carlos, (dir.), Episcopologio
chileno..., op. cit., tomo IV, pp. 97-136.
33 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 109 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
dominios, demás que la madurez proporcionada de su edad su
vigoroso natural y salud consistente son muy a propósito para
superar lo dilatado de los caminos, asperezas y destemples que de
ordinario se padecen en la visita de las diócesis. Las iglesias de
Santiago y la Concepción de Chile están vacas y la de Huamanga
y pueden ofrecer a la dignación de Vuesa Majestad la memoria de
este sujeto. 34
Sin embargo, pareciera que en su designación episcopal pesó
más la recomendación del Confesor jesuita Pedro Robinet quien
definió la suerte de Montero del Águila, segundo en la terna de la
Cámara:
Madrid, 28 de septiembre de 1707. El Confesor de Vuesa
Majestad, que podría nombrar para el obispado de Concepción a
Diego Montero del Águila atendiendo por una parte a las prendas
de integridad, desinterés, literatura, conciencia y gran celo que en
el sentir de los virreyes del Perú concurren en Don Diego Montero
del Águila, propuesto en segundo lugar por el real servicio. Le
juzgo verdaderamente digno de que Vuesa Majestad le honre con
la iglesia de la Concepción de Chile. 35
Diego Montero del Águila se convirtió en el primer chileno
obispo en Chile. Como en el caso de Antonio Gómez de Silva, la
designación se produjo vía Lima y con contactos limeños
(arzobispo y virreyes). Su presentación como obispo de
Concepción mereció cartas de gratitud del cabildo eclesiástico de
Concepción 36 y del cabildo secular de Santiago. 37 En enero de
1714 el Rey lo presentaba como obispo de Trujillo, y en febrero de
1715 lo nombraba virrey del Perú subcondicione 38 (en caso de
vacar el cargo por fallecimiento de quien lo detentaba). Mientras
llegaba el nuevo virrey Príncipe de Santobuono, el obispo de
Quito, Diego Ladrón de Guevara, oficiaba de virrey, porque
también se encontraba en camino el nuevo arzobispo de Lima,
Antonio Soloaga. Sólo para confirmar la excepcionalidad del
nombramiento hay que tener en cuenta que a fines del siglo XVII,
durante el reinado de Carlos II, se volvió a la práctica de principios
de ese siglo en estos casos, según la cual cuando se producía una
vacancia virreinal recaía el nombramiento de virrey en el arzobispo
34 AGI, Gobierno, Lima, 520.
35 AGI, Gobierno, Chile, 452.
36 AGI, Gobierno, Chile, 151.
37 Sociedad Chilena de Historia y Geografía, Actas del Cabildo de Santiago,
tomo XXVI, Santiago, Imprenta Universitaria, 1941, p. 55.
38 Guarda Geywitz, Gabriel,“Diego Montero del Águila”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 131.
- 110 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Lima, 39 y no en la Audiencia. Prácticamente el traslado de
Montero del Águila y el nombramiento de virrey parecieran estar
condicionados. Esta elección confirma que los contactos políticos
más que los eclesiásticos apoyaban la carrera de Montero del
Águila. Montero permaneció en Lima entre octubre de 1715 y
mayo de 1716, cuando partió para tomar posesión de la diócesis de
Trujillo, a la que arribó en junio. Murió en febrero de 1717
mientras efectuaba la visita pastoral. Montero pertenecía además a
una familia vinculada a la administración de la Monarquía. Su
padre había sido gobernador interino de Chile y su suegro tesorero
de la Real Hacienda.
En este capítulo nos hemos centrado en los obispos que
gobernaron las diócesis chilenas en el siglo XVII. A través de las
principales características de sus carreras y del análisis de algunos
listados de candidatos de la Cámara de Indias, pudimos determinar
los individuos considerados como episcopables por la Monarquía.
El análisis de estos dos elementos nos permitió concluir que en el
siglo XVII la provisión de los obispados por consulta, la mayor
selección de regulares y el considerar a América como un
complemento de la carrera episcopal para un español, excluyó a los
chilenos del episcopado americano. El principio del cambio se
produjo a partir del final de la primera década del siglo XVIII
cuando por primera vez dos chilenos fueron obispos, Manuel
Antonio Gómez de Silva y Diego Montero del Águila, ambos con
una carrera pre-episcopal desarrollada en el arzobispado de Lima
que les abrió la posibilidad de acceder a mitras de las diócesis
sufragáneas de esa metropolitana.
39 Sánchez Pedrote, Esteban, “Los Prelados Virreyes”, Sevilla, en: Anuario de
Estudios Americanos, vol. 7, Escuela de Estudios Hispanoamericanos,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, pp. 211-253, 1950.
- 111 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 112 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 6
Los obispos nativos chilenos entre 1713-1756 y entre 1794-1810
En este capítulo nos detendremos en el análisis de los hitos en las
carreras de los presbíteros chilenos que llegaron a ser obispos: las
oposiciones a las canonjías de oficio, los ascensos en los cabildos
eclesiásticos y las presentaciones a obispados. Son exactamente los
momentos donde intervienen todos los actores de nuestro estudio
(opositores, prebendados, cabildo eclesiástico, obispo, vicepatrón,
Cámara de Indias, Confesor, secretarios, Rey), relacionados en el
proceso de la promoción. Veremos que el estudio así planteado
abarca otras dimensiones sociales y humanas del grupo de
episcopables no tenidas en cuenta en los análisis prosopográficos
tradicionales de los grupos profesionales, basados en el análisis del
cursus honorum. Si bien esta prosopografía clásica es una
metodología útil 1 que explica muchos aspectos de las promociones,
aún así es una explicación unilateral, porque no tiene en cuenta el
momento en que el monarca adjudicó efectivamente los ascensos.
Todo el sistema administrativo pende del Rey y tiende hacia él.
Pero no es la única vía de acceso, también lo son las redes de
vínculos que penetraron el sistema o funcionaron superpuestas al
mismo. Las dos vías vinculaban con el monarca y buscaban influir
o aconsejar en el mundo de la graciosidad de la merced, de la
retribución al mérito, de la vinculación personal al Rey.
1 Dentro de esta forma de análisis se encuentra el excelente libro de
Castañeda, Paulino, y Marchena, Juan, Ibidem, tiene el mérito de ser el
primer estudio de conjunto del episcopado americano, de mostrar el
desarrollo de las promociones eclesiásticas, las proporciones de obispos
regulares y seculares, el origen americano o español. Aunque es un estudio
de la Iglesia como institución, plantea de soslayo la necesidad de analizar
los cursus honorum dentro de las iglesias locales incluyendo las relaciones
familiares y de patronazgo, p. 61.
- 113 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El tema así planteado está ausente de la escasa historiografía
sobre el episcopado americano bajo el dominio español, que lo que
más ha producido son episcopologios. Además, un enfoque del
conjunto del episcopado durante los tres siglos de pertenencia a la
Monarquía no ha permitido despegarse de los temas de la legalidad
del patronato y de la relación del clero regular y el secular en el
episcopado. 2 En el otro extremo cronológico, se han estudiado los
obispos ante el proceso emancipador, según su posición frente al
mismo.
Resulta por tanto indispensable encarar un estudio de la
jerarquía del clero secular incorporando al desarrollo del cursus
honorum el proceso de las presentaciones y la reconstrucción de
las redes de contactos que llegaron hasta la Cámara de Indias y al
Rey. Estas redes se tendían a nivel local (las veremos operar en las
oposiciones a canonjías de oficio) y hacia España (las veremos
operar en las presentaciones). Sin ignorar el sistema legal, sin
anular el cursus honorum, el Rey convertía en una merced la
presentación a una canonjía o un obispado. En este capítulo
estudiaremos los nombramientos episcopales de nativos chilenos
cuya selección estuvo marcada por una representación de la elite
chilena autónoma de Lima en las vías de acceso al monarca.
Al tratar el tema de los cabildos eclesiásticos chilenos,
vinculamos la provisión sin consulta con los jesuitas como
confesores reales y con redes de relaciones establecidas a través de
la Compañía. La misma conclusión la podemos aplicar al
episcopado nativo chileno de esta época, todos ex alumnos de los
colegios jesuitas. El fin de los confesores jesuitas marcó el fin de
los ascensos constantes de chilenos a obispados. Después
de la promoción de Manuel de Alday en 1753, ningún
otro chileno llega a un obispado hasta 1794 (Tomás de Roa y
Alarcón). Los dos obispos chilenos que había en ejercicio, el
mencionado Alday y José Toro y Zambrano, no ascendieron
2 Martín Hernández, Francisco, “El episcopado”, en: Borges, Pedro, (dir.),
Ibidem, tomo 1, pp. 155-174, realiza un estudio global del episcopado
americano que no incluye el siglo XVIII. Por su parte, Comadrán Ruiz, Jorge,
Ibidem, enfoca como un avance de una tendencia criollista la mayor
presencia de americanos en el episcopado. Cuenca Toribio, José M., “Iglesia
y estado a fines del Antiguo Régimen...”, op.cit., destaca el origen político de
las designaciones de obispos, citando abundantes ejemplos, las que estarían
determinadas según la corte estuviera dominada por el partido aragonés, el
fernandista o el liberal. El enfoque abre una perspectiva de análisis del tema
basada en la documentación de la Cámara de Indias, aunque el autor no lo
hace, con la consecuencia de que la magnitud del estudio planteada en el
título no se resuelve en las conclusiones.
- 114 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
más, murieron como obispos de Santiago y Concepción,
respectivamente. De algunos de los obispos chilenos conocemos el
camino que usaron para lograr los ascensos a obispados y
arzobispados. Nos detendremos en el análisis de cada uno.
Alonso del Pozo y Silva
Fue el primer obispo chileno 3 con una carrera desarrollada dentro
del reino: canónigo magistral, arcediano, deán de Concepción.
Luego obispo de Tucumán (1713) y de Santiago de Chile (1723).
Finalmente arzobispo de Charcas (1730).
Los estudios los hizo en el reino, alcanzando como grado
máximo el doctorado en teología por la universidad de la
Compañía de Jesús. Se ordenó sacerdote en 1690. En 1697 se
presentó como opositor de la canonjía magistral de Concepción,
obteniendo el segundo lugar. 4 La recomendación favorable que de
él hizo el obispo, Fray Martín de Hijar y Mendoza, en su informe
sobre la oposición del 11 de noviembre de 1697, nos revela las
ocupaciones de Pozo:
En este obispado se ha ejercitado en predicar y confesar con
singular aplicación y empleos de virtud y buen ejemplo. Por lo
cual me ha parecido y parece digno no sólo del segundo lugar sino
también del primero. 5
Esto significa que Pozo no fue cura, sino un clérigo particular.
Cuando Francisco de la Barra, que había obtenido el primer lugar y
había sido presentado por el Rey, murió, Pozo y Silva pidió y
obtuvo la presentación como canónigo magistral de Concepción,
en 1701. En 1705 figuró en el segundo lugar en la terna de la
consulta del arcedianato, pero resultó seleccionado en primer lugar
por el Confesor real:
Soy de parecer que Vuesa Majestad se puede servir de nombrar en el
primer lugar al Doctor Don Alonso de Pozo, canónigo magistral de la
misma Iglesia, el más digno entre los propuestos por sus relevados
estudios, prendas de púlpito, ejemplar vida y calidad, y con muchos mé-
3 Matthei Puttkamer, Mauro, “Alonso del Pozo y Silva”, en: Oviedo Cavada,
Carlos (dir.), Episcopologio chileno...., op. cit., tomo II, 1992.
4 AGI, Gobierno, Chile, 67.
5 AGI, Gobierno, Chile, 67.
- 115 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ritos aprobados por el obispo, cabildo eclesiástico y secular y
prelados de las religiones. 6
Cuatro años más tarde, en base a la misma recomendación que
se tuvo en cuenta para nombrarlo canónigo magistral, la Cámara lo
recomendaba para el deanato vacante:
En la oposición que hizo a la canonjía magistral de la iglesia de la
Concepción fue tal su crédito que tuvo universal aplauso y
lucimiento, por cuyos motivos le recomiendan a Su Majestad el
obispo, deán, prelados de las religiones y el cabildo secular de la
ciudad de la Concepción. 7
Para completar la comprensión de esta carrera de ascensos,
creemos necesario decir que en el coro de Concepción en la misma
época, junto con Pozo, había otros dos posibles candidatos al
arcedianato y deanato, Domingo Sarmiento y José Valdés Flores,
que fueron considerados en las ternas por la Cámara. Pero estos
dos últimos no habían sido canónigos magistrales. En ese punto
Pozo los aventajaba, aunque Sarmiento era el provisor y vicario
general del obispado. De hecho, Sarmiento fue arcediano después
de Pozo, y Valdés Flores lo fue después de Sarmiento. La misma
sucesión se dio con el deanato. Pero ni Sarmiento ni Valdés eran
canónigos de oficio. A partir del siglo XVIII las canonjías de oficio
se convirtieron en el punto de partida de una carrera que terminaba
en un obispado, 8 de lo cual Pozo fue el primer ejemplo en Chile.
Cuando Pozo y Silva era deán, murió el obispo de
Concepción, Fray Martín de Hijar. Pero no fue él, sino otro
chileno, Diego Montero del Águila, quien fue presentado como
obispo de esa diócesis. Montero del Águila tomó posesión
del obispado primero por apoderado, eligiendo como tal a Pozo y
Silva, 9 y al tomar posesión de la diócesis lo nombró
como su provisor y vicario general, oficio que ejerció poco tiempo
porque pronto llegó su presentación al obispado de Tucumán, en
1713. Canónigo de oficio y provisor y vicario general, los
dos elementos más característicos de los obispos americanos
6 AGI, Gobierno, Chile, 452.
7 AGI, Gobierno, Chile, 164.
8 Cfr. Enríquez Agrazar, Lucrecia,“El Cabildo Eclesiástico de Santiago de
Chile...”, op. cit., p. 265.
9 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 116 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
del siglo XVIII 10 los encontramos en Chile conjugados por primera
vez en la carrera de Pozo y Silva. Mientras gobernó la diócesis de
Tucumán, Pozo erigió varias parroquias y misiones, éstas últimas a
favor de los jesuitas, como también el colegio jesuita de la ciudad
de Salta.
En 1723 llegó la posibilidad de ascenso. El obispado de
Santiago de Chile estaba vaco y el Rey había presentado para el
mismo al obispo auxiliar de Sevilla, Don Francisco José de
Esquivel, en la resulta del obispado de La Paz. Este último se había
consultado y había ascendido desde Santiago, Alejo Rojas y
Acevedo. Al renunciar Esquivel a la presentación, no se procedió a
consultar el obispado de Santiago, sino que el Confesor hizo una
nueva propuesta de resulta:
San Lorenzo, 4 de septiembre de 1723. El Confesor de Vuesa
Majestad. Con motivo de haberse escusado el obispo auxiliar de
Sevilla de aceptar el obispado de Santiago de Chile por sus
achaques y enfermedades... propone a Vuesa Majestad sujetos para
esta Iglesia... Puede Su Majestad admitir su renuncia y nombrar
para la expresada Iglesia y obispado de Santiago de Chile a Don
Alonso del Pozo y Silva obispo de Tucumán, en atención a ser de
los más antiguos de Indias, y ser obispado de los más trabajosos, y
que le ha servido con grande aplicación y celo y con universal
satisfacción de todos los de aquella diócesis. Vacará el obispado
de Tucumán para el cual juzgo puede Vuesa Majestad dignarse
presentar a Juan de Sarricolea y Olea, canónigo penitenciario de la
santa Iglesia de Lima, catedrático de Prima de Teología, y a quien
asisten, según informes que tengo, particulares requisitos de
virtud, literatura, gran juicio y prudencia, circunstancias y prendas
propias para tan alto ministerio. 11
En esta etapa de la carrera de Alonso del Pozo, la intervención
del Confesor jesuita fue determinante. Vemos además cómo un
canónigo penitenciario de Lima reemplazará a Pozo en Tucumán, y
le seguirá los pasos en Santiago de Chile. Lamentablemente no
hemos encontrado información sobre cómo ascendió al
arzobispado de Charcas Alonso del Pozo convirtiéndose en el
primer chileno que llegaba a la cumbre de una carrera episcopal.
10 Cfr. Castañeda, Paulino, y Marchena, Juan, La jerarquía de la Iglesia en
Indias..., op. cit., pp. 148 y ss.
11 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 117 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen
La carrera de Azúa e Iturgoyen 12 como obispo es inseparable de la
carrera de su hermano Tomás, ambos vinculados familiarmente a
las instituciones locales de gobierno. Hijos de Tomás Ruiz de
Azúa, un vasco llegado a Chile hacia 1685 desde
Uligarrigamboa, 13 provincia de Alava. Como muchos de sus
paisanos en Chile, combinó la carrera militar con la administrativa
local en el cabildo secular y casó bien, con María de Iturgoyen y
Amasa. Pedro Felipe y Tomás de Azúa e Iturgoyen, estudiaron en
Lima donde se graduaron de doctores en ambos derechos y de
abogados ante la Audiencia de Lima y posteriormente ante la
Audiencia de Santiago de Chile.
El primer cargo de Pedro Felipe en Chile fue en 1714 el de
relator y abogado de la Audiencia, 14 y abogado de pobres.
Combinó estas tareas con las asesorías de la Audiencia episcopal y
del cabildo de la ciudad de Santiago. En 1715 el gobernador Juan
Andrés Ustariz, lo eligió como su asesor de gobierno. Continuó
como el mismo cargo durante el gobierno del sucesor de Ustariz,
Gabriel Cano y Aponte. A partir de 1716 su trabajo se centró en el
cabildo de la ciudad, como abogado y asesor, 15 y en 1718, era
Protector General de los indios del reino de Chile. 16 El cabildo lo
nombró en 1719 su agente en Europa, cargo que no asumió. Su
inclinación al estado eclesiástico lo llevó a oponerse a la canonjía
doctoral de la catedral de Santiago de Chile en 1721, al obtenerla,
se ordenó sacerdote. En la administración diocesana el obispo
Alonso del Pozo y Silva lo nombró en 1728 provisor y vicario
general, y en la sede vacante de 1730 fue vicario capitular. El
nuevo obispo, Juan de Sarricolea, lo confirmó en el puesto de
provisor y vicario general en 1731. El camino a un obispado
estaba abierto, era doctor en ambos derechos, canónigo de
oposición, había gobernado la diócesis y había sido asesor del
gobierno civil. Con esta experiencia, reunía los requisitos del perfil
de un obispo. En 1732 ascendía a la mastrescolía, 17 saltándose la
12 Oviedo Cavada, Carlos, “Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen”, en: Oviedo
Cavada, Carlos, (dir.), Episcopologio chileno...., op. cit., tomo IV, 1992.
13 Oviedo Cavada, Carlos, Los obispos de Chile 1561–1978..., op. cit., p. 72.
14 AGI, Gobierno, Santa Fe 418.
15 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la
Historia, Actas del Cabildo de Santiago, tomo XXVII, prólogo de Rafael Reyes
Reyes, Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la
historia nacional, Santiago de Chile, p. 116, 1983.
16 AGI, Gobierno, Santa Fe 418.
17 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 118 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tesorería 18 por un error administrativo de la Cámara, a la que fue
presentado dos años después por equivocación en la elaboración
del extracto en la Secretaría del Perú, que obligó a retirar la
presentación a la tesorería.
Tomás, por su parte, inmediatamente después de graduarse de
abogado por la Audiencia de Santiago, viajó a España en 1728. 19
En 1734 el cabildo secular de la ciudad de Santiago lo nombró su
podatario general 20 y dos años después lo comisionó para realizar
diversas gestiones en Madrid a favor del reino, entre ellas la
creación de una Universidad para Chile. 21
Desde hacía tiempo, el Consejo de Indias estudiaba la
posibilidad de erigir un nuevo obispado en Chiloé, por las
dificultades para atender la isla desde Concepción. El problema
eran los fondos para el mantenimiento. En 1735 la decisión
favorable estaba tomada y la Cámara de Indias se inclinaba por
nombrar a un prebendado de Santiago que conservara los
emolumentos de su prebenda, solucionando así el problema
relativo a la dotación del nuevo obispo. 22 La elección de la Cámara
de Indias recayó en Pedro de Azúa, si bien no se procedió a la
elaboración formal de una consulta. 23 Por su parte, el Padre
Guillermo Clarke, Confesor del Rey, lo recomendó al Rey para el
obispado el 1° de febrero de 1735:
Este sujeto, Señor, fue canónigo doctoral en esta su iglesia y según
las noticias que tengo, demás de su buena literatura, le asisten las
prendas de virtud, juicio y prudencia, con que en atención a todo
esto, me parece que siendo Vuesa Majestad servido podrá
nombrarle por tal obispo auxiliar. 24
18 AGI, Gobierno, Chile, 69.
19 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo I, p. 459.
20 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, tomo XXVII, prólogo de Rafael Reyes Reyes,
Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia
nacional, Santiago de Chile, p. 207, 1983.
21 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, tomo XXX, prólogo de Hugo Rodolfo Ramírez
Rivera, Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la
historia nacional, Santiago de Chile, 1983, p. 115.
22 AGI, Gobierno, Chile, 151.
23 AGI, Gobierno, Chile, 69.
24 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 119 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El título de Azúa fue obispo de Botria in partibus, auxiliar de
Concepción para Chiloé. Pero la presentación al obispado se
produjo recién en 1738. 25 En este proceso apareció por primera vez
la mano de Tomás por detrás. Ya en 1737 pidió para Pedro un
obispado del Perú desde el cual se realizara la visita de Chiloé.
Fundamentó la petición en que el Papa había dispensado por diez
años la retención de la dignidad de la catedral de Santiago para el
mantenimiento de su hermano. La presentación se había hecho
pública dos años atrás, pero la tardanza en la expedición de los
despachos (por la gestión de la dispensa romana), lesionaba el
honor de Pedro Felipe. Además no se privaría al coro de Santiago
de un prebendado. 26 Nótese la insistencia, a través de una
argumentación aparentemente desinteresada, por lograr una
presentación en un obispado territorial del Perú. Las gestiones
dieron frutos, y en 1738 Pedro de Azúa era nombrado obispo de
Concepción 27 para ejercer la jurisdicción en Chiloé. En 1741
realizó la visita pastoral de la isla. 28 Al finalizarla se trasladó a
Santiago a informar a Agustín Jáuregui, fiscal de la Audiencia, de
los resultados de la visita y de la situación del territorio. Estando
en Santiago, recibió los títulos de presentación como obispo de
Concepción, fechados en diciembre de 1741. La gestión de Tomás
fue, como vemos, favorablemente escuchada.
Pedro de Azúa gobernó ec Concepción sólo tres años, en 1744
ascendió al arzobispado de Santa Fe. 29 Según los criterios
imperantes, Concepción era un diócesis de inicio de carrera, no de
ascenso, la presentación se hizo saltándose todos los criterios de
ascensos. ¿Cómo logró Azúa el arzobispado? La respuesta hay que
buscarla más en sus contactos que en sus méritos, más bien, en los
contactos de su hermano Tomás en la Cámara de Indias y en el
entorno del Rey, por lo menos así lo muestra la correspondencia
entre ambos. El objetivo de Tomás era un arzobispado para Pedro,
pero no cualquiera, apuntaban a Lima. Los eficaces contactos habían
logrado ya que Pedro fuera consultado para obispados más importantes
que el de Concepción y algunos arzobispados. Las dos amistades en la
corte que lo ayudaban eran José Laisequilla, Consejero del Consejo
de Indias, y Tomás Arizaga, aposentador mayor honorífico del
25 AGI, Gobierno, Chile, 151.
26 Ibidem.
27 Ibidem.
28 AGI, Gobierno, Santa Fe 397.
29 AGI, Gobierno, Santa Fe 397.
- 120 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Rey, y oficial entretenido de la Cámara del Rey, 30 quien tenía
acceso directo al Confesor. Era además un protegido de la reina
Isabel Farnesio, y pertenecía a su partido en la corte. Estos dos
contactos aseguraron que Pedro Felipe entrara en la consulta de la
Cámara del arzobispado de Santa Fe de 1744, el primero, y la
selección por parte del Confesor el segundo. En la consulta fue
propuesto en primer lugar y luego señalado por el Padre Jaime
Fevre, Confesor de Felipe V. 31 Pero no era lo esperado, y así se lo
relataba al mismo Pedro Felipe:
Hice cuantas diligencias cabían para que el Padre Confesor Jaime
Antonio Fevre hiciere elección de otro. Pero, con confusión mía,
fue violentamente repelida mi pretensión, como que yo cortaba el
premio de tu merecimiento. 32
En la misma línea se movieron Laisequilla y Arizaga, éste
último intentando que permaneciera en Concepción, pero la
decisión del Confesor fue inamovible. Lo más interesante para el
tema que nos atañe es que la inclusión de Pedro Felipe en las
consultas de arzobispados, no se debió al conocimiento de la
Cámara de sus méritos, según le escribió el propio Tomás:
Tampoco es efecto de tu gobierno porque apenas se acaba de saber
en la Cámara de tu arribo a Concepción; ni de lo operado en
Chiloé, porque aunque tengo en mi poder todos los instrumentos,
no los presenté... porque no ha sido informe de alguno de Chile
que no sea tan fuerte que parezca empeño de tu ascenso. El rector
de Chiloé escribió mil desatinos de tu visita. La dejó la carta sin
firmar. 33
Sólo nos queda concluir que en esta promoción influyeron,
más que los méritos de Pedro Felipe como obispo o las
recomendaciones desde Chile, los contactos y relaciones de su
hermano Tomás en Madrid, quien, para lograrlo tuvo que
asegurarse la vía directa al Confesor y al presidente del Consejo de
Indias:
30 Los datos biográficos de Arizaga y Laisequilla fueron obtenidos de la base
de datos Fichoz.
31 AGI, Gobierno, Santa Fe, 397.
32 Amunátegui Solar, Domingo, La sociedad chilena del siglo XVIII..., op. cit., p.
213.
33 Ibidem, p. 217.
- 121 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
De todo hay que informar al Padre Confesor y también al
excelentísimo Señor conde de Montijo, presidente del Consejo de
Indias, porque este señor es el que todo lo distribuye, y porque te
ha consultado cuatro veces, y últimamente para dicho arzobispado.
Y luego que recibas la noticia y cédula de tu ascenso has de
escribir dando gracias y, al mismo tiempo, ponderando la
distancia, para que éste se considere como mérito en lo futuro.
Téngote escrito le envíes tu poder a Tomás Arizaga, y a este poder
ha de acompañar un regalo que satisfaga el reconocimiento; pues
para el Padre Confesor es el único que me ha favorecido, como el
Señor Laisequilla para la Cámara. 34
El conde de Montijo era nada más y nada menos que Cristóbal
Portocarrero, presidente y gobernador del Consejo de Indias desde
1737, 35 quien, como Arizaga, se oponía a José Carvajal, que lo
había sustituido interinamente en la presidencia del Consejo
mientras Portocarrero se había desempeñado como embajador
extraordinario de España ante la Dieta de Frankfurt. El mismo
Portocarrero había llevado a José Lancaster a Frankfurt como
jurista, pero la amistad terminó en enfrentamiento por diferencias
en torno a la embajada. La enemistad se profundizó cuando a partir
de 1742 Carvajal se incorporó al bando de la reina Bárbara de
Braganza, opuesto al de la reina Isabel Farnesio, al que pertenecía
Portocarrero. José Carvajal ocupaba desde 1746 el cargo de
Ministro del Despacho Universal de Estado. La historia de España
de estos años estuvo marcada por las negociaciones de estos dos
partidos y sus hombres enfrentados por el tratado de límites con
Portugal de 1750 y el concordato entre España y Roma de 1753. 36
José Toro y Zambrano
Estudió en Santiago en el Convictorio San Francisco Javier. 37 En
Lima se doctoró en ambos derechos, 38 se recibió de abogado por
aquella Audiencia y ejerció la abogacía en esa ciudad. 39 En 1705
34 Ibidem, p. 215.
35 Los datos biográficos de Cristóbal Portocarrero y José Lancaster, y sus
redes de poder fueron obtenidos de la base de datos Fichoz.
36 Para conocer más los bandos opuestos y sus redes durante el reinado de
Fernando VI, recomendamos a Alcaraz Gómez, José, Ibidem, pp. 665 y ss.
37 AGI, Gobierno, Chile, 94.
38 AGI, Gobierno, Chile, 164.
39 Méndez Beltrán, Luz M., “José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 348.
- 122 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
volvió a Santiago, su ciudad natal, y ocupó allí el cargo de relator
de la Audiencia. 40
En 1709 se convocaron las oposiciones a la canonjía doctoral
de la catedral de Santiago, que estaba vaca desde 1688 cuando
Francisco de Quevedo y Zaldívar, su primer poseedor, natural de
Lima, fue ascendido a tesorero del mismo coro. El único opositor
fue José Toro y Zambrano, 41 de 45 años de edad. 42 Prácticamente
podemos decir que la oposición se convocó para que él la ganara,
como ocurrió, ya que durante veintiún años no había sido posible
celebrarla por la falta de doctores en la ciudad y en el reino.
Francisco Ibáñez, gobernador de Chile, enviaba la siguiente
recomendación del candidato:
Habiendo sido único opositor y hecho con mucho lucimiento sus
ejercicios a que asistió el teólogo que Vuesa Majestad tiene
nombrado, resolvió el Cabildo dar cuenta a Vuesa Majestad de su
suficiencia y me remitió el incluso despacho para que lo enviase a
Vuesa Majestad en mi pliego como su vicepatrón y así lo ejecuto
pudiendo asegurar a Vuesa Majestad tiene el dicho Don José de
Toro muy buenos créditos de estudiante y que por su prudencia y
virtud es muy digno de que Vuesa Majestad le favorezca, pues
será muy de la aceptación de toda esta ciudad el que un hijo suyo
de tan buenas prendas sea proveído en la prebenda. 43
Como vemos, el tema central de la recomendación fue que
Toro era “hijo de la ciudad”, que por fin tenía un opositor. El
cabildo eclesiástico remitía su recomendación en el mismo sentido:
Tiene por cierto este cabildo en sede vacante desempeñará en la
ocupación de canónigo doctoral la real conciencia e intención de
Vuesa Majestad en la consecución de esta prebenda y será de gran
utilidad ocuparle en ella no solo de esta santa Iglesia sino de toda
esta republica. 44
Es por de más significativo que el envío de la carta del cabildo
eclesiástico sede vacante fuera incluida en la del vicepatrón, no de-
40 Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 53, pp. 113-114.
41 Méndez Beltrán, Luz M., “José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 361.
42 Biblioteca Nacional de Chile, Sala José Toribio Medina, tomo 278, pieza
8193, según su relación de méritos de 1757.
43 AGI, Gobierno, Chile, 164.
44 Ibidem.
- 123 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
jando así sospechas sobre las oposiciones convocadas
precisamente en sede vacante.
El ascenso de Toro a la mastrescolía en 1716 estuvo vinculado
al Confesor jesuita directamente en la provisión de la chantría de
Santiago en Antonio Irarrázaval, quedando vacante la mastrescolía,
que el Confesor atribuyó “... a Don José Toro y Zambrano...
propuesto por la Cámara en segundo lugar para la chantría y sujeto
de mucha virtud, literatura y juicio”. 45 Una acusación de
contrabando que le hiciera la Audiencia y el gobernador del reino
congeló, por decisión de la Cámara de Indias los ascensos de Toro
en el coro. No así en la administración diocesana, ya que el obispo
Alonso Pozo lo nombró su provisor y vicario general en 1725. 46
Luego del juicio en el que se probó su inocencia, el obispo de
Santiago pidió a la “católica justificación del Rey” 47 los ascensos
atrasados. En 1730 fue presentado como arcediano. El nuevo
obispo de Santiago, Juan Manuel Sarricolea, pedió para Toro una
mitra en desagravio en 1734. 48 La misma petición la formuló a su
favor José Antonio Manso Velasco, gobernador del reino en
1740. 49 Ascendió entonces al deanato en 1741 y pronto, en 1746,
en la resulta del arzobispado de Santa Fe, 50 fue nombrado obispo
de Concepción en reemplazo de Pedro Felipe de Azúa que había
ascendido a ese arzobispado.
Como obispo dio muestras extraordinarias de vinculación con
los jesuitas. En 1747 pidió al Rey 51 el reemplazo de los capellanes
franciscanos de los fuertes de Valdivia, Cruces, Niebla y Corral
por curas seculares egresados del colegio jesuita de Concepción,
por la renuencia de los franciscanos a obedecer al obispo. En 1749
por invitación de los jesuitas, presidió la inspección judicial interna
de la Orden que se efectuaba para comprobar el desempeño de sus
miembros. 52 En 1750 53 informaba al Rey sobre la dedicación de los
jesuitas en el trabajo de la diócesis en los colegios, atención de en-
45 AGI, Gobierno, Chile, 452.
46 AGI, Gobierno, Chile, 94.
47 AGI, Gobierno, Chile, 152.
48 AGI, Gobierno, Chile, 94.
49 Méndez Beltrán, Luz M., “José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op cit., tomo IV, p. 356.
50 AGI, Gobierno, Santa Fe, 697.
51 Méndez Beltrán, Luz M., José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno...., op. cit., tomo IV, p. 364.
52 Ibidem.
53 AGI, Gobierno, Chile, 151.
- 124 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
fermos, confesionario y misiones, siendo de gran ayuda a las
labores del obispo.
Hacia mediados del siglo XVIII, era una opinión generalizada
en Concepción que los jesuitas a través del colegio seminario
habían formado a la juventud y al clero secular. Toro resumía esta
opinión con el informe favorable que enviaba al Consejo de Indias
en 1750:
Tengo en mi obispado cuarenta y dos sacerdotes jesuitas, los
veinticuatro en las misiones de indios, y los demás en los colegios
de esta ciudad, Chillán, y Buena Esperanza, todos los cuales
cumplen exactamente con el fin de su sagrado instituto con todo el
celo que puedo asegurar a Vuesa Majestad, son el total deshago de
mi obligación en la administración del pasto espiritual de mi
rebaño; pues en todas las susodichas casas tienen públicas escuelas
donde atienden a la educación de la juventud. En esta ciudad,
donde fuera de tener públicos estudios de gramática, filosofía y
teología, tienen a su cargo un colegio convictorio, adonde de todo
el obispado concurren a estudiar dichas facultades, y de donde sale
tan crecido número de jóvenes aprovechados en letras, y virtud,
que en concurso para mi tan gustoso de tantos que aspiran a los
sagrados órdenes, sólo tengo el desconsuelo de no poder satisfacer
sus deseos, por la inopia de beneficios, con que premiar sus tareas,
y alentar a otros a vista del premio a los beneméritos, hallándose
hoy todos los beneficios a cargo de sujetos doctos, y ejemplares;
debiéndose esto al esmero con que los jesuitas aplican a su
educación, y cultivo; sin que por esto desatiendan al resto del
pueblo, pues así aquí como en los demás lugares son ellos sobre
quienes recaen el mayor peso de las confesiones, así en sus
iglesias como en las enfermedades. No es menos el fruto que se
reconoce en el uso de los santos ejercicios del glorioso San Ignacio
que con frecuencia dan a todo género de personas, a cuyo fin
tienen una casa iniciada en esta ciudad, y otra concluida en la de
Chillán. 54
En 1757 55 pedía misioneros jesuitas para las misiones de su
obispado. Toro murió en 1761 siendo obispo de Concepción había
desaparecido de las consultas de obispados a partir de 1756.
Manuel de Alday Axpee
Toda su formación intelectual y sacerdotal la recibió en los colegios
jesuitas. Estudió en su ciudad natal, Concepción de Chile, en el
54 AGI, Gobierno, Chile, 99.
55 AGI, Gobierno, Chile, 150.
- 125 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Seminario regentado por la Compañía de Jesús, 56 teniendo como
maestro a uno de los jesuitas más connotados del reino, el Padre
Carlos Haimhausen. Cuando Alday viajó a Lima a completar sus
estudios, fue colegial del colegio San Martín de Lima, también
regentado por los jesuitas.
En 1734 vacó la canonjía doctoral de Santiago de Chile, al
ascender a la maestrescolía Pedro Felipe de Azúa. Sin embargo las
oposiciones no se celebraron sino hasta noviembre de 1736. En
realidad el obispo Juan Bravo Rivero había postergado la
convocación para permitir que Manuel de Alday, quien estaba en
Lima, pudiera presentarse como opositor. Bravo Rivero había
condescendido a dos peticiones hechas en ese sentido para
favorecer a Alday de Alonso del Pozo y Silva, 57 arzobispo de
Lima, quien había consagrado obispo a Bravo Rivero, y el oidor de
la Real Audiencia de Santiago Juan Francisco Ruíz de Berecedo 58 ,
ambos tíos de Alday. En 1736, además, el mismo Alday dio
poderes a Francisco Martínez de Aldunate, canónigo magistral,
para que en su nombre pidiera al obispo que se postergara la
convocatoria de la oposición. La familia, 59 anclada en las dos
jurisdicciones, armó el contexto y fue el canal para la presencia de
Alday en las oposiciones.
¿Qué retenía a Alday en Lima? En primer lugar, la
finalización de sus estudios. Recién en noviembre de 1734 se
doctoró en ambos derechos por la Universidad de San Marcos.
Siendo licenciado, obtuvo en enero de 1734 el título de abogado
por la Audiencia de Lima y practicó la abogacía en el bufete de
Agustín Serra Flores. En segundo lugar, algunos cargos meritorios
valiosos a considerar en su cursus honorum. En marzo de 1736 fue
nombrado interinamente como Relator del Tribunal de la Santa
Cruzada de Lima, 60 por influencias del que fuera su padrino de
tesis, el doctor Santiago Barrientos. En el mismo mes se opuso a la
cátedra de Instituta de la Universidad de San Marcos. Pero
probablemente la razón fundamental que lo retuvo en Lima fueron
las oposiciones a la canonjía doctoral de la iglesia catedral de esa
ciudad, que no obtuvo.
56 Ibidem.
57 AGI, Gobierno, Chile, 154.
58 AGI, Gobierno, Chile, 154.
59 Sobre la importancia de este doble anclaje ver Dedieu, Jean P, “Familles,
majorats, réseaux de pouvoir. Estrémadure, XVe-XVIIIe siècle”, en:
Castellano, Juan L., y Dedieu, Jean P, Réseaux, familles et pouvoirs..., op. cit., p.
8.
60 AGI, Gobierno, Chile, 150.
- 126 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Renunció en 1736 a su interinato en el Tribunal de la Cruzada
para dirigirse a Santiago de Chile a oponerse a la canonjía doctoral.
A los pocos días de llegar sacó el título de abogado por la
Audiencia de Chile. Las oposiciones se celebraron en noviembre.
Alday tenía votos asegurados. Su tío arzobispo Alonso Pozo había
pedido el voto a favor de su sobrino a un antiguo familiar suyo
cuando fue obispo de Santiago, el canónigo Pedro Asencio de Tula
y Bazán. Su tío oidor Ruiz de Berecedo le consiguió el voto del
canónigo magistral Francisco Martínez de Aldunate. Con el
escenario así planteado, podemos imaginar las disputas que esto
trajo y que las acusaciones llegaran a la Cámara de Indias y en
definitiva al Confesor y al Rey. Más aún cuando, según denunciara
otro de los opositores, Juan de Vargas, terminada la oposición y
supuestamente sin saberse los resultados, el gobernador Manuel de
Salamanca, felicitó a Alday en la casa del oidor Ruíz de Berecedo,
agregando al saludo la confesión de que le había conseguido votos.
Así, Alday obtuvo el primer lugar en la terna y Juan de Vargas el
segundo. Con las cosas planteadas de esta manera, el duelo
continuaba en la Cámara de Indias. Los dos movilizaron todos los
contactos locales para influir en la decisión final del Rey. Los
autos llegaron pues a España con una pila de cartas.
Veamos los apoyos de cada uno. Alday favorecido por el
cabildo eclesiástico, el obispo, la Audiencia y el gobernador. En
tanto que el Cabildo secular informó los méritos de Juan de Vargas
y los acompañó de la siguiente recomendación:
Siendo ambos opositores en el común concepto y según el
dictamen de las oposiciones de igual suficiencia, parece prevalecía
en el dicho Don Juan de Vargas la prerrogativa de ser hijo de la
patria nacido y criado en ella con derivación de muy notable
ascendencia. Y el dicho Don Manuel, natural de Concepción, sin
que hubiese venido a esta más que mes y medio antes de las
lecciones, lo que ha desconsolado bastantemente la estudiosa
juventud de la patria viendo postergado a un patricio benemérito
por otro extraño. Y a no restar el soberano recurso a la real
presentación fuera más inconsolable la pérdida, no tanto del
individuo en su pretenza, cuanto del común de gremios y del
pueblo, quien por aclamación universal o bien originada de las
prendas del hijo de la patria, o del connatural amor de sus vecinos
anhelaba su promoción. Cuyos ruegos no excusamos poner en la
real consideración por la representación de esta ciudad, para que
en virtud de la nómina y autos de esta materia se sirva Su Majestad
de mostrar su real benignidad en la atención del dicho Don Juan de
Vargas. 61
61 AGI, Gobierno, Chile, 154.
- 127 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Apoyaron a Vargas ante la Cámara de Indias con este mismo
argumento los superiores provinciales 62 de los mercedarios,
agustinos, dominicos, franciscanos. Vargas envió además un
testimonio ante notario y testigos por los agravios sufridos, por
parte del obispo y del gobernador, cuya guardia además se había
mofado de él ante los festejos del gobernador felicitando a Alday.
La Cámara de Indias optó por confirmar a Manuel de Alday en
el primer lugar de la terna. Pero quien definió el duelo entre
Vargas y Alday fue el Confesor jesuita, Padre Guillermo Clarke:
Soy del parecer que Vuesa Majestad podrá servirse de nombrar
para la referida canonjía doctoral al Doctor Manuel de Alday,
propuesto en primer lugar por aquel obispo, y cabildo, respecto de
que según los informes judiciales referidos del Presidente,
Audiencia y Cabildo es este sujeto el más digno de que Vuesa
Majestad se la confiera; y que aunque la ciudad y religiones
informan que el propuesto en segundo lugar es de igual suficiencia
y que por la calidad de patricio debe ser preferido, siendo estos
informes extrajudiciales no merecen el concepto que los del
presidente, obispo y Audiencia, que tiene obligación de
ejecutarlos. 63
Una vez más, la decisión del Confesor jesuita de guiarse por
las recomendaciones locales “de oficio” del obispo, presidente y
Audiencia, determinó que la canonjía recayese en Alday.
Nuevamente el Confesor jesuita fue determinante en la carrera de
Alday hacia un obispado. En 1753 el obispo de Santiago Juan
González de Melgarejo fue ascendido a la diócesis de Arequipa, y
en la resulta fue nombrado Alday como obispo de Santiago por el
jesuita Francisco de Rávago, con la siguiente recomendación: “...
canónigo doctoral de la misma Iglesia, sujeto de juicio, virtud y
aplicación en los diferentes empleos que ha tenido”. 64 Confirmado
por el Rey, fue presentado.
La misma vinculación entre en el inicio, desarrollo y fin de la
carrera de Toro y Zambrano y la permanencia de los jesuitas en
el confesionario regio, la comprobamos en la carrera episcopal
de Alday. Después de la caída del P. Rávago, con el consiguiente
final de los jesuitas como confesores, las peticiones de ascenso
de Alday en la Cámara no fueron atendidas, la última pretensión
que hizo fue en 1756 del obispado vacante de Santa Cruz de la
62 Todas en AGI, Gobierno, Chile, 154.
63 AGI, Gobierno, Chile, 452.
64 AGI, Gobierno, Lima, 1570.
- 128 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Sierra. 65 El nombre de Manuel de Alday, además, desapareció de
las consultas de los obispados vacantes. Por otro lado, si bien no
escribió una carta al Rey a favor de los jesuitas con motivo de su
extrañamiento, tampoco ocultó su estrecha relación y su
admiración hacia ellos. En 1757 pidió al Rey que se permitiera el
envío de cincuenta jesuitas para el trabajo misional en Chile. 66 En
1759 editó en Barcelona la obra Cultivo de las virtudes en el
paraíso del alma, del jesuita Ignacio García, antiguo profesor
suyo. 67 Defendió además el probabilismo jesuita en el Concilio de
Lima de 1772, 68 enfrentándose abiertamente con el franciscano
Fray Pedro Ángel de Espiñeira, obispo de Concepción de Chile.
Curiosamente fue este obispo franciscano el único obispo de
Sudamérica que ante la expulsión de los jesuitas, escribió al Rey
manifestando su opinión favorable de los mismos, especialmente
por la formación del clero de Concepción en el Seminario. 69
José Antonio Martínez de Aldunate
José Antonio Martínez de Aldunate, 70 natural de Santiago de Chile,
estudió derecho civil y canónico en la Universidad de San Marcos de
Lima, pero se doctoró en ambos derechos en la de San Felipe, en la
que hizo carrera como catedrático y de la que llegó a ser rector. En
1757 fue presentado por el Rey para la canonjía doctoral, a pocos
meses de su ordenación sacerdotal. Sus ascensos en el coro
comenzaron casi treinta años después. En 1785, tesorero, chantre en
1788, arcediano en 1791, deán en 1796. En 1804 fue promovido al
obispado de Huamanga. En 1809 la Junta gubernativa de España lo
65 AGI, Gobierno, Charcas, 722.
66 AGI, Gobierno, Chile, 150.
67 González Echenique, Javier, “Manuel de Alday”, en: Oviedo Cavada, Carlos,
(dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo II, p. 263.
68 Ibidem, p. 313. Para más información remitimos a Millar, René, “La
controversia sobre el probabilismo entre los obispos chilenos durante el
reinado de Carlos III”, en: Campos Harriet, Fernando, Estudios sobre la
época de Carlos III en el reino de Chile, Ediciones de la Universidad de Chile,
Santiago, pp. 225-257, 1988; “El obispo Alday y el probabilismo”, en:
Historia, N° 22, Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica,
Santiago, pp. 189-212, 1987.
69 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., pp. 173-174.
70 González Echenique, Javier, “José Antonio Martínez de Aldunate”, en:
Oviedo Cavada, Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, pp.
499-611.
- 129 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
presentó al Papa como obispo de Santiago de Chile. Murió en
1811 sin tomar posesión personal de su obispado.
En realidad José Antonio Martínez de Aldunate había iniciado
dos carreras simultáneas, la eclesiástica y la de catedrático. En el
mismo año, 1756, recibió las órdenes menores, 71 se opuso a la
canonjía doctoral del cabildo eclesiástico, 72 fue nombrado por el
gobernador Manuel de Amatcatedrático de Instituta 73 de la
Universidad de San Felipe, siendo el primer catedrático, y fue
nombrado por Manuel de Alday promotor fiscal del obispado. Los
apoyos del obispo Alday y del gobernador Amat en los autos de
oposición de la canonjía doctoral que se enviaron a la Cámara de
Indias fueron determinantes. Martínez de Aldunate había
competido con otro opositor de peso, José de Ureta, los dos
compartían el primer lugar en la terna. Pero Alday, escribió a
Manuel Quintano Bonifaz, Confesor del Rey:
Por el empeño que manifestó el deán de esta santa Iglesia a favor
de Doctor Don José de Ureta, que sacó también tres votos para el
primer lugar, ocasionado de ser hijo de Don José de Ureta, quien
en segundas nupcias casó con una hermana del expresado deán
Don Francisco Andía Irarrázabal, de quien es primo el canónigo
magistral, y entroncando también con su casa el maestrescuela, de
suerte que si entrase a la doctoral Don José de Ureta, habría en
este coro cuatro sujetos eslabonados. 74
En la misma carta del obispo, del 6 de septiembre de 1756,
Martínez de Aldunate era recomendado de la siguiente manera:
Hizo sus estudios de latinidad, filosofía y teología en el colegio de
San Francisco Javier de esta ciudad, y escuelas de la Compañía de
Jesús. Doctor en Sagrados Cánones en esta real Universidad, en
ella, catedrático de Instituta, por nombramiento del presidente de
esta real Audiencia que hizo la primera provisión de cátedras,
habiéndose recibido de abogado en dicha Audiencia. Ha recibido
las órdenes sagradas hasta el de diácono, sirviendo al mismo
tiempo el ministerio de promotor fiscal de este obispado con
particular exactitud de manera que se halla instruido en el manejo
de los negocios eclesiásticos. Su aplicación a las letras se reconoce
así por el recogimiento que observa como por la asistencia
frecuente a las conferencias morales de mi clero.
71 AGI, Gobierno, Chile, 152.
72 AGI, Gobierno, Chile, 452.
73 AGI, Gobierno, Chile, 101.
74 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 130 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El obispo lo había apoyado determinantemente (¿devolvía así
Alday el favor del voto de Francisco Martínez de Aldunate cuando
veinte años atrás lo apoyó en la oposición a la misma canonjía?), al
señalar que se convertiría el cabildo eclesiástico en un clan familiar
si ganaba Ureta, y al darle la posibilidad de ejercitarse en la
administración eclesiástica nombrándolo promotor fiscal. La
carrera de Martínez de Aldunate dentro de la administración de la
diócesis y en la universidad continuaron, pero no los ascensos en el
cabildo eclesiástico. Entre 1764 y 1767 fue reelegido como rector
de la Universidad de San Felipe. 75 Desde 1767 fue vicerrector y
continuó siendo catedrático de la facultad de Leyes hasta su
jubilación de la universidad en 1782. 76 En 1776 levantó una
relación de méritos en Madrid, allí se citan, como las cartas más
recientemente recibidas por la Secretaría, las recomendaciones de
1756 posteriores a la oposición a la canonjía doctoral. 77 Además,
desde 1765 y hasta la muerte de Manuel de Alday en 1788 fue el
provisor y vicario general del obispado. Durante la sede vacante
fue nombrado provisor y vicario general un sobrino de José
Antonio, Vicente Martínez de Aldunate. 78 El nuevo obispo Blas
Sobrino y Minayo repuso a José Antonio Martínez de Aldunate
como provisor y vicario general, oficio que ejerció hasta 1802,
cuando fue reemplazado por José Santiago Rodríguez Zorrilla.
Pronto, en 1804, fue presentado por el Rey como obispo de
Huamanga, adonde llevó a su sobrino Vicente como su familiar.
Nos hemos detenido especialmente en la carrera de Martínez
de Aldunate porque consideramos que justamente el desarrollo de
ésta muestra el final de una época del episcopado chileno. A
diferencia de Manuel de Alday y de Pedro de Azúa e Iturgoyen, ser
canónigo doctoral no le facilitó a corto plazo ascender a un
obispado. Es más, no ascendió a una dignidad sino treinta años
después. Evidentemente, los apoyos de antaño no eran tan eficaces,
pero esto lo demostró justamente el ponerlos en marcha. Veamos.
En mayo de 1760 Francisco García Huidobro, primer marqués de
Casa Real, le escribió una carta al Padre Pedro Ignacio Altamirano,
de la Compañía de Jesús, residente en Madrid, solicitando una
dignidad para su sobrino José Antonio:
75 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo I, p. 464.
76 Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 52, p. 226.
77 Bilioteca Nacional de Chile, Sala José Toribio Medina, tomo 278, pieza
8187, según su relación de méritos de 1776.
78 AASCH, Justicia, capellanías 10, exp. 257.
- 131 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Muy Señor Mío y mi estimado Dueño. Tengo satisfechas las de
Vuesa Reverencia en los navíos anteriores avisándole del recibo de
la suya en que me participa haber entregado los un mil pesos al
apoderado de Don Juan Agustín de Uztariz, y que para correr con
los negocios y asenso de mi sobrino el Doctor Don José Antonio
de Aldunate y Garcés pusiera un mil pesos a disposición de Vuesa
Reverencia y pasando a Cádiz en este navío San Rafael Don
Gaspar Gómez de Herrera mi yerno que ha de residir allí algunos
años, le doy orden para que tenga a disposición de Vuesa
Reverencia los dichos un mil pesos para cuando se verifique
vacante de algún asenso que se pretenda y no dude Vuesa
Reverencia de que será efectiva su entrega, y llegado el caso de la
vacante podrá Vuesa Reverencia pedirlos con toda satisfacción de
que asimismo dará aviso dicho Don Gaspar, en cuyo supuesto
habiendo muerto el Ilustrísimo. Sr. Dr. Don José de Toro y
Zambrano obispo de la Concepción de Chile el día 1 del corriente
mes de mayo es natural que recaiga la mitra en alguno de los
señores de este coro de Santiago de Chile, y puede vacar alguna
dignidad a la que Vuesa Reverencia ha de hacer el mayor esfuerzo
posible por colocar en ella a mi sobrino, y aunque contempla la
dificultad de ser canónigo de oposición y no dejar resulta pero esta
es la que ha de vencer el respeto de Vuesa Reverencia que tiene
por hijo, y hecho cargo de sus asensos podrá mover todos los [...]
representando su mérito para que sea atendido, y conseguida la
dignidad Vuesa Reverencia de los un mil pesos sin dar cuenta de
ellos por ser esta la voluntad de mi sobrino que desea corresponder
los pasos y fatigas de Vuesa Reverencia. Y a su mérito añado el
testimonio adjunto de asesor general del Juzgado Eclesiástico que
ha servido por tiempo de tres años, y lo está continuando con la
defensa de la jurisdicción eclesiástica con acierto y aprobación de
todos los tribunales, y a Dios que guarde a Vuesa Reverencia
muchos años. 79
Citamos la carta completa porque en la primera parte se
menciona a un comerciante vasco en Cádiz (Juan Agustín de
Ustariz) con quien otras familias de la elite chilena, como los
Errázuriz, habían formado una compañía de comercio. 80 Muy
sugerente es que la ruta del dinero, que es la del comercio, sea la
misma que la de la circulación de favores. Nos encontramos ante
una red egocentrada con base comercial, por la que circuló
la petición de un favor eclesiástico al jesuita destinatario de
la petición, el Padre Pedro Ignacio Altamirano. El control
del comercio del reino incidía en el manejo eficaz y rápido
de la comunicación y de las noticias desde España hacia
79 AASCH, legajo familia García Huidobro, N° 30.
80 La información la obtuvimos en la base de datos Fichoz.
- 132 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Chile y viceversa, y abría la posibilidad de intercambiar favores y
solicitar mediaciones políticas. 81 Llegar puntual al lugar adecuado,
presentar un memorial al momento de la vacancia o pedir el favor
de la mediación a la persona indicada, podía llegar a ser
determinante en una carrera. Conocemos a través de la base Fichoz
que el Padre Altamirano perteneció al partido de la reina Bárbara
de Braganza, y fue el intermediario entre ésta y José Carvajal
Lancaster, para sondear a éste último hacia 1745 sobre si aceptaría
la Secretaría del despacho de Estado. ¿Estamos como en el caso de
Pedro Felipe de Azúa dentro de la misma red de contactos?
Creemos que sí, pero esta vez no fue efectiva. La carrera dentro del
cabildo eclesiástico de Martínez de Aldunate se paralizó, al igual
que la de Manuel de Alday, su valedor. Los tiempos de los
todopoderosos jesuitas en la corte habían terminado.
Sin embargo, José Antonio Martínez de Aldunate fue obispo,
pero en 1804. Desde fines del siglo XVIII los Aldunate contaban
en España con un familiar que podemos suponer apoyaba la
promoción de la familia. Se trataba de Rafael Muzquiz de
Aldunate, quien fuera Confesor de la reina María Luisa, obispo de
Avila en 1799 y arzobispo de Santiago de Compostela. Según
denuncias al Rey de Juan Pablo Fretes en 1809 82 con motivo de
enfrentamientos entre el cabildo eclesiástico y la Audiencia de
Santiago, a las influencias políticas de este tío arzobispo le debía el
oidor José Antonio de Aldunate, su nombramiento, la impunidad
en el ejercicio de su cargo y los beneficios de toda la familia. En
este caso parece que Fretes no se equivocó.
Otra vez la base de datos Fichoz nos ayuda al darnos la información
de que Rafael Muzquiz de Aldunate era una “criatura de Ma-
81 Hemos podido citar esta carta en el contexto planteado en base al estudio
de Moutoukias, Zacarías, Les économies d’Ancien Régime... op. cit., cap. 4,
quien reconstruye las redes de vínculos de Manuel Belgrano, comerciante
de Buenos Aires del siglo XVIII, a través de su correspondencia y examina
los mecanismos de los vínculos interpersonales. Al detenerse en el entorno
relacional de una persona en base a la noción sociológica de red
egocentrada, se distinguen en su interior diferentes componentes en los
que se superponen contextos normativos, familiares, de amistad, de la vida
profesional, etc., en los que todo el mundo conoce a todo el mundo dentro
de un conjunto de redes egocentradas relacionadas de estructura
triangular. La interacción de ese conjunto explica fenómenos como la
circulación de información y favores, difusión de ideas, articulación
de facciones y todo tipo de mediación política.
82 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 29, f. 251.
- 133 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
nuel Godoy”, y sólo terminó su influencia con la llegada de los
franceses, debiendo exiliarse en Portugal. Fue Godoy quien lo hizo
Confesor de la Reina María Luisa y arzobispo al mismo tiempo, en
1795. Su hermana Inés casó con Felipe de Aldunate, oficial de la
Secretaría de Nueva España del Consejo de Indias. Su hermano
Luis era en 1791 oidor de Guadalajara (su cuñado Felipe había
muerto en 1782). En 1793 ocupó el cargo de alcalde de casa y
corte de Madrid y desde 1798, el ahora conde de Torremuzquiz,
fue consejero del Consejo de Indias hasta la supresión de éste por
los franceses en 1809.
Tomás de Roa y Alarcón
Probablemente no hubiera llegado a un obispado si no hubiera sido
hermano uterino del duque de San Carlos, Grande de España, y si
el monarca no hubiera tomado a esta familia bajo su protección por
resolución del 21 de agosto de 1768. 83
Tomás de Roa 84 fue ordenado sacerdote en 1765 85 por Fray
Pedro Ángel de Espiñeira, obispo de Concepción, quien lo nombró
inmediatamente después promotor fiscal del obispado. Poco
tiempo ejerció este cargo, pronto fue nombrado cura y capellán
militar de un fuerte de la frontera indígena entre 1767 y 1770, año
en el que viajó a Lima a doctorarse en teología. Allí recibió una
distinción del arzobispo Diego de la Parada, quien lo nombró ya en
febrero de 1770 como examinador sinodal del arzobispado. 86 Por
primera vez se lo consultó en 1778 en la Cámara de Indias para
una canonjía de la catedral de Concepción, en primer lugar por un
voto particular de un camarista. 87 La canonjía estaba vaca por
muerte de su hermano Francisco de Roa. En cada lugar de la terna
los votos están muy divididos, sólo había tres chilenos y Tomás de
Roa era el único con experiencia administrativa en una diócesis,
destacándose además ser examinador sinodal de Lima.
Con respecto a los otros dos chilenos, uno era un clérigo
particular, el otro cura en Santiago. Fue el camarista
Santos Domínguez quien votó por Roa en el primer
83 AGI, Gobierno, Chile, 452.
84 Su biografía en Campos Harriet, Fernando, “Tomás de Roa y Alarcón”, en:
Oviedo Cavada, Carlos, (dir.), Episcopologio chileno...., op. cit., tomo IV, pp.
441-491.
85 AGI, Gobierno, Chile, 196.
86 AGI, Gobierno, Chile, 452.
87 Ibidem.
- 134 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
lugar de la terna, por un doctor en teología de Ávila en el segundo
y por un presbítero cubano en el tercero. El resto de los
consultados eran foráneos al reino.
Volvió Roa entonces desde Lima a Chile en 1778 no sólo con
el título de Doctor sino que como canónigo de la catedral de
Concepción. 88 En tanto su valedor, Fray Pedro Ángel de
Espiñeira, había muerto y el nuevo obispo Francisco José Marán,
no lo había favorecido en las cartas de oficio que enviaba a través
de la vía reservada a la Cámara de Indias. Las recomendaciones de
Agustín Jáuregui, gobernador de Chile, previas a su arribo a
Concepción tampoco fueron favorables: “Clérigo sin empleo. De
familia noble de la ciudad de Concepción, mediano gramático de
poca conducta”, escribió también por la vía reservada a José de
Galvez, Secretario del Despacho Universal de Indias, 89 el 28 de
mayo de 1778. Tomás de Roa desapareció de las ternas de
Concepción, de Santiago y de otros coros a partir de 1779 cuando
fue propuesto en segundo lugar por la Cámara para el arcedianato
de Concepción. 90 En esta terna se mencionan cartas a su favor del
obispo Espiñeira que no han llegado a nosotros.
Diez años después la opinión de Francisco José Marán con
respecto a Roa había empeorado: “De ilustre familia e iletrado, de
regular conducta y piadoso, pero se ha señalado con la poca
asistencia al coro”. Esta carta del 23 de marzo de 1788, estaba
dirigida a Antonio Porlier, Secretario del Despacho de Gracia y
Justicia de Indias. 91 Pero los tiempos cambiaron para Tomás de
Roa con el nuevo gobernador de Chile Ambrosio Higgins, quien
informaba a Antonio Porlier, Secretario de Gracia y Justicia, el 20
de junio de 1789:
En todo se ha desempeñado con puntualidad, aplicación, y
desinterés, cumpliendo con celo sus obligaciones, y con crédito de
conocidas buenas costumbres, de genio afable y moderado, y
dedicado al servicio de la Iglesia y a los ministerios propios de su
estado. A estas recomendaciones une el de ser hermano uterino
del duque de San Carlos, Grande de España, y como tal
comprendido entre los individuos de su familia que el Rey se
digno admitirle bajo su protección para sus ascensos en
recompensa del oficio de Correo Mayor de Indias en que estaba
vinculada su casa y se incorporó a la Corona. Está adornado de las
cualidades corrientes que pueden constituir a un eclesiástico be-
88 Ibidem.
89 AGI, Gobierno, Chile, 191.
90 AGI, Gobierno, Chile, 452.
91 AGI, Gobierno, Chile, 454.
- 135 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
nemérito, lo expongo a Vuesa Excelencia para que sirviéndose
elevarlo a la real noticia, cause en la gracia de Su Majestad el
premio que fuere de su real agrado. 92
Sin embargo, y por la misma época, la opinión de Marán
parece haber cambiado. Los aprecios que escribió sobre Roa el 1°
de octubre de 1789 destacaron rasgos positivos de su actuar:
Distinguida calidad, letras, virtud, es un hombre ingenuo, y de
verdad, y celoso de la honra de Dios. Es asistente al coro, y tanto
que aun el tiempo de vacaciones no disfruta mas tiempo que aquel
que considera necesario a reparar su salud, por algunos quebrantos
que padece. 93
En la misma tónica siguió en otra carta del 26 de octubre del
mismo año:
Es un hombre ingenuo, y de verdad, y celoso de la honra de Dios
en lo que le permite el empleo de canónigo mas antiguo, cuida del
aseo de los altares, y no permite conversaciones ociosas en el
templo y sus inmediaciones a cuyo efecto lo tiene destinado. 94
En 1790, José de la Sala fue ascendido al deanato de
Concepción por lo que vacó el arcedianato, recibiendo Tomás de
Roa la resulta. Dejó vaca la canonjía, que pidió su hermano
Mariano Roa por medio de apoderado, con la que no fue
favorecido, recibiendo en cambio una ración de la catedral de
Santiago. A partir de ahora las opiniones sobre el deán se
dividieron otra vez. El obispo volvió a su anterior disconformidad,
escribiendo sobre él en 1792:
No tiene otra cosa que ser un hombre de bien y caballero, porque
es hermano del Duque de San Carlos, pero sumamente escaso de
letras y tanto que no puede leer el latín sin que se le noten defectos
que en las publicidades causan rubor. 95
Por el contrario Ambrosio Higgins multiplicaba los elogios en
carta del 6 de abril de 1793:
92 AGI, Gobierno, Chile, 196.
93 AGI, Gobierno, Chile, 452.
94 AGI, Gobierno, Chile, 452.
95 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 27, f. 214.
- 136 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Roa ha contraído el nuevo mérito de haber asistido en su
compañía, y en lugar del obispo al parlamento que acaba de
celebrar dicho jefe en el campo de Negrete en cuyo escrupuloso
asunto ha desempeñado el referido arcediano cumplidamente las
funciones correspondientes al estado eclesiástico. 96
En un obispado de frontera un aprecio como este era muy
considerable. Hay que recordar en este contexto que a los
parlamentos con los mapuches asistían el gobernador y el obispo,
desde el gobierno del obispo Escandón en 1723. Marán, después de
ser secuestrado en 1787 por los mapuches, nombró siempre a
comisionados en su lugar. En un obispado de frontera indígena,
una recomendación del gobernador destacando la buena relación
entablada por Roa con los indios apuntaba a la obtención del
obispado.
Para Tomás de Roa se presentó la posibilidad de ascender en
el coro de Concepción nuevamente en 1792, cuando el deanato
quedó vacante por muerte del arcediano José de la Sala.
Inmediatamente el duque de San Carlos pidió al Rey la vacancia
para su hermano Tomás, no sabemos exactamente a través de
quien (tal vez el Confesor o un Secretario). En todo caso la
petición fue evacuada favorablemente de la siguiente manera:
Madrid, 3 de abril de 1792. Don Tomás de Roa, ...Vista expresión
de sus méritos que resultan de este extracto y expone que por ellos,
por su antigüedad y circunstancias se halla proporcionado para el
deanato de la ciudad de Concepción de Chile que acaba de vacar
por muerte de Don José de la Sala. Suplica a Vuesa Majestad se
digne nombrarle para dicho deanato. A 27 de dicho. Guárdela la
Mesa con la noticia de la vacante. 97
Junto con la petición se citaba el extracto de la recomendación
del obispo Marán favorable a Roa del 26 de octubre de 1789. Pero
el deanato fue consultado en septiembre de 1793, y la Cámara
proponía a Tomás de Roa por cumplimiento de las reales órdenes,
pese a los informes contradictorios sobre él del obispo (carta de
1792) y el gobernador, que citan contraponiéndolos. Nos hemos
detenido en estos detalles porque pareciera que la Cámara de
Indias había recuperado su papel de órgano consultor, tenía en
cuenta las órdenes venidas desde arriba pero sin renunciar a su
opinión propia.
96 AGI, Gobierno, Chile, 452.
97 Ibidem.
- 137 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Pero también estaba decidido que Tomás de Roa no moriría
deán. Llegamos, por fin, al momento culminante de su carrera, su
presentación como obispo. Ante la vacancia del obispado en 1794,
nuevamente su medio hermano el duque de San Carlos, la pidió
directamente para él haciendo valer los méritos de sus antepasados
y los propios. Así se lo comunicaba en carta del 7 de mayo de
1794:
Hallándose vacante este obispado... hice presente a Su Majestad
los antiguos servicios de nuestros abuelos y personales míos para
que te lo confiriese. Sin más memorial que esta súplica, ni haber
precedido consulta a la Cámara de Indias, se dignó Su Majestad
hacerte la merced indicada como de su real orden me lo comunicó
verbalmente el Excmo. Don Eugenio Llaguno Amirola, Caballero
de la Orden de Santiago, del Consejo de Estado y del Despacho de
Gracia y Justicia de España e Indias en 4 del corriente. 98
Tomás de Roa siguió siendo consultado por la Cámara de
Indias para otros obispados, en 1804 para el de Arequipa 99 y en
1805 para el de Cuzco. 100 En una nota de la consulta para este
último obispado, se reprodujo exactamente la misma nota sobre él
que constó en la consulta del deanato de Concepción, con las
opiniones encontradas de Marán y Ambrosio Higgins. Roa murió
en 1805 siendo obispo de Concepción.
Hasta aquí hemos analizado el momento de los ascensos más
significativos en las carreras de los chilenos que llegaron a ser
obispos. Distinguimos dos etapas, la primera entre 1713
(presentación de Alonso del Pozo y Silva) y 1756 final de los
ascensos de Toro y Zambrano y de Alday a otros obispados y de
Martínez de Aldunate en el cabildo eclesiástico, en coincidencia
con el final del confesionario jesuita. En la segunda etapa
reaparecen los nombramientos episcopales de chilenos, comienza
en 1794 (presentación de Tomás de Roa) y termina en 1809
(presentación de Martínez de Aldunate como obispo de Santiago).
En la primera etapa se produjeron los nombramientos de Pozo y
Silva, Azúa e Iturgoyen, Toro y Alday. Miembros de familias de
la nueva elite comercial chilena estructurada en base a redes
comerciales a través de las cuales circularon favores, información y
mediación política. Los contactos entablados por la elite en pos de las
98 Campos Harriet, Fernando, “Tomás de Roa y Alarcón”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 445.
99 AGI, Gobierno, Lima, 1566.
100 AGI, Gobierno, Cuzco, 64.
- 138 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
presentaciones muestran la autonomía que habían conquistado con
respecto a Lima en lo económico y en las mediaciones políticas.
Los cuatro además fueron colegiales jesuitas en el reino de Chile.
La riqueza de sus familias les había posibilitado obtener el grado
de doctor. Los cuatro, además graduados en Lima y abogados, con
práctica en el ejercido de la jurisprudencia en Lima y/o en Chile.
Sus presentaciones están precedidas de una carrera pre episcopal
formulada por la Monarquía como requisito para alcanzar una
mitra, y utilizada desde el confesionario jesuita como criterio de
selección, expresamente formulado.
Los cuatro también se habían ejercitado en la administración
con cargos en instituciones civiles, como relatores de la Audiencia
(Toro) o del Tribunal de Cruzada (Alday), y asesores del cabildo
secular (Alday) o de los gobernadores (Azúa). La elección por la
carrera eclesiástica se produjo ante la convocatoria a las canonjías
de oficio. Azúa y Toro fueron además los únicos opositores. La
ordenación sacerdotal fue incluso posterior a la presentación real
(Alday y Azúa seguro, de Toro no se sabe la fecha exacta). En las
presentaciones a la canonjía fueron determinantes la intervención
de los confesores jesuitas. A nivel local, los cuatro contaron con
los apoyos del gobernador del reino y de los obispos. Además de
pertenecer al cabildo eclesiástico, ejercieron cargos en la
administración diocesana, apoyándose mutuamente entre ellos en
la conformación de la carrera pre episcopal. Alonso del Pozo y
Silva nombró a Azúa y a Toro sus provisores y vicarios generales,
determinó el primer lugar en la terna de la oposición a la doctoral
de Alday. El obispo Bravo Rivera nombró a Alday como promotor
fiscal y visitador general del obispado, y lo apoyó en la obtención
de la canonjía doctoral. Alday nombró a Martínez de Aldunate
como su provisor y vicario general.
Pero la forma en que se resolvieron las designaciones
episcopales, la provisión sin consulta de la Cámara de Indias,
incluía el objetivo de la conformación de un nuevo episcopado
americano con una mayor representación de las elites en su
composición, al punto que la designación de Azúa como arzobispo
se realizó desconociendo los méritos de su trabajo como obispo,
siendo determinantes los contactos entablados por su hermano.
Suponía, eso si, las condiciones objetivas que describimos
en el párrafo anterior. En una sistema monárquico dominado
por partidos había que cumplir con la doble condición
de desarrollar una carrera y de poder relacionarse con los
miembros del grupo gobernante, ya que esas relaciones constituían,
además de una carta de presentación, la mediación
hacia el Rey. El confesionario regio ejercido por los jesuitas
se manifestó en la primera etapa como la vía de acceso más
- 139 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
directa hacia el Rey. Este delegó en su Confesor la confección de
las provisiones sin consulta, como podemos observar en la carrera
de los cuatro obispos chilenos considerados, todos ellos señalados
por el Confesor. Había que relacionarse, darse a conocer y hacerse
valer por medio de los mediadores dominantes en cada etapa
tendientes a la cúspide, al Rey, que era quien decidía siempre en
última instancia, aunque lo hiciera a ciegas, por sobre los méritos y
los ascensos correspondientes. ¿Estas redes de relaciones
gobernaban tanto como el Rey? 101 Si, en el sentido de que la
Monarquía como sistema de gobierno estaba penetrada por ellas y
era el órgano de gobierno que ayudaba al Rey a administrar la
gracia real, en un sistema “que desborda por todas partes la esfera
de lo público. Gobernar significa administrar también relaciones
privadas”. 102
El Rey aparece entonces a la vez como un árbitro entre los
candidatos de los partidos dominantes en torno a la Monarquía
(presentación de Azúa) y un árbitro entre los contendientes locales
(presentación de Toro y Zambrano), por eso decidiera lo que
decidiera y como lo decidiera, la opción era una merced, expresión
de la gracia real. Árbitro porque cada selección administrativa era
una competencia en la que para los contrincantes se trataba de
demostrar quien había alcanzado una posición social más alta, de
ahí que las instituciones locales y supralocales se alinearan
apoyando a los candidatos a las canonjías, o sostuvieran también
las candidaturas a obispados.
Pero el fin del partido de la reina Bárbara de Braganza y la
caída del P. Rávago (1756), significaron también el fin de una
época de formación del episcopado chileno. Los obispos y
arzobispos llegados a las mitras de las manos de los jesuitas, no
ascendieron más (Toro, Alday). Los contactos jesuitas en la corte
dejaron de ser favorables (Martínez de Aldunate). De los cabildos
eclesiásticos chilenos no volvió a salir ningún obispo hasta 1794.
Las provisiones sin consulta se dejaron de producir
sistemáticamente y se empezaron a consultar los obispados en la
Cámara de Indias. La historiografía confirma nuestras
apreciaciones. Gómez Alcaraz, en su estudio sobre el P. Rávago,
sostiene que después de la caída de éste, el nuevo Padre Confesor
fue el inquisidor general Quintano Bonifaz, quien,
junto con Ricardo Wall, Secretario de la Secretaría del Despacho
101 Castellano, Juan L., y Dedieu, Jean P., (dirs.), Réseaux, familles et
pouvoirs..., op. cit., pp. 25-27.
102 Cfr. Castellano, Juan L., Dedieu, Jean P., y López Cordón, María V., (eds.),
La pluma, la mitra y la espada..., op. cit.., p. 23.
- 140 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Estado, sentaron las nuevas bases del reino: odio abierto y
declarado a todo lo que se pareciera a jesuitismo 103 y persecución a
sus seguidores y beneficiarios. En particular Wall se manifestó
contrario a los intereses de los colegiales jesuitas.
El conocimiento que tenemos de las carreras de otros obispos
coetáneos a través de la base de datos Fichoz, nos permite afirmar
que los jesuitas desde el confesionario regio conformaron un nuevo
episcopado americano. Más jóvenes que los obispos del siglo
XVII, seleccionados de una misma manera (sin consulta de la
Cámara de Indias), en base a los mismos criterios (canónigos de
oficio y administración diocesana), con la conciencia de cuerpo
que les daba el ser colegiales jesuitas. 104 Pertenecían a familias
vinculadas con la Monarquía a través de otros instituciones
administrativas que les garantizaba tanto las recomendaciones de
los obispos y gobernadores o virreyes, como la posibilidad de
desarrollar el cursus honorum adecuado a través de los
nombramientos en la administración diocesana y civil (punto
inicial del servicio personal al monarca). Este corpus se
retroalimentaba a través de sus múltiples conexiones en los
cabildos eclesiásticos que garantizaba apoyos en las oposiciones a
las canonjías de oficio. Superada la instancia local, en la que los
rivales podían ser fácilmente neutralizados, quedaba la etapa más
difícil, el acceso al monarca, donde los rivales no siempre eran
conocidos y podían contar con mejores mediaciones. El conflicto
entre las partes involucradas en la obtención de prebendas, aparece
entonces como intrínseco al sistema. Así entonces la resolución del
conflicto por el Rey patrón era siempre una merced, porque sólo el
Rey podía dirimir quien era el más digno. Ganaba quien lograra
establecer el vínculo más eficaz y directo con la Monarquía, a
través del establecimiento de vínculos con otros agentes
administrativos, como los secretarios, camaristas, confesor, etc.,
que hemos visto actuar a lo largo de este capítulo. La decisión del
Rey o era arbitraria o se fundamentaba en la red que sostenía la
candidatura. Desde la óptica del reino, crear, entrar o manejar los
canales de comunicación con el Monarquía era la llave a las
instituciones. De ahí también la lucha por el control de las mismas
y por renovar la presencia familiar en ellas cada generación.
103 Gómez Alcaraz, Antonio, Ibidem, p. 709.
104 La historiografía española ha destacado la fuerte penetración del aparato
administrativo en el siglo XVIII por grupos provenientes de los Colegios
Mayores. Domínguez Ortiz llegó a afirmar incluso que el cursus honorum
eclesiástico comenzaba en ellos.
- 141 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Siguiendo con los mecanismos de relaciones dentro del grupo
de los episcopables, no es de extrañar entonces que nos
encontremos con que el vínculo tío-sobrino, o el establecido entre
el obispo y un protegido, ensamble entre sí a los obispos. Éstos
también se unían por lazos creados al interior del mundo
eclesiástico, como los que se podían establecer como colegiales
jesuitas, doctores, o a través de la anterior pertenencia a un gremio
profesional de abogados. Aparece así el episcopado como un
cuerpo que se reproduce a través del establecimiento de los
vínculos que hemos señalado. 105
A fines del siglo XVIII reaparecieron los obispos chilenos,
pero en un contexto muy diferente al de la primera etapa, aunque
fueron seleccionados por merced real a través de la frecuente
utilización de las provisiones sin consulta de la Cámara de Indias.
En los dos casos que nos atañen, no nos encontramos frente a
individuos favorecidos sino frente a familias que ascienden, de las
que no hemos podido desvincular a los dos obispos chilenos, José
Antonio Martínez de Aldunate y Tomás de Roa y Alarcón. El
juego político aparece más complicado, aún contando con la
protección de la Monarquía los ascensos para Tomás de Roa no
fueron obvios, la Cámara de Indias expresó su opinión. Esta
manifestación de libertad de la Cámara frente a la orden real, y la
menor utilización en general de las provisiones sin consulta,
aparecen como la expresión de la recuperación de la Cámara de
Indias como órgano consultivo en relación a la época del
confesionario jesuita.
105 Un artículo de Dedieu, Jean P., “Pour une approche relationnelle
l’épiscopat: l’ Espagne de XVIIIe siècle”, en: Au contact des
Lumières,Hommenage à Philippe Loupès, tomo 2, Publications Université de
Bordeaux, Bordeaux, pp. 19-30, 2005, destaca los sistemas relacionales del
episcopado francés del Antiguo Régimen y la pertinencia de la aplicación de
las mismas categorías al español del mismo período: vínculos familiares
(tío-sobrino), de protección del obispo a posibles episcopables,
intraeclesiales, y en la corte hacia el Rey. A través de estos mecanismos, el
episcopado se autoreprodujo sobre todo por cooptación. Esta última no
sería solamente fruto de condiciones del ejercicio de las funciones, sino que
permitía un margen de libertad de elección que conllevaba la proximidad
ideológica. Un obispo sería entonces el jefe de un equipo, un individuo
promovido al episcopado por sus cualidades, pero insertado en un tejido de
relaciones variables según los lugares y las épocas.
- 142 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
II PARTE
Los cabildos eclesiásticos
chilenos: carreras, méritos y
estrategias 1650-1810
- 143 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 144 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 7
Introducción al análisis de los cabildos
eclesiásticos chilenos
Los cabildos eclesiásticos ya existían en Europa en el siglo VI,
compuestos por canónigos, aquellos que querían vivir según los
cánones y reglas de la disciplina eclesiástica. Fuertemente
influidos por la vida monástica, algunos cabildos de Francia y
España vivieron según la regla de San Agustín. Pero a partir del
siglo XII se inició un proceso de secularización que acabó en los
siglos XVI y XVII. 1 Desde sus orígenes los cabildos eclesiásticos
actuaban como un consejo del obispo. Pero tenían también el fin de
constituir una comunidad orante, ya que rezaban el oficio divino, el
rezo diario al que están obligados los que han recibido las órdenes
mayores. Durante la Edad Media los obispos gobernaban la
diócesis con el cabildo. El concilio de Trento (1545-1563) reforzó
la autoridad de los obispos liberándolos del control del cabildo
eclesiástico, al que el concilio le reconoció la autoridad de
gobernar la diócesis en sede vacante.
En España los cabildos eclesiásticos aparecieron durante la
restauración de la sede episcopal de Toledo, entre los años 1085 y
1086. Durante dos siglos eligieron libremente a los obispos, hasta
que el Papado se reservó esta prerrogativa. Los capitulares
españoles eran en su mayoría de extracción urbana y pertenecían a
las elites locales, con las que los reyes de España pronto
establecieron alianzas. Sin embargo en España, como señala
Christian Hermann, 2 bajo el real patronato el cabildo eclesiástico
no perdió su rol en la administración diocesana, sino que fue
determinante. El aumento del poder real y el ejercicio del
patronato, afectaron las carreras de los canónigos y dignidades
de los cabildos, emergiendo del contexto local. Desde principios
del siglo XVI para los prebendados españoles y
para los presbíteros en general las posibilidades de ascenso a
1 Cfr. Loupès, Philippe, Chapitres & chanoines..., op. cit., cap. 1.
2 Hermann, Christian, Ibidem, p. 19.
- 145 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
beneficios se ampliaron al conjunto de los territorios de la
Monarquía. Este fue el contexto de la fundación de las diócesis en
las Indias, de la erección de sus catedrales y de sus cabildos
eclesiásticos.
El cabildo eclesiástico de Santiago de Chile
En 1557 el Rey Felipe II solicitó a Roma la erección del obispado
de Santiago de Chile, petición que fue admitida en el consistorio
del 27 de junio de 1561 por el Papa Pío IV, 3 que instituyó
simultáneamente a Rodrigo González como primer obispo, quien
ya había sido presentado por el Rey. En 1561 llegó a Chile como
arcediano de la catedral de Santiago el maestro Francisco Paredes,
iniciándose así el cabildo eclesiástico en esta ciudad y también el
envío desde España de canónigos y dignidades. Este proceso de
incorporación de españoles en una forma más o menos constante a
los cabildos eclesiásticos chilenos, se terminó en 1634, cuando el
licenciado Pedro Camacho 4 se convirtió en el último español
presentado por el Rey que tomó posesión de una canonjía,
muriendo canónigo antes de 1646. Habrá que esperar hasta el año
1799 para ver a otro español en el coro de Santiago. Si bien no
cesaron en el siglo XVII las presentaciones de españoles, no
tomaron posesión, comenzando entonces el predominio chileno en
la composición del cabildo eclesiástico.
Según la erección de la catedral de Santiago 5 dispuesta por el
Rey, el cabildo debía componerse de cinco dignidades: deán,
arcediano, chantre, maestrescuela, tesorero, diez canonicatos, seis
raciones y seis medias raciones. El deán: “Después del obispo u
arzobispo preside y gobierna los cabildos de las iglesias catedrales,
3 Obtuvimos esta información del libro de Gandarillas, Francisco B., Ibidem.
Sin embargo, otros autores señalan que la fecha de la erección canónica
habría sido el 17 de marzo de 1561, como lo sostiene Retamal Fuentes,
Fernando, Chilensia Pontificia. Monumenta Ecclesiae Chilensia, vol 1, tomo 1,
Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, documento N° 0, Acta del
Consistorio en que fue erigida la diócesis de Santiago, p. 2, 2002.
4 AGI, Gobierno, Chile, 455.
5 García y García, Antonio, y Santiago-Otero, Horacio, (eds.), Sínodos de
Santiago de Chile 1688 y 1763, Sínodos Americanos 3, Colección Tierra
Nueva e Cielo Nuevo, Publicaciones Conmemorativas del Medio Milenio del
Descubrimiento de América. Instituto “Francisco Suárez” del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas de España e Instituto de Historia de
la Teología española de la Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid-
Salamanca, pp. 297-310, 1983.
- 146 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
por ende debe ser más honrado en el coro y en el cabildo”. 6 Su
tarea era cuidar y proveer el oficio y culto divino, gobernaba las
procesiones dentro y fuera de la Iglesia y daba las licencias para
salir del coro. El arcediano era: “El primero de los diáconos y
porque los arcedianos son vicarios de los obispos, deben a lo
menos ser ordenado de diácono o de evangelio”. 7 Le correspondía
el examen de los clérigos que se iban a ordenar, la asistencia al
obispo en las celebraciones solemnes, además, por mandato del
obispo, visitaba la ciudad y el obispado. Debía ser por lo menos
bachiller en teología, o graduado en alguna universidad en derecho
canónico o civil. El chantre: “Quiere decir cantor: pertenece a su
oficio comenzar los responsos, y los himnos, y otros cantos...”. 8
Para ser chantre, el requisito era saber cantar, ya que lo hacía desde
el púlpito y debía enseñar a cantar a los que servían en la iglesia.
El maestrescuela tenía el “Cargo de enseñar a los clérigos aquellas
letras que se necesitan para ejercitar bien todas las funciones
eclesiásticas”. 9 Debía ser graduado en derecho civil o canónico, o
bachiller en filosofía. Enseñaba latín a los clérigos y a quienes
servían la iglesia. Antiguamente el tesorero era: “La dignidad, a
cuyo cargo está la custodia de las reliquias y alhajas mas preciosas
de la iglesia”. 10 En la catedral de Santiago se encargaba de cerrar y
abrir la iglesia, tocar las campanas, y mantener provistas y en
orden los elementos necesarios para las celebraciones litúrgicas.
La erección de la catedral de Santiago preveía también la
existencia de diez canonicatos. Para ser canónigo había que ser
sacerdote, ya que se encargaban de las misas diarias de la catedral,
salvo en las festividades que celebraba una dignidad o el obispo.
Finalmente, y también según la erección, debía haber seis raciones
y seis medias raciones. Una ración era: “Una prebenda inmediata a
los canonicatos, tiene ración en alguna iglesia catedral o
colegial”, 11 es decir de menor jerarquía que una canonjía.
En la catedral de Santiago, los racioneros debían ser
diáconos y servir en el altar. Más abajo aún se situaban
los medioracioneros: “Se llama en las iglesias catedrales y
colegiales la prebenda que tiene la mitad de una ración y es inferior
6 Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo 3, p. 29.
7 Ibidem, vol. 1, p. 275.
8 Ibidem, vol. 2, p. 304.
9 Ibidem, vol. 4, p. 454.
10 Ibidem, vol. 6, p. 269.
11 Ibidem, vol. 5, p. 485.
- 147 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
a ella”. 12 Los medioracioneros nunca existieron en el coro de
Santiago, pero la erección preveía que debían estar ordenados de
epístola, y tendrían el oficio de cantar en el altar y en el coro las
epístolas, profecías, lamentaciones y lecciones.
Normalmente, aunque hubo excepciones, el camino de los
ascensos dentro de un cabildo eclesiástico era el siguiente:
medioracioneroracionero-canónigo, y luego las dignidades:
tesorero-maestrescuelachantre-arcediano y deán. Pero no existió
una composición fija de los cabildos, sino que varió según el lugar
y el tiempo. También existieron los prebendados en interin o
canónigos rezantes. Los nombraban los obispos 13 en las iglesias
catedrales de las Indias en que no hubiere por lo menos cuatro
prebendados residentes presentados por el Rey e instituidos
canónicamente. Esta ley se aplicaba si las prebendas estaban
vacantes, o estando proveídas los prebendados se encontraban
ausentes, aunque fuera por legitima causa, por más de ocho meses.
Entretanto que el Rey efectuaba una nueva presentación, el obispo
podía elegir a cuatro clérigos residentes de los más hábiles y
suficientes para que sirvieran en el coro y el altar. Esta ley en
manos de los obispos significó un enorme potencial de
favoritismos, ya que el canónigo rezante posteriormente era
recomendado para la posesión efectiva de la canonjía.
A fines del siglo XVII, el cabildo eclesiástico de Santiago se
componía de cinco dignidades, dos canonjías de oposición, dos
canonjías de merced, 14 además de una supresa a favor de la
Inquisición de Lima. El Rey había dispuesto hacia 1634 por medio
de una real cédula que en las iglesias de Indias se suprimiese la
primera canonjía que vacase y se aplicase su renta para la paga de
los salarios de los inquisidores del Perú. 15 A partir de 1765
comenzaron a existir las capellanías de coro, estas prebendas las
ocupaban diáconos o sacerdotes por nombramiento del obispo. No
constituyeron una vía de acceso al cabildo eclesiástico.
Entre 1765 y 1810 hubo veintiún capellanes de coro en la catedral
de Santiago que desarrollaron posteriormente una carrera como
curas, con la excepción de José Ignacio Infante 16 que fue
racionero en 1816. En 1773 una consulta de la Cámara
de Indias propuso al Rey la erección de dos canonjías y
12 Ibidem, vol. 5, p. 485.
13 Leyes de Indias, Libro I, Ley 13, cap. 6.
14 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 29, f. 15.
15 AGI, Gobierno, Lima, 66.
16 AGI, Gobierno, Chile, 453.
- 148 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cuatro raciones en el cabildo eclesiástico de Santiago de Chile. 17 El
cabildo secular lo había sugerido porque consideraban que podían
sustentarse debido al aumento del diezmo y a que había en el
obispado abundantes clérigos como para ser favorecidos con
prebendas. El Rey las erigió y fueron consultadas por primera vez
en 1774. 18
El cabildo eclesiástico de Concepción
Después de la gran rebelión indígena de 1600, la sede del obispado
más austral del imperio español en América, el de La Imperial, fue
trasladada desde la ciudad homónima, destruida, a la de
Concepción. A partir de 1620 se establece en la nueva sede de
Concepción el cabildo eclesiástico, que debería componerse según
la erección de su catedral de cinco dignidades, diez canonjías, seis
raciones, seis mediaraciones. 19 En el siglo XVII existieron dos
dignidades, deán y arcediano y dos canonjías. En 1677 el Rey
mandó erigir una canonjía magistral que no se erigió sino hasta
1700. En 1778 se erigió la canonjía penitenciaria. A partir de
1729 20 comenzaron las capellanías de coro de la catedral, plazas
ocupadas por diáconos por nombramiento del obispo, aunque
aparentemente hasta 1765 los nombramientos fueron aislados y por
períodos cortos. Los datos que hemos recopilado nos permiten
afirmar que las capellanías de coro no constituyeron un escalón de
la carrera eclesiástica que permitiera la entrada al cabildo
eclesiástico. Por el contrario, de los treinta y nueve capellanes de
coro que hubo en la catedral de Concepción entre 1729 y 1810 sólo
Andrés Aboy fue posteriormente canónigo, los otros treinta y ocho
desarrollaron sus carreras en los curatos del obispado.
El obispo y sus colaboradores en el gobierno de la diócesis
El obispo, cabeza de la diócesis, gobernaba su territorio con la curia
diocesana o conjunto de entidades que colaboraban con él. El derecho
canónico distinguía entre curia de gobierno y administración, que
ejercía la jurisdicción extrajudicial, y curia de justicia, que ejercía
la jurisdicción judicial. A la curia de gobierno y administración
17 AGI, Gobierno, Chile, 452.
18 Ibidem.
19 AGI, Patronato, 4.
20 AGI, Gobierno, Chile, 151.
- 149 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
pertenecían el vicario general, los examinadores sinodales y
párrocos consultores. A esta curia estaban asociados como
organismos auxiliares la secretaría de cámara y gobierno, la
secretaría de visita, el visitador de monasterios. A la curia de
justicia pertenecían el provisor o juez ordinario, los jueces
sinodales, el promotor fiscal, ministros inferiores.
Correspondía al obispo el nombramiento de los jueces de los
tribunales eclesiásticos y el personal que lo ayudaba en su tarea de
administración y gobierno. Podía nombrar como sus colaboradores
tanto a miembros de su entorno personal o seleccionarlos entre los
miembros del cabildo eclesiástico. Tradicionalmente en España y
también en Indias, el cargo de provisor y el de vicario general lo
ejercía la misma persona que realizaba la doble función, por lo que
este era el principal cargo administrativo y judicial de la curia
diocesana después del obispo. Como juez de la Audiencia
episcopal el provisor atendía todos los juicios entre clérigos y
seglares, que en virtud del fuero eclesiástico caían dentro de la
jurisdicción de la Iglesia aunque el motivo de la disputa fuera
secular.
Otro tribunal de la jurisdicción eclesiástica era el Juzgado de
Testamentos, Legados y Obras Pías, que trataba sobre todas las
materias relativas a testamentos que involucraban a la iglesia, las
fundaciones pías, capellanías, dotes y cofradías. Por último, el
Juzgado de Diezmos estaba compuesto por dos jueces que no los
nombraba el obispo sino el cabildo eclesiástico entre sus miembros
por el período de un año. Los diezmos influían en los precios que
se pagaban por los productos agrícolas, según el porcentaje de las
cosechas afectado, y se remataba cada año por partidos
encargándole a seglares su recaudación. Cualquier disputa acerca
del pago de diezmos se presentaba ante este tribunal.
Los examinadores sinodales tenían el encargo de examinar la
competencia y capacidad del clero para el ejercicio de sus
funciones específicas, es decir, la celebración de la misa,
predicación, confesión. Este cargo era muy estimado por el
prestigio que se le atribuía. En los obispado de Santiago y
Concepción lo ejercían tanto los clérigos seculares como los
regulares. Asistía directamente al obispo en la administración el
secretario de cámara y canciller, quien se encargaba del manejo de
los asuntos administrativos y la correspondencia particular y de
gobierno del obispo. Era un cargo de confianza para el que los
obispos frecuentemente seleccionaron a personas de su entorno. El
secretario además llevaba los libros de registros de órdenes,
licencias para misas, predicación y confesión, nombramientos en
curatos y autorizaba los documentos episcopales.
- 150 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Inserción social del cabildo eclesiástico
Quisiéramos destacar que el cabildo eclesiástico como corporación
era una entidad sumamente prestigiosa que actuaba colectivamente
en las festividades públicas y ceremonias civiles y en la misa diaria
de la catedral. Si bien sus decisiones como cuerpo en general no
los relacionaban con los habitantes de la ciudad y de la diócesis,
tenían un contacto estrechísimo con ellos a través del sistema
administrativo y judicial del obispado y de su participación en
otras corporaciones como la universidad, la Inquisición, el tribunal
de Cruzada. Pero el principal contacto con los habitantes del
obispado se daba a través de los juzgados eclesiásticos donde se
tramitaban todos los temas relativos a matrimonios, divorcios,
anulaciones, dotes, funerales, derechos de herencia, censos,
testamentos, diezmos, órdenes sagradas, cofradías, propiedades de
la iglesia, etc.
Grados universitarios en el reino de Chile
En Chile, hasta la fundación de la Universidad de San Felipe, los
grados universitarios se podían obtener por dos vías: directamente
fuera del reino, siendo la Universidad de San Marcos de Lima la
más elegida por los chilenos, o en los conventos del reino.
Justamente para contrarrestar la falta de universidad local, los
monarcas españoles permitieron que al final de los estudios en los
colegios de algunas órdenes religiosas se pudiera optar a grados
universitarios. Los conventos acogieron así a estudiantes seglares o
a futuros clérigos. 21 Pero correspondía al Papa conceder la
categoría de universidad pontificia a los conventos. Fue el Papa
Pablo V quien por medio de la bula “Carissimi in Christo” del 11
de marzo de 1619, 22 concedió este privilegio “a todos los estudios
establecidos en América de los frailes dominicos”.
Pero esta concesión tenía validez por diez años, y no se podían
otorgar los grados universitarios a quienes quisieran usarlos fuera
de las Indias Occidentales. Este privilegio se mantuvo, pero
sometido a una constante revisión y renovación por parte
de Roma. En Santiago se estableció así la Universidad de San-
21 Sobre la educación en el reino anterior y posterior a la fundación de la
universidad de San Felipe, ver Medina, José T., Historia de la Instrucción
Pública en Chile..., op. cit.; Frontaura, José M., Historia del Convictorio
Carolino, Imprenta Nacional, Santiago, 82 pp., 1889.
22 Ramírez, Ramón, OP, Los dominicos en Chile y la primera universidad,
Universidad Técnica del Estado, Santiago, 184 pp., 1979.
- 151 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
to Tomás en el convento dominico del Rosario. El mayor galardón
académico que confería la Universidad era el de doctor en teología.
Poco a poco, sin embargo, se fueron limitando estas posibilidades
ampliamente ofrecidas. Un breve pontificio de 1682 limitó la
convalidación de estudios en los conventos dominicos a los que
estuviera a una distancia de doscientas millas de las universidades
de Lima y México. 23
La Compañía de Jesús recibió la posibilidad de que sus
estudiantes pudieran convalidar los estudios realizados en sus
colegios como grados universitarios por bula del Papa Gregorio
XIII, el 10 de diciembre de 1621. 24 En Chile, se aplicó esta bula al
colegio Máximo de San Miguel de Santiago, fundado en 1611, en
el que se educaron los jóvenes de las familias distinguidas en
calidad de internos. Fue un centro educativo importantísimo en el
que se formaron religiosos, funcionarios civiles, canónigos obispos
y arzobispos. En él se podía optar a los grados de bachiller,
licenciado y maestro en artes y bachiller, licenciado y doctor en
teología. 25 Los reyes de España no aceptaron en Chile ninguna
nueva erección pontificia, a pesar de las gestiones hechas por otras
órdenes que también tenían los mismos cursos.
Ya en el siglo XVII comenzaron las primeras gestiones por
tener una universidad en el reino de Chile. Los obispos Fray
Antonio San Miguel y Fray Juan Pérez de Espinosa, la pidieron al
Rey argumentando que una universidad atraería a los españoles, lo
que ayudaría a poblar el reino y contrarrestaría así la gran densidad
poblacional indígena. Las gestiones por la universidad tomaron
más forma en el siglo XVIII. El cabildo secular de Santiago
impulsó la erección con los argumentos de la falta de estudios de
derecho en Chile, la lejanía con respecto a Lima y la posibilidad
que acarrearía de que los naturales del país también se graduaran.
Con respecto al rector se pedía que el cargo fuera anual y
alternaran en el mismo un sacerdote secular y un seglar, y que se
admitieran en las oposiciones a cátedras a personas de
todos los estados. Los cursos en la Universidad se iniciaron
efectivamente sólo cuando el presidente Amat y Junyent tomó
posesión de la Universidad como vicepatrono y designó a los
23 AGI, Gobierno, Chile, 62.
24 AGI, Gobierno, Chile, 16.
25 Cfr. Hanisch, Walter, SJ, “Del primer Colegio de los Jesuita al Instituto
Nacional, 1593-1813-1963”, en: Boletín de la Academia Chilena de la
Historia, vol. 68, Santiago, pp. 110-136, 1963.
- 152 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
catedráticos el 18 de julio de 1756. 26 Con la erección de la
Universidad de San Felipe en 1738, caducaron los privilegios de
las órdenes de otorgar grado universitario en artes y teología. De
esta manera estos campos del conocimiento salieron del ámbito
monástico y se integraron junto al derecho en un ámbito más
secular.
Los seminarios chilenos
Los seminarios chilenos se fundaron después de la vuelta a Chile
de los obispos de La Imperial y Santiago luego de participar en el
tercer concilio de Lima de 1583, deseosos de poner manos a la
obra con las disposiciones del concilio de Trento. 27 Antes los
clérigos se formaban junto a los obispos o en conventos de
religiosos.
Sin embargo, el Seminario de Concepción desapareció en el
1600, a raíz de la gran rebelión indígena. En el siglo XVII su
existencia no fue continua. Hasta que el obispo Juan de Necolalde
fundó el Seminario conciliar en 1718, 28 es decir durante ciento
veinte años, la diócesis no tuvo Seminario. Esto repercutió
negativamente en el nivel educacional del clero de Concepción. El
mismo obispo en 1724 entregó la dirección del establecimiento a la
Compañía de Jesús. Como los jesuitas tenían la concesión papal de
entregar grados universitarios en los colegios que regentaban desde
1621, a partir de 1730 comenzaron a optar los alumnos del
Seminario por los grados de bachiller, licenciado y doctor en artes
o teología. Después de la expulsión de los jesuitas el Seminario
volvió a estar en manos del clero secular y continuaron
otorgándose grados universitarios, aunque no se ha podido
determinar si los obispos lo hacían con o sin derecho. 29 Muñoz
Olave sostiene en su estudio sobre el Seminario de Concepción que
la opción de los seminaristas a los grados universitarios no fue
precisamente mayoritaria, lo que puede observarse por el listado de
los doctores en teología que entrega en su obra. En relación al
conjunto del clero del obispado, sólo una elite accedía al máximo
grado que otorgaba la institución.
26 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo 1, p. 514.
27 Cfr. Medina, José T., Historia de la Instrucción Pública en Chile..., op. cit.,
tomo1, cap. 3, para más detalles sobre los seminarios.
28 AGI, Gobierno, Chile, 151.
29 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe... , op. cit.,
tomo 1, p. 257.
- 153 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El Seminario de Santiago se fundó en 1584, 30 y tuvo una
existencia constante a lo largo de la época colonial. En 1625 el
obispo Francisco Salcedo entregó la dirección del Seminario a la
Compañía de Jesús, y lo fundió con el Convictorio de San
Francisco Javier. Esta unión duró sólo cuatro años, haciéndose
cargo luego del Seminario los canónigos de la catedral de
Santiago. De esta breve unión heredó el Seminario un buen plan de
estudios basado en la Ratio Studiorum jesuita. 31 Aunque se había
fundado para la formación del clero, tenía las facultades de recibir
en su seno a estudiantes seglares. En la segunda mitad del siglo
XVII, estudiaron en el Seminario solamente tres de los dieciocho
prebendados del coro de Santiago nativos del obispado. Durante el
siglo XVIII, lo hicieron sólo cinco de los treinta y cuatro
prebendados del mismo coro y también nativos del obispado de
Santiago estudiaron en el Seminario de la diócesis. Dos de ellos
eran familiares foráneos de obispos y completaron sus estudios en
este colegio Seminario, los otros tres estudiaron en él en la segunda
mitad del siglo XVIII. Por lo que el Seminario de Santiago
probablemente fue fundamentalmente el centro de formación
sacerdotal del clero parroquial.
30 Cfr. Arancibia Salcedo, Raimundo, “El Seminario de Santiago, 1584-1984”,
en: Anuario de Historia de la Iglesia en Chile, N°2, Ediciones Sociedad de
Historia de la Iglesia, Santiago, pp. 9-36, 1984; también Lira Montt, Luis,
“Los colegios reales de Santiago de Chile”, en: Revista de Estudios Históricos,
N° 21, Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas, Santiago, pp. 7-
91,1976.
31 Centro de exalumnos del Seminario de Santiago, El Seminario de Santiago
de los Santos Ángeles Custodios. Recuerdos testimonio de veneración y
gratitud de sus exalumnos. 1857-1957, Imprenta Artes y Letras, Santiago, 2
vols., 1957.
- 154 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 8
El cabildo eclesiástico de Concepción (1650-1700)
Entre 1650 y 1700 fueron presentados por el Rey veintitrés
clérigos presbíteros al cabildo eclesiástico de Concepción. La
desproporción entre presentados y las cuatro sillas del coro a
ocupar es evidente en un período temporal tan corto. La
explicación la hallaremos en la relación del cabildo eclesiástico
con la Monarquía en este período.
Origen geográfico de los prebendados
Todos los prebendados presentados fueron nativos del reino de
Chile. Cuatro nacieron en la ciudad de Concepción, tres en Chillán,
uno en Angol, y de otros seis tenemos la seguridad por sus datos
biográficos que habían nacido en el obispado de Concepción pero
desconocemos con exactitud la ciudad (figuran como nativos de
lugar indeterminado del obispado de Concepción en el Gráfico 1).
De la ciudad de Santiago eran nativos seis de los presentados, uno
nació en Quillota. De dos prebendados sólo sabemos que eran
chilenos, pero no su ciudad natal (figuran como nativos de lugar
indeterminado en Chile en el Gráfico 1).
En todo el siglo XVII ningún foráneo al reino fue presentado
por el Rey en las prebendas de este coro, según lo muestran las
cédulas de presentación para este cabildo eclesiástico. 1
Grados universitarios de los prebendados de Concepción
Entre los nativos del obispado de Concepción no abundaron los
grados universitarios. Más aún los obispos los recomendaban por
sus virtudes personales, pero aclarando que carecían de estudios o
eran de muy bajo nivel intelectual. De siete de los prebendados se
sabe que no estudiaron, otros dos eran maestros en teología. Uno
1 AGI, Gobierno, Chile, 463.
- 155 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
había estudiado en el Seminario de La Imperial. Dos eran doctores
en teología y habían estudiado en Santiago, uno en el colegio Santo
Tomás, el otro en el colegio de los jesuitas. Sólo Pedro de Camus
era doctor en ambos derechos por la Universidad de Lima (ver
gráfico 2).
- 156 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Con respecto a los nativos del obispado de Santiago, cuatro
eran doctores en teología, uno egresado del colegio Santo Tomás,
otro del colegio de los jesuitas y de los otros dos desconocemos el
colegio de obtención del grado. Uno había estudiado en el
Seminario de Santiago. De los otros tres se desconoce el grado
universitario, pero de uno de ellos sabemos que estudió con los
jesuitas. Sobre los otros dos chilenos de los que no se conoce
exactamente el lugar de nacimiento, sabemos que uno era doctor
en teología, pero no donde estudió, del otro se ignora directamente
el grado universitario (ver gráfico 3).
De los veintitrés canónigos, sólo uno era doctor en ambos
derechos y siete eran doctores en teología. De estos últimos, dos
eran nativos de Concepción, tres de Santiago y del otro se sólo
sabemos que era chileno.
Para facilitar la comprensión del desarrollo de la carrera
eclesiástica de los prebendados del coro de Concepción incluimos
el siguiente mapa de 1777 compuesto por Tomás López, 2
2 Extraído de Instituto Geográfico Militar, Atlas cartográfico del reino de
Chile, siglos XVII-XIX, Santiago, 1981, lámina 5, reproducción del original de
la Biblioteca Nacional de Chile.
- 157 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Carrera precapitular de los prebendados del cabildo
eclesiástico
De cura a canónigo
En esta época, la posesión en propiedad de un beneficio
eclesiástico se manifestó como la vía de acceso al cabildo
eclesiástico. Dentro de este grupo distinguimos los que
ascendieron posteriormente a Santiago y los que sólo sirvieron en
el coro de Concepción.
De Concepción a Santiago
Entre los curas de Concepción, hubo algunos para los que el
ascenso al cabildo eclesiástico marcaba el final de su carrera. Así
lo fue para Antonio Espinosa, nacido en Concepción. 3 No consta
que obtuviera ningún grado universitario. Fue cura y vicario del
fuerte de San Cristóbal, y en 1651 ganó por oposición el curato del
Sagrario de la catedral. 4 Desde 1659 fue además canónigo rezante, 5
nombrado por el obispo Dionisio Cimbrón. Aunque nunca figuró
en listados de candidatos y consultas de la Cámara de Indias, fue
presentado en 1673 a una canonjía de Concepción. 6 Había sido
recomendado para prebendas por los gobernadores Pedro Porter
Casanate, 7 Ángel Peredo y Francisco de Meneses 8 y por el obispo
Loyola y Vergara. 9
No conocemos la carrera previa a la presentación de Juan
Gómez de Osorio y Rivadeneira como canónigo de Concepción en
1651, 10 pero había levantado relación de méritos en Madrid, 11 y
figuraba en el primer y segundo lugar en los listados de candidatos
de la Cámara de Indias para canonjías de Concepción. 12
Ya canónigo empezó a ser considerado en sexto y séptimo
lugar para las dignidades de Santiago, y esto no varió aunque el
obispo Cimbrón avisó a la Cámara de Indias en 1658 que:
“Hizo dejación de su canonjía y no la sirve”, 13 noticia
que conocemos por la cita de la carta en los listados
3 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 31, f. 139.
4 AGI, Gobierno, Chile, 22.
5 Ibidem.
6 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 166.
7 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 28, f. 195.
8 Ambas recomendaciones en AGI, Gobierno, Chile, 22.
9 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 432 vta.
10 AGI, Gobierno, Chile, 463.
11 AGI, Gobierno, Chile, 164.
12 Ibidem.
13 Ibidem.
- 158 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 159 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de candidatos. Pese a esto, fue ascendido al arcedianato de
Concepción en 1663 y en 1667 al deanato. 14
Entre los que ascendieron a Santiago encontramos a Rodrigo
Arias de Umaña, nacido en Concepción, 15 comenzó su carrera
eclesiástica como cura y vicario de Arauco, y pronto fue nombrado
visitador general del obispado. Antes de 1648 ya era canónigo de
Concepción, 16 en 1648 fue presentado al arcedianato 17 y en 1651
al deanato. 18 Era además el hombre de confianza del obispo Diego
Zambrana Villalobos, su provisor y vicario general 19 y albacea. 20
A partir de 1660 figura en los primeros cinco lugares de los
listados de candidatos de la Cámara de Indias exclusivamente para
las dignidades del coro de Santiago 21 y en ternas de consultas para
las mismas prebendas. 22 Ascendió a la tesorería de Santiago en
marzo de 1663, 23 en mayo fue consultado en primer lugar por la
Cámara de Indias para la maestrescolía, 24 a la que fue presentado
en septiembre, 25 de la que nos consta que tomó posesión. Este es
uno de los casos en que el ascenso a la tesorería tuvo como
finalidad la presentación a la maestrescolía, en un escrupuloso
respeto del sistema de ascensos establecido. Por otro lado, en enero
de 1663 el gobernador del reino Ángel Peredo lo había
recomendado eficazmente al Rey:
Procede con suma integridad aceptación y prudencia. Es sujeto de
aventajadas prendas conocida virtud y lucidas letras, de uno y otro
hizo demostración en el suceso del tumulto que depuso del mando
a Don Antonio Acuña de Cabrera, gobernador de este reino, a que
se opuso Don Rodrigo Arias con notable valor y peligro de su
vida, procurando aquietar el tumulto y asegurar la vida al
gobernador como a imagen de Vuesa Majestad, y fue
de grandísima importancia la resolución autoridad y elocuencia de
este sujeto para sosegar lo uno y estorbar lo otro
en que hizo a Vuesa Majestad un muy señalado servicio. Es
14 Ambos ascensos en AGI, Gobierno, Chile, 463.
15 ANH, Escribanos 311.
16 AGI, Gobierno, Chile, 22, también de este legajo obtuvimos los datos
biográficos anteriores.
17 AGI, Gobierno, Chile, 463.
18 Ibidem.
19 AGI, Gobierno, Chile, 22.
20 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 49.
21 AGI, Gobierno, Chile, 164.
22 AGI, Gobierno, Chile, 2.
23 AGI, Gobierno, Chile, 463.
24 AGI, Gobierno, Chile, 2.
25 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 19, p. 470.
- 160 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
digno de que Vuesa Majestad le honre con una de las iglesias de
las Indias que será premio de sus méritos. 26
El maestro en teología Pedro Artaño, por su parte, había sido
cura en los fuertes de la frontera indígena 27 antes de que el obispo
Luis Jerónimo Oré lo nombrara cura del Sagrario de la catedral: 28
Por la necesidad que había en esta ciudad de la Concepción de
hombre de semejante virtud y suficiencia y buen ejemplo. Muy
idóneo en la lengua de este reino de Chile. 29
En 1634 fue presentado como canónigo de Concepción 30 y
ascendió primero a la tesorería 31 de Santiago y luego a la
chantría, 32 muriendo en el ejercicio de esa prebenda.
Francisco Álvarez de Toledo recién ordenado sacerdote fue
visitador general del obispado y cura interino del Sagrario de la
catedral, nombrado en ambas funciones por el obispo Diego
Zambrana Villalobos. 33 A partir de 1651, además, la sede vacante
lo nombró canónigo interino, figurando desde esa época en quinto
lugar en los listados de candidatos de la Cámara de Indias para
dignidades de Concepción. 34 Fue presentado a una canonjía de ese
coro antes de 1655, 35 que renunció, 36 trasladándose a Santiago e
incardinándose en esa diócesis. Allí la sede vacante lo nombró
Visitador de Cuyo, 37 y estando en el ejercicio de ese cargo fue
presentado a una canonjía en Santa Cruz de la Sierra en 1657, 38
ascendiendo en ese coro hasta el deanato en 1669. 39 Álvarez de
Toledo fue el único canónigo de Concepción que ascendió a otro
coro que no fuera el de Santiago.
Una mención especial merece Domingo Sarmiento, quien antes
de entrar al cabildo eclesiástico de Concepción sirvió en diferentes
26 AGI, Gobierno, Chile, 22.
27 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 51
28 AGI, Gobierno, Chile, 43.
29 Ibidem.
30 AGI, Gobierno, Chile, 455.
31 Ibidem.
32 Ibidem.
33 AGI, Gobierno, Charcas, 96.
34 AGI, Gobierno, Chile, 164.
35 AGI, Gobierno, Chile, 2.
36 AGI, Gobierno, Lima, 303.
37 AGI, Gobierno, Charcas, 96.
38 AGI, Gobierno, Chile, 164.
39 AGI, Gobierno, Charcas, 723.
- 161 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
curatos del obispado y en la administración diocesana. A partir de
1684 fue cura de Arauco, visitador general del obispado, vicario
foráneo de los fuertes de la frontera, cura de Toquigua y
Valdivia, 40 hasta ganar por oposición el curato de la catedral en
1689. Al llegar Fray Martín de Hijar como obispo de Concepción
lo nombró en 1693 su secretario de cámara 41 y provisor y vicario
general. 42 Dos años después aparece consultado para las
dignidades del coro de Concepción, 43 en el que fue presentado a
una canonjía. 44 Hacia el 1700, una enfermedad mantenía postrado
al obispo Hijar, recayendo en Sarmiento el gobierno del obispado.
Los gobernadores de Chile Tomás Marín de Poveda y Francisco
Ibáñez de Peralta informaron al Rey negativamente sobre el
desempeño de Sarmiento. El primero, diciendo que Fray Martín de
Hijar, imposibilitado de ejercer el episcopado, hacía todo lo que le
decía Sarmiento, 45 quien se entrometía además en la jurisdicción
civil. El segundo, lo acusaba de abusos en la administración
eclesiástica. 46 Sin embargo, a la muerte del obispo Hijar, el cabildo
eclesiástico lo nombró vicario capitular, 47 y lo fue durante ocho
años. Pese a las acusaciones, el Rey lo presentó al arcedianato de
Concepción en 1709 48 y al deanato en 1712. 49 En la administración
diocesana continuó siendo provisor y vicario general de los
obispos Diego Montero del Águila, Juan de Necolalde y Francisco
Escandón, 50 murió en el ejercicio de esa función y del deanato en
1727. 51
La carrera de Pedro Careaga Elosu se inició con el
nombramiento por parte del gobernador Martín de Mujica
como capellán mayor del ejército 52 inmediatamente
después de su ordenación. Fue también cura de Chillán
y del Sagrario de Concepción, y canónigo rezante del
40 Todos los datos han sido extraídos de AGI, Indiferente General, 215.
41 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, f. 123.
42 AGI, Gobierno, Chile, 164.
43 AGI, Gobierno, Chile, 2.
44 AGI, Gobierno, Chile, 463.
45 AGI, Gobierno, Chile, 103.
46 AGI, Gobierno, Chile, 164.
47 Reinaldo Muñoz Olave, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 440.
48 AGI, Gobierno, Chile, 463.
49 Ibidem.
50 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., pp. 443 y 444.
51 AGI, Gobierno, Chile, 164.
52 AGI, Gobierno, Lima, 53.
- 162 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
coro de Concepción. 53 Sus contactos en Lima le consiguieron una
recomendación del virrey marqués de Mancera en 1647:
Hijo de padres beneméritos del reino de Chile y sujeto de muy
buenas letras y mucho talento, de los servicios y méritos de sus
padres y de los suyos consta pretende el arcedianato del obispado
de la Concepción de Chile, que está vaco, y el sujeto lo merece o
la merced que Vuesa Majestad sea servido de hacerle de otra
cualquier prebenda en las iglesias de estos reinos. 54
En el mismo año el gobernador Martín de Mujica lo recomendaba
así:
Muy docto en letras y de muy aceptada predicación, en virtud un
ejemplo admirable y en pureza un ángel punto tan importante para
freno a todos los feligreses que le estimo el mas esencial por el
común vicio de estas provincias, en calidad de los sujetos de esta
ciudad y por su virtud le elegí capellán mayor; él pretende el
arcedianato de esta catedral que está vaco, yo le deseo obispo
porque sosegará grandemente mi corazón si le viera en esta
dignidad, e hiciera gran provecho en las almas de estos miserables
naturales. 55
Semejantes recomendaciones le valieron la presentación a una
canonjía de Santiago 56 en 1648. También se hallan dentro de este
grupo Francisco Mardones Lagos, Pedro de Lea Plaza, Francisco
Ramírez de León (sus carreras las analizamos en el capítulo 10) y
Pedro de Camus, quien no tomó posesión de su ascenso. 57
Gabriel Sánchez Cabeza de Vaca, fue el único que ascendió
desde la administración diocesana de Concepción al cabildo
eclesiástico de Santiago. Fue el secretario de cámara de Diego
Zambrana Villalobos, obispo de Concepción, 58 quien además lo
nombró canónigo rezante antes de 1650. A partir de esa fecha
empezó a ser considerado en listados de candidatos sobre todo de
canonjías en Concepción y de dignidades en Santiago.
En 1665 el Rey lo presentó a una canonjía de Concepción, 59
y a partir de entonces fue consultado dos veces para
las dignidades de Concepción y otras dos veces para canonjías
53 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, f. 82.
54 AGI, Gobierno, Lima, 53.
55 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 302 vta.
56 AGI, Gobierno, Chile, 455.
57 AGI, Gobierno, Chile, 455.
58 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 296 vta.
59 AGI, Gobierno, Chile, 463.
- 163 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Santiago. 60 Había muerto cuando le llegó la presentación a una
canonjía de Santiago 61 en 1673.
Entre los que no conocemos la carrera previa a la presentación
regia a una canonjía de Concepción, se encuentra Gaspar Diez
Hidalgo. Sólo sabemos que era doctor e intuimos contactos
directos con la Cámara de Indias porque en 1657 figuró en primer
en lugar en los listados de candidatos de la Cámara para una
canonjía de Concepción, y en los siguientes siete años estuvo
siempre entre los seis primeros lugares para canonjías y dignidades
de Concepción y en torno al décimo y décimo cuarto lugar para
dignidades de Santiago. 62 También fue consultado en el primer
lugar para canonjías de Concepción y en el tercero para canonjías
de Santiago, cuatro veces. 63 Fue presentado como canónigo de
Concepción antes de 1664 64 y en 1665 ascendió a una canonjía de
Santiago, 65 pero en 1673 aún no había tomado posesión por
enfermedad, lo que fue avisado a la Cámara de Indias por el obispo
Humanzoro. 66 Sin embargo en 1678 aún figuraba en el primer
lugar en una consulta de la Cámara de Indias para la tesorería de
Santiago. 67
De curatos de Santiago al coro de Concepción
Desarrollaremos más en su contexto histórico en la segunda parte
de este capítulo el proceso de estas presentaciones, sin embargo es
importante destacar aquí que la Monarquía en este siglo estableció
la posibilidad de ascensos desde curatos de Santiago al cabildo
eclesiástico de Concepción. Podemos ejemplificarlo con la carrera
del cura de Mendoza, Jacinto Medina, quien sirvió ese beneficio
desde 1653. Hasta 1664, fue considerado por la Cámara de Indias en
los primeros cinco lugares de los listados de candidatos para canonjías
de Santiago y entre el duodécimo y decimoséptimo lugar para
dignidades de ese coro. Desde 1665 se lo consideró también para el
coro de Concepción, en los primeros cinco lugares de los listados de
candidatos ya fuera para canonjías o dignidades, y en consultas. En
60 AGI, Gobierno, Chile, 2.
61 AGI, Gobierno, Chile, 455.
62 AGI, Gobierno, Chile, 164.
63 AGI, Gobierno, Chile, 2.
64 AGI, Gobierno, Chile, 164.
65 AGI, Gobierno, Chile, 455.
66 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, f. 143.
67 AGI, Gobierno, Chile, 2.
- 164 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
1668 además el obispo Humanzoro lo nombró visitador general del
obispado. 68 Así fue como ascendió desde el curato de Mendoza al
arcedianato de Concepción en noviembre de 1681, 69 para en
realidad poder ser ascendido a una canonjía de Santiago, lo que
ocurrió en diciembre de 1681, 70 de la que no tomó posesión por
muerte. 71
Lorenzo Armijo, natural de Angol, 72 se estableció con su
familia en Santiago después de la gran sublevación. Abrazó la
carrera eclesiástica y fue cura doctrinero en el obispado de
Santiago en varias doctrinas, y desde 1659 además visitador
general del obispado, nombrado por la sede vacante. A partir de
1673 figura en los listados de candidatos de la Cámara de Indias 73
para canonjías de Santiago y de Concepción, y para la tesorería de
Santiago. En 1677 una recomendación del obispo Fray Diego de
Humanzoro: “El clérigo más antiguo y de más autoridad de aquel
obispado. Muy benemérito para emplearle en una silla de la dicha
catedral”, 74 le valió la presentación como canónigo de Concepción,
donde ascendió hasta el arcedianato, aunque no tomó posesión por
muerte. En la segunda parte de este capítulo profundizaremos más
en este tema en el contexto político de relación del cabildo
eclesiástico con la Monarquía.
Los curas consultados no presentados
Distinguimos entre los curas del obispado de Concepción y
Santiago que figuraron en listados de candidatos y consultas para
el cabildo eclesiástico de Concepción.
Del obispado de Santiago, diez curas y dos capellanes de la
Audiencia figuran en los listados de candidatos de la Cámara de
Indias para canonjías de Concepción. Sólo Gabriel Morales Negrete,
cura del Sagrario de Santiago a partir de 1654, 75 y visitador general
del obispado desde 1666, 76 figura además a partir de 1669 y hasta
1674 en tres consultas de canonjías y una del arcedianato de Con-
68 AGI, Gobierno, Chile, 164.
69 AGI, Gobierno, Chile, 463.
70 Ibidem.
71 AGI, Gobierno, Chile, 164.
72 Los datos biográficos de Armijo, si no indicamos lo contrario, los hemos
extraído de Prieto del Río, Luis, Diccionario..., op. cit., p. 53.
73 AGI, Gobierno, Chile, 164.
74 Ibidem.
75 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit.., p. 166.
76 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 165 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cepción. 77 Las fechas coinciden con las noticias tenidas en la
Cámara de Indias de que los presbíteros santiaguinos ascendidos a
Concepción no tomaban posesión de las prebendas personalmente
(desarrollaremos más este aspecto en la segunda parte del presente
capítulo). Así, la carrera de Morales Negrete confirma nuestra
interpretación de los hechos ya que siendo cura del Sagrario y
visitador general, aunque consultado en el primer y segundo lugar
para canonjías de Concepción, no fue sin embargo presentado. Los
curas considerados pertenecían dos al Sagrario de la catedral, uno
al curato de Santa Ana, y los siete restantes a curatos de todo el
obispado. Todos figuraron en los listados de candidatos de
vacancias de los cabildos eclesiásticos de los dos obispados.
Con respecto a los presbíteros de Concepción, se trata de tres
curas y de Juan Ruelas Sandoval, provisor y vicario general,
ninguno formó parte de una terna de consulta, sólo figuraron en los
listados de candidatos. Los tres curas lo fueron en la década de
1640, y figuran en listados de candidatos hasta 1657 de canonjías
de Santiago y de canonjías y dignidades de Concepción. Juan
Ruelas fue provisor y vicario general en 1662, y a partir de 1672
figura en dos listados de candidatos de canonjías para Santiago y
tres para Concepción. A partir de 1678 y hasta 1705, sólo figura en
listados de candidatos de dignidades, siete de Santiago y tres de
Concepción. En 1698 otros dos curas de Concepción figuraron en
listados de candidatos de la Cámara de Indias para canonjías y
dignidades exclusivamente de Santiago.
Obediencia a la Monarquía: el cabildo eclesiástico de
Concepción a fines del siglo XVII
A partir de 1660 se desarrolló un enfrentamiento entre el cabildo
eclesiástico de Concepción y la Cámara de Indias por la provisión
de las prebendas de ese cabildo. Pero la verdadera razón del
conflicto entre ambas instituciones giraba en torno al control
del cabildo eclesiástico. La controversia se manifestó por un lado,
en la desobediencia de los canónigos de Concepción y
Santiago al negarse a tomar posesión de los ascensos
para los cuales eran presentados por el Rey. Por otro, en
la tozudez de la Cámara de Indias en ignorar los reclamos
locales, la ignorancia en España de lo que pasaba en Concepción,
la impotencia por no poder imponer las decisiones tomadas
77 AGI, Gobierno, Chile, 2.
- 166 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
a 13,000 km de distancia, la pasividad de los gobernadores del
reino, la ausencia prolongada de la sede vacante, que convirtieron
al cabildo eclesiástico de Concepción en una trinchera de la Iglesia
local, gobernada por medio de vicarios capitulares o gobernadores
que eran a la vez las dignidades del cabildo.
Los primeros antecedentes de la problemática los conocemos a
través de una carta del gobernador de Chile al Rey. En 1663
escribía Ángel Peredo refiriéndose a la Iglesia de Concepción:
Hoy se halla esta misma Iglesia sin prebendados con solo el deán y
dos clérigos que asisten a los oficios divinos a título de
prebendados en interin y aunque Vuesa Majestad fue servido de
proveer un arcediano y canónigo estos dos sujetos no han venido a
esta Iglesia aunque tienen aceptados los puestos. Es la causa que
viven en la ciudad de Santiago donde tienen comodidades con que
pasar y sienten venir adonde no hallarán ninguna respeto de no
tener congrua con que sustentarse porque desde el alzamiento
hasta hoy no ha habido rentas eclesiásticas por haberles faltado
con aquel infortunio... En esta atención ha parecido proponer a
Vuesa Majestad sujetos beneméritos de esta misma Iglesia para las
dignidades y prebendas de ella. 78
El asunto de la falta de residencia de los prebendados de
Concepción llegó también hasta Lima. El virrey Conde de Lemos
tuvo que responder por esta situación y lo hizo en los siguientes
términos:
En cuanto a que por la pobreza de aquella Iglesia la han
desamparado sus prebendados, tengo entendido que esto proviene
de que las mercedes que Vuesa Majestad se sirve hacer de los
prebendados de ella recaen en clérigos que están en la ciudad de
Santiago los cuales gozan allí sus comodidades haciéndose residir
por sus podatarios en la catedral de Concepción hasta tanto que los
promueven a otra Iglesia y no dudo que si estas mercedes se
hicieren en sacerdotes vecinos de la Concepción que hay muchos
que actualmente sirven en los curatos de aquel ejército asistieran
en aquella Iglesia con la puntualidad a que son obligados. 79
Lo interesante es que lo que citamos fue a la vez una cita de la
carta del virrey del 22 de septiembre de 1671 que bajó a la Cámara
de Indias con la siguiente recomendación regia:
78 AGI, Gobierno, Chile, 22.
79 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 167 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Y téngase presente en la Cámara de Indias lo que el virrey
representa acerca de la causa porque los prebendados de la
Concepción de Chile no asisten a la obligación de su residencia
para cuando se consulten las prebendas de aquella Iglesia. 80
Diez años después la situación no había cambiado. En 1673 el
cabildo eclesiástico de Concepción seguía compuesto por un solo
individuo presentado, el ahora arcediano Francisco Mardones
Lagos, prebenda que ocupaba desde 1667. 81 Antes había sido
canónigo rezante 82 nombrado por el obispo Francisco de Loyola y
Vergara. En 1666 había contado con la recomendación expresa del
gobernador Francisco Meneses para el arcedianato de Concepción:
“Y para el arcedianato al licenciado Francisco Mardones que es
canónigo habitual de ella”. 83 Pedro de Camus ocupó el lugar de
Mardones nombrado también por el obispo Loyola canónigo
rezante de la catedral de Concepción, a quien recomendó a la
Cámara de la siguiente manera en 1672:
El Maestro Pedro de Camus, hijo de padres notoriamente nobles y
de legitimo matrimonio es de 34 años de edad tiene diez de
sacerdote, graduado de Maestro en Artes y de buenas letras, el
único clérigo en este obispado que se pone en el púlpito y con
acierto, hoy hace oficio de canónigo interinario rezante. Muy
digno de que Vuesa Majestad le nombre prebendado de esta
Iglesia y en la de Santiago y en otra mayor merece ser honrado por
Vuesa Majestad. 84
Mardones era además el provisor y vicario general del
obispado, nombrado por el mismo obispo, quien lo había
recomendado al Rey para el deanato de la catedral de Concepción 85
de la siguiente manera:
Hijo legítimo de padres nobles sus estudios son moderados, pero
es entendido en la práctica y judicatura para el oficio de provisor
que hoy tiene y ejercita con desinterés y buen nombre, y es digno
de que Vuesa Majestad le promueva al deanato que está vaco. 86
80 Ibidem.
81 AGI, Gobierno, Chile, 66.
82 AGI, Gobierno, Chile, 2.
83 AGI, Gobierno, Chile, 22.
84 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 425 vta.
85 Ibidem, f. 423 vta.
86 Ibidem, f. 431 vta.
- 168 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Pero en los ascensos inmediatamente posteriores, el Rey no lo
consideró para ese deanato, sino que en 1673 lo ascendió a una
canonjía de la catedral de Santiago, que Mardones no aceptó en los
siguientes términos:
Esta Iglesia, Señor, es la mas pobre que tiene Vuesa Majestad en
lo dilatado de su Monarquía, y siendo así que la he servido mas de
once años, único prebendado de ella, apenas y con mucha miseria
me sustento: Hállome en la patria donde nací entre mis deudos que
me socorren en las comunes necesidades, con la edad adelantada;
y puede mas la corta salud para mudar temperamento, que el
vilipendio de la necesidad referida que padezco, a que se junta que
el venerable obispo de esta catedral, habiendo reparado que no hay
en ella otro prebendado sino yo, y, el inconveniente que tiene
quedar solo sin su cabildo, ni prebendado alguno con quien
formarle, me ha puesto a la vista el embarazo para la aceptación,
hasta que Vuesa Majestad mande otra cosa. Por esta causa y las
que tengo representadas, me hallo obligado a postrarme a los
reales pies de Vuesa Majestad suplicándole humildemente... sea
servido tener por bien de que yo me quede en esta Iglesia,
honrándome en ella con la dignidad de deán. 87
Mardones, simplemente, no fue a tomar posesión de la
canonjía de Santiago, permaneciendo en Concepción como
arcediano y provisor. En 1678 le llegó un ascenso, pero para la
tesorería de Santiago, 88 mientras que el apetecido deanato de
Concepción lo recibía Francisco de Urbina, 89 clérigo del obispado
de Santiago presentado en 1673 para una canonjía de la catedral de
Concepción de la que había tomado posesión por poderes, sin pisar
nunca la ciudad. La Cámara de Indias ascendía a Mardones en
Santiago y a Urbina en Concepción suponiendo que se cumplían
las presentaciones normalmente.
El 27 de noviembre de 1680 el gobernador de Chile Juan
Henríquez, tomó cartas en el asunto informando al Rey de la
situación en su calidad de vicepatrón, de la verdadera causa por la
que Mardones seguía negándose a salir de Concepción:
Sirvióse Vuesa Majestad de hacer merced del deanato de la Iglesia
catedral de Concepción al licenciado Don Francisco de Urbina en lugar
del licenciado Don Francisco Mardones, que está promovido a la teso-
87 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 29, ff. 8 y 9, carta de Francisco
Mardones al Rey del 23 de mayo de 1674.
88 AGI, Gobierno, Chile, 455.
89 AGI, Gobierno, Chile, 463.
- 169 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
rería de la Iglesia catedral de Santiago. Y de pedimento de Don
Francisco de Urbina, los oficiales reales de la ciudad de
Concepción para cobrar el derecho de mesada requirieron a Don
Francisco Mardones que aceptase la merced de Vuesa Majestad y
respondió que Vuesa Majestad le concedía facultad por su título
para que aceptase dentro de tres años y que de presente no podía
hacer la aceptación porque se hallaba enfermo y que en estando
mejor tomaría la determinación que le conviniese. Y me parece
que Don Francisco Mardones nunca pasará a esta Iglesia por estar
bien hallado en la de Concepción. 90
Finalmente Mardones fue presentado para el deanato de
Concepción en 1678, 91 y en 1681 para la mastrescolía de la
catedral de Santiago, 92 que rechazó y se lo comunicó a la
Cámara. 93 El deán Mardones era además desde 1677 el vicario
capitular del obispado por muerte del obispo Loyola, quien murió
siendo obispo electo de Santa Cruz de la Sierra. 94
Mientras tanto la Cámara de Indias había continuado
consultando a presbíteros de Santiago para las vacancias de
Concepción. Ninguno de los tres favorecidos había acudido a
tomar posesión de las prebendas. La situación fue denunciada el 10
de octubre de 1688 por el arcediano Pedro de Camus, ahora
gobernador del obispado de Concepción nombrado por el obispo
electo Fray Luis Lemus Usategui. En realidad Camus envió una
carta de recomendación de clérigos del obispado para el cabildo
eclesiástico de Concepción en la que expuso la situación de los
prebendados santiaguinos:
He propuesto los contenidos para que siendo Vuesa Majestad
servido de presentarlos en las canonjías vacas de esta Iglesia
cesara el gran inconveniente que se sigue se provean en clérigos
del obispado de Santiago que no las pretenden sino porque les
sirvan de grada para ascender a las sillas de aquella catedral como
lo ha mostrado la experiencia, pues habiendo Vuesa Majestad
presentado por canónigo de esta Iglesia a Don Juan Olivares el año
de ‘674 ... dilató la posesión que fue por poder hasta el de ‘677 y
el de ‘681 lo obligó el Capitán de Artillería Don Juan
Henriquez que gobernaba este reino a que viniese a servir su
prebenda o que la renunciase y juntamente a Don Francisco de
Urbina, Lorenzo Armijo y Jacinto Medina, que con haberlos
90 AGI, Gobierno, Chile, 23.
91 AGI, Gobierno, Chile, 164.
92 AGI, Gobierno, Chile, 455.
93 AGI, Gobierno, Chile, 455.
94 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 170 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
hecho Vuesa Majestad canónigo, arcediano y deán de esta Iglesia
jamás entraron en ella. 95
La Cámara supo además en 1681 por una carta de Juan
Velarde, 96 escribano público y de cabildo de Concepción, que
Jacinto Medina y Lorenzo de Armijo no habían tomado posesión
de su canonjía ni si quiera por apoderado probablemente por estar
muertos, según lo aseguraban los rumores de los que Velarde se
había hecho eco.
La situación era tan confusa en esa época para la Cámara de
Indias como para nosotros hoy. Entre los que no tomaron posesión,
los que murieron, los que nunca fueron a Santiago y los que no
salieron de Concepción, en la Cámara de Indias no se sabía que
consultar ni se entendía que había pasado. En noviembre de 1683
una circular interna resumía el estado de la situación y en ella se
explica que los ascensos de Mardones, Urbina, Medina, Armijo,
Olivares, que se habían producido desde 1671, la Cámara los había
hecho suponiendo que se había desarrollado normalmente el
proceso de ascensos. La carta de Juan Henriquez de 1681 que
hemos citado los puso sobre aviso de la situación y la Cámara
resolvió por decreto del 14 de octubre de 1682 esperar nuevas
noticias en los navíos que llegaban de Buenos Aires y suspender
las provisiones del deanato y canonjía de Concepción. 97
El tema se replanteó, probablemente con estas noticias en
febrero de 1684, a modo de investigación interna dentro de la
Cámara, tratando de reconstruir el camino de los nombramientos
de Armijo y Medina. 98 La respuesta es elocuente:
La primera presentación que se expidió a favor de Lorenzo de Armijo
(que fue de una canonjía de la Concepción) se despachó en 22 de
noviembre del 1677 y en 10 de diciembre de 1678 la promoción al
arcedianato de la misma Iglesia. Y en 7 de agosto de ‘681 la de deán y
últimamente la de canónigo de Santiago en 30 de noviembre de ‘681.
Jacinto Medina fue sucediendo en todos sus ascensos a Lorenzo de
Armijo de suerte que hasta en la canonjía de Santiago fue nombrado
en segundo lugar para en caso que Armijo hubiese faltado. Y todas las
presentaciones de estos dos sujetos se remitieron en las primeras
ocasiones que hubo próximas a la fecha de ellas y no ha recibido aviso de
su recibo. Y en la Secretaría no hay por donde pueda constar donde
95 AGI, Gobierno, Chile, 66.
96 AGI, Gobierno, Chile, 164.
97 AGI, Gobierno, Chile, 164.
98 Ibidem.
- 171 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
estaban estos dos sujetos cuando fueron proveídos a sus prebendas
mas de lo que se infiere por las relaciones de sus méritos (las cuales
se traen) que en la Lorenzo de Armijo se dice era cura en el obispado
de Santiago sin expresarse de que curato, y en la de Jacinto de Medina
que lo era de la ciudad de Mendoza y que el año de 1668 había sido
nombrado por visitador general de dicho obispado”.
En marzo de 1684 se decidió consultar las prebendas vacas de la
Iglesia de Concepción. Con esta situación queda claro que la
Cámara trabajaba a ciegas suponiendo que se cumplía en los
cabildos, con la misma armonía que ellos trabajaban, la sucesión
de ascensos. Queda claro asimismo que decidían sobre un clero
que les era desconocido, al punto que casi no pudieron justificar la
razón de las elecciones de Armijo y Medina. Trabajaban además
con un esquema de ascensos escrupulosamente respetado y al que
se aferraban: de cura a canónigo, de Santiago a Concepción y de
Concepción a Santiago. La distancia del reino de Chile, la
dificultad de las comunicaciones, y el funcionamiento de un
engranaje administrativo que no se podía parar, llevaba al sistema
administrativo a aferrarse a la información que tenían, que la
mayor parte de las veces era solamente la propia (de ahí las
decisiones en base a suposiciones), y actuar en base a ellas. Si bien
tomaron conocimiento de la situación a través de la carta del
gobernador en la que recomendaba a beneméritos para las
vacancias, nótese que para saber lo que pasaba en Concepción
tuvieron que mandar a preguntar reiteradas veces a lo largo de los
años. Finalmente no les quedó más remedio que retroceder casi
diez años en los nombramientos, dejaron quieto a Mardones y
consultaron en 1684 el arcedianato, al que ascendió Pedro de
Camus. No consultaron las canonjías, que siguieron siendo
ocupadas por canónigos rezantes. Una de ellas fue consultada en
1695 y proveída en Domingo Sarmiento. Prácticamente entonces,
desde 1670 hasta 1695 los canónigos del cabildo eclesiástico de
Concepción fueron rezantes, nombrados por el obispo, vicario
capitular y gobernador. Durante veinticinco años los
nombramientos de canónigos estuvieron fuera de las manos de la
Cámara, que a partir de 1684 y hasta 1695 ni siquiera consultó esas
canonjías, con un reconocimiento tácito de la situación, por
debilidad de gobierno o por encontrar oportuno (siguiendo tal vez
la recomendación del virrey) dejar espacio a los requerimientos
locales.
El hecho es que nada ni nadie pudo mover a Mardones de
Concepción, quien de facto era la autoridad máxima de la Iglesia local
por ser el vicario capitular desde 1677 hasta su muerte, alrededor
de quince años después. El mismo Juan Henríquez explica al Rey
- 172 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
con muy poca vehemencia que a Mardones no le interesan los
ascensos, cuando en realidad la desobediencia al Rey era visible.
Como los gobernadores anteriores del reino de Chile, Juan
Henríquez pasaba gran parte del año en Concepción, es decir en la
frontera sur, conocía muy bien la situación. Ni siquiera él como
vicepatrón intervino para exigir el cumplimiento de las
disposiciones regias.
La Cámara de Indias de Indias estaba plenamente consciente
de que Francisco Mardones actuaba en franca desobediencia, pero
también de su propia posibilidad de hacerse obedecer a la
distancia. En los listados de candidatos para la mastrescolía de
Santiago de Chile en 1686 se habla de esta situación en los
siguientes términos:
Los prebendados de la Iglesia de la Concepción tienen ascenso a la
de Santiago, pero no se propone mas que a Don Pedro de Camus y
Cevallos, arcediano, y a Juan de Olivares, canónigo, porque de
cuatro prebendas que hay en aquella Iglesia el deán es Don
Francisco Mardones, y no quiso aceptar la mastrescolía de
Santiago y una canonjía que está vaca está mandada erigir en
magistral, por cédula de 31 de diciembre del año 1677, y hasta
ahora no ha venido la nominación. 99
Finalmente la Cámara resolvió consultar la mastrescolía y una
canonjía de Santiago, el arcedianato de Concepción y enviar un
despacho al obispo de Concepción para que informase la causa de
por qué no se había provisto la canonjía magistral. 100 No se dice ni
una palabra sobre la actitud a tomar con Mardones. Aparece por
primera vez la mención a la canonjía magistral no erigida de
Concepción pese a la real cédula que así lo disponía de 1677.
Desde la óptica de los prebendados y clérigos de Concepción, la
situación tiene que haber sido irritante. Si la Cámara consideraba al
cabildo de esa iglesia como primera grada hacia Santiago, y no
nombraba a clérigos de la misma Concepción ¿qué expectativas de
ascenso podían tener ellos? Es un hecho que el cabildo eclesiástico
de Concepción no era apetecible para nadie en el siglo XVII. Este
análisis nos permite ver la insistencia machacona de la Cámara de
Indias de ascender a Mardones a Santiago como un medio también
de sacarlo de Concepción, y no simplemente como un sistema que
funcionaba armoniosamente y producía nombramiento tras
nombramiento. Pareciera que la Cámara de Indias trató de dominar
una situación que veía pero ante la cual tenía las manos
amordazadas.
99 AGI, Gobierno, Chile, 164.
100 Ibidem.
- 173 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
La situación no cambió mucho con el nuevo gobernador del
obispado de Concepción, Pedro de Camus, en cuanto a la
oposición a los canónigos provenientes de Santiago y la
imposición de locales en el coro de Concepción. En 1688 Camus
suspendió en su canonjía a Juan Olivares, por pasar más de ocho
meses ausente de Concepción. Olivares era canónigo presentado
desde 1674, ascendió a la canonjía desde el curato de Valparaíso.
Ante la ausencia de Olivares, y la falta de prebendados, Camus
había nombrado dos canónigos rezantes. 101
La Cámara de Indias consideró las dos medidas como
abusivas, según lo comunicó al mismo Camus en real cédula del 9
de agosto de 1690, 102 ya que era legítima una ausencia de cuatro
meses, y como en los años anteriores no se había ausentado, la
Cámara consideraba que podía hacerlo. Ordenaron a Camus la
reposición de Olivares en su canonjía y que en lo sucesivo el
nombramiento de los canónigos rezantes lo hiciera el vicepatrón
usando el derecho de patronato del Rey. Recuerdan a Camus que
él, aunque gobernador del obispado, no tiene autoridad para
hacerlo. Además, en 1689 se encontraba en Madrid Fernando
Erice, cura de Concepción, pretendiendo una canonjía vaca en el
coro de su obispado. A través de él se enteraron en la Cámara de
Indias que nunca se habían mandado los autos de las oposiciones a
la canonjía magistral porque no se había erigido en magistral
ninguna canonjía, tal como lo había mandado el Rey en 1677. Una
real cédula del 5 de abril de 1689 103 pedía explicaciones de lo
sucedido a José de Garro, presidente de Chile. En su respuesta del
15 de septiembre 1690 el presidente explicaba así la situación:
Habiendo recibido la real cédula de Vuesa Majestad de 5 de abril
del año pasado de 1689 en que me ordena informe los motivos que
ha habido para no haberse erigido en la Iglesia de la Concepción
una canonjía de presentación en magistral, conforme a lo dispuesto
por la real cédula inserta de 31 de diciembre de 1677. Hice
despacho para el gobernador del obispado encargándole me
avisara de la causa que había habido, para que no se hubiese
ejecutado el orden de Vuesa Majestad y respondió
que no había tenido noticia de la cédula citada e hizo diligencia
con Don Francisco Mardones deán de aquella Iglesia,
101 AGI, Gobierno, Chile, 5.
102 Colección de documentos históricos del Archivo del Arzobispado de
Santiago, Cedulario II, 1650-1699, Imprenta de Chile, Santiago, p. 458, 1920.
103 Ibidem, p. 456.
- 174 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
sobre que exhibiese la cédula si la había recibido, y también
respondió que no había llegado a sus manos. Y sobre esta
diligencia lo que me resta que obrar es, instar sobre el
cumplimiento de la nueva cédula y que se proceda a poner edictos
para la oposición de la canonjía magistral. 104
Es posible que la real cédula de 1677 no hubiera llegado a
Concepción por los problemas de comunicación generados por la
distancia. Pero, en el contexto que estamos desarrollando, podemos
interpretar los hechos de otra manera. Las oposiciones a una
canonjía magistral estaban reservadas a doctores en teología que
no abundaban en Concepción, en realidad no abundaban en el
reino los doctores. Convocar oposiciones a la canonjía magistral
implicaba atraer opositores de otros obispados, sobre todo
santiaguinos. De hecho, las oposiciones a las canonjías magistral y
doctoral de Santiago tuvieron tres opositores cada una. Fue un
peruano, Francisco de Quevedo y Zaldivar, 105 quien resultó
favorecido con la canonjía doctoral. No era imposible entonces que
un opositor fracasado de Santiago hubiera sido presentado en
Concepción.
La real cédula de 1677 sostenía que se erigía en magistral para
que el clero se aplicara a los estudios y hubiera sujetos para cubrir
las vacancias del coro y para prelacías. 106 Mientras estos buenos
deseos se cumplían, parece que en Concepción consideraron mejor
esperar a que los clérigos llegaran titulados para erigir la canonjía.
El hecho es que la real cédula de 1677 no se cumplió y la de 1690
fue obedecida en 1697, 107 cuando el obispo Fray Martín de Hijar y
Mendoza convocó por primera vez las oposiciones. En 1700 llegó
la presentación para Francisco de la Barra y Alfaro, sólo que siete
meses después de su muerte. En 1701 fue presentado Alonso del
Pozo y Silva natural de Concepción. Había obtenido el segundo
lugar en la terna y pidió al Rey la presentación sin que mediara una
nueva oposición, 108 lo que le fue concedido.
Por fin, en 1701, veinticuatro años después de la primera real
cédula que había dispuesto la creación de esta canonjía de oficio,
había un canónigo magistral en Concepción, tal como lo había
ordenado el Rey, pero natural de Concepción, tal como a través de
las circunstancias y la desobediencia lo había impuesto la iglesia
local.
104 AGI, Gobierno, Chile, 24.
105 AGI, Gobierno, Chile, 455.
106 AASCH, Colección de documentos históricos 1650-1699..., op. cit., p. 323.
107 AGI, Gobierno, Chile, 67.
108 Ibidem.
- 175 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Los gobernadores del reino informaron al Consejo de Indias, pero
dejaron hacer en Concepción. Todo fue posible porque durante
dieciocho años el obispado de Concepción estuvo sin obispo, 109 y
gobernó la Iglesia el cabildo sede vacante. Primero lo hizo por
medio del vicario capitular Mardones entre 1677, a la muerte del
obispo Loyola y Vergara, y 1687. En este último año Pedro de
Camus fue nombrado gobernador del obispado. La renuncia al
obispado que hiciera Fray Luis de Lemos y Usátegui antes de
tomar posesión, 110 convirtió a Camus en la autoridad máxima de la
Iglesia local hasta 1695. Ese mismo año fue presentado como deán
de la catedral de Concepción, muriendo como tal en 1708. 111 Había
rechazado en 1699 el ascenso a una canonjía de Santiago con la
que el Rey lo había distinguido. 112 En 1704 Domingo Sarmiento
fue elegido por el cabildo eclesiástico vicario capitular por la
muerte del obispo Hijar y Mendoza, 113 cargo que ocupó hasta 1711
cuando Diego Montero del Águila tomó posesión del obispado.
Recapitulemos. Entre 1650 y 1700 hubo veintitrés canónigos
presentados en el coro de Concepción trece de los cuales eran
nativos de ese obispado. La Monarquía vinculó los cabildos
eclesiásticos de Santiago y Concepción por medio de un sistema de
ascensos mutuos. Los penquistas ascendían al coro de Santiago.
Los santiaguinos iniciaban la carrera capitular en Concepción y
ascendían desde allí a Santiago. Además un cura de cualquiera de
los dos obispados podía ascender al cabildo eclesiástico de
Concepción. ¿Cómo reaccionó el clero chileno ante esta política
eclesiástica?
De los siete nativos del obispado de Santiago presentados,
ninguno tomó posesión personalmente de su prebenda, uno por
ascender después de muerto. Para los santiaguinos, el coro de
Concepción fue considerado tan sólo como un ascenso a Santiago.
Incluso en la Cámara de Indias algunas presentaciones en Concepción
se hicieron con el mismo fin, pero en un estricto respeto de los
ascensos establecidos entre los dos coros. Estas ausencias fueron
paliadas en Concepción con el nombramiento, por parte de los
obispos o gobernadores, de siete canónigos rezantes, todos curas del
109 Ruz Trujillo, Fernando, “Sede vacante en Concepción, 1677-1695”, en:
Anuario de Historia de la Iglesia, N° 8, Seminario Pontificio Mayor, Santiago,
pp. 25-36, 1990.
110 AGI, Gobierno, Chile, 7.
111 AGI, Gobierno, Chile, 87.
112 AGI, Gobierno, Chile, 455.
113 Muñoz Olave,Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 440.
- 176 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
obispado. De estos siete, ninguno fue posteriormente presentado
por el Rey. Pero hubo otros tres canónigos interinos, es decir,
nombrados mientras se producía una presentación, que si fueron
posteriormente presentados como canónigos, dos en Concepción y
uno en Santiago.
El acceso al cabildo eclesiástico de Concepción, de los doce
presbíteros naturales del obispado, se produjo en dos consecutivas
etapas: desde el curato de un fuerte militar al Sagrario de la
catedral, y combinando el servicio en este curato con la
administración diocesana (visitador general) o pasando a ser
canónigos rezantes o interinos. Entre los penquistas presentados
por el Rey al cabildo eclesiástico de Santiago algunos tomaron
posesión de sus prebendas, sobre todo hacia fines del siglo XVII.
No se produjeron ascensos desde beneficios curados de
Concepción directamente al coro de Santiago. Sólo hubo un
ascenso exclusivamente desde la administración diocesana, pero al
cabildo eclesiástico de Santiago.
La relación por tanto entre los dos cabildos, y de ellos con la
Monarquía, revela las características y rigidez de un sistema
considerado eficaz, armado y organizado para gobernar un nuevo
mundo al que no lograba efectivamente imponerse. La Monarquía
actuó según el principio de no favorecer el anclaje local de los
nativos en las propias instituciones, ya que la llegada de foráneos
al reino no se producía por lo poco atractivos que eran los
beneficios chilenos. Ante esto se desató el conflicto que entrañó
para el cabildo eclesiástico de Concepción una doble afirmación
local ante Santiago y ante la Monarquía. Desde ese momento el
clero de Concepción entró con una identidad propia en el sistema
administrativo del patronato. En este caso la distancia con España,
el mal manejo de la información local en la Cámara de Indias y la
consecuente ignorancia de lo que pasaba, la aplicación de un
molde común de criterios de gobierno a las Indias, fueron
determinantes en la relación del cabildo eclesiástico de Concepción
con la Monarquía, el cual logró imponer sus condiciones en el
vínculo colonial.
- 177 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 178 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 9
El cabildo eclesiástico de Concepción (1700-1810)
El cabildo eclesiástico de Concepción en el siglo XVIII contó con
veinticinco prebendados. Se prolongó la realidad del siglo XVII en
relación a su marcado carácter local, el coro se compuso
fundamentalmente de presbíteros naturales del obispado o
domiciliarios de él. De los ciento ochenta y seis curas del obispado
en ese siglo, sólo treinta, esto es el 16% fueron consultados por la
Cámara de Indias, es decir lograron un contacto con la Monarquía.
Origen geográfico de los prebendados
Fueron nativos de la ciudad de Concepción catorce prebendados,
uno de Itata y uno de Arauco. Se desconoce el lugar de nacimiento
de tres, aunque según indican sus datos biográficos eran naturales
del obispado de Concepción. El cabildo eclesiástico contó también
con un nativo de la ciudad de Santiago y uno de La Serena. Los
foráneos al reino de Chile del cabildo eclesiástico de Concepción
en el siglo XVIII, fueron tan sólo tres españoles y un peruano, tres
de ellos llegados a Concepción como familiares de obispos.
Grados universitarios de los prebendados de Concepción
¿Cuáles fueron los grados universitarios de los prebendados de
Concepción? Sólo Andrés Aboy no tuvo grado universitario. José
Sobarzo fue maestro en teología por el colegio San Francisco
Javier de Santiago. De seis prebendados se ignora el grado
universitario.
Sólo dos prebendados ostentaron un grado universitario de una
universidad foránea al reino, Jacinto Morillo Guisaburuaga, quien se
graduó en cánones por la Universidad de San Marcos de Lima, 1 y
1 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 179 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Tomás de Roa y Alarcón, doctor en teología 2 por la misma
universidad. El resto de los familiares foráneos al reino de los
obispos se graduaron en el Seminario de Concepción. Hubo tres
doctores en ambos derechos, Francisco Arechavala, José Ignacio
Río y Gabriel Egaña, todos por la universidad de San Felipe. En
cambio, hubo doce doctores en teología todos por el Seminario de
Concepción.
Carrera precapitular de los prebendados del cabildo
eclesiástico de Concepción
De cura a canónigo
Directamente desde una parroquia ascendieron al coro de
Concepción dieciocho curas del obispado, esta fue la vía de
promoción para la mayoría. Este grupo se compuso de
dos foráneos al reino, un peruano y un español, un
santiaguino y quince naturales del obispado de Concepción. La
carrera parroquial precapitular de los otros dieciséis
miembros de este grupo incluyó el servicio en varios curatos del
2 Campos Harriet, Fernando, “Tomás de Roa y Alarcón”, en: Oviedo Cavada,
Carlos, (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 444.
- 180 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
obispado, concluyendo en el curato del Sagrario de Concepción,
desde el cual ascendieron al cabildo eclesiástico. Esta previa y
larga carrera precapitular implicó para once de los miembros de
este grupo ascender al cabildo eclesiástico a una edad avanzada,
significando la canonjía para la que fueron presentados el final de
su carrera eclesiástica.
Sólo Felipe Olavarría y Gregorio de Aranciaga ascendieron al
cabildo eclesiástico sin servir el curato del Sagrario de la catedral,
sino parroquias del resto de la diócesis. Aranciaga fue cura, vicario
y capellán militar de los fuertes de Nacimiento, Santa Fe,
Perquilauquén y finalmente cura de Chillán. La única
recomendación que circuló sobre él en la Cámara de Indias fue la
que le hizo el obispo Francisco Antonio Escandón en 1730:
Es sujeto de madurez, prudencia y suficiente literatura en artes y
teología, de vida, y loables costumbres, arreglada en todo a la
obligación del estado eclesiástico. Que es uno de los curas mas
antiguos de este obispado y que en las iglesias que ha servido ha
llenado la obligación de su ministerio con gran celo y
aplicación así a beneficio de las almas de su cargo, como en
el reparo y aumento de la fábrica de sus iglesias por lo que le juz-
- 181 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
gamos digno y benemérito de que Su Majestad le atienda en las
ocasiones que se ofrecieren de sus ascensos. 3
Aranciaga empezó a ser consultado por la Cámara de Indias en
1736, año en que contrató a un agente de negocios, 4 y figuró en
tercer lugar para el deanato y para el arcedianato 5 de Concepción.
En 1738 la Cámara lo propuso en primer lugar para una canonjía
de ese coro, fue entonces recomendado por el Confesor y
presentado por el Rey:
Soy del parecer que siendo del real agrado de Vuesa Majestad
podría servir de nombrar para esta canonjía a Don Gregorio de
Aranciaga, propuesto en primer lugar por la Cámara y digno de
que Vuesa Majestad le atienda en esta provisión por sus buenas
prendas, y por el desempeño con que ha servido por muchos años
el ministerio de cura. San Ildefonso a 11 de septiembre de 1738. 6
Especialmente importante fue el servicio en el curato del
Sagrario. En la carrera precapitular de seis de los futuros
prebendados encontramos vinculado el cargo de rector o
vicerrector del Seminario diocesano al de cura de la parroquia del
Sagrario. Pero el cargo de rector cesaba con el ascenso al cabildo
eclesiástico. También el curato del Sagrario se vinculó a la
administración diocesana. Este fue el caso de Francisco Arechavala,
quién ocupó los más altos cargos administrativos de la diócesis. En
realidad su carrera fue más semejante a la de los prebendados de
Santiago. Nativo de Concepción, obtuvo el grado de licenciado y
maestro en filosofía por el Seminario de Concepción, 7 pero se doctoró
en ambos derechos por la Universidad de San Felipe 8 en 1756, y se
opuso a la canonjía doctoral de la catedral de Santiago.
Arechavala fue el único penquista que en el siglo XVIII se opuso a
una canonjía de oficio de otro coro que no fuera el de su
patria. Se graduó como abogado ante la Audiencia de Santiago
de Chile 9 y el presidente de Chile, Manuel de Amat y
3 AGI, Gobierno, Chile, 164.
4 Ibidem.
5 AGI, Gobierno, Chile, 69.
6 AGI, Gobierno, Chile, 452.
7 Ambos datos en AGI, Gobierno, Chile, 152.
8 Medina, José T., Historia de la Universidad de San Felipe..., op. cit., tomo I, p.
525.
9 AGI, Gobierno, Chile, 102.
- 182 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Junyent, lo nombró como su asesor en lo civil. 10 Después de la
ordenación sacerdotal se opuso al curato del Sagrario 11 de
Concepción en 1758, y lo sirvió hasta 1775. Entre 1758 y 1760 fue
además visitador general del obispado. 12 En 1759 promotor fiscal 13
y en 1760, a la muerte del obispo José Toro y Zambrano, vicario
capitular, hasta 1763.
El nuevo obispo Fray Pedro Ángel de Espiñeira lo eligió como
su provisor y vicario general, 14 encargándole la reorganización del
Seminario diocesano después de la expulsión de los jesuitas.
Gobernó el obispado cuando el obispo Espiñeira viajó al concilio
de Lima. En esta etapa de su carrera fue consultado por primera
vez en la Cámara de Indias, que lo propuso en tercer lugar por un
voto particular para el arcedianato de Concepción. 15 En 1777 el
obispo Espiñeira se preocupó de mostrar a Manuel de Galvez,
Secretario del Despacho de Indias, las dotes de gobierno de
Francisco Arechavala:
Provisor y vicario general de este obispado desde la última sede
vacante, hasta lo presente, en cuyo tiempo gobernó también solo el
obispado los dos años y cuatro meses que el obispo estuvo ausente
con ocasión del concilio provincial de Lima, y en todo este tiempo
ha desempeñado el ministerio a satisfacción, en vida y costumbres
arregladas. 16
A esta experiencia sumó la de vicario capitular a la muerte de
Espiñeira. La entrada al coro de Concepción se produjo a raíz de la
erección de la canonjía penitenciaria en ese coro en 1778. Si bien
esta canonjía de oficio requería de una oposición local, el Rey se
reservó la primera nominación, resultando presentado Francisco
Arechavala. 17 Cuando murió en 1779 ya había sido consultado para
el arcedianato 18 de Concepción por un voto particular en tercer
lugar y para el obispado de La Paz. 19
10 Prieto del Río, Luis, Diccionario..., op. cit., p. 46.
11 AGI, Gobierno, Chile, 191.
12 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 46.
13 Prieto del Río, Luis, Diccionario..., op. cit., p. 46.
14 AGI, Gobierno, Chile, 191.
15 AGI, Gobierno, Chile, 452.
16 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 27, f. 107.
17 AGI, Gobierno, Chile, 452.
18 Ibidem.
19 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 47.
- 183 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
De presbítero a canónigo
Cinco individuos entraron al cabildo eclesiástico por presentación
regia directamente después de ordenados y de ser presentados a la
canonjía magistral, a la que se habían opuesto para que les sirviera
de título de órdenes, fueron quienes hicieron una carrera más larga
en este coro, alcanzando el deanato. Cuatro canónigos magistrales
de Concepción ascendieron a un obispado. De las carreras de dos
de ellos, Alonso del Pozo y Silva y Tomás de Roa y Alarcón, ya
nos hemos ocupado. Los otros dos obispos fueron Andrés Quintián
Ponte, presentado para la diócesis de Cuenca de Indias en 1805 y
Agustín Urrejola Leclerc Vicourt, obispo in partibus de Cebú en
1820.
Pero hubo un canónigo magistral cuyo ascenso a una mitra se
frustró, veamos por qué. Juan Guzmán Peralta, después de
ordenado sacerdote en Concepción, 20 hizo oposiciones a la
canonjía magistral 21 del coro de esta ciudad y obtuvo el primer
lugar de la terna. Mientras se resolvía en España la presentación, el
obispo Salvador Bermúdez Becerra lo nombró canónigo rezante. 22
En tanto, vacó el arcedianato de Concepción y Guzmán Peralta fue
recomendado por el obispo Bermúdez y por el gobernador Manuel
de Salamanca. El primero lo hizo de la siguiente manera:
Vaca la dignidad de arcediano, y deseando entre en ella sujeto de
virtud, literatura y nobleza y demás calidades debo poner en la
atención de Vuesa Majestad el conjunto de todas en la persona del
Doctor Juan Guzmán el que ha tres años asiste al coro y demás
funciones de la Iglesia con gran puntualidad y no menor
edificación que celo, de que se mire en ellas a su mayor decencia,
supliendo en interin los oficios del canónigo magistral, por estar
vaca esta prebenda, y aunque en la oposición que hubo de ella
ahora tres años sacó el primer lugar para su presentación. 23
Manuel de Salamanca por su parte lo hacía de la siguiente manera:
Siendo mi obligación informar de los sujetos de este reino, habiendo
vacado el arcedianato de la Iglesia de Concepción lo hago por el Doctor
Juan Guzmán, para que se sirva Vuesa Majestad de honrarle presen-
20 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
21 AGI, Gobierno, Chile, 95.
22 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
23 AGI, Indiferente General, 223.
- 184 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tándole a esta dignidad o a las que fueran de su real voluntad, de
que juzgo ser digno por las calidades de nobleza, letras, virtud y
las demás que concurren en su persona y que son necesarias para
el lleno de su ministerio... siendo lo que mas se admira la
asistencia de sus padres que aún viven y de su crecida familia que
hoy pende su manutención del destino de la corta renta que tiene
por canonjía interina, por estar vaca la magistral, en cuyas
oposiciones acreditó el concepto de su suficiencia, mereciendo el
primer lugar en la propuesta que se hizo a Vuesa Majestad ahora
tres años. Que Vuesa Majestad se sirva honrarle con la
presentación a esta dignidad. 24
Finalmente le llegó a Guzmán Peralta la presentación a la
canonjía magistral 25 en 1734, y un año después el obispo de
Santiago Bermúdez Becerra lo elegía como su provisor y vicario
general. 26 En julio de 1736 el Rey lo presentaba al arcedianato de
Concepción 27 y en noviembre al deanato, 28 que sirvió hasta su
muerte en 1789. También durante el gobierno de Pedro Felipe de
Azúa de la diócesis de Concepción fue provisor y vicario general. 29
Después de semejante sucesión de cargos, no queda duda que todo
apuntaba hacia un obispado. Probablemente con Guzmán Peralta
en Concepción sucedió lo mismo que con José Antonio Martínez
de Aldunate, cuya carrera también se paralizó. La vinculación de
Guzmán Peralta con los jesuitas era muy estrecha y personal, en
los legajos limeños del archivo de Indias se conserva la siguiente
recomendación hecha por el padre Nicolás Contucci, provincial de
la Compañía de Jesús en Concepción, directamente al P. Rávago
en 1754:
Es un sujeto de bellísimas prendas, mucha literatura, virtud y
prudencia, digno de cualquier dignidad eclesiástica, y aun de una
mitra. El afecto que el y toda su familia tiene a la Compañía, es el
mayor: tanto que su casa ha podido llamarse siempre casa de la
Compañía por el especial favor y asistencia que le han merecido
los nuestros en todas las ocasiones. En tiempo del difunto Padre
Clark antecesor de VR tuvo este sujeto bastante recomendación y
casi cierta esperanza de verse acomodado en alguna iglesia
vacante, si la muerte del Padre Confesor no la hubiere suspendido.
No es VR menos justo estimador de los méritos para atenderlos. 30
24 Ibidem.
25 AGI, Gobierno, Chile, 463.
26 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
27 AGI, Gobierno, Chile, 463.
28 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
29 Ibidem.
30 AGI, Gobierno, Lima, 1565.
- 185 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
En el contexto que hemos descrito de persecución al
jesuitismo que provocó la caída del P. Rávago, esta recomendación
se transformó de hecho en una parálisis para la carrera de Juan
Guzmán Peralta.
Otros tres prebendados no incluyen en su carrera precapitular
el servicio a curatos. Gabriel Egaña, natural de La Serena, se
doctoró en ambos derechos por la Universidad de San Felipe 31 en
1781. Estuvo en Lima a partir de 1763 donde se desempeñó como
profesor pasante de teología y leyes en el colegio Santo Toribio, y
prestó servicios en el regimiento de nobleza de Lima, 32 sin
embargo, no volvió a Chile con un doctorado. Antes de la
ordenación sacerdotal tuvo una carrera orientada hacia la
administración civil. En 1772 se desempeñó como alcalde
ordinario de La Serena. 33 En torno a su ordenación sacerdotal en
1776, 34 realizó oposiciones a los curatos de Valparaíso y La
Serena, pero consiguió una plaza en 1777 como rector del colegio
carolino de Santiago de Chile. 35 En 1790 ganó la oposición a la
cátedra de Prima de Cánones de la Universidad de San Felipe, 36 y
en 1793 el Rey lo presentó a una canonjía de Concepción, 37 de la
que no tomó posesión. En 1795 pidió al Consejo de Indias que le
fuera permitido permutarla 38 con Mariano Roa, que era racionero
de Santiago, al mismo tiempo el Rey lo presentaba al arcedianato 39
de Concepción. La permuta fue aprobada y Egaña fue presentado
entonces a la ración del coro de Santiago, 40 de la que no tomó
posesión por muerte, 41 en tanto que Mariano Roa tomó posesión de
la canonjía de Concepción, ingresando entonces a este coro sin
haber servido un curato de la diócesis.
Aunque pertenece a este grupo, en realidad Julián García
Fernández no tomó posesión de su canonjía. Español de nacimiento,
pasó a Chile como secretario 42 de Francisco Antonio Escandón,
31 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 63, f. 353.
32 Ibidem, los tres datos.
33 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 73, pieza 7.
34 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 68, f. 430.
35 Los tres últimos datos en Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 50, pp. 269-
270.
36 AGI, Gobierno, Chile, 96.
37 AGI, Gobierno, Chile, 452.
38 AGI, Gobierno, Chile, 463.
39 AGI, Gobierno, Chile, 452.
40 AGI, Gobierno, Chile, 455.
41 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., p. 188.
42 AGI, Contratación 5474, N1, R20.
- 186 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
obispo de Concepción. Siguió al obispo Escandón en su ascenso al
arzobispado de Lima, quien se preocupó por el futuro de su
protegido y lo recomendó para prebendas. El confesor del Rey lo
propuso para una canonjía de Concepción, vacante en la resulta del
arcedianato de ese coro en 1736. 43 García Fernández renunció esta
presentación, y asumió en Lima el curato de la prestigiosa
parroquia de San Marcelo. 44
Curas consultados, no presentados
Entre los curas del obispado de Santiago, Gregorio Badiola, cura
de la parroquia del Sagrario de la catedral de Santiago, 45 fue
propuesto en 1778 en tercer lugar por un voto particular 46 para la
canonjía penitenciaria del coro de Concepción. Manuel Herrera,
siendo cura y vicario de la parroquia de la ciudad de Santiago de
San Isidro, fue considerado en segundo lugar y en tercer lugar por
un voto particular, para una canonjía de Concepción 47 en 1790.
Vicente Escolano, clérigo particular del obispado de Santiago, fue
propuesto por la Cámara de Indias en tercer lugar en 1726 48 y en
1738 49 para una canonjía del coro de Concepción.
Los curas del obispado de Concepción únicamente consultados
fueron solamente cuatro. Pedro Campo Segura fue consultado sólo
cuatro veces a lo largo de su carrera, y únicamente para canonjías del
coro de Concepción. La primera vez en 1749, en tercer lugar, cuando
era desde 1748 sacristán mayor de la catedral de Concepción, 50 plaza
que ocupó hasta 1790. Las recomendaciones a la Cámara de Indias
provenían del obispo de Concepción, José Toro y Zambrano, quien
además lo eligió como su secretario de cámara, 51 confesor y
capellán. 52 Fray Pedro Ángel de Espiñeira, obispo de Concepción a
partir de 1761, lo eligió para los mismos tres cargos, 53
43 AGI, Gobierno, Chile, 452.
44 AGI, Gobierno, Chile, 152.
45 AGI, Gobierno, Chile, 454.
46 AGI, Gobierno, Chile, 452.
47 Ibidem.
48 Ibidem.
49 AGI, Gobierno, Chile, 69.
50 AGI, Gobierno, Chile, 452.
51 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 30, f. 343.
52 Los dos datos obtenidos de AGI, Gobierno, Chile, 452.
53 Ibidem.
- 187 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
y lo recomendó ante la Cámara de Indias, pero a partir de 1778
también las autoridades civiles apoyaron y recomendaron sus
pretensiones. Agustín Jáuregui, gobernador de Chile, lo
recomendaba a la Cámara de Indias en 1778:
Eclesiástico de ejemplares costumbres, de conocida suficiencia y
aplicación a los ministerios propios de su carácter por lo que le
considera acreedor a que la soberana piedad, y justificación de Su
Majestad se digne atenderle en lo que fuere de su real agrado. 54
Mucho más fuerte fue la recomendación del gobernador
Ambrosio Higgins a Antonio Porlier, secretario del despacho de
gracia y justicia en 1789:
He considerado deber en justicia recomendar a Vuesa Excelencia
al Doctor Don Pedro del Campo que sirve mas de cuarenta años el
empleo de sacristán mayor. Yo estoy experimentalmente
persuadido por el trato de urbanidad que he tenido con este
apreciable eclesiástico, de su buena suficiencia en materias propias
de su estado, no menos que de su ejemplar virtud, recogimiento y
aplicación a los ministros del sacerdocio, por lo que, y su natural
modestia y afabilidad de su genio, se ha hecho generalmente
estimable de sus superiores, y de todas clases de gentes de aquel
país. Únese a estas circunstancias, las de su distinguido
nacimiento, y descendencia de los primeros conquistadores de este
reino, y la caridad con que expende sus escasas rentas en mantener
siete hermanas, y otras personas de su dilatada y pobre parentela. 55
Pedro Campo volvió a ser consultado por la Cámara para
canonjías de Concepción en 1790, año en que además se convirtió
en cura de la parroquia del Sagrario por oposición. Sólo tres años
después moría en el ejercicio de este cargo. 56
También José Saralegui Landaeta, maestro de ceremonias de la
catedral de Concepción 57 a partir de 1742, fue considerado en
segundo lugar por la Cámara de Indias en 1749 para una canonjía de
Concepción 58 y en decimocuarto lugar en los listados de candidatos
54 Ibidem.
55 AGI, Gobierno, Chile, 195.
56 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos...., op. cit., p. 98.
57 Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 53, p. 106.
58 AGI, Gobierno, Chile, 69.
- 188 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
para el deanato de Santiago de Chile. 59 La Cámara se refería a él
como recomendado por los obispos Azúa y Toro y Zambrano.
Finalmente, nos resta referirnos a Jacinto Santa María, cura
del Sagrario de Concepción por oposición, 60 quien fue propuesto
en la consulta de una ración de Santiago de Chile en 1806 por un
voto particular en segundo lugar, y para una canonjía de
Concepción en segundo lugar por la Cámara de Indias. 61 Santa
María había colaborado mucho en una epidemia de viruelas que
azotó a Concepción, por lo que la Cámara de Indias lo consideró
acreedor de algún premio. Sin embargo, en 1792, el obispo
Francisco José Marán, había avisado a la Cámara de Indias en una
carta sobre los eclesiásticos de la diócesis, que era paralítico por lo
que no asistía a pláticas doctrinales ni administraba los
sacramentos. 62
Quisiéramos traer a colación en este contexto a José
Echeverría, un cura de Concepción con pretensiones imperiales.
Siendo tan sólo cura de un fuerte de la frontera indígena, el de
Buena Esperanza, 63 figuró en los listados de candidatos de la
Cámara de Indias en decimosegundo lugar para el deanato vacante
de Santiago de Chile en 1752, 64 ya que la Cámara lo consideró
acreedor de los méritos de su padre y su abuelo, y tuvo en cuenta
las recomendaciones con que lo favoreció el obispo Toro y
Zambrano. Si bien nunca fue consultado por la Cámara de Indias,
su relación de méritos se encuentra en el archivo de Indias en los
legajos de la Audiencia de Santa Fe, junto con las de José de
Humeres y Miranda, Domingo Landa de Azúa, Joaquín Carvajal
Vargas, un grupo de clérigos de Concepción vinculados a Pedro de
Azúa e Iturgoyen, arzobispo de Santa Fe, en torno a quien
ascendieron en la carrera eclesiástica y de quien esperaban
recomendaciones y valimientos.
Los opositores a las canonjías de oficio
A partir de 1731 se conservaron los autos de la oposición de la
canonjía magistral de Concepción en los archivos de la Cámara de
Indias. En ese año se presentaron dos opositores locales, Juan Án-
59 AGI, Gobierno, Chile, 164.
60 AGI, Gobierno, Chile, 454.
61 Ambas consultas en AGI, Gobierno, Chile, 453.
62 AGI, Gobierno, Chile, 454.
63 AGI, Gobierno, Chile, 164.
64 Ibidem.
- 189 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
gel de Echeandía, cura de Chillán 65 y Miguel Espinosa, 66
recientemente ordenado de presbítero y doctorado en teología,
quien continuó después una carrera de cura por los fuertes del
obispado. Echeandía fue presentado a la canonjía. En las
oposiciones de 1738 se presentaron Bernardo Soto, cura de
Purén; 67 Antonio Pineda, probablemente un minorista, de quien se
dice expresamente que no figuró en la terna; 68 José Arce, cura de
Quirihue; 69 y Tomás de la Barra, promotor fiscal 70 del obispado,
quien fue presentado por el Rey. 71 Las oposiciones de 1775 las
ganó José de la Sala, cura de la parroquia del Sagrario 72 y
secretario de cámara del obispo Espiñeira. 73 Los otros opositores
fueron Francisco Javier Barriga, capellán de las monjas
trinitarias, 74 y Juan de San Cristóbal, rector del Seminario de
Concepción. 75
Al concurso de 1782 se presentaron José Ignacio Moreno,
teniente cura de Cauquenes; 76 Jacinto Morillo Guisaburuaga, cura de
la parroquia del Sagrario de Concepción; 77 y Andrés Quintián Ponte,
vicerrector del Seminario y capellán del cuerpo de infantería de
Concepción, 78 quien fue el ganador de la oposición y el presentado
por el Rey. 79 En 1782 se celebraron también las oposiciones a la
canonjía penitenciaria, se opusieron también Morillo Guisaburuaga,
Quintián Ponte, 80 José Ignacio Moreno y Juan de San Cristóbal, que
resultó ganador y fue presentado por el Rey. 81 Estas fueron las
primeras oposiciones a esta canonjía erigida en 1778, ya que la
primera provisión se hizo por consulta de la Cámara de Indias. 82 A las
oposiciones a la penitenciaria de 1802 se presentaron Joaquín Un-
65 AGI, Gobierno, Chile, 67.
66 AGI, Gobierno, Chile, 69.
67 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 451.
68 AGI, Gobierno, Chile, 97.
69 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 53.
70 AGI, Gobierno, Chile, 97.
71 AGI, Gobierno, Chile, 151.
72 AGI, Gobierno, Chile, 452.
73 Ibidem.
74 AGI, Gobierno, Chile, 191.
75 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit.,p. 425.
76 AGI, Gobierno, Chile, 452.
77 Ibidem.
78 AGI, Gobierno, Chile, 452
79 Ibidem.
80 AGI, Gobierno, Chile, 466.
81 AGI, Gobierno, Chile, 463.
82 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 190 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
zueta, 83 cura de la parroquia del Sagrario de Concepción; 84 Juan
Cerdan, 85 profesor de filosofía en el Seminario de Concepción; 86
Agustín Urrejola, segundo cura de la parroquia del Sagrario de
Concepción; 87 y José Ignacio del Río, quien había sido cura y
vicario de Cauquenes 88 y en 1797 había emprendido un viaje a
Madrid a pretender, 89 quien resultó finalmente ganador de la
oposición y fue presentado por el Rey. 90 Su muerte en 1804 91 dejó
vacante nuevamente esta canonjía. Las siguientes oposiciones se
celebraron en 1811.
Los opositores a las canonjías de oficio del coro de
Concepción fueron en su mayoría curas del obispado, doctorados
en teología por el Seminario de Concepción. No hubo en todo el
siglo XVIII y hasta 1810 opositores santiaguinos. Por lo tanto, las
oposiciones a las canonjías de oficio fueron para los curas de
Concepción una vía deentrada al cabildo eclesiástico de su
diócesis.
Prebendados y administración diocesana
La relación entre cabildo eclesiástico y la administración diocesana
fue diferente en Concepción con respecto a Santiago. No todos los
obispos eligieron a su provisor y vicario general dentro del cabildo
eclesiástico. La primera vez que esto se planteó fue en 1693,
cuando el obispo Fray Martín de Hijar eligió a Domingo
Sarmiento 92 para este importante cargo, cuando éste se
desempeñaba como cura del Sagrario 93 y era además su secretario
de cámara. Cuando asumió el gobierno de la diócesis de
Concepción el obispo Diego Montero del Águila, eligió como su
provisor y vicario general a un discípulo suyo de la Universidad de
San Marcos, el peruano Alejandro Paredes, 94 quien formó parte
del cortejo del obispo. Se había desempeñado como
asesor de la Audiencia episcopal del arzobispado de Lima y
83 AGI, Gobierno, Chile, 453.
84 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 478.
85 AGI, Gobierno, Chile, 453.
86 Ibidem, p. 523.
87 AGI, Gobierno, Chile, 463.
88 AGI, Gobierno, Lima, 1562.
89 AGI, Gobierno, Chile, 453.
90 AGI, Gobierno, Chile, 463.
91 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 384.
92 AGI, Gobierno, Chile, 164.
93 AGI, Indiferente General, 215.
94 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 191 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
regente de la cátedra de Prima de Leyes de la Universidad. 95 A
partir de 1712 Paredes asumió el curato de San Pedro, 96 y no
permaneció en Concepción luego del traslado de Montero del
Águila. Prosiguió su carrera en el cabildo eclesiástico del
arzobispado de Charcas, donde ascendió hasta el deanato. 97 Es
muy probable que las dificultades de gobernar la iglesia en
Concepción, y las acusaciones contra Sarmiento de los
gobernadores del reino, hayan movido a Montero del Águila a
gobernar la diócesis con un provisor y vicario general foráneo al
obispado y un hombre de su total confianza, lo que explica que
este importante cargo lo haya desempeñado Alejandro Paredes.
Pero las circunstancias cambiaron y en 1712 Montero del
Águila nombró a Domingo Sarmiento, deán del cabildo
eclesiástico, como su provisor y vicario general, y lo mismo
hicieron sus sucesores. 98 Sarmiento murió en el ejercicio de este
cargo en 1727. Desde 1693 y hasta 1727 Sarmiento fue de hecho el
representante de los intereses de la iglesia de Concepción junto a
los obispos, como lo habían sido Francisco Mardones y Pedro de
Camus.
Con la elección de Juan Ángel de Echeandía, canónigo
magistral, 99 como provisor y vicario general 100 por parte del obispo
Escandón, empezó a recaer este cargo en las dignidades del cabildo
que habían sido canónigos magistrales. De esta manera se unió el
cabildo eclesiástico con el provisorato a partir de 1727. Echeandía
murió en 1735. El nuevo obispo Salvador Bermúdez Becerra, 101
eligió a Juan Guzmán Peralta, canónigo magistral, 102 como su
provisor y vicario general. Fue vicario capitular al ser trasladado
Bermúdez. El nuevo obispo Pedro Felipe de Azúa lo eligió
igualmente como su provisor y vicario general, 103 pero lo
reemplazó en diciembre de 1745 por José Antonio de
Humeres y Miranda, 104 a quien el mismo Azúa había
ordenado sacerdote un mes antes. Humeres viajó a Santa Fe
de Bogotá con Azúa en 1748. 105 El obispo José Toro y Zambrano,
95 Ibidem.
96 Ibidem.
97 AGI, Gobierno, Charcas, 411.
98 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., pp. 443 y 444.
99 AGI, Gobierno, Chile, 463.
100 Prieto del Río, Diccionario..., op. cit., p. 196.
101 AGI, Gobierno, Chile, 151.
102 AGI, Gobierno, Chile, 463.
103 Obtuvimos estos datos de AGI, Gobierno, Lima, 1565.
104 AGI, Gobierno, Lima, 1570.
105 AGI, Gobierno, Santa Fe 418.
- 192 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
por su parte, eligió a Tomás de la Barra, canónigo magistral, 106
como su provisor y vicario general, 107 y continuó en ese cargo
hasta 1760. Recién en 1774 fue ascendido en el cabildo
eclesiástico al arcedianato.
A la muerte del obispo Toro y Zambrano en 1760 el cabildo
eclesiástico eligió al cura de la parroquia del Sagrario, Francisco
Arechavala como su vicario capitular, 108 y el obispo Espiñeira lo
nombró a como su provisor y vicario general. 109 Mientras
Espiñeira estuvo en el concilio de Lima entre 1772 y 1774, fue
también gobernador del obispado y vicario capitular 110 en 1772
cuando murió el obispo Espiñeira. Recién en 1778 Arechavala
entró al cabildo eclesiástico como canónigo penitenciario. 111 Juan
Mardones, canónigo 112 de gracia del cabildo eclesiástico de
Concepción, fue a partir de 1780 el provisor y vicario general 113
del obispo Francisco José Marán. En 1794 el nuevo obispo Tomás
de Roa lo confirmó en este cargo, 114 al mismo tiempo que el Rey lo
presentaba al arcedianato de Concepción y tan sólo un año después
al deanato. 115
También Salvador Andradea sirvió en la administración
diocesana siendo prebendados, era natural de la ciudad de
Concepción, con estudios en el convento franciscano de esa
ciudad, sin grado universitario. Sirvió tres curatos, el de Penco 116
seis años; el de Ninhue 117 cinco años, y el Sagrario de
Concepción 118 cuatro años. Los tres los obtuvo por oposición.
Desde 1786 el obispo Francisco Marán lo recomendó al Rey para
ascensos. 119 Pero en 1793 Andrade contrató un agente de negocios
en Madrid, 120 levantó relación de méritos, 121 y ese mismo
año fue consultado para el arcedianato de Concepción en tercer
lugar por la Cámara de Indias y en segundo lugar por un voto
106 AGI, Gobierno, Chile, 151.
107 Ibidem.
108 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op.cit., p. 46
109 AGI, Gobierno, Chile, 191.
110 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 47.
111 AGI, Gobierno, Chile, 463.
112 AGI, Gobierno, Chile, 463.
113 AGI, Gobierno, Chile, 221.
114 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p 372.
115 AGI, Gobierno, Chile, 463.
116 AGI, Gobierno, Chile, 454.
117 AGI, Gobierno, Chile, 452.
118 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 27.
119 AGI, Gobierno, Chile, 465.
120 AGI, Gobierno, Chile, 452.
121 AGI, Gobierno, Chile, 454.
- 193 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
particular. 122 La presentación como canónigo le llegó en 1795, 123 y
como arcediano en 1806, 124 ese mismo año se transformó además
en vicario capitular. 125
El último obispo del obispado de Concepción, el español
Diego Antonio Navarro Martín de Villodres, no eligió a ningún
clérigo del obispado como su provisor, sino a su sobrino Diego
María Martín de Villodres, 126 a quien siendo tan sólo un clérigo de
menores nombró antes de salir de España en este cargo y lo eligió
además como su familiar. Incluso en 1811 fue gobernador del
obispado de Concepción. 127
De los ocho provisores y vicarios generales del obispado do
Concepción en el siglo XVIII, cinco fueron prebendados y cuatro
no. Entre estos últimos, tres fueron no sólo hombres de confianza
de los obispos que los nombraron, sino sus validos, a quienes
quisieron apoyar en la carrera eclesiástica con un mérito de la
magnitud de este cargo.
A modo de recapitulación de este tema, quisiéramos destacar
que el cabildo eclesiástico de Concepción en el siglo XVIII se
compuso de prebendados provenientes de la propia diócesis,
fundamentalmente curas que ascendieron después de una larga
carrera parroquial por los fuertes de la frontera indígena. Desde los
curatos del obispado, la mayoría concluían su carrera en el
Sagrario de la catedral, beneficio principal de ascenso hacia el
cabildo eclesiástico. A esta altura de la carrera, varios habían
contratado un agente de negocios en Madrid. La competencia por
las sillas del coro de Concepción era más bien escasa, aunque éstas
eran pocas, también lo eran los aspirantes. La mayoría de los
opositores a las canonjías de oficio fueron curas del obispado,
pudiendo entonces ascender al cabildo eclesiástico también por
esta vía. Los prebendados estudiaron además en el Seminario local,
donde obtuvieron un grado universitario.
Por otro lado, no siempre los obispos eligieron a
un prebendado como su provisor y vicario general,
algunos curas del obispado ocuparon este cargo y después
ascendieron al cabildo eclesiástico. Dos provisores fueron foráneos
y llegaron nombrados por los obispos que tomaban
posesión de la diócesis. Cuando los obispos optaban
122 AGI, Gobierno, Chile, 452.
123 AGI, Gobierno, Chile, 463.
124 Ibidem.
125 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 28
126 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 27, f. 308.
127 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 480.
- 194 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
por un provisor y vicario general prebendado, éste era el canónigo
magistral o era una dignidad que lo había sido.
Se prolongó en el siglo XVIII el carácter eminentemente local
de los miembros del cabildo eclesiástico, la Monarquía no ascendió
a prebendados santiaguinos a Concepción, tampoco ningún
penquista fue ascendido al cabildo eclesiástico de Santiago, no
hubo asimismo pretendientes foráneos al reino. El coro de
Concepción perdió el carácter de inicio de carrera capitular
otorgado en el siglo XVII por la Cámara de Indias. Ante la Cámara
de Indias el clero de Concepción se manifiesta como desconocido.
Los datos biográficos que se incluyen en las consultas y las
recomendaciones, en comparación con las del clero santiaguino,
eran muy escuetos. Por lo tanto el cabildo eclesiástico de
Concepción destaca especialmente en el siglo XVIII por una
marcada localidad en su composición. Sin duda, estos factores
contribuyeron a la formación de una identidad local ante Santiago
y ante la Monarquía, que se expresó durante los hechos del proceso
independentista que se inició en 1810.
- 195 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 196 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 10
El cabildo eclesiástico de Santiago (1650-1700)
En la segunda mitad el siglo XVII fueron presentados treinta y dos
individuos al cabildo eclesiástico de Santiago. Eran siete las
prebendas del coro, lo que muestra una clara desproporción entre
sillas y número de prebendados presentados en tan pocos años.
Origen geográfico de los prebendados
Nos interesa primero determinar el lugar de nacimiento de los
prebendados presentados. Trece eran naturales de la ciudad de
Santiago, uno había nacido en Quillota. Otros cinco eran nativos
del obispado de Santiago, aunque desconocemos exactamente de
qué ciudad. Entre los nativos del obispado de Concepción
encontramos a cuatro nacidos en la ciudad de Concepción, dos en
Chillán, y otros dos en Angol. En un solo caso nos es
absolutamente desconocido el lugar de nacimiento. Entre los
foráneos al reino encontramos a dos españoles y dos peruanos (ver
gráfico 1).
- 197 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Los estudios universitarios de los prebendados del coro de
Santiago
Entre los nativos del obispado de Santiago, diecinueve en total, de
dos de ellos no se sabe el grado universitario, nos consta que uno
de ellos estudió en el Seminario diocesano. De los diecisiete
restantes, uno se graduó de doctor en teología por el colegio Santo
Tomás, todos los otros estudiaron en los colegios jesuitas de la
ciudad de Santiago, graduándose como doctores en teología y uno
como licenciado.
Con respecto a los foráneos, de los dos peruanos que tomaron
posesión de sus prebendas, Juan Hemúa era doctor en teología y
Francisco de Quevedo y Zaldívar fue el único doctor en ambos
derechos del cabildo eclesiástico de Santiago de la segunda mitad
del siglo XVII, graduado en la Universidad de San Marcos de
Lima. Con respecto a los otros tres foráneos, de uno no se conocen
sus estudios siquiera, y los otros dos eran graduados uno de doctor
en ambos derechos por la Universidad de Avila, el otro licenciado
(no se sabe en que materia) por la Universidad de Alcalá.
Entre los ocho que ascendieron desde Concepción a
Santiago,cinco no tenían ningún grado universitario; de uno se
sabe que era licenciado pero no en que ámbito del conocimiento;
otro era doctor en teología por el colegio Santo Tomás; y uno solo
era doctor en ambos derechos por la Universidad de Lima. De los
cuatro prebendados que se desconoce su lugar de nacimiento, uno
era doctor en teología, otro maestro en artes, y de los otros dos no
se sabe.
Por lo tanto, de los treinta y dos prebendados, sólo de cuatro
sabemos con seguridad que no tenían ningún grado universitario,
de otros seis no lo hemos podido determinarlo. De los veintitrés
restantes, uno solo era maestro en artes y teología y uno era
licenciado en teología. Los otros dieciséis prebendados fueron
doctores en teología, dos por el colegio Santo Tomás, y catorce por
el colegio de la Compañía de Jesús. Cuatro fueron doctores en
ambos derechos. Para una mejor comprensión, ver gráfico 2.
- 198 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Las vías de entrada al cabildo eclesiástico
Lo primero que hay que puntualizar es que dentro del reino de
Chile, el cabildo eclesiástico de Santiago era de ascenso con
respecto únicamente al de Concepción 1 , según la relación entre
diócesis de inicio, ascenso y fin entre todas las sufragáneas de
Lima. La entrada al cabildo eclesiástico de Santiago se produjo
entonces localmente por dos vías: por ascenso desde Concepción o
directamente desde las parroquias o administración diocesana del
obispado de Santiago. La tercera vía de incorporación contemplaba
a los foráneos, fundamentalmente españoles, para quienes los
beneficios en Indias representaban posibilidades de ascensos de las
que no disponían en la península. Con respecto a las promociones
que se produjeron desde el coro de Concepción, debemos
distinguir entre los canónigos que ascendieron al coro de Santiago
según fueran nativos del obispado Concepción o del de Santiago.
Entre los primeros, daremos cuenta de la toma efectiva de posesión
de las prebendas. Entre los segundos, determinaremos si se produjo
la toma de posesión de la prebenda de Concepción desde la cual
fueron ascendidos al coro de Santiago. El siguiente mapa del reino
de Chile nos ayudará a ver el trazado de las carreras eclesiásticas.
1 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 199 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
1
2 Agradezco al Dr. José Ignacio González, director del Instituto de Geografía
de la Pontificia Universidad Católica de Chile por haberme facilitado este
mapa en el cual queda claro que el objetivo de Ambrosio Higgins era el de
mostrar la ubicación de las misiones y estancias de los clérigos regulares.
Optamos sin embargo por utilizar este mapa por la claridad de la
reproducción.
- 200 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 201 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 202 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
La carrera precapitular de los prebendados santiaguinos
De beneficios de Santiago al cabildo eclesiástico de Santiago
Ahora nos detendremos en los presbíteros del obispado de
Santiago que fueron presentados al cabildo eclesiástico de su
propia diócesis. La carrera precapitular de la mayoría de ellos se
inició en una doctrina o en una parroquia urbana de Santiago. El
contacto con el obispo y el gobernador les facilitaba las
recomendaciones necesarias que abrían la posibilidad de ser
considerados en listados de candidatos y consultas de la Cámara de
Indias. Marcos Lucio Lucero ascendió a una canonjía del coro de
Santiago 3 desde el curato de San Juan de la Frontera 4 en 1663.
Joaquín Morales Negrete ascendió al cabildo eclesiástico desde el
curato de La Serena, directamente a la tesorería en 1698. 5 Los
informes favorables a su persona eran los que se atestiguaban en la
relación de méritos levantada en 1678. 6 En 1681 se presentó a las
oposiciones de la canonjía magistral, donde hizo un buen papel. La
Audiencia de Santiago informó positivamente de él en dos
oportunidades. 7 No hay sin embargo, una explicación objetiva de
este ascenso tan espectacular.
Entre los que entraron al coro de Santiago ascendiendo desde
parroquias de la diócesis también debemos distinguir momentos y
situaciones. A partir de la erección de las canonjías de oficio, la
escasez de opositores facilitaba la entrada al coro a quien tuviera el
grado universitario requerido, desde cualquier beneficio o sin
ninguno. José Antonio Gómez de Silva ascendió en 1682 a la
canonjía magistral desde el curato de Lampa y Colina, 8 Bartolomé
Hidalgo Escobar en 1692 9 y Lorenzo Cortés Monroy en 1698 10
desde el de Santa Ana.
De canónigo de Concepción al cabildo eclesiástico de Santiago
Para seis de los prebendados la carrera en un cabildo eclesiástico
empezó en canonjías de Concepción y terminó con ascensos al coro
3 AGI, Gobierno, Chile, 455.
4 AGI, Gobierno, Chile, 164.
5 AGI, Gobierno, Chile, 455.
6 AGI, Gobierno, Chile, 49.
7 AGI, Gobierno, Chile, 16.
8 AGI, Gobierno, Chile, 49.
9 AGI, Gobierno, Chile, 455.
10 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 203 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Santiago. Pero de los seis, el único que tomó posesión de su
canonjía en Concepción fue Fernando Bravo y Toledo. Luego de
ordenado fue cura doctrinero en el obispado 11 de Santiago, hasta
que ganó por oposición el curato de San Saturnino, en la ciudad de
Santiago en 1647. Pero recién a partir de 1662, 12 cuando ya era
cura rector de la catedral, 13 empezó a figurar en los listados de
candidatos de la Cámara de Indias para canonjías y dignidades de
Concepción, y canonjías de Santiago. Finalmente fue presentado
por el Rey para una canonjía de Concepción en 1669, 14
comenzando a ser propuesto por la Cámara de Indias desde
entonces en las consultas de canonjías de Santiago y dignidades de
Concepción. 15 En este último coro ascendió en 1674 al
arcedianato, 16 y en 1677 fue presentado canónigo de Santiago, 17
muriendo en la posesión de esa prebenda. La carrera de Pedro
Moyano Cornejo fue frenada por el obispo Humanzoro. En efecto,
cuando finalmente fue presentado por la Cámara a una canonjía en
Santiago se encontró con la situación de que el obispo no quería
darle la colación, informándolo así al Rey en 1669:
Me es forzoso dar cuenta a Vuesa Majestad de la causa que me
obliga a no dar la posesión ni la colación y canónica institución a
Pedro Moyano, a quien Vuesa Majestad presentó años a para la
dignidad de arcediano de la Concepción y después para el deanato
de la dicha Iglesia, y sin haberse presentado en el cabildo de ella,
ni haber querido salir de esta ciudad tuvo inteligencia para obtener
la merced de una canonjía, que está vaca en esta Iglesia, por lo
cual y por la grave falta de idoneidad y de suficiencia, no me he
atrevido a darle la colación y canónica institución, ni se la daré
hasta que Vuesa Majestad mejor informado me mande lo que debo
hacer. 18
No sabemos si desde la Cámara de Indias se respondió al obispo,
pero Moyano Cornejo siguió figurando en los primeros lugares de los
listados de candidatos de la Cámara para dignidades de Santiago 19 y
11 AGI, Gobierno, Chile, 47.
12 AGI, Gobierno, Chile, 164.
13 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit., p. 166.
14 AGI, Gobierno, Chile, 463.
15 AGI, Gobierno, Chile, 2.
16 AGI, Gobierno, Chile, 463.
17 AGI, Gobierno, Chile, 455.
18 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, ff. 138 y 139.
19 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 204 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
en segundo lugar en la terna de la consulta de la mastrescolía. 20
Fue presentado a esta dignidad en 1684, 21 año en el que murió sin
tomar posesión de la misma. 22
También en este grupo situamos a Francisco de Urbina
Córdoba, cura doctrinero y visitador general del obispado de
Santiago, en 1659 rector del Seminario y cura por oposición de
Santa Ana e interino de la parroquia del Sagrario. 23 En su carrera
precapitular se combina la cura de almas con la administración
diocesana. En 1661levantó relación de méritos en Madrid. 24 A
partir de ese momento figura en listados de candidatos para
canonjías y dignidades de Concepción 25 y directamente en ternas
para canonjías y dignidades de Santiago. 26 Fue presentado por el
Rey como canónigo de Concepción en 1673, 27 sin tomar posesión
personalmente. La Cámara lo consideró desde entonces en los
listados de candidatos 28 y ternas 29 de las consultas de dignidades de
Concepción. En 1678 fue presentado al deanato 30 del cabildo de
esa catedral, del que no pudo tomar posesión personalmente por no
estar vaco, ya que Francisco Mardones Lagos se había negado a su
ascenso en la tesorería de Santiago, permaneciendo en esa
dignidad. En 1681, Francisco de Urbina fue presentado a la
tesorería 31 de Santiago, muriendo en la posesión de esa prebenda. 32
Por último encontramos a Pedro Pizarro y Cajal, cura de San
Saturnino, visitador general del obispado, 33 canónigo de Concepción
en 1667 34 y tan sólo un año después canónigo de Santiago. 35 En
este coro ascendió hasta el deanato, 36 y fue provisor y vicario gene-
20 AGI, Gobierno, Chile, 2.
21 AGI, Gobierno, Chile, 455.
22 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 184.
23 AGI, Gobierno, Chile, 47.
24 Ibidem.
25 AGI, Gobierno, Chile, 164.
26 AGI, Gobierno, Chile, 2.
27 AGI, Gobierno, Chile, 463.
28 AGI, Gobierno, Chile, 164.
29 AGI, Gobierno, Chile, 2.
30 AGI, Gobierno, Chile, 463.
31 AGI, Gobierno, Chile, 455.
32 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 192.
33 AGI, Gobierno, Chile, 63.
34 AGI, Gobierno, Chile, 164.
35 AGI, Gobierno, Chile, 455.
36 AGI, Gobierno, Chile, 455.
- 205 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ral 37 del obispo Fray Bernardo Carrasco, vicario capitular 38 a la
muerte del obispo Francisco de la Puebla González y gobernador
del obispado 39 nombrado por el obispo Romero.
De la administración diocesana al cabildo eclesiástico de
Santiago
La carrera precapitular de algunos de los prebendados combinó el
ejercicio de la cura de almas con la administración diocesana, en
concreto se desempeñaron como visitadores generales del
obispado. Alonso Fernández de Córdoba, fue simultáneamente
cura del Sagrario 40 de la catedral y visitador general del obispado
en sede vacante. 41 En 1660 entró al cabildo eclesiástico como
canónigo, 42 siendo ya tesorero en 1664, 43 el obispo Fray Diego de
Humanzoro lo nombró su provisor y vicario general. 44 Murió antes
de recibir la cédula de presentación al arcedianato de Santiago. 45
Jerónimo Hurtado de Mendoza ganó por oposición el curato del
Sagrario en 1678, 46 inmediatamente después de su ordenación
sacerdotal. El obispo Carrasco lo nombró también visitador general
del obispado. En 1695 entró al coro de Santiago como canónigo, 47
ascendió hasta el deanato, en el que murió en 1721, siendo además
provisor y vicario general. 48 También Pedro Lillo Barrera, fue cura
del Sagrario y visitador general del obispado, pero ascendió
directamente en 1653 a la maestrescolía de Santiago. 49
Sólo Cristóbal Sánchez de Abarca tres años después de ordenarse
pasó directamente a la administración diocesana como visitador
general del obispado de Santiago 50 en 1653. Fue el único prebenda-
37 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 63, f. 3.
38 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 186.
39 Soto Klos, Eduardo, “Francisco de la Puebla González”, en: Oviedo Cavada,
Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo II, p. 15.
40 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit., p. 166.
41 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, f. 83.
42 AGI, Gobierno, Chile, 455.
43 Ibidem.
44 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 28, f. 208.
45 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, f. 141.
46 AGI, Gobierno, Chile, 164.
47 Ibidem.
48 AGI, Gobierno, Chile, 153.
49 AGI, Gobierno, Chile, 455.
50 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 206 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
do cuya carrera precapitular no incluyó un curato. Recomendado
en la Cámara de Indias por la Audiencia de Santiago y por
Francisco Machado Chaves, provisor y vicario general, para
canonjías en el reino o en otras iglesias del Perú. 51 Pronto empezó
a figurar entre los diez primeros en los listados de candidatos, y en
segundo lugar en dos oportunidades en las ternas de las consultas
de canonjías de Santiago. 52 Fue presentado en 1662 a una canonjía
de ese coro, 53 e inmediatamente fue considerado en décimo lugar
en los listados de candidatos para dignidades de Santiago, y a partir
de 1663 figuró en tercer lugar en las ternas de las consultas para la
tesorería y mastrescolía de Santiago. 54 Fue presentado a la tesorería
de Santiago en 1668, 55 y desde ese momento figuró en todas las
ternas de consultas de dignidades de Santiago. 56 Contó con el
apoyo del obispo Fray Diego de Humanzoro en los sucesivos
ascensos, 57 quien además lo nombró su provisor y vicario
general. 58 Siendo arcediano levantó relación de méritos. 59 Vicario
capitular 60 a la muerte del obispo Humanzoro y nuevamente
provisor y vicario general del obispo Fray Bernardo Carrasco. 61 A
esta altura de su carrera en la administración diocesana fue
presentado al deanato, 62 muriendo al poco tiempo de tomar
posesión en 1695. 63
De Concepción a Santiago
Entre los nativos del obispado de Concepción ascendidos al coro de
Santiago, encontramos diferentes situaciones. Pedro Careaga Elosu
fue presentado a una canonjía de Santiago en 1648 siendo cura del
Sagrario de Concepción, capellán mayor del ejército de Chile, y sólo
51 Ibidem.
52 AGI, Gobierno, Chile, 2.
53 AGI, Gobierno, Chile, 455.
54 AGI, Gobierno, Chile, 2.
55 AGI, Gobierno, Chile, 455.
56 AGI, Gobierno, Chile, 2.
57 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 427 vta.
58 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 189.
59 AGI, Gobierno, Chile, 49.
60 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 189.
61 El dato lo obtuvimos de García y García, Antonio, y Santiago-Otero,
Horacio, (edits.), Sínodos de Santiago de Chile 1688 y 1763..., op. cit., p. 15.
62 AGI, Gobierno, Chile, 455.
63 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 189.
- 207 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
canónigo rezante de Concepción. 64 En 1652 el obispo de Santiago
Fray Gaspar Villarroel nombraba provisor y vicario general 65 y lo
recomendaba para una mitra:
Es muy noble por su nacimiento y emparentado con lo mejor de
este reino. Tan grande predicador que hay pocos en las Indias que
le puedan competir. Este predicador pareciera muy bien entre los
de Su Majestad y reside en un rincón donde tamaña luz no tiene
donde poder alumbrar. Todo lo que hay en esta tierra es corto para
su persona, es digno de gobernar una iglesia y la que se sirviere de
honrarle con una dignidad en Lima, Charcas o Arequipa cumplirá
(como lo acostumbra) con su conciencia. 66
Así recomendado, se entiende que figurara en segundo lugar
en una terna de la consulta de la chantría de Santiago 67 en 1660. En
los años siguientes figurará entre el primer y tercer lugar en los
listados de candidatos de la Cámara de Indias para las dignidades
de Santiago 68 y en el primer lugar en las ternas 69 de dignidades de
ese coro. Ascendió hasta el deanato en 1668, 70 muriendo deán en
1680.
Entre los naturales de Concepción ascendidos al coro de
Santiago que no tomaron posesión de sus prebendas también
distinguimos diferentes situaciones. Algunos no se presentaron
personalmente a tomar posesión, entre ellos se encuentran
Francisco Mardones Lagos, Francisco Mardones Urbina, Juan
Olivares, por no aceptarlas. Otros no tomaron posesión por estar
muertos al momento de la presentación, como Gabriel Sánchez
Cabeza de Vaca, que murió canónigo de la catedral de Concepción
en 1670, 71 y en 1673 fue presentado a una canonjía de Santiago. 72
Pedro de Lea Plaza, nacido en Chillán, 73 corresponde al grupo
de penquistas que tomaron posesión de sus prebendas en Santiago.
Antes de la carrera eclesiástica había emprendido la militar. A partir
de 1631 fue cura y capellán militar de los fuertes de la frontera in-
64 AGI, Gobierno, Chile, 455.
65 Ibidem.
66 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 22, f. 318
67 AGI, Gobierno, Chile, 2.
68 AGI, Gobierno, Chile, 164.
69 AGI, Gobierno, Chile, 2.
70 AGI, Gobierno, Chile, 455.
71 AGI, Gobierno, Chile, 63.
72 AGI, Gobierno, Chile, 455.
73 AGI, Gobierno, Chile, 45.
- 208 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
dígena durante diecinueve años. En 1647 levantó relación de
méritos en Madrid. Sólo dos años después de efectuado este
trámite era presentado como canónigo de Concepción, 74 y desde
entonces figuró en todos los listados de candidatos de la Cámara de
Indias para dignidades de Concepción y prebendas de Santiago. 75
En 1651 ya era arcediano de Concepción, 76 y en 1660 ascendía a la
tesorería de Santiago. En ese coro llegó hasta la chantría por
renunciar el arcedianato. 77
Hacia 1660 los penquistas no eran bien recibidos en el coro de
Santiago. El filtro de entrada era el obispo de esa diócesis, Fray
Diego de Humanzoro, quien, apoyado por la Audiencia, se negaba
a darles la colación canónica. En 1668 la Audiencia escribía al Rey
con respecto a Lea Plaza:
Es de tan corta capacidad el comisario Pedro de Lea Plaza que el
reverendo obispo se halla con gravísimos escrúpulos y no se ha
atrevido a darle la posesión del arcedianato al que ascendió. 78
El obispo Humanzoro además informaba como vacas las
prebendas como en 1669:
Están también vacos el deanato, y arcedianato y maestrescuela,
porque si bien Vuesa Majestad tiene presentado para el
arcedianato a Pedro de Lea Plaza éste no ha querido examinarse y
es iliterato, a cuya causa ha renunciado a la merced de su
presentación, y como él no ha ascendido ni salido de su silla no
han podido entrar los demás en las suyas a que están
presentados. 79
Hay que decir a favor de Pedro de Lea Plaza que, aunque en su
relación de méritos no figuran títulos ni grados, que avalan por
tanto las apreciaciones del obispo, éstas pudieron estar
condicionadas por un conflicto que en 1667 había enfrentado a Lea
Plaza con el obispo y la Audiencia. Ocupaba Lea Plaza
interinamente el cargo de comisario Subdelegado de la
Santa Cruzada, por muerte del deán que lo poseía
en propiedad. El tribunal de Cruzada y la Audiencia se
habían puesto de acuerdo para que la publicación de la bula no se
74 AGI, Gobierno, Chile, 463.
75 AGI, Gobierno, Chile, 164.
76 Ibidem.
77 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, f. 140.
78 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, f. 106.
79 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, f. 140.
- 209 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
realizara en la catedral ese año, sino en la iglesia de la Compañía
de Jesús. El objetivo de esta decisión era impedir un encuentro
entre el obispo Fray Diego de Humanzoro y el presidente
Francisco Meneses, profundamente enfrentados. Lea Plaza
consideró esto como una intromisión en la jurisdicción eclesiástica,
e inscribió en la tablilla de pecadores públicos y en las puertas de
la Audiencia, a dos oidores y tres abogados de la Audiencia, 80 este
fue el trasfondo de los ascensos de Lea Plaza en Santiago.
También la incorporación de Alonso Suárez Maldonado al
coro de Santiago fue impedida por el obispo y el cabildo
eclesiástico. Aunque nativo de Santiago de Chile, 81 había sido cura
en el obispado de Concepción y desde 1661 canónigo de
Concepción. 82 Contaba incluso con una recomendación del virrey
de Perú, conde de Santisteban de 1662: “Sujeto de mucho
mérito”, 83 que se citaba en los listados de candidatos y consultas de
la Cámara de Indias. 84 El presidente Francisco Meneses, en 1666 lo
había recomendado: “Para la tesorería vacante propongo a Don
Alonso Maldonado”. 85 Cuando le llegó la presentación y Suárez
Maldonado fue a tomar posesión se encontró con el siguiente
recibimiento, según informaba Fray Diego de Humanzoro en 1670:
Se presentó ante mi con la merced de su presentación, y el cabildo
eclesiástico hizo contradicción por decir que la canonjía a que
venía presentado, no estaba vaca por lo cual, y porque lo examiné
y lo hallé totalmente inepto, e insuficiente en la latinidad, no ha
sido recibido ni le he dado colación y canónica institución y doy
cuenta a Vuesa Majestad de ello, para que se sirva de mandarme lo
que debo hacer. 86
Tan sólo un año antes de esta situación, el mismo obispo había
escrito al Rey pidiendo que presentara en los beneficios y dignidades
“personas que puedan honrarlos”. 87 No lograron sin embargo expulsar
a Suárez Maldonado del cabildo eclesiástico de Santiago. En
80 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, f. 98 y ss.
81 Archivo Nacional Histórico de Santiago, (en adelante ANH), Escribanos de
Santiago, leg. 313.
82 Ibidem.
83 AGI, Gobierno, Lima, 63.
84 AGI, Gobierno, Chile, 164.
85 AGI, Gobierno, Chile, 22.
86 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, f. 145.
87 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 25, ff. 137 y 138.
- 210 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
1671 el Rey lo presentó a la tesorería, 88 de la que parece que no
pudo tomar posesión, pero si lo hizo de la mastrescolía, 89 en cuyo
ejercicio murió.
Otro chillanejo que ascendió al coro de Santiago desde el
curato del Sagrario de Concepción 90 fue Francisco Ramírez de
León. Estando en ese beneficio fue recomendado a la Cámara de
Indias por el gobernador Martín de Mujica 91 para una canonjía de
Concepción, que ya servía como canónigo rezante nombrado por el
gobernador Alonso de Córdoba. 92 La Cámara de Indias lo
consideró en listados de candidatos de canonjías y dignidades de
Concepción y canonjías de Santiago. Fue presentado, con un mes
de diferencia, a una canonjía en cada uno de estos coros, 93
tomando posesión de la de Santiago en 1653. Ramírez de León no
tuvo los problemas de otros penquistas. Pronto, en 1655 fue rector
del Seminario 94 y en 1661provisor y vicario general 95 nombrado
por el obispo Humanzoro. Ascendió hasta el deanato y fue uno de
los pocos prebendados chilenos considerados en esta época por la
Cámara de Indias en las consultas para las vacancias del obispado
de Concepción en 1668 y en 1676. También en esos mismos dos
años la Cámara de Indias lo consultó para la tesorería de Lima. 96
En las décadas de 1670 y 1680 los ascensos de Concepción a
Santiago no se produjeron por no aceptarlos los favorecidos. Hacia
fines del siglo XVII el Rey volvió a presentar a nativos de
Concepción para el coro de Santiago, ascendiéndolos además
desde beneficios de Concepción, como fue el caso de José
González de la Rivera desde el curato de Chillán. 97 En realidad sus
méritos eran abundantísimos por haber fundado misiones
entre los indios, 98 impulsar la formación de la Junta de
Misiones del reino, 99 y haber sido visitador general
del obispado de Concepción, 100 nombrado por el obispo Fray
88 AGI, Gobierno, Chile, 2.
89 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 190.
90 AGI, Gobierno, Chile, 66.
91 Ibidem.
92 AGI, Gobierno, Chile, 164.
93 AGI, Gobierno, Chile, 55.
94 Arancibia Salcedo, Raimundo, “Historia del seminario...”, op. cit., p. 35.
95 AGI, Gobierno, Chile, 98.
96 AGI, Gobierno, Chile, 164.
97 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 218.
98 Ibidem, p. 219.
99 AGI, Gobierno, Chile, 66.
100 AGI, Gobierno, Chile, 153.
- 211 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Martín de Hijar. El gobernador Tomás Marín de Poveda lo propuso
como obispo de Concepción 101 por la avanzada edad del obispo.
En 1699 entró al coro de Santiago como canónigo, 102 donde
ascendió hasta la chantría, muriendo chantre en 1716. 103
Un caso aparte de este grupo ocupa el cura de Mendoza
Jacinto Medina, quien ya estaba muerto al momento de recibir la
presentación de una canonjía en Concepción, por lo que menos aún
tomó posesión de sus ascensos al arcedianato de ese mismo coro y
canonjía de Santiago. 104
Foráneos al reino presentados al cabildo eclesiástico de
Santiago
Entre los foráneos al reino en el coro de Santiago distinguimos los
que tomaron posesión, de los que no lo hicieron. Entre los
primeros encontramos a Juan Hermúa, natural del Callao, quien
pasó a Santiago de Chile como familiar del obispo Fray Diego de
Humanzoro 105 en 1662. La cercanía con el obispo le mereció el
nombramiento de cura rector interin de la catedral de Santiago, que
luego sirvió en propiedad. Sin duda este fue el cargo que le
mereció los ascensos. Aunque foráneo, sus buenas relaciones con
el cabildo eclesiástico quedan demostradas en la recomendación
que éste le hiciera para el coro de Santiago en 1681:
En esta santa Iglesia de Santiago de Chile la cortedad de sus rentas
no ha dado hasta ahora a la sustentación de los racioneros y medio
racioneros y capellanes que debían tener conforme a su erección.
Sirven mucho los curas rectores de ella en los ministerios del
servicio de esta Iglesia demás de lo que trabajan en la
administración de los sacramentos y en esta consideración nos ha
parecido de nuestra obligación informar a Vuesa Majestad para
que se sirva de premiar al licenciado Juan Hermua y al maestro
Jerónimo Hurtado, curas rectores de la catedral, porque a la vista
del premio de estos sujetos se alienten otros a servir con igual
puntualidad. 106
101 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 39, ff. 126 y 127.
102 AGI, Gobierno, Chile, 455.
103 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 179.
104 AGI, Gobierno, Chile, 463, allí las tres presentaciones.
105 Cfr. Iturriaga, Rigoberto, (compilador), Elenco de franciscanos de la
Provincia de la Santísima Trinidad, publicación de circulación interna de la
Orden franciscana, publicación de circulación interna de la Orden
franciscana, Santiago, 2 vols., 2003.
106 AGI, Gobierno, Chile, 63.
- 212 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El obispo Carrasco nombró a Hermúa visitador general del
obispado en dos oportunidades antes de 1682. 107 Por fin, en 1685
el Rey lo presentó a una canonjía de Santiago. 108 Ascendió hasta la
mastrescolía en 1693 109 y murió siendo chantre presentado. 110
También Francisco de Quevedo y Zaldívar era natural del Perú,
limeño, pero radicado en Chile. Opositó a la canonjía doctoral
obteniéndola. Ascendió desde el curato de Ñuñoa y había sido
visitador general del obispado. 111 Siendo arcediano 112 el obispo
Romero lo nombró su provisor y vicario general. La presentación
al deanato de Santiago llegó poco después de su muerte en 1713. 113
Entre los foráneos que no tomaron posesión sobresale el
Bachiller Jerónimo Manrique, soldado en Milan, cuyos méritos le
valieron entrar en los listados de candidatos de la Cámara de Indias
directamente a la mastrescolía de Santiago (posibilidad que no
tuvo ningún nativo del reino), aunque la Cámara lo propuso en
segundo lugar en la terna de una canonjía de Santiago en 1660 114 y
el Rey lo presentó 115 en 1661. Hasta 1664 figura entre el primero y
el quinto lugar en los listados de candidatos de la Cámara de Indias
para dignidades de Santiago, aunque en la Cámara se sabía en 1662
que no se había embarcado para tomar posesión de la canonjía, 116
finalmente murió en 1665 sin haber emprendido el viaje. 117
Luis Rojas Páramo, natural de Lima, y doctor en ambos
derechos por la Universidad de Avila, 118 antes de emprender el
viaje a América pretendió en la corte. Figura en decimotercero o
decimocuarto lugar en los listados de candidatos de la
Cámara de Indias para dignidades de Santiago. Pero entró en
1668 en la consulta de la tesorería de Popayán, 119 con
la que fue favorecido, por lo que pidió licencia para
viajar a Indias a tomar posesión. 120 En 1673 ya era arcediano
107 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 24, f. 5.
108 AGI, Gobierno, Chile, 455.
109 Ibidem.
110 AGI, Gobierno, Chile, 2.
111 AGI, Gobierno, Chile, 164.
112 AGI, Gobierno, Chile, 455.
113 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 187.
114 AGI, Gobierno, Chile, 2.
115 AGI, Gobierno, Chile, 455.
116 AGI, Gobierno, Chile, 164.
117 AGI, Gobierno, Chile, 2.
118 AGI, Indiferente General, 161.
119 AGI, Gobierno, Chile, 164.
120 AGI, Contratación, 5435, N.3, R12.
- 213 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Popayán. 121 Probablemente emprendió un nuevo viaje a España,
y continuó con sus pretensiones en la Cámara. Antes de 1684 había
obtenido una canonjía en Santo Domingo, 122 que no aceptó, y
finalmente fue presentado como canónigo de la catedral de
Santiago el 23 de abril de 1684. 123 Solicitó y recibió la licencia
para tomar posesión de su canonjía, 124 pero llegó hasta Lima y no
continuó el viaje a Santiago. 125
Los propuestos pero no consultados
De un total contabilizado de ciento treinta y un curas del obispado
de Santiago entre 1650 y 1700, treinta y siete de ellos, el 28%
fueron consultados por la Cámara de Indias, y catorce de los
consultados, el 38.6%, llegaron a ser canónigos en este coro. Nos
detendremos ahora en el grupo de los no consultados pero si
propuestos por la Cámara de Indias, analizando las carreras y
recomendaciones. También distinguimos en este grupo los que
como curas fueron considerados en listados de candidatos, y los
que sirviendo el curato ejercieron además tareas en la
administración diocesana.
Dieciocho de los propuestos fueron sólo curas, tres de ellos en
las parroquias urbanas, dos de ellos del Sagrario y uno de Santa
Ana. Cinco de ellos combinaron el curato con el cargo de visitador
general, y uno fue provisor y vicario general. Entre los primeros,
Diego Alvarez Guarida, cura de La Ligua desde 1664, 126 y de
Rancagua desde 1669. 127 Entre 1665 y 1678, figuró diecinueve
veces en los listados de candidatos de la Cámara de Indias, 128
nunca en una consulta. Nueve veces fue considerado en listados de
candidatos del cabildo eclesiástico de Concepción, cinco de
canonjías, ocupando entre el sexto y el noveno lugar; otras cuatro
veces del arcedianato y deanato de Concepción, en
torno al vigésimo lugar. En tanto que diez veces fue incluido en
listados de candidatos de Santiago, tres veces
para canonjías, dos en el séptimo lugar, pero a partir de 1673
121 AGI, Gobierno, Quito, 215.
122 AGI, Gobierno, Chile, 455.
123 Ibidem.
124 AGI, Contratación 5446, N.21.
125 AGI, Gobierno, Chile, 66.
126 AGI, Gobierno, Chile, 164.
127 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit., p. 152.
128 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 214 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
descendió al vigésimo tercero, tanto en listados de candidatos de
canonjías como de dignidades. Seis veces fue propuesto en
dignidades, antes de 1673 figuraba en el decimosexto lugar,
descendiendo después a los lugares posteriores al vigésimo. De
Alvarez Guarida la Cámara no cita ninguna recomendación.
El resto de los curas propuestos provienen de curatos de todo
el obispado: Elqui, Copiapó, Huasco, Mendoza, etc. Se los conoció
en la Cámara de Indias y se los recomendó como beneméritos por
medio de las recomendaciones de los obispos, como ocurrió con el
cura de Copiapó Lucas Díaz Sandoval, de quien el obispo Fray
Diego de Humanzoro dijo: “En Copiapó hay muchos españoles, es
de los más antiguos y beneméritos”, 129 recomendación que no
incluía una consideración de este cura para una prebenda.
En cuanto a curas residentes en otros reinos de la Monarquía,
encontramos al licenciado Pedro Cobaleda Moreno, natural de
Santiago, residente en Perú, teniente cura de Guacho y a partir de
1674 cura de Guayra 130 en el arzobispado de Lima. En 1684
levantó relación de méritos en Madrid, pero recién en 1698 fue
considerado en decimotercer lugar en los listados de candidatos de
la Cámara de Indias para una canonjía de Santiago. En 1706 lo
encontramos como cura del Sagrario de Santiago, y desde entonces
fue considerado en cinco oportunidades en listados de candidatos,
cuatro veces (entre 1705 y 1712) para las dignidades de
Concepción en el duodécimo lugar y una vez para una canonjía de
Santiago (en 1709), en el mismo lugar. En este caso llama la
atención la distancia de catorce años entre el levantamiento de la
relación de méritos y la primera vez que fue considerado en una
proposición, aumentando el número de consideraciones en las
prosiciones a partir del retorno al obispado de Santiago. Pareciera
que la política de selección de la Cámara de Indias no sólo se
limitaba a los naturales de Santiago para ese coro, sino a los que
tuvieran residencia efectiva en los beneficios del obispado. Por
otro lado, las carreras descriptas nos muestran que en la década de
1670 se produjeron las últimas presentaciones de santiaguinos a
canonjías de Concepción, de las que los agraciados no tomaron
posesión, interrumpiéndose desde ese momento la relación
establecida por el Rey de ascensos entre ambos coros.
También dos de los capellanes de la Audiencia figuraron en los
listados de candidatos, no en consultas, mientras se desempeñaron
en esa capellanía. Contaron con recomendaciones del gobernador
129 AGI, Gobierno, Chile, 164.
130 Ibidem.
- 215 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
del reino y de la Audiencia. Uno de ellos, Diego López Castro,
capellán en 1652 hasta aproximadamente 1667, 131 fue propuesto
diecisiete veces por la Cámara de Indias, tres de ellas para dos
canonjías y el arcedianato del coro de Concepción, entre el sexto y
el noveno lugar. En los catorce listados de candidatos restantes lo
consideraron para dos canonjías y las dignidades del coro de
Santiago. Otros dos de los propuestos fueron visitadores generales
del obispado, uno de ellos además por un tiempo capellán del
monasterio de agustinas.
Con respecto a los presbíteros domiciliarios de Concepción,
sólo cinco fueron propuestos por la Cámara de Indias para
vacancias de ambos obispados, ninguno consultado. Cinco eran
curas, entre ellos Juan Ruelas Sandoval ejercía además cargos
administrativos en la diócesis, provisor y vicario general y
visitador general del obispado. El cura Bernardino Chacón, de las
trece veces que fue propuesto entre 1650 y 1657, sólo cinco fueron
para Santiago, dos para canonjías y tres para dignidades, siempre
en torno al decimoquinto y decimoctavo lugar. Las ocho veces
restantes fue propuesto en el coro de Concepción para tres
dignidades, en torno al decimotercero lugar, y cinco canonjías, en
torno al séptimo lugar. El mismo esquema se repite en los listados
de candidatos de los otros tres curas, todos fechadas en la década
de 1650. A partir de ese momento, sólo los canónigos o dignidades
de Concepción fueron propuestos al coro de Santiago.
Ruelas Sandoval contaba con una recomendación de Francisco
Meneses, gobernador de Chile, para el deanato de Concepción, y
con los méritos de haber sido nombrado gobernador del obispado y
provisor y vicario general en 1662, 132 durante la sede vacante de
1661 a 1669, por Pedro Villagomez, arzobispo de Lima. De las
quince veces que fue propuesto, nueve lo fue para el coro de
Santiago, cuatro veces para canonjías y cinco para dignidades (en
1681 se propusieron juntas la mastrescolía y canonjía de Santiago).
Seis veces fue propuesto para el coro de Concepción, tres para
canonjías y tres para dignidades. Pero nunca fue consultado.
En la composición del cabildo eclesiástico de Santiago entre 1650
y 1700 predominaron los chilenos santiaguinos. Según el sistema de
ascensos establecido por la Monarquía que vinculó entre sí a los
dos cabildos eclesiásticos chilenos, las presentaciones regias a este
cabildo incluyeron a prebendados de Concepción que ascendían al
131 AGI, Gobierno, Chile, 164.
132 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 402.
- 216 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
coro de Santiago y santiaguinos que iniciaban una carrera capitular
en el coro de Concepción. Seis naturales del obispado de Santiago
fueron presentados a canonjías de Concepción desde las que
ascendieron al cabildo eclesiástico de Santiago. Uno solo tomó
posesión de su prebenda en Concepción. Cuatro de ellos
ascendieron desde un curato, y dos eran curas y visitadores
generales del obispado, la mayoría de los cuales no tenía grado
universitario. En cambio, siete de los prebendados penquistas
ascendidos a Santiago acudieron a este coro a tomar posesión de su
prebenda, siéndoles negada en algunos casos la colación canónica
por el obispo. Probablemente la crítica relación entre el cabildo
eclesiástico de Concepción y la Monarquía (ver cap. 8), afectó la
recepción en Santiago de los prebendados penquistas ascendidos,
situación que se revertió a fines del siglo XVII cuando se
respetaron los ascensos.
Entre los nacidos en el obispado de Santiago que entraron al
cabildo eclesiástico de Santiago sin ascender desde Concepción,
doce fueron previamente curas, cuatro de ellos también fueron
visitadores generales del obispado. Entre los curatos del obispado
de Santiago que podemos considerar de ascenso hacia el cabildo
eclesiástico se encuentran fundamentalmente el Sagrario de la
catedral, Santa Ana, San Saturnino. Los otros ascensos se
produjeron desde los curatos de Valparaíso, La Serena, Mendoza y
Ñuñoa. Un cura fue presentado después de muerto. La mayoría
eran doctores en teología graduados en el colegio de los jesuitas.
Un solo prebendado no tenía grado universitario y había estudiado
en el Seminario local.
Sólo dos canónigos ascendieron al cabildo eclesiástico
directamente desde la administración diocesana, específicamente
siendo visitadores generales. En este período, de los seis provisores
y vicarios generales que hubo, cinco fueron dignidades del cabildo,
con una sola excepción, cuando este cargo lo obtuvo un cura.
Las presentaciones regias al cabildo eclesiástico de Santiago
incluyeron a cinco foráneos al reino, de ellos sólo dos tomaron
posesión de su prebenda. Si consideramos además a los seis
penquistas presentados, queda clara la intención de la Monarquía
de que el cabildo eclesiástico no estuviera exclusivamente
conformado por nativos del obispado de Santiago. El fracaso de
esta política regia se manifestó en que los presentados foráneos no
residentes en el reino de Chile no tomaron posesión de sus
prebendas y en el obstáculo efectivamente puesto por el obispo de
Santiago Fray Diego de Humanzoro a la toma de posesión de los
penquistas. Si consideramos además la actitud de los santiaguinos
presentados al cabildo eclesiástico de Concepción de no tomar po-
- 217 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
sesión de sus prebendas personalmente, se cierra el espectro del
fracaso de la política eclesiástica de la Monarquía, absolutamente
descontextualizada de la realidad local que impedía la subsistencia
de los prebendados fuera de su patria chica. Así entonces la
localidad de los cabildos eclesiásticos chilenos en el siglo XVII se
manifiesta como expresión de una política desacertada de la
Monarquía ignorante de la situación local.
- 218 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 11
El cabildo eclesiástico de Santiago (1700-1810)
El cabildo eclesiástico de Santiago de Chile en el siglo XVIII y
hasta 1810 estuvo compuesto por un total de cincuenta individuos,
diez de los cuales fueron foráneos al reino. Para la mayoría de los
prebendados este coro fue la principal y última etapa de su carrera
ya que sólo cinco de ellos fueron ascendidos a mitras. La única
característica que comparte con los cabildos eclesiásticos de Lima
y México es la composición mayoritariamente criolla. Según Paul
Ganster 1 de los ciento cuarenta y un prebendados limeños, el 80%
eran criollos y el 7% españoles, del 13% restante se desconoce el
lugar de origen. En México, el 56% eran criollos y el 30%
peninsulares, del 20% restante se desconoce con exactitud el lugar
de origen, aunque está claro el origen criollo de estos
indeterminados. Este predominio se mantuvo a lo largo del siglo, y
significó un control criollo de los cabildos ya que el criterio de
promoción más usual era la antigüedad, y por lo tanto más criollos
ascendían a las dignidades. Oscar Mazín2 constata el mismo
predominio criollo en la composición del cabildo eclesiástico de
Valladolid de Michoacán, aunque a partir de 1770 aumenta la
presencia peninsular llegando a ser mayoría al final del siglo
XVIII. En 1776 la Corona española dispuso, siguiendo la política
propuesta por José de Gálvez, Visitador de Nueva España, que sólo
un tercio de los miembros de los cabildos eclesiásticos americanos
podían ser criollos. A estos últimos, además, se les permitía
pretender en los coros peninsulares. Estas disposiciones no
afectaron a los cabildos chilenos, en los que el predominio criollo,
y además local, siguió siendo la característica.
1 Ganster, Paul, “Miembros de los cabildos eclesiásticos y sus familias en
Lima y la ciudad de México en el siglo XVIII”, en: Gonzalvo, Pilar, Familias
novohispanas..., op. cit., pp. 149-162.
2 Mazín, Oscar, Ibidem, pp. 314 y 371.
- 219 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Origen geográfico de los prebendados
Esta marcada localidad en la carrera capitular de los miembros
también la encontramos en su origen geográfico, ya que cuarenta
de los miembros del cabildo eclesiástico fueron chilenos, nacidos
en las siguientes ciudades: dos en La Serena, tres en Concepción,
uno en Casablanca, treinta y dos en la ciudad de Santiago, y de
tres, aunque desconocemos el lugar exacto de su nacimiento,
sabemos que fueron chilenos. Como muestra el gráfico, durante el
siglo XVIII el 77% de los miembros del cabildo eran nacidos
dentro del reino de Chile, el 60% en Santiago. Sólo diez
prebendados, el 22%, eran foráneos al reino, de las zonas
limítrofes, salvo Andrés del Campo Segura (el único nativo
español), aunque igualmente ascendió a Santiago desde el cercano
coro de Santa Cruz de la Sierra (ver el gráfico 1).
Grados universitarios de los prebendados
En el siglo XVIII en el coro de Santiago no hubo prebendados sin
grados universitarios, los nativos los obtuvieron en el reino, los
foráneos y los chilenos con carrera precapitular en el exterior
aportaron otras universidades al conjunto de lugares de estudio del
- 220 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cabildo eclesiástico. Valentín Albornoz Ladrón de Guevara era
doctor en teología por el colegio San Eustaquio de Roma; 3 Juan
Pablo Fretes doctor en ambos derechos por el Seminario de
Charcas; 4 Juan José Ríos y Terán, doctor en cánones por la
Universidad de Ávila; Pedro Antonio Rojas y Argandoña, doctor
en teología por la Universidad de Charcas; 5 Blas Troncoso, fue
doctor en teología por la Universidad de Córdoba del Tucumán, 6 y
revalidó su título en la de San Felipe en 1756. 7 En la primera mitad
del siglo XVIII los tres canónigos doctorales que ascendieron a
obispos estaban graduados en Lima. José Toro y Zambrano, 8
Manuel de Alday 9 y Pedro Felipe de Azúa 10 fueron doctores en
ambos derechos por la Universidad de San Marcos (ver el gráfico
2).
3 AGI, Gobierno, Charcas, 411.
4 AGI, Gobierno, Chile, 461.
5 AGI, Gobierno, Chile, 454.
6 AGI, Gobierno, Chile, 452.
7 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit., tomo
I, p. 525.
8 AGI, Gobierno, Chile, 164.
9 AGI, Gobierno, Chile, 150.
10 AGI, Gobierno, Santa Fe 418.
- 221 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El cabildo eclesiástico de Santiago recibió en su seno a treinta
y siete doctores, entre los cuales hubo siete en ambos derechos
(dos además fueron también doctores en teología), y treinta
doctores en teología. Los otros grados correspondieron a un
maestro en artes y un bachiller en teología, ignorándose el grado
universitario de diez prebendados. Una mención aparte merecen
dos penquistas, Mariano Roa y Manuel de Alday, quienes se
doctoraron en teología por el Seminario de Concepción, y en el
caso de Alday, también se doctoró en ambos derechos en Lima.
Los miembros del coro de Santiago por tanto tuvieron una
homogeneidad educacional universitaria que estrechó sin duda los
vínculos entre el cabildo eclesiástico y la Universidad de San
Felipe, y marcó la distancia con respecto al clero exclusivamente
parroquial (ver el gráfico 3).
Carrera precapitular de los prebendados del cabildo
eclesiástico de Santiago
De cura a canónigo
Treinta y uno de los prebendados ejercieron la cura de almas antes
de ingresar al cabildo eclesiástico, incluidos en esta cifra total a
- 222 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cuatro de los foráneos del obispado. En la primera mitad del siglo
XVIII, ocho de estos curas ascendieron directamente desde su
curato al que servían en exclusividad, es decir que no
desempeñaron cargos en la administración diocesana. Francisco
Pavón, por ejemplo, fue cura de Logroño entre 1702 y 1709, 11 de
Curimón entre 1709 y 1717, 12 año en que fue presentado a la
canonjía magistral. 13
A principios del siglo XIX, se dio una excepción con respecto
al resto de los prebendados, cuando José Gregorio Garfias, cura de
Jachal (en la región de Cuyo), ascendió a una ración del coro de
Santiago. 14 También Oscar Mazín constata en Valladolid de
Michoacán que la mayoría de los prebendados ascendieron desde
los curatos 15 del obispado. A partir de 1756, cuando se erigieron
las cátedras de la Universidad de San Felipe, cuatro prebendados
fueron curas y consiliarios o catedráticos antes de ingresar al coro.
Paul Ganster 16 observa lo mismo en la carrera de los miembros del
cabildo eclesiástico de Lima entre 1730 y 1761, aunque el 20%
antes de ser promovidos al coro inició su carrera como catedrático
y luego fueron párrocos. Si bien Ganster conoce la carrera
precapitular de la mitad de los miembros del coro de Lima,
sostiene que ésta incluía el servicio a varios curatos a los que se
accedía por permuta o por oposición.
La creación de la Universidad favoreció que los curatos de la
ciudad de Santiago se convirtieran en los únicos posibles de servir
junto con el emprendimiento de una carrera de catedrático. Lo
mismo ocurría con respecto al ejercicio de cargos en la
administración diocesana. Las posibilidades de entrada al coro se
concentraron entonces en los presbíteros nativos y residentes de la
ciudad. De esta manera se explica que veinticinco de los
prebendados hubieran nacido en Santiago y que la mayoría de las
promociones al cabildo eclesiástico se realizara desde los curatos
de esa ciudad. En efecto, diecisiete prebendados sirvieron los
curatos capitalinos antes de entrar al coro local, mientras
que siete prebendados fueron curas de parroquias del resto
del obispado. Que la mayoría de las promociones al
cabildo eclesiástico se realizara desde los curatos de Santia-
11 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit., p. 103.
12 Ibidem, p. 14.
13 AGI, Gobierno, Chile, 455.
14 Ibidem.
15 Mazín, Oscar, Ibidem, p.315.
16 Ganster, Paul, A social history of the secular clergy of Lima..., op. cit., p. 69.
- 223 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
go constituye una de las diferencias fundamentales en la carrera
precapitular de los prebendados del siglo XVIII con respecto a los
del siglo XVII.
Dos chilenos hicieron carrera en otros reinos de la Monarquía,
como familiares de obispos chilenos, y fueron posteriormente
presentados en el coro de Santiago. Se trata de Juan José Ríos y
Terán y de Pedro Antonio Rojas y Argandoña. Ríos y Terán,
familiar de Pedro Felipe de Azúa, arzobispo de Santa Fe, en
Bogotá fue rector de la catedral y provisor y vicario general del
obispado. Un viaje a España le permitió doctorarse en cánones en
Avila, y emprender el viaje de regreso a Chile como canónigo de
Santiago. Pedro Antonio Rojas y Argandoña, por su parte, había
empezado su carrera eclesiástica en Charcas, propiciado por su tío
arzobispo Pedro Miguel Rojas y Argandoña, donde llegó a ser
asimismo cura rector de la catedral. Volvió a Santiago con la
presentación de racionero del cabildo eclesiástico.
José Pozo y Silva, por su parte, fue ordenado a título de
capellanía y cura de Valparaíso 17 por oposición. Gozó de las
recomendaciones y apoyos del obispo González de Melgarejo en
su carrera, quien en 1745 lo recomendó para el arcedianato vacante
del coro de Santiago 18 y lo nombró su visitador general del
obispado. 19 A partir de 1763, Pozo figura en las consultas para
raciones y canonjías de la catedral de Lima, junto a curas de los
obispados de Trujillo y La Paz. 20 Es el único cura chileno que
hemos encontrado consultado para prebendas de Lima. Esto parece
formar parte de un proceso propio también de los ascensos hacia el
coro limeño, ya que a partir de 1750 se consulta a curas de las
sufragáneas de Lima, y no sólo a los curas de las parroquias
limeñas, para el coro de la metropolitana. De hecho Pozo fue
presentado a una ración y a una media ración del cabildo limeño, 21
a las que renunció. Continuó en su curato hasta 1771, año en que
fue presentado a una canonjía en Santiago, 22 ascendió a la tesorería
y murió siendo chantre. 23
En las nuevas raciones y canonjías del coro de Santiago erigidas
en 1774, la Cámara de Indias propuso y el Rey presentó preferen-
17 AGI, Gobierno, Chile, 452.
18 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 26, ff. 303 y 304.
19 AGI, Gobierno, Chile, 164.
20 AGI, Gobierno, Lima, 1561.
21 Ibidem.
22 AGI, Gobierno, Chile, 455.
23 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p 186.
- 224 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
temente a curas del obispado. Dos de los racioneros presentados en
1774 ascendieron directamente desde un curato, Agustín Diez de
Arteaga, cura de Santa Ana, 24 y José Gregorio de Cabrera, cura del
Sagrario. 25 En las presentaciones posteriores por ascensos a las
canonjías se prefirió a curas del obispado y a tres foráneos (Juan
Pablo Fretes, Mariano Roa, Juan Castillo). En la primera década
del siglo XIX se mantuvo el mismo criterio, en efecto, la carrera
precapitular de los racioneros Pedro Montt, Francisco Javier
Palomera y José Antonio Jaraquemada se había desarrollado
asimismo en el servicio a curatos.
De capellán a canónigo
Un grupo de prebendados fueron clérigos capellanes antes de
ingresar al cabildo eclesiástico, poseedores de capellanías
familiares que fueron muchas veces su congrua de sustentación o
de capellanías institucionales. Estanislao Andía Irarrázaval, por
ejemplo, se ordenó de presbítero en 1740 a título de capellanías
familiares, 26 y sirvió durante siete años la capellanía del beaterio
de Santa Rosa. La ocasión de ascender al cabildo eclesiástico llegó
con las oposiciones a la canonjía magistral en 1747, a la que fue
finalmente presentado. También Juan Andía Irarrázaval se ordenó
de presbítero a título de capellanía en 1708. Sirvió en la
administración diocesana como visitador general 27 inmediatamente
después de la ordenación hasta su presentación a una canonjía en el
coro de Santiago en 1713.
Familiares prebendados
Seis prebendados iniciaron su carrera eclesiástica como familiares
de obispos o capellanes de gobernadores. En al Antiguo Régimen
un familiar era un dependiente que vivía en la casa de un personaje
importante sin ser formalmente su criado, pagaba la protección que
éste le dispensa, el alojamiento y la comida, haciéndole servicios
diversos. El familiar se encontraba bajo la autoridad, jurisdicción y
protección de su patrono. Dentro de este grupo destacamos a José
Gregorio de Cabrera, desde 1745 familiar, confesor y capellán del
24 AGI, Gobierno, Chile, 190.
25 AGI, Gobierno, Chile, 452.
26 AGI, Gobierno, Chile, 99.
27 AGI, Indiferente General, 222.
- 225 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
obispo de Santiago González de Melgarejo hasta la muerte de éste
en 1754. El obispo Manuel de Alday también lo nombró su
capellán, confesor y secretario de cámara hasta 1763. 28 En ese año
fue nombrado cura de la parroquia del Sagrario interino, y a partir
de 1767 desempeñó comisiones de la Junta de Temporalidades
jesuitas del reino. Fue presentado a una ración en 1774. Asimismo,
José Agustín Diez de Arteaga, se ordenó de presbítero a título de
una capellanía familiar, y se desempeñó como capellán y confesor
del gobernador Antonio Guill Gonzaga. 29 Las carreras se
diversificaron después incorporando la cura de almas o la cátedra
universitaria.
De presbítero a canónigo
Nueve individuos entraron por presentación regia directamente
después de la ordenación sacerdotal, su carrera eclesiástica, por
tanto, se inició en el coro de Santiago. En este subgrupo, se sitúan
aquellos que se ordenaron de mayores después de ganar las
oposiciones a las canonjías de oficio, entre ellos los cuatro que
fueron obispos (Manuel de Alday, José Toro y Zambrano, Pedro
Felipe de Azúa e Iturgoyen y José Antonio Martínez de Aldunate)
y Pedro García Huidobro ordenado de presbítero a título de
beneficio 30 después de ser presentado a una ración en 1774.
Pertenecen también a este grupo otros dos prebendados que
inmediatamente después de la ordenación sacerdotal emprendieron
un viaje a Madrid regresando con una presentación para el coro de
Santiago: Francisco Meneses con una canonjía 31 y Pedro Vivar y
Azúa con una ración a la que había pretendido. 32
Curas, catedráticos y canonjías de oficio
Los pocos curas que se presentaron a las oposiciones de las canonjías
de oficio en el siglo XVIII, nos muestra que las posibilidades
para ellos de entrar por esta vía al cabildo eclesiástico eran tan escasas
que no se presentaban a los concursos. Sin embargo en las oposi-
28 Todos los datos obtenidos de AGI, Gobierno, Chile, 460.
29 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo I, p. 473.
30 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 68, f. 442.
31 AGI, Contratación, 5485, N1, R14
32 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 226 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ciones a la canonjía magistral de 1716 se presentaron tres clérigos
minoristas que buscaban título de ordenación, Pedro Miguel
Argandoña, Francisco Martínez de Aldunate e Ignacio Morales; y
Francisco Pavón, cura y vicario de Curimón, quien resultó
ganador.
En las oposiciones de 1726 hubo más opositores. También se
presentaron tres minoristas en busca de títulos de órdenes, Pedro
Zumaeta, José López y Manuel Diez Aséndegui, 33 los dos primeros
estaban recién egresados del colegio de los jesuitas, probablemente
se opusieron para adquirir méritos. Otro opositor fue Pedro
Asencio de Tula y Bazán, presbítero, familiar de Alonso del Pozo
y Silva, obispo de Santiago. Al igual que en las oposiciones de
1716, se presentó un solo cura al concurso, Francisco Martínez de
Aldunate, minorista en 1716, ahora cura de Valparaíso y visitador
general del obispado, quien fue presentado por el Rey. 34
En 1747 se presentaron tres minoristas en busca de título de
ordenación y méritos: Fernando Bascuñan, Fernando Ríos, Narciso
Ossa, quien en 1748 se opuso a los curatos de Petorca, Peteroa,
Santa Cruz, Curimón y Choapa; 35 entre los curas, Manuel Diez
Aséndegui, cura y vicario de Quillota; 36 entre los presbíteros,
Bernabé Cruz y Estanislao Andía Irarrázaval, ambos capellanes de
capellanías familiares; y finalmente Domingo Sánchez Barrera,
capellán de la Audiencia de Santiago. 37 Fue presentado Estanislao
Andía.
En 1765 se celebraron nuevas oposiciones, se presentaron
Estanislao Recabarren, 38 doctor en teología por la Universidad de
San Felipe, recientemente ordenado de presbítero y José Joaquín
Gaete, cura del Sagrario 39 de la catedral y Sustituto de la cátedra 40
de Prima de Teología de la Universidad de San Felipe, quien fue
presentado 41 por el Rey.
33 AGI, Gobierno, Chile, 68.
34 AGI, Gobierno, Chile, 455.
35 Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 53, p. 235.
36 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit., p. 148.
37 AGI, Gobierno, Chile, 150.
38 Ibidem.
39 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 68, f. 501.
40 AGI, Gobierno, Chile, 452.
41 AGI, Gobierno, Chile, 455.
- 227 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
En 1789 nuevamente hubo un grupo de siete opositores, esta
vez dos eran curas, un clérigo minorista y un clérigo tonsurado,
José Cortés Madariaga, en busca de título de ascenso a mayores, y
tres catedráticos de la Universidad de San Felipe. Estos eran José
Santiago Rodríguez Zorrilla, catedrático de Prima de Teología y
Artes 42 y racionero interin; José Aristegui era catedrático de
teología; y José Tadeo Quesada catedrático del Maestro de las
Sentencias 43 y vicerrector del Seminario. 44 Los curas eran José
Ignacio Infante, cura de Copiapó, y Manuel Vargas Verdugo, cura
de Quillota, 45 quien fue presentado por el Rey.
En 1805 se celebraron las últimas oposiciones a esta canonjía
de nuestro período de estudio. Hubo cuatro opositores: un cura,
José Ignacio Infante, y tres catedráticos, el racionero 46 Miguel
Palacios (que obtuvo la oposición y fue presentado), José Tadeo
Quesada y Salinas, catedrático del Maestro de las Sentencias hasta
1804, y Bartolomé Tollo, natural de Buenos Aires y catedrático del
Maestro de las Sentencias a partir de 1804. 47
Con respecto a la canonjía doctoral, ya hemos dado cuenta de
los opositores y poseedores hasta 1736, cuando la obtuvo Manuel
de Alday. En 1756, después que éste último ascendiera a la mitra
de Santiago, se convocaron nuevamente las oposiciones. Se
presentaron al concurso José Antonio Martínez de Aldunate, José
de Ureta e Irarrázaval, Francisco Arechavala, domiciliario del
obispado de Concepción, los tres clérigos minoristas. Resultó
ganador Martínez de Aldunate quien además era desde mayo de
1756 el catedrático de Leyes de la Universidad de San Felipe. 48
En 1786 se celebraron nuevas oposiciones. Los concursantes
fueron José Miguel Palacios, rector del colegio carolino desde 1785;
José Egaña, rector del colegio carolino hasta 1784; 49 Rafael Diez de
Arteaga, regente y sustituto de la cátedra de Prima de Leyes y
catedrático de Moral; 50 y José Antonio Errázuriz, cura de San Lázaro y
42 AGI, Gobierno, Chile, 454.
43 Medina, José T., Historia de la Real Universidad..., op. cit., tomo I, p. 515.
44 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 29, f. 207.
45 AGI, Gobierno, Chile, 453.
46 AGI, Gobierno, Chile, 455.
47 Medina, José T., Historia de la Real Universidad ...,op. cit., tomo I, p. 515.
48 AGI, Gobierno, Chile, 101.
49 Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 50, p. 269.
50 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 63, f. 443.
- 228 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Bibliotecario de la biblioteca de la Universidad de San Felipe, 51
quien fue ganador de la oposición y presentado por el Rey.
Las últimas oposiciones de esta canonjía bajo el dominio
español en 1803 fueron las que tuvieron más opositores. Vacante
desde 1801, se presentaron ocho candidatos: Diego Antonio
Elizondo, cura y vicario de San Fernando; 52 Gregorio Barnechea,
cura del Sagrario de la catedral de Santiago de Chile; 53 Domingo
Errázuriz y Madariaga, capellán del monasterio de carmelitas
descalzas; 54 Luis Bartolomé Tollo, recientemente graduado de
doctor en ambos derechos por la Universidad de San Felipe;
Miguel de Eyzaguirre y Arechavala, catedrático de Prima de
Cánones de la Universidad de San Felipe; 55 José Santiago
Rodríguez Zorrilla, racionero y catedrático de Prima de Teología, 56
quien resultó ganador.
A partir de las oposiciones de 1765 a la canonjía magistral, es
posible constatar la disminución de curas en las oposiciones, y la
relación que se inicia entre esta canonjía y los catedráticos de
teología de la Universidad de San Felipe. Pero a partir de 1789
obtener por oposición la cátedra del Maestro de las Sentencias se
convirtió en el trampolín hacia la canonjía magistral. De esta
manera se estrecharon más los vínculos entre la universidad y el
cabildo eclesiástico, incorporándose la primera a la carrera
eclesiástica. Los opositores a la canonjía doctoral a partir del año
1756 muestran la misma relación. Recordemos que los
nombramientos de cátedras de la Universidad de San Felipe por el
gobernador del reino se produjeron por primera vez precisamente
en 1756, resultando ganador de la oposición a la canonjía doctoral
José Antonio Martínez de Aldunate, el nobel catedrático de leyes.
Las oposiciones de 1786 continúan en la misma línea, de hecho
todos los opositores tenían un vínculo con la universidad. Por lo
tanto la carrera de catedrático se concebía como el punto inicial de
una carrera eclesiástica. Rodolfo Aguirre, en su estudio sobre los
catedráticos juristas de la Universidad de México en el
siglo XVIII 57 llega a la misma conclusión al constatar que
el 88% de los catedráticos de leyes de la Universidad de México
51 Ambos datos en AGI, Gobierno, Chile, 454.
52 AGI, Gobierno, Chile, 453.
53 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit., p. 167.
54 AGI, Gobierno, Chile, 453.
55 AGI, Gobierno, Chile, 96.
56 AGI, Gobierno, Chile, 454.
57 Aguirre Salvador, Rodolfo, Por el camino de las letras. El ascenso
profesional de los catedráticos juristas de la Nueva España. Siglo XVIII,
Centro de estudios sobre la Universidad, UNAM, México, p. 127, 1998.
- 229 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
en el siglo XVIII eran clérigos seculares que buscaron
promociones a los cabildos eclesiásticos mejicanos.
En las oposiciones a la magistral y a la doctoral de principios
del siglo XIX se dio además una coincidencia: los ganadores,
Palacios y Rodríguez Zorrilla respectivamente, eran catedráticos
pero ya formaban parte del cabildo eclesiástico como racioneros.
Esta fue la primera vez en toda la historia del cabildo eclesiástico
de Santiago que estas oposiciones no fueron la puerta de entrada
para nuevos miembros al coro.
Prebendados y Universidad de San Felipe
La creación de la universidad de San Felipe en la segunda mitad
del siglo XVIII cambió las posibilidades de hacer carrera del clero
secular chileno. A partir de la erección de la Universidad de San
Felipe, la carrera eclesiástica incluyó cargos menores en la
Universidad, cátedras o el rectorado. En 1784, el Rey había
dispuesto según Pedro Bonet que
Los catedráticos de universidades insignes, que tengan más de
doce años de cátedra efectiva, sean consultados en tercer término
para canonjías de catedral: y lo mismo los directores de colegios y
seminarios que por igual término se hubieren distinguido en la
buena educación y gobierno de sus alumnos. 58
La relación entre el cabildo eclesiástico y la universidad fue
muy estrecha, no sólo incluía la enseñanza sino además la
administración de esta última. Entre 1747 y 1810 quince de los
rectores de la universidad fueron prebendados. Las constituciones
de la universidad establecían que la elección del rector se hiciera
entre los doctores y en turnos, de manera que año por medio
correspondiera a eclesiásticos. 59 Todos los rectores eclesiásticos
fueron miembros del cabildo eclesiástico de Santiago. Se produjo
una verdadera alternancia de rectores entre los prebendados y
seglares, escrupulosamente respetada. Si un prebendado era
reelecto sucesivamente, como ocurrió con José Agustín Diez de
Arteaga entre 1781 y 1783, el seglar ocupaba el cargo por el
mismo período. A Diez de Arteaga le sucedió entonces
José Ignacio Guzmán entre 1784 y 1786. Por otra
parte, si un seglar era rector, el vicerrector era muy probablemente
58 Bonet, Pedro, Ibidem, p. 7.
59 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo 1, p. 60.
- 230 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
un prebendado. Los rectores prebendados fueron los canónigos de
oficio o las dignidades del cabildo eclesiástico. El interés por la
universidad se debió a múltiples causas. Sin duda era una entrada
económica más para un cura o un prebendado. Fue otra de las
instituciones locales que la elite controló en su establecimiento y
de la que formaba parte en su composición. Las familias locales se
repartieron las cátedras y los cargos administrativos, que fueron
objeto de luchas y enfrentamientos.
Ya hemos establecido la relación entre canonjías de oficio y
cátedra universitaria. Nadie que haya sido exclusivamente
catedrático ascendió al cabildo eclesiástico de Santiago, la cátedra
se combinó siempre con el servicio de un beneficio. En algunas
carreras, como la de José Vicente Larraín Salas, encontramos
combinadas la cátedra universitaria con la cura de almas. doctor en
ambos derechos por la Universidad de San Felipe, se ordenó de
presbítero a título de patrimonio 60 en 1786. Complementó
inmediatamente después de la ordenación la carrera eclesiástica
con la de catedrático, regentó dos cátedras de leyes, y en 1798
obtuvo la cátedra de Prima de Cánones y el curato de la parroquia
del Sagrario de la catedral de Santiago, ambas plazas las ocupó
hasta 1802, cuando fue separado de la cátedra. La ordenación a
título de patrimonio lo excluía del servicio en beneficios, pero si el
objetivo de Larraín era una prebenda del cabildo eclesiástico, no
podía obviar los beneficios ya que el clero patrimonial no era
seleccionado por la Cámara de Indias para prebendas. Por otro
lado, la composición del coro de Santiago mostraba que nadie que
hubiera sido exclusivamente catedrático hubiera ascendido a una
prebenda. En 1803 viajó a Madrid, 61 volvió como canónigo de la
catedral de Santiago y con una real cédula que lo restituía en la
cátedra de Prima de Cánones, que reasumió en 1804. Larraín fue
fundamentalmente un clérigo catedrático que ejerció la cura de
almas en vistas a una prebenda.
Otro miembro de este grupo es José Cortés y Madariaga quien
emprendió simultáneamente una carrera eclesiástica y de catedrático,
oponiéndose con resultados adversos a curatos y cátedras en 1789,
hasta que en 1790 fue nombrado consiliario mayor de la Universidad
de San Felipe. Catedrático interino de Prima de Artes y sustituto
de Prima de Teología en 1791, 62 se ordenó de sacerdote en 1794
y ese mismo año viajó a España como apoderado de la Univer-
60 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 68, f. 521.
61 AGI, Gobierno, Chile, 461.
62 Todos estos datos en AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 231 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
sidad de San Felipe. 63 En Madrid se preocupó de los negocios de la
universidad y de los propios, solicitó personalmente en 1797 una
canonjía o ración de Santiago a Eugenio Llaguna Amirola,
Secretario del Despacho de Gracia y Justicia, y en 1798 a su
sucesor, Gaspar de Jovellanos. En 1800 fue presentado a una
canonjía en Santiago y en 1803 ascendido a la tesorería, y
presentado a una canonjía en Caracas. Su carrera nos muestra la
estrecha vinculación entre la carrera eclesiástica y la universidad.
Confirma también lo señalado sobre lo determinante de un viaje a
Madrid para obtener una prebenda, al punto que la ordenación
sacerdotal estuvo unida a su nombramiento como podatario.
Prebendados y educación
La carrera precapitular de varios prebendados incluyó en la
segunda mitad del siglo XVIII la participación en instituciones de
educación. Entre los futuros prebendados encontramos a los
rectores del seminario, rectores y vicerrectores del real colegio San
Carlos. Esto abría nuevas posibilidades de carrera precapitular,
como lo muestra la carrera de Miguel Palacios, miembro de una de
las familias más prestigiosas del reino de Chile. Su abuelo, el
marqués de Montepío, le había fundado una capellanía 64 que le
sirvió como título de ordenación sacerdotal en 1773. La Junta de
Temporalidades del reino lo comisionó para la confección de un
catálogo de la biblioteca incautada a los jesuitas en 1772. La
biblioteca del colegio máximo de la Compañía de Jesús fue
incorporada a la Universidad de San Felipe, y Palacios nombrado
su bibliotecario. 65 En 1775 se presentó a oposiciones de los curatos
de San Isidro, Santa Ana y el Sagrario de la catedral, sin
obtenerlos. Desde 1776 y hasta 1785 fue capellán del monasterio
de Santa Clara de la Victoria. A partir de 1785 examinador de
Cánones y Leyes de la Universidad de San Felipe 66 y rector del
colegio San Carlos. En 1786 se presentó a las oposiciones de la
canonjía doctoral de Santiago, sin obtenerla, pero a partir de ese
momento comenzó a figurar en ternas de consultas de la Cámara de
63 AGI, Gobierno, Lima, 1562.
64 Prieto del Río, Luis, Diccionario..., op. cit., p. 495.
65 Todos los datos extraídos de AASCH, Secretaría del obispado, leg. 63, f.
745.
66 Prieto del Río, Luis, Diccionario..., op. cit., p. 495.
- 232 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Indias para vacancias de Santiago, aunque recién en 1799 fue
presentado como racionero 67 del coro de Santiago.
También destacamos por su largo período como educador a
Blas Troncoso, nativo de Santa Fe y familiar del obispo González
de Melgarejo, desde 1748 rector del Seminario de Santiago hasta
1795. A partir de 1758 el obispo Manuel de Alday lo recomendó
para prebendas, pero no para las del coro de Santiago. Escribía así
a Manuel Quintano Bonifaz, Confesor del Rey, en 1758:
Natural del obispado de Buenos Aires. Procede con aplicación en
su ministerio y virtud conocida en su porte. Sería apropiado para
prebenda en dicho obispado, el de Tucumán o Paraguay. 68
Alday reiteró la recomendación para prebendas de otros
obispados hasta 1767, en la que incluyó una recomendación de
Troncoso para el coro de Santiago. A partir de 1774, tres años
después de levantar relación de méritos, la Cámara de Indias lo
consideró en las primeras consultas de las nuevas raciones y
canonjías de Santiago. En 1782 fue presentado a una ración 69 y en
1797 ascendió a una canonjía 70 en cuya posesión murió.
Prebendados y administración diocesana
Un signo de las buenas relaciones entre el cabildo eclesiástico y los
obispos lo constituía el nombramiento del provisor y vicario
general entre uno de sus miembros, sobre todo en el caso de los
obispos foráneos al reino. En el obispado de Santiago todos los
provisores nombrados por los obispos fueron miembros del cabildo
eclesiástico. El puesto era clave porque además de ser un asistente
de gobierno del obispo, era el juez del Juzgado Eclesiástico. Este
cargo administrativo se caracterizó en el obispado de Santiago de
Chile por la continuidad en el ejercicio durante los gobiernos de
varios obispos por un solo individuo, sobre todo a partir de 1730.
El obispado de Santiago en la primera mitad del siglo
XVIII fue considerado por la Cámara de Indias como de inicio, por
lo que un obispo estaba de paso y esperaba ser ascendido
En este contexto entonces, la continuidad y la
experiencia en el gobierno de la diócesis lo aportaban los miem-
67 AGI, Gobierno, Chile, 455.
68 AGI, Gobierno, Chile, 461.
69 AGI, Gobierno, Chile, 455.
70 Ibidem.
- 233 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
bros del cabildo eclesiástico, aunque no tenía derechos como
cuerpo a intervenir en el gobierno de la diócesis.
En todo el siglo XVIII hubo seis provisores y vicarios
generales en el obispado de Santiago. En la primera mitad
desempeñaron el cargo los canónigos doctorales, lo que aseguró un
recambio en el ejercicio ya que tanto José Toro y Zambrano,
provisor en 1725, y Pedro Felipe de Azúa, provisor en 1728,
fueron ascendidos a obispados. El sucesor de Azúa, Pedro Asencio
de Tula y Bazán fue provisor entre 1735 y 1765, con un breve
intervalo durante una sede vacante. Tres obispos lo confirmaron en
ese puesto. Le sucedió José Antonio Martínez de Aldunate,
canónigo doctoral y provisor y vicario general entre 1765 y 1788,
hasta la muerte del obispo Alday. Durante la sede vacante fue
nombrado en interin un sobrino de José Antonio Martínez de
Aldunate, Vicente, 71 y el nuevo obispo de Santiago Blas Sobrino y
Minayo eligió nuevamente provisor y vicario general a José
Antonio Martínez de Aldunate en 1794, cargo que ejerció hasta su
promoción al obispado de Huamanga en 1804. Lo que significa
que entre 1735 y 1804 hubo tan sólo dos provisores en el obispado
de Santiago. Además tres de los provisores eran simultáneamente
canónigos doctorales, en contra de lo dispuesto por una real cédula
que expresamente prohibía que los canónigos de oficio y los
deanes se ocuparan como provisores, secretarios del cabildo
eclesiástico y otros ministerios vinculados a la misma institución. 72
En la carrera de José Santiago Rodríguez Zorrilla,
encontramos incorporadas la carrera universitaria con la
administración diocesana, el servicio en un curato y finalmente la
entrada al cabildo eclesiástico. Todo se inició en 1769 cuando su
tío el obispo de Santiago Manuel de Alday lo eligió como su
familiar. 73 En 1771 viajaron a Lima, y mientras Alday participaba
del concilio provincial convocado por el arzobispo limeño,
Rodríguez Zorrilla cursó leyes en la Universidad de San Marcos,
sin obtener ningún grado universitario en esa materia. En Chile en
1774 fue nombrado consiliario menor de la Universidad
de San Felipe. 74 Contando con 23 años, la edad próxima
a la ordenación de mayores, el obispo Alday lo nombró su ma-
71 AASCH, Justicia, capellanías 10, exp. 257.
72 AGI, Gobierno, Lima, 522.
73 González Echenique, Javier , “Manuel de Alday”, en: Oviedo Cavada, Carlos
(dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo III, p. 167.
74 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo I, p. 495.
- 234 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
yordomo y limosnero mayor. 75 Se ordenó de presbítero en 1775, y
en 1778 ganó por oposición la sacristanía mayor de la catedral, y
fue nombrado también por el obispo Alday como racionero
interino. También obtuvo por oposición la cátedra de Prima de
Teología de la Universidad. En 1779 se presentó a las oposiciones
de la canonjía magistral sin obtenerla. Por lo tanto Rodríguez
Zorrilla emprendió simultáneamente las dos carreras, la
eclesiástica y la de catedrático.
En 1781, Manuel de Alday lo nombró su secretario de cámara,
cargo que ocupó hasta 1785. A partir de ese momento comenzó a
figurar en ternas de consultas a canonjías de Santiago. En la
Universidad ganó las oposiciones a la cátedra de Artes 76 y la del
Maestro de las Sentencias. 77 A partir de 1785 fue por tres años
consecutivos vicerrector de la Universidad, elegido por el rector
José Agustín Guzmán, a quien sucedió en 1789 como rector,
siendo reelegido en 1790. En 1789 nuevamente Rodríguez Zorrilla
se presentó a las oposiciones a la canonjía magistral de Santiago,
sin obtenerla. Esta oposición suscitó un enfrentamiento entre los
opositores que llegó a la Cámara de Indias, la que manifestó su
parecer al Rey de la siguiente manera:
Retiene igualmente la Cámara cierto escrito con fecha de 14 de
diciembre último presentado por parte de dicho Don Santiago
Rodríguez acompañado de una certificación por cuyo documento
pretende deslucir y denigrar el mérito de su coopositor Vargas
para ser preferido a él por este medio en la prebenda... La Cámara
es de parecer de que Vuesa Majestad puede servirse presentar para
dicha prebenda al referido Don Manuel José de Vargas ... y en
consideración a que es vituperable en el Doctor Don José Santiago
Rodríguez pretender el ingreso a una prebenda por el medio de
denigrar a un coopositor más benemérito... considera que por este
hecho se ha constituido Rodríguez indigno de que se le atienda en
la provisión de las prebendas de aquellas santas iglesias y justo de
que se lo reprenda por su prelado para que en los sucesivo se
abstenga de tales calumnias, y por lo que hace a el notario que sin
mandado judicial dio la certificación con que se dio fomento a
dicha calumnia, será conducente se le aperciba seriamente que en
lo sucesivo se abstenga de dar tales documentos sin que sea con
mandato de juez competente. 78
75 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 27, f. 183.
76 Ibidem.
77 AGI, Gobierno, Chile, 452.
78 Ibidem.
- 235 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El Rey presentó a Vargas a la canonjía, sin tomar en cuenta
(por recomendación del Confesor) lo que la Cámara proponía con
respecto a Rodríguez Zorrilla.
En 1790 el nuevo obispo de Santiago, Blas Sobrino y Minayo,
lo eligió su secretario de cámara. Al ser trasladado Sobrino en
1795, su sucesor Francisco José Marán mantuvo a Rodríguez
Zorrilla en la secretaría. A partir de 1792 Rodríguez Zorrilla fue
además cura de Renca por oposición. Por fin, en 1796 fue
presentado como racionero del coro de Santiago. En 1802, Marán
lo nombró además su provisor y vicario general. En ese año
Rodríguez Zorrilla obtuvo el doctorado en ambos derechos por la
Universidad de San Felipe. Rodríguez Zorrilla había solicitado se
lo admitiera directamente al examen, haciendo valer sus estudios
en Lima, lo que fue aceptado por el claustro universitario. 79 El
hecho dio que hablar porque este grado universitario le permitió a
Rodríguez Zorrilla presentarse a la oposición de la canonjía
doctoral recientemente convocada, que finalmente obtuvo. Además
en 1803 y 1804 fue rector de la Universidad. En 1807, a la muerte
del obispo Marán, el cabildo eclesiástico lo eligió vicario capitular.
Podemos extraer dos conclusiones, el hecho de que todos los
provisores hayan sido miembros del cabildo eclesiástico indica
claramente que la cooperación de este organismo era necesaria
para la administración de la diócesis. La continuidad en el cargo a
partir de 1735 pone en duda la libertad de los obispos para elegir
quién ocuparía el puesto, más bien parece la designación fruto de
una negociación con el cabildo eclesiástico. A partir del gobierno
de Manuel de Alday se instala en el gobierno de la diócesis José
Antonio Martínez de Aldunate, quien durante prácticamente
cuarenta años fue provisor, reemplazado brevemente por un
sobrino. En este período también se dio la continuidad permanente
en la secretaría del obispado de José Santiago Rodríguez Zorrilla,
igualmente secretario durante el gobierno de tres obispos. No es
curioso por tanto que Martínez de Aldunate y Rodríguez Zorrilla
hayan sido los obispos de Santiago del final del período colonial, y
que ellos y sus familias se hayan vistos envueltos en los conflictos
institucionales que remecieron al reino en el período final del
dominio español.
79 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo I, p. 474.
- 236 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Los foráneos en el cabildo eclesiástico de Santiago de Chile en
el siglo XVIII
En todo el siglo XVIII hubo sólo diez foráneos al reino en el coro
de Santiago de Chile. Cuatro de ellos llegaron a Santiago como
familiares o Secretarios de Cámara de obispos. Otros dos
estudiaron en la Universidad de San Felipe e hicieron allí
oposiciones a cátedras, que ganaron, y empezaron luego la carrera
en el coro. Tres llegaron ya proveídos desde España. Finalmente,
hay uno de quien se desconoce el motivo de su llegada.
Constituyen una novedad en el cabildo eclesiástico de Santiago, ya
que en la segunda mitad del siglo XVII hubo sólo dos foráneos al
reino que efectivamente tomaron posesión de su canonjía. Mientras
que en el siglo XVIII sólo Juan Castillo, presbítero del obispado de
Quito y postulador de la causa de María Ana Jesús en Roma, no
tomó en 1774 posesión de la canonjía de Santiago a la que fue
presentado. 80
¿De dónde venían? Dos eran nativos de La Rioja, tres de Santa
Fe de la Vera Cruz, uno de Paraguay, dos de Buenos Aires, uno de
Córdoba del Tucumán, otro era español y otro ejercía el ministerio
sacerdotal en Quito. ¿Cómo desarrollaron su carrera en el cabildo
eclesiástico? Dos ascendieron hasta el deanato, otros dos hasta la
chantría, uno al arcedianato. Los cinco restantes fueron canónigos
de merced y murieron como tales. Para todos el coro de Santiago
fue el de su carrera: ninguno de ellos ascendió a otro coro o a un
obispado.
Entre los diez foráneos, encontramos diferentes
combinaciones de carrera precapitular. Dos llegaron al coro de
Santiago luego de viajar a Madrid a pretender, habiendo sido curas
en sus obispados de origen. Por su parte, Andrés Campo Segura
llegó a una canonjía de Santiago desde una ración de Santa Cruz de
la Sierra, había sido familiar 81 de Juan Domingo González
Reguera, obispo de Santa Cruz de la Sierra y cura en ese obispado.
Otros cinco combinaron la cátedra universitaria con el cabildo
eclesiástico. Uno ascendió desde un curato de Santiago. Un
canónigo presentado, proveniente de Quito, no tomó posesión por
muerte. Cuatro de estos foráneos al reino comenzaron su carrera
eclesiástica como familiares de obispos.
Quisiéramos destacar que hubo sólo tres casos de canónigos
foráneos al reino de Chile que llegaron presentados al coro de Santia-
80 Todos los datos en AGI, Gobierno, Chile, 452.
81 AGI, Gobierno, Chile, 453.
- 237 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
go en el siglo XVIII, y que habían sido pretendientes de la
canonjía. El primero, Valentín Albornoz Ladrón de Guevara,
nativo de Córdoba. Después de ser cura en el obispado de Córdoba
del Tucumán, viajó a Roma y se doctoró allí en teología, en el
colegio San Eustaquio. Desde España volvió como canónigo de
Santiago en 1741. En 1754 era chantre y murió como tal en 1771.
El segundo fue Andrés del Campo Galicia, nacido en España en
1746. Había iniciado su carrera en Santa Cruz de la Sierra, donde
fue cura primero y racionero después. Llegó a Santiago como
canónigo en 1799 y murió como tal en 1805. El tercero, Juan Pablo
Fretes (ver en el Capítulo 3cómo obtuvo su canonjía).
Los pretendientes al cabildo eclesiástico de Santiago de Chile
Los pretendientes a prebendas podían ser naturales del reino o
foráneos a él. Todos los pretendientes que figuraron en las notas de
las consultas del coro de Santiago se sitúan entre la década de 1780
y el final del dominio español en América. Si bien los viajes de
chilenos a la corte fueron escasos, en todo el siglo XVIII sólo
nueve de los prebendados fueron presentados después de un viaje
personal a la corte, todos los que se pusieron en marcha hacia
Madrid volvieron con prebendas. Dos foráneos obtuvieron una
canonjía luego de una pretensión personal directamente en Madrid,
Valentín Sánchez Albornoz y Juan Pablo Fretes. De los siete
restantes, tres coincidieron en España a principios del siglo XIX.
Los otros cuatro se sitúan cronológicamente entre 1750 y 1780.
Ocho fueron los pretendientes foráneos al reino que no fueron
presentados, entre quienes encontramos diferentes casos. Toribio
Bernuy Eslava, natural del obispado de La Paz. Siendo cura de
Salas (provincia de Piura, Perú), ya era consultado para las
dignidades de Arequipa. 82 En 1769 fue presentado a una ración de
La Paz y en 1774 a una canonjía 83 del mismo coro. Las
pretensiones a dignidades del cabildo eclesiástico de
Santiago, presentadas a la Cámara de Indias por medio de su
apoderado en Madrid, se fundamentaron en problemas de
salud provocadas por el clima. 84 También fundándose
en lo mal que le sentaba el clima, José Manuel Guisado, racionero
82 AGI, Gobierno, Chile, 452.
83 AGI, Gobierno, Lima, 1582.
84 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 238 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Cuenca, pedía en 1791 vacantes de las catedrales de Lima,
Arequipa o Santiago de Chile. 85
Francisco Carrascón, en cambio, cura castrense de Alcántara,
España, solicitó en 1798 directamente a Gaspar de Jovellanos,
Secretario de Gracia y Justicia, una dignidad o canonjía, o la
tesorería o su resulta de la catedral de Santiago de Chile, 86 en
cumplimiento de las promesas del Rey de premiar con beneficios,
raciones o canonjías después de seis años de servicios en las
capellanías del ejército. Fue presentado a una ración, pero de la
catedral de Cuzco. 87 También Juan Manuel Fernández Agüero,
capellán de la Real Armada, pidió las resultas de la provisión del
deanato de Santiago de Chile en 1804, una canonjía de Santiago en
1806, pero figuró en ternas de la catedral de Cuzco en 1806. 88 El
único cura pretendiente fue José Albarracín Montero, cura y
vicario de San Luis de la Punta, 89 quien pedía en 1804 una ración
en Buenos Aires o en Santiago. 90 Juan Gómez Carballar, capellán
del Real Convento de la Encarnación de Madrid, por su parte,
pedía una canonjía de la resulta del arcedianato de Santiago en
1796. 91 Las otras tres pretensiones las hicieron catedráticos: en
1791 Mariano Medrano, catedrático de Artes de la Universidad de
Buenos Aires, pidió una ración; 92 Pedro Antonio Fernández de
Córdoba, 93 catedrático de Lógica en el Seminario de Trujillo, pidió
la chantría; y Carlos Vega Valladares, 94 catedrático del Maestro de
las Sentencias de la Universidad de San Marcos de Lima, pidió la
mastrescolía.
Curas consultados del reino de Chile, no presentados
De un total en todo el siglo XVIII de quinientos ochenta
presbíteros que ejercieron la cura de almas en el obispado de
Santiago de Chile, cincuenta y tres curas fueron consultados por la
Cámara de Indias, de los cuales como hemos dicho fueron
presentados treinta y uno.
85 Ibidem.
86 AGI, Gobierno, Chile, 453.
87 AGI, Gobierno, Lima, 1566.
88 Los tres datos sobre Fernández Agüero en AGI, Gobierno, Chile, 453.
89 Prieto del Río, Diccionario..., op. cit., p. 13.
90 AGI, Gobierno, Chile, 453.
91 Ibidem.
92 AGI, Gobierno, Chile, 452.
93 Ibidem.
94 AGI, Gobierno, Chile, 453.
- 239 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Por lo tanto del 9% de los curas párrocos que fueron consultados
por la Cámara, sólo el 5% fueron presentados. Dos curas de
Santiago fueron consultados exclusivamente para prebendas de
Concepción. De los veintiún curas consultados para vacancias de
Santiago, el rasgo común es que formaron parte de ternas en una o
dos consultas en la medida en que fueron capaces de mantener un
agente de negocios en Madrid.
No siempre es posible atribuir a la falta de relaciones en la
Cámara de Indias el hecho de que algunos individuos no fueran
presentados a ninguna vacancia. A Andrés Alvarez Henostoza, por
ejemplo, no le faltaron las recomendaciones que algunos
prebendados tuvieron en su carrera precapitular. Siendo cura de
Ñuñoa 95 contó con recomendaciones para prebendas del obispo,
cabildo eclesiástico, cabildo secular, audiencia y el gobernador de
Chile. 96 Fue consultado para canonjías de Santiago en 1727 y para
una media ración de Charcas en 1733. 97 A partir de 1728 además
era el teniente cura del Sagrario de la catedral, la cercanía con el
cabildo eclesiástico y la administración diocesana y civil estaba
garantizada. Pero en su caso no fueron atendidas las
recomendaciones. Algunas pretensiones de curas del obispado,
además, fueron desatendidas por la desproporción entre el
beneficio que se servía y la dignidad a la que se aspiraba.
Francisco Arancibia, cura de Aculeo entre 1700 y 1749, 98 pidió por
medio de su agente de negocios en Madrid en 1732 99 el deanato de
la catedral de Santiago. Estos ejemplos nos muestran el fin de un
proceso que era común en el siglo XVII, el ascenso al coro desde
cualquier parroquia de la diócesis. La carrera parroquial del siglo
XVIII en vistas de una prebenda tenderá a obtener un curato de la
ciudad de Santiago, especialmente el Sagrario.
Los consultados de otros obispados al cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile
Ha llegado a nuestras manos un solo listado de candidatos de la
Cámara de Indias del siglo XVIII, perteneciente al deanato de Santiago
en 1752. La información relativa a foráneos al reino es tan escasa
que no amerita más que el presente párrafo, que incluimos en forma
95 AGI, Gobierno, Chile, 84.
96 Ibidem, todas las recomendaciones.
97 AGI, Gobierno, Charcas, 160.
98 Arancibia Salcedo, Raimundo, Parroquias..., op. cit.., p. 91.
99 AGI, Gobierno, Chile, 164.
- 240 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
previa al análisis de foráneos en las consultas. El listado estaba
compuesto de prebendados y curas del obispado de Santiago, sólo
figuran en decimosexto y decimoséptimo lugar, Francisco Ruiz
Villegas, cura rector de la matriz de Salta, y José Salcedo Gallego,
cura de Canaria en el obispado de Huamanga, 100 respectivamente.
En este contexto recordemos que en la primera mitad del siglo
XVIII y hasta 1773 fue frecuente la resolución de las vacancias sin
consulta de la Cámara de Indias (ver Capítulo 3). Con
posterioridad a esa fecha la vacancias vuelven a ser consultadas
por la Cámara de Indias. Las consultas de dignidades siguen siendo
compuestas con nativos chilenos, canónigos y curas. Pero en las
consultas al coro de Santiago de canonjías y raciones a partir de
1774 se incluyen a curas y presbíteros de todo el imperio, en
amplia mayoría con respecto a los chilenos. Un solo canónigo
Francisco Antonio Cosio, perteneciente al coro de Buenos Aires,
fue incluido en la consulta de una ración de Santiago. 101 Veintidós
foráneos al reino fueron consultados, de ellos catorce eran curas,
un canónigo, tres presbíteros con cargos en la administración
diocesana, y por fin otros cinco presbíteros de los que sólo se sabe,
a veces, su grado universitario. Entre los curas, cuatro eran del
arzobispado de Lima, dos de Cuzco, tres de Trujillo, uno de Potosí,
uno de Charcas, uno de Córdoba, y el último de Santa Fe de la
Vera Cruz. ¿Se intentó desde la Cámara de Indias neutralizar el
control de los cabildos eclesiásticos por las elites locales
incorporando foráneos al reino? No podemos en este estudio más
que esbozar la hipótesis de que la Cámara de Indias reapareció con
una política propia después de la reforma administrativa de 1773,
pero el intento no duró mucho. Las consultas de raciones y
canonjías de Santiago de principios del siglo XIX vuelven a estar
compuestas en exclusividad por nativos chilenos.
Como conclusión a este capitulo, podemos decir que a
diferencia de los cabildos eclesiásticos de Lima, México y
Valladolid de Michoacán, el de Santiago mantuvo su carácter local
en la composición por no haberse visto afectado por la llegada de
peninsulares. La experiencia del siglo XVII mostraba que ni los
clérigos del Perú ni los peninsulares aceptaban las prebendas del
reino de Chile. La aparición de pretendientes a prebendas
santiaguinas a fines del siglo XVIII indicaría un inicio de cambio
de esta situación. Pero la localidad del cabildo eclesiástico
se acentuó además debido a otros dos factores. El
primero, el sistema mismo de ascensos promovido por la Cámara
100 Los datos los obtuvimos de AGI, Gobierno, Chile, 164.
101 AGI, Gobierno, Chile, 453.
- 241 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Indias que durante todo el siglo XVIII fue dentro del mismo
coro, de tal manera que el deanato constituyó para la mayoría de
los prebendados a la vez el punto máximo y el final de su carrera.
El segundo factor lo determinó la Monarquía al no ascender a
nadie desde Concepción a Santiago, ni desde Santiago a
Concepción, aislando entre sí los dos cabildos eclesiásticos a
diferencia del siglo XVII, inmovilizando entonces a los
prebendados en los cabildos de su tierra natal.
Pero el cabildo eclesiástico de Santiago comparte con otros
cabildos el hecho de que la carrera precapitular de la mayoría de
los prebendados incluyera la cura de almas. En efecto, treinta
prebendados del total de los cincuenta fueron curas. Si en la
primera mitad del siglo XVIII algunos curas ascendieron al cabildo
eclesiástico habiendo servido uno o dos curatos, a fines del mismo
siglo la carrera precapitular incluía la cura de almas combinada con
tareas educativas en el Seminario o colegios, la administración
diocesana y cargos menores universitarios o la cátedra.
Simultáneamente las parroquias urbanas de la ciudad de Santiago,
sobre todo el Sagrario de la catedral, se convierten en los
beneficios curados de las carreras precapitulares. Pero para
diecinueve prebendados su carrera eclesiástica se inició como
capellanes de capellanías familiares y de instituciones, como
familiares de obispos y capellanes de gobernadores o sirviendo en
la administración diocesana, antes de ascender al coro de Santiago.
Paulatinamente, por lo tanto, a lo largo del siglo XVIII se
estrechó la relación entre la ciudad de Santiago y su cabildo
eclesiástico. La mayoría de los prebendados fueron nativos de
Santiago. Las tres parroquias de esta urbe se transformaron en el
trampolín de acceso al coro catedralicio. La universidad acentuó
esta relación al pactarse entre las autoridades civiles y el cabildo
eclesiástico una alternancia en el rectorado, de manera que siempre
un prebendado fue rector o vicerrector de la Universidad de San
Felipe. La Universidad cambió la carrera precapitular de los
prebendados, que en la segunda mitad del siglo XVIII incluyó la
cátedra universitaria, estrechándose la relación entre cátedras y
canonjías de oficio. A fines de ese siglo, pero más aún a comienzos
del siglo XIX, quien fuera el catedrático del Maestro de las
Sentencias sería el canónigo magistral, mientras que el catedrático
de Prima de Leyes o de Cánones sería el doctoral. Los curas del
obispado vieron cerrarse paulatinamente la posibilidad de ascender
al cabildo eclesiástico oponiéndose a estas canonjías. Igualmente
desaparecen entre los opositores los clérigos minoristas en busca
de título de ordenación. El análisis de las carreras precapitulares
(Rodríguez Zorrilla, Larraín) revela una complicada relación
- 242 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
entre parroquias urbanas de la ciudad de Santiago, administración
diocesana, universidad y cabildo eclesiástico. Aumenta también en
esta época la frecuencia de viajes a la corte a pretender, garantía de
llegar con una presentación al cabildo eclesiástico, tanto para los
que iniciaban una carrera como para los que querían ascender en el
cabildo eclesiástico. Aumenta asimismo la competencia a los
pocos beneficios por parte de los muchos aspirantes, ahora
doctores por la universidad del reino.
También el más alto cargo administrativo de la diócesis,
provisor y vicario general, estuvo a lo largo de todo el siglo XVIII
en manos de miembros del cabildo eclesiástico. A partir de 1725 la
canonjía toral se vinculó al provisorato. La larga permanencia en
este cargo (treinta años Tula y Bazán y cuarenta años José Antonio
Martínez de Aldunate) representa la continuidad de la iglesia local
frente a los obispos que pasaban por la diócesis. En este contexto,
el cargo aparece como una imposición a los obispos por el cabildo
eclesiástico, baluarte de la elite del reino, sin el cual hubiera sido
imposible el gobierno de la diócesis.
- 243 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 244 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 12
Dos conflictos de las elites chilenas
Fuero eclesiástico y contrabando
En este capítulo quisiéramos centrarnos en el análisis de dos
conflictos que remecieron al reino de Chile en el que estuvieron
involucradas las principales instituciones del gobierno civil y
eclesiástico: audiencia, cabildo secular, cabildo eclesiástico,
obispo, órdenes religiosas, universidad. En el primero de ellos se
enfrentaron el gobernador Gabriel Cano y Aponte con el provisor
José Toro y Zambrano, entre 1725 y 1732. El segundo conflicto,
más complejo, se sitúa entre 1803 y 1809. Distantes
temporalmente uno del otro, sin embargo se asemejan. Cambiaron
los hombres, pero el motivo de la lucha era el mismo: el control de
las instituciones del reino y la transposición del conflicto a España
para que la Monarquía arbitrara entre las partes.
En 1715 llegó a Chile el nuevo gobernador Gabriel Cano y
Aponte, formaban parte de su séquito dos sobrinos, hermanos entre
sí, Manuel y Alejandro de Salamanca Cano y Aponte, 1 ambos con
una carrera militar iniciada en España como soldados. En Chile,
Alejandro fue nombrado por su tío comisario general de la
caballería de Chile, en tanto que Manuel se transformaba en el
maestre de campo general del reino y trabajaba directamente con
su tío en la represión del contrabando francés. 2 La familia Cano y
Aponte se había instalado en el reino de Chile y controlaba el
gobierno civil y militar.
En 1725 se enfrentan por primera vez Gabriel Cano y Aponte y
José Toro y Zambrano, provisor y vicario general del obispado y
chantre del cabildo eclesiástico. Sucedió que Cano quiso que pasara
desde la justicia eclesiástica a la secular la causa sobre cumpli-
1 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, Prólogo de Hugo Rodolfo Ramírez Rivera,
Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia
nacional, tomo XXX, Santiago, p. 65, 1983.
2 AGI, Gobierno, Chile, 151.
- 245 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
miento de esponsales entre Josefa Reyes Badiola y Juan Dios
Herrera. 3 El obispo Alonso del Pozo y Silva cerró filas con su
provisor impidiendo la intromisión de la Audiencia y el
gobernador en la causa que continuó su curso en el tribunal
eclesiástico. Pocos meses después de los acontecimientos que
hemos narrado, la relación entre los mismos actores volvió a
complicarse otra vez, cuando José Toro y Zambrano, no permitió a
Gabriel Cano y Aponte y a la real Audiencia participar en la
elección de la abadesa de las religiosas agustinas, que en su calidad
de provisor, José Toro y Zambrano presidía. Cano reclamaba que
como vicepatrón debía permitírsele participar en el capítulo. Fue
necesaria la intervención del obispo Alonso del Pozo y Silva para
que se hiciera efectiva la entrada de las autoridades civiles, quienes
le exigieron que desterrara a José Toro y Zambrano de la ciudad de
Santiago de Chile. 4
Pero el verdadero conflicto estaba por comenzar. En 1727 el
gobernador Cano, recibió un aviso de que “a deshoras de la noche”
estaban sacando ropa de la casa de Manuel Manzanal, procurador
general del ayuntamiento de Santiago. 5 Cano mandó a registrar la
casa de Manzanal y se encontraron géneros de contrabando. Se
inició de inmediato un proceso judicial contra Manzanal en el cual
un testigo, un tal Vicente Valenzuela, involucró al provisor José
Toro. Explicó Valenzuela que cuando se dirigía a la casa de Toro a
llevarle el dinero del diezmo de la ciudad de Coquimbo, de parte
de su ama, Josefa de Ureta (la misma noche en que había
movimientos en casa de Manzanal) vio a varios hombres hacer
ocho viajes, cargando fardos de ropa que sospechó eran ilícitos.
Omitimos todos los detalles de cada testigo en esta explicación,
que involucraba a varios comerciantes de la ciudad. La Audiencia
finalmente dictó sentencia encontrando culpable a Manuel
Manzanal y complicado a José Toro. El proceso contra Toro se
desarrolló en la justicia eclesiástica en 1731. Entre los testigos
estuvo Antonio de Astorga, maestrescuela de la catedral de
Santiago de Chile:
Dijo que tiene noticia de la acusación hecha a José Toro de ocultar en
su casa ropa de comiso, y “con motivo de ser compañero de prebenda y
coro el dicho Don José Toro, se fue a su casa a saber lo que pasaba”, y
supo que mientras le entregaba el mozo delator 100 pesos del diez-
3 AGI, Gobierno, Chile, 152.
4 Méndez Beltrán, Luz M., “José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 354.
5 Sociedad Chilena de Historia y Geografía, Actas del Cabildo de Santiago...,
op. cit.., tomo XXVIII, p. 68.
- 246 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
mo de Coquimbo (el mozo trabajaba en la casa de Don Marcelino
Rodríguez Guerrero, padre de la Señora Josefa de Ureta), llevaron
los criados de José Toro telas de la tierra y de Castilla que había
comprado en la tienda de Andrés Rojas, para su casa y su familia,
a quien ordinariamente le compra géneros por 500 o 600 pesos, y
al mismo tiempo llegó otro mozo que le traía telas de la casa de
Manuel Manzanal, entonces el mozo sospechó que eran de mala
entrada. 6
La justicia eclesiástica no encontró culpable al ahora arcediano
José Toro, quien envió en 1731 al Consejo de Indias un
cuestionario con nuevos testigos que levantó en el juzgado
eclesiástico. Pero la argumentación había cambiado,
descentrándose de la cuestión del contrabando todos los testigos
coincidieron en que conocían las desavenencias entre José Toro y
el gobernador Cano, por los problemas de jurisdicción por una
causa matrimonial, y que quedaron enemistados y creían que esto
había influido en el proceso contra José Toro. En base a esta
argumentación la justicia eclesiástica lo absolvió de toda culpa y
cargo. El gobernador Cano entonces interpuso un recurso de fuerza
ante el Consejo de Indias acusando a José Toro de complicidad de
contrabando.
Una real cédula dirigida al obispo de Santiago de Chile,
Alonso del Pozo y Silva, recoge una carta del gobernador Cano, en
la que éste explicaba los límites de su lucha contra el contrabando:
La mayor parte de las introducciones de ropa de ilícito comercio
que se hacen en esa provincia se efectúan por sujetos en quienes
no tiene jurisdicción para castigarlos, por gozar del fuero
eclesiástico, protegiendo y amparando estas introducciones, y
especialmente las religiones de dicha ciudad... ocultando los
géneros por cuyo motivo no puede poner en ejecución mis
repetidas reales órdenes dirigidas a este fin, como últimamente ha
sucedido con el licenciado Don José Toro y Zambrano, provisor
que fue de este obispado que ha auxiliado a alguno ocultando en
su casa la ropa como se justifica de un testimonio de autos. 7
Lo importante para nuestro tema es que la lucha por el control
del contrabando en el reino de Chile implicaba a un miembro del
cabildo eclesiástico, hijo de un prominente comerciante, y se
planteó como un enfrentamiento jurisdiccional entre el gobernador
y la audiencia y la jurisdicción eclesiástica. La resolución final
6 AGI, Gobierno, Chile, 152.
7 Ibidem.
- 247 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
recaía en el Consejo de Indias y, en última instancia, en el Rey. De
esta forma llegaban a la resolución del monarca, el gran árbitro del
sistema político, conflictos que por su origen escapaban en gran
parte a su control. El sistema institucional estaba organizado para
que el estallido de conflictos institucionales fuera inevitable,
debido al fraccionamiento jurisdiccional. Cada una de las partes
tenía más posibilidades de beneficiarse dentro de la propia
jurisdicción, de ahí que el posesionamiento en la jurisdicción
eclesiástica y civil formara parte de una estrategia personal,
familiar y elitaria, para que los conflictos personales, familiares o
de la elite también se pudieran plantear en términos de
enfrentamientos jurisdiccionales. El fenómeno tenía una dimensión
central en la organización política del Antiguo Régimen ya que
permitía determinar la posición política y social de cada uno. A
través de este conflicto podemos determinar con nitidez el sentido
que tenía para la elite chilena el control de las instituciones
eclesiásticas locales. Más que un signo de privilegio y de honor,
formaban parte del dominio del reino frente a los agentes de la
Monarquía, y en definitiva frente a la Monarquía misma.
En 1733 murió el gobernador Gabriel Cano y Aponte,
habiéndole pedido perdón a Toro por lo sucedido. Asumió el
gobierno del reino en forma interinaria Manuel de Salamanca
quien tendió un manto de olvido a los problemas de su familia con
José Toro al escribir él personalmente y la Audiencia al Rey
recomendando a José Toro y Zambrano para una prelacía. 8 La
Cámara de Indias, que había ascendido al deanato al chantre
Antonio Cirilo Irarrázaval y no al arcediano José Toro y
Zambrano, recibió cartas del cabildo eclesiástico, obispo, cabildo
secular, Audiencia y gobernador pidiendo que fuera reivindicada la
persona de José Toro y premiada con ascensos. 9 Alejandro
Salamanca, por su parte, se radicó en Chile y contrajo matrimonio,
se convirtió en el alcalde de aguas del ayuntamiento de Santiago en
1744, 10 y para 1750 formaba parte del gremio de comerciantes
matriculados de Santiago y perseguía el contrabando desde
Mendoza al reino de Chile.
8 Méndez Beltrán, Luz M., “José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos (dir.), Episcopologio chileno...., op. cit., tomo IV, p. 356.
9 Todas las cartas en AGI, Gobierno, Chile, 94.
10 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, tomo XXXI, Prólogo de Rafael Reyes Reyes,
Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia
nacional, Santiago, p. 65, 1983.
- 248 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El cabildo eclesiástico de Santiago a principios del siglo XIX
En la primera década del siglo XIX en el reino de Chile, se
desarrolló un profundo enfrentamiento entre la Audiencia y el
cabildo eclesiástico, que se dividió en dos facciones. Se trata más
bien de una serie encadenada de conflictos renovados y
profundizados cada vez, en los que se enfrentaron viejos enemigos,
desbordándose los límites del cabildo eclesiástico e incorporando a
otras instituciones del reino. Más que enfrentamientos
individuales, estamos ante una lucha de familias contra familias en
el seno de las instituciones políticas y eclesiásticas, que se
enfrentaban por el control de las mismas.
Conflicto por el obispado
Una vez más a lo largo de estas páginas, nos encontramos con una
conflictiva oposición a una canonjía de oficio, en este caso la
canonjía doctoral de Santiago. Vacante desde 1801, en 1803 se
celebraron las oposiciones a las que se presentaron ocho
candidatos. Obtuvo el primer lugar José Santiago Rodríguez
Zorrilla y fue presentado por el Rey. 11 11 El resultado dio que
hablar. Uno de los opositores, Miguel de Eyzaguirre, catedrático de
cánones de la Universidad de San Felipe, acusó a Rodríguez
Zorrilla de usar su posición de secretario del obispo para opositar a
la canonjía, graduándose de doctor en leyes para esa circunstancia.
En verdad, Rodríguez Zorrilla se doctoró en leyes en la
Universidad de San Felipe en 1802, 12 presentando un certificado de
haber cursado en Lima la Instituta de Justiniano dirigido por Pedro
Vásquez de Novoa. El claustro de la Universidad aceptó su
certificación y pudo doctorarse. Eyzaguirre viajó a España en
1803, y se reunió allí con Francisco García Huidobro, quien a raíz
de ese encuentro escribió lo siguiente a su hermano Rafael:
Y siento la injusticia que hiciste a Eyzaguirre al proponerle a
Rodríguez para la doctoral. Eyzaguirre es un mozo completo, y
que hará aquí honor a Chile; vaya por lo que ha dejado que hablar,
y que murmurar su contendor en la cátedra Larraín. 13
11 AGI, Gobierno, Chile, 453.
12 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe ..., op. cit.,
tomo I, p. 474.
13 AASCH, legajo familia García Huidobro, N° 26.
- 249 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Evidentemente Rafael García Huidobro había votado a favor
de Rodríguez Zorrilla en la oposición. Larraín había sido separado
de la cátedra de Prima de Cánones en 1802, lo que motivó un viaje
que emprendió a Madrid, volviendo con una real cédula de 1803 14
que lo restituía. La ausencia de Larraín motivó que no pudiera
presentarse en la oposición de la canonjía doctoral.
Rodríguez Zorrilla hasta ese momento había tenido una buena
carrera en la administración diocesana, había sido secretario de los
tres últimos obispos (Alday, Sobrino y Minayo y Marán). También
había desarrollado una carrera de catedrático 15 y había sido tres
años vicerrector (1785-88) y rector de la Universidad de San
Felipe 16 en 1788, reelecto en 1789. La elección provocó el primer
enfrentamiento con Vicente Larraín, 17 regente de la cátedra de
Prima de Cánones, por acusar éste a Rodríguez Zorrilla de
conseguir la elección presionando a los electores. En realidad era
José Cortés Madariaga 18 quien encabezaba esta acusación contra
Rodríguez Zorrilla. Silva Cotapos sostiene que en este caso y en
otros planteados posteriormente, la situación se resolvió siempre a
favor de Rodríguez Zorrilla por intervención del gobernador
Ambrosio Higgins.
Pero desarrollar una carrera en el cabildo eclesiástico no le fue
fácil a Rodríguez Zorrilla. Fue racionero interin entre 1778 y
1787, 19 nombrado por su tío el obispo Manuel de Alday. En 1789
fracasó en las oposiciones a la canonjía magistral de Santiago. 20 En
1796 obtuvo finalmente una ración en el coro de Santiago, 21
para lo cual contó con varias recomendaciones a la Cámara de
Indias y directamente a Antonio Porlier tanto del
obispo Sobrino y Minayo 22 como de Ambrosio Higgins, 23
gobernador del reino. Comenzaron inmediatamente las
pretensiones de Rodríguez Zorrilla a canonjías y dignidades en el
14 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit., p.
509.
15 Ibidem, p. 520.
16 AGI, Gobierno, Chile, 452.
17 Bravo Lira, Bernardino, “José Santiago Rodríguez Zorrilla”, en: Oviedo
Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo III, p. 190
18 Silva Cotapos, Carlos, Don José Santiago Rodríguez Zorrilla..., op. cit.., p. 13.
19 AGI, Gobierno, Chile, 452.
20 AGI, Gobierno, Chile, 452.
21 AGI, Gobierno, Chile, 455.
22 AGI, Gobierno, Chile, 460.
23 AGI, Gobierno, Chile, 198.
- 250 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
mismo coro. 24 Como vimos, con la obtención de la canonjía
doctoral se abrían nuevas posibilidades para Rodríguez Zorrilla.
Más aún si consideramos que el obispo Marán estaba viejo y
enfermo. Sumémosle a esta situación que Rodríguez Zorrilla fue
nombrado por Marán en 1802 provisor y vicario general del
obispado. Con esto, su experiencia en el gobierno de la diócesis
alcanzaba el punto culminante. Llama la atención la complejidad
de esta carrera y la inserción en diferentes instituciones como la
universidad, administración diocesana, cabildo eclesiástico y
parroquias.
Se introdujo un elemento inesperado en este juego estratégico
por los ascensos. Llegó a Santiago en 1804 Rafael Andreu
Guerrero con la presentación como obispo auxiliar de Santiago de
Chile, Charcas, Arequipa, Córdoba, con sede en Paposo. El nuevo
obispo electo pidió al obispo Marán que lo consagrara. Éste se
negó por dos razones. La primera, por no estar de acuerdo con la
forma en que Andreu había negociado en España su
nombramiento, aduciendo problemas pendientes entre la Corona y
el Papado sobre la definición de la jurisdicción del obispo auxiliar
y su lugar de residencia.
La segunda, porque al leer la bula de nombramiento, aparecía
en ella la cláusula de que debía ser consagrado por tres obispos.
Esta cláusula, vigente en toda la cristiandad, siempre venía en las
mismas bulas exceptuada en Indias, permitiéndose que dos
dignidades del cabildo eclesiástico y un obispo efectuaran la
consagración.
Marán decidió someter la situación a una junta diocesana de
eclesiásticos, 25 la cual aprobó la consagración de Andreu, con los
votos a favor de los canónigos Vivar, Larraín, y de Fray Vicente
Andrade (provincial franciscano) y Fray Manuel Figueroa
(provincial agustino). Sin embargo, el obispo Marán optó por el
parecer de la minoría, opuesta a la consagración, formada por
Santiago Rodríguez Zorrilla, Manuel Hurtado (rector del
Seminario) y el canónigo Miguel Palacios. Andreu visualizó desde
entonces a Rodríguez Zorrilla como un acérrimo enemigo, y acusó
a Marán de “...haberse entregado ciegamente a su provisor, que es
él, pública y notoriamente, quien ha sostenido la negación de mi
consagración”. 26
En 1804 además, había vacado el obispado de Concepción. En
septiembre de 1805 desde Santiago se envían dos recomendaciones
de Rodríguez Zorrilla para la mitra vacante, una del obispo Marán
24 AGI, Gobierno, Chile, 453 y 454.
25 Oviedo Cavada, Carlos, “Pedro Felipe Azúa e Iturgoyen”, en: Oviedo
Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 312.
26 Ibidem, p. 313.
- 251 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
dirigida a José Antonio Caballero, Secretario de la Secretaría de
Gracia y Justicia, y otra de Luis Muñoz Guzmán, 27 presidente de la
Audiencia, al Rey. Marán sostuvo que Rodríguez Zorrilla era “... el
único digno de ser elegido obispo de Concepción, por su
instrucción, prudencia y sagacidad, y por la escasez de hombres
literatos que hay en Concepción”. 28
Andreu interpuso entonces un recurso de fuerza en la
Audiencia. Obtuvo un fallo favorable (1805), pero las
enfermedades y finalmente la muerte del obispo Marán impidieron
la consagración. En julio de 1806 Francisco Marán escribió al Rey
informándole sobre la situación planteada con Andreu, al que había
sugerido viajar a Lima para consagrarse ya que allí se iban a juntar
tres obispos, cumpliéndose entonces lo que estipulaban sus bulas.
Pero, según Marán, no quiso hacerlo para no tener que emprender
la obra del pueblo y la iglesia de Paposo, y porque estaba
preparando un viaje a Tucumán desde donde quería gestionar su
elección como obispo de Salta, próximo a erigirse, o quedarse en
Mendoza, donde los vecinos solicitaban también la erección de un
obispado. 29 El hecho fue que Andreu no se pudo consagrar en
Chile, por lo que decidió viajar a Buenos Aires, donde finalmente
el obispo Benito Lue Riega lo consagró en 1810, aceptando la
presentación y las bulas recibidas.
No fue el de Andreu el único caso en que Rodríguez Zorrilla
fue acusado de hacer cambiar el parecer al obispo Marán. En
noviembre de 1806 llegó a Santiago de Chile como canónigo Juan
Pablo Fretes, natural de Buenos Aires. Había sido presentado a una
ración de Santiago en 1797, de la que no había tomado posesión
personalmente durante seis años, fundamentalmente por atrasos en
la salida de navíos desde Cádiz debido a la guerra. Ante esto
gestionó una real cédula que declaraba su antigüedad en el coro 30
aunque no hubiera podido tomar posesión. Esto lo había favorecido
con respecto a Miguel Palacios, quien fue postergado en el ascenso a
una canonjía, ganándose Fretes la enemistad de Palacios. 31 Si bien
Fretes traía la real cédula de presentación como canónigo, le faltaban
las bulas. Según Fretes el obispo Marán había aceptado darle la
colación sin ellas, pero cambió de parecer influenciado por Rodríguez
Zorrilla quien quería retrasar la toma de posesión para evitar un
27 AGI, Gobierno, Chile, 454.
28 AGI, Gobierno, Chile, 453.
29 AGI, Gobierno, Chile, 460.
30 AASCH, Secretaría del Obispado, leg. 29, f. 233.
31 AGI, Gobierno, Chile, 461.
- 252 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
voto en su contra ante una posible votación de vicario capitular y
ganar tiempo hasta que llegara la real cédula de presentación de
Miguel Palacios como canónigo magistral. 32 Rodríguez Zorrilla
rechazó incluso una requisitoria de la Audiencia para que se
procediera a la colación. Mientras tanto había muerto el obispo
Francisco Marán el 10 de febrero de 1807. Rodríguez Zorrilla
cesaba como provisor y vicario general. Una parte del clero lo
consideraba un manipulador, otra parte un celoso cumplidor de la
legislación.
Conflictos y división del cabildo eclesiástico
Muerto el obispo, el cabildo eclesiástico se reunió a elegir un
vicario capitular, según las disposiciones de Trento. 33 La elección
recayó en Rodríguez Zorrilla por casi unanimidad. Le fue contrario
el voto de Vicente Larraín, quien antes de la elección se mostró
partidario de especificar las facultades del cabildo y las del vicario.
La moción no prosperó por improcedente, porque las facultades
estaban ya fijadas por el derecho canónico y no se las otorgaba el
cabildo al vicario. Por otra parte, el cabildo eclesiástico otorgó a
Fretes la colación de la canonjía.
A mediados de 1808 llegó desde el Consejo de Indias una
comisión dirigida al obispo Marán para efectuar la visita de la
orden de la Merced. Rodríguez Zorrilla consideró que quedaba sin
efecto por muerte de Marán. Pero el canónigo Larraín era de la
opinión de que el cabildo eclesiástico efectuara la visita, con la
intención de que concediera la secularización a su hermano
Joaquín, fraile mercedario, que le había sido negada por Marán,
mientras no aclarase asuntos pendientes con la orden. La negativa
de Rodríguez Zorrilla fue terminante. Hasta aquí los
enfrentamientos eran personales, Rodríguez Zorrilla vs. Larraín,
Fretes vs. Palacios, Andreu vs. Rodríguez Zorrilla, en el seno de
las instituciones eclesiásticas.
A mediados de 1808 estalló otro conflicto que dividió al cabildo
eclesiástico en dos facciones irreconciliables, apoyadas cada una por
otras instituciones del reino. El motivo inicial del enfrentamiento
fue ajeno a todas las instituciones intervinientes: el nombramiento
de un nuevo capellán para el monasterio de monjas dominicas
32 Ibidem.
33 Archivo de la Catedral de Santiago de Chile, (en adelante ACS), Libro III de
Acuerdos del Cabildo Eclesiástico de Santiago.
- 253 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Nuestra Señora Pastoriza. 34 La capellanía había quedado vacante
por muerte del poseedor, y las religiosas pidieron al vicario
capitular que nombrase al presbítero Joaquín Bezanilla, que desde
hacía seis años se desempeñaba como segundo titular.
En realidad, se debía votar en el cabildo eclesiástico sede
vacante el nombramiento. Justamente en torno a esta votación
estalla la pelea porque el deán del cabildo, Estanislao Recabarren,
quiso imponer a instancias del oidor Fernando Márquez de la Plata,
la elección de un ex jesuita secularizado, Francisco Javier Caldera,
quien se desempeñaba como capellán del oidor, que además estaba
casado con una sobrina de Recabarren. Para lograrlo había
previamente conquistado los votos de los canónigos Larraín,
Fretes, Errázuriz, Vivar y Rojas Argadoña. Votaron a favor del
presbítero Bezanilla los canónigos García Huidobro, Vargas y el
vicario capitular Rodríguez Zorrilla. Ante el resultado de la
votación Bezanilla envió un oficio de protesta en el que recordaba
que pese a la real orden de 1804 que permitía a los jesuitas
enfermos seguir viviendo en Chile, aún seguía en vigencia la
inhabilitación del 2 de abril de 1767 a todos los jesuitas para
ejercer el ministerio sacerdotal. Reivindicó la capellanía para sí
sosteniendo que, en caso que se le negara, presentaría un recurso
de fuerza.
Rodríguez Zorrilla, por su parte, pidió la intervención del
vicepatrón, gobernador García Carrasco, quien confirmó la
inhabilitación de Caldera para el cargo. Con este antecedente,
Rodríguez Zorrilla no firmó el nombramiento de Caldera elevado
por el cabildo eclesiástico. Las monjas, por su parte, tampoco
recibieron a Caldera. Pero, el grupo del cabildo eclesiástico que lo
había votado, no se retractó. Bezanilla cumplió la amenaza y
protestó ante la Audiencia con un recurso de fuerza. A partir de
este recurso, el enfrentamiento tomó proporciones inusitadas,
trasponiéndose al plano político los enfrentamientos anteriores
entre las diferentes partes. La disputa se centró en Rodríguez
Zorrilla y la facción del cabildo eclesiástico que le era adversa,
cada uno tratando de vincular a su bando a los oidores.
Las acusaciones contra Rodríguez Zorrilla sobrepasaron la disputa
y se incorporaron las rencillas anteriores y su desempeño como
vicario capitular. Versaban sobre la independencia del cabildo en los
34 Para más detalles de esta controversia remitimos al artículo de Retamal
Faverau, Julio, “El Cabildo Eclesiástico de Santiago en los prolegómenos de
la independencia de Chile”, en: Historia, N° 6, Instituto de Historia, Pontificia
Universidad Católica de Chile, Santiago, pp. 285-314, 1971.
- 254 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
nombramientos de curas interinos y capellanes de monasterios; su
negativa a realizar la visita a la Orden mercedaria; su negativa a
entregar el sello del cabildo a los cabildantes; acusaciones de exigir
retribuciones para otorgar dispensas matrimoniales, que además
concedía al margen del cabildo eclesiástico. Los prebendados
entonces resolvieron anular los matrimonios celebrados con la sola
decisión de Rodríguez Zorrilla y nombrar un vicario de
monasterios. Antes de proceder a efectuar estas determinaciones,
habían consultado al respecto al gobernador García Carrasco,
quien aprobó que se tomaran tales medidas, y a algunos oidores,
entre ellos Gaspar Marín, quien en un informe llegó a pedir la
destitución de Rodríguez Zorrilla como vicario capitular.
Rodríguez Zorrilla pidió al cabildo eclesiástico la revocación de
estas medidas amenazando con interponer un recurso de fuerza, y a
García Carrasco que interviniese. Éste entonces pidió al cabildo
eclesiástico que no procediera a ejecutar las dos medidas, pero la
orden llegó cuando ya habían sido llevadas a cabo. El deán
Recabarren, a nombre del cabildo, rechazó anular las
disposiciones. El chantre José Antonio Errazuriz 35 había sido
nombrado por el cabildo eclesiástico vicario general de
monasterios. Rodríguez Zorrilla mandó entonces a los monasterios
de Santiago no reconocer, bajo pena de excomunión, otra
jurisdicción que la suya. Interpuso además un recurso de fuerza en
la Audiencia.
El cabildo eclesiástico se negó a entregar a la Audiencia la
documentación que ésta le requería para la causa. La “parcialidad
levantada” (comienza a llamársela así) amenazaba a Rodríguez
Zorrilla con la excomunión. Este último temió incluso que lo
depusieran, según informó a la Audiencia. Un grupo de canónigos
(García Huidobro, Vargas, Palacios, Herrera y Rojas y Argandoña)
y los racioneros (Montt, Palomera, Jaraquemada) escribieron al
gobernador García Carrasco una carta en la que se manifestaron
contrarios al deán y sus seguidores. Vicente Larraín, por su parte,
escribió a García Carrasco una apología de lo actuado por los
canónigos de su grupo ante los rumores que circulaban por la
ciudad relativos a que la verdadera razón del problema era el odio
que él sentía por Rodríguez Zorrilla.
El 12 de diciembre, la Audiencia dictó sentencia favorable para
Rodríguez Zorrilla relativa al nombramiento del vicario general de
monasterios, dirigida a la “parcialidad levantada” del cabildo
eclesiástico. Esta sentencia no se cumplió durante varios meses en
base al argumento sostenido por Larraín de que no estaba dirigida al
35 AGI, Gobierno, Chile, 461.
- 255 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cabildo sino a una “parcialidad” de él, no anulándose por tanto los
acuerdos tomados por mayoría. Es decir, el enfrentamiento
jurisdiccional entre el cabildo eclesiástico sede vacante y el vicario
capitular ante la visita de la Orden de la Merced y el nombramiento
del capellán de las monjas dominicas, sirvió de campo de batalla
para enfrentamientos personales nucleados en torno al control del
cabildo eclesiástico, con fines familiares (secularización de
Joaquín Larraín), el nombramiento de vicario capitular, entrega de
favores (control de dispensas matrimoniales, del sello del cabildo
eclesiástico) y, en última instancia, prestigio social y medición del
control de las instituciones por las partes enfrentadas.
El 18 de diciembre Recabarren escribió una carta al Rey en la
que da una nueva dimensión al conflicto al acusar a la Audiencia
de atentar contra la jurisdicción eclesiástica depositada en el
cabildo sede vacante. Recabarren se quejaba de haber sido
atropellado y tratado indignamente al comunicársele en lugares
públicos, por medio de escribanos, y en casas de terceros los
decretos de la Audiencia que le incumbían. En la carta se cita un
decreto recibido por el deán de parte de la Audiencia en que bajo
multa de mil pesos se lo conminaba a entregar la documentación
requerida (sobre el nombramiento del capellán). Acusaba a la
Audiencia de no entregarle los testimonios que había pedido del
juicio en contra del cabildo eclesiástico. Pero Recabarren atribuía
el atentado contra su dignidad al acuerdo de los oidores José
Santiago de Aldunate y Manuel Irigoyen, amparados en la
debilidad y vejez de Juan Rodríguez Ballesteros, regente de la
Audiencia. Los dos oidores estaban emparentados entre sí y a
través de sus esposas con casi todo el reino, con el consecuente
padecimiento de los vecinos. Recabarren había tenido un pleito con
un sobrino de Aldunate sobre el derecho a las aguas en
propiedades colindantes, que afectaba además a los fondos del
propio Aldunate. Con Irigoyen estaba enemistado por haberse
negado Recabarren a la concurrencia del cabildo eclesiástico que
pretendía Irigoyen. 36
La parcialidad levantada siguió cargando contra la Audiencia.
En otra carta al Rey del 23 de enero de 1809 37 insistían en que
Rodríguez Ballesteros, Aldunate e Irigoyen atentaban contra la
jurisdicción eclesiástica en forma combinada con ataques personales
y denuncias de corrupción en el gobierno. Consideran que a la
muerte del gobernador Luis Muñoz Guzmán, Aldunate e Irigoyen
36 AASCH, Secretaría del Obispado, leg. 29, ff. 221-226.
37 AGI, Gobierno, Chile, 461.
- 256 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
declararon a Rodríguez Ballesteros como gobernador interino,
aprovechando la debilidad de éste. Los tres habían roto la amistad
que sostenían con el canónigo Vicente Larraín porque le atribuían
los dictámenes fiscales con los que se reclamó el cumplimiento de
una real orden de 24 de octubre de 1806. Consecuentemente
influyeron para que Larraín no fuera elegido rector de la
Universidad de San Felipe, y que recayera el rectorado en un
hermano ilegítimo del oidor Aldunate (Vicente Aldunate). En este
contexto señalaban que experimentaban diariamente las
enemistades que fomentaba Aldunate, natural de Santiago, a través
de su familia. Reiteraban el conflicto Recabarren-Aldunate por las
aguas. También el canónigo Fretes había experimentado que la
amistad con su paisano y condiscípulo, el oidor Manuel Irigoyen,
había cambiado “en un absoluto divorcio y separación”. Señalaban
que este era el contexto en el que la sede vacante “principió en
forzoso cumplimiento de sus deberes, y en resguardo de su
responsabilidad a tomar las convenientes providencias para
contener los excesos de su oficial, o vicario capitular Doctor Don
José Santiago Rodríguez Zorrilla”, nombrando un vicario de
monasterios, elección que había recaído en el chantre Errázuriz,
previa consulta al vicepatrón sobre la procedencia del
nombramiento. Ante esto, explicaban que Rodríguez Zorrilla había
introducido un recurso de fuerza en la Audiencia y extendido la
notificación a los monasterios de no reconocer otro vicario sino él.
Al mismo tiempo la sede vacante reiteraba las acusaciones contra
Rodríguez Zorrilla de cobrar a los fieles las dispensas
matrimoniales, que despachaba solo; conceder oratorios privados
“extendiendo el tiempo de la duración del privilegio a proporción
de la cantidad que erogaban los fieles”; proveer las doctrinas
vacantes de coadjutores y curas interinos; y extender títulos a
nombre del cabildo sin saberlo el Secretario y en contra de las
actas.
En junio de 1809 38 la “parcialidad levantada” escribió de
nuevo al Rey porque aún no recibía por parte de la Audiencia el
testimonio de los autos obrados con motivo de los recursos de
fuerza introducidos por el vicario Rodríguez Zorrilla. Atribuían
nuevamente la causa a que los ministros de la Audiencia
favorecían siempre a Rodríguez Zorrilla. Por tanto pedían licencia
para que pudieran informar personalmente al Rey sobre el caso
Vicente Larraín, Juan Pablo Fretes u otro de los capitulares que
suscribían la carta.
38 AGI, Gobierno, Chile, 461.
- 257 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
La “parcialidad” llevó a cabo un nuevo embate contra la
Audiencia a partir de septiembre de 1809. Pocos meses antes los
canónigos Fretes y Herrera, como diputados del cabildo
eclesiástico, habían pedido a Agustín Salomón, contador de
diezmos, que no se le entregase más dinero a Ignacio Irigaray,
mayordomo de la catedral, por achacoso e insolvente. Cuando esta
noticia salió del ámbito eclesiástico y trascendió a lo público, la
discusión se trasladó de inmediato al Consejo de Indias. Los
primeros antecedentes del caso los conocemos por una carta de
Juan Pablo Fretes, en la que informa al Rey como diputado del
cabildo eclesiástico de Santiago el 1° de septiembre de 1809. 39 La
carta acompañaba los autos promovidos por la jurisdicción
diocesana contra Irigaray desde 1807 40 por negarse a dar
cumplimiento desde 1799 a la real cédula de 1797 que establecía
que los caudales de la Iglesia debían guardarse en la sacristía en un
arca de tres llaves. Según Fretes, cuando la justicia estaba a punto
de lograr el cumplimiento de la cédula, intervino Francisco García
Carrasco, en su calidad de vicepatrón, ordenando que la justicia
diocesana sobreseyese en el conocimiento de la causa, que se
hallaba detenida. El patrimonio de la Iglesia estaba en riesgo,
según Fretes, por la insolvencia de Irrigaría. 41
Otra vez la jurisdicción eclesiástica experimentaba el atropello
de la Audiencia que favorecía los lazos de sangre. El oidor
Aldunate era hermano político de Irigaray. Casados los oidores
Aldunte y Santiago Concha con dos naturales del país
Ambos, sus mujeres y parentela, forman la mayor parte de la
población del distrito de la Audiencia, y el melancólico estado de
la península les proporcionó en los años inmediatos reunir en sus
personas la autoridad del tribunal y la del gobierno y capitanía
general del reino. Estos ministros podrán hacer el servicio en otras
audiencias donde la carne y la sangre no les exponga a desairar las
legítimas autoridades con escándalo de los pueblos. 42
La acusación contra Irigaray no era ilegal. En verdad existía la
real cédula y en la catedral de Santiago no se había cumplido. Pero,
según el canónigo Herrera en carta a García Carrasco 43 del 19 de
39 AGI, Gobierno, Chile, 461.
40 Ibidem.
41 AGI, Gobierno, Chile, 461.
42 Ibidem.
43 AGI, Gobierno, Chile, 461.
- 258 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
septiembre de 1809, existía una conspiración del cabildo
eclesiástico contra Irigaray (con el fin de que lo echaran o
renunciara), detrás de la cual estaba Vicente Larraín, que utilizaba
como pretexto la real cédula de 1797. Los rumores decían,
continúa Herrera, que todo era para que el cargo recayera en
Martín Larraín (hermano de Vicente) padre de veinticuatro hijos,
ya que se contaba con los votos favorables de los capitulares
devotos del canónigo. Pero Herrera ponía a García Carrasco en
sobre aviso de que no sólo se atacaba a Irigaray, sino que se había
acordado escribir una carta en su contra a la Suprema Junta de
Gobierno. Pocos días después el canónigo Fretes lo había
acometido exigiéndole que firmase un informe sin permitirle
leerlo, al negarse Herrera, ocurrió con él lo mismo que con otros
canónigos. En la siguiente reunión, Fretes pidió que Herrera fuera
excluido por resistirse a firmar acuerdos. Con arbitrios semejantes
ya habían excluido al tesorero, arcediano, y los canónigos doctoral
y magistral “porque el fin es que no haya quien se oponga a sus
empresas”, promoviendo causas contra ellos, concluye Herrera.
No le quedó más remedio a García Carrasco que defenderse.
Lo hizo escribiéndole a Benito Hermida, Secretario de Gracia y
Justicia de la Junta Central Gubernativa, en Madrid. Le envió una
copia de la carta de Herrera que hemos resumido. Escribía García
Carrasco:
De la adjunta copia resulta la noticia que me ha comunicado el
canónigo Don Jerónimo de Herrera, de la maquinación y sorpresa
con que se ha hecho a Su Majestad un informe contra Don Ignacio
Irigaray, mayordomo de la Iglesia catedral de esta capital,
mezclando imputaciones odiosas a la reputación y conducta de mi
gobierno. Los autores son una parcialidad de prebendados que se
titula Cabildo Sede Vacante en contraposición de los más sensatos
y modestos y del buen acreditado juicioso provisor vicario
capitular, a quienes los otros tienen atropellados, siendo los
instrumentos los canónigos Don Vicente Larraín y Don Juan Pablo
Fretes... La materia del insinuado informe es falsa y calumniosa:
Irigaray no ha empeorado sino mejorado de bienes con adquisición
de valiosas haciendas después que fue nombrado mayordomo.
Rinde cumplidamente sus cuentas anuales al vicepatrono sin que
de la revisión de la contaduría de diezmos le haya resultado algún
descubierto. 44
De parte de la “parcialidad” las acusaciones contra Irigaray,
el resto de los canónigos y la Audiencia comenzaron a apuntar a lo
44 AGI, Gobierno, Chile, 461.
- 259 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
personal. Fretes, diputado del cabildo eclesiástico, se transformó
en su vocero, en él se centralizó la correspondencia hacia España.
El 15 de octubre escribió otra carta. Comenzaba por explicar que
habían actuado con Herrera pidiendo al contador de diezmos que
no entregara la hijuela acostumbrada a Irigaray “para que no
entrando en su poder esta nueva cantidad de numerario no se
aumente la pérdida caso de quiebra”. Pero la intervención de
García Carrasco había aumentado la deuda y la dificultad de
asegurar el caudal, además de haber intervenido despóticamente en
una causa del cabildo eclesiástico. A continuación acusó a
Rodríguez Zorrilla de haber sido el autor de la carta que firmó el
canónigo Jerónimo Herrera, que “no entiende generalmente lo que
firma” por su limitado talento y desconocimiento del latín. Fretes
asimismo acusa a Herrera de esperar ser agraciado con la mitra
vacante por los contactos que su hermano, Mariscal de Campo
Eusebio de Herrera, tenía en la corte que le habían conseguido ya
la canonjía que servía. Incluso Herrera le había ofrecido el cargo
de secretario.
Las acusaciones continúan contra Rodríguez Zorrilla por
poner en contra a la Audiencia contra el cabildo eclesiástico.
Especialmente al oidor José Santiago de Aldunate, que había
conseguido la plaza por mediación de su pariente, el arzobispo de
Santiago Don Rafael Muzquiz de Aldunate, cuando confesaba a la
Reina Madre. 45 La carta termina sosteniendo que Martín Larraín no
estaba interesado en la mayordomía y que en lo relativo al robo de
alhajas, la Audiencia había sentenciado a un sacristán menor,
consanguíneo de Rodríguez Zorrilla, a quien justamente por eso se
lo había puesto en libertad. El 18 de octubre, otra carta de la
“parcialidad”, culpa a los canónigos García Huidobro, Vargas y
Palacios de no asistir a los capítulos de erección, de lo que se ha
valido la Audiencia para “irrogarle en un público proceso la atroz
injuria de llamarle Parcialidad Levantada”. 46
De esta manera el cabildo eclesiástico afrontó profundamente
dividido los acontecimientos de 1810, y una parte de él enfrentado
con la Audiencia y con los monasterios. Los hechos descritos no
tuvieron sin embargo continuidad en el proceso de independencia. La
Audiencia fue suprimida y el grupo de canónigos de la parcialidad
levantada desapareció. Vicente Larraín murió en 1811, 47 se lo
consideró el cabecilla dentro del cabildo eclesiástico del partido pa-
45 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 29, ff. 247-251.
46 AGI, Gobierno, Chile, 461.
47 Silva Cotapos, Carlos, Lista ..., op. cit., vol. 20, p. 181.
- 260 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
triota y de la formación de la Junta de gobierno. 48 Estanislao
Recabarren también murió en 1811, 49 sin que conste su ideario
político. Juan Pablo Fretes fue diputado del congreso nacional en
1811 (llegando incluso a presidirlo), en 1813 pidió licencia al
cabildo eclesiástico para viajar a Buenos Aires, 51 donde murió en
1817. 51
Este conflicto, más que el enfrentamiento de instituciones,
muestra enfrentamientos personales (Larraín-Rodríguez Zorrilla) y
familiares (Martínez de Aldunate-Larraín) en el seno de las
mismas y por el control de ellas. No se actuaba en una institución a
título personal, sino como miembro de un grupo familiar. También
se consideraba a las personas como parte de una unidad familiar.
Un enfrentamiento como el que acabamos de describir revela que
la elite chilena a fines del período colonial estaba profundamente
dividida en facciones insertadas en las diferentes instituciones
buscando utilizarlas a favor de sus intereses (visita a la orden
mercedaria). De ahí la necesidad familiar de estar ampliamente
representados en la vida corporativa: en la iglesia, en la
universidad, en la Audiencia, en el cabildo secular. Aunque los
enfrentamientos eran binomiales (Rodríguez Zorrilla-Larraín)
terminaban en un todos contra todos: al final (según Larraín) la
Audiencia apoyaba a Rodríguez Zorrilla por la enemistad entre el
oidor Martínez de Aldunate con el deán Estanislao Recabarren por
un pleito familiar por las aguas entre fundos colindantes de sus
familias.
Esta característica de la elite explicaría la complejidad de las
carreras que hemos descrito entre los prebendados del cabildo
eclesiástico de Santiago del siglo XVIII, donde se conjugaban los
curatos, la universidad, la administración diocesana y el cabildo
eclesiástico. La relación con el Rey en este contexto aparece como
fundamental, él era en definitiva la puerta de acceso a las
instituciones del gobierno civil y eclesiástico, y el árbitro exterior
necesario al que había que acceder para poder subsistir en la lucha
de intereses familiares que entrecruzaba entre sí a las instituciones
locales.
48 AGI, Gobierno, Chile, 315.
49 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 7, pieza 75.
51 Ibidem.
51 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 19, p. 475.
- 261 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 262 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Capítulo 13
La incorporación al clero secular: ¿inclinación al estado,
vocación o carrera eclesiástica?
Al final de nuestro estudio se impone la reflexión sobre el sentido de
una carrera eclesiástica. ¿Por qué una persona ingresaba al estado
clerical? ¿Qué se entendía por la “inclinación al estado” exigida para
la ordenación de órdenes mayores por el concilio de Trento? Para
nosotros esta pregunta tiene la perspectiva específica de tratar de
determinar los motivos de la incorporación al orden secular del estado
eclesiástico. La historiografía insiste en que el siglo XVIII español
fue marcadamente antiregularista 1 y que desde la Corona se propició
el desarrollo del clero secular, facilitándosele el acceso a los
obispados, cátedras universitarias, reemplazando al clero regular de
1 Cfr. Barrio Gozalo, Maximiliano, “El clero regular en la España de
mediados del siglo XVIII a través de la encuesta de 1764”, en: Hispania
Sacra, N° 47, pp. 121-169, 1995; Moreno Cebrián, Alfredo, “El regalismo
borbónico frente al poder Vaticano: acerca del estado de la Iglesia en el
Perú durante el primer tercio del siglo XVIII”, en: Revista de Indias, vol.
LXIII, N° 227, pp. 223-274, 2003, destaca la importancia de un documento
anterior (y hasta ahora no considerado) a las Noticias Secretas, atribuido al
arzobispo de Lima Antonio de Soloaga, que contiene los mismos cargos
contra el clero peruano que Jorge Juan y Antonio de Ulloa formularon una
década después. Sobre todo muestra la imagen del clero regular del
virreinato del Perú de los contemporáneos al que acusan, junto con el clero
secular, de participar en negocios (repartimientos forzosos de mercancías,
obrajes a su cargo, administración de haciendas propias o ajenas), de
relajación, de inoperancia en la política evangelizadora por haber olvidado
el fin misionero de su presencia en Indias. Ver también Mestre Sanchis,
Antonio (dir.), “La Iglesia en la España de los siglos XVII y XVIII”, en:
Historia de la Iglesia en España, tomo IV, Madrid, 820 pp., 1979; Caro López,
Ceferino, “Propietarios y distraídos. Algunas razones de la política religiosa
de la Ilustración”, en: Hispania Sacra, N° 47, pp. 217-241, 1995; Aragón
Mateos, Santiago, “Notas sobre el clero secular en el Antiguo Régimen: los
presbíteros del obispado de Coria en el siglo XVIII”, en: Hispania Sacra, N°
47, pp. 171-216, 1995.
- 263 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
las parroquias en América, etc. Desde esta perspectiva ¿las
mayores posibilidades de hacer carrera fueron el anzuelo para
atraer a muchos hacia las filas de la diócesis?
La bibliografía española recalca el atractivo que los privilegios
inherentes al estado clerical provocaba en las personas por la
naturaleza misma de su función, en un país de arraigada fe
religiosa popular. No sólo la vida cotidiana estaba sacralizada,
empezando por los momentos fundamentales de la vida de una
persona como el nacimiento (bautismo), matrimonio y muerte,
también lo estaba la vida social, de ahí la gran influencia del clero.
Las fiestas religiosas eran fiestas populares. Los ciclos de las
cosechas y reproducción de animales tenían ritos cristianos que los
protegían y garantizaban. Las epidemias, invasiones, calamidades
políticas tenían una explicación religiosa. La cultura eclesiástica,
por su superioridad, era muy atractiva. La educación básica y
universitaria estaba en gran parte en manos de los clérigos,
especialmente los regulares, pero la presencia del clero secular no
era nada despreciable. El estado clerical era abierto, a diferencia de
la nobleza, cerrada por definición.
Por otro lado, la subsistencia estaba garantizada por las obras
benéficas que el clero ejercía, tales como la limosna, obras pías, o
el área de la salud (hospitales, lazaretos). El clero contaba además
con los siguientes privilegios: exención de la justicia ordinaria,
fuero propio, exención de algunas cargas fiscales y de prestaciones
militares personales, incluso del alojamiento de tropas en la casa
de los clérigos, y el cobro de los diezmos y primicias.
Especialmente los recursos económicos seguros del estado clerical
podrían haber significado un atractivo para incorporarse a él. Estos
provenían de las tierras y bienes inmobiliarios, y de los ingresos
inherentes a la función parroquial relativos a las misas, entierros y
funciones religiosas, además de las limosnas. En la América
española la subsistencia estaba en teoría aún más garantizada, dado
que los estipendios de curas y doctrineros se pagaban con rentas
reales, 2 lo que agregaba una seguridad económica extra.
La Iglesia, por su parte, estaba ávida de ministros, siendo el fin
principal para la ordenación de clérigos, el proveerlos. 3 Tanto el
concilio de Trento como las Leyes de Indias y el tercer concilio de
Lima, se refieren a los clérigos que ingresaban al estado eclesiástico
sin auténtica inclinación al mismo, guiados más bien por intereses
2 Leyes de Indias, Libro 1, Título VII, Ley XVII
3 Sínodo de Santiago, 1763, Título IX, Constitución I.
- 264 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
personales y por el atractivo de la protección del fuero eclesiástico.
Las Leyes de Indias determinaban que:
Los virreyes y justicias reales manden ejecutar lo dispuesto por
derecho, en caso de que los seculares sean culpados en motines y
traiciones, y por evadirse del castigo se hicieren clérigos o entraren
en religión, quedándose en la tierra [...] y si no estuvieran
procesados antes, y el escándalo y daño que hicieren fuere notable,
encarguen a sus prelados que los castiguen, y sean echados de la
tierra, enviándolos a estos reinos registrados y con sus causas. 4
Trento por su parte preveía una selección de los candidatos al
estado eclesiástico que excluyera a aquellos de quienes se supiera
que lo elegían para eximirse de los tribunales seculares. 5
Efectivamente el concilio de Trento dispuso limitar el acceso a las
órdenes sagradas por los abusos que se habían dado en relación al
fuero y a raíz de la falta de control de la verdad de la información
entregada al momento de la ordenación, aduciendo que tenían un
beneficio eclesiástico o patrimonio suficiente. 6 El tercer concilio
de Lima confirmó las irregularidades que se producían al momento
de ingreso al clero, destacando la utilización de medios simoníacos
para lograrlo. 7
El tercer concilio de Lima estableció criterios de selección
para aceptar la entrada o no de un individuo al estado clerical:
Hay que explorar con habilidad la aptitud de todos los que se van a
ordenar, tanto al otorgar las órdenes menores como durante el
tiempo de espera. Ni siquiera con el pretexto de que trabajan con
un pequeño número de ministros deben convocar a indignos a la
función sagrada puesto que justamente ya creció mucho su número
y por cierto se cuida mucho más a la Iglesia de Dios y a la
salvación de los neófitos con pocos sacerdotes selectos que con
muchos inadecuados. 8
Muy diversas respuestas ha generado en la historiografía la
pregunta sobre la elección del estado clerical, tal vez porque en la gran
mayoría de las huellas que el clero del Antiguo Régimen ha dejado la
pregunta no aparece ni siquiera planteada. Se trata más bien de
documentación administrativa tales como nombramientos, cartas de
4 Leyes de Indias, Libro I, Título XII, Ley X.
5 Concilio de Trento, Sesión XXIII, Decreto sobre la Reforma, cap. 4.
6 Concilio de Trento, Sesión XXI, cap. 2.
7 Concilio provincial limense, acta II, cap. 32.
8 Concilio provincial limense, acta II, cap. 33.
- 265 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
recomendación, visitas a las parroquias, cuentas, relaciones de
méritos, etc. Desde la perspectiva actual la pregunta conlleva la
cuestión de la elección “personal” por el estado eclesiástico.
La historiografía ha tratado de dilucidar la causa de que el
estado clerical fuera tan atractivo en el Antiguo Régimen. Roberto
Di Stéfano 9 considera que la opción por el clero se enmarcaba en
un régimen de unanimidad religiosa y una percepción colectiva de
valores que concebía la carrera eclesiástica como un modo de
servir a Dios, al Rey y a la propia familia. En este contexto tanto la
persona como la familia podía decidir la entrada al clero. Para
plantear la vida religiosa como una vocación, hay que esperar al
siglo XIX, cuando el romanticismo puso la pregunta por la
decisión individual del estado de vida, tanto matrimonial como
religioso. Paul Ganster 10 destaca que al clérigo se lo entiende
dentro del contexto multigeneracional de la familia extensa a la
que perteneció. Las familias decidían las carreras de los hijos,
elección que era fruto de una cuidadosa consideración en función
de la continuidad del linaje. El jefe de familia tomaba las
provisiones que aseguraran la continuidad, tales como la
adquisición de títulos de nobleza, mayorazgos y algunos tipos de
capellanías. Antonio Domínguez Ortiz, plantea la pregunta del
ingreso al estado clerical dentro del origen social del individuo:
Tratándose de una capellanía o un beneficio simple, sin cura de
almas, es difícil admitir que existiera auténtica vocación. En
muchos casos eran segundones de familias hidalgas que resolvían
su caso personal de una manera segura, aunque mezquina,
acogiéndose a un beneficio de presentación familiar. 11
Antonine Tibesar, 12 busca en las relaciones de méritos del clero
parroquial de Lima entre 1750 y 1820, los motivos que los mismos
curas daban sobre la elección del estado. Considera la relación de
méritos como una autobiografía y sostiene que de cien sacerdotes,
cincuenta y siete entregan pistas sobre su inclinación al estado.
Diez de ellos entraron al clero secular para servir a las almas, varios
9 Di Stéfano, Roberto, “Abundancia de clérigos...”, op. cit., p. 36.
10 Ganster, Paul, “Miembros...”, op. cit., pp. 150 y ss.
11 Domínguez Ortiz, Antonio, “La sociedad española en el siglo XVII...”, op.
cit., p. 65.
12 Tibesar, Antonine, “The Lima pastors, 1750-1820: their origins and
studies as taken from their autobiographies”, en: The Americas, vol. XXVIII,
july, 1971, through april, 1972, Academy of American Franciscan History,
pp. 39-56, 1972.
- 266 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
puntualizan que con la oposición de sus familias; veintiséis, por
elección “desde los más tiernos años”; treinta y uno, por necesidad
de dinero, entre estos diez y siete dicen que si hubieran podido
ganarse la vida de otra manera no habrían optado por el
sacerdocio; cinco, por la posición social de sus familias. La
conclusión de Tibisar es que para la gran mayoría el sacerdocio era
una carrera para asegurar el futuro económico, una profesión.
También el estudio de la carrera del clero parroquial en el período
colonial tardío en Nueva España le permite a William Taylor 13
concluir que el sacerdocio era una profesión.
María Luisa Candau Chacón 14 considera que la posibilidad de
hacer carrera dentro del clero, no fue la causa de la incorporación a
este estado en la Sevilla rural. Destaca que la presencia de niños y
adolescentes en las filas del clero, por razones supuestas y difíciles
de precisar tales como la influencia familiar o un carácter acorde
con el estado eclesiástico, hacen pensar que poseyeron poca
libertad e independencia al momento de ingresar al clero. Según la
misma autora, la libertad de ingreso al estado se identificaba con la
ausencia de compromisos económicos, civiles o sentimentales
preestablecidos. No se podía ingresar al clero si se tenía deudas, se
había dado palabra de matrimonio, sin permiso de sus señores en
caso de ser esclavo, o de la esposa en caso de ser casado, si se
estaba excomulgado o suspendido. También limitaban la libertar
de ingreso los compromisos económicos previos de los que habían
desempeñado actividades económicas con anterioridad a la
ordenación.
En definitiva: ¿qué motivaba la decisión por la incorporación
al estado eclesiástico en el Antiguo Régimen? Las respuestas
varían desde la atracción por la carrera eclesiástica, la auténtica
vocación y una inclinación demostrada al estado. Nos detendremos
a analizar cada uno de estos aspectos en el período de nuestro
estudio y en el marco del imperio español.
13 Taylor, William, “Ministros de lo sagrado…”, op. cit., p. 174.
14 Candau Chacón, María L., “Familias y relevos en el mundo eclesiástico. El
entorno rural de Sevilla, 1685-1785”, en: Casey, James y Hernández Franco,
Juan (ed.), Familia, parentesco y linaje. Seminario familia y élite de poder en
el reino de Murcia siglos XV-XIX, Universidad de Murcia, Murcia, p. 277,
1997.
- 267 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El concepto de carrera en el imperio español
El diccionario de Autoridades define el término “carrera” como el
“medio, arbitrio, disposición o modo para hacer alguna cosa”. 15 En
la segunda mitad del siglo XVIII la documentación nos habla con
mayor frecuencia de una carrera administrativa, militar o
eclesiástica. La finalización del sistema de venta de oficios hacia
1720 abrió la posibilidad para que los criterios de antigüedad y
mérito fueran más considerados en la ruta de los ascensos, que el
caudal económico de los pretendientes. Este proceso coincidió con
el período que Burkholder y Chandler denominan de recuperación
de la autoridad del gobierno imperial. 16 Paulatinamente se fue
consolidando un sistema de ascensos a recorrer a lo largo de la
vida profesional. Como un impulso a este proceso actuó el
crecimiento del número de agentes del Estado, que obligó a fijar
pautas para dirigirlos y a racionalizar la división del trabajo para lo
cual se estructuró un sistema de ascensos. Según José Mariluz
Urquijo 17 desde la óptica de la Corona, el sistema de promoción de
funcionarios a cargos superiores, perseguía tres objetivos: que la
esperanza de la promoción favoreciera que el cargo fuera ejercido
con esfuerzo y eficiencia; la imparcialidad en el ejercicio, por
medio del desarraigo que implicaba el movimiento geográfico
vinculado a los ascensos, cortando las conexiones locales; el
aprovechamiento de la experiencia adquirida en el cargo inferior
para el buen ejercicio del cargo superior. La permanencia en el
cargo no debía ser ni tan corta que le impidiera al funcionario
aprender ni tan larga que se perdiera la esperanza de ascender.
En diferentes ámbitos de la administración eclesiástica se perfiló
en el siglo XVIII una carrera de funcionario, como la define René
Millar 18 en la Inquisición de Lima, marcada por etapas. La primera
correspondería a los estudios universitarios requeridos como requisito
indispensable para ser inquisidor, específicamente estudios jurídicos.
La segunda era la etapa de especialización profesional que
15 Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo 2, p. 193.
16 Burkholder, Mark y Chandler, D. S, De la impotencia a la autoridad..., op.
cit., p. 31.
17 Mariluz Urquijo, José, El agente de la administración pública en Indias,
Buenos Aires, Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano e
Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos Aires, p. 213 y
ss., 1998.
18 Millar Carvacho, René, La Inquisición de Lima (1697-1820), tomo III,
Editorial Deimos, Madrid, pp. 12-21, 1998.
- 268 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
se iniciaba con la práctica judicial en general fuera del ámbito del
Santo Oficio, en el ejercicio de la abogacía o desempeñándose
como jueces eclesiásticos. Una vez dentro de la Inquisición
también se llegada al cargo más alto después de un recorrido que
se iniciaba en la fiscalía, se pasaba luego a ser inquisidor segundo
y finalmente inquisidor decano. El sentido de esta trayectoria era el
aprendizaje en el ejercicio de la función inquisitorial.
Subyace en la estructuración de una carrera eclesiástica por
parte de la Monarquía la consideración del clero secular sujeto al
patronato real como un funcionario de la Corona. El tema fue
planteado por Javier González Echenique 19 en relación a los
obispos en Indias: ¿formaban parte de la administración? ¿eran
funcionarios del Rey? La pregunta surge de las múltiples
comisiones de orden temporal confiadas por los reyes a los
obispos, no explicables por la relación de patronato entre las
partes, que sólo los vinculaba en la presentación. Serían más bien
el fin del Estado definido como la conservación y aumento de la fe
lo que convertiría a los obispos en un funcionario del mismo. Sin
embargo González Echenique puntualiza que en el terreno de la
práctica se encuentra con claridad la consideración de los obispos
como funcionarios por parte de la Monarquía, al solicitarles
informes de todo tipo y consultarlos en diferentes aspectos del
gobierno espiritual y temporal. El tercer concilio de Lima define
incluso a un obispo como: “Administrador de Dios”, 20 lo que no
deja lugar a dudas que en el Antiguo Régimen se acentuaba la
administración y gobierno como tarea fundamental de un obispo
por sobre lo pastoral.
En los estudios sobre el clero secular se emplea mucho el término
carrera, pero sin una definición clara del mismo. Arturo Morgado
García, 21 en base al análisis de los expedientes de vita et moribus del
obispado gaditano, plantea más bien la existencia de un “currículum
vitae” del clero bastante generalizado. Éste comenzaba con las
primeras letras, algunos años de gramática, tres años de filosofía,
cuatro de teología escolástica y tres de teología moral. Morgado
García restringe la carrera eclesiástica al período de estudio del clé-
19 Javier González Echenique, “Los obispos de Indias como funcionarios de
la Corona”, en: Revista de Historia del Derecho, vol. 6, Escuela de Derecho,
Pontificia Universidad Católica, Santiago, p. 144, 1970.
20 Tercer concilio de Lima, acción tercera, cap. 1.
21 Morgado García, Arturo, Iglesia y sociedad en el Cádiz del siglo XVIII..., op.
cit., p. 41.
- 269 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
rigo, al currículo académico. 22 La carrera terminaba entonces con
el grado alcanzado, fuera éste bachiller, licenciado o doctor. No
extiende el análisis al proceso de los ascensos dentro del estado
eclesiástico que abarque la vida del clérigo en la diócesis a la que
pertenece, ni la sitúa en el contexto del imperio español. Por su
parte Rodolfo Aguirre, en su estudio sobre los colegiales mejicanos
del siglo XVIII, entiende por carrera una definición más amplia:
“Estudios, formación académica, ejercicio profesional y cargos
honoríficos”, 23 aunque su análisis de los colegiales no abarca la
totalidad de la definición que emplea sino sólo el currículo
académico. También Roberto Di Stéfano 24 ha estudiado la carrera
eclesiástica del clero secular de Buenos Aires en el marco de los
beneficios eclesiásticos de la diócesis y con fuentes locales, sin
incluir la documentación del Archivo de Indias ya que no analiza
el ascenso a los cabildos eclesiásticos y obispados. Por eso el
estudio de Di Stéfano de la carrera eclesiástica del clero secular del
obispado de Buenos Aires abarca la vida del presbítero a
partir de la obtención de la congrua de sustentación
hasta los ascensos parroquiales: 25 teniente cura, cura propietario,
22 La misma correspondencia entre carrera y estudio en Deregnaucourt,
Gilles, De Fenelon a la Révolution. Le clergé paroissial de l'Archvêché de
Cambrai, Presses Universitaires de Lille, Lille, especialmente p. 158 y ss.,
1991.
23 Aguirre Salvador, Rodolfo, “Entre los colegios y la Universidad: modelos
de carrera académica en Nueva España (siglo XVIII)”, en: González
González, Enrique y Pérez Puente, Leticia, (coords.), Colegios y
Universidades I, del Antiguo Régimen al Liberalismo, Centro de Estudios
sobre la Universidad, UNAM, México, p. 272, 2001.
24 Di Stefano, Roberto, Clero seculare e società coloniale. La diocesi di Buenos
Aires nel tramonto del mondo coloniale, 1780-1810, tesis inédita,
Universidad de Bolonia, Bolonia, especialmente páginas 219 y ss., 1997.
Agradecemos al autor habernos proporcionado su tesis y artículos del tema
que hemos citado en nuestro propio trabajo.
25 En general los estudios sobre el clero secular abarcan esta dimensión
exclusivamente diocesana. Entre ellos destacamos los de Julia, Dominique, y
Mckee, Denis, “Le clerge paroissial dans le diocese de Reims sous l’episcopat
de Charles-Maurice Le Tellier: origine et carrieres”, en: Revue d’Histoire
Moderne et Contemporaine, vol. 29, Francia, pp. 529-583, 1982; Berthelot
du Chesnay, Charles, Les prêtes séculiers en Haute-Bretagne au XVIIIe
siècle, Presses Universitaires de Rennes 2, Rennes, 1984; Angelo, Vladimir,
“Le recrutement des seculiers a Paris, 1560-1620”, en: Revue d’Histoire de
l’Eglise de France, vol. 75, Société d’histoire religieuse de la France, Paris,
pp. 79-91, 1989; Aragón Mateos, Santiago, “Notas sobre el clero secular ...”,
op. cit.; Challet, Frédéric, “Qui sont les curés de paroisse? La génération du
début de l'épiscopat de
- 270 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cura interino, cura excusador, capellán militar. Incluye en el
análisis de los ascensos hacia los curatos porteños (el máximo
ascenso lo constituía el curato del Sagrario de la catedral) el
desempeño de los curas en instituciones educativas.
El estudio de la carrera eclesiástica que realiza María Luisa
Candau Chacón de los clérigos en la Sevilla rural 26 abarca el
período de la vida del clérigo desde la tonsura hasta la recepción de
las órdenes mayores. La misma autora señala que en este ámbito
geográfico los últimos escalones del “cursus honorum” clerical no
se recorrieron porque no hubo promociones desde la Sevilla rural a
los cabildos eclesiásticos, a la administración diocesana y menos
aún a obispados o arzobispados, aunque la carrera eclesiástica se
iniciaba para todos de la misma manera.
Hemos utilizado ya desde que iniciamos la investigación de
esta tesis un concepto de carrera eclesiástica no limitado al período
de estudio del clérigo o al ascenso entre las órdenes menores y
mayores. En la época (1650-1810) y lugar geográfico de nuestro
estudio (reino de Chile), ésta comenzaba con la tonsura y podía
terminar con un arzobispado en cualquiera de los reinos de
América o España.
Este último caso, aunque no generalizado, era posible si el Rey
permitía que un americano fuera consultado en la Cámara de
Castilla 27 o fuera presentado sin consulta en un obispado de
España.
Existía por tanto una carrera eclesiástica que no sólo
relacionaba puestos en una relación de ascensos sino que vinculaba
administrativamente entre sí espacios geográficos. Entre los
obispados, diócesis sufragáneas con metropolitanas o ascensos
entre los cabildos eclesiásticos de las sufragáneas, y entre éstos y el
de la metropolitana.
Massillon”, en: Dompnier, Bernard (ed.), Vocations d'Ancien Régime..., op.
cit., 219-231; Gomis, Stéphane, “La survie d'un ancien type de carrière
cléricale. Les communatés de prêtres”, en: Dompnier, Bernard (ed.),
Vocations d'Ancien Régime.., op. cit., pp. 232-244; Pinard, Liliane, Les
mentalités religieuses du Morvan au XIX siècle (1830-1914), Editions
Universitaires de Dijon, Château-Chinon, 627 pp., 1997.
26 Candau Chacón, María L., La carrera eclesiástica en el siglo XVIII. Modelos,
cauces y formas de promoción en la Sevilla rural, Universidad de Sevilla,
Sevilla, 427 pp., 1993.
27 Este fue el caso Joaquín José Carvajal Vargas, hermano del duque de San
Carlos, quien, además de ser consultado por la Cámara de Indias para
obispados de América, lo fue por la Cámara de Castilla para los obispados
de Cuenca, Jaén y Ceuta, tenemos el dato de AGI, Gobierno, Lima, 1561.
- 271 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Correspondió a la Monarquía la estructuración de esta carrera
y el establecimiento de los criterios que causaran los ascensos en
una escala de cargos establecida. Por lo tanto al hablar de carrera
eclesiástica estamos directamente situados en el sistema de
gobierno y administración de la Iglesia bajo el patronato real de la
Monarquía española. El mismo órgano de gobierno, la Cámara de
Indias, administraba la gracia real de las concesiones de vacancias
administrativas y eclesiásticas del imperio. El clero también fue
sometido a los criterios de ascensos de los funcionarios civiles de
la administración, pero esta carrera incorporó la graduación entre
las órdenes menores y mayores establecidas por la Iglesia en el
proceso de recepción del sacramento del orden sagrado, y el
respeto del orden jerárquico de la iglesia secular.
José Mariluz Urquijo 28 señala que si bien el término escalafón
fue propio del siglo XIX, en América existió como tal, aunque sin
una palabra que lo designase, en todos los ámbitos de la
administración. Cita para comprobarlo la tercera edición del
Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua de 1791,
en el que apareció un término proveniente de la milicia y vinculado
al ascenso administrativo, la palabra “escala” como nómina
formada por grado y antigüedad en el servicio que se debía
respetar en los ascensos. Según la idea de escala, se ascendía del
menor oficio al mayor por grado y no por saltos, evitando que se
fuera general sin haber sido nunca soldado. Por lo tanto, desde
fines del siglo XVIII se produjo una proyección del concepto de
ascensos desde el ámbito militar al administrativo, incluyendo
fundamentalmente la idea del ascenso gradual, señala Mariluz
Urquijo. La organización del ejército ofreció elementos útiles para
la organización de la “milicia civil”, es decir, los agentes
administrativos del estado.
La misma proyección observamos por nuestra parte en la
administración eclesiástica a través de la instauración de una
verdadera jerarquía de diócesis de inicio, ascenso y fin, y la
estructuración de una relación de ascensos entre los cabildos
eclesiásticos. Todo el sistema de nombramientos administrativos y
eclesiásticos, está traspasado por la idea del ascenso, de premiar
los méritos y el buen ejercicio del cargo. Desde la óptica
del agente administrativo o eclesiástico, la propia carrera se
concibió como un camino de ascensos a cargos más
importantes, que aportaran mayor remuneración económica y
mayor respetabilidad. El ascenso era además un premio a
28 Mariluz Urquijo, José, Ibidem, p. 219.
- 272 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
los propios méritos y los de los antepasados, ampliamente
considerado por la legislación castellana e indiana. 29
El sistema de promociones dentro de la carrera eclesiástica, en
su vertiente secular, abarcaba la promoción en sus órdenes, en los
beneficios eclesiásticos, en la prebendas de los cabildos
eclesiásticos y en la administración y gobierno de la diócesis. La
promoción en las órdenes se iniciaba con la tonsura o corona.
Normalmente los padres llevaban a sus hijos, según la costumbre a
partir de los siete años de edad, para su recepción. Seguían las
órdenes menores. La primera de ellas era el ostiariado, del latin
ostiarius, portero. El oficio propio era el de admitir en la Iglesia a
los dignos y rechazar a los indignos, y preocuparse de que todo lo
que se guarda en el templo esté en su lugar, por eso tenían las
llaves de la iglesia. Le seguía el lectorado, quien lo poseía podía
leer públicamente en las ceremonias religiosas tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento. La tercera, el exorcista, que podía
arrojar de oficio a los demonios por medio de exorcismos
establecidos por la Iglesia. Finalmente el acolitado, era para servir
en el altar al celebrante.
La verdadera selección y elección del estado se producía con
el acceso a las órdenes mayores, subdiaconado, diaconado y
presbiterado, imponían el celibato y otorgaban la potestad de
acercamiento físico a los vasos sagrados. Eran necesarias para
acceder a los beneficios eclesiásticos más importantes de la
diócesis y del imperio. El subdiaconado era la primera de las
órdenes mayores, se los conocía también como clérigos de epístola
en atención a sus futuros ministerios. El diaconado era la segunda
de las órdenes mayores. Al diácono se lo denominaba ordenado de
evangelio, también en atención a su ministerio futuro. El
presbiterado era la tercera y la última de las órdenes mayores,
completaba el proceso de ordenación sacerdotal. Se conocía a los
presbíteros como ordenados de misa, por serlos únicos que podían
celebrarla.
El concilio de Trento pedía informes y pruebas sobre el
nacimiento de los ordenandos, 30 quienes debían ser hijos legítimos y
de legítimo matrimonio. Esta exigencia se mantuvo inalterable
durante todo el período de nuestro estudio. Los aspirantes a la tonsura
debían saber leer y escribir, conocer los rudimentos de la fe y estar
confirmados. 31 Se requería la recomendación del pastor y del maestro
29 Leyes de Indias, tomo II, título VI, ley IV.
30 Concilio de Trento, sesión XXIII, cap. 5.
31 Concilio de Trento, sesión XXIII, caps. 4 y 5.
- 273 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de escuela, y probar la comprensión del latín 32 (lectura y
comprensión general de textos, no se exigía la escritura). Las
exigencias del conocimiento del latín aumentaban si se trataba de
un adulto dispuesto a recibir la tonsura. En un mundo
mayoritariamente analfabeto, no se podían exigir más
conocimientos. Los tonsurados y los minoristas que recibían estas
órdenes siendo niños, estudiaban en los lugares donde vivían, en
los conventos sobre todo, aunque no hay que descartar que algunos
poseyeran estudios con maestros particulares.
La tonsura implicaba el inicio de una carrera eclesiástica y la
adscripción al estamento: con la tonsura un niño se convertía en
clérigo, abriéndose así la posibilidad para todo hombre de
incorporarse a la vida consagrada de la Iglesia. Llama la atención
que fueran tan pocas las exigencias mínimas requeridas para el
ingreso al estado clerical, y que éste se produjera en la niñez, dada
la poca madurez de esta etapa de la vida. Tal vez por esto último,
la gran mayoría de los tonsurados no seguía con la carrera
eclesiástica y se casaban. Pero algunos recibían las órdenes
menores y podían servir en parroquias. Para los que tuvieran
“defectos de nacimiento” se podía contar con la dispensa obispal
para acceder a las órdenes menores. Pero para la promoción a las
mayores era necesaria la dispensa pontificia.
Como para la recepción de la tonsura, también la costumbre
había establecido una edad mínima de siete años para recibir los
tres primeros grados de las órdenes menores. Pero la admisión al
acolitado, requería según el derecho canónico, la edad de doce
años. 33 Para ello debían haber completado el ciclo de la gramática
y demostrar el conocimiento de la doctrina cristiana, de los
misterios de la fe (saber explicar el credo y los mandamientos y la
comunión de los santos), y estar instruidos “en las letras y en lo
que perteneciere al ministerio de su orden”. 34 Para la obtención de
un beneficio el concilio también exigía la edad de catorce años,
aunque se estuviera ordenado de órdenes menores. 35
32 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 11.
33 Ferreres, Juan B., Derecho sacramental y penal especial con arreglo al
Novísimo Código de Pío X, promulgado por Benedicto XV, Subirana,
Barcelona, p. 424, 1920.
34 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 7.
35 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 6.
- 274 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El concilio de Trento establecía un “intervalo de las
témporas” 36 respecto a la distancia temporal entre la recepción de
la tonsura y las órdenes menores. Este intervalo y el de las órdenes
menores entre sí, y de éstas con respecto a las mayores, se
denominaban “intersticios”. El objetivo de esta distancia en la
recepción de grados lo fundamentaba el concilio en relación al
crecimiento del clérigo en ciencia, virtud y mérito “pasando de tal
modo de un grado a otro, que con la edad crezca en ellos el mérito
de la vida y la mayor instrucción. 37
Sin embargo, al no establecerse límites de edad para la
recepción de la tonsura y los tres primeros grados de órdenes
menores, se daba la posibilidad de que se recibiesen todos en un
mismo año. La normativa tridentina daba una potestad amplia a los
obispos y arzobispos en este sentido, permitiéndole al ordenando la
eximición de guardar los intervalos e intersticios, “mediando el
intervalo de las témporas, si no pareciere al obispo más
convenientemente otra cosa. 38 Las licencias otorgadas por el
ordinario para recibir sin intervalos los diferentes grados se
denominaban “dispensa de extratémpora”. El concilio establecía
que los minoristas debían ejercitarse un año en cada una de las
órdenes, y prohibía conferir en un solo año dos grados; 39
contemplaba además un año de espera entre el acolitado y las
órdenes mayores, 40 salvo que el obispo juzgara lo contrario
concediéndole potestad de entregar dispensas en el cumplimiento
de todas estas disposiciones. 41 Aunque el ingreso y los primeros
ascensos al estado implicaban pocas exigencias, el concilio de
Trento estableció límites para gozar de los privilegios del fuero.
Ningún ordenado de primera tonsura ni de órdenes menores podía
obtener beneficio antes de los catorce años de edad, ni el goce del
privilegio del fuero eclesiástico si no tenía beneficio o no vestía
hábito clerical. Debían además estar en algún Seminario, escuela, o
universidad con licencia del obispo y en camino para recibir las
órdenes mayores. 42
En las solicitudes de órdenes mayores los candidatos exponían
su situación económica, los estudios realizados y la inclinación al
36 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 12
37 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 7.
38 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 11.
39 Ibidem.
40 Ibidem.
41 Ibidem.
42 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 6.
- 275 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
estado clerical. Los tres aspectos debían estar debidamente
documentados. El primero comprobándose poseer un beneficio,
una capellanía o haberse hecho la partición de los bienes heredados
de las legítimas paterna y materna. El segundo acreditando
certificaciones de los grados que el candidato dijese poseer. Debía
presentarse asimismo la constancia de haberse ordenado de
órdenes menores.
No se exigían estudios universitarios para la ordenación
sacerdotal y la colación canónica para impartir sacramentos. La
selección dependió de la edad y conducta personal del candidato, y
de su conocimiento de la doctrina y el culto. El concilio de Trento
estipulaba que el obispo debía investigar la edad, educación, moral,
aprendizaje y fe del pretendiente. 43 La inclinación al estado se
evaluaba a través de la información de vita et moribus, por la que
el interesado solicitaba ser admitido a las órdenes mayores y
presentaba dos testigos que acreditaban su buena conducta e
inclinación al estado clerical. Asimismo, los testigos debían
declarar sobre quienes eran los padres y abuelos del candidato y si
éste era hijo legítimo de legítimo matrimonio, y atestiguar si el
aspirante pertenecía a una familia de cristianos viejos, sin manchas
de herejías. 44
La promoción en los beneficios eclesiásticos, incluía el
gobierno parroquial: curas párrocos, tenientes, interinos y
sustitutos. La promoción en función de los cargos y oficios
desempeñados, distinguía entre los vinculados al ámbito
parroquial: sacristanes, sochantres, mayordomos de fábrica,
colectores, y los de otras circunscripciones eclesiásticas: vicario
foráneo. La promoción en las prebendas se producía dentro del
cabildo eclesiástico, racioneros, canónigos, dignidades, y en los
ascensos entre los cabildos eclesiásticos de otras diócesis.
Por último, la promoción en la administración y gobierno de
las diócesis incluía las promociones de los obispos entre las
diócesis de inicio, ascenso y fin, hasta los arzobispados. En la
administración diocesana: promotor fiscal, provisor y vicario
general, secretaría de Cámara, notario de Cámara. Las carreras de
clérigos que hemos descrito nos muestran sin embargo que en el
ámbito de la administración diocesana los cargos no se
relacionaban entre sí de manera ascendente, es decir que quien era
promotor fiscal llegaba a ser provisor y vicario general. Como eran
cargos proveídos por nombramiento de los obispos el criterio de
selección se basaba en la confianza y contacto previo con el
escogido.
43 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 7.
44 AASCH, Secretaría del Obispado, leg. 7, s/f.
- 276 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Carrera eclesiástica y vínculos personales
Al inicio de las carreras de algunos de los clérigos que hemos
descrito se encuentra la vinculación personal con un obispo o con
algún personaje del ámbito civil, la recurrencia del hecho requiere
que nos detengamos en su análisis. Sin duda el contar con este
vínculo determinó en muchos casos la opción por la carrera
eclesiástica. Los primeros pasos en la carrera eclesiástica los dio
José Santiago Rodríguez Zorrilla en la casa de su tío obispo,
Manuel de Alday. Un estudio de Pilar Latasa sobre la corte de Juan
de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla de los Ángeles, nos
permite adentrarnos en la casa de un obispo. Palafox concebía su
casa y los servidores domésticos como un seminario de buenos
sacerdotes, 45 compuesto por jóvenes criados de menos de veinte
años que le servían. La casa del obispo estaba compuesta además
de otros miembros que constituían su entorno de confianza y que
ocupaban cargos de la administración diocesana. Entre ellos el
secretario de cámara del obispo era el más cercano, con quien
despachaba las materias de gobierno. Los capellanes eran
sacerdotes al servicio del obispo y de su casa. El mayordomo era
quien se encargaba de la administración y funcionamiento de la
casa. Otros servidores del obispo eran el teólogo de cámara y un
asesor en materias de teología y moral, que muchas veces era el
confesor del obispo, y se encargaba además de la biblioteca. El
maestro de ceremonias por su parte, era un asesor de protocolo y
de liturgia. Finalmente, el limosnero mayor daba las limosnas en
nombre del obispo, según el caudal disponible a las obras pías
designadas.
Ejerciendo estas diferentes funciones en la casa de un obispo se
iniciaron las carreras de muchos clérigos. Este fue el caso de Andrés
Aboy, nacido en 1738 en la villa de Padrón, Galicia. 46 Contando con
veinte años pasó a Quito como criado 47 de Ignacio Checa, nombrado
45 Cfr. Latasa Vasallo, Pilar, “La casa del Obispo-Virrey: familia y patronazgo.
Un análisis comparativo con la corte virreinal hispanoamericana”, en:
Palafox. Iglesia, cultura y estado en el siglo XVII, Congreso internacional IV
centenario de Don Juan de Palafox y Mendoza, Universidad de Navarra,
Pamplona, p. 217, abril 2000. Agradezco a la autora el haberme hecho llegar
esta publicación.
46 AGI, Gobierno, Chile, 454.
47 Domínguez Ortiz, Antonio, La sociedad española en el siglo XVII..., op. cit.,
p. 277, puntualiza que el término criado incluía no sólo a quien prestaba
servicios domésticos en una casa sino a todos los que servían en oficios
diversos y recibían un sueldo.
- 277 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
corregidor de Loja y Zamora. 48 En 1763 llegó Aboy a Concepción
para ser familiar 49 del obispo Fray Pedro Ángel de Espiñeira, eran
paisanos y probablemente se conocieron en la Galicia natal que
Espiñeira había dejado en 1752. No podemos saber si su
inclinación por el estado eclesiástico lo impulsó a buscar la
protección de este paisano ahora obispo, dejar Quito e instalarse en
Chile, o si la inclinación por el estado eclesiástico fue la
consecuencia de contar con este vínculo que le posibilitaba el
desarrollo de una carrera. En el Antiguo Régimen las dos
motivaciones se encontraban al inicio de la elección de un estado y
una carrera. En 1764 Aboy era el mayordomo 50 de Espiñeira, quien
en 1765 lo ordenaba como sacerdote. Inmediatamente después
Espiñeira lo nombró como su capellán y ecónomo de palacio. 51
Desempeñó estas tareas propias de la casa del obispo junto con una
capellanía de coro de la catedral, en la que fue nombrado por
Espiñeira, 52 y sirviendo como teniente cura del Sagrario de la
catedral. Su protector lo incluyó en una carta al Rey entre los
beneméritos del obispado dignos de ser consultados en prebendas.
Aboy también recibió el apoyo del obispo sucesor de Espiñeira,
José Francisco Marán. Finalmente en 1804 fue presentado por el
Rey a una canonjía de la catedral de Concepción. 53
La carrera eclesiástica de Andrés Quintián Ponte se encaminó
también a través de la vinculación con Fray Pedro Ángel de
Espiñeira, y terminó en un obispado. Quintián Ponte, nacido en La
Coruña, era paisano de Espiñeira. En 1771 Quintián era colegial
becario del Seminario Santo Toribio de Lima 54 y conoció en esa
ciudad a Espiñeira que se encontraba allí con motivo del concilio de
Lima de 1772. Espiñeira invitó a Quintián a trabajar en la diócesis de
Concepción, 55 lugar al que arribó en 1777. En septiembre de ese año
Espiñeira lo ordenó de subdiácono y lo nombró su secretario de cá-
48 AGI, Contratación, 5501, N2, R22.
49 Un familiar era un dependiente que vivía en la casa de un personaje
importante sin ser formalmente su criado, pagando la protección que éste le
dispensaba, el alojamiento y la comida con diversos servicios. El familiar se
encontraba bajo la jurisdicción y la protección de su patrono.
50 Prieto del Río, Luis, Diccionario..., op. cit., p. 2.
51 Muñoz Olave, Reinaldo, Rasgos biográficos..., op. cit., p. 9.
52 Ibidem.
53 AGI, Gobierno, Chile, 463.
54 AGI, Gobierno, Lima, 221.
55 Rodríguez Villegas, Hernán, “Andrés Quintián y Ponte”, en: Oviedo
Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 615.
- 278 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
mara. 56 En 1778 recibió el diaconado y la ordenación sacerdotal 57
en Santiago de Chile por las manos del obispo Alday, ya que
Espiñeira había muerto. Le sucedió como obispo de Concepción
Francisco José Marán, a quien Quintián había conocido en Lima
cuando Marán era comisario de la Inquisición. 58 Cuando llegó
Marán, Quintián era el vicerrector del Seminario, 59 y en 1780 lo
nombró examinador sinodal 60 del obispado y le ofreció la
parroquia del Sagrario, que Quintián rechazó porque consideró que
el trabajo en el Seminario no le dejaría tiempo para atenderla. Ya
en 1782 Marán recomendaba a Quintián al Rey como digno de una
prebenda. 61 Ese mismo año ganó las oposiciones a la canonjía
magistral. En 1795 esperaba la presentación que le correspondía al
arcedianato, pero fue favorecido con el ascenso Mariano Roa, que
no figuraba en la consulta. Cuando el obispo Marán fue ascendido
al obispado de Santiago, Quintián fue elegido por el cabildo
eclesiástico como su vicario capitular, 62 y mientras ejercía este
cargo le llegó la presentación al obispado de Cuenca.
Un rasgo común de los familiares de los obispos es el
extraordinario desarrollo de en la carrera eclesiástica que puede
lograse a través de este vínculo. José Joaquín Gaete ya era párroco
en Santa Fe 63 de la Vera Cruz su ciudad natal, cuando se vinculó
con Juan González de Melgarejo, quien lo incluyó en su séquito
como su familiar. 64 Podemos especular que sin este valedor este
cura de Santa Fe no hubiera muerto como chantre de un cabildo
eclesiástico, el de Santiago de Chile en su caso. 65 Gaete, que había
estudiado filosofía y teología en Córdoba del Tucumán, 66 en
1756 obtuvo el grado de doctor en teología por la Universidad de
San Felipe y entró en el plantel de la universidad con el nombra-
56 AGI, Gobierno, Chile, 466.
57 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 68, f. 402.
58 Rodríguez Villegas, Hernán, “Andrés Quintián y Ponte”, en: Oviedo
Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 617.
59 AGI, Chile, 452.
60 AGI, Gobierno, Chile, 466.
61 Rodríguez Villegas, Hernán, “Andrés Quintián y Ponte”, en: Oviedo
Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 619.
62 Ibidem, p. 621.
63 AGI, Gobierno, Chile, 460.
64 AGI, Gobierno, Chile, 460.
65 Silva Cotapos, Carlos, Lista..., op. cit., vol. 20, p. 178.
66 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 279 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
miento de examinador. 67 En los siguientes tres años realizó
sustituciones de cátedras de teología y leyes y fue también cura
sustituto de Talca. Entre 1761 y 1767 fue cura del Sagrario de la
catedral, 68 pasando luego al cabildo eclesiástico al obtener la
canonjía magistral en 1766. 69 Desde entonces, su carrera se
desarrolló en el coro y la cátedra, de Filosofía 70 primero y de Prima
de Teología hasta 1795 dos años antes de su muerte. Fue además
rector, vicerrector y consiliario mayor de la Universidad. 71 En el
coro murió como chantre, 72 aunque había sido presentado al
arcedianato, que renunció. 73
Resulta notable que el vínculo personal con un obispo
permitiera desarrollar una carrera que apuntaba a un obispado.
Debido a que el ejercicio de determinados puestos en la
administración diocesana, como el de provisor y vicario general,
era garantía de experiencia en la gobierno de una diócesis y por
tanto de preparación para ser obispo, quien recibiera ese
nombramiento se transformaba en un valido. Pedro Felipe de Azúa
e Iturgoyen “hizo” obispo a José Antonio de Humeres y Miranda,
quien nació en Santiago de Chile en 1715. Se doctoró en cánones
en la Universidad de San Marcos de Lima y practicó la abogacía en
esa ciudad, 74 donde también se graduó como abogado de la
Audiencia en 1743 75 y actuó como asesor del Consulado 76 en 1744.
Viajó a Concepción en 1745 cuando Pedro de Azúa, obispo de
Concepción, lo eligió como su familiar y lo ordenó de presbítero
en noviembre del mismo año, 77 en diciembre lo nombró como su
provisor y vicario general. Tres años después acompañó a Azúa al
arzobispado de Santa Fe de Bogotá al que había sido promovido.
Humeres fue allí cura y vicario de Tumereque, 78 visitador
general del obispado 79 y en 1752 nuevamente Azúa lo
eligió como su provisor y vicario general. En 1753 comenzó a ser
67 Ibidem.
68 AGI, Gobierno, Chile, 68.
69 AGI, Gobierno, Chile, 455.
70 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit.,
tomo I, p. 467.
71 Ibidem.
72 AGI, Gobierno, Chile, 455.
73 AGI, Gobierno, Chile, 452.
74 AGI, Sante Fe, 418.
75 AGI, Gobierno, Chile, 164.
76 Oviedo Cavada, Carlos, Los obispos de Chile 1561–1978..., op. cit., p. 141.
77 AGI, Gobierno, Sante Fe, 418.
78 AGI, Gobierno, Chile, 164.
79 AGI, Gobierno, Santa Fe 418.
- 280 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
consultado por la Cámara de Indias para vacancias en cabildos
eclesiásticos, entre otras una ración del coro de La Paz. 80 En 1755
viajó a Madrid a atender negocios del arzobispado de Santa Fe, 81
aprovechando para pretender 82 en la Cámara de Indias. En 1760
pidió plaza de inquisidor en la Inquisición de Cartagena de
Indias, 83 en la que fue nombrado ese mismo año. En 1777 fue
consultado por la Cámara de Indias en primer lugar para el
obispado de Panamá y en primer lugar por dos votos particulares y
en tercer lugar por tres votos particulares para el obispado de
Cartagena de Indias. 84 Fue presentado como obispo de Panamá. 85
Pero estas extraordinarias posibilidades de desarrollar una
carrera no estaban solamente ligadas a un valedor eclesiástico. José
Rivera Freire, natural de la isla de San Juan Bautista, en Chile,
migró a hacer carrera junto a su tío José Salvador, gobernador de
Nicaragua. Allí se incorporó al seminario y el obispo José Antonio
de la Huerta lo eligió como su familiar. 86 Pero su destino siguió
unido al de su tío gobernador, con quien tuvo que abandonar
Nicaragua en 1811 con motivo de la formación de una junta de
gobierno patriota.
Si un vínculo de paisanaje o amistad fue la base de muchos
valimientos eclesiásticos, cuánto más lo fue una relación
sanguínea. Cuando un eclesiástico ascendía a un obispado se
abrían posibilidades de carreras para sus sobrinos. El ejemplo más
ilustrativo que hemos encontrado fue el de la carrera de José Ruiz
Sobrino, quien pasó Indias a los dieciséis años como paje de su tío
Blas Sobrino y Minayo, obispo de Cartagena de Indias en 1775, 87
emprendiendo entonces una carrera eclesiástica. José Ruiz
acompañó también a su tío Sobrino y Minayo a Quito, donde éste
lo ordenó de presbítero. Dejaremos hablar al obispo Minayo sobre
la carrera posterior de su sobrino, explicada a Antonio Porlier
cuando éste era el Secretario de Gracia y Justicia, en 1792:
No traje de España mas parientes que un sobrino, hijo de una hermana,
nombrado Don José Ruiz Sobrino, que se graduó de Doctor en
Jurisprudencia Canónica en la universidad de Quito, en cuya ciudad
80 AGI, Gobierno, Lima, 418.
81 AGI, Contratación, 5503, 1.
82 AGI, Gobierno, Santa Fe 398.
83 AHN, Inquisición, leg. 1289
84 AGI, Gobierno, Panamá, 365.
85 AGI, MP-Bulas-Breves, 307.
86 AGI, Gobierno, Quito, 582.
87 AGI, Contratación, 5522, 1.
- 281 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ejerció los empleos primero de secretario mío, y después de
provisor y vicario general desempeñándolos ambos con la mayor
integridad y pureza, como es notorio en toda aquella diócesis, en
tanto grado, que ya parecía declinar en nimiedad su desinterés,
pues jamás admitió ni una manzana de nadie. Su habilidad y
talento son muy recomendables, de forma de que es un eclesiástico
de notable erudición acompañado de buen juicio y prudencia. Me
ha participado dicho mi sobrino haber hecho oposición a la
canonjía doctoral de la catedral de Quito, y varios sujetos de
aquella ciudad me informan haber sido sus ejercicios los mas
lucidos y sobresalientes, de modo que han hecho notable exceso a
los de sus coopositores, pero como el tardó en declararse tal pues
no firmó la oposición hasta cuatro o seis días antes de darse
principio a ellos, halló muy contraídos a los vocales a favor de
dichos sus coopositores para el primer lugar, por lo que le dijeron
no le quedaba mas arbitrio que para el segundo. Lo considero
acreedor de justicia al expresado mi sobrino, por lo que me tomo
la confianza de suplicar a Vuesa Excelencia se digne aplicar su
favor a beneficio de este buen europeo poniendo Vuesa Excelencia
en la balanza de sus méritos los cortísimos míos, por si fueran
capaces de aumentar algo su peso. 88
Esta carta nos habla del ascenso social de una familia, a través
de la promoción a un obispado en este caso, de uno de sus
miembros. Esta promoción en sí misma lo ponía en contacto con
los miembros de la administración encargados de la selección del
personal eclesiástico. Las primeras frases de la carta revelan
además la frecuencia de la utilización de este recurso para colocar
en carrera a los familiares. El éxito que se alcanzaba lo muestra
también el hecho de que en 1798 José Ruiz Sobrino fue nombrado
Inquisidor de la Inquisición de Lima 89 .
¿Vocación o inclinación al estado eclesiástico?
Dentro del ámbito eclesiástico quedaba el discernimiento de la
“inclinación al estado” de los aspirantes o causa que impulsaba su
ingreso y la solicitud de la ordenación de menores y mayores. Las
razones personales, si no están específicamente señaladas por los
mismos candidatos, y la sinceridad de las mismas, son imposibles
de determinar por nosotros.
88 AGI, Gobierno, Chile, 460.
89 Millar Carvacho, René, La Inquisición..., op. cit., p. 17.
- 282 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
La bibliografía sobre el Antiguo Régimen ha demostrado que
la toma de estado por un individuo no era una decisión personal,
sino mas bien una elección familiar condicionada por el sostén,
mantenimiento, prestigio, honorabilidad y alianzas de la familia. 90
Paul Ganster considera incluso que para comprender a los
miembros de los cabildos eclesiásticos hay que situarlos en su
contexto familiar. Las familias coloniales aseguraban su
continuidad biológica como mínimo con un hijo, quien perpetuaba
el apellido y los títulos y heredaba una parte de las propiedades. A
través de las hijas promovían alianzas estratégicas con otras
familias de orden económico y social. El resto de los hijos podía
representar una carga, ya que darles a cada uno una profesión y
una dote gravaba fuertemente los recursos familiares. Este peligro
que amenazaba la continuidad del linaje se neutralizaba por medio
de la orientación de estos hijos sobrantes a las carreras de la
iglesia. Para algunas familias en decadencia la carrera eclesiástica
de sus hijos también era una forma de remediar su situación.
A la misma conclusión arriba Jean Pierre Dedieu 91 al estudiar la
transmisión familiar de los mayorazgos de Extremadura entre los
siglos XV y XVIII. Las familias giraban y se estructuraban en torno al
mayorazgo, al punto que en función de la retención de éstos dentro de
la familia ésta decidía el destino de sus miembros, si se casaba o
permanecía soltero, si encaraba una carrera eclesiástica o civil. No
90 Sobre la determinación familiar de los destinos individuales de los
miembros en general recomendamos el texto de síntesis de Bertand, Michel,
“De la familia a la red de sociabilidad”, en: Revista Mexicana de Sociología,
N° 2, vol. 61, abril-junio de 1999. Sobre la determinación familiar de la
vocación religiosa ver Dompnier, Bernard (ed.), Vocations d'Ancien
Régime..., op. cit., en este libro se plantea la pregunta por la elección del
estado eclesiástico por parte de los que llegaron a ser canónigos de los
cabildos catedrales de la región de Auvergne. La respuesta a esta cuestión
se incluye en los diferentes artículos que componen el libro, cada uno
destinado al estudio de un cabildo catedral de la región, concluyendo que la
entrada a un cabildo catedral era a la vez una determinación familiar y una
estrategia. En Loùpes, Philippe, Chapitres & chanoines, op. cit.., también se
describe algunas estrategias puestas en marcha en los cabildos de la región
de Guyenne que favorecían la permanencia familiar generación tras
generación, como el recurso a las renuncias in favorem.
91 Dedieu, Jean Pierre, “Familles, majorats, réseaux de pouvoir.
Estrémadure, XVe-XVIIIe siècle”, Dedieu, Jean Pierre, y Castellano, Juan L.,
(dirs.), en: Reseaux, familles et pouvoirs..., op. cit., p. 123.
- 283 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
existía la vocación individual, sino la familiar. Bernard de Brye 92
en sus reflexiones sobre la comprensión teológica de la noción de
la vocación sacerdotal a fines del Antiguo Régimen, sostiene que
la teología de la vocación fue desarrollada como una reacción
contra las conveniencias y los intereses de las familias por la
primera generación de sacerdotes rectores y egresados del
Seminario de San Sulpicio en París. En 1636, Hallier publicó un
tratado titulado De sacris electionibus et ordinationibus, donde
aparecieron tres exigencias vinculadas a la ordenación sacerdotal:
una vida pura e inocente, por lo menos externamente llevada;
pureza de intención de quien aspirara a la ordenación; una entrada
económica regular. Durante el Antiguo Régimen, lo que contaba
para definir una vocación eran las aptitudes y la tarea a
desempeñar. Bernard de Brye sostiene que
Un individuo no elegía el sacerdocio para cumplir una vocación
personal, eran las familias las que consideraban el sacerdocio para
su hijo, más aún el episcopado, puesto que constituía un modelo de
carrera al servicio del Rey y de la Iglesia que permitía acceder a
funciones dirigentes. La vocación sacerdotal no aparece en la
antigua Francia como meritoria, puesto que ni siquiera el celibato
del sacerdote constituía una distinción entre el joven que se
incorporaba al clero de los segundones que permanecían muy
frecuentemente solteros. 93
En el Antiguo Régimen entonces, la familia decidía las
carreras de los miembros, pero la incorporación al estado
eclesiástico debía aprobarse por un superior y era el punto final de
una inclinación manifestada desde la infancia y desarrollada, en
muchos casos, en un paulatino ascenso de órdenes sagradas que
culminaba en el presbiterado. ¿Qué elementos se consideraban
expresión de una auténtica inclinación al estado? El primero de
ellos, la buena conducta del aspirante, junto a ella, su gusto por las
cosas de la Iglesia manifestado desde la infancia, por último, una
vida piadosa y el deseo de evangelizar. Los tres elementos los
encontramos nítidamente expresados en la recomendación que
Fray Pedro José Porras, rector de la Universidad de Córdoba del
Tucumán, hiciera del ex alumno del establecimiento Diego Lemus
el 4 de enero de 1780, y que fuera presentada por éste a los
veintitrés años de edad para pedir la ordenación sacerdotal:
92 De Brye, Bernard, Un évequê d’Ancien Régime à l’épreuve de la Revolution.
Le cardinal A.L.H. de la Fare (1752-1829), París, pp. 36-38, 1985.
93 Ibidem, p. 38.
- 284 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Certifico que Don Diego Lemus colegial que ha sido en esta casa,
ha procedido en ella tan arreglado al cumplimiento de sus
obligaciones, que en el libro que corresponde a los procedimientos
de sus colegiales, mereció que se escribiese la partida siguiente:
“La conducta de este colegial ha sido irreprensible: ha dado a
todos buen ejemplo con la moderación de sus costumbres, con su
aplicación al estudio, y notorio aprovechamiento, y con la humilde
subordinación con que se ha portado siempre con los superiores.
De lo cual, de su buena índole, y de su propensión al culto y cosas
de la Iglesia, se ha formado concepto de ser llamado de Dios al
estado eclesiástico”. 94
El sínodo de Santiago de 1763, en sus disposiciones con
respecto a los futuros ordenados, recogió un decreto de la Sagrada
Congregación del Concilio de 1732, que determinaba que en los
reinos de España los clérigos, antes de ordenarse, debían realizar
los ejercicios espirituales de San Ignacio. 95 La aplicación de este
decreto, en el obispado de Santiago, fue vinculado por las
sinodales a que “examinen mejor su vocación los que se han de
ordenar” de mayores.
Las relaciones de méritos y algunas cartas de recomendaciones
de eclesiásticos, hacen mención a las intenciones que motivaron el
ingreso al clero secular. Las expresiones que se utilizaban eran
tales como: “Servir a Dios con más perfección”, “La carrera
eclesiástica ha sido su ocupación desde la infancia”, 96 con ellas se
manifestaba la autenticidad de la inclinación. Al aceptar a un
candidato al estado eclesiástico, la pregunta que aparece siempre
planteada es si la persona ha dado muestras de la inclinación que se
requiere, la que debía ser certificada y atestiguada por autoridades
competentes.
Se realizaba en la diócesis del candidato un seguimiento de su
inclinación a la vida sacerdotal que se evaluaba ante el ascenso de cada
orden menor y entre éstas y las mayores. Para alcanzar las órdenes
94 AASCH, Justicia, capellanías 5, exp. 113.
95 Sínodo de Santiago, 1763, (en adelante Sínodo de Santiago, 1763) título
VII, constitución II, en: García y García, Antonio y Santiago-Otero, Horacio
(edits.), Sínodos de Santiago de Chile 1688 y 1763, Sínodos Americanos 3,
Colección Tierra nueva e Cielo nuevo, Publicaciones Conmemorativas del
Medio Milenio del Descubrimiento de América, Instituto “Francisco Suárez”
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas e Instituto de Historia
de la Teología española de la Universidad Pontificia
de Salamanca, Madrid–Salamanca, 1983.
96 AGI, Gobierno, Chile, 460. Carta de Francisco José Marán, obispo de
Santiago de Chile, recomendando los méritos de José Santiago Rodríguez
Zorrilla a Eugenio Llaguno, Consejero del Consejo de Estado, del 12 de
septiembre de 1795.
- 285 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
mayores el candidato debía someterse a una larga investigación
sobre su pasado personal y su conducta moral. El obispo nombraba
un comisionado para esta tarea, quien investigaba a cada ordenado
de menores como mínimo una vez al año después de la ordenación.
Por lo menos un mes antes de la recepción de cualquiera de las
órdenes mayores, el comisionado debía publicar en la iglesia los
nombres de los aspirantes. 97 En el obispado de Santiago de Chile,
el sínodo de 1763 98 legisló sobre la aplicación en el obispado del
concilio de Trento en lo relativo a la admisión al estado
eclesiástico. 99
Además, el candidato experimentaba las características del
estilo de vida sacerdotal a través de la designación al servicio en la
Iglesia que el obispo hacía en la recepción de las órdenes, ya fuera
esta una parroquia o la catedral. Como el fin de las ordenaciones
era el servicio en la Iglesia “por eso cualquiera del clero, que se
ordena, debe ser asignado, para que ejercite su ministerio en alguna
Iglesia”. 100 A la vez, este era sin duda un medio de conocer al
futuro candidato para poder así los párrocos elaborar el informe
que se les requería sobre los aspirantes a las órdenes menores y
mayores.
No estaban ausentes, sin embargo, las motivaciones materiales
y las necesidades familiares en algunas “inclinaciones” al estado:
madres viudas, hermanas doncellas sin estado, hermanos menores
o sobrinos que mantener, fueron también la causa de algunas
ordenaciones. No debemos pensar por eso que eran intenciones
ocultas, contrariamente se expresaban como razón incluso en las
relaciones de mérito. Tal fue el caso del clérigo de evangelio Juan
Luis Rodríguez Brito, residente en Lima en 1681, en quien recaían
los méritos de su padre y abuelos obtenidos en la conquista del
reino de Chile:
Se ha ocupado desde sus primeros años en servicio de la Iglesia
catedral de Santiago, con virtud y buen ejemplo correspondiendo a
sus muchas obligaciones y que no se ha ordenado de Misa por no
haber obispo en aquella Iglesia, y que su madre quedó con siete
hijos las cuatro hembras y muy pobre y imposibilitadas de darlas
estado si Su Majestad no le hace alguna merced por los servicios
de su marido. Los testigos de la información dicen que el
dicho Don Juan y sus hermanos y hermanas, son dignos y
merecedores por los servicios y calidad de su padre y pasados de
la merced que Su Majestad fuere servido hacerles para
que ellas tengan algún remedio y especialmente el dicho
97 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 4.
98 Sínodo de Santiago de Chile, 1763, Título VII, Constitución I.
99 Ibidem.
100 Sínodo de Santiago, 1763, título IX, constitución I.
- 286 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Don Juan que es el mayor de quien depende el amparo de la
familia, y como eclesiástico atenderá de ello, y que por su
proceder y virtud es el más inmediato para pedir la remuneración
de los méritos y servicios referidos y socorrer la mucha necesidad
que padece su madre. 101
La cita aporta otros elementos para la comprensión de la
opción por el estado eclesiástico dentro de la estructura paternalista
de la familia en el Antiguo Régimen, donde siempre tenía que
haber una cabeza que la condujera. En el caso de la familia de Juan
Luis Rodríguez Brito, la responsabilidad caía en el hijo mayor, a
quien se consideraba el más adecuado para el sostén familiar y
para darle estado a sus hermanas. El sacerdocio brindaba la
posibilidad de preocuparse de la familia paterna desamparada por
no fundar una nueva familia. La aceptación eclesiástica y social de
la elección del estado eclesiástico por una razón de índole familiar
queda claramente expresada al ser expuesta en la relación de
méritos, y ser el fundamento de la petición de considerar a
Rodríguez Brito como candidato para las vacancias de los cabildos
eclesiásticos chilenos. También el sacerdocio era una salida para
aquellos que no tenían ninguna posibilidad mejor de adquirir
estado. Así lo consideró el cabildo eclesiástico de Santiago de
Chile en el caso de Manuel Rodríguez Cañol, hermano menor del
sochantre de la catedral, Pedro Rodríguez Cañol, con motivo de la
muerte de este último.
Don Manuel Cañol es eclesiástico inquieto y orgulloso por
temperamento, y de un genio caucídico y fuerte. No será fuera de
propósito dar a Vuesa Señoría Ilustrísima una ligera idea del cómo
este sujeto entró al sacerdocio y se le dio destinó en la Iglesia. Por
muerte de Don Pedro Cañol, sochantre de esta catedral, quedaron
sus hermanas en la mayor pobreza y orfandad. El cabildo oyó y fue
testigo de sus lágrimas y lamentos y penetrados los prebendados de
compasión hacia aquellas infelices se interesaron con el Ilustrísimo
Sr. Dr. Don Manuel de Alday para que le ordenasen a este otro
hermano que estaba sepultado en la oscuridad y la miseria, y se les
había informado que tenía alguna tintura de gramática, y una
mediana voz. Con efecto Su Señoría Ilustrísima accedió a la súplica,
le ordenó sacerdote y se le colocó de segundo sochantre en la
catedral; pero apenas se vio en su destino, que se dio a conocer,
haciéndose intolerable a sus colegas. 102
Sin embargo, esto no debe hacer creer que era irrestricto el
ingreso al estado eclesiástico. Los criterios inherentes a la inclinación
101 AGI, Gobierno, Chile, 164.
102 AASCH, Secretaría del obispado, leg. 7, pieza 49.
- 287 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
al mismo eran ya selectivos con respecto a los miembros, y
respondían a un esfuerzo conjunto del estado y de los obispos por
reducir el número de sacerdotes. 103 El avance de la corriente
regalista que se fue afirmando paulatinamente durante el siglo
XVIII, produjo una nueva legislación en España que incorporó las
leyes de la época borbónica a las vigentes, fruto de lo cual fue la
Novísima Recopilación de las Leyes de España (1805). En ella se
incluyó el tema de la vocación religiosa, y se lo enmarcó en el
proceso descrito de limitar el número de los que ingresaban al
estado eclesiástico:
Todos los prelados eclesiásticos seculares y regulares de estos
reinos, no olviden el precepto que les hace el concilio de Trento
que el medio más eficaz de conservar la disciplina eclesiástica,
consiste en que los prelados no admitan en la milicia eclesiástica
sino aquellos que, gobernados de una verdadera vocación
manifiesten serán útiles y necesarios al servicio de la Iglesia. 104
Sin embargo el criterio de selección del clero secular no
contempla lo que hoy consideramos como un discernimiento
vocacional personal. La documentación no menciona la aceptación
a las órdenes sagradas por vocación de la persona, sino porque su
conducta personal ha transparentado la inclinación al estado. El
concilio de Trento, y todas las legislaciones eclesiásticas
provinciales y diocesanas posteriores, establecen más los criterios
de exclusión que los de incorporación al estado. El Diccionario de
Autoridades define la vocación como:
La inspiración con que Dios llama a algún estado de perfección,
especialmente de religión. Por extensión se llama el oficio o
carrera que se elige para pasar la vida por armas, letras o
mecánica. Es del estilo familiar. 105
En este marco jurídico eclesiástico y estatal, la vocación eclesiástica
estaba muy reglamentada. Ser clérigo era un tema que
atañí a la persona, a su familia, a la Iglesia y al Estado. Todavía en la pri-
103 Barrio Gozalo, Maximiliano, “El clero bajo sospecha a principios del siglo
XVIII. El informe de Macanaz y la respuesta de los obispos”, en:
Investigaciones históricas. Época moderna y contemporánea, N° 22, España,
pp. 47-62, 2002.
104 Novísima Recopilación de Leyes de las leyes de España, Carlos IV, Madrid,
1805, libro I, título IX, ley 1.
105 Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo 3, pp. 512-513.
- 288 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
mera mitad del siglo XX, el criterio eclesiástico de discernimiento
de la vocación incluía los elementos de la inclinación al estado.
Juan Bautista Ferreres, sintetizando las enseñanzas del magisterio
de la Iglesia, puntualiza que:
Las señales principales de vocación divina al estado eclesiástico
son las siguientes: ciencia conveniente, probidad de vida, recta
intención, o sea, deseo de emplearse en el servicio de Dios y salud
de las almas. La vocación sacerdotal, no consiste, por lo menos
necesariamente y de ley ordinaria, en cierta inspiración interna del
sujeto o invitación del Espíritu Santo para emprender la carrera
sacerdotal. 106
Familia y clero secular
Secular, en el “saeculum”, inserto en el mundo, no fuera de él
como un clérigo regular. No separado de la realidad, pero tampoco
de su familia. La vida de un clérigo secular transcurría en la
parroquia, la catedral y en su casa familiar. La secularidad de un
presbítero implicaba una dimensión familiar, lo que constituye una
de las diferencias fundamentales con respecto a las funciones
sociales atribuidas al sacerdocio en nuestra época. “Me darás al
primogénito de tus hijos”, 107 esta exhortación bíblica encontró eco
en las familias del Buenos Aires colonial, acentúa Roberto Di
Stéfano, en base al análisis de los censos de población. De los cien
sacerdotes cuya carrera eclesiástica local reconstruye, sesenta y
uno de ellos eran los primeros hijos varones de sus padres, esto es
el 56%. “¿Decidía la familia la incorporación de sus hijos al
servicio de la Iglesia?”, se pregunta ante estas cifras Di Stéfano. 108
Contesta afirmativamente a tres niveles. El primero obedecería al
fervor religioso colonial, del que tener un hijo clérigo sería una de
sus expresiones, junto con la participación en terceras órdenes,
cofradías y la institución de fundaciones pías. En segundo lugar
tener un hijo en el clero permitía a una familia participar
de redes sociales que controlaban diferentes ámbitos de poder que
incluían beneficios y cargos eclesiásticos. En tercer
lugar estaríamos frente a una estrategia familiar que buscaba
garantizar la cohesión de la familia. Que el hijo mayor fuera sacer-
106 Ferreres, Juan B., SJ. Derecho sacramental y penal especial con arreglo al
Novísimo Código de Pío X, promulgado por Benedicto XV, Subirana,
Barcelona, 1920, p. 199.
107 Exodo, cap. 22, versículo 28.
108 Di Stéfano, Roberto, “Abundancia de clérigos...”, op. cit., p. 34.
- 289 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
dote permitía que en caso de muerte del padre asumiera la
protección de la madre viuda y hermanos huérfanos. Su nivel de
instrucción aseguraba además la buena administración de los
bienes familiares. El gran número de clérigos jefes de familia es la
prueba de esta estrategia, en la que lo fundamental es que el hijo
mayor fuera clérigo y no religioso, ya que los bienes de los
regulares estaban sometidos al control de las órdenes. Existían
además muchos clérigos capellanes dedicados a negocios
familiares.
La necesidad de asumir el mantenimiento de una madre viuda
y hermanas doncellas o viudas y sobrinos huérfanos
fundamentaban muchas de las peticiones de ascenso y
recomendaciones por parte de los curas o canónigos. Juan Diego
López de Fonseca, cura de la parroquia del Sagrario de la catedral
de Concepción, solicitó una canonjía al Rey de la catedral de
Concepción fundándose en que debía mantener a su madre viuda y
hermanas doncellas. 109 Alonso del Pozo y Silva, obispo de
Santiago de Chile, recomendó a José Toro y Zambrano para una
mitra, por sus méritos y necesidades, entre ellas destacó la
necesidad de mantener a cinco hermanas solteras. 110 Esta tarea,
también era considerada como una causa justa de salida de una
religión, 111 así fue el caso de José Lastra y Basauri, quien salió de
la Compañía de Jesús antes de la profesión a petición de su madre
viuda, para atender su manutención y la de una hermana.
Avelina Benítez Barea, en su estudio del clero asidonense del
siglo XVIII, es categórica al afirmar que “el clérigo no vive
solo”. 112 En la casa del clérigo vivían familiares: hermanas solteras
o viudas, sobrinas doncellas, y en menor medida sobrinos. Además
había un cierto número de criados, asistentes, esclavos y acogidos.
Arriba a esta conclusión analizando las mandas y legados de los
testamentos de ciento cuarenta y siete miembros del clero secular
de Medina Sidonia, en los que las hermanas o sobrinas casaderas
del clérigo son las principales beneficiarias de los legados
testamentarios. Esta recogida de familiares y allegados en la casa
del clérigo se produce fundamentalmente cuando éste tiene
alrededor de 40 ó 50 años.
109 Carta de Juan Diego López de Fonseca al Rey, en AGI, Gobierno, Chile, 42.
110 AGI, Gobierno, Chile, 94.
111 AGI, Gobierno, Chile, 89.
112 Benitez Barea, Avelina, El bajo clero rural en el Antiguo Régimen (Medina
Sidonia, siglo XVIII), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz,
Cádiz, p. 94, 2001.
- 290 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Dubert García 113 explica este hecho en la Galicia rural del siglo
XVIII, señalando que es el momento en que se produce el relevo
generacional en los hogares de los hermanos y padres del clérigo.
Los patrimonios se dividían por muerte de los familiares directos y
los perdedores pasaban a la casa del tío cura. Antonio Domínguez
Ortiz también sostiene que el clérigo secular era el protector de la
familia. 114 Por su parte Antonio Cabezas 115 relata cómo el
arcediano de Alcor se convierte de hecho en el pater familias y
actúa como jefe de su grupo familiar y de su red clientelar.
Esta realidad, que para algunos empezaba en algún momento
de su carrera, para un grupo numeroso de ellos, sin embargo,
pareciera determinar el sentido de su sacerdocio: permanecer en el
seno familiar, sin cargar con la cura de almas, aportando los
ingresos de una capellanía, a veces fundadas por los ancestros.
Muchos de estos clérigos, a su vez, fundaban capellanías para sus
sobrinos, transmitiendo el patrimonio heredado, y además
enriquecido. Así en cada generación se necesitaba de nuevos
presbíteros capellanes herederos de una o más capellanías.
Estrategia familiar, relevo generacional, o cura capellán a cargo de
los negocios familiares, las tres explicaciones dan cuenta de un
aspecto eminentemente familiar propio de la realidad del presbítero
secular en el Antiguo Régimen, sea éste párroco, clérigo particular,
canónigo u obispo.
Capellanías y clero secular
¿La capellanía reemplazó al mayorazgo para un estrato social que
no tenía la riqueza necesaria para fundarlo? ¿La capellanía
complementó al mayorazgo en el caso de los sectores más ricos de
la sociedad por medio de una combinación estratégica entre ambo
saumentando así los bienes indivisibles heredables dentro de
la familia? Para entender más el sentido de su existencia debemos
detenernos en la comprensión de las capellanías en el Antiguo
113 Dubert García, Ignacio, Historia de la familia en Galicia durante la edad
moderna (1550-1830). Estructura, modelos hereditarios y conflictividad,
Edicios do Castro, La Coruña, p. 171, 1992.
114 Domínguez Ortiz, Antonio, Las clases privilegiadas en la España del
Antiguo Régimen, Madrid, p. 349, 1973.
115 Cabezas Rodríguez, Antonio, Clérigos y señores: política y religión en
Palencia en el Siglo de Oro, Excelentísima Diputación Provincial de Palencia,
Palencia, pp. 292-302, 1996.
- 291 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Régimen. 116 Expresan una época del cristianismo en la que se
extendió la creencia en el purgatorio, cuya existencia se afirmó en
la Iglesia a partir del año 731, bajo el pontificado de Gregorio II, 117
doctrina que se incluyó en el concilio de Trento. 118 Entre las
motivaciones más comunes para fundar capellanías encontramos la
disposición a poner la propia alma y/o la de familiares en camino
de salvación, apoyar la veneración de un santo o de una
advocación de la Virgen, dar la congrua sustentación a un familiar
que ingresa al clero u ofrecer la fundación de una capellanía para
que sirva de título de órdenes a miembros de la familia, ayudar al
sostén económico de clérigos o religiosos. Pero el motivo
fundamental, común a todas las instituciones, era el acortar el
tiempo de permanencia en el purgatorio de la propia alma y las de
los familiares. ¿Por qué no hacerlo favoreciendo a un miembro de
la propia familia? Según Abelardo Levaggi: “Para alentar
la vocación religiosa de parientes se fundaron capellanías”, 119
y agrega que esta práctica degeneró en corruptela
cuando la capellanía se convirtió en un fin, dejando
de ser el medio para alcanzar la ordenación sacerdotal. Por
116 Recientemente se ha recuperado el interés por las capellanías en sus
diversas manifestaciones. La Universidad Autónoma de México abordó un
estudio de conjunto de las obras pías interrelacionando su función religiosa,
social y económica, en el libro coordinado por Martínez López-Cano, María
del P., Von Wobeser, Gisela, y Muñoz Correa, Juan G., (coords.), Cofradías,
capellanías y obras pías en la América colonia, Universidad Autónoma de
México, México, 280 pp., 1998. En Chile, estudios recientes sobre las
capellanías desde la óptica de la historia de las mentalidades han sacado del
olvido este tema y estas fuentes, nos referimos a la obra coordinada por
Horvitz, María E., Historia de las Mentalidades. Homenaje a George Duby,
Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad de Chile, Santiago, 387 pp., 2000.
117 Cfr. Denzinger, Henricus y Hünermann, Peter, El Magisterio de la Iglesia.
Enchiridion Symbolorum Definitionum et declarationum de rebus fidei et
morum, Herder, Friburgo de Brisgovia, pp. 1577-1579, 2000.
118 Le Goff, Jacques, La naissance du Purgatoire, Gallimard, Paris, 509 pp.,
1981.
119 Levaggi, Abelardo, Las capellanías en Argentina. Estudio históricojurídico,
Instituto de Investigaciones jurídicas y sociales “Ambrosio Gioja”, Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,
p. 51, 1992. Constituye sin duda el mejor estudio sobre el tema, ya que
combina en su explicación los mecanismos de fundación según el derecho
canónico y las Leyes de Indias, tomando
como base casos específicos.
- 292 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
su parte, Pablo Antón Solé 120 considera que los capellanes de
sangre o de oposición, capellanes simples, habían ascendido al
estado eclesiástico casi niños, sin conciencia plena de sus
obligaciones con el propósito de poner bienes patrimoniales
familiares fuera del fisco.
Por lo tanto, como uno de los fines de la fundación de
capellanías fue alentar los estudios eclesiásticos y proporcionarles
patrimonio a quienes iban a recibir las órdenes mayores,
frecuentemente el patronato recayó en clérigos, y muchas veces un
mismo clérigo era patrono y capellán. Esta estrecha relación entre
los dos oficios, unidos a los requisitos de parentesco y clerecía de
las escrituras de fundación, plantean la pregunta sobre la
vinculación entre el desarrollo del clero secular y la fundación de
capellanías. Y al contrario, la relación entre la disminución de las
fundaciones y pérdida de sus rentas con la paulatina desaparición
del clero secular. Este proceso podría haber provocado también la
aparición del clérigo presbítero típico del tiempo contemporáneo,
el cura párroco. Sería por lo tanto un proceso específico del siglo
XIX la desaparición del clérigo capellán y el reemplazo por el
cura, al punto que hasta en el lenguaje ser presbítero y ser cura
llegaron a ser entendidos como sinónimos. Desde la perspectiva de
la carrera eclesiástica, para algunos clérigos presbíteros servir una
capellanía implicó una entrada económica más, para otros sólo nos
consta ser la única ocupación y fuente de subsistencia de la que
tengamos hoy constancia.
Es posible evaluar la relación entre capellanías y desarrollo del
clero secular siguiendo a lo largo del tiempo la línea sucesoria de
los capellanes. La sucesión de la capellanía mandada a fundar por
Juan José Vilches por vía testamentaria en 1743, 121 tuvo desde su
fundación por capellanes a presbíteros y a partir de 1811 a clérigos
de menores órdenes. Al casarse renunciaban automáticamente al
estado clerical, la capellanía vacaba y la heredaba un hermano del
último capellán minorista. Ninguno de los capellanes se ordenó de
presbítero, quedando así claro que el ingreso y permanencia en el
clero estuvo determinado por la posesión de la capellanía. La
misma conclusión es válida para el caso de que la ordenación de
menores se produjo por poseer los mejores derechos a una
capellanía, como ocurrió con José Miguel Mendieta en 1776. 122
La capellanía fundada por Juan José Vilches muestra el destino de
120 Antón Solé, Pablo, Ibidem, p. 98.
121 AASCH, Justicia, capellanías 1, exp. 2.
122 AASCH, Justicia, capellanías 1, exp. 4.
- 293 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
muchas de éstas en el siglo XIX: herencia permanente de clérigos
minoristas, proceso favorecido por la descapitalización de las
capellanías. Cada vez fue más difícil cobrarlas, cada vez
aumentaron más los pleitos por cobros atrasados entre el capellán y
los dueños de los inmuebles donde estaban impuestos los
principales. Se multiplicaron los juicios por el “cobro de pesos de
una capellanía” planteado por el capellán a herederos de bienes
inmuebles que no han pagado los réditos de los censos allí
impuestos. Juicios eternos para comprobar desde cuando se
adeudaban los réditos, a quien le correspondía pagar y a quien le
correspondía reclamar. Algunas se perdieron irremediablemente y
ya nadie las reclamó. Este proceso estuvo unido al de la
concentración de capellanías empobrecidas en unas pocas manos.
Desde esta óptica queda claro que el ingreso al estado clerical para
algunos fue una elección condicionada y un estado transitorio, en
función de tener acceso a una renta a la que se tenía derecho.
En los albores del siglo XX muchas capellanías colativas no
son reclamadas por ningún descendiente del fundador. Recaen
entonces en el juzgado eclesiástico, siendo entregadas por el
provisor al presbítero que las solicitase.
Por lo tanto la posibilidad de acceder a capellanías sólo
destinadas a familiares del fundador (capellanías de sangre),
generó, en tanto existió el parentesco, una continuidad familiar en
el servicio de la capellanía y en el estamento eclesiástico.
Inversamente, pero como un proceso propio del siglo XIX, la
escasez de rentas actuó como un factor de interrupción de la
carrera eclesiástica, provocando abandonos, y gestando la figura
del capellán minorista. Unido a este proceso algunos presbíteros
acapararon muchas capellanías no por ser descendientes directos
del fundador, sino por vinculaciones sanguíneas con ramas
colaterales del fundador. En este sentido los expedientes de
oposiciones a capellanías se simplifican tanto en los siglos XIX y
XX, que desaparece la competencia entre opositores (si la hay) por
probar la vinculación sanguínea con el fundador, probándose sólo
la vinculación sanguínea con el capellán muerto. Cuando la
fundación no establecía la identificación entre patrono y capellán,
irremediablemente a lo largo del siglo XIX el patronato fue
recayendo en el juzgado eclesiástico.
El linaje familiar, su sostenimiento y desarrollo, fueron entonces
determinantes en la elección de estado para cada uno de sus miembros.
La sociedad del Antiguo Régimen atribuyó al sacerdote secular
- 294 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
el rol de cabeza de familia en quien recaía la responsabilidad del
mantenimiento y dotación de sus hermanos y sobrinos para tomar
estado. La fundación de capellanías de sangre con el fin de servir
de título de órdenes generación tras generación favoreció este
proceso, al punto que dedicarse a los negocios familiares fue el
sentido del sacerdocio para algunos miembros del clero secular, los
clérigos particulares. Las capellanías aportaron también fondos
para el sostenimiento de madres viudas, hermanas doncellas y
sobrinos huérfanos, amparados en la casa del tío sacerdote.
La Iglesia reaccionó ante esta imposición de miembros desde
las familias poniendo condiciones para la ordenación sacerdotal,
formulándose entonces la teología de la vocación que vinculó tres
exigencias para la misma: vida pura e inocente, pureza de
intención y entrada económica regular, tres elementos que pasaron
a ser los signos inequívocos de una inclinación al estado
eclesiástico. En este contexto hay que situarse para entender una
vocación eclesiástica del Antiguo Régimen, en la que no se incluía
como un elemento definitorio de la misma la opción personal como
un signo precisamente de esa vocación.
El concilio de Trento también reaccionó ante los atractivos no
vocacionales que promovían la entrada al clero secular, tales como
el fuero eclesiástico, la subsistencia asegurada, la cultura y la
influencia social del clero en una sociedad sacralizada. Desde
entonces se evaluó la aptitud de un candidato para ser presbítero.
Se regularon las edades para recibir las órdenes menores y
mayores, los estudios que se exigirían y la evaluación de la calidad
de vida. Pero fue en las diócesis donde se elaboraron los criterios
de discernimiento ajenos al candidato para discernir su
incorporación al clero, fundamentalmente a través del informe de
los párrocos y de la elaboración de la relación de vita et moribus. A
través de las Leyes de Indias y de los concilios provinciales, estos
principios fueron aplicados a los territorios americanos de la
Monarquía española e incorporados a una carrera eclesiástica que
ésta estructuró vinculando administrativamente entre sí espacios
geográficos. Esta carrera en el imperio español y en el período de
nuestro estudio respetó la graduación establecida entre órdenes
menores y mayores y el orden jerárquico de la Iglesia secular, pero
fue la Monarquía la que aportó los criterios de ascensos a los que
presentaba el Rey patrón. En una sociedad estructurada en base a
redes de relaciones no resulta extraño encontrar estas redes
presentes en el inicio o desarrollo de una carrera
eclesiástica, particularmente en torno a los obispos. Estos contactos
personales fueron positivamente evaluados por la Cámara
- 295 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de Indias en la selección del personal para las vacancias menores y
mayores, probablemente por el aprendizaje de la gestión
administrativa en el ejercicio de las funciones junto a los obispos.
Consideramos además este aspecto central a la hora de evaluar la
tendencia puesta en marcha a partir de Trento de revalorizar el
poder episcopal, ya que fueron los obispos quienes apoyando o
tomando la iniciativa de promover carreras eclesiásticas
promovieron la reproducción del episcopado en torno a ellos
mismos.
- 296 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Conclusiones
Un elemento que ha interesado particularmente a la historiografía
sobre elites coloniales ha sido el determinar los medios por los
cuales éstas se mantenían en el poder generación tras generación.
La respuesta generalizada destaca el papel de los vínculos
matrimoniales vistos como un mecanismo de conservación y de
expansión de la elite a nivel local. 1 En la práctica esta conclusión
se aplica a todos los estudios de grupos elitarios analizándose las
alianzas matrimoniales entre familias y la incorporación a la elite
local por medio del matrimonio de funcionarios o inmigrantes
llegados desde España. La alianza matrimonial se habría
convertido en una práctica política integradora que controlaba los
círculos del poder por medio de los vínculos de parentesco,
paisanaje y clientela. Las mismas familias se perpetuaban entonces
en los cabildos, consulados, etc. Esta respuesta, sin duda válida
para algunos lugares y épocas, no es enteramente satisfactoria a la
hora de explicar la perpetuación de algunas familias en los cargos
más altos de la jerarquía eclesiástica.
La imposibilidad de aplicar el criterio de estrategia matrimonial para
entender los mecanismos por medio de los cuales algunas familias
logran generación tras generación conservar las plazas eclesiásticas
más jerárquicas, nos dio la ventaja de buscar otras respuestas den-
1 Todos los artículos que conforman el libro de Schröter, Bernard y
Büschges, Christian (eds.), Beneméritos..., op. cit., incluyen centralmente esta
hipótesis de trabajo. Se trata de una de las publicaciones más recientes que
abarca estudios de élites americanas entre los siglos XVI a XIX. En la misma
línea se inscribe el libro de Santos Pérez, José M., Elites, poder local y
régimen colonial. El Cabildo y los regidores de Santiago de Guatemala, 1700-
1787, Servicios de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 415 pp.,
1999. También Saguier, Eduardo, “El parentesco como mecanismo de
consolidación política de un patriciado colonial. El caso de las provincias
rioplatenses del virreinato peruano (1700-1776)”, en: Estudios de Historia
Social y Económica de América, vol. 10, Servicio de Publicaciones
Universidad Alcalá de Henares, Alcalá de Henares, pp. 61-116, 1993.
- 297 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
tro del ámbito familiar para la misma constatación ya que el acceso
a las instituciones eclesiásticas de más jerarquía era controlado por
el Rey.
Encontramos asimismo insatisfactoria la fundamentación,
también generalizada, de que un elemento que confirmaba la
posición social de una familia de la elite fuera que alguno de sus
miembros escalara a un obispado u arzobispado. 2 Esta explicación
no considera que un obispo ejercía un gobierno efectivo en su
diócesis complementado por el provisor y vicario general, quien se
encontraba al frente del Juzgado Eclesiástico con jurisdicción
sobre el crédito en todo el ámbito del obispado. Un hijo obispo o
arzobispo lo que confirmaba era que la familia formaba parte de
una elite con contactos ultramarinos que le garantizan el acceso al
Rey que era quien presentaba en esas instituciones. Por lo tanto la
red de relaciones familiares no se limitaba al ámbito local sino que
lo trascendía por medio de estrategias que le permitieran colocar a
sus propios miembros en el ámbito de gobierno controlado por la
Monarquía.
La acumulación de cargos administrativos y políticos en un
grupo de familias por generaciones puede en efecto mostrar la
pertenencia a una elite. Pero hay un elemento absolutamente
elitario no considerado en la explicación basada en la estrategia
matrimonial como reproductora de las elites, que es la capacidad
de un grupo de familias de relacionarse directamente con la
Monarquía, relación impuesta por ésta e indispensable para
alcanzar los más altos cargos políticos y eclesiásticos: virrey,
gobernador, intendente, oidor, obispo, arzobispo, prebendado.
Precisamente en esta relación podemos encontrar un elemento
fundamental para entender la perpetuación de plazas políticas y
eclesiásticas dentro de algunas familias que formaron parte de una
elite. Para esto hay que desempolvar en forma sistemática la
documentación de la Cámara de Indias, específicamente las
consultas, ya que en ellas se encuentra plasmada esta relación.
La concesión papal a la Corona española del patronato
universal puso en manos del Rey una posibilidad que no tenían las
otras monarquías europeas para vincular la gracia real a la
presentación de los cabildos eclesiásticos y las vacancias menores
y mayores de obispados en las Indias. Este proceso comprendía
dentro del sistema de presentaciones eclesiásticas una
instancia local y otra supralocal. En la primera se conjugaban los
2 Cfr. Kicza, John, “Formación, identidad y estabilidad dentro de la elite
colonial mexicana en los siglos XVI y XVII”, en: Schröter, Bernard y
Büschges, Christian (eds.), Beneméritos..., op. cit., p. 26.
- 298 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cabildos eclesiásticos, obispos y el vicepatrón, fuera éste el
gobernador o virrey. En la segunda la Cámara de Indias, los
Secretarios del Despacho y la dupla Confesor-Rey. En torno a la
competencia por las canonjías de oficio se alinearon las familias de
las elites ya que la Monarquía impuso como requisito para ser
obispo la posesión del grado de doctor por una universidad y la
obtención de una canonjía de oficio en un cabildo eclesiástico. Los
autos de las oposiciones enviados a la Cámara de Indias junto con
las cartas de las instituciones locales y de las religiones apoyando a
los diferentes candidatos nos permiten adentrarnos en las redes de
relaciones puestas en marcha desde el reino y hacia la Cámara en
pos de la obtención de estas canonjías. Estas redes penetraron la
Cámara de Indias y el sistema de presentaciones buscando
introducir en las “consultas” al Rey para las vacancias a los
candidatos propios o entablar contactos personales con mediadores
eficaces que consiguieran la emisión de reales órdenes que
dispusieran que determinadas personas fueran consultadas en
vacancias específicas. Precisamente en el momento de la consulta
al Rey encontramos la relación entablada entre éste y el clero
secular, una relación mediatizada por agentes de la administración
hacia quienes confluyeron redes de vínculos en las que
participaban los candidatos a las vacancias o sus familias.
En el despacho a boca con el Rey del Confesor o un Secretario
se tomaban las decisiones de gobierno y se decidía quien resultaría
elegido para una vacancia administrativa o eclesiástica. Este último
aspecto incluía la consideración de la propuesta que elevaba la
Cámara de Indias a modo de consulta. A través del análisis de las
consultas de las vacancias de las plazas eclesiásticas chilenas de
presentación real, hemos podido establecer la existencia de
períodos definidos desde mediados del siglo XVII y hasta 1810 en
los que la Cámara fue más o menos tenida en cuenta en el proceso
de las presentaciones. El recurso de obviar a la Cámara consistía en
las provisiones sin consulta: el Confesor proponía directamente al
monarca candidatos para las provisiones por resulta, siempre
confirmados por el Rey.
Hubo una acentuación de las provisiones sin consulta mientras
los jesuitas fueron los Confesores de los Borbones (1701-1756) y
mientras las Secretarías proponían candidatos en detrimento de las
atribuciones de la Cámara de Indias (a partir de 1754 y hasta
1773). Esto nos permitió concluir que también hay que considerar
que las reformas administrativas en torno a la Cámara
de Indias pudieran tener el trasfondo de dar al Rey y a
los Secretarios del Despacho un mayor margen de libertad con res-
- 299 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
pecto a la selección del personal administrativo. Consecuentemente
la vía fuera de la consulta fue la más frecuente entrada al cabildo
eclesiástico de Santiago durante todo el siglo XVIII, mientras que
la de la consulta lo fue durante la segunda mitad del siglo XVII. En
el ascenso entre las dignidades también primó en el siglo XVIII la
vía fuera de la consulta.
Con respecto al cabildo eclesiástico de Concepción la mayor
parte de las vacancias de cada prebenda fueron consultadas. Entre
1709-1736, la entrada al cabildo eclesiástico y el ascenso a las
dignidades estuvo ligado a la vía fuera de la consulta. Mientras que
entre 1736 y 1791, la entrada al cabildo eclesiástico y los ascensos
se consultaron. En cuanto a los obispados chilenos, el de Santiago
a partir de 1714 y hasta 1753 de las ocho veces que vacó siete
fueron proveídos por el Rey sin consulta de la Cámara de Indias,
aplicando la resulta. El manejo de esta información nos permite
afirmar que la aplicación de esta forma de provisión introdujo una
gran movilidad al episcopado sudamericano en esos años, en los
que además fueron designados más americanos como obispos,
entre ellos los cuatro chilenos con una carrera preepiscopal
desarrollada en Chile. Mientras que entre 1788 y 1810 se
proveyeron siempre las vacancias con consulta de la Cámara. En
las provisiones del obispado de Concepción el proceso fue
semejante. En los cincuenta y tres años del período que corre entre
1664 a 1707, el obispado vacó cinco veces, proveyéndose siempre
por consulta. Entre 1714 y 1744 vacó ocho veces, consultándose
sólo una vez a la Cámara. En los cincuenta años que corrieron
entre 1761 y 1806, siempre se proveyó consultándose a la Cámara
de Indias, salvo la excepcionalidad del que fuera el último obispo
español presentado para el reino de Chile, Diego Antonio Navarro
Martín de Villodres, elegido directamente por decisión de Manuel
Godoy.
Por lo tanto, podemos vincular las reformas de la Cámara de
Indias y de las Secretarías directamente con el proceso de
conformación de las elites chilenas y probablemente americanas y
de integración de éstas al gobierno del imperio por medio de la
utilización de la vía fuera de la consulta de la Cámara por el Rey y
la decisión tomada directamente con el Confesor o los Secretarios
del Despacho. De esta manera el patronato se convirtió en un
elemento central en la conformación de una elite local, en este caso
la chilena.
Pero la nueva configuración de las elites chilenas estuvo unida
también a una representación de éstas ante la Monarquía cada vez
más autónoma de Lima. Este proceso es claramente visible en las
- 300 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
carreras eclesiásticas forjadas desde el reino por medio del control
de los canales de comunicación locales. No fueron las
recomendaciones de los virreyes y arzobispos limeños
determinantes en los ascensos eclesiásticos sino los contactos
chilenos directamente con los mediadores más eficaces hacia el
Rey. Es posible visualizar este proceso en las carreras de los
obispos de las diócesis chilenas del siglo XVIII con respecto a las
carreras de los obispos chilenos de los siglos XVI y XVII. En estos
dos siglos tanto en el ámbito eclesiástico como en el civil, quien
quisiera hacer carrera tenía que pensar en irse fuera del reino, en
concreto a Lima. Allí hicieron su carrera Fray Alonso Briceño y
Fray Francisco Godoy. Pero a principios del siglo XVIII en la
carrera de dos obispos nativos chilenos se puede visualizar el
proceso de desvinculación administrativa chilena de Lima: Manuel
Antonio Gómez de Silva y Diego Montero del Águila. Si bien la
carrera preepiscopal de ambos se desarrolló en Lima, no fue a
través de redes limeñas que entraron en contacto con los
mediadores hacia el Rey. La carrera de Gómez de Silva la definió
su hermano Antonio a través de las gestiones ante un camarista
para que se lo consultara para una canonjía de Lima, en el caso de
Montero del Águila fue determinante el Confesor jesuita,
convirtiéndolo en el primer chileno obispo en Chile.
Los jesuitas desde el confesionario regio fueron en la primera
mitad del siglo XVIII los mediadores al Rey más eficaces para
lograr un ascenso, con ellos se inicia un cambio en el proceso de
selección del episcopado americano, palpable a través de las
carreras de los cuatro chilenos promovidos a mitras en la primera
mitad del siglo XVIII. Hijos de la nueva elite comercial local
autónoma de Lima directamente vinculada con la Monarquía,
poseedora de mediaciones políticas propias: Alonso del Pozo y
Silva, Pedro de Azúa e Iturgoyen, Manuel de Alday y José Toro y
Zambrano. Colegiales jesuitas, doctores, abogados con práctica en
la jurisprudencia, con una carrera pre-episcopal basada en el
ejercicio de la administración en el ámbito civil y/o eclesiástico. La
inclinación por la carrera eclesiástica estuvo determinada por la
posibilidad de obtener una canonjía de oficio en los cabildos
eclesiásticos chilenos. La vinculación a los jesuitas fue
determinante en la obtención de la canonjía, según muestra el
desarrollo de la oposición, en la recomendación de los jesuitas del
reino a los Confesores y la conformación de éstos con la oposición
local que finalmente concluyó con la presentación regia. Siendo
canónigos, complementaron sus carreras en la administración
diocesana a través del ejercicio del provisorato.
- 301 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
A la carrera personal había que sumar los contactos políticos,
siendo éstos más determinantes que la propia carrera y obra de
gobierno: el ascenso de Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen al
arzobispado de Santa Fe se decidió sin conocerse los efectos de su
gobierno en Concepción y Chiloé. De esta forma la
“administración de las relaciones privadas” se revela como un
elemento fundamental del acto de gobernar por parte del Rey, el
gran árbitro entre los contrincantes en la competencia por los
ascensos. Esta etapa del episcopado chileno concluyó bruscamente
con la caída del partido de la reina Bárbara de Braganza y del P.
Rávago, en 1756. El antijesuitismo que se apoderó de la corte
interrumpió la carrera de los obispos chilenos: para Manuel de
Alday y José Toro y Zambrano los obispados de Santiago y
Concepción fueron la cumbre y culminación de su carrera, sus
ascensos y pretensiones en la Cámara de Indias se paralizaron con
la caída de los jesuitas del confesionario regio. José Antonio
Martínez de Aldunate y Juan de Guzmán Peralta, canónigo
doctoral y deán de los cabildos eclesiásticos de Santiago y
Concepción respectivamente, estrechamente vinculados a los
jesuitas, aunque ambos habían desarrollado carreras que
anunciaban un futuro y próximo obispado, vieron frustradas sus
posibilidades y permanecieron en las canonjías que ocupaban por
décadas. Habrá que sumar a las múltiples causas del antijesuitismo
español que desembocó en la expulsión de la Compañía de Jesús
de España y las Indias el ejercicio del cargo de confesores por
parte de algunos miembros del Compañía de Jesús.
Lo que queda claro es que para obtener una plaza eclesiástica
la ley había establecido una relación obligatoria con la Monarquía,
de ahí que una de las tareas fundamentales del ejercicio del
gobierno de las autoridades civiles y eclesiásticas era enviar cartas
periódicamente informando sobre los beneméritos del reino. Esta
relación con la Monarquía era, por lo tanto, mediatizada. Para los
pretendientes conquistar buenos apoyos locales y estar bien
considerados en las recomendaciones oficiales fue un elemento
fundamental de su carrera, tanto al inicio como en su desarrollo.
Pero además había que contactarse con Madrid personalmente,
para lo cual era necesario levantar una relación de méritos y
pretender a una plaza por medio de un agente de negocios,
viajando personalmente o por medio de un amigo o familiar en la
corte. Los informes desde el reino, las relaciones de méritos, las
pretensiones eran obligaciones legales, sin embargo funcionaban
por la vía del contacto personal, de la estrategia, de la red familiar
o de la amistad, de la intermediación personal que en definitiva
abría un camino para acceder al Rey.
- 302 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
¿La obtención de una prebenda o un obispado eran fruto de
una estrategia personal basada en apoyos locales ante los ministros
del Rey? ¿Quién, en definitiva, convertía en canónigo u obispo a
un individuo? ¿el Rey? ¿el vicepatrón? ¿el obispo? La información
que hemos reunido nos permite concluir que fueron las estrategias
personales y familiares puestas en marcha desde el reino y hacia
los mediadores al Rey el elemento determinante que culminaba en
una presentación eclesiástica. Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen
fue presentado arzobispo de Santa Fe por los contactos entablados
por su hermano Tomás en la Cámara de Indias y con el Confesor.
Manuel de Alday fue canónigo doctoral y obispo por los votos
conseguidos por sus tíos arzobispo y oidor y el contacto con el
Confesor jesuita que le garantizaron los padres de la Compañía del
reino. José Antonio Martínez de Aldunate fue obispo cuando su tío
arzobispo de Santiago de Compostela fue elegido por la Reina
María Luisa como su Confesor. Hemos establecido también que la
selección de estos prebendados como obispos formó parte del
ascenso de sus familias al gobierno del imperio. Sus presentaciones
no fueron aisladas sino que además de ser todos parientes entre sí,
otros miembros de las familias ocuparon cargos judiciales o
militares en Chile o en otros reinos.
Juan Pablo Fretes no fue obispo aunque viajó a España y se
conectó con el mismísimo Príncipe de La Paz, pero en toda su
carrera, que hemos descrito en detalles, lo que le faltó fueron los
apoyos locales desde los lugares donde se arraigó: Buenos Aires,
Charcas y Chile. Probablemente ya fue la falta de ese apoyo local
lo que lo impulsó a viajar a Madrid a pretender y a conectarse
directamente con los ministros del Rey. De hecho brillan por su
ausencia las recomendaciones de obispos o de autoridades civiles
en sus múltiples relaciones de mérito o en la documentación
adjunta a las consultas en las que fue considerado. Por otro lado,
también hemos visto a través de las carreras de los familiares de
obispos foráneos que no era indispensable ser nativo de un reino
para acceder al cabildo eclesiástico local. Bastaba con una
inserción local unida a vinculaciones a familias de las elites para
contar con las recomendaciones necesarias para hacer carrera. Este
fue el caso de Pedro Asencio de Tula y Bazán, nativo de La Rioja,
quien fue provisor y vicario general del obispado de Santiago de
Chile treinta y cinco años. Quien no lograra vinculaciones con los
agentes civiles locales de la Monarquía o con los obispos, no
obtenía tampoco los apoyos desde el reino indispensables para
desarrollar una carrera que terminara en una presentación a un
cabildo eclesiástico o a un obispado.
- 303 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Antonio Domínguez Ortiz afirma incluso que la burocracia
real adquirió a lo largo del siglo XVIII un peso tal frente al
monarca al punto que éste se mantenía al margen de los procesos
de decisión. 3 Más aún, en los asuntos que el Consejo de Castilla le
presentaba al Rey como consulta, éste simplemente dotaba de
fuerza jurídica a decisiones ya tomadas. Para Domínguez Ortiz, el
absolutismo del Rey era en realidad un absolutismo de sus
ministros. Este proceso determinó que los reales consejos fueran
perdiendo paulatinamente su papel decisorio en el gobierno
menoscabados por las Secretarías del Despacho. Nuestras propias
conclusiones coinciden con el papel determinante de los
Secretarios y el Confesor en la toma de decisiones del Rey y en la
necesidad de tomar contacto personal o familiar con ellos para
alcanzar la gracia real de una vacancia. Sin duda una parte
considerable de la tarea de un Secretario del Despacho era saber
tomar las decisiones de gracia y justicia. No sólo la Cámara de
Indias pedía informes sobre los beneméritos, como hemos visto
también lo hacía el Confesor y los Secretarios del Despacho,
quienes recibían las cartas de oficio por la vía reservada. Como la
Monarquía se sustentaba en la fidelidad del personal administrativo
y de gobierno, cuanto más se lo conociera mejor sería la selección.
Incluso se prefirió a agentes de la Monarquía con experiencia en el
gobierno en América para la Secretaria de Estado y del Despacho
de Indias, por su conocimiento de la realidad americana que
abarcaba también a las personas. Así vimos a Antonio Porlier
cuando era presidente del Consejo de Indias negando su voto a las
preeminencias en el coro de Lima a las que pretendía el deán
Joaquín Carvajal Vargas por haberlo conocido mientras fue fiscal
de la Audiencia limeña, argumentando que dadas las delicadas
condiciones de salud de Carvajal se ausentaba frecuentemente de
la ciudad, faltando en la debida asistencia al coro. El voto de
Porlier era en realidad contrario a una real orden que establecía que
la familia del duque de San Carlos se encontraba bajo la real
protección del monarca y debía ser considerada por la Cámara de
Indias en las vacancia que el duque había solicitado para cada uno
de sus familiares.
El contexto que hemos descrito plantea dos preguntas: ¿de qué
servía el sistema de selección del personal administrativo y eclesiástico
si en definitiva una vacancia eclesiástica se definía a través de los
contactos personales con los ministros del Rey? ¿Qué papel
jugaba el Rey entonces en este sistema si no decidía? El sistema de
3 Domínguez Ortiz, Antonio, Carlos III y la España de la Ilustración, Editorial
Alianza, Madrid, pp. 96-99, 1988.
- 304 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
selección basado en el premio al mérito personal o familiar fue
precisamente un sistema de selección, muchos quedaban afuera de
hecho por no reunir los requisitos. Al igual que hoy día, había que
poner límites a las pretensiones y resolver en base a criterios
establecidos. El rol que jugaron las redes de contacto en el seno de
la Monarquía fue el de interferir e intervenir en las decisiones
directamente a través de los secretarios, confesores y camaristas.
Aquí reinaba el Rey arbitrando entre los partidos dominantes al
tomar la última decisión, optando según como le presentaran los
hechos. A través de los mediadores se hacían presentes los
candidatos que se ofrecían desde los reinos a las vacancias
administrativas. Si la Monarquía había optado por gobernar con las
elites tenía que ofrecerles instancias para ser consideradas. De ahí
la forma tan natural en que se introducían en los intercambios
epistolares las opiniones no requeridas oficialmente pero que
podían ser determinantes a la hora de decidir sobre asuntos de
gobierno.
Las acusaciones de archiduquista contra el obispo de Santiago
de Chile Luis Francisco Romero llegaron hasta el Consejo de
Indias cuando el obispo no dio la orden de hacer repicar las
campanas de la catedral al saberse en Chile la victoria de Felipe de
Anjou en la batalla de Brihuega. Fue el Confesor del Rey quien
dilucidó el asunto, pero veamos cómo:
Pardo, 3 de julio de 1716. El Confesor de Vuesa Majestad. He
visto en la consulta del Consejo de Indias que las delaciones contra
el referido obispo (Romero)... están evidenciadas de falsedad, no
sólo con las cartas de aquel reino y de los prelados de las
religiones, sino con el voto y declaración de Don Diego de Zúñiga
que como testigo de vista y trato, depone haber conocido al
referido obispo, y que en espacio de más de tres años que se halló
el que vota en aquella Audiencia, siempre le conoció
positivamente celoso al servicio de Vuesa Majestad a lo cual
puedo añadir que por carta reservada que me ha escrito a mi el
provincial de la Compañía de Jesús de aquella provincia, me
consta que en la acción especial que le capitulan (las campanas)...
actuó con cordura... Tengo por conveniente y debido que Vuesa
Majestad conformándose en todo con el parecer del Consejo, se
sirva de volver por el honor de este prelado maliciosamente
perseguido, mandarlo se le escriba, estar Vuesa Majestad
enteramente satisfecho de su fidelidad y de que ha sido impostura
cuanto en este particular se ha dicho contra él. Como os parece y
asi lo he mandado. 4
4 AGI, Gobierno, Chile, 452.
- 305 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Fue el contacto del Confesor con el superior de la Compañía
de Jesús en Chile la instancia que inclinó la balanza
favorablemente hacia el lado del obispo Luis Francisco Romero.
Por lo tanto un grupo de familias de la elite chilena consiguió
relacionarse directamente con la Monarquía como lo demuestra el
hecho de que varios de sus miembros hayan sido seleccionados
para plazas eclesiásticas y civiles. 5 Fueron también los gestores del
cambio de rumbo en el reino, los que lograron la instauración de
las instituciones económicas y culturales que afianzaron la
desvinculación chilena de Lima. Fueron también, por supuesto,
quienes controlaron esas nuevas instituciones ejerciendo los cargos
directivos de las mismas. El proceso involucró a un grupo reducido
de familias que se repartieron entre ellas el “botín”. Nos referimos
principalmente a los Martínez de Aldunate, García Huidobro, Azúa
e Iturgoyen, Toro y Zambrano, quienes contaban con un fuerte
caudal económico que sustentaba su posición.
Hacia 1730 el sostenido crecimiento económico chileno
posibilitó ganar las influencias necesarias en la corte como para
establecer dos instituciones comerciales autónomas de Lima. La
primera de ellas, la Diputación de Bodegas (establecida en la
década de 1730, luego cerrada y restablecida en 1754) fijaba en
Chile los precios del trigo que exportaban a Perú, frente a los
productores limeños que querían controlarlos. La segunda, la
Diputación de Comercio, fundada en 1736, permitió a los
comerciantes chilenos establecerse como una corporación con un
juez propio, aunque las apelaciones se hacían ante el consulado de
Lima. Posteriormente el establecimiento del Juzgado de Alzadas
como corte de apelaciones comerciales selló la autonomía chilena
en este campo al liberarse del consulado limeño.
Este desarrollo se logró por las negociaciones de Tomás de Azúa
en la Corte, quien no sólo gestionó la Universidad de San Felipe sino
también la Casa de Moneda, inaugurada en 1749, que permitió que
quedaran en el reino los ingresos que antes se fugaban a Lima.
La Universidad, aunque fundada por una real cédula de 1738 abrió
5 Sobre las familias chilenas en la Audiencia de Santiago, ver el artículo de
Barrientos Grandón, Javier, “La creación de la Real Audiencia de Santiago de
Chile y sus ministros fundadores. Sobre la formación de familias en la
judicatura chilena”, en: Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, vol. 35,
Publicación de la Escuela de Derecho, Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso, pp. 280 y ss.,
2003.
- 306 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
formalmente en 1747, liberó a los chilenos de la Universidad de
San Marcos. Si bien en un principio la Monarquía se negó a
permitir el establecimiento de la Casa de Moneda, Tomás de Azúa
convenció al mercader Francisco García Huidobro para que la
financiara y recolectara para la Corona los impuestos sobre los
metales preciosos, bajo estas circunstancias la Corona, siempre
ávida de dinero, aceptó la institución. También el real permiso para
el establecimiento de la Universidad de San Felipe se había
otorgado sólo después que el cabildo secular de Santiago asumiera
el subsidio de esta institución. Azúa fue además el primer rector de
la Universidad de San Felipe 6 y murió en el ejercicio de ese cargo
en 1757. Ya hemos explicado cómo durante su estancia en la corte
de Madrid como podatario del cabildo secular de Santiago
consiguió para su hermano Pedro Felipe el obispado in partibus de
Botria para Chiloé (1735), el obispado de Concepción de Chile
(1738) y el arzobispado de Charcas (1744). Por lo tanto, un grupo
de la elite santiaguina tomó la iniciativa ante la Monarquía del
establecimiento de las instituciones que le dieran autonomía al
reino y asumió el financiamiento. Dos conclusiones son claras, la
primera que la elite santiaguina colocó sobre sus propios hombros
el peso de la autonomía limeña del reino, la segunda que la
integración de la elite chilena al gobierno de la Monarquía fue una
iniciativa de Santiago, no de Madrid.
Al mismo tiempo, Chile pudo depender menos del situado
limeño. En efecto, estos signos de prosperidad no pasaron
desapercibidos para la Corona. Cuando José Antonio Manso se
convirtió en virrey del Perú (ascendiendo desde la gobernación del
reino de Chile que había ocupado entre 1736 y 1745) dispuso en
1754 que sobre los gastos de la administración de Santiago se
pagara la defensa del reino. En 1755 otro decreto del virrey
estableció el pago al ejército aplicándole el producto de la
administración de tabaco de Concepción, se traspasaba así al erario
del reino de Chile los gastos de su propia defensa, 7 dejándose de
pagar el situado desde el Perú para el ejército de Concepción.
6 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe...., op. cit.,
tomo I, p. 460.
7 Roa, Carlos y Oñat, Roberto, Régimen legal del ejército en el reino de Chile:
notas para su estudio, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 272
pp., 1953; también Silva Vargas, Fernando, “Perú y Chile...”, op. cit., p. 163.
- 307 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El comercio, la gran fuente de riqueza en esta época, se
engrosaba por medio del contrabando 8 que había crecido sin cesar
a partir de la guerra de sucesión, sobre todo el francés. El
contrabando inglés y portugués tenía su sede en América del sur en
la Colonia del Sacramento (situada en la Banda Oriental del Río de
la Plata), y entraba a Chile cruzando los Andes. En este contexto se
amasaron en Chile grandes fortunas, como la de Mateo Toro y
Zambrano. 9 Recayeron en él algunas herencias familiares, como la
de su tío José Toro y Zambrano, obispo de Concepción, 10 la dote
de su esposa y los buenos casamientos de sus hijas. Combinó una
gran habilidad para los negocios con cargos políticos: regidor de
vecinos y alcalde de aguas en 1754, 11 lugarteniente de capitán
general y alcalde de moradores entre 1761 y 1768. 12 En 1770
siendo ya conde de la Conquista, llegó a regidor perpetuo. En 1772
era además el tesorero de la Casa de Moneda y alcanzó el cargo de
brigadier en la milicia.
Algunos chilenos con carreras desarrolladas en Lima, habían
tenido acceso a las plazas de oidores de la Audiencia. La elite
chilena había iniciado ya a principios del siglo XVIII un proceso
de penetración de las instituciones de gobierno del reino. Francisco
Ruíz de Berecedo, 13 natural de Concepción, había estudiado leyes
en Lima y se había graduado de abogado por la Audiencia de
aquella ciudad. De vuelta en Chile se estableció en Santiago, se
casó con Bernarda Martínez de Aldunate y ocupó el cargo de
abogado y asesor del cabildo secular en 1710. Para 1713 era
alcalde de moradores y protector general de indios, en 1714 era
procurador general. Aspiraba a más. En 1720 fue nombrado
protector fiscal de naturales de la Audiencia de Santa Fe, cargo que
rehusó. Pero aceptó el mismo cargo en el distrito de la Audiencia
de Lima en 1723. El mismo año un pariente cercano,
Alonso del Pozo y Silva era presentado como obispo de Santiago
de Chile, ascendiendo desde Tucumán. En 1728 Francisco
Ruíz de Berecedo se incorporó a la Audiencia de Santiago
8 Villalobos, Sergio, Comercio y contrabando en el Río de la Plata y Chile,
Eudeba, Buenos Aires, 144 pp., 1965.
9 Eyzaguirre, Jaime, El Conde la Conquista..., op. cit.
10 Méndez Beltrán, Luz M., “José Toro y Zambrano”, en: Oviedo Cavada,
Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo IV, p. 382.
11 Sociedad Chilena de Historia y Geografía; Academia Chilena de la Historia,
Actas del Cabildo de Santiago, Prólogo de Rafael Reyes Reyes, Colección de
historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia nacional,
Santiago de Chile, tomo XXVII, p. 108, 1983.
12 Espejo Tapia, Juan L., Ibidem, vol. 53, p. 115.
13 Todos los datos los obtuvimos de la base de datos Fichoz.
- 308 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
como oidor honorario. 14 En 1730 Alonso del Pozo y Silva se
transformaba en arzobispo de Charcas. Ya relatamos la forma en
que juntos, oidor y arzobispo, le facilitaron la llegada a la canonjía
doctoral de Santiago al sobrino común Manuel de Alday en 1736,
trampolín a la mitra de Santiago a la que por supuesto llegó en
1753.
Otros miembros de estas familias hacia la misma época
conquistaban plazas en la Audiencia por medio de la compra de
cargos supernumerarios. Dos chilenos accedieron así a este
tribunal. Domingo Martínez de Aldunate quien había nacido en
Santiago de Chile en 1707, 15 fue el primero. Hizo carrera en Lima,
donde se graduó de abogado por la Audiencia, de la que fue agente
fiscal en 1743. En 1745 era oidor supernumerario de la Audiencia
de Santiago de Chile. En el reino ejerció los más altos cargos de las
instituciones comerciales: en 1768 fue juez de alzadas, fiscal de la
renta del tabaco y superintendente de la Casa de Moneda. En 1772
era oidor de número de la Audiencia de Santiago, hasta su traslado
a Lima en 1776 en el marco de la purga de la Audiencia de Chile a
raíz de la revuelta antifiscal. Su sobrino, José Antonio Martínez de
Aldunate, fue desde 1765 provisor y vicario general del obispado,
nombrado por el obispo Manuel de Alday. La familia Martínez de
Aldunate estuvo representada en los dos más altos tribunales del
reino simultáneamente durante cuatro años. Además Francisco
Martínez de Aldunate llegó hasta el deanato del coro de Santiago
en 1751, muriendo poco después.
Juan Verdugo fue el otro chileno que compró el cargo de oidor
supernumerario en 1747. Había estudiado leyes en la Universidad de
San Marcos de Lima, donde también había sido catedrático de Prima
de Leyes. Tenía licencia para contraer matrimonio en Chile y comprar
bienes raíces. 16 Su única hija, Francisca de Paula, se casó con Ignacio
de la Carrera quienes fueron los padres de los famosos hermanos
Carrera, caudillos de una facción de la elite durante las guerras de la
independencia. Un sobrino de Juan Verdugo hijo de su hermana,
Manuel José de Vargas y Verdugo, fue canónigo magistral 17
de la catedral de Santiago de Chile y rector de la Universidad
14 AGI, Gobierno, Chile, 84.
15 Burkholder, Mark y Chandler, D., Biographical dictionary of Audiencia
ministres in the Americas, 1687-1821, Greenwood Press, Westport, p. 202,
1982.
16 Los datos los hemos extraído de la base de datos Fichoz.
17 AGI, Gobierno, Chile, 455.
- 309 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de San Felipe en 1803, 18 reconocido realista durante los sucesos de
la independencia, en contraste con la postura de sus primos
hermanos.
El proceso de integración de la elite chilena al imperio fue
acompañado de una revitalización del cabildo secular en el que
participaron las familias de las elites. Esta institución en las
primeras décadas del siglo XVIII sufría de prolongadas vacantes
en sus cargos, debido, entre otros factores, al alto precio de los
mismos. En 1757 el presidente Manuel de Amat y Junyent influyó
en que bajara el costo de los cargos facilitando que se vendieran
los diez que había vacantes. 19 Entraron de esta manera al cabildo
comerciantes inmigrantes y algunos fundadores de mayorazgos
como Diego Portales e Irarrázaval, Juan Francisco Larraín, Andrés
de Rojas, Jerónimo José de Herrera y Antonio del Águila. 20 Todas
estas familias también estuvieron representadas en el cabildo
eclesiástico de Santiago, los canónigos Irarrázaval de hecho
llegaron casi a dominarlo en la primera mitad del siglo XVIII y fue
el obispo Manuel de Alday quien frenó la entrada al cabildo
eclesiástico de un sobrino de éstos, José de Ureta, cuya presencia
en el coro hubiera implicado un control familiar de la institución.
Vicente Larraín, nieto de Juan Francisco, fue canónigo del coro de
Santiago, emparentado con la familia Cerda y con los Errázuriz, a
quienes también vimos como canónigos. Un nieto de Diego
Portales e Irarrázaval, también llamado Diego, fue ministro de
guerra y marina de la república de Chile e influyó en la elaboración
del concepto de estado durante el período de consolidación de la
República iniciado en 1830. 21
Esta escalada de cargos en la jurisdicción civil y eclesiástica se
vio frenada a partir de fines de la década de 1776. Los oidores y los
obispos de las diócesis chilenas fueron foráneos al reino. Antes de la
purga de la Audiencia de Santiago en 1776 en el marco de las
reformas borbónicas y por la revuelta antifiscal, si bien no hubo más
nombramientos de chilenos para la Audiencia, ésta, como lo señala
Jacques Barbier 22 no fue una “agencia” de la Corona, los oidores
18 Medina, José T., Historia de la Real Universidad de San Felipe..., op. cit..,
tomo I, p. 479.
19 Cfr. Barbier, Jacques, Ibidem, cap. 3.
20 Amunátegui Solar, Domingo, La sociedad chilena..., op. cit., describe todas
las fundaciones de los mayorazgos.
21 Guzmán Brito, Alejandro, “Las ideas jurídicas de Don Diego Portales”, en:
Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 93, Editorial Universitaria,
Santiago, pp. 13-41, 1982.
22 Barbier, Jacques, Ibidem, cap. 5.
- 310 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
que llegaron a Chile eran criollos y se aliaron con la elite
santiaguina por matrimonios, propiedades y parentescos. Las
reformas borbónicas en Chile y la purga de la Audiencia
(mayoritariamente criolla) tendieron a controlar a la elite local que
era de hecho, como se puede apreciar, una oligarquía.
Si el sistema de gobierno se organizaba de esta manera ¿hasta
qué punto valía el mérito personal o familiar ante la Monarquía?
Una tensión recorre el sistema de nombramientos y presentaciones:
el premio al mérito vs. la conveniencia política. De hecho cada vez
que se quiso depurar el sistema se hizo en nombre del mérito y el
premio a la fidelidad del vasallo. Era un mérito la postergación en
el ascenso ante alguien que no lo merecía pero que había sido
seleccionado en virtud de sus vinculaciones políticas. La vuelta a
la valorización del mérito fue la bandera frente a la venta de cargos
de fines del siglo XVII, lo que se conoce como la recuperación de
la autoridad real a partir de 1720. En definitiva: ¿cuál era el papel
del premio al mérito en un ascenso? Casi siempre está presente a la
hora de justificar la decisión, pero más que como causa aparecen
citados como las “excusas” utilizadas para justificar una decisión
tomada en base a un favor concedido por un vínculo entablado. La
documentación que hemos revisado muestra que las decisiones
sobre quién sería obispo no se tomaron en base a los méritos
personales, repetimos: se desconocía la capacidad de gobernar una
diócesis de Azúa e Iturgoyen cuando fue premiado con el
arzobispado de Santa Fe de Bogotá. El obispo de Concepción
Francisco José Marán opinaba que Tomás de Roa y Alarcón era
ignorante cuando su hermano le consiguió paradójicamente la
mitra que el ascenso de Marán al obispado de Santiago de Chile
dejó vacante. Ni siquiera siempre el mérito ratificaba la decisión
tomada al margen del sistema legal administrativo. José Antonio
Martínez de Aldunate era sin duda un hombre meritorio, pero no
fueron sus abundantes méritos los que le consiguieron la mitra de
Huamanga sino su tío Confesor de la Reina María Luisa.
Entonces: ¿estamos ante un sistema corrupto que trabaja al
margen de sus propias leyes? Estamos más bien dentro de un
sistema que seleccionaba en base a vínculos de carácter personal que
enmarcaban, controlaban y ratificaban los méritos atribuidos a los
pretendientes o candidatos por los agentes de la Monarquía desde
los reinos. Vínculos y méritos, propios o familiares, eran las dos
piezas claves de este sistema. Este buscó por todos los medios la
prueba de la verdad del mérito atribuido en el que finalmente nunca
confió por entero. Esto explica que se solicitaran tantos informes y
- 311 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
cartas, que se yuxtapusieran las atribuciones entre confesor,
camaristas y secretarios, que las relaciones de méritos indianas
tuvieran la exigencia de la presentación de testigos y se levantaran
en las audiencias, el máximo órgano de gobierno en las Indias,
convirtiéndose en un documento oficialmente probado.
Una carrera eclesiástica se construía a través de vínculos de
carácter personal. Necesitaba la base de los estudios requeridos,
pero para iniciarse y desarrollarse era indispensable el contacto con
el obispo que nombrara en los puestos claves de promotor fiscal o
provisor y vicario general que permitieran adquirir experiencia en
el gobierno de la diócesis. La decisión final de una carrera
eclesiástica no dependía de los obispos, pero si la inicial. En el
fondo los obispos, a través de estos apoyos en una carrera que
implicaban los nombramientos en la administración diocesana,
convirtieron a algunos individuos en episcopables participando en
la selección de la jerarquía eclesiástica apoyando u obstaculizando
carreras. Esto favoreció la perpetuación de algunas familias en el
episcopado: Alonso del Pozo y Silva apoyó la carrera de su sobrino
Manuel de Alday y éste la de su sobrino José Santiago Rodríguez
Zorrilla.
¿Cuál fue en definitiva el rol del Rey en este sistema? El Rey
era una pieza más del engranaje administrativo monárquico. Una
pieza que apareció abruptamente como sustituible a partir de la
invasión napoleónica en 1808. La prisión del Rey no afectó el
sistema de selección del personal administrativo y el gobierno de
las Indias que siguió funcionando exactamente igual. Vimos cómo
en 1809, en lo más álgido de la división del cabildo eclesiástico de
Santiago, Vicente Larraín y Juan Pablo Fretes acusaban a sus
contrincantes ante Benito Hermida, Secretario de Gracia y Justicia
de la Junta Central Gubernativa en Madrid, y pedían licencia para
viajar a la corte y exponer allí las disensiones internas. Solicitaban
que fueran puestas a la consideración y arbitraje de esta junta las
querellas internas del cabildo eclesiástico y sus disputas con las
otras instituciones de gobierno del reino. José Santiago Rodríguez
Zorrilla fue presentado obispo de Santiago por el Consejo de
Regencia en 1813. Hemos citado ejemplos al reconstruir la historia
de los cabildos eclesiásticos de Santiago y Concepción de
presentaciones posteriores a 1810 hechas por la Cámara de Indias.
Más allá de la efectividad de estas presentaciones y del
acatamiento en América de lo que decidían, lo que nos interesa
mostrar es que el sistema podía prescindir del Rey para seguir
administrando aunque necesitaba una cabeza, fuera ésta un consejo
o una junta, situada en España o en las Indias.
- 312 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
El papel del monarca en el sistema era sustituible por otra
cabeza que ejerciera las mismas funciones en relación con el
sistema administrativo. De hecho cuando el Rey desapareció,
durante el proceso independentista que se inició en América
surgieron organismos territoriales configurados con gobiernos
locales que reclamaron para sí mismos la función del Rey patrón
de la Iglesia. En Chile fueron los gobiernos de turno quienes
presentaron a los presbíteros en las vacancias que se producían en
los cabildos eclesiásticos. Quisiéramos aportar desde la perspectiva
de nuestro tema algunos elementos (no exclusivos) a considerar en
la configuración de estos organismos territoriales, en concreto de
Chile como un territorio definido que devino en un país con un
gobierno independiente de España y de sus vecinos. Nos referimos
a la vinculación administrativa y política con la Monarquía y a las
posibilidades de hacer carrera dentro de ella. La Monarquía
estructuró a lo largo de los tres siglos que duró el dominio español
en América una carrera eclesiástica que vinculaba geográficamente
entre sí a los diferentes reinos que la componían, integrándolos y
simultáneamente jerarquizándolos y estableciendo los criterios que
causaran los ascensos en una escala de cargos establecida. Por lo
tanto al hablar de carrera eclesiástica estamos directamente
situados en el sistema de gobierno y administración de la Iglesia
bajo el patronato real de la Monarquía española.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que las diócesis
chilenas era sufragáneas de la metropolitana Lima y que, en teoría,
se relacionaban ascendentemente entre sí en una carrera
eclesiástica. Si bien hubo obispos de las diócesis chilenas que
ascendieron al arzobispado de Lima, ninguno era nativo chileno.
Tampoco el cabildo eclesiástico de Lima fue el ascenso final de las
carreras de los prebendados chilenos, aunque si lo fue para otras
sufragáneas. Lima era la referencia eclesiástica en cuanto al
gobierno de la iglesia y el arzobispo era en relación a las
sufragáneas un consultor del Rey en materias eclesiásticas. Los
ascensos de las carreras eclesiásticas de los nativos chilenos que se
desarrollaban en el reino de Chile, por tanto, no incluyeron (salvo
dos excepciones) una culminación en las instituciones eclesiásticas
limeñas. Los chilenos que encontramos en el cabildo eclesiástico o
la Inquisición de Lima construyeron su carrera en esa
arquidiócesis.
La carrera prespiscopal de un prebendado se estructuraba de
una manera muy diferente si se pertenecía a una diócesis sufragánea
o a una metropolitana. En la carrera de Manuel Antonio Gómez
de Silva se ve palpablemente que cualquier dignidad del cabildo
- 313 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
eclesiástico de Lima era episcopable. Las diócesis americanas de
los siglos XVII y XVIII se poblaron de ex prebendados limeños.
En el caso de diócesis como las chilenas la carrera en el cabildo
eclesiástico era indispensable en cuanto a que entre los
prebendados se seleccionaba a los obispos, pero no se alcanzaba
una mitra por ser arcediano o deán de los coros de Santiago y
Concepción, sino por tener los contactos adecuados en Madrid. El
llegar a ser obispo no se vinculó en Chile a la pertenencia a un
cabildo eclesiástico local, sino a la pertenencia a una elite local.
Pero es a través de los listados de candidatos de la Cámara de
Indias que se puede ver este proceso, en las del siglo XVIII, por
ejemplo, todos los deanes de las catedrales sufragáneas de Lima
eran los candidatos directos a las mitras vacantes de cualquiera de
los obispados sufragáneos precisamente de esa metropolitana, pero
eso no significaba que un deán nativo chileno tuviera posibilidades
de ser obispo de Trujillo, Cuzco o Arequipa. Más aún, el ascenso
desde un deanato a un obispado sólo fue directo si antes se había
sido canónigo de oficio.
El análisis de los criterios de presentación regia de los
prebendados chilenos entre 1650 y 1810 nos permitió determinar
dos etapas bien diferenciadas de este proceso. En la primera, entre
1650 y 1700, la Monarquía relacionó ascendentemente entre sí a
los dos cabildos eclesiásticos del reino de Chile, otorgándole al
coro de Concepción el carácter de inicio de carrera para nativos de
los dos obispados chilenos, desde el que se ascendía al de
Santiago, cumbre y fin a la vez de una carrera eclesiástica limitada
estrictamente a las fronteras del reino. Pero era una localidad
determinada por la periferia y la distancia: una carrera en un
cabildo eclesiástico chileno no alcanzaba para ascender ni siquiera
a los coros de las otras sufragáneas. La localidad de la carrera
eclesiástica chilena se configuró en primer lugar frente a Lima y
sus otras sufragáneas, ya que los españoles veían como muy poco
atractivas las prebendas y obispados chilenos, aunque algunos
peninsulares fueron presentados por el Rey en los cabildos
eclesiásticos no tomaban posesión efectiva de sus plazas. A partir
de 1634 ninguno de los pocos eclesiástico presentados por el Rey a
los coros chilenos acudió desde España o Perú a tomar posesión de
sus prebendas. Los únicos foráneos fueron familiares de obispos
afincados en el reino. Las rebeliones indígenas reiteradas, la
despoblación, la pobreza y los desastres naturales provocaban el
efecto descrito entre peruanos y españoles. De ahí que la Monarquía
creara una relación de ascenso y fin en las carreras eclesiásticas
de los prebendados que apuntaba a la integración a nivel
local chileno. Los obispados quedaron afuera de esta escala de
- 314 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ascensos para los nativos del reino, nadie con carrera en los
cabildos eclesiásticos de Chile se convirtió en obispo en el siglo
XVII. El obispado de Concepción particularmente participó de este
proceso según lo muestran las largas sedes vacantes y los
gobiernos de vicarios capitulares y gobernadores del obispado. En
este período y en este contexto se visualiza con claridad la
problemática de la Monarquía para gobernar el imperio y hacerse
obedecer si no tenía en cuenta los requerimientos locales.
Hemos descrito cómo en Concepción en el último cuarto del
siglo XVII se desafió la autoridad real negándose a erigir la
canonjía magistral hasta que un nativo del obispado pudiera
obtenerla, cómo los prebendados nativos del obispado de Santiago
no tomaban posesión personalmente de su prebenda en el coro de
Concepción y cómo el obispo de Santiago negaba la colación a los
prebendados penquistas que ascendían al coro de Santiago. Este
proceso revela además el punto débil del gobierno y control del
imperio por parte de la Monarquía: la necesidad de encontrar
agentes leales que pusieran en ejecución sus órdenes. Este
conflicto por su desencadenamiento implicó una doble afirmación
local ante Santiago y ante la Monarquía: desde ese momento el
clero de Concepción entró con una identidad propia en el sistema
administrativo del patronato. En este caso la distancia con España,
el mal manejo de la información local en la Cámara de Indias y la
consecuente ignorancia de lo que pasaba, la aplicación de un
molde común de criterios de gobierno a las Indias, fueron
determinantes en la relación del cabildo eclesiástico de Concepción
con la Monarquía, ante la cual logró imponer sus condiciones. La
carrera eclesiástica estructurada de esta manera no sólo no produjo
la integración buscada por la Monarquía, sino que arraigó con más
fuerza localmente al clero secular de cada obispado. La localidad
de la carrera del reino configuró a la vez dos polos que, aunque
relacionados por la pertenencia a un ámbito político común frente a
Lima y España, se definieron y diferenciaron el uno frente al otro.
Los cabildos eclesiásticos de Santiago y Concepción se
convirtieron así en una expresión de las elites locales de cada zona.
La segunda etapa se desarrolló entre 1700 y 1810, la
Monarquía presentó a nativos de los dos obispado en los cabildos
eclesiásticos arraigando la Iglesia local en sus propias
instituciones, sin pretender aplicar otra vez la política del siglo
XVII de vincular entre sí a los dos cabildos eclesiásticos en una
relación de ascenso. Los pocos beneficios apetecibles del reino
acrecentaron la competencia de las familias de las elites
locales por su posesión. Este proceso a lo largo del
siglo XVIII acentuó la identidad propia de cada cabildo eclesiásti-
- 315 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
co en su aislamiento. El coro de Concepción se compuso de
prebendados provenientes de la propia diócesis, no hubo asimismo
pretendientes foráneos al reino, fundamentalmente fueron los curas
del obispado que ascendieron al coro después de una larga carrera
parroquial por los fuertes de la frontera indígena. Desde los curatos
del obispado, la mayoría de los futuros prebendados concluyeron
su carrera en el Sagrario de la catedral, que fue el beneficio
principal de ascenso hacia el cabildo eclesiástico. La mayoría de
los opositores a las canonjías de oficio fueron asimismo curas del
obispado, pudiendo entonces ascender al cabildo eclesiástico
también por esta vía. Los prebendados estudiaron además en el
Seminario local, donde la mayoría obtuvo un grado universitario.
Los obispos no seleccionaron indefectiblemente entre los
prebendados al provisor y vicario general, el cargo más alto de la
administración diocesana.
Lo que más destaca del cabildo eclesiástico de Santiago en el
siglo XVIII es la diversidad de su carrera precapitular.
Paulatinamente a lo largo del siglo se estrechó la relación entre la
ciudad de Santiago y su cabildo eclesiástico, a diferencia del siglo
XVII en que era posible ascender desde cualquier curato del
obispado a una prebenda, las tres parroquias de la capital del reino
se transformaron en los beneficios curados de acceso al coro
catedralicio. La relación se acentuó con el hecho de que la mayoría
de los prebendados fueron nativos de la ciudad de Santiago. La
Universidad profundizó esta relación al pactarse entre las
autoridades civiles y el cabildo eclesiástico una alternancia en el
rectorado, de manera que siempre un prebendado fue rector o
vicerrector de la Universidad de San Felipe. Pero la Universidad
cambió la carrera precapitular de los prebendados, que en la
segunda mitad del siglo XVIII incluyó la cátedra universitaria,
estrechándose la relación entre cátedras y canonjías de oficio,
constituyendo ésta una de las diferencias más notables entre la
carrera precapitular de un prebendado de Concepción y uno de
Santiago. A fines de ese siglo, pero más aún a comienzos del siglo
XIX, quien fuera el catedrático del Maestro de las Sentencias o de
Prima de Teología sería el canónigo magistral, mientras que el
catedrático de Prima de Leyes sería el doctoral. Los curas del
obispado vieron cerrarse paulatinamente la posibilidad de ascender
al cabildo eclesiástico oponiéndose a estas canonjías. Aumentó
entonces la competencia por los pocos beneficios por parte de los
muchos aspirantes, ahora doctores por la Universidad del reino.
Este proceso favoreció que las instituciones políticas, culturales y
eclesiásticas que vinculaban al reino con la Monarquía estuvieran
en las manos de las elites santiaguinas.
- 316 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Pero no sólo el cabildo eclesiástico se afianzó en la
Universidad a lo largo del siglo, sino que las dos instituciones
eclesiásticas directamente relacionadas con el Rey en la selección
de sus miembros, cabildo eclesiástico y obispado, asumieron la
representación de los intereses de la elite local junto con el cabildo
secular ante las otras instituciones de gobierno. El conflicto por el
contrabando que se realizaba en el reino y que lo sacudió entre
1725 y 1730 se amparó en el fuero eclesiástico mostrando que para
la elite local el control de las instituciones eclesiásticas, más que
un signo de privilegio y de honor, formaba parte del dominio y
control del reino frente a los agentes de la Monarquía y en
definitiva frente a la Monarquía misma. Como el sistema
institucional preveía el estallido de estos conflictos de jurisdicción,
que se desarrollaban irremediablemente si se dejaba que una elite
local participara del gobierno, contemplaba además el control de la
situación a través de la transposición de los mismos a una instancia
superior en la que el Rey tenía la última palabra, ya que el tribunal
de la Rota romano a partir de 1573 no tuvo más jurisdicción de
apelación sobre las causas eclesiásticas de las Indias. A través de
los recursos de fuerza se permitía apelar a las audiencias y
chancillerías reales a quienes se consideraran víctimas del exceso
de poder eclesiástico. La legislación entonces permitía la
transposición de los conflictos que involucraban a las elites a una
esfera en la que el Rey tenía el poder de decisión actuando como
árbitro entre las partes. Para una elite entonces el posesionamiento
en la jurisdicción civil y eclesiástica era fundamental para
permanecer y conquistar el control del propio reino, para lo cual
era indispensable la relación con el Rey y los mediadores hacia él.
El fenómeno tenía una dimensión central en la organización
política del Antiguo Régimen ya que permitía determinar la
posición política y social de cada uno. En este contexto se
comprende la necesidad para una elite local de estar inserta en la
más alta jerarquía de la jurisdicción eclesiástica.
Los enfrentamientos familiares y personales en el seno de las
instituciones y por el control de ellas muestran que a fines de la
época colonial la elite chilena estaba profundamente dividida en
facciones insertas en las diferentes instituciones civiles y
eclesiásticas. La profunda división que se fue gestando en el
cabildo eclesiástico a lo largo de la primera década del siglo
XIX muestra que los enfrentamientos se producían por el
control de la institución con el fin de poner al servicio de la
facciones la jurisdicción del cabildo eclesiástico y sus
recursos materiales. Para las familias de las elites se transformó
en un imperativo el estar ampliamente representados en la
- 317 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
vida corporativa: en la iglesia, en la universidad, en la Audiencia,
en el cabildo secular.
Esta característica de la elite explicaría la complejidad de las
carreras de los prebendados del cabildo eclesiástico de Santiago
del siglo XVIII, donde se conjugaba la actuación en diferentes
instituciones desde las cuales se entablaba la relación con los
mediadores hacia el Rey. En este contexto, estar en condiciones de
relacionarse con la Monarquía en múltiples formas aparece como
fundamental, ya que era el Rey el árbitro exterior necesario al que
había que recurrir para poder subsistir en la lucha de intereses
familiares que entrecruzaba entre sí a las instituciones locales. La
estructuración de este proceso implicaba el control de los canales
de comunicación exteriores del reino de una forma totalmente
autónoma, lo que fue sin duda configurando una acción política
ligada a las elites locales desde el territorio que controlaban. En el
siglo XVIII fueron chilenas las redes de relaciones de familia,
amistad, paisanaje y patronazgoclientela que se tendieron por
canales también chilenos hacia los mediadores al Rey: confesor,
camaristas y secretarios. Eran chilenos los podatarios de las
instituciones locales controladas por las elites: cabildo eclesiástico,
cabildo secular, universidad, que llevaron los intereses del reino a
ser gestionados ante la Cámara de Indias. Algunas familias incluso
mantenían un miembro que velaba por los intereses propios en la
península y por las carreras de todo el clan: Francisco García
Huidobro, el duque de San Carlos. Desde la óptica de las elites
locales, así como la posesión de los obispados significó uno de los
medios de la integración al gobierno de la Monarquía, el
mantenerse en esa posesión era también uno de los signos de
control del gobierno del territorio.
Las familias de la elite necesitaban renovar generación tras
generación este anclaje en la jurisdicción eclesiástica que permitía
la permanencia en el control del reino, de ahí el designio en cada
generación de varios hijos para el clero secular quienes, protegidos
por los tíos obispos o canónigos, desarrollaban una carrera
eclesiástica que les posibilitara poseer las condiciones objetivas
requeridas desde la Iglesia y la Monarquía como para aspirar a
prebendas y mitras. Un elemento fundamental de este proceso era
el de colocar en las instituciones de acceso real miembros que
recomendaran y aseguraran los contactos con la Monarquía
indispensables para asegurar los nombramientos. En síntesis, había
que relacionarse con el Rey por medio de la presencia permanente
en las instituciones. Como vimos en el caso de la familia Aldunate,
el ascenso de Rafael Muzquiz de Aldunate al cargo de confesor de
- 318 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
la Reina María Luisa en 1795 significó el ascenso de toda la
familia.
El linaje familiar, su sostenimiento y desarrollo, fueron
entonces determinantes en la elección de estado para cada uno de
sus miembros. Simultáneamente, la sociedad del Antiguo Régimen
atribuyó al sacerdote secular el rol de cabeza de familia en quien
recaía la responsabilidad del mantenimiento y dotación de sus
hermanos y sobrinos para tomar estado. La Iglesia desarrolló frente
a esta ofensiva invasora de la propia jurisdicción por la jurisdicción
familiar la teología de la vocación que tendió a controlar el ingreso
al estado eclesiástico. El concilio de Trento reglamentó las edades
para recibir las órdenes menores y mayores, los estudios que se
exigirían y la evaluación de la calidad de vida. Pero fue en las
diócesis donde se elaboraron los criterios de discernimiento ajenos
al candidato para discernir su incorporación al clero,
fundamentalmente a través del informe de los párrocos y de la
elaboración de la relación de vita et moribus. Un elemento más a
considerar sobre la revalorización del poder episcopal puesto en
marcha por el concilio de Trento, fue el papel fundamental que
desempeñaron los obispos apoyando o tomando la iniciativa de
promover carreras eclesiásticas asegurando entonces la
reproducción del episcopado en torno a ellos mismos.
Consideramos también este elemento estratégico como
fundamental a la hora de evaluar la presencia de miembros de una
elite en la jerarquía eclesiástica y la continuidad familiar en los
cabildos eclesiásticos y en los obispados.
Nos encontramos, en definitiva, ante el orden moral sobre el
que descansaba el imperio: la relación entre las elites y el Rey
incluyó un constante intercambio de fidelidades, obediencia,
favores, que se ponían en juego en cada presentación, a cambio de
que las elites asegurasen la gobernabilidad del país
incorporándolas al gobierno. Por eso un elemento central a
demostrar por un candidato a una vacancia eclesiástica era la
fidelidad familiar al Rey, que se remuneraba generación tras
generación premiando en los nuevos miembros los méritos
familiares. En definitiva, la comprensión del ejercicio del patronato
real se sitúa en la relación de las elites territoriales con la
Monarquía. Consecuentemente la estructura de carrera ascendente
que ésta le dio a la administración civil y eclesiástica y la integración
territorial que se buscaba, vinculó a las elites a un espacio geográfico
delimitado por la estructura de esa carrera y las dotó, también según
esa estructura, del control de una acción política que les permitiera
vincularse con la Monarquía a la par de la conquista de
los puestos políticos y eclesiásticos locales. A lo largo de los tres
- 319 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
siglos de duración del imperio español esta relación administrativa
que se estableció paulatinamente fue configurando un espacio
geográfico con sociedades vinculadas entre sí y otras replegada
sobre sí mismas. La relación entre las elites y la Monarquía,
sustento del control imperial, las arraigó en un territorio desde el
cual ejercieron su acción política.
Si bien los obispados de Santiago y Concepción eran
sufragáneos de la sede metropolitana de Lima, no se produjeron
más que ascensos excepcionales entre estas dos sufragáneas y
Lima, aunque en los listados de candidatos de la Cámara de Indias
se contemplaba la posibilidad. Pero sí era posible iniciar una
carrera en los cabildos eclesiásticos de otras diócesis sufragáneas
como Trujillo, Cuzco, Arequipa, Huamanga que desembocara
ascendentemente en Lima. La localidad en la composición de los
cabildos eclesiásticos chilenos, la posibilidad de hacer carrera para
el clero local sólo en ellos, provocó a la larga la conformación a
nivel local de una identidad propia y definida que podemos
denominar chilena.
Se configuraron además sociedades locales autónomas en los
límites geográficos del reino centradas en sus propias instituciones
que entablaron sus propias redes de relación con la Monarquía a
través de las cuales estructuraron su también propia acción
política. 23 Hemos puesto dentro de este contexto los lazos
interpersonales que pudimos determinar a través de nuestra
investigación, lo que nos ha permitido establecer que la relación
entre el clero secular y el Rey fue un elemento constitutivo de las
elites chilenas. Pero esta relación clientelar que se constituyó para
mantener el vínculo de dependencia entre la Monarquía y el clero
secular a lo largo de los siglos de dominio español de América
colaboró en la configuración de un organismo a la larga nacional
como lo demostraron los acontecimientos políticos que se iniciaron
en 1810, en los cuales emergió el otrora reino de Chile
considerándose a sí mismo autónomo y ejerciendo una acción
política propia frente a los territorios vecinos. El estudio de la
carrera eclesiástica nos sitúa, por lo tanto, en una etapa de la
construcción de la identidad chilena.
23 Sobre los nuevos enfoques y la proyección actual de la temática de la
relación entre límites administrativos bajo el dominio español y límites
geográficos de las naciones estados americanas del siglo XIX ver Garavaglia,
Juan C., “Frontières des Amériques ibériques”, en: Annales, Histoire, Sciences
Sociales, vol. 58, N° 5, Éditions de l’École des Hautes Études en Sciences
Sociales, París, pp. 1041-1048, septembre-octubre 2003.
- 320 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
José María Imízcoz, en sus estudios sobre la inserción de las
elites vascas y navarras en la Monarquía española, destaca que
desde fines del siglo XVII éstas colocaban a sus hijos en carreras
dentro del ámbito político y económico de la Monarquía. Según
Imizcoz este elemento fue fundamental en el proceso histórico a
través del cual una comunidad local se integró en un conjunto
superior que a la larga se denominó nación. 24 También José
Álvarez Junco 25 destaca la formación de una cierta identidad
colectiva española que se manifiesta en 1808 durante la guerra
contra los invasores franceses, de la que debe buscarse su origen en
los siglos precedentes a la era de las naciones. Se trata de una
identidad española que no debe confundirse con la identidad
nacional española, siendo más adecuado hablar de un patriotismo
étnico que Álvarez Junco define como: “la adhesión a un grupo
humano que se cree dotado de identidad propia y se va empezando
a confundir con la estructura política de la Monarquía”. En España,
a comienzos del siglo XIX, el patriotismo étnico da lugar a otro
plenamente nacional. En la misma línea, Jacques Barbier considera
que política, social y económicamente la república de Chile fue
forjada en el siglo XVIII. 26
La autonomía chilena se consolidó durante la segunda mitad
del siglo XVIII con el establecimiento en el marco de las reformas
borbónicas de nuevas instituciones en el reino: la Contaduría
Mayor en 1768, el Tribunal del Consulado en 1795 y el Tribunal
de Minería en 1802. 27 Los comerciantes chilenos se constituyeron
en un cuerpo colegiado y dirimieron sus litigios sin recurrir a
Lima. Los asuntos mineros también se dirimían en tribunales
locales y el mineral se vendía desde Santiago. La Contaduría
especialmente fue establecida con el fin de aumentar la
recaudación de impuestos, la alcabala desde 1776 estuvo bajo la
supervisión de la Corona y se reintrodujo el estanco de tabaco.
Gran parte de estos ingresos se emplearon en Chile en los gastos de
administración, obras públicas y milicias.
La Monarquía consolidó este proceso con otras medidas
administrativas y comerciales que produjeron este efecto aunque sin
proponérselo. La creación del virreinato del Río de la Plata en 1776 y la
24 Imizcoz, José M., “De la comunidad a la nación: élites locales, carreras y
redes en la España moderna (siglos XVII-XIX)”, en: Imizcoz, José M., (dir.),
Elites, poder y red social..., op. cit.., p. 195.
25 Alvarez Junco, José, Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX,
Taurus, Madrid, pp. 62 y ss., 2001.
26 Jacques Barbier, Ibidem, introducción.
27 Silva Vargas, Fernando, “Perú y Chile...”, op. cit.., pp. 147-225.
- 321 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
liberalización del comercio en 1778 situaron a Chile en una
posición intermedia entre Buenos Aires y Lima. La ordenanza de
Intendentes de 1786 descentralizó la administración del reino con
respecto a los virreyes y acentuó aún más la vinculación directa
con la Monarquía. Pero la medida política más determinante en
esta línea vino dada por la erección de Chile al rango de capitanía
general en 1798 con la consecuente prohibición impuesta a Lima
de intervenir en los asuntos chilenos. La intendencia de
Concepción se convirtió se convirtió en la primera plaza militar de
la capitanía general 28 y era la llave del comercio del sur de Chile.
La fundación de numerosas ciudades en el interior de la Araucanía
le habían quitado a Concepción el carácter de ciudad límite con la
frontera indígena. Probablemente las bases políticas, económicas y
sociales de las elites penquistas que se manifestaron en el proceso
independentista se pusieron en esta época. 29
El proceso de incorporación de chilenos en la Audiencia y los
obispados recomenzó en la década de 1790. En 1794 José Santiago
Concha fue nombrado oidor de la Audiencia de Santiago, llegando
a ser en 1801 presidente de la Audiencia interino. En 1806 fue
ascendido a la Audiencia de Lima. En 1794 era presentado al
obispado de Concepción Tomás de Roa y Alarcón. La familia
Aldunate reconquistó posiciones perdidas gracias a su tío
arzobispo de Santiago de Compostela, Confesor de la Reina en
1795. En 1795 José Santiago de Aldunate Guerrero fue nombrado
oidor supernumerario de la Audiencia de Santiago de Chile, en
1797 fue fiscal interino, en 1798 finalmente oidor de número. En
1804 José Antonio Martínez de Aldunate fue presentado a la mitra
de Huamanga y en 1809 a la de Santiago de Chile. Nuevamente la
familia Aldunate estaba posesionada en los puestos más altos de
las jurisdicciones civil y eclesiástica dentro del reino de Chile.
En verdad el control del reino por parte de las elites locales
incluía el juego político de pocos actores, parientes entre sí, aquellos
que habían tomado la iniciativa de entrar en contacto directo con la
Monarquía y dado el salto de financiar las instituciones políticas y
28 Feliú Cruz, Guillermo, “Estudios históricos. Concepción a fines del siglo
XVIII”, en: Revista Chilena de Historia y Geografía, vol. 35, Sociedad Chilena
de Historia y Geografía, Santiago, p. 420, 1920.
29 La historiografía chilena se debe a sí misma un estudio de las élites de
Concepción de los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, el estudio de la
composición familiar de las élites ha sido ya iniciado por Opazo Maturana,
Gustavo, Familias del antiguo obispado de Concepción 1551-1900, Editorial
Zamorano Caperán, Santiago, 275 pp., 1957.
- 322 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
económicas que les permitieran afianzarse en dicho control por
medio de una desvinculación limeña. Mantener esta posición a lo
largo de varias décadas incluyó impedir que otras familias de la
elite penetraran las instituciones que ellos habían financiado.
Probablemente este elemento haya sido la lucha de fondo entre las
facciones de la elite chilena. De hecho, en la disputa por el control
del obispado y del cabildo eclesiástico de la primera década del
siglo XIX, los enfrentamientos familiares (Larraín vs. Martínez
Aldunate) remiten a la presencia de las dos familias en diferentes
instituciones del gobierno del reino. Los Larrain afincados en el
cabildo secular y los Martínez Aldunate en instituciones políticas y
eclesiásticas chilenas cuyo acceso controlaba el monarca.
El orden moral que hemos descrito sobre el que se sustentaba
el control del imperio, se quebró bruscamente con la invasión
napoleónica de 1808 y la instalación en el trono de España de José
Bonaparte, cuyo gobierno fue considerado ilegítimo. Se inició el
proceso tan conocido de erección de juntas locales de gobierno en
los reinos de la Monarquía, puntapié inicial de la emancipación de
España. Emergieron entonces en los otrora vastos territorios del
imperio español organismos territoriales configurados y definidos.
Chile fue uno de ellos. Como la causa realista se centró en
Sudamérica en torno al virreinato de Lima, las circunstancias
sintetizaron en un único frente realista-limeño los dos vínculos que
habían sujetado al reino de Chile y lo habían replegado sobre sí
mismo. Si las elites chilenas del siglo XVIII habían adquirido
autonomía económica y política al relacionarse por sí mismas con
la Monarquía española, el desafío de quienes levantaban las
banderas de la independencia era emancipar esa autonomía del
control hispano limeño.
En el proceso de la crisis de 1810 no resulta extraño encontrar
a los resentidos del sistema político en el bando patriota y a los
beneficiarios en el realista. Aunque esta afirmación general no
debe tomarse como una regla inquebrantable porque lo que
determinó la posición política a adoptar ante la desaparición del
Rey árbitro fue la lucha por quien lo reemplazaría. Las fidelidades
o infidelidades a la Corona tienen que entenderse no sólo como un
aferrarse al orden político existente o querer cambiarlo, sino
también en la línea de heredar la posición del Rey en el sistema
político. Para la elite local un estado chileno, sin Rey, era
perfectamente posible de considerar. De hecho, la historiografía
chilena se muestra unánime al afirmar que el principal
actor del proceso de independencia chileno fue justamente
la elite dirigente, formada bajo el sistema de gobierno espa-
- 323 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ñol. A diferencia de lo que señala Alfredo Jocelyn-Holt hemos
visto cómo esta elite no se erigió en un poder paralelo a la
Corona, 30 sino que la Corona gobernaba y mantenía el control del
imperio con las elites locales.
Todo indica que durante el siglo XVIII la elite gobernante
chilena controlaba el reino y estaba capacitada para asumir una
función nueva en el estado chileno sucesor de la Monarquía. 31 El
18 de septiembre de 1810 dos miembros de la elite encabezaron el
nuevo gobierno, Mateo Toro y Zambrano, presidente de la Junta de
Gobierno, y José Antonio Martínez de Aldunate, vicepresidente y
obispo de Santiago electo, quien se encontraba en las afueras de la
ciudad de Santiago postrado prácticamente de muerte. 32 Ahora, las
viejas manos que contribuyeron a desatar el lazo limeño del reino
de Chile vinculándolo directamente con la Monarquía, firmaban la
fidelidad a Fernando VII, establecían un cuerpo de milicias con el
fin de evitar una intervención armada española desde el virreinato
del Perú, intercambiaban emisarios con la junta de gobierno de
Buenos Aires e implantaba el libre comercio. En este contexto, en
el planteo de la Iglesia como institución ante el proceso
independentista, 33 habrá que incluir y evaluar la actitud de los
obispos americanos teniendo en cuenta las relaciones familiares
con la Monarquía. También en Concepción el proceso
independentista no trastocó la estructura de la sociedad a la que
Fernando Campos Harriet caracteriza como formada
por clanes parentales con derivaciones políticas que se
manifestaron precisamente en ese proceso: “La postura política de-
30 Jocelyn-Holt Letelier, Alfredo, La independencia de Chile. Tradición,
modernización
y mito, Mapfre, Madrid, p. 35, 1992. El autor sintetiza en este libro todas las
explicaciones sobre el proceso de la independencia de la historiografía
chilena contemporánea a los hechos y hasta la actualidad. Nos hemos
guiado por esta síntesis en la inserción de nuestras propias conclusiones en
el proceso independentista.
31 Cfr. Bravo Lira, Bernardino, “Monarquía y Estado en Chile”, en: Boletín de
la Academia Chilena de la Historia, N° 96, Editorial Universitaria, Santiago,
pp. 36 y ss., 1985.
32 José Antonio Martínez de Aldunate recién en diciembre de 1810 tomó
posesión por procurador de la diócesis, y nunca personalmente. Murió en
abril de 1811. Cfr. González Echenique, Javier , “José Antonio Martínez de
Aldunate”, en: Oviedo Cavada, Carlos (dir), Episcopologio chileno..., op. cit.,
tomo IV, p. 609.
33 Como lo hace Lynch, John, “La Iglesia y la Independencia
Hispanoamericana”, en: Borges, Pedro, (dir.), Historia de la Iglesia..., op. cit.,
tomo 1, p. 822.
- 324 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
riva muchas veces de la ligazón familiar”. 34 Entre las familias del
bando realista se habían concentraron dos títulos de Castilla, uno
de ellos con Grandeza de España, el ducado de San Carlos
(Carvajal Vargas, Roa y Alarcón). Fueron realistas también las
familias que vivían en sus estancias fuera de los límites de la
ciudad de Concepción, como los Urrejola, Unzueta, Rioseco.
Mientras que los clanes familiares establecidos en las ciudades de
la bahía de Concepción se manifestaron como patriotas durante la
independencia, nos referimos a los Urrutia, Rozas, Benavides,
Serrano Alfaro y Prieto Vial. Este último clan dio al estado chileno
durante el siglo XIX dos presidentes, ministros, congresales y
magistrados.
Por otra parte, el estado chileno enfrentó la vida independiente
configurado geográficamente, sin las dificultades que
experimentaron otros estados vecinos en los que el proceso de
consolidación se inició con un enfrentamiento por constituirse en
un centro hegemónico. El territorio chileno era pequeño y fácil de
manejar. 35 La configuración territorial que se definió a fines del
siglo XVIII perduró hasta la guerra con Perú y Bolivia de 1879.
Después de 1810 la disputa por el patronato eclesiástico en los
territorios del antiguo imperio español se desarrolló entre Madrid,
Roma y los gobiernos de los países americanos. Madrid no reconocía la
independencia de varios países americanos a los que seguía
considerando como rebeldes. Roma se negaba a enemistarse con el Rey
de España y por consiguiente a entablar relaciones diplomáticas con
rebeldes y a nombrar a los eclesiásticos que los gobiernos republicanos
presentaban para los obispados. 36 La situación llegó a ser extrema en
México donde después de la muerte del obispo de Puebla
en 1826 no hubo obispos hasta 1831 cuando Roma reconoció a los
34 Campos Harriet, Fernando, “Concepción y su historia”, en: Boletín de la
Academia Chilena de la Historia, vol. 83-84, Imprenta Camilo Henríquez
Ltda., Santiago, p. 58 y ss., 1970, desarrolla el tema de las adhesiones
familiares a la independencia de Chile basado en los clanes familiares
establecidos por Gustavo Opazo Maturana.
35 Vicuña Mackenna, Carlos, “El territorio de Chile. El “uti possidetis de
1810”, en: Revista Chilena de Historia y Geografía, vol. 14, Sociedad Chilena
de Historia y Geografía, Santiago, pp. 148-158, 1915.
36 Sobre esta controversia ver Hanisch, Walter, SJ, “La preconización de los
obispos de América en 1827 y la actitud de la corte española”, en: Boletín de
la Academia Chilena de la Historia, N° 94, Editorial Universitaria, Santiago,
pp. 299-324, 1983.
- 325 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
que habían sido presentados por el gobierno. 37 A partir de 1825
Roma solucionó provisoriamente el problema consagrando obispos
in partibus infidelibus a clérigos americanos, quienes gobernaron
las diócesis con el cargo de vicario apostólico. 38 La diócesis de
Santiago de Chile a partir de 1829 fue gobernada por Manuel
Vicuña quien se desempeñó como vicario apostólico administrador
del obispado. 39
En Chile durante el siglo XIX el gobierno ejerció el patronato
eclesiástico 40 presentando a los obispos, prebendados y párrocos
hasta la separación entre la Iglesia y el Estado que se acordó en
1925 entre el presidente Arturo Alessandri y el secretario de estado
del Vaticano. A largo plazo se centralizó en Roma la designación
de los obispos para todas las diócesis del mundo católico. Cinco
siglos después de las concesiones papales del patronato eclesiástico
en los territorios americanos al Rey de España, la Iglesia romana
retomaba lo concedido centralizando en la figura del Papa el
gobierno de la Iglesia universal a través del nombramiento de los
obispos.
37 Lynch, John, “La Iglesia y la Independencia Hispanoamericana”, en:
Borges, Pedro (dir.), Ibidem, tomo 1, p. 31.
38 Para una síntesis global de esta problemática, recomendamos la lectura
de Amores, Juan B., “Iglesia y estado en Latinoamérica en el siglo XIX”, en:
García Fernández, Ernesto, (ed.), El poder en Europa y América: mitos,
tópicos y realidades, Servicio Editorial del País Vasco, Vitoria, p. 239, 2001.
39 Bravo Lira, Bernardino, “José Santiago Rodríguez Zorrilla”, en: Oviedo
Cavada, Carlos (dir.), Episcopologio chileno..., op. cit., tomo III, p. 281.
40 Vergara Quiroz, Sergio, “Iglesia y Estado en Chile...”, op. cit. También
González Echenique, Javier, “Don Rafael Valentín Valdivieso y el gobierno de
los electos”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 107,
Impresos Universitaria, Santiago, pp. 107-141, 1997, el autor recuerda
incluso que en 1845 el presbítero Valentín Valdivieso fue presentado por el
gobierno de Chile al Sumo Pontífice para el arzobispado de Santiago.
Valdivieso tomó posesión de la diócesis antes de ser consagrado obispo y
antes de la designación papal.
- 326 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadros de las provisiones de las prebendas del coro
de Santiago de Chile entre 1650 y 1820
aproximadamente
- 327 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 2
Provisión de las canonjías de merced del cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile según fueran o no consultadas por la
Cámara de Indias, 1657-1816
- 328 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 3
Provisión de la tesorería del cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile según fuera o no consultada
por la Cámara de Indias, 1650-1816
- 329 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 4
Provisión de la mastrescolía del cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile según fuera o no consultada
por la Cámara de Indias, 1653-1804
- 330 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 5
Provisión de la chantría del cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile según fuera o no consultada
por la Cámara de Indias, 1650-1804
- 331 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 6
Provisión del arcedianato del cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile según fuera o no consultado por la
Cámara de Indias, 1662-1816
- 332 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 7
Provisión del deanato del cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile según fuera o no consultado
por la Cámara de Indias, 1664-1816
- 333 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 334 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Anexo 2
Cuadros de las provisiones de las prebendas del coro
de Concepción de Chile entre 1650 y 1820
aproximadame
- 335 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 9
Provisión del arcedianato del cabildo eclesiástico de
Concepción según fueran o no consultado
por la Cámara de Indias, 1651-1805
- 336 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 10
Provisión del deanato del cabildo eclesiástico de
Concepción según fueran o no consultado
por la Cámara de Indias, 1651-1805
- 337 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 338 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Anexo 3
Cuadros de las provisiones de los obispados de
Santiago de Chile y Concepción entre 1650 y 1820
aproximadamente
Cuadro 11
Provisión del obispado de Santiago de Chile
según
fuer
a o no consultado por la Cámara de Indias, 1653-1812
- 339 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Cuadro 12
Provisión del obispado de Concepción según fuera o no consultado por
la Cámara de Indias, 1664-1806
- 340 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Anexo 4
Prebendados de la catedral de Concepción de Chile
entre 1650 y 1810
Para facilitar la comprensión del texto de las carreras optamos por
poner el año del ascenso, la prebenda y el lugar de la siguiente
manera: deán de Concepción, en vez de la frase más explicativa:
deán del cabildo eclesiástico de Concepción. Se especifica el coro
de la prebenda al momento de incorporarse al cabildo eclesiástico,
sin repetirlo en los ascensos posteriores del mismo coro,
correspondiendo las fechas a la presentación regia. Si no figura
lugar de nacimiento, fecha de ordenación, grado universitario y
año de muerte es porque no se conoce. Cuando una fecha no es
exacta se la señala con un asterisco (*), significando que el
ejercicio del cargo pudo haber comenzado en esa fecha o antes.
Los cargos administrativos corresponden todos al obispado de
Concepción, se especificará el lugar en caso necesario.
1) ABOY FONTELA, Andrés. Fichoz N° 100000. 1738,
nacimiento en Padrón (España). 1763, familiar de Pedro Ángel de
Espiñeira, obispo de Concepción. 1765, ordenación sacerdotal.
1767, cura del Sagrario, suplente. 1776, teniente cura del Sagrario.
1777, capellán y ecónomo de palacio de Pedro Ángel de Espiñeira,
obispo de Concepción. 1777, cura de la Mochita. 1795, cura del
Sagrario, 1796, rector del Seminario. 1804, canónigo de
Concepción. 1821, muerte.
2) ALVAREZ DE TOLEDO, Francisco. Fichoz N° 100674.
1615*, nacimiento en Chile. 1643, visitador general del obispado
de Concepción y cura interino del Sagrario de la catedral de
Concepción. 1655, canónigo de Concepción. 1657, canónigo de
Santa Cruz de la Sierra. 1659, gobernador del obispado de Santa
Cruz de la Sierra. 1669, deán de Santa Cruz de la Sierra.
3) ANDRADE BOHÓRQUEZ, Salvador. Fichoz N° 100012.
1758, nacimiento en Concepción. 1781, cura de Penco. 1786, cura
de Ninhue. 1791, cura del Sagrario de Concepción. 1795, canónigo
de Concepción. 1805, vicario capitular. 1806, arcediano. 1813,
miembro de la Junta Provincial de Gobierno de Concepción.
4) ARANCIAGA, Gregorio. Fichoz N° 100014. Nacimiento en Concepción.
1713*, cura del Sagrario de Concepción. 1717, cura de Nacimiento y del
- 341 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
fuerte de Santa Fe. 1720, cura de Perquilauquén. 1726, cura de
Chillán. 1738, canónigo de Concepción. 1748, muerte.
5) ARECHAVALA OLAVARRIA, Gregorio. Fichoz N° 100015.
1731, nacimiento en Concepción. 1756, doctor en ambos derechos
por la Universidad de San Felipe. 1758, ordenación sacerdotal en
Santiago de Chile. 1758, asesor en lo civil de Manuel Amat,
gobernador de Chile. 1758, cura del Sagrario de Concepción. 1758-
1760, visitador general. 1760, vicario capitular. 1763, provisor y
vicario general. 1772, gobernador del obispado. 1778, vicario
capitular. 1778, canónigo penitenciario de Concepción.
6) ARIAS UMAÑA, Rodrigo. Fichoz N° 100607. 1607, nacimiento
en Concepción. 1648* maestro en teología. 1648*, cura de Arauco,
obispado de Concepción. 1648*, visitador general. 1648, arcediano
de Concepción. 1651, deán. 1652, provisor y vicario general. 1652,
vicario capitular. 1663, tesorero de Santiago de Chile. 1663,
maestrescuela. 1664, chantre. 1667, deán. 1667, muerte.
7) ARMIJO Y PALMA, Lorenzo. Fichoz N° 100025. 1600*,
nacimiento en Angol. 1626-1659, cura en doctrinas de indios en el
obispado de Santiago de Chile. 1659, visitador general del obispado
de Santiago de Chile. 1677, canónigo de Concepción. 1678,
arcediano. 1681, muerte. 1681, deán. 1681, canónigo de Santiago.
8) ARTAÑO, Pedro. Fichoz N° 100636. Nacimiento en Chile.
1620*, cura de Arauco, obispado de Concepción. 1623* cura de
Perquilauquén. 1623, cura del Sagrario. 1634, canónigo de
Concepción. 1645, tesorero de Santiago de Chile. 1646,
maestrescuela. 1653, chantre. 1657, muerte.
9) BARRA Y ALFARO, Francisco. Fichoz N° 100052. 1655*,
nacimiento en Concepción. 1681, cura interino del Sagrario de
Concepción. 1684, doctor en teología por el colegio máximo de San
Miguel de Santiago de Chile. 1690*, provisor y vicario general.
1690, cura del Sagrario. 1700, muerte. 1700, canónigo magistral de
la catedral de Concepción.
10) BARRA MANRIQUE, Tomás. Fichoz N° 100057. 1706,
nacimiento en Concepción. 1730, doctor en teología por el
Seminario de Concepción. 1738, promotor fiscal. 1740, cura de
indios. 1744, canónigo magistral de Concepción. 1746, provisor y
vicario general. 1774, arcediano. 1778, muerte.
11) BELMAR, José. Fichoz N° 100110. Nacimiento en Chile.
1722*, maestro en teología. 1722, cura de Chillán interino. 1727,
cura de Perquilauquén. 1749, canónigo de Concepción. 1760,
muerte.
12) BRAVO Y TOLEDO, Fernando. Fichoz N° 102559. 1620*,
nacimiento en Santiago de Chile. 1641*, Doctor en Teología. 1641*,
cura de Aculeo. 1647, cura de San Saturnino. 1662, cura del
Sagrario. 1674, arcediano de la catedral de Concepción. 1677,
canónigo de Santiago de Chile. 1681, muerte.
- 342 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
13) CAMUS, Pedro. Fichoz N° 100359. 1638, nacimiento en
Concepción. 1662, doctor en ambos derechos por la Universidad de
San Marcos de Lima y abogado por la Audiencia de Lima. 1667, cura
de Chillán. 1668, visitador general del obispado de Concepción. 1679,
provisor y vicario general. 1685, arcediano de Concepción. 1695,
deán. 1699, canónigo de Santiago de Chile,
no aceptó. 1708, muerte.
14) CAREAGA ELOSU, Pedro. Fichoz N° 100744. 1606,
nacimiento en Concepción. 1632, maestro en teología por la
Universidad Santo Tomás de Santiago de Chile. 1632, capellán mayor
del ejército de Concepción. 1648*, canónigo interino de Concepción.
1648*, cura de Chillán. 1648*, cura del Sagrario. 1648, canónigo de
Santiago de Chile. 1650, visitador general del obispado de Santiago
de Chile. 1661, maestrescuela. 1662, chantre. 1663, arcediano. 1668,
deán. 1668, muerte.
15) DIEZ HIDALGO, Gaspar. Fichoz N° 107119. 1640*, nacimiento
en Chile. 1660*, doctor en teología. 1664, canónigo de Concepción.
1665, canónigo de Santiago de Chile.
16) ECHEANDIA, Juan Ángel. Fichoz N° 100164. 1669, nacimiento
en Concepción. 1695*, doctor en teología. 1712*, cura de Chillán.
1714, canónigo magistral de Concepción. 1727-1731, provisor y
vicario general. 1728, arcediano. 1732, deán. 1735, muerte.
17) EGAÑA, Gabriel. Fichoz N° 100540. 1739, nacimiento en La
Serena. 1772, alcalde de La Serena. 1770*, bachiller en cánones por
la Universidad de San Marcos de Lima. 1776, ordenación sacerdotal.
1781, doctor en ambos derechos por la Universidad de San Felipe.
1789, abogado por la Audiencia de Santiago de Chile. 1790,
catedrático de Prima de Cánones en la Universidad de San Felipe.
1793, canónigo de Concepción, no tomó posesión por enfermedad.
1795, permuta con Mariano Roa su canonjía en Concepción por una
ración en el coro de Santiago, aceptada por el Consejo de Indias.
1795, muerte.
18) ESPINOZA, Antonio. Fichoz N° 100200. 1622, nacimiento en
Concepción. 1645, ordenación sacerdotal. 1651*, cura de San
Cristóbal. 1651, cura del Sagrario. 1659, canónigo interino de la
catedral de Concepción. 1673, canónigo de Concepción.
19) FLORES Y VALDES, José. Fichoz N° 100660. Nacimiento en
Chile. 1680*, maestro en teología. 1697*, cura del Sagrario. 1701*,
provisor y vicario general. 1701, visitador general. 1709, canónigo de
Concepción. 1712, arcediano. 1728, deán. 1730, muerte.
20) GARCÍA FERNÁNDEZ, Julián. Fichoz N° 100596. 1692,
nacimiento en Vara del Rey (España). 1723, pasa a Chile como
secretario de Francisco Escandón, obispo de Concepción. 1726,
canónigo de Concepción, no tomó posesión. 1736, canónigo de
Concepción, no tomó posesión. 1737, cura de San Marcelo en Lima.
- 343 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
21) GÓMEZ DE OSORIO Y RIVADENEIRA, Juan. Fichoz N°
102512. 1620*, nacimiento en Chile.1651*, presbítero en el obispado
de Concepción. 1651, canónigo de Concepción. 1663, arcediano.
1667, deán. 1668, muerte.
22) GUZMÁN Y PERALTA, Juan. Fichoz N° 100338. 1706,
nacimiento en Concepción. 1731*, doctor en teología por el
Seminario de Concepción. 1734, canónigo magistral de Concepción.
1735-1743 provisor y vicario general. 1736, arcediano. 1736, deán.
1743 vicario capitular. 1744, provisor y vicario general. 1789, muerte.
23) LEA PLAZA ESCOBAR, Pedro. Fichoz N° 100603. 1600*,
nacimiento en Chillán. 1631*, soldado en el sur de Chile. 1631, cura
de San Felipe. 1635, cura de Itata y de Toquigue. 1642, cura de
Talcamávida. 1646, capellán militar de Santa Juana y de Rere. 1649,
canónigo de Concepción. 1651, arcediano. 1656, gobernador del
obispado. 1660, tesorero de Santiago de Chile. 1662, maestrescuela.
1663, chantre. 1664, arcediano, no tomó posesión. 1678, muerte.
24) MARDONES LAGOS, Francisco. Fichoz N° 100617. 1621,
nacimiento en Chillán. 1647, ordenación sacerdotal. 1647, cura de
Toquigue. 1649, cura de Valdivia. 1650, cura de Itata. 1663, canónigo
de Concepción. 1665, visitador general. 1667, arcediano. 1670,
gobernador del obispado. 1672, provisor y vicario general. 1673,
canónigo de Santiago de Chile, no tomó posesión. 1677-1684, vicario
capitular. 1678, deán. 1678, tesorero de Santiago de Chile, no tomó
posesión. 1681, maestrescuela, no tomó posesión. 1700, muerte.
25) MARDONES URBINA, Francisco. Fichoz N° 102535.
Nacimiento en Chile. 1663, canónigo de Concepción. 1667,
arcediano. 1673, canónigo de Santiago de Chile, no tomó posesión.
1678, deán. 1695, muerte.
26) MEDINA, Jacinto. Fichoz N° 102560. Nacimiento en Chile.
1651, cura de San Juan, obispado de Santiago de Chile. 1653, cura de
Mendoza. 1668, visitador general. 1681, muerte. 1681, arcediano de
Concepción. 1681, canónigo de Santiago de Chile.
27) MOYANO CORNEJO, Pedro. Fichoz N° 100789. 1603,
nacimiento en Santiago de Chile. 1634, cura de Curimón, obispado de
Santiago de Chile. 1643*, cura de Aconcagua. 1657, canónigo de
Concepción. 1660, arcediano. 1663, deán. 1666, canónigo de
Santiago de Chile. 1684, maestrescuela. 1684, muerte.
28) MORILLO GUISABURUAGA, Jacinto. Fichoz N° 100788.
1747, nacimiento en Huamanga (Perú). 1770*, catedrático de filosofía
y teología en el Seminario de Cuzco. 1780, doctor en ambos derechos
por la Universidad de San Marcos de Lima. 1780, migra a Chile con
Francisco Marán, obispo de Concepción. 1780, cura del Sagrario de
Concepción. 1782, catedrático de moral en el Seminario de
Concepción. 1791, canónigo de Concepción. 1803, muerte.
- 344 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
29) OLAVARRIA, Felipe. Fichoz N° 100058. 1700*, nacimiento en el
obispado de Concepción. 1730*, cura de Purén. 1731, canónigo de
Concepción. 1736, arcediano. 1774, muerte.
30) OLIVARES VAZQUEZ, Juan. Fichoz N° 100503. 1640*,
nacimiento en Quillota. 1655*, doctor en teología por el colegio Máximo
de San Miguel de Santiago de Chile. 1658, cura de Valparaíso. 1674,
canónigo de Concepción, no tomó posesión. 1696, arcediano. 1699,
canónigo de Santiago de Chile. 1708, muerte.
31) PIZARRO CAJAL, Pedro. Fichoz N° 100074. 1631, nacimiento en
Santiago de Chile. 1656*, doctor en teología por el colegio Máximo de
San Miguel de Santiago de Chile. 1659, cura de San Saturnino. 1660,
visitador general. 1667, canónigo de Concepción, no tomó posesión.
1668, canónigo de Santiago de Chile. 1671, tesorero. 1678, rector del
Seminario de Santiago de Chile. 1678, maestrescuela. 1681, chantre.
1693, arcediano. 1695, vicario capitular. 1698, deán. 1704, vicario
capitular. 1712, muerte.
32) POZO Y SILVA, Alonso. Fichoz N° 029581. 1669, nacimiento en
Concepción. 1690, doctor en teología por el colegio Máximo de San
Miguel de Santiago de Chile. 1690, ordenación sacerdotal en Santiago de
Chile. 1701, canónigo magistral de Concepción. 1705, arcediano. 1709,
deán. 1713, provisor y vicario general. 1713, cura del Sagrario. 1713,
obispo de Tucumán. 1723, obispo de Santiago de Chile. 1730-1742,
arzobispo de La Plata. 1745, muerte.
33) QUINTIAN PONTE, Andres. Fichoz N° 029919. 1751, nacimiento
en La Coruña. 1772, migración a Concepción por invitación de Fray
Pedro Ángel de Espiñeira, obispo de Concepción. 1777, secretario de
Espiñeira. 1778, ordenación sacerdotal. 1778, doctor en teología por el
Seminario de Concepción. 1778, vicerrector del Seminario. 1780,
examinador sinodal. 1780, capellán de infantería. 1782, canónigo
magistral de Concepción. 1802, deán. 1805, vicario capitular. 1805,
obispo de Cuenca. 1813, muerte.
34) RAMÍREZ LEÓN MONTAÑAS, Francisco. Fichoz N° 100317.
1625*, nacimiento en Chillán. 1648*, cura del Sagrario. 1651, canónigo
de Concepción, no tomó posesión. 1651, canónigo de Santiago de Chile.
1655, rector del Seminario de Santiago. 1661, provisor y vicario general.
1663, tesorero. 1664, maestrescuela. 1668, arcediano. 1671, deán. 1689,
muerte.
35) RÍO BENÍTEZ, José Ignacio. Fichoz N° 102410. 1741, nacimiento
en Santiago de Chile. 1764, doctor en ambos derechos por la
Universidad de San Felipe. 1764, familiar y capellán de Fray Pedro
Ángel de Espiñeira, obispo de Concepción. 1764, promotor fiscal. 1764,
cura de Nacimiento. 1767, cura de Yumbel. 1786, cura del Sagrario.
1789, cura de Cauquenes. 1802, canónigo penitenciario de Concepción.
1804, muerte.
36) ROA Y ALARCÓN, Mariano José. Fichoz N° 100539. 1764,
nacimiento en Concepción. 1777, estudios de teología en el Seminario de
- 345 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Concepción. 1787, ordenación sacerdotal. 1792, racionero de
Santiago de Chile, la permutó por una canonjía en Concepción con
José Gabriel Egaña. 1795, canónigo de Concepción. 1795, arcediano.
1806, deán. 1808, vicario capitular.1836, muerte.
37) ROA Y ALARCÓN, Tomás. Fichoz N° 029585. 1738,
nacimiento en Itata. 1765, ordenación sacerdotal. 1765, promotor
fiscal del obispado de Concepción. 1767, cura de Santa Juana. 1767,
cura de Talcamávida. 1770, examinador sinodal del obispado de
Lima. 1778, Doctor en Teología por la Universidad de San Marcos de
Lima. 1778, canónigo de Concepción. 1790, arcediano. 1793, deán.
1794, obispo de Concepción. 1805, muerte.
38) ROA Y GUZMÁN, Francisco. Fichoz N° 100217. 1717,
nacimiento en Concepción. 1743, doctor en teología por el Seminario
de Concepción. 1745, cura del Sagrario. 1761, canónigo de
Concepción. 1778, muerte.
39) RUIZ DE BERECEDO, Juan. Fichoz N° 102489. 1746,
nacimiento en Arauco. 1764, familiar de Fray Pedro Ángel de
Espiñeira, obispo de Concepción. 1765, doctor en teología por el
Seminario de Concepción. 1765, capellán de coro de la catedral de
Concepción. 1765, secretario del cabildo eclesiástico. 1769, cura de
Talcahuano. 1775, cura de Perquilauquén. 1797, rector del Seminario.
1806, canónigo de Concepción. 1821, muerte.
40) SALA, José. Fichoz N° 102079. 1730, nacimiento en
Concepción. 1762, doctor en teología por el Seminario de
Concepción. 1762, cura del Sagrario. 1762, secretario de cámara de
Fray Pedro Ángel de Espiñeira, obispo de Concepción. 1767,
visitador general. 1776, promotor fiscal. 1776, canónigo rezante de
Concepción. 1776, canónigo magistral. 1779, arcediano, 1790, deán.
1792, muerte.
41) SÁNCHEZ CABEZA DE VACA, Gabriel. Fichoz N° 102558.
Nacimiento en Chile. 1646*, secretario de Diego Zambrana
Villalobos, obispo de Concepción. 1651, canónigo de Concepción.
1670, muerte. 1673, canónigo de Santiago de Chile.
42) SAN CRISTÓBAL, Juan. Fichoz N° 100380. 1746, nacimiento
en Concepción. 1764, doctor en teología por el Seminario de
Concepción. 1766, ordenación sacerdotal. 1767, promotor fiscal.
1767, vicerrector del Seminario. 1774, rector del Seminario. 1781,
cura del Sagrario. 1782, canónigo penitenciario. 1798, muerte.
43) SARMIENTO, Domingo. Fichoz N° 100513. 1660*, nacimiento
en Concepción. 1683*, doctor en teología por el colegio Máximo de
San Miguel de Santiago de Chile. 1684*, cura de Arauco y de
Toquigue. 1688, gobernador del obispado. 1689, cura del Sagrario.
1693, secretario de Martín de Hijar y Mendoza, obispo de
Concepción. 1693-1704, provisor y vicario general. 1695, canónigo
de Concepción. 1704, vicario capitular del obispado de Concepción.
- 346 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
1709, arcediano. 1712-1715, provisor y vicario general. 1712, deán.
1717-1723, provisor y vicario general. 1727, muerte.
44) SOBARZO, José. Fichoz N° 102157. 1673, nacimiento en
Concepción. 1700, maestro en teología por el colegio Máximo de
San Miguel de Santiago de Chile. 1709, cura del Sagrario. 1712,
canónigo de Concepción. 1731, arcediano. 1739, muerte.
45) SUAREZ MALDONADO, Alonso. Fichoz N° 102520. 1630*,
nacimiento en Santiago de Chile. 1651*, doctor en teología. 1651*,
cura de Choapa. 1661, canónigo de Concepción. 1664, canónigo de
Santiago de Chile. 1671, tesorero. 1671, maestrescuela. 1674,
muerte.
46) URBINA CÓRDOBA, Francisco. Fichoz N° 102534. 1630*,
nacimiento en Santiago de Chile. 1640*, ordenación sacerdotal.
1645*, cura de Rancagua. 1645, cura de Aculeo. 1658, visitador
general. 1659, cura de Santa Ana. 1659, rector del Seminario.
1660, cura del Sagrario. 1673, canónigo de Concepción. 1678,
deán. 1681, tesorero de Santiago de Chile. 1683, muerte.
47) UNZUETA, Joaquín. Fichoz N° 100258. 1770, nacimiento en
Concepción. 1795, doctor en teología por el Seminario de
Concepción. 1795, ordenación sacerdotal. 1796, secretario de
cámara de Tomás de Roa y Alarcón, obispo de Concepción. 1798,
cura del Sagrario. 1803, cura de Cauquenes, 1811, canónigo
penitenciario. 1828, muerte.
48) URREJOLA LECLERC VICOURT, Agustín. Fichoz N°
100239. 1767, nacimiento en Concepción. 1789, ordenación
sacerdotal.1790, doctor en teología por el Seminario de
Concepción. 1791, cura de La Florida. 1793, cura de Parral. 1797,
promotor fiscal. 1797, cura del Sagrario. 1804, canónigo magistral
de Concepción. 1820, obispo de Cebú, in partibus.
- 347 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
- 348 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Anexo 5
Prebendados de la catedral de Santiago de Chile entre 1650 y
1810
Sobre los criterios de exposición de las carreras de los
prebendados, ver anexo 4.
1) ALBORNOZ LADRÓN DE GUEVARA, Valentín. Fichoz N°
100083. 1700, nacimiento en Córdoba de Tucumán. 1726, maestro
en artes por la Universidad de Córdoba del Tucumán. 1726,
ordenación sacerdotal en Córdoba del Tucumán. 1730, cura de las
doctrinas de Santa Catalina, Rinconada y Río San Juan, en el
obispado de Córdoba del Tucumán. 1730, cura de las doctrinas de
Casabindo, Cochinoca, Santa Catalina y Valle Rico, en el obispado
de Córdoba del Tucumán. 1738, viaje a España. 1740, Doctor en
Teología por el colegio San Eustaquio de Roma. 1741, canónigo de
Santiago de Chile. 1746, tesorero. 1752, maestrescuela. 1754,
chantre. 1771, muerte.
2) ALDAY AXPEE, Manuel. Fichoz N° 029586. 1712, nacimiento
en Concepción. 1731, doctor en teología por el Seminario de
Concepción. 1734, doctor en ambos derechos por la Universidad
de San Marcos de Lima. 1734, abogado por la Audiencia de Lima.
1736, Relator del Tribunal de la Santa Cruzada de Lima. 1736,
abogado por la Audiencia de Santiago de Chile. 1738, canónigo
doctoral de Santiago de Chile. 1740, ordenación sacerdotal en
Santiago de Chile. 1742, visitador general. 1753, obispo de
Santiago de Chile. 1788, muerte.
3) ANDÍA IRARRÁZAVAL, Antonio Cirilo. Fichoz N° 101617.
1646, nacimiento en Santiago de Chile. 1700, doctor en teología.
1702, capellán mayor del ejército de Chile. 1704, cura del Sagrario
de Santiago de Chile. 1714, tesorero de Santiago de Chile. 1715,
maestrescuela. 1717, chantre. 1724, arcediano. 1730, deán. 1732,
muerte.
4) ANDÍA IRARRÁZAVAL, Estanislao. Fichoz N° 026546. 1716,
nacimiento en Santiago de Chile. 1738, doctor en teología por el
colegio Máximo de San Miguel de Santiago de Chile. 1740,
ordenación sacerdotal en Santiago de Chile. 1740, capellán de
capellanías familiares. 1748, canónigo magistral de Santiago
de Chile. 1756, Doctor en Teología por la Universidad de San
- 349 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Felipe. 1756, examinador de la facultad de teología de la
Universidad de San Felipe. 1762, tesorero. 1762, vicerrector de la
Universidad de San Felipe. 1771, maestrescuela. 773, chantre.
1776, arcediano. 1784, deán. 1790, muerte.
5) ANDÍA IRARRÁZAVAL, Francisco. Fichoz N° 100292. 1700,
nacimiento en Santiago de Chile. 1724, cura del Sagrario de la
catedral de Santiago de Chile. 1727, canónigo. 1734,
maestrescuela. 1734, tesorero. 1744, chantre. 1746, arcediano.
1752, deán. 1772, muerte.
6) ANDÍA IRARRÁZAVAL, Juan. Fichoz N° 101615. 1680,
nacimiento en Santiago de Chile. 1708, doctor en teología por el
colegio máximo de San Miguel de Santiago de Chile. 1708,
visitador general del obispado de Santiago. 1713, canónigo de
Santiago de Chile. 1724, maestrescuela. 1730, chantre. 1733, deán.
1740, muerte.
7) ARANGUIZ, José Mariano. Fichoz N° 102507. 1753,
nacimiento en Santiago de Chile. 1776, bachiller en teología por la
Universidad de San Felipe. 1780, cura coadjutor de Rancagua.
1785, capellán del monasterio de Clarisas. 1807, cura del Sagrario.
1811, racionero de la catedral de Santiago de Chile. 1816, muerte.
8) ARTAÑO, Pedro. Fichoz N° 100636. Ver anexo 4.
9) ASTORGA, Antonio. Fichoz N° 101962. 1680, nacimiento en
Santiago de Chile. 1710*, ordenación sacerdotal en Santiago de
Chile. 1710, capellán en Santiago de Chile. 1714, capellán del
monasterio de agustinas. 1717, cura del Sagrario. 1725, canónigo
de Santiago de Chile. 1730, maestrescuela. 1731, capellán del
monasterio de agustinas. 1733, chantre. 1741, arcediano. 1745,
muerte.
10) AZÚA ITURGOYEN, Pedro Felipe. Fichoz N° 029575. 1693,
nacimiento en Santiago de Chile. 1711, doctor en ambos derechos
por la Universidad de San Marcos de Lima. 1711, abogado por la
Audiencia de Lima. 1714, abogado por la Audiencia de Santiago
de Chile. 1715, asesor de Juan Gabriel Uztariz, gobernador de
Chile. 1715, relator de la Audiencia. 1717, abogado y asesor del
cabildo secular de Santiago. 1718, protector general de indios del
reino de Chile. 1718, asesor general del gobierno de Gabriel Cano
y Aponte, gobernador de Chile. 1721, abogado del ayuntamiento
de Santiago. 1722, ordenación sacerdotal en Santiago de Chile.
1722, canónigo doctoral de Santiago de Chile. 1728, provisor y
vicario general. 1730, vicario capitular. 1731, provisor y vicario
general. 1733, maestrescuela. 1734, tesorero. 1735, obispo de
Botria in partibu. 1738 obispo auxiliar de Concepción, para ejercer
la jurisdicción en Chiloé. 1741, obispo de Santiago de Chile, no
tomó posesión. 1741, obispo de Concepción. 1744, arzobispo de
Santa Fe de Bogotá. 1754, muerte.ARMIJO PALMA, Lorenzo.
Fichoz N° 100025. Ver anexo 4.
- 350 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
11) BARRERA CHACÓN, Pedro. Fichoz N° 101348. 1656,
nacimiento en Santiago de Chile. 1687, cura de Colina en el obispado
de Santiago de Chile. 1695, doctor en teología. 1702, capellán de las
monjas carmelitas. 1706, visitador general. 1709, canónigo de Santiago
de Chile. 1713, maestrescuela. 1715, chantre. 1715, arcediano. 1722,
muerte. 12) BRAVO Y TOLEDO, Fernando. Fichoz N° 102559. Ver
Anexo 4. 13) CABRERA, José Gregorio. Fichoz N° 100125. 1729,
nacimiento en San Juan (Paraguay). 1745, familiar de Juan González
de Melgarejo, obispo de Santiago de Chile. 1752*, ordenación
sacerdotal en Santiago de Chile. 1752, secretario de cámara, confesor y
capellán de Juan González de Melgarejo, obispo de Santiago de Chile.
1754, secretario de cámara, confesor y capellán de Manuel de Alday,
obispo de Santiago de Chile. 1756, doctor en teología por la
Universidad de San Felipe. 1767, cura del Sagrario. 1774, racionero de
la catedral de Santiago de Chile. 1782, canónigo. 1792, rector de la
Universidad de San Felipe. 1798, tesorero. 1798, muerte.
14) CAMPO Y GALICIA, Andrés. Fichoz N° 102451. 1746,
nacimiento en Santa Eulalia (Galicia, España). 1775, estudios en Lima.
1780, familiar de Juan Domingo González Reguera, obispo de Santa
Cruz de la Sierra. 1780, ordenación sacerdotal en Santa Cruz de la
Sierra. 1781, cura de San Ignacio en Santa Cruz de la Sierra. 1787,
racionero de Santa Cruz de la Sierra. 1799, canónigo de Santiago de
Chile. 1805, muerte.
15) CAMUS, Pedro. Fichoz N° 100359. Ver Anexo 4.
16) CAREAGA ELOSU, Pedro. Fichoz N° 100744. Ver Anexo 4.
17) CASTILLO, Juan. Fichoz N° 102108. 1766, nacimiento en el
obispado de Quito. 1766, postulador de la causa de beatificación de
María Ana de Jesús. 1772, maestrescuela de Ciudad Rodrigo. 1774,
canónigo de Santiago de Chile, no tomó posesión. 1781, muerte.
18) CORTÉS Y MADARIAGA, José. Fichoz N° 032524. 1764,
nacimiento en Santiago de Chile. 1781, familiar de Manuel de Alday,
obispo de Santiago de Chile. 1787, doctor en teología por la
Universidad de San Felipe. 1791, catedrático sustituto de Prima de
Teología en la Universidad de San Felipe. 1793* ordenación sacerdotal
en Santiago de Chile. 1793, viaje a España. 1800, canónigo de Santiago
de Chile. 1803, canónigo de Caracas.
19) CORTÉS MONROY, Lorenzo. Fichoz N° 101742. 1667,
nacimiento en Chile. 1695, doctor en teología por el colegio Máximo
de San Miguel de Santiago de Chile. 1695, cura de Santa Ana. 1698,
canónigo magistral de Santiago de Chile. Su canonjía fue declarada
vacante en 1710 por el Consejo de Indias por demencia de Cortés
Monroy.
20) DIEZ DE ARTEAGA, José Agustín. Fichoz N° 102053. 1734,
nacimiento en Santiago de Chile. 1762, ordenación sacerdotal en
Santiago de Chile. 1762, capellán de capellanías en el obispado de
Santiago de Chile. 1764, doctor en teología por la Universidad de San
- 351 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Felipe. 1767, capellán y confesor de Antonio Guill Gonzaga,
gobernador de Chile. 1767, cura de Santa Ana. 1774, racionero de
Santiago de Chile. 1781-1783, rector de la Universidad de San
Felipe. 1782, canónigo. 1798, muerte.
21) DIEZ HIDALGO, Gaspar. Fichoz N° 107119. Ver anexo 4.
22) EGAÑA, Gabriel José. Fichoz N° 100540. Ver prebendados de
Concepción.
23) ERRÁZURIZ Y MADARIAGA, Domingo. Fichoz N°
100434. 1745, nacimiento en Santiago de Chile. 1781, ordenación
sacerdotal. 1783, doctor en teología por la Universidad de San
Felipe. 1783, capellán del monasterio de carmelitas. 1797, regente
de la cátedra de Prima de Cánones de la Universidad de San
Felipe. 1808, racionero de Santiago de Chile. 1810, provisor y
vicario general. 1818, canónigo doctoral. 1819, muerte.
24) ERRÁZURIZ Y MADARIAGA, José Antonio. Fichoz N°
100435. 1747, nacimiento en Santiago de Chile. 1768, dctor en
ambos derechos por la Universidad de San Felipe. 1768, abogado
por la Audiencia de Santiago de Chile. 1770, ordenación
sacerdotal. 1770, capellán del monasterio de carmelitas. 1775,
promotor fiscal. 1776, sustituciones de cátedras de leyes de la
Universidad de San Felipe. 1782, cura de San Lázaro. 1784,
bibliotecario de la Universidad de San Felipe. 1786, canónigo
doctoral de Santiago de Chile. 1796, rector de la Universidad de
San Felipe. 1797, visitador general. 1801, tesorero. 1804,
maestrescuela. 1805, chantre. 1811, provisor y vicario general.
1821, muerte.
25) FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, Alonso. Fichoz N° 102793.
1605, nacimiento en Chile. 1629, ordenación sacerdotal. 1655,
cura del Sagrario. 1655, maestro en artes. 1659, visitador general.
1660, canónigo de Santiago de Chile. 1664, tesorero. 1665,
provisor y vicario general. 1668, arcediano. 1668, maestrescuela.
26) FRETES, Juan Pablo. Fichoz N° 100427. 1760, nacimiento en
Buenos Aires. 1783, ordenación sacerdotal en Buenos Aires. 1784,
cura de San Antonio de Areco, obispado de Buenos Aires. 1790,
doctor en ambos derechos por la Universidad de Charcas. 1793,
viaje a Madrid. 1796, medio racionero de Santa Fe. 1797,
racionero de Santiago de Chile. 1806, canónigo de Santiago de
Chile. 1817, muerte.
27) GAETE, José Joaquín. Fichoz N° 100293. 1726, nacimiento en
Santa Fe, Río de la Plata. 1742, familiar de Juan González de
Melgarejo, obispo de Santiago de Chile. 1756, doctor en teología
por la Universidad de San Felipe. 1759*, ordenación sacerdotal.
1759, cura de Talca. 1760, sustituciones de cátedras de leyes y
teología en la Universidad de San Felipe. 1761, cura del Sagrario.
1766, canónigo magistral de Santiago de Chile. 1768-1776,
catedrático de filosofía en la Universidad de San Felipe. 1770,
- 352 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
rector de la Universidad de San Felipe. 1771, vicerrector de la
Universidad de San Felipe. 1776-1795, catedrático de Prima de
teología de la Universidad de San Felipe. 1780, vicerrector de la
Universidad de San Felipe. 1788, tesorero. 1791, maestrescuela.
1792, chantre. 1797, arcediano. 1797, muerte.
28) GARCÍA HUIDOBRO, Pedro Rafael. Fichoz N° 100420.
1751, nacimiento en Santiago de Chile. 1773, doctor en teología
por la Universidad de San Felipe. 1774, racionero de Santiago de
Chile. 1775, ordenación sacerdotal. 1776, canónigo. 1797, chantre.
1804, arcediano. 181, muerte.
29) GARFIAS CASAS, José Gregorio. Fichoz N° 102699. 1748,
nacimiento en San Juan. 1771, ordenación sacerdotal. 1771,
capellán de capellanías. 1804-1809, cura de Jachal. 1811, racionero
de Santiago de Chile.
30) GARRO, José Javier. Fichoz N° 100441. 1759, nacimiento en
Santiago de Chile. 1784, ordenación sacerdotal. 1784, vicerrector
del colegio San Carlos de Santiago de Chile. 1797, cura de
Quillota. 1804, cura de Valparaíso interino. 1805, cura de Quillota.
1811, racionero de Santiago de Chile. 1843, muerte.
31) GÓMEZ SILVA, Manuel Antonio. 1652, nacimiento en
Santiago de Chile. 1677, doctor en teología por el colegio Máximo
de San Miguel de Santiago de Chile. 1677, ordenación sacerdotal
en Concepción. 1680, cura de Lampa y Colina. 1682, canónigo
magistral de Santiago de Chile. 1686, maestrescuela. 1691,
racionero de la catedral de Lima. 1699, canónigo. 1708, tesorero.
1712, chantre. 1714, deán. 1726, obispo de Cartagena de Indias.
1728, obispo de Popayán. 1732, muerte.
32) GONZALEZ RIVERA, José. Fichoz N° 100128. 1654,
nacimiento en Concepción. 1678, visitador general del obispado de
Concepción. 1682, cura de Chillán. 1697, miembro de la Junta de
Misiones del reino. 1699, canónigo de Santiago de Chile. 1700,
visitador general del obispado de Santiago. 1703, rector del
Seminario. 1715, maestrescuela. 1715, chantre. 1716, muerte.
33) HERMÚA CONTRERAS, Juan. Fichoz N° 100078. 1642,
nacimiento en Callao, Perú. 1662, migra a Chile con Fray Diego de
Humanzoro, obispo de Santiago de Chile. 1669, ordenación
sacerdotal en Santiago de Chile. 1669, cura del Sagrario de la
catedral de Santiago. 1670, doctor en teología. 1679, secretario de
la Audiencia episcopal. 1682, visitador general. 1685, mayordomo
de Fray Bernardo Carrasco, obispo de Santiago de Chile. 1685,
canónigo de Santiago de Chile. 1686, vicario capitular. 1693,
maestrescuela. 1697, muerte. 1698, chantre.
34) HERRERA, Jerónimo José. Fichoz N° 102546. 1761,
nacimiento en Santiago de Chile. 1782, ordenación sacerdotal.
1782-1790, teniente cura de Quillota. 1792, cura de Limache.
1799, canónigo de Santiago de Chile, 1819, tesorero. 1828, muerte.
- 353 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
35) HERRERA GUZMÁN, Alonso. Fichoz N° 101966. 1660,
nacimiento en La Rioja (Perú). 1678-1685, teniente cura de Ñuñoa.
1685*, ordenación sacerdotal en Córdoba del Tucumán. 1689,
maestro en artes por el colegio Máximo de San Miguel de Santiago
de Chile. 1689, visitador general. 1699.1710, síndico mayor del
monasterio de clarisas. 1712, cura de Ñuñoa. 1715, canónigo de
Santiago de Chile, 1726, muerte.
36) HIDALGO ESCOBAR, Bartolomé. Fichoz N° 100079. 1649,
nacimiento en Santiago de Chile. 1674, maestro en artes por el
colegio máximo de San Miguel de Santiago de Chile. 1675, cura
de Santa Ana. 1688, promotor fiscal. 1690, visitador general. 1692,
canónigo magistral de Santiago de Chile. 1692, tesorero. 1698,
chantre. 1713, arcediano. 1714, muerte. 1714, deán.
37) HURTADO MENDOZA, Jerónimo. Fichoz N° 100318. 1650,
nacimiento en Santiago de Chile. 1675, licenciado en teología por
el colegio Máximo de San Miguel. 1678, cura del Sagrario de
Santiago de Chile. 1682, visitador general. 1689, visitador general.
1695, canónigo de Santiago de Chile. 1698, maestrescuela. 1713,
chantre. 1715, provisor y vicario general. 1715, arcediano. 1715,
deán. 1728, muerte.
38) INFANTE PRADO, José Ignacio. Fichoz N° 102244. 1745,
nacimiento en Santiago de Chile. 1781, capellán de coro de la
catedral de Santiago de Chile. 1782, ordenación sacerdotal. 1786,
doctor en teología por la Universidad de San Felipe. 1783-1787,
capellán del hospital de mujeres San Borja. 1787, cura de Copiapó.
1792, cura de San Lázaro. 1802, cura de Quillota. 1806, cura del
Sagrario. 1806, racionero de Santiago de Chile. 1821, muerte.
39) IPARRAGUIRRE, Nicolás. Fichoz N° 102402. 1648,
nacimiento en Santiago de Chile. 1670, ingreso en la Compañía de
Jesús. 1676, doctor en teología por el colegio Máximo de San
Miguel, salida de la Compañía. 1678, cura interino de Peumo y de
Santa Cruz. 1685, cura de Chimbarongo. 1711, canónigo magistral
de Santiago de Chile. 1714, muerte.
40) JARAQUEMADA, José Antonio. Fichoz N° 102439. 1751,
nacimiento en Chile. 1776, ordenación sacerdotal. 1782, doctor en
teología por la Universidad de San Felipe. 1782, cura de San
Lázaro. 1784, cura de San Isidro. 1799, cura del Sagrario. 1806,
racionero de Santiago de Chile. 1808, muerte.
41) LARRAÍN SALAS, José Vicente. Fichoz N° 032523. 1760,
nacimiento en Santiago de Chile. 1785, doctor en ambos derechos
por la Universidad de San Felipe. 1786*, ordenación sacerdotal.
1787-1789, regente de cátedras de leyes en la Universidad de San
Felipe. 1790, abogado por la Audiencia. 1798-1802, catedrático de
Prima de cánones de la Universidad de San Felipe. 1798, cura del
Sagrario. 1803, viaje a Madrid. 1803, canónigo de Santiago de
Chile. 1804, catedrático de Prima de Cánones de la Universidad
- 354 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
de San Felipe. 1811, muerte.
42) LASTRA BASAURI, José. Fichoz N° 100650. 1671,
nacimiento en Santiago de Chile. 1695, ingreso en la Compañía de
Jesús. 1695, doctor en teología por el colegio máximo de San
Miguel. 1709, salida de la Compañía de Jesús. 1709, cura
doctrinero en el obispado de Santiago de Chile. 1709, capellán de
Juan Andrés Uztáriz, gobernador de Chile. 1709, capellán mayor
del ejército del reino de Chile y visitador de las capellanías de las
plazas de la frontera araucana en el obispado de Concepción. 1714,
visitador general del obispado de Concepción. 1715, cura del
Sagrario. 1715, canónigo de Santiago de Chile. 1715, tesorero.
1733, muerte.
43) LEA PLAZA ESCOBAR, Pedro. Fichoz N° 100603. Ver
Anexo 4.
44) LILLO BARRERA, Pedro. Fichoz N° 102708. 1609,
nacimiento en Chile. 1639, doctor en teología. 1646, cura del
Sagrario de la catedral de Santiago de Chile. 1652, visitador
general. 1653, maestrescuela de Santiago de Chile. 1660, chantre.
1662, arcediano. 1663, muerte.
45) LUCERO, Marcos Lucio. Fichoz N° 102795. 1660, cura de
San Juan de la frontera. 1663, canónigo de Santiago de Chile.
1666, muerte.
46) MANRIQUE, Jerónimo. Fichoz N° 102794. 1648, soldado en
Milán. 1652, enfermero mayor del hospital San Juan Extramuros
de Toledo. 1655, capellán del hospital San Juan Extramuros de
Toledo. 1661, canónigo de Santiago de Chile, no tomó posesión
personalmente. 1665, muerte.
47) MARDONES LAGOS, Francisco. Fichoz N° 100617. Ver
Anexo 4.
48) MARDONES URBINA, Francisco. Fichoz N° 102535. Ver
Anexo 4.
49) MARTINEZ ALDUNATE, José Antonio. Fichoz N° 029924.
1733, nacimiento en Santiago de Chile. 1754, Bachiller en Ambos
Derechos por la Universidad de San Marcos de Lima. 1755, Doctor
en teología y en ambos derechos por la Universidad de San Felipe.
1755, abogado por la Audiencia de Santiago de Chile. 1756, asesor
de la Audiencia episcopal de Santiago. 1756, ordenación
sacerdotal. 1756, promotor fiscal. 1756, catedrático de leyes en la
Universidad de San Felipe. 1756-1786, examinador de cánones de
la Universidad de San Felipe. 1758, canónigo doctoral de Santiago
de Chile. 1764-1766, rector de la Universidad de San Felipe. 1765,
provisor y vicario general. 1767, vicerrector de la Universidad de
San Felipe. 1768-1782, catedrático de Prima de Leyes de la
Universidad de San Felipe. 1771, gobernador del obispado de
Santiago. 1785, tesorero. 1788, vicario capitular. 1788, chantre.
- 355 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
1791, arcediano. 1794, provisor y vicario general. 1796, deán.
1804, obispo de Huamanga. 1809, obispo de Santiago de Chile, no
tomó posesión personalmente. 1810, vicepresidente de la Junta de
gobierno de Chile. 1811, muerte.
50) MARTÍNEZ DE ALDUNATE, Francisco. Fichoz N° 101963.
1691, nacimiento en Santiago de Chile. 1714, Doctor en Teología
por el colegio Máximo de San Miguel de Santiago de Chile. 1717,
cura de Ñuñoa. 1718, cura de Curimón. 1720, cura de Santa Ana.
1723, visitador general. 1728, canónigo magistral de Santiago de
Chile. 1744, deán. 1751, muerte.
51) MEDINA, Jacinto. Fichoz N° 102560. Ver anexo 4.
52) MENESES ROJAS, Francisco. Fichoz N° 102354. Nacimiento
en Chile. 1741, viaje a Madrid. 1741, canónigo de Santiago de
Chile. 1752, tesorero. 1754, maestrescuela. 1761, muerte.
53) MONTT PRADO, Pedro. Fichoz N° 102213. 1735, nacimiento
en Casablanca (Chile). 1766, ordenación sacerdotal. 1767, cura de
Pichidegua. 1771, cura de Casablanca. 1806, racionero de Santiago
de Chile. 1810, muerte.
54) MORALES NEGRETE, Joaquín. Fichoz N° 100080. 1650,
nacimiento en Santiago de Chile. 1671, Doctor en Teología por el
colegio Máximo de San Miguel de Santiago de Chile. 1675,
maestro de ceremonias de la catedral de Santiago. 1678, cura de
Valparaíso. 1680, cura de La Serena. 1698, tesorero de Santiago de
Chile. 1713, muerte.
55) MOYANO CORNEJO, Pedro. Fichoz N° 100789. Ver Anexo
4.
56) OLIVARES VAZQUEZ, Juan. Fichoz N° 100503. Ver Anexo
4.
57) PALACIOS AGUIRRE, Miguel José. Fichoz N° 100247.
1747, nacimiento en Santiago de Chile. 1770, Doctor en ambos
derechos por la Universidad de San Felipe. 1770, abogado por la
Audiencia. 1773, ordenación sacerdotal. 1773, capellán de una
capellanía familiar. 1774, bibliotecario de la Universidad de San
Felipe. 1776, capellán de las monjas clarisas. 1785, rector del
colegio San Carlos. 1799, racionero de Santiago de Chile. 1806,
canónigo magistral de Santiago de Chile, 1816, tesorero. 1818,
chantre. 1818, muerte.
58) PALOMERA, Francisco Javier. Fichoz N° 102441. 1745,
nacimiento en Santiago de Chile. 1771, ordenación sacerdotal.
1772, cura interino de Tango. 1777, cura de Tango. 1785, cura de
Valparaíso. 1788, visitador general. 1804, racionero de Santiago de
Chile. 1811, canónigo. 1813, muerte.
59) PAREDES ALVARADO, José. Fichoz N° 102715. 1609,
nacimiento en Chile. 1640, Doctor en Teología. 1640, sacristán
mayor de la catedral de Santiago de Chile. 1641, cura de La Ligua.
- 356 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
1652, cura interino del Sagrario de la catedral de Santiago. 1653,
canónigo de Santiago de Chile. 1658, muerte.
60) PAVÓN, Francisco. Fichoz N° 101967. 1665, nacimiento en
Santiago de Chile. 1690, Doctor en Teología por el colegio
Máximo de San Miguel. 1702, cura de Logroño. 1709, cura de
Curimón. 171, canónigo magistral de Santiago de Chile. 1725,
muerte.
61) PIZARRO ARQUERO, José. Fichoz N° 101964. 1700,
nacimiento en Chile. 1724*, ordenación sacerdotal. 1724, Maestro
en Artes por el colegio Máximo de San Miguel de Santiago de
Chile. 1734, canónigo de Santiago de Chile. 1746, chantre. 1748,
Doctor en Teología por la Universidad de San Felipe. 1753,
arcediano. 1753, muerte.
62) PIZARRO CAJAL, Pedro. Fichoz N° 100074. Ver Anexo 4.
63) POZO SILVA, José. Fichoz N° 100299. 1705, nacimiento en
Santiago de Chile. 1729, Doctor en Teología por el colegio
Máximo de San Miguel de Santiago de Chile. 1730, cura de
Valparaíso. 1752, visitador general. 1764, racionero de Lima, no
tomó posesión. 1767, medioracionero de Lima, no tomó posesión.
1771, canónigo de Santiago de Chile. 1776, tesorero. 1784,
chantre. 1787, muerte.
64) QUEVEDO ZALDIVAR, Francisco. Fichoz N° 100077. 1657,
nacimiento en Lima. 1678, Licenciado en ambos derechos por la
Universidad de San Marcos de Lima. 1679, abogado por la
Audiencia de Lima. 1680, cura de Ñuñoa, obispado de Santiago de
Chile. 1682, canónigo doctoral de Santiago de Chile. 1688,
tesorero. 1691, chantre. 1695, rector del Seminario. 1698,
arcediano. 1705, provisor y vicario general. 1713, deán. 1713,
muerte.
65) RAMÍREZ LEÓN MONTAÑAS, Francisco. Fichoz N°
100317. Ver Anexo 4.
66) RECABARREN PARDO, Estanislao. Fichoz N° 100426.
1738, nacimiento en Santiago de Chile. 1761, ordenación
sacerdotal. 1763, Doctor en Teología por la Universidad de San
Felipe. 1767, cura del Sagrario de la catedral de Santiago de Chile.
1773, canónigo e Santiago de Chile. 1776, vicerrector de la
Universidad de San Felipe. 1777, rector de la Universidad de San
Felipe. 1792, tesorero. 1797, arcediano. 1804, deán. 1811, muerte.
67) RIOS Y TERAN, Juan José. Fichoz N° 100350. 1729,
nacimiento en Santiago de Chile. 1742, secretario de cámara de
Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen, obispo auxiliar de Concepción
para Chiloé. 1745, sacristán mayor de la catedral de Concepción.
1747, migra a Santa Fe de Bogotá con Pedro Felipe de Azúa e
Iturgoyen, arzobispo de Santa Fe. 1749*, ordenación sacerdotal en
Santa Fe de Bogotá. 1749, cura rector de la catedral de Santa Fe.
1751, visitador general. 1754, viaje a Madrid. 1754, canónigo de
- 357 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Santiago de Chile. 1754, Doctor en cánones por la Universidad de
Avila. 1757, Doctor en leyes por la Universidad de San Felipe.
1762, asesor general de Manuel Amat, virrey del Perú. 1773,
maestrescuela. 1774, rector de la Universidad de San Felipe. 1776,
chantre. 1784, arcediano. 1791, deán. 1795, muerte.
68) ROA ALARCÓN, Mariano. Ver Anexo 4.
69) RODRÍGUEZ VENEGAS, Antonio. Fichoz N° 102018. 1724,
nacimiento en Concepción. 1743, Doctor en Teología por el
Seminario de Concepción. 1746*, ordenación sacerdotal. 1747,
teniente cura de la catedral de Concepción. 1748, visitador general
del obispado de Concepción. 1750, viaje a Madrid. 1752, canónigo
de Santiago de Chile. 1756, Doctor en Teología por la Universidad
de San Felipe. 1771, tesorero. 1772, rector de la Universidad de
San Felipe. 1773, vicerrector de la Universidad de San Felipe.
1776, maestrescuela. 1784, chantre, no tomó posesión. 1787,
chantre, no tomó posesión. 1802, muerte.
70) RODRÍGUEZ ZORRILLA, José Santiago. 1752, nacimiento
en Santiago de Chile. 1769, estudia y vive con su tío Manuel de
Alday, obispo de Santiago de Chile. 1772, capellán del Cabildo
secular de Santiago de Chile. 1775, ordenación sacerdotal. 1775,
mayordomo y limosnero de Manuel de Alday, obispo de Santiago
de Chile. 1775, Doctor en Teología por la Universidad de San
Felipe. 1778, sacristán mayor de la catedral de Santiago. 1778,
racionero interino de Santiago de Chile. 1778-1806, catedrático de
Prima de Teología de la Universidad de San Felipe. 1781,
catedrático de Artes de la Universidad de San Felipe. 1781,
secretario de cámara de Manuel de Alday. 1781-1785, catedrático
del Maestro de las Sentencias de la Universidad de San Felipe.
1785, vicerrector de la Universidad de San Felipe. 1788, rector de
la Universidad de San Felipe. 1790, secretario de cámara de Blas
Sobrino y Minayo, obispo de Santiago. 1792, cura de Renca. 1795,
secretario de cámara de Francisco José Marán, obispo de Santiago.
1796, racionero de Santiago de Chile. 1802, Doctor en cánones por
la Universidad de San Felipe. 1802, abogado por la Audiencia de
Santiago. 1802, provisor y vicario general. 1803, rector de la
Universidad de San Felipe. 1803, canónigo doctoral. 1807, vicario
capitular del obispado de Santiago de Chile. 1814, obispo de
Santiago de Chile nombrado por el Consejo de Regencia. 1832,
muerte en Madrid.
71) ROJAS ARGANDOÑA, Pedro Antonio. Fichoz N° 102109.
1753, nacimiento en La Serena. 1763, ordenación sacerdotal en La
Plata (Charcas). 1763, Doctor en Teología por la Universidad de
La Plata. 1763, cura de Tarija. 1765, cura de Puna. 1777, cura de la
catedral de La Plata. 1782, racionero de Santiago de Chile. 1792,
canónigo. 1799, tesorero. 1801, maestrescuela. 1804, chantre.
1819, muerte.
- 358 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
72) ROJAS PARAMO, Luis. Fichoz N° 102799. 1630, nacimiento
en Lima. 1654*, ordenación sacerdotal. 1664, Doctor en ambos
derechos por la Universidad de Avila. 1668, tesorero de Popayán.
1669, maestrescuela. 1669, chantre. 1673, arcediano. 1684*,
canónigo de la catedral de Santo Domingo de La Española. 1684,
canónigo de Santiago de Chile, no tomó posesión.
73) SÁNCHEZ ABARCA, Cristóbal. Fichoz N° 100075. 1630,
nacimiento en Chile. 1650, Doctor en Teología por el colegio
Santo Tomás de Santiago de Chile. 1650, ordenación sacerdotal.
1653, visitador general del obispado de Santiago de Chile. 1662,
canónigo de Santiago de Chile. 1668, tesorero. 1671, arcediano.
1676, provisor y vicario general. 1676, vicario capitular. 1685,
provisor y vicario general. 1691, deán. 1695, muerte.
74) SUAREZ MALDONADO, Alonso. Fichoz N° 102520. Ver
Anexo 4.
75) SÁNCHEZ CABEZA DE VACA, Gabriel. Fichoz N° 102558. Ver
76) TAPIA Y CEGARRA, GREGORIO. Fichoz N° 100276. 1715,
nacimiento en Buenos Aires. 1742, ordenación sacerdotal en
Santiago de Chile. 1742, viaje a Madrid. 1742, capellán del
presidio de Buenos Aires, no tomó posesión. 1746, canónigo de
Santiago de Chile. 1754, tesorero. 1757, Doctor en Teología por la
Universidad de San Felipe. 1762, maestrescuela. 1768, rector de la
Universidad de San Felipe. 1771, chantre. 1773, arcediano. 1776,
deán. 1783, muerte.
77) TORO, Manuel. Fichoz N° 102040. 1720, nacimiento en
Santiago de Chile. 1744, ordenación sacerdotal. 1744, Doctor en
Teología por la Universidad de San Felipe. 1746-1750, teniente
cura de Santa Ana. 1763, cura de San Isidro. 1774, canónigo de
Santiago de Chile. 1780, muerte.
78) TORO Y ZAMBRANO, José. Fichoz N° 012258. 1674,
nacimiento en Santiago de Chile. 1705, Doctor en ambos derechos
por la Universidad de San Marcos de Lima. 1710*, ordenación
sacerdotal. 1710, canónigo doctoral de Santiago de Chile. 1716,
maestrescuela. 1723-1725, vicario capitular del obispado de
Santiago. 1725, provisor y vicario general. 1730, arcediano. 1741,
deán. 1744, obispo de Concepción de Chile. 1760, muerte.
79) TRONCOSO, Juan Blas. Fichoz N° 102041. 1722, nacimiento
en Santa Fe de la Vera Cruz. 1742, familiar de Juan González de
Melgarejo, obispo de Santiago de Chile. 1748, Doctor en Teología
por la Universidad de Córdoba del Tucumán. 1748-1795, rector del
Seminario de Santiago de Chile. 1756, Doctor en Teología por la
Universidad de San Felipe. 1782, racionero de Santiago de Chile.
1797, canónigo. 1800, muerte.
80) TULA Y BAZAN, Pedro. Fichoz N° 100082. 1702,
nacimiento en La Rioja. 1721, Doctor en Teología por la
Universidad de Córdoba del Tucumán. 1723, familiar de Alonso
- 359 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
del Pozo y Silva, obispo de Santiago de Chile. 1729, cura del
Sagrario de Santiago de Chile. 1730, canónigo de Santiago de
Chile. 1735, provisor y vicario general. 1744, tesorero. 1745,
provisor y vicario general. 1746, maestrescuela.1748, Doctor en
Teología por la Universidad de San Felipe. 1753, chantre. 1754,
vicario capitular. 1754, arcediano. 1755, provisor y vicario general.
1756, catedrático de Prima de teología de la Universidad de San
Felipe. 1757, rector de la Universidad de San Felipe. 1763,
provisor y vicario general. 1773, deán. 1775, muerte.
81) URBINA CÓRDOBA, Francisco. Fichoz N° 102534. Ver
Anexo 4.
82) VARGAS VERDUGO, Manuel José. Fichoz N° 100410. 1745,
nacimiento en Santiago de Chile. 1767, Doctor en Teología por la
Universidad de San Felipe. 1768, ordenación sacerdotal. 1770,
capellán de la Universidad de San Felipe. 1773, cura interino del
Sagrario. 1776, cura de Quillota. 1790, canónigo magistral de
Santiago de Chile. 1800-1801, rector de la Universidad de San
Felipe. 1803, rector de la Universidad de San Felipe. 1804,
tesorero. 1816, deán. 1821, muerte.
83) VIVAR AZUA, Pedro Felipe. Fichoz N° 100440. 1738,
nacimiento en Santiago de Chile. 1763, Doctor en Teología por la
Universidad de San Felipe. 1765, ordenación sacerdotal. 1767,
viaje a Madrid. 1781, racionero de Santiago de Chile. 1799,
canónigo. 1817, provisor y vicario general. 1818, muerte.
- 360 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
ÍNDICE GENERAL
Agradecimiento ......................................................................... XI
Prefacio ................................................................................... XIII
Abreviaturas .......................................................................... XVII
Introducción ........................................................................... XIX
I PARTE. EL REAL PATRONATO:
ELITES Y MONARQUÍA ...................................................... 1
Capítulo 1. El sistema del real patronato................................ 3
Las relaciones entre la Monarquía y el Papado construidas a
través del patronato indiano .......................................................... 6
La relación del Papa con el clero secular americano ................ 11
Patronato español-patronato indiano......................................... 17
El ingreso al estado eclesiástico ................................................ 19
El clero secular chileno y la Monarquía ................................... 23
Capítulo 2. El vicepatronato en Indias .................................. 31
Las oposiciones parroquiales .................................................... 35
Las canonjías de oficio.............................................................. 38
Las oposiciones a las canonjías de oficio en el reino
de Chile ..................................................................................... 42
Capítulo 3. Instituciones españolas del gobierno de las
Indias ........................................................................................ 47
Las Secretarías de Estado y del Despacho ................................ 47
El Consejo de Indias ................................................................. 50
La Cámara de Indias, las Secretarías del Despacho y el Confesor
Real ........................................................................................... 52
Listados de candidatos .............................................................. 59
El documento de la consulta ......................................... 59
El encabezamiento de la consulta ................................. 60
La terna ......................................................................... 60
Las notas de las consultas ............................................. 61
El nombramiento: ¿Rey o confesor? ............................. 63
Después del nombramiento real: los trámites ............... 67
Ternas y resultas ....................................................................... 68
Las provisiones de los obispados chilenos................................ 71
Capítulo 4. Relacionarse con la Monarquía ......................... 73
Las cartas de oficio ................................................................... 73
Las relaciones de mérito ........................................................... 78
Agentes de negocios ................................................................. 84
- 361 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Contactos personales en la corte: viajes a Madrid .................... 88
Capítulo 5. La dependencia peruana del
episcopado chileno .................................................................. 95
Los ascensos episcopales .......................................................... 96
Listados de candidatos de la Cámara de Indias para los
obispados de Santiago y Concepción en los siglos XVII y XVIII97
Listados de candidatos del siglo XVII .......................... 98
Listados de candidatos del siglo XVIII ......................... 99
Los obispos chilenos del siglo XVII ....................................... 103
La dependencia limeña de Chile ............................................. 104
Manuel Antonio Gómez de Silva ............................................ 105
Diego Montero del Águila ...................................................... 109
Capítulo 6. Los obispos nativos chilenos entre 1713-1756 y
entre 1794 y 1810 ................................................................... 113
Alonso de Pozo y Silva ........................................................... 115
Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen ........................................... 118
José Toro y Zambrano ............................................................ 122
Manuel de Alday Axpee ......................................................... 125
José Antonio Martínez de Aldunate ........................................ 129
Tomás de Roa y Alarcón......................................................... 134
II PARTE. LOS CABILDOS ECLESIÁSTICOS
CHILENOS: CARRERAS, MÉRITOS Y ESTRATEGIAS
1650-1810 ............................................................................... 143
Capítulo 7. Introducción al análisis de los cabildos
Eclesiásticos chilenos ............................................................ 145
El cabildo eclesiástico de Santiago de Chile........................... 146
El cabildo eclesiástico de Concepción .................................... 149
El obispo y sus colaboradores en
el gobierno de la diócesis ............................................ 149
Inserción social del cabildo eclesiástico ................................. 151
Grados universitarios en el reino de Chile .............................. 151
Los seminarios chilenos .............................................. 153
Capítulo 8. El cabildo eclesiástico de Concepción
(1650-1700)............................................................................. 155
Origen geográfico de los prebendados .................................... 155
Grados universitarios de los prebendados de Concepción ...... 155
Carrera precapitular de los prebendados del cabildo
Eclesiástico ............................................................................. 159
De cura a canónigo...................................................... 159
De Concepción a Santiago .......................................... 159
De curatos de Santiago al coro de Concepción ........... 164
- 362 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Los curas consultados no presentados ........................ 165
Obediencia a la Monarquía: el cabildo eclesiástico de
Concepción a fines del siglo XVII .......................................... 166
Capítulo 9. El cabildo eclesiástico de Concepción
(1700-1810)............................................................................. 179
Origen geográfico de los prebendados .................................... 179
Grados universitarios de los prebendados de Concepción ...... 179
Carrera precapitular de los prebendados del cabildo
eclesiástico de Concepción ..................................................... 181
De cura a canónigo...................................................... 181
De presbítero a canónigo ............................................ 184
Curas consultados, no presentados ............................. 187
Los opositores a las canonjías de oficio .................................. 189
Prebendados y administración diocesana................................ 191
Capítulo 10. El cabildo eclesiástico de Santiago
(1650-1700)............................................................................. 197
Origen geográfico de los prebendados .................................... 197
Los estudios universitarios de los prebendados
del coro de Santiago ................................................................ 198
Las vías de entrada al cabildo eclesiástico .............................. 198
La carrera precapitular de los prebendados santiaguinos ....... 203
De beneficios de Santiago al cabildo
eclesiástico de Santiago .............................................. 203
De canónigo de Concepción al cabildo
eclesiástico de Santiago .............................................. 203
De la administración diocesana al cabildo
eclesiástico de Santiago ............................................. 206
De Concepción a Santiago ...................................................... 207
Foráneos al reino presentados al cabildo eclesiástico de
Santiago................................................................................... 212
Los propuestos pero no consultados ....................................... 214
Capítulo 11. El cabildo eclesiástico de Santiago
(1700-1810)............................................................................. 219
Origen geográfico de los prebendados .................................... 220
Grados universitarios de los prebendados............................... 220
Carrera precapitular de los prebendados del cabildo
eclesiástico de Santiago .......................................................... 222
De cura a canónigo...................................................... 222
De capellán a canónigo ............................................... 225
Familiares prebendados .............................................. 225
De presbítero a canónigo ............................................ 226
Curas, catedráticos y canonjías de oficio .................... 226
Prebendados y Universidad de San Felipe .............................. 230
- 363 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Prebendados y educación ........................................................ 232
Prebendados y administración diocesana................................ 233
Los foráneos en el cabildo eclesiástico de Santiago de Chile en
el siglo XVIII .......................................................................... 236
Los pretendientes al cabildo eclesiástico de Santiago
de Chile ................................................................................... 238
Curas consultados del reino de Chile, no presentados ............ 239
Los consultados de otros obispados al cabildo eclesiástico de
Santiago de Chile .................................................................... 240
Capítulo 12. Dos conflictos de las elites chilenas ................ 245
Fuero eclesiástico y contrabando ............................................ 245
El cabildo eclesiástico de Santiago a principios del
siglo XIX ................................................................................. 249
Conflicto por el obispado ........................................................ 249
Conflictos y división del cabildo eclesiástico ......................... 253
Capítulo 13. La incorporación al clero secular: ¿inclinación
al estado, vocación o carrera eclesiástica? .......................... 263
El concepto de carrera en el imperio español ......................... 268
Carrera eclesiástica y vínculos personales .............................. 277
¿Vocación o inclinación al estado eclesiástico? ..................... 282
Familia y clero secular ............................................................ 289
Capellanías y clero secular...................................................... 291
Conclusiones .......................................................................... 297
Anexo 1. Cuadros de las provisiones de las prebendas del coro
de Santiago de Chile entre 1650 y 1820 aproximadamente .... 327
Anexo 2. Cuadros de las provisiones de las prebendas del coro
de Concepción de Chile entre 1650 y 1820 aproximadamente335
Anexo 3. Cuadros de las provisiones de los obispados de
Santiago de Chile y Concepción entre 1650 y 1820
aproximadamente .................................................................... 339
Anexo 4. Prebendados de la catedral de Concepción de Chile
entre 1650 y 1810.................................................................... 341
Anexo 5. Prebendados de la catedral de Santiago de Chile entre
1650 y 1810............................................................................. 349
- 364 -

De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Para mayor información dirigirse a:
Correos electrónicos: info@ipgh.org y/o
secretariageneral@ipgh.org .Web: www.ipgh.org
Instituto Panamericano de Geografía e Historia
Publicaciones más recientes
Revista Cartográfica 80/81 (enero-diciembre 2005)
Revista Geográfica 138 (julio-diciembre 2005)
Revista Geofísica 59 (julio-diciembre 2003)
Revista Geográfica 137 (enero-junio 2005)
Revista Historia de América 134 (enero-junio 2004)
Edición del Instituto Panamericano de Geografía e Historia
RED DE IMPRESION DIGITAL CARGRAPHICS realizada en su
Centro de Reproducción. Tels: 5390-9709 5390-9711 2006
Impreso en Av. Presidente Juárez Nº 2004 Col. Fracc. Industrial
Puente de Vigas Tlalnepantla C.P. 54090 Edo. de México.
- 365 -