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150 Rompiendo las cadenas<br />
Acusado por el padre de mentiras 151<br />
cambia su canción por la acusación: «¿Qué clase de cristiano eres<br />
que haces estas cosas? Das lástima como hijo de Dios. Nunca lograrás<br />
nada. Puedes renunciar a Dios, porque Dios ya ha renunciado a<br />
ti». Satanás es llamado « ...el acusador de nuestros hermanos, el que<br />
los acusabadelante de nuestro Dios día y noche» (Apocalipsis 12:10).<br />
Todos hemos escuchado su voz mentirosa y odiosa en nuestros corazones<br />
y conciencias. Parece que nunca nos deja. Muchos cristianos<br />
se sienten perpetuamente desalentados y derrotados porque creen<br />
sus persistentes mentiras acerca de ellos. Los que ceden ante acusaciones<br />
terminan despojados de la libertad que Dios quiere que su<br />
pueblo disfrute. Un cristiano derrotado escribió:<br />
«Mis antiguos sentimientos acerca que la vida no<br />
vale la pena, regresan todo el tiempo. Estoy asustado,<br />
solitario, confuso y muy desesperado. En lo profundo,<br />
sabía que Dios había vencido esto, pero no<br />
podía superarlo. No podía orar. Cuando lo intentaba,<br />
había obstáculos en mi camino. Cuando me siento<br />
bien y empiezo a poner en acción lo que Dios quiere<br />
que haga, me quedo paralizado por aquellas voces y<br />
por una fuerza enormes que no me permite continuar.<br />
Estoy tan próximo a ceder ante tales voces que<br />
casi no las puedo enfrentar. Solo quiero paz».<br />
Debes poner al acusador en su lugar<br />
La buena noticia es que no tenemos que escuchar las acusaciones<br />
y mentiras de Satanás y vivir en la desesperación y derrotados.<br />
~~rías 3:1-10 nos da la verdad esencial que necesitamos para resisnr<br />
por la fe las acusaciones de Satanás y para vivir rectamente al<br />
servicio de Dios.<br />
El Se?or reveló al profeta Zacarías una escena celestial en que<br />
las acusaciones de Satanás contra el pueblo de Dios se ponen en su<br />
correspondiente perspectiva:<br />
«Me mostró al sumo sacerdote [osué, el cual estaba<br />
delante del ángel de Jehová, y Satands estaba a su<br />
mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás:<br />
Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido<br />
a Jerusalén te reprenda. ¿]VO es éste un tizón arrebatado<br />
del incendio? Y [osué estaba vestido de vestiduras<br />
viles, y estaba delante del ángel» (vv. 1-3).<br />
El Señor reprende a Satanás<br />
Observe los personajes de esta escena la que parece un tribunal<br />
celestial. El juez es Dios el Padre. El acusador es Satanás. El defensor<br />
es Jesús. El acusado es [osué el Sumo sacerdote, que representa<br />
a todo el pueblo de Dios. Históricamente, la entrada del<br />
sumo sacerdote en el lugar santísimo cada año, era una ocasión<br />
muy solemne. El sacerdote tenía que realizar elaborados ritos de<br />
purificación y lavados ceremoniales antes de entrar, porque si no<br />
se presentaba en forma correcta delante de Dios, podía caer muerto<br />
en el acto. El sacerdote llevaba campanillas en el borde de su<br />
túnica para que desde fuera del santuario se pudiera escuchar si<br />
todavía estaba vivo. Llevaba una cuerda atada al tobillo para poder<br />
arrastrarlo fuera del santuario interior si moría en la presencia<br />
de Dios.<br />
Así que aquí tenemos al sumo sacerdote llamado [osué, parado<br />
en la presencia de Dios con ropas comunes, que representan los pecados<br />
de Israel. ¡Malas noticias! Satanás el acusador, dice: «Míralo<br />
Dios, está inmundo. Merece la muerte». Pero Dios reprende al<br />
acusador y lo pone en su lugar: «No eres el juez, y no puedes juzgar<br />
a mi pueblo». «He rescatado a [osué de las llamas del juicio y<br />
tus acusaciones no tienen fundamento».<br />
Esta escena de un tribunal, sigue cada noche con cada hijo de<br />
Dios, Satanás persiste en señalar nuestras faltas y debilidades ante<br />
Dios y exige que nos elimine por ser menos que perfectos. Pero<br />
nuestro defensor en los cielos es Jesucristo y nunca ha perdido una<br />
causa delante de Dios el Juez Satanás no puede dar evidencias de<br />
sus acusaciones porque Jesucristo nos ha justificado y vive para interceder<br />
por nosotros (Romanos 8:33, 34).<br />
Al mismo tiempo que Satanás nos acusa delante de Dios, sus<br />
emisarios nos acusan personalmente invadiendo nuestra mente