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190 Rompiendo las cadenas<br />
El peligro de perder el control 191<br />
mismá en mi cabeza. Me hablo y me respondo... Soy<br />
mi mejor amiga. ¡Lo pasamos bien! A vecesconverso<br />
tanto conmigo durante el día que al final estoy realmente<br />
cansada. Pero me mantengo ocupada y me<br />
ayuda a meditar en las cosas.<br />
A veces pienso como si yo fuera dos personas: una<br />
que soy cada día de la semana... la que yo quiero<br />
cambiar. La que tiene baja estima y tiene miedo de<br />
ser auténtica delante de los demás. Y también, la que<br />
está en mi interior... mi yo confidente que quisiera<br />
que salga, pero por alguna razón no lo hace.Esa parte<br />
de mí la llamo «ella».Ella. Es muy osada y todos<br />
la aman; por lo menos eso es lo que creo que ocurriría<br />
si yo pudiera dejarla salir. Si yo pudiera ser yo<br />
misma... la vida sería mucho más fácil y feliz.<br />
Pero mientras tanto, converso con ella en mi interior.<br />
Conversamos sobre lo que haremos hoy día,<br />
dónde iremos a comer, qué nos pondremos, con<br />
quién conversaremos. A veces ella viene con muy<br />
buenas ideas, y me impresiona que yo sea tan inteligente<br />
y astuta. «Si solo me conociera la gente como<br />
yo soy», pienso, «me amarían». A veces la oigo decirme<br />
cosas que para mí no tienen sentido. «Realmente<br />
yo no haría aquello», pienso. «Eso no es bueno. Podría<br />
perjudicar a alguien. Es estúpido hacer aquello».<br />
En esas ocasionesno la escucho.Pero no importa. Me<br />
gusta conversarle, así que sigo hablando.<br />
Un día las cosascambiaron entre nosotras. Mi vida<br />
marchaba bien, pero quería andar más cerca de Dios.<br />
Quería liberarme del pasado y sanar mi corazón del<br />
pesar que llevaba. Alguien me dijo que debía seguir<br />
los «Siete pasos hacia la libertad en Cristo», así que<br />
marqué una cita con un consejero. No pensé en mi<br />
amiga de mi interior; estaba pensando en mí.<br />
En la sesión de consejería, se me pidió que leyera<br />
algunas oraciones y versículos de la Bibliaen voz alta.<br />
Mientras lo hada mi mente se puso confusa y no me<br />
podía concentrar. Por sobre todo, cuando trataba de<br />
hablarle a ella en mi mente, me confundí. No podía<br />
oírla claramente. Me asusté, se me aceleró el corazón<br />
e interiormente me airé. Temblaba. ¿Dónde estaba<br />
mi amiga dentro de mí? ¿Por qué tan repentinamente<br />
se volvió loca? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué había<br />
de mal en mí?<br />
Entonces me di cuenta. Ella no era mi amiga. Ella<br />
no era realmente yo.Ella no quería que estableciera<br />
una relación correcta con Dios. No tenía sentido,<br />
porque esas eran cosas que yo quería hacer. Pensé<br />
que ella estaba de mi lado. Pero estaba equivocada.<br />
Le tuve que pedir con voz muy fuerte que se fuera.<br />
¿Por qué con voz fuerte? Porque ella no puede leer<br />
mis pensamientos. Esto tiene sentido por que ella no<br />
es Dios que es omnisciente. Así que cuando le dije<br />
que se fuera, así lo hizo.<br />
Hubo un gran silencio. No más conversaciones<br />
que iban y venían en mi mente. La extrañé. No debía<br />
extrañarla pero así fue. Sabía que no era buena para<br />
mí y Dios quería que hablara con Él en lugar de ella.<br />
No podía soportar el silencio. Me sentí sola. Ella trataba<br />
de volver y cuando lo intentaba me asustaba.<br />
Ella estaba furiosa y yo sentí traicionarla. Pero después<br />
de un tiempo me acostumbre al silencio. Me recordaba<br />
que debía hablarle a Dios y así lo hice. Dios<br />
no me contestaba como ella y yo no podía oír Su voz<br />
igual que la de ella. Pero comencé a querer hablar<br />
con Dios.Cantarle y realmente sentirme cerca de Él.<br />
Sentía que Dios tenía cuidado de mí. Entonces me olvidé<br />
del silencio.