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Las Dos Babilonias - Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica - Inicio

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Acerca <strong>de</strong> los Misterios. . . y el Culto al Hombre<br />

oraciones y súplicas, y esto con la aprobación superior <strong>de</strong>l obispo<br />

<strong>de</strong> Hipona, como lo <strong>de</strong>muestra suficientemente la siguiente<br />

historia: “Aquí, en Hipona,” dice él, “había un pobre hombre,<br />

viejo y santo, llamado Florencio, que se ganaba la vida como<br />

sastre. Este hombre perdió una vez su chaqueta, y no pudiendo<br />

comprarse otra para reemplazarla, fue al sepulcro <strong>de</strong> los Veinte<br />

Mártires, en esta ciudad, y oró en voz alta implorándoles para<br />

que ellos le permitieran conseguir otro vestido. Una turba <strong>de</strong><br />

necios muchachos que lo oyeron, lo siguieron cuando salió,<br />

mofándose <strong>de</strong> él y preguntándole si les había pedido cincuenta<br />

centavos a los mártires para comprar su chaqueta. El pobre hombre<br />

se marchó en silencio para su casa, y cuando pasó cerca <strong>de</strong>l<br />

mar, vio un gran pez que había sido arrojado a la arena y que<br />

todavía estaba palpitando. <strong>Las</strong> <strong>de</strong>más personas que estaban presentes,<br />

le permitieron que lo cogiera, y él se lo llevó a un tal<br />

Catoso, cocinero y buen cristiano, que se lo compró por trescientos<br />

centavos. Con esto se proponía comprar lana que su<br />

esposa podría hilar, y haría un vestido para él. Cuando el cocinero<br />

abrió el pescado, encontró <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su estómago un anillo<br />

<strong>de</strong> oro, que su conciencia le persuadió para que se lo entregara al<br />

pobre hombre a quien le había comprado el pescado. Así lo<br />

hizo, diciéndole al mismo tiempo: ‘He aquí, ¡cómo te han vestido<br />

los Veinte Mártires!’” 20 Esto hizo que el gran Agustín inculcara<br />

el culto a los muertos y que se honraran sus reliquias,<br />

obradoras <strong>de</strong> milagros. Los “muchachos necios” que “se burlaron”<br />

<strong>de</strong> la oración <strong>de</strong>l sastre, parece que tenían más sentido común<br />

que el “sastre viejo y santo” o que el obispo. Si los hombres<br />

que profesaban el cristianismo en el siglo quinto obraban<br />

así, preparando el camino para el culto <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> harapos<br />

o <strong>de</strong> huesos carcomidos, en los reinos <strong>de</strong>l paganismo, el mismo<br />

culto había florecido durante muchos siglos antes <strong>de</strong> que hubieran<br />

aparecido en el mundo los santos cristianos o los mártires.<br />

En Grecia, las supersticiones con respecto a las reliquias y, espe-<br />

20 De Civitate, lib. XXII. cap. 8, vol. IX. pp. 874,875. La historia <strong>de</strong>l pescado y el<br />

anillo es una antigua historia egipcia. – (WILKINSON, vol. I. pp. 186,187). Catoso,<br />

“el buen cristiano,” era evi<strong>de</strong>ntemente un instrumento <strong>de</strong> los sacerdotes, que pudieron<br />

suministrarle un anillo para ponerlo en el vientre <strong>de</strong>l pescado. El milagro llevaría<br />

adoradores a la tumba <strong>de</strong> los Veinte Mártires, y así traerían provisiones para su taller,<br />

recompensándolos ampliamente.<br />

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