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AZUELA MARIANO. Los de Abajo

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Luego que la Pintada se dio cuenta cabal <strong>de</strong> lo sucedido, fue muy cariñosa a consolar a Camila.— ¡Pobrecita <strong>de</strong> ti, platícame cómo estuvo eso! Camila tenía los ojos hinchados <strong>de</strong> llorar.— ¡Me mintió, me mintió!... Fue al rancho y me dijo: "Camila, vengo nomás por ti. ¿Te salesconmigo?"¡Hum, dígame si yo no tendría ganas <strong>de</strong> salirme con él! De quererlo, lo quero y lo reguero... ¡Míremetan encanijada sólo por estar pensando en él! Amanece y ni ganas <strong>de</strong>l metate... Me llama mi mama alalmuerzo, y la gorda se me hace trapo en la boca... ¡Y aquella pinción!... ¡Y aquella pinción! .. .Y comenzó a llorar otra vez, y para que no se oyeran sus sollozos se tapaba la boca y la nariz con unextremo <strong>de</strong>l rebozo.— Mira, yo te voy a sacar <strong>de</strong> esta apuración. No seas tonta, ya no llores. Ya no pienses en elcurro... ¿Sabes lo que es ese curro?... ¡Palabral... ¡Te digo que nomás para eso lo trae el general!...¡Qué tontal... Bueno, ¿quieres volver a tu casa?— ¡La Virgen <strong>de</strong> Jalpa me ampare!... ¡Me mataría mi mama a palos!—No te hace nada. Vamos haciendo una cosa. La tropa tiene que salir <strong>de</strong> un momento a otro; cuandoDemetrio te diga que te prevengas para irnos, tú le respon<strong>de</strong>s que tienes muchas dolencias <strong>de</strong>cuerpo, y que estás como si te hubieran dado <strong>de</strong> palos, y te estiras y bostezas muy seguido. Luego tetientas la frente y dices: "Estoy ardiendo en calentura". Entonces yo le digo a Demetrio que nos <strong>de</strong>je alas dos, que yo me quedo a curarte y que luego que estés buena nos vamos a alcanzarlo. Y lo quehacemos es que yo te pongo en tu casa buena y sana.VIIIYa el sol se había puesto y el caserío se envolvía en la tristeza gris <strong>de</strong> sus calles viejas y en elsilencio <strong>de</strong> terror <strong>de</strong> sus moradores, recogidos a muy buena hora, cuandoLuis Cervantes llegó a la tienda <strong>de</strong> Primitivo López a interrumpir una juerga que prometía gran<strong>de</strong>ssucesos. Demetrio se emborrachaba allí con sus viejos camaradas. El mostrador no podía contenermás gente. Demetrio, la Pintada y el güero Margarito habían <strong>de</strong>jado afuera sus caballos; pero los<strong>de</strong>más oficiales se habían metido brutalmente con todo y cabalgaduras. <strong>Los</strong> sombreros galoneados<strong>de</strong> cóncavas y colosales faldas se encontraban en vaivén constante; caracoleaban las ancas <strong>de</strong> lasbestias, que sin cesar removían sus finas cabezas <strong>de</strong> ojazos negros, narices palpitantes y orejaspequeñas. Yen la infernal alharaca <strong>de</strong> los borrachos se oía el resoplar <strong>de</strong> los caballos, su rudo golpe<strong>de</strong> pesuñas en el pavimento y, <strong>de</strong> vez en vez, un relincho breve y nervioso.Cuando Luis Cervantes llegó, se comentaba un suceso banal. Un paisano, con un agujerito negruzcoy sanguinolento en la frente, estaba tendido boca arriba en medio <strong>de</strong> la carretera. Las opiniones,divididas al principio, ahora se unificaban bajo una justísima reflexión <strong>de</strong>l güero Margarito. Aquelpobre diablo que yacía bien muerto era el sacristán <strong>de</strong> la iglesia. Pero, ¡tonto!... la culpa había sidosuya... ¿Pues a quién se le ocurre, señor, vestir pantalón, chaqueta y gorrita? ¡Pancracio no pue<strong>de</strong>ver un catrín enfrente <strong>de</strong> él!Ocho músicos "<strong>de</strong> viento", las caras rojas y redondas como soles, <strong>de</strong>sorbitados los ojos, echando losbofes por los latones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la madrugada, suspen<strong>de</strong>n su faena al mandato <strong>de</strong> Cervantes.—Mi general —dijo éste abriéndose paso entre los montados—, acaba <strong>de</strong> llegar un propio <strong>de</strong>urgencia. Le or<strong>de</strong>nan a usted que salga inmediatamente a perseguir a los orozquistas.<strong>Los</strong> semblantes, ensombrecidos un momento, brillaron <strong>de</strong> alegría.—¡A Jalisco, muchachos! —gritó el güero Margarito dando un golpe seco sobre el mostrador.— ¡Aprevénganse, tapatías <strong>de</strong> mi alma, que allá voy! —gritó la Codorniz arriscándose el sombrero.Todo fue regocijo y entusiasmo. <strong>Los</strong> amigos <strong>de</strong> Demetrio, en la excitación <strong>de</strong> la borrachera, leofrecieron incorporarse a sus filas. Demetrio no podía hablar <strong>de</strong> gusto. "¡Ah, ir a batir a losorozquistas!... ¡Habérselas al fin con hombres <strong>de</strong> veras!... ¡Dejar <strong>de</strong> matar fe<strong>de</strong>rales como se matanliebres o guajolotes!"

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