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Existen otras culturas, por ejemplo la Mahorí,en donde las alucinaciones auditivas, las voces,se atribuyen a antepasados o a experienciasespirituales, las integran culturalmente yno las relacionan con nada enfermo.Sí, yo a mi psiquiatra le he comentado: “Yo en otra cultura,quizá sería una chamana”. Pero mi psiquiatra me respondeque vivo en esta cultura, y sencillamente yo me siento unainadaptada desde pequeña. Se toleran delirios estrambóticos,pero de acuerdo a lo que manda: coches, tener muchodinero, religión... hablar con dios. Yo conecto normalmentecon la naturaleza, con los árboles... y con antiguas religionespaganas (wicca por ejemplo), así era. Hoy esto se consideraenfermedad y es por intereses. En esta sociedad capitalista,la enfermedad mental es una convención. Ocurre como conla sexualidad. Nos marcan quien está loco y quién no. Dehecho, la esquizofrenia no existe, es un cajón de sastre. Cadapersona diagnosticada tiene síntomas diferentes.En el momento en que hicimos la entrevista,yo coleccionaba unos cuantos diagnósticos. Enel último mes, tengo dos más, supuestamente,los dos “más graves”, de esos que “asustan”.Hablamos sobre esto.Si soy negra, y vivo en un país de personas blancas, seré discriminada.Y si me voy a África, no lo seré. Como tengo quevivir en esta sociedad y esta cultura, tengo que aceptar que lapsiquiatría y la psicología son lo que hay. Y matizar también,que hay una parte de profesionales dentro de la psiquiatría y lapsicología excelente, que te escucha, que te ofrece su teléfonopor si estás angustiada, que no todas las personas profesionalesse rigen por los mismos criterios, de represión, falta de comprensión,empatía o escucha, desvalorización de tus síntomas...Princesa Inca es una mujer negra subida a unautobús, una pionera que tuvo el valor de levantarsedel asiento asignado a las personasde su color, su ADN (científicamente), llámenlocomo quieran. Pero podía haberse adaptado yno haber representado nunca una voz disidente,impulsora de un movimiento que cada díava a más. Has “bajado del desván” de las primerasy a través de algunos programas de radiode audiencia masiva. Háblame de los costesy beneficios de esa exposición. Nadie en tu entornodesconoce que eres “una etiquetada, diagnosticada”¿Te has arrepentido alguna vez? ¿Tequeda a ti misma algo de auto-estigma?Llevo unos once años de activismo. Ingresé involuntariamentecon veinte años. He estado en Radio Nikosia y en la CadenaSer. Al principio tienes muchas ganas, no te pierdes undebate, una charla, viajando, luchando siempre con ilusión ypensando en que hay que cambiar esto. Enfrentándote a debatescon profesionales que tienen muchos conocimientos yque te ponen en bretes difíciles de afrontar, existe el desgastede hablar en público... Pero paradójicamente, lo que más meha decepcionado, es la actitud de otras personas diagnosticadas.Tu dejas tu energía, te expones, te arriesgas a que tellamen “iluminada”… y muchas de las personas diagnosticadasno tienen interés en nada de esto. Son personas psiquiatrizadas,pero les importa un pito. Yo me estaba dejando lapiel, y otras personas, no saben ni qué fue la antipsiquiatría,qué pasa con las farmacéuticas, qué medicamentos están tomando,qué les han diagnosticado y por qué les medican deuna u otra forma. No es lo mismo un antipsicótico que unantidepresivo, o un somnífero... Ni siquiera les preocupa loenferma que está esta sociedad. Están a veces en centrosde día, lo digo con respeto, pero ignorantes, apalancados,un poco como corderitos, jugando al parchís, que no exigenni exigirán sus derechos, ni se informarán de cual es verdaderamentesu problema, o los problemas sociales. Yo habíaidealizado a las personas con problemas de salud mental,como más sensibles, creativos, más profundo... y no. Es comoel resto de la sociedad, hay de todo. Y eso me llevó a quedesde hace unos cinco años, ya no estoy en primera líneade lucha con ese esfuerzo tan grande. Me dedico más a mímisma, a estar con mis amistades, a hacer cosas que me gustan,a mi familia... Hay también otra parte de personas diagnosticadasque a pesar de compartir discurso conmigo, sebusca la autodestrucción. Sabiéndose tan sensible al mundo,se buscan la autodestrucción, usan drogas, alcohol, se hacenadictas, se maltratan... Tu estás recorriendo España, dandovoz al colectivo, y luego hay personas con estas conductasque desactivan el discurso. Realmente a mí, quien más me hacomprendido y ayudado son mi gente, mis amigas, personasno diagnosticadas... Y siempre digo que ni siquiera estoy encontra de las medicaciones, nunca las he dejado. Lo que digoes que las medicaciones no son lo único.12 MYS 36

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