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El Mundo Clásico. La Epopeya de Grecia y Roma.

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lamentos en los funerales, actividad típicamente femenina, proyectaban unaimagen similar). Luego, cuando acababa el culto, concluía el breve períodofestivo <strong>de</strong> liberación, y volvían a reinar las estrictas normas <strong>de</strong> comportamientohabituales (controladas por los varones): como bien <strong>de</strong>mostraban esas fiestas,aquellas mujeres «irracionales» tenían verda<strong>de</strong>ra necesidad <strong>de</strong> un hombresobrio a su lado. Pero Dioniso, pese a ser bien conocido en <strong>Grecia</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong>época muy antigua, siguió siendo una divinidad potencialmente exótica. Asípues, los mitos lo presentaban como un invasor extranjero proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>tierras «irracionales», bárbaras, <strong>de</strong> Tracia, <strong>de</strong> Lidia, o incluso <strong>de</strong> la India (don<strong>de</strong>tiempo <strong>de</strong>spués Alejandro Magno y sus soldados creyeron encontrarverda<strong>de</strong>ros rastros <strong>de</strong> los orígenes <strong>de</strong>l dios). De hecho, Dioniso no era enabsoluto un intruso, ni siquiera «más joven» que los sobrios y racionales diosesolímpicos. Se trataba <strong>de</strong> un antiguo miembro <strong>de</strong>l panteón griego, pero su<strong>de</strong>senfreno se vio propiciado por esos mitos e imágenes <strong>de</strong> lujo «oriental».Los rituales con ese tipo <strong>de</strong> referencias contrapuestas se ponían <strong>de</strong> manifiestoen los calendarios <strong>de</strong> todas las ciuda<strong>de</strong>s-estado, y, en este sentido, la«religión» se entrelazaba con la «política»: cada vez con mayor frecuencia losciudadanos votaban la concesión <strong>de</strong> fondos para los cultos, nombraban a sussacerdotes mediante sorteos o elecciones y sancionaban <strong>de</strong>cretos que velabanpor la conservación y el buen estado <strong>de</strong> sus templos. No era que la «política»se viera en cierto modo <strong>de</strong>terminada siempre por la «religión», ni que las leyesfuesen verda<strong>de</strong>ramente «sagradas». Por el contrario, la polis no era unacomunidad religiosa, organizada simplemente para el culto o la veneración <strong>de</strong>los difuntos: se trataba <strong>de</strong> una comunidad <strong>de</strong> ciudadanos cuyas reunionespolíticas iban precedidas por una serie <strong>de</strong> plegarias u honras religiosas, perocuyos <strong>de</strong>bates, <strong>de</strong>cisiones y conflictos tenían un carácter político in<strong>de</strong>pendientey trataban acerca <strong>de</strong> los medios y los fines humanos objeto <strong>de</strong> discusión. Seapelaba más bien a los dioses como «socorredores». A lo largo <strong>de</strong>l presentelibro, <strong>de</strong>bemos pensar que las ciuda<strong>de</strong>s-estado y los ejércitos griegos honrabanrepetidamente a esos «socorredores», ocasiones que permitían que la multitudse reuniera en las calles, se suspendiera la actividad pública e incluso seretrasara la marcha <strong>de</strong> los soldados: casi no se conocían los ateos. Losciudadanos estaban obligados a reconocer la existencia <strong>de</strong> los dioses <strong>de</strong> suciudad (según parece, sólo muy pocos filósofos no lo hicieron), pero por otrolado el único límite importante consistía en que no <strong>de</strong>bían adorar a un dios raroque negara la necesidad <strong>de</strong> culto <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más dioses. Hasta que los griegosno entraron en contacto con los judíos y los cristianos, ni siquiera se planteó elproblema <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> divinidad exclusivista. «<strong>La</strong> libertad <strong>de</strong> culto», por lotanto, no fue una libertad por la que los griegos tuvieran que combatir hasta lamuerte unos contra otros. <strong>La</strong> «tolerancia» religiosa tampoco supuso para ellosun motivo <strong>de</strong> enfrentamientos. Como buenos politeístas, los griegos aceptabanmuchos dioses, y los dioses que encontraban en el extranjero erannormalmente venerados y entendidos como los dioses propios, aunque en unavariante local distinta. Los únicos intentos importantes <strong>de</strong> prohibir cultos«privados» los encontramos en las páginas <strong>de</strong> aquel revisionista político quefue el filósofo Platón. Como el resto <strong>de</strong> su horrible ciudad i<strong>de</strong>al, dichos intentosfueron ignorados en la vida real por todos los <strong>de</strong>más griegos.<strong>La</strong> religión griega tampoco era simplemente una «religión <strong>de</strong> polis». A<strong>de</strong>más<strong>de</strong>l calendario <strong>de</strong> cultos públicos, las familias observaban cultos domésticos ensus propieda<strong>de</strong>s (especialmente en honor <strong>de</strong> Zeus «<strong>de</strong> las propieda<strong>de</strong>s») y en42 / 495

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