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El Mundo Clásico. La Epopeya de Grecia y Roma.

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44 / 495sacerdotisa respondía en Delfos en nombre <strong>de</strong> los dioses a las preguntasformuladas por los visitantes. Para ello normalmente <strong>de</strong>bía estar inspirada, talvez tras ingerir miel tóxica fresca y masticar «daphne» (sería incorrecto pensarque esta planta era «laurel» no tóxico). 49 <strong>La</strong>s respuestas se daban en prosa oen hexámetros (con la ayuda <strong>de</strong> los sacerdotes), pero, siendo Apolo el dios queera, a menudo resultaban ambiguas o <strong>de</strong>sconcertantes. Así pues, se hacíanecesaria la inteligencia humana, y con frecuencia la divinidad sólo <strong>de</strong>cía:«Más valdría que...». Por mal que salieran las cosas, se vería que lasalternativas habrían sido peores.En la época aristocrática se produjo en el mundo griego un florecimientoespectacular <strong>de</strong> los centros oraculares, no sólo el <strong>de</strong> Delfos, sino también el <strong>de</strong>Dodona, en el noroeste <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong>, o los <strong>de</strong> Dídima y Claros, en la costaocci<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> Asia, entre otros. Probablemente buena parte <strong>de</strong> las consultasoraculares estuvieran ligadas a las preocupaciones cotidianas <strong>de</strong> la gente:¿con quién es mejor que me case?, ¿<strong>de</strong> quién es la culpa?, ¿cómo tener hijos?Pero todos esos santuarios también ofrecían una ratificación externa <strong>de</strong> las<strong>de</strong>cisiones más importantes tomadas por una ciudad, un sello <strong>de</strong> aprobacióndivina que servía para tranquilizar y exculpar a la reducida y turbulenta clasedirigente <strong>de</strong> la comunidad que formulaba la pregunta. Con el tiempo, la<strong>de</strong>mocracia ten<strong>de</strong>ría a ofrecer un sello propio plenamente autorizado. Luegotambién los oráculos se convertirían en un recurso <strong>de</strong> la comunidad paraafrontar <strong>de</strong>terminadas cuestiones relacionadas con innovaciones en materia <strong>de</strong>culto o temores <strong>de</strong> insólita cólera divina: permitirían que un dios se expresarasobre asuntos que fueran competencia <strong>de</strong> los propios dioses. En la época <strong>de</strong> laaristocracia sirvieron a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> apoyo para las propuestas <strong>de</strong> establecernuevos asentamientos en el extranjero o <strong>de</strong> introducir cambios importantes enel or<strong>de</strong>namiento político. A su vez, el resultado <strong>de</strong> esas empresas vino arealzar su prestigio: «no cabe la menor duda <strong>de</strong> que al principio la colonizaciónfue más responsable <strong>de</strong>l éxito <strong>de</strong> Delfos, que Delfos <strong>de</strong>l éxito <strong>de</strong> lacolonización». 50Capítulo 5 - TIRANOS Y LEGISLADORESPues mis promesas las cumplí, con ayuda <strong>de</strong> los dioses, y fuera <strong>de</strong> ellasno cometí locuras ni me place obrar por medio <strong>de</strong> la violencia <strong>de</strong> latiranía, ni que los «buenos» posean igual porción <strong>de</strong> nuestra fértil tierrapatria que los malvados...Solón, F 34 (West)En medio <strong>de</strong>l esplendor que los ro<strong>de</strong>aba, los aristócratas tenían una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>«ciudad justa». Ya la poesía <strong>de</strong> Hesíodo había imaginado una para ellos, no unlugar teórico y utópico, sino una ciudad <strong>de</strong> «sentencias rectas», 51 en la quereina la paz y el hambre está ausente. En ella gobernarían naturalmente losnobles, dando su libertad por <strong>de</strong>scontada. No escribieron <strong>de</strong> esa libertad en losescasos poemas e inscripciones que se nos han conservado porque en sumemoria viva no se habían liberado ni habían reafirmado esa libertadarrebatando el po<strong>de</strong>r a su antiguo rey. Tampoco había una clase humil<strong>de</strong>políticamente activa que amenazara con poner límites a su libertad o consometerlos. <strong>La</strong> única esclavitud que temían era la esclavización a manos <strong>de</strong>l

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