<strong>El</strong> <strong>f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o</strong> <strong>tumular</strong> y Megalítico <strong>en</strong> <strong>Galicia</strong>: caracterización g<strong>en</strong>eral, problemas y perspectivas81del dolm<strong>en</strong> K de Alijó o de la Sierra de AAboboreira, la estela de la Boullosa y una placa yun canto rodado pintado <strong>en</strong> el dolm<strong>en</strong> deMadorras 1.Si ya es difícil de afinar la cronología, muchomás problemático es el tema del orig<strong>en</strong> de la estatuariamegalítica. Hoy <strong>en</strong> día casi nadie duda delcarácter meridional del Megalitismo gallego y deque los ídolos-guijarro y las estelas sean una elaboraciónautóctona de un modelo meridional,como lo es el del Megalitismo como <strong>f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o</strong> cultural<strong>en</strong> su conjunto. Pero no debemos olvidar losparalelos sept<strong>en</strong>trionales y, <strong>en</strong> este caso por ejemplo,las estelas antropomórficas armoricanas deIle Gu<strong>en</strong>noc III, situadas <strong>en</strong> un nivel arqueológicodatado <strong>en</strong> torno al 3850 a.C., la estela de PetitMont o ya <strong>en</strong> Irlanda los cantos rodados fr<strong>en</strong>te alcorredor del gran cairn de Knowth.En cuanto a la interpretación, el importantehallazgo de Parxubeira fue provid<strong>en</strong>cial por cuantolas estelas y los ídolos-betilo se hallaban "in situ"hincados de pié, marcando el límite exterior delespacio funerario. Estelas y betilos deb<strong>en</strong> ser considerados,pues, como unos artefactos ideotécnicosde carácter sacral, conmemorativo y/o apotropaico,es decir como materialización simbólica dela divinidad neolítica de la muerte. En este s<strong>en</strong>tido,fr<strong>en</strong>te a una repres<strong>en</strong>tación simbólica para losmuertos <strong>en</strong> el interior del monum<strong>en</strong>to funerario,estaríamos ante un "arte" para ser visto/respetadopor los vivos, <strong>en</strong> el que las divinidades de la muertepasan a ser plasmadas materialm<strong>en</strong>te a modode estelas antropomorfas, al tiempo que se conviert<strong>en</strong><strong>en</strong> verdaderas advocaciones y guardianesde las sepulturas. Estaríamos, pues, ante un artereligioso, con un profundo trasfondo simbólicofunerarioal servicio de las prácticas mortuorias.Este sería el caso, por ejemplo, del m<strong>en</strong>hir gallegode Gargantáns, con una serpi<strong>en</strong>te grabada, amodo de señalización prev<strong>en</strong>tiva de un túmuloque se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> sus cercanías. Situacionessimilares han sido estudiadas <strong>en</strong> Bretaña, dondeC.-T Le Roux (1998, p. 224) cita una “stèle aux serp<strong>en</strong>ts”y un “gardi<strong>en</strong> du tombeau” al referirse a lagran estela con grabados de serp<strong>en</strong>tiformes deltúmulo del Manio <strong>en</strong> Morbihan, que controlaría -amodo de guardián simbólico- el acceso a la criptafuneraria.Indiquemos también como una similar funciónconmemorativa o apotropaica podemos <strong>en</strong>contrarla<strong>en</strong> lugares y culturas tan distantes comopueda ser la Cultura de Ozieri de Cerdeña o elcem<strong>en</strong>terio de Tiya <strong>en</strong> Etiopía, publicado por R.Joussaume <strong>en</strong> 1995, con las sepulturas rodeadasde m<strong>en</strong>hires o estelas, a modo de guardianes oc<strong>en</strong>tinelas líticos de las tumbas.Si bi<strong>en</strong> las repres<strong>en</strong>taciones antropomórficasse sitúan habitualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el exterior, pued<strong>en</strong><strong>en</strong>contrarse también -aunque muy raram<strong>en</strong>te- <strong>en</strong>el interior del monum<strong>en</strong>to <strong>megalítico</strong> (p.e. las estelasbretonas de Ile Gu<strong>en</strong>noc) o a la <strong>en</strong>trada delmonum<strong>en</strong>to (p.e. Petit Mont, Barn<strong>en</strong>ez o Knowth).Es decir, puede haber s<strong>en</strong>tidos apotropaicos difer<strong>en</strong>tes,como parece ocurrir <strong>en</strong> dos casos estudiadospor M.A. de Blas <strong>en</strong> la Cornisa cantábrica,donde si la estela de Collá Cimera se situaba demodo muy visible <strong>en</strong> las cercanías de un túmulo,la guipuzcoana de Larrarte fue hallada <strong>en</strong> el interiorde la cámara <strong>en</strong>tre los cadáveres, es decir “<strong>en</strong>contacto directo con los muertos a proteger (...). Dos versiones,<strong>en</strong> fín, de una misma participación <strong>en</strong> la coreografíafúnebre” (Blas, 1997, pp. 71-72).4.3. <strong>El</strong> espacio funerario interno: Ofr<strong>en</strong>das e imág<strong>en</strong>espara los muertosAparte de objetos de carácter estrictam<strong>en</strong>tefuncional, es de destacar, por su valor apotropaico,el hacha pulim<strong>en</strong>tada -o diseños que pued<strong>en</strong>ser interpretados como tales-, la cerámica simbólicacon decoraciones de ojos-soles, los motivossolares y los serp<strong>en</strong>tiformes.En este s<strong>en</strong>tido, el hacha pulim<strong>en</strong>tada, apartede artefacto tecnómico, es decir con una utilidadfuncional propia, puede, <strong>en</strong> sus diversas variantes,acompañar al inhumado; pasando así a funcionarcomo amuleto o talismán personal, fr<strong>en</strong>te alas estelas y las estatuas-m<strong>en</strong>hir que actuabancomo guardián del conjunto sepulcral. Hachasperforadas y cinceles pulim<strong>en</strong>tados, asociados aprismas de cuarzo, fueron exhumados, por ejemplo,<strong>en</strong> el <strong>en</strong>terrami<strong>en</strong>to secundario de MonteCampelos <strong>en</strong> Begonte (Lugo), dando la impresión“de estar int<strong>en</strong>cionadam<strong>en</strong>te colocados, rodeando unazona que podría ser la cabeza del inhumado”, tal comonosotros mismos habíamos descrito <strong>en</strong> 1983.Entre otras posibilidades interpretativas, el hachapuede significarse como el símbolo de poder,riqueza y difer<strong>en</strong>ciación social, así como elem<strong>en</strong>toprotector. Desde esta óptica, recordemos elcaso del túmulo de Le Manio, <strong>en</strong> Bretaña, dondeal pie de una estela con cinco serp<strong>en</strong>tiformes grabadosfueron exhumadas cinco hachas pulim<strong>en</strong>tadas,todo el conjunto a modo de guardián y proteccióndel túmulo funerario (Le Roux, 1998, p.224). Cinco mil años después, <strong>en</strong> el medio ruralgallego las hachas pulim<strong>en</strong>tadas de los monum<strong>en</strong>tos<strong>megalítico</strong>s, conocidas con el nombre deMUNIBE Suplem<strong>en</strong>to - Gehigarria 32, 2010S.C. Aranzadi. Z.E. Donostia/San Sebastián
82ANTÓN A. RODRÍGUEZ CASAL“pedras do raio”, manti<strong>en</strong><strong>en</strong> su carácter protectorya que suel<strong>en</strong> colocarse <strong>en</strong> los tejados de lasvivi<strong>en</strong>das, como prev<strong>en</strong>ción de las torm<strong>en</strong>tas.Además, como es bi<strong>en</strong> sabido, el hacha es elemblema específico de los dioses de la torm<strong>en</strong>ta,tal como indicaba ya <strong>en</strong> 1978 Mircea <strong>El</strong>iade <strong>en</strong> suHistoria de las Cre<strong>en</strong>cias y de las Ideas religiosas.Por otra parte, es habitual <strong>en</strong> la literaturaarqueológica incluir d<strong>en</strong>tro de la “cerámica simbólica”a un tipo de decoración basada <strong>en</strong> diseñosde ojos-soles, como repres<strong>en</strong>tación esquemáticade la diosa madre protectora del Neolítico.En <strong>Galicia</strong> contamos con un excepcional ejemplar,exhumado <strong>en</strong> un monum<strong>en</strong>to <strong>megalítico</strong> deO Buriz (Guitiriz, Lugo). Se trata de un cu<strong>en</strong>cotetralobulado, dividido internam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cuatrocompartim<strong>en</strong>tos comunicados, con la típicadecoración oculada. Lo que le confiere un carácterritual evid<strong>en</strong>te.Decoraciones semejantes las conocemos <strong>en</strong>otros lugares de la P<strong>en</strong>ínsula Ibérica, desde elnorte de Portugal al Al<strong>en</strong>tejo (a destacar el excepcionalvaso del tholos de Monte do Outeiro, con surepres<strong>en</strong>tación oculada, líneas onduladas y quebradasy triángulos rell<strong>en</strong>os de puntos y otros elem<strong>en</strong>tosgeométricos), hasta el sureste p<strong>en</strong>insulare incluso Cataluña. Es decir, estamos ante unaamplia comunidad cultural desde el sudeste hastael noroeste p<strong>en</strong>insular, indicada por la pres<strong>en</strong>ciade un motivo simbólico-decorativo semejante, pres<strong>en</strong>t<strong>en</strong>o sólo <strong>en</strong> cerámica sino también <strong>en</strong> otrossoportes tales como placas de pizarra, calcáreo ohueso. La decoración de los ojos-soles hay que<strong>en</strong>t<strong>en</strong>derla desde el punto de vista de una funciónb<strong>en</strong>efactora y g<strong>en</strong>eradora de vida, como repres<strong>en</strong>taciónesquemática de la Madre Tierra, a suvez deidad protectora de los muertos. A partir delNeolítico puede ser repres<strong>en</strong>tada únicam<strong>en</strong>temediante los ojos apotropaicos (por ejemplo <strong>en</strong> lacultura neolítica de St<strong>en</strong>tinello <strong>en</strong> Sicilia), conseñalización de atributos humanos (por ejemplo la“v<strong>en</strong>us” de las minas neolíticas de Gavá <strong>en</strong>Cataluña) o tomar forma de un pájaro nocturno (lalechuza) tanto <strong>en</strong> el Neolítico de Egipto como, porejemplo, <strong>en</strong> los ídolos-placa del Megalitismo ibérico.Ya <strong>en</strong> época clásica podríamos relacionarlacon la Medusa de terrible mirada y cabellos deserpi<strong>en</strong>te, o con decoraciones de cerámicas deépoca histórica, como puedan ser algunos recipi<strong>en</strong>tesrituales chinos, africanos o inc<strong>en</strong>sarios delantiguo México, <strong>en</strong> donde, como relata expresivam<strong>en</strong>teE. H. Gombrich, ese tipo de vasija debíanpres<strong>en</strong>tar un aspecto atemorizador cuando brotabael humo por todos sus orificios.Figura 17. <strong>El</strong> cu<strong>en</strong>co tetralobulado con decoración oculada de O Buriz (a yb) (Rodríguez Casal, 1990).En cuanto a las imág<strong>en</strong>es para los muertos,sobre todo por la pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> muchos monum<strong>en</strong>tos<strong>megalítico</strong>s de grabados y pinturas,según P. Bu<strong>en</strong>o y R. Balbín (1997 a) los ortostatosde los monum<strong>en</strong>tos serían ya <strong>en</strong> sí, <strong>en</strong> muchoscasos, un reflejo de la imag<strong>en</strong> humana, a modo deguardianes. La alusión antropomórfica se acre-MUNIBE Suplem<strong>en</strong>to - Gehigarria 32, 2010S.C. Aranzadi. Z.E. Donostia/San Sebastián