Discurso de ingreso del Ilmo. Sr. D. Manuel de la Hera Oca, titulado

predominio de la corona española sobre las tierras descubiertas y sobrelos estados en ellas existentes obedecía a que, una vez barruntada laimportancia que el descubrimiento podía tener, a la vuelta del primerviaje de Colón, los Reyes Católicos habían procurado conseguir laconsagración papal de sus derechos sobre las tierras descubiertas y pordescubrir. Y aunque la respuesta papal no puso en tela de juicio lacapacidad racional de los naturales de los territorios recién descubiertos,tampoco la afirmó de manera contundente. En cualquier caso, sesostiene en ella que las gentes«...que pacíficamente viven, y que según dicen andandesnudos y no comen carne; y (...) las tales gentes, habitantesde las antedichas islas y tierras, creen en un Dios creador queesta en los Cielos, y parecen bastante aptos para recibir la fecatólica y serles enseñadas buenas costumbres...».De este modo, la soberanía concedida por el Papa Alejandro VI,estuvo subordinada a la evangelización de los habitantes 56 . Talobligación evangelizadora imponía que se considerase a los indiosaptos, capaces y dignos de recibir las enseñanzas de la religión, asícomo si procedía que fueran forzados al bautismo.Parecía pues, si se juzgara por los abundantes y encendidos escritospublicados y las opiniones manifestadas de teólogos y juristas delrenacimiento español, que el espíritu y la legalidad de la colonizaciónposterior a la conquista de los primeros asentamientos y territorios ibadestinada al establecimiento de lazos de relación con los pueblos de laAmérica hispana tratando de igual a igual a las comunidades yorganizaciones humanas, una vez se hubiera producido el reconocimientode unos y otros y demostrado su recíproco deseo de paz yconcordia.Pese a ello, el examen de las relaciones concretas entre los pueblosindígenas y los conquistadores primero, y posteriormente los poblado-56 Francisco MORALES PADRÓN, “Teoría y leyes de la Conquista”. Madrid,Ediciones Cultura Hispánica, Centro Iberoamericano de Cooperación, 1979, p. 165-179.res, no parece que hayan mantenido una relación conforme a la leyespañola ni al mandato pontificio, aun cuando sí hayan recibido untrato más tolerante que el padecido en la época por judaizantes omoriscos conversos en la península Ibérica.3.- Las relaciones entre los pueblos. Cortés en México yPizarro en Cuzco. Carlos V y los caciques.Así, aunque se admitía teóricamente la igualdad de los hombres anteDios, se mantenía el axioma de la superioridad de la civilizaciónoccidental sobre la de los indígenas, y se afirmaba el dominio de laCorona de España sobre la tierra descubierta, como se colige porejemplo de la exigencia de vasallaje realizada a Montezuma, según laforma habitual de operar de Cortés en México 57 :“Como el Capitán Cortés vio que estaban ya presos aquellosreyecillos por mí nombrados y todas las ciudades pacíficas,dijo a Montezuma que .... pues ya había entendido el granpoder de nuestro rey e señor, e que de muchas tierras le danparias e tributos y le son sujetos muy grandes reyes, que serabien que aquel y todos sus vasallos le den obediencia porqueasí se tiene por costumbre, que primero se da la obidiencia yque dan las parias o tributos”.Y bueno es recordar que esa “obidiencia” o reconocimiento devasallaje, se reclamaba en este caso de un rey preso al que se tratabasegún Bernal con grandísima consideración 58 , pero que se manteníacomo rehén ante su pueblo en forma tal que su autoridad estaba minaday sus actos, en puridad, debían considerarse nulos y sin valor alguno57 Véase la jura de Montezuma al Rey Carlos ante Cortés en 1519, en Bernal DIAZDEL CASTILLO, “Historia verdadera de la conquista de Nueva España” Cap CI.58 Bernal DIAZ DEL CASTILLO, “Historia verdadera de la conquista de NuevaEspaña” Cap CI,.afirma en relación a Montezuma: “E queriamoslo tanto e de buenasentrañas, que a nosotros de velle llorar se nos enternecieron los ojos y soldado hoboque lloraba tanto como Montezuma; tanto era el amor que le teniamos.”2122